Recuerdan esos primeros días/semanas posteriores al encierro por culpa del coronavirus? Que lindo que era recuperar la libertad. Cuánta cosa surgía desde nuestro interior buscando disfrutar de todo lo que pudiera. Éramos como adolescentes descubriendo El mundo.
Vuelvo a contarles lo que sucedió aquella vez, porque creo que es una historia que vale la pena ser leída.
A mí me la contó Andrea, mi mujer. Sucedió en esos días. Y pienso yo, es algo entendible, sobre todo, tras haber pasado ese año tan postergado, en muchos sentidos, por lo de la pandemia.
La cuestión es así: desde que nuestros hijos van al jardín de infantes, empezó a formarse un grupo de amigos, entre los padres, que con el tiempo se fue afianzando. Pero, sobre todo, entre las mujeres.
En estos días, creo que es algo común a todos, encontrar que, en toda juntada femenina, enseguida se genera una comunión, un apoyo como grupo, que en otra épocas no era tan común.
En fin, ellas lo llaman: la noche de las mamis solas. Y es algo que se explica en sí mismo.
Una noche cada tanto, eligen un lugar para juntarse y, despojadas de hijos y maridos se disponen a disfrutar del momento, charlando, bebiendo y cenando. Pero, por lo que sé, sobre todo charlando y bebiendo...
Con Andrea no nos guardamos secretos, de ahí que, tras cada una de esas juntadas, me fuí enterando de cada cosa...
Tanto de las otras "mamis" como de los "papis". Cuernos, partuzas, excesos, fantasías... llegado a un punto del encuentro, aflojadas por la bebida, todas se confiezan, o mejor dicho, se les va la lengua de más.
En general cuentan cosas que generan una repercusión inmediata, aunque no van mucho más allá de lo que cualquiera haría. Pero nunca había pasado lo de esa noche... Realmente me hubiera gustado haber sido testigo de la situación.
Está vez, después de tanto tiempo sin verse, aprovechando la habilitación por parte del gobierno, de poder juntarse, se decidieron, casi inmediatamente, a volver a tener una "noche de mamis solas".
Andrea ofreció la casa que, aunque pequeña, era suficiente, y en pocos mensajes de Whatsapp ya habían confirmado unas 10 su presencia.
Yo agarré los nenes y me fuí a pasar la noche a lo de mis viejos, para dejarles el espacio libre y para no tener que preocuparme por estar girando hasta que la reunión terminara.
La noche estaba hermosa, despejada y fresquita, después de un día algo caluroso. Y salí justo cuando la vi llegar a Marina.
Marina debe ser la más chica del grupo. Chica en edad, porque, por dónde la mires, viene moldeada en generosas proporciones. Debe rondar los 29 años, es una morocha simpática, de largos pelos salvajes, con un costado rapado. Lleva un par de tatuajes coloridos. Usa, por lo general, vestidos de colores intensos que logran el efecto de resaltar sus curvas. En esta oportunidad, llevaba uno verde y negro, bastante suelto arriba, lo que permitía deleitarse en el salto que le pegaban las tetas al andar. Para colmo, cuando la ví llegar por la vereda, se apuró dando un trotecito para que la esperara con la puerta abierta. ¡Por diosss! Encima, Marina tuvo un bebé hace un tiempo y no sé si todavía no lo sigue amamantando...
Lo que sí sé, es que esos pechos están que explotan. Además, la hija de puta, no usa nunca corpiño.
Nos saludamos manteniendo distancia prudencial, charlamos apenitas, le pregunté por la pareja, por el bebé, y la dejé pasar, para, disimuladamente, poder relojearle un poco ese culo precioso: grande, pero bien sostenido. Lástima el vestido, que, aunque corto, no era ajustado... Me acuerdo haberla visto más de una vez en calzas, en reuniones de la escuela, por ahí agachada, haciendo alguna de esas actividades comunes que nos hacen a los padres, y... ¡Por favor, qué culo hermoso! Imposible evitar las ganas de hincar el diente en esas carnes...
Bueno, hasta acá fui testigo yo. La dejé a Andrea en casa con Marina y me fuí.
El resto me lo contó mi mujer al día siguiente.
La reunión se hizo en el living. En realidad el departamento es chico, contamos con un solo ambiente abierto, con la cocina en un extremo, el living al centro y la cama, dónde dormimos con Andrea en el otro extremo. Camino al baño está la única otra habitación de la casa, dónde duermen los niños.
Parece que, en principio, la cosa fue, un poco, un fiasco. Porque aparte de Andrea y Marina, solo se presentaron tres mamis más y el resto desertó: que les daba un poco de cosa por el virus...que, al final, el marido no se podía quedar con los nenes... que no se qué imprevisto... y así.
Para colmo, de las tres que llegaron despues, solo una, Eliana, vino con tiempo para quedarse. Las otras se fueron bastante temprano.
La cuestión era que, en lo mejor de la noche, solo quedaron tres: Andrea (mi mujer), Marina (la que les conté) y Eliana.
Eliana es una de las más cercanas, del grupo, a mi mujer. Es que las dos están más cerca de los 40 que las otras. Es medio bajita, lindo culito, pelo corto, sonrisa contagiosa. Lo más sugerente en ella es su mirada. Tiene lindos ojos, misteriosos... y una boca carnosa de las que despiertan la imaginación. Eliana es de esas personas que, cuando te pones a hablar, de repente surgen charlas profundas. Te genera confianza. Aparte, es una mina que tienen una cara de buena... Es re tranquila, dá una sensación de paz. No se altera por nada. Hasta pareciera una persona tímida.
Pero, tengo entendido, que no siempre fué así...
Según me relató mi mujer, Eliana fue contando, en esas reuniones, cosas de su pasado, que dejaron a más de una con la boca abierta.
Parece que 20 años atrás era muy zarpada. Digamos que le gustaba probar cosas y eso la llevó a vivir situaciones, aventuras, excesos que, al contarlos, más de una se sonrojó.
En fin, una fija, de esas noches de mamis solas, era alguna anécdota, alguna historia de Eliana, dónde ella exponía una imagen tan contrastante con su presente. Hoy en día, ella está separada hará un año y no sé si alguna de esas historias que sacó a la luz tuvo que ver o no con eso.
Sería cerca de las dos de la mañana, ya solo quedaban las tres mamis y dos o tres botellas de cerveza. Se habían bajado unas nueve o diez si no me fallan las cuentas. Todas estaban muy alegres y distendidas, ya se habían cagado de la risa de todo, ya habían despellejado a las parejas o exparejas y también a las ausentes... Pero no se resignaban a dejar de disfrutar de ese momento único de tranquilidad. Querían seguir saboreando ese poder sentirse únicamente mujeres.
Mujeres; y no madres, no esposas, no parejas...
Marina sacó un fasito armado de flores de su propia plantita y arrancó la ronda.
Y la cosa se fue poniendo un poco filosófica, meditativa...Era el momento de grandes reflexiones...
Eliana, mirando un poco a la nada, dijo
- Chicas... No saben lo bien que me vendría una poronga por éstos días...
Las otras arrancaron a reírse y ella también, pero un poco se sintió obligada a explicarse: - jajaja. Pero en serio. Desde que me separé, nada. Les juro. ¡Nada! Y ya pasó más de un año. Pero que puedo hacer, entre los pibes y la pandemia. Tengo una calentura encima...
Mi mujer le contesta: - a jajaja. Eli, te pasas. Jaja, te pasas...- y un ratito después, cuando ya se calmaron de reir - Pero en serio, Eli, hace mucho que no... Me imagino que igual sola, a la noche, te arreglas de alguna manera...
- ¡Más vale! Y no sabes cómo...- contestó Eliana- Tengo juguetes, todo. Pero no es lo mismo... Osea sí, me descargo. Pero me está faltando algo... El calorcito... El saborcito en la boca... El sentir que alguien disfruta por mí, que puedo darle placer y también recibirlo...
- ¡Pará boluda¡ Que me vas a hacer calentar a mí también... - Dijo, de repente Marina, la más pendeja de las tres. - yo también, desde que nació el bebé, vengo media postergada en ese aspecto. Y está por cumplir dos años el gordito ya...
- Pero ¿Por qué Mari?¿Con tu pareja no estás bien?- le pregunta Andrea.
Y dándole una seca larga al porrito, Marina le contesta - No es que estemos mal... Es que no pasa nada. No sé. ¿Será la cuarentena? Que sé yo... por ahí es por el bebé que todavía es chiquito, pero Bruno, mí pareja, se pasa el día entero con él y la nena, y a la noche me dice que está cansado... creo que me evita un poco... No sé. Debe ser que después de tener al bebé no recuperé el cuerpo que tenía...
- Pero ¿Qué decís? - la frenó enseguida Eliana.- Si estás hecha un bombón. Mira las tetas que tenés. Aparte casi que ya recuperaste el peso que tenías ¿O no? Te digo, para mí estás más buena ahora que antes...
- ¡Hija de puta! ¿Que te voy a creer lo que me decís si vos estás más caliente que una pava? Jajaja. ¿Me querés levantar Eli? ¿Tan caliente estás? -responde Marina, divertida con la situación.
- No, boluda... ¡Sos boluda eh! Te lo digo en serio. Objetivamente. Igual... tengo mis historias al respecto... - le contestó Eliana- generando un aire intrigante.
Ahí la risa se cortó un poco. Una vez más, Eliana y una historia de su pasado, habían acaparado la atención. Las otras dos la miraron con cara de curiosidad plena. "Dale Eli, largá. Contá.¿Que pasó?" Le dijeron.
Eliana estiraba un poco el momento, le gustaba jugar un poco con el morbo de las otras dos. Finalmente les dijo:.
- Chicas, esto se los cuento a ustedes porque hay confianza. No quiero que las demás piensen cualquiera y anden contando... No es que haya nada malo, pero, la verdad, que andar contando las cosas que hice por ahí solo me trajo dolores de cabeza...
- Dale boluda. - la apuró Marina, muy interesada - ¿Te comiste una mina o no? Jajaja.
Andrea miraba la situación con cierto resquemor. A veces se preguntaba hasta donde estaba bueno saber cosas de los demás. Pero, a la vez, sentía cierta curiosidad... Algo le hacía cosquillas en la panza.
Eliana la miró fijo a Marina y le dijo. - ¿Si me comí a una.. ? Nooooo. Fueron varias...
Todas estallaron en una carcajada, fue como un festejo de gol. Enseguida la incitaron a Eliana a seguir contando.
" Fue hace rato igual.No es que me puse de novia ni nada. Pero sentía curiosidad y me mandé a probar. Fue una etapa linda... Llegué a vivir en un departamento con tres chicas mas, todas del interior, que estudiaban en la misma facu que yo. ¡Y a las tres les cabía la onda! Era una locura. Un verdadero desconche ese departamento. Ese semestre no rendí muchas materias pero la pasé.... muy, muuuy bien.
Las chicas tenían más experiencia que yo, ellas me iniciaron. Igual, cada vez que se las chupaba, me elogiaban. ¡Cómo las hacía gritar a esas guachas! Me decían que era la mejor. Jajaja. Me encantaba hacerlo..."
Andrea y Marina la miraban asombradas. A Marina le brillaban los ojitos, no sé si era el faso o qué. Pero de repente, pellizcando uno de sus tatuajes del brazo, se confesó: - Yo una vez me besé con una chica... No pasó de ahí, pero el recuerdo lo tengo... - al decirlo se tocaba un poco los labios.- es como que lo tengo acá. La verdad es que las mujeres besan muy tierno...
- Tal cual. - le respondió Eliana, hablando desde su experiencia - y no solo los besos son más tiernos... Cuando te la chupan... Es hermoso... Porque... pensalo: vos sabés bien donde y cómo te gusta, imaginate que una mujer conoce a la perfección el lugar y la presión exacta para generar placer...
- ¡Para boluda...! ¡Pará! Que siempre me arrepentí de no haber pasado a más aquella vez. Y ahora me lo decís así y siento que me mojo. Jaja.- dijo Marina, pero ya la risa era un poco más nerviosa.
Sentada en una silla, descalza, con su vestido corto, negro y verde, había levantado una de las piernas y se rascaba la rodilla. De a ratos, según el movimiento que hacía, se le veía la bombacha.
Eliana no le sacaba la vista de encima y Marina se la sostenía.
Tras unos segundos de silencio, pero sin dejar de mantener el duelo visual, fue Marina la que le preguntó a mi mujer:
-¿Y vos Andrea?¿Cómo venís de la cuarentena?¿Te daría curiosidad probar...?
Mi mujer sentía la tensión que se había generado en el ambiente. Un poco la asustaba. No sabía bien qué decir. Nunca había fantaseado abiertamente con otra mujer. No tenía historias al respecto. Sin embargo es cierto que el cuerpo femenino la atraía. Muchas veces, al masturbarse mirando porno, se había descubierto mirando más el cuerpo de la mujer que el del hombre. Le gustaba ver videos de chicas masturbandose...
- Yo, por suerte, vengo bien tratada en la cama. No me puedo quejar. Pero, con otra mujer, nunca tuve nada...- les dijo.
- ¿Y por qué?¿Nunca se te insinuaron? Sos una mina más que atrayente...- le preguntó, de inmediato, Eliana.
- No... Nunca...Bah, creo que no.
- ¿Y si se te insinuaran? ¿Si se te presentara la oportunidad? ¿Que harías?¿Te animarías a probar...? - la siguió interrogando, muy seriamente, Eliana, entrecerrando un poco los ojos al mirarla.
A Andrea la pregunta tan directa le aceleró el corazón. Pensaba una respuesta, pero no sabía qué decir. Tenía la cabeza abombada. En cambio, su cuerpo, habló por ella. El calor le subió de golpe y sintió la humedad surgir en su sexo.
Marina, queriendo recuperar su posición en la charla, y sin dejar de menear sus piernas, le preguntó a Eliana:
- Y decime Eli... ¿Vos estás realmente queriendo una poronga, como dijiste, o estarías dispuesta a recuperar esos recuerdos de aquellos tiempos de la facu...?
Rápida, Eliana le contestó, mirándole por momentos la cara y por momentos las piernas:
- Ya te dije que, lo que extraño yo, es el calor... y el sabor... El poder recibir y dar placer... Y para dar placer, ya te conté que, soy muy buena...
Al oír la respuesta, Marina entrecerró los ojos y se mordió un labio. Sin perder tiempo, interpretando el gesto como una invitación, Eliana, se levantó de su silla y se acercó a ella. Se miraron fijo un segundo y empezaron a besarse. Marina sentada en la silla y Eliana, que era más bajita, parada a su lado, un poco inclinada. Se besaron suave primero. Apenas rozandose los labios. Ganando intensidad beso a beso. Marina cerraba los ojos y se dejaba llevar por la experimentada Eliana. Ya se veían las lenguas y la mezcla de saliva entre las bocas, se oían las respiraciones agitadas.
Con sus manos, Eliana buscó los pechos de Marina, y los sacó fuera del vestido. Los dos grandes pechos cayeron pesados hacia afuera. Eran realmente de notable tamaño. Los acarició y pellizco, mientras Marina gemía y le mordía o chupaba la boca. Andrea observaba todo, absorta. No sabía que hacer, si dejarlas solas o seguir mirando. Sentía la fiebre acaparandole la piel.
Los pechos de Marina estaban aún cargados y, estimulados por el masaje que le daban las manos de Eliana, pronto liberaron unas gruesas gotas blancas de sus pezones. Al sentir los dedos mojados Eliana no dudó, se agachó frente a su amiga y empezó a lamerlos. La leche, por momentos, salía en pequeños chorros que le mojaban la cara. Y mientras Marina disfrutaba de las caricias de su amiga y Eliana, sonriente, bebía de esos pechos, Andrea sin poder contenerse ante la excitante escena de la que era testigo, metió su mano en la bombacha y empezó a acariciarse.
Ansiosa, Marina, levantó las piernas y apoyo los dos pies sobre la silla, separando las rodillas y dejando a la vista una bombacha empapada, como incitando a Eliana a dar un paso más, entregándose plenamente a la experiencia.
Eliana la levantó y le sacó el vestido. La tomó de la mano y juntas fueron hasta el extremo de la habitación, dónde estaba la cama. Marina se acostó, apoyándose en sus codos, se sacó la bombacha. Todo el tiempo mirándola a Eliana. Abrió las piernas, invitando a su amiga, a que disfrutara de ella. Eliana respondió de inmediato. Se acercó y la tocó suavemente, abriendole los labios, separándoselos. Se notaba lo increíblemente mojada que estaba. Después pareció olerla un poco antes de acercar su lengua y pasarla de abajo hacia arriba. Logrando los primeros gemidos de Marina, que acercó sus manos hacia su amiga y le acariciaba las mejillas y el pelo, agradecida.
- Te gusta. ¿No? - le preguntaba Eliana, mientras no dejaba de lamer - ¿te imaginabas que esta noche te la iba a terminar chupando..?
- Ay, no. Pero...¡ Me encanta...! Mmmnmmn !Que lindo que se siente Eli...!
Andrea, desde su silla, no podía dejar de mirarlas y de tocarse. Jamás se hubiera imaginado esa escena. Jamás hubiera pensado que una situación así la iba a poner tan caliente. Sus dedos hurgaban, sin parar, su sexo, lubricado, palpitante y caliente.
Eliana seguía disfrutando apasionadamente entre las piernas de su amiga, que, cada vez gemía más y más fuerte. Marina se acariciaba los pechos humedecidos de su propia leche y no le sacaba la vista de encima a su amiga, parecía excitarle mucho verla adueñarse, con lengua y dedos, de su concha.
Con mucha dedicación, una gran ternura y una notable experiencia, Eliana logró llevarla a Marina a un orgasmo notable. La hizo gritar, putear, agarrarla fuerte. La sacó de sí. La llevó a un delirio extremo.
Andrea no se perdió ni un instante de aquella caliente secuencia. Tras el orgasmo, las chicas, mirándose a la cara, soltaron una risa cómplice, liberando la tensión que se había generado tan espontáneamente en ese clima de amistad.
Después Marina se recostó en la cama y resopló: "¡Que bueno que estuvo! ¡Me hiciste mierda!" Y ahí se interesó por mi mujer, que aún seguía en la silla, con la mano escondida bajo la bombacha. " Ay, Andre... Tenés que probarlo...". Al decir eso, Eliana giró la cabeza y la miró a Andrea. Le sonrío y le hizo un gesto de estar dispuesta...
A mi mujer le estalló la cabeza, no sabía si sería capaz, pero, casi sin darse cuenta, se había levantado e iba hacia la cama, frente a la cual Eliana la esperaba aún arrodillada.
Andrea se sentó en la cama, frente a su amiga. Que la miró y despacio, sin querer forzarla, fué acercándose hasta que sintió que era bien recibida. Se besaron primero, casi repitiendo la situación de la que acababa de ser testigo. Le impactó a Andrea, sentir en los labios y la lengua de Eliana, lo que entendió que era, el sabor de los fluidos de Marina. Era algo nuevo. Estimulante. Sintió una fuerte sensación de unión con sus amigas ahí. Y eso la estimuló a querer probar más. Le pasó la lengua por los labios, como si fuera un animal bebiendo. Después se recostó en la cama, abrió sus piernas y se entregó a su amiga.
Al mismo momento de sentir la lengua de Eliana explorándola, Marina, recostada a su lado, se aproximó a besarla. Se besaron tiernamente, mi mujer le dijo "tengo todo el sabor de tu concha en mi cara. ¿Lo sentís?" Y su amiga, conmovida, le dijo: "Sí. Se siente... Y me encanta". Andrea le respondió con una sonrisa:"A mí también..." y siguieron besándose, mientras mi mujer comenzaba a retorcerse de placer.
Pero Eliana, la generadora de esta situación tan particular, también quería disfrutar.
Tras sacarse toda la ropa, se acomodó sobre mi mujer, en un 69, y sin dejar de lamerle la concha, apoyó la suya sobre el rostro de mi mujer. Con fervor, empezó a frotarse sobre ella. Andrea quería devolverse la sensación a su amiga, pero era ella, Eliana, la que se frotaba a su gusto sobre la boca de Andrea.
Los cuerpos calientes de las dos se apretujaban, mientras Eliana, con maestría, decidía sobre el placer que daba y el que sentía. Los gemidos fueron creciendo de volumen.
En un momento, Eliana desesperada gritó:
-Por favor...¡Ahora! Chupenme el culo...¡Por favor...!
Mi mujer la tenía encima y sentía su lengua penetrando la vagina de su amiga. Entonces Marina se acercó, le separó los cachetes, y empezó a tratar de llegar con la lengua hasta el agujero de Eliana.
En un breve vistazo, Andrea vió cómo su amiga se esforzaba en lamer y abrir el ano, con mucha voluntad, mientras sus pechos, chorreaban leche. Con una mano, Andrea, sin dejar de concentrarse en el placer que daba su boca ni el que recibía en su sexo, empezó a tocarla a Marina. Le metió los dedos y le acarició el clítoris.
La situación era caóticamente hermosa. Los tres cuerpos, desnudos, sudorosos, bañados en flujos, trenzados en un único bulto, dónde los olores y los gemidos se confundían, dónde todas estaban brindando placer a más de una...
La sensación de comunión fue total y el orgasmo llegó, fuerte, para todas, al mismo tiempo...
Esa noche, las tres exhaustas, durmieron abrazadas en la cama. La misma en la que duermo todas las noches.
Temprano en la mañana, Marina se fué a atender a su bebé. Eliana se quedó un rato más a desayunar.
Charlaron de lo loco del momento y decidieron repetir más seguido, ahora que se puede, esas "noches de mamis solas".
- Podríamos invitar a Victoria a la próxima, esa rubiecita tiene cara de estar necesitando un poco de cariño... - dijo una de ellas guiñando un ojo.
Y las dos rieron, cómplices.
Gracias por llegar hasta acá. Si la historia te gustó (o no),o si algo te estimuló, te pido un comentario.
En @martinfcd acá en poronga podes encontrar más relatos que publiqué.
Vuelvo a contarles lo que sucedió aquella vez, porque creo que es una historia que vale la pena ser leída.
A mí me la contó Andrea, mi mujer. Sucedió en esos días. Y pienso yo, es algo entendible, sobre todo, tras haber pasado ese año tan postergado, en muchos sentidos, por lo de la pandemia.
La cuestión es así: desde que nuestros hijos van al jardín de infantes, empezó a formarse un grupo de amigos, entre los padres, que con el tiempo se fue afianzando. Pero, sobre todo, entre las mujeres.
En estos días, creo que es algo común a todos, encontrar que, en toda juntada femenina, enseguida se genera una comunión, un apoyo como grupo, que en otra épocas no era tan común.
En fin, ellas lo llaman: la noche de las mamis solas. Y es algo que se explica en sí mismo.
Una noche cada tanto, eligen un lugar para juntarse y, despojadas de hijos y maridos se disponen a disfrutar del momento, charlando, bebiendo y cenando. Pero, por lo que sé, sobre todo charlando y bebiendo...
Con Andrea no nos guardamos secretos, de ahí que, tras cada una de esas juntadas, me fuí enterando de cada cosa...
Tanto de las otras "mamis" como de los "papis". Cuernos, partuzas, excesos, fantasías... llegado a un punto del encuentro, aflojadas por la bebida, todas se confiezan, o mejor dicho, se les va la lengua de más.
En general cuentan cosas que generan una repercusión inmediata, aunque no van mucho más allá de lo que cualquiera haría. Pero nunca había pasado lo de esa noche... Realmente me hubiera gustado haber sido testigo de la situación.
Está vez, después de tanto tiempo sin verse, aprovechando la habilitación por parte del gobierno, de poder juntarse, se decidieron, casi inmediatamente, a volver a tener una "noche de mamis solas".
Andrea ofreció la casa que, aunque pequeña, era suficiente, y en pocos mensajes de Whatsapp ya habían confirmado unas 10 su presencia.
Yo agarré los nenes y me fuí a pasar la noche a lo de mis viejos, para dejarles el espacio libre y para no tener que preocuparme por estar girando hasta que la reunión terminara.
La noche estaba hermosa, despejada y fresquita, después de un día algo caluroso. Y salí justo cuando la vi llegar a Marina.
Marina debe ser la más chica del grupo. Chica en edad, porque, por dónde la mires, viene moldeada en generosas proporciones. Debe rondar los 29 años, es una morocha simpática, de largos pelos salvajes, con un costado rapado. Lleva un par de tatuajes coloridos. Usa, por lo general, vestidos de colores intensos que logran el efecto de resaltar sus curvas. En esta oportunidad, llevaba uno verde y negro, bastante suelto arriba, lo que permitía deleitarse en el salto que le pegaban las tetas al andar. Para colmo, cuando la ví llegar por la vereda, se apuró dando un trotecito para que la esperara con la puerta abierta. ¡Por diosss! Encima, Marina tuvo un bebé hace un tiempo y no sé si todavía no lo sigue amamantando...
Lo que sí sé, es que esos pechos están que explotan. Además, la hija de puta, no usa nunca corpiño.
Nos saludamos manteniendo distancia prudencial, charlamos apenitas, le pregunté por la pareja, por el bebé, y la dejé pasar, para, disimuladamente, poder relojearle un poco ese culo precioso: grande, pero bien sostenido. Lástima el vestido, que, aunque corto, no era ajustado... Me acuerdo haberla visto más de una vez en calzas, en reuniones de la escuela, por ahí agachada, haciendo alguna de esas actividades comunes que nos hacen a los padres, y... ¡Por favor, qué culo hermoso! Imposible evitar las ganas de hincar el diente en esas carnes...
Bueno, hasta acá fui testigo yo. La dejé a Andrea en casa con Marina y me fuí.
El resto me lo contó mi mujer al día siguiente.
La reunión se hizo en el living. En realidad el departamento es chico, contamos con un solo ambiente abierto, con la cocina en un extremo, el living al centro y la cama, dónde dormimos con Andrea en el otro extremo. Camino al baño está la única otra habitación de la casa, dónde duermen los niños.
Parece que, en principio, la cosa fue, un poco, un fiasco. Porque aparte de Andrea y Marina, solo se presentaron tres mamis más y el resto desertó: que les daba un poco de cosa por el virus...que, al final, el marido no se podía quedar con los nenes... que no se qué imprevisto... y así.
Para colmo, de las tres que llegaron despues, solo una, Eliana, vino con tiempo para quedarse. Las otras se fueron bastante temprano.
La cuestión era que, en lo mejor de la noche, solo quedaron tres: Andrea (mi mujer), Marina (la que les conté) y Eliana.
Eliana es una de las más cercanas, del grupo, a mi mujer. Es que las dos están más cerca de los 40 que las otras. Es medio bajita, lindo culito, pelo corto, sonrisa contagiosa. Lo más sugerente en ella es su mirada. Tiene lindos ojos, misteriosos... y una boca carnosa de las que despiertan la imaginación. Eliana es de esas personas que, cuando te pones a hablar, de repente surgen charlas profundas. Te genera confianza. Aparte, es una mina que tienen una cara de buena... Es re tranquila, dá una sensación de paz. No se altera por nada. Hasta pareciera una persona tímida.
Pero, tengo entendido, que no siempre fué así...
Según me relató mi mujer, Eliana fue contando, en esas reuniones, cosas de su pasado, que dejaron a más de una con la boca abierta.
Parece que 20 años atrás era muy zarpada. Digamos que le gustaba probar cosas y eso la llevó a vivir situaciones, aventuras, excesos que, al contarlos, más de una se sonrojó.
En fin, una fija, de esas noches de mamis solas, era alguna anécdota, alguna historia de Eliana, dónde ella exponía una imagen tan contrastante con su presente. Hoy en día, ella está separada hará un año y no sé si alguna de esas historias que sacó a la luz tuvo que ver o no con eso.
Sería cerca de las dos de la mañana, ya solo quedaban las tres mamis y dos o tres botellas de cerveza. Se habían bajado unas nueve o diez si no me fallan las cuentas. Todas estaban muy alegres y distendidas, ya se habían cagado de la risa de todo, ya habían despellejado a las parejas o exparejas y también a las ausentes... Pero no se resignaban a dejar de disfrutar de ese momento único de tranquilidad. Querían seguir saboreando ese poder sentirse únicamente mujeres.
Mujeres; y no madres, no esposas, no parejas...
Marina sacó un fasito armado de flores de su propia plantita y arrancó la ronda.
Y la cosa se fue poniendo un poco filosófica, meditativa...Era el momento de grandes reflexiones...
Eliana, mirando un poco a la nada, dijo
- Chicas... No saben lo bien que me vendría una poronga por éstos días...
Las otras arrancaron a reírse y ella también, pero un poco se sintió obligada a explicarse: - jajaja. Pero en serio. Desde que me separé, nada. Les juro. ¡Nada! Y ya pasó más de un año. Pero que puedo hacer, entre los pibes y la pandemia. Tengo una calentura encima...
Mi mujer le contesta: - a jajaja. Eli, te pasas. Jaja, te pasas...- y un ratito después, cuando ya se calmaron de reir - Pero en serio, Eli, hace mucho que no... Me imagino que igual sola, a la noche, te arreglas de alguna manera...
- ¡Más vale! Y no sabes cómo...- contestó Eliana- Tengo juguetes, todo. Pero no es lo mismo... Osea sí, me descargo. Pero me está faltando algo... El calorcito... El saborcito en la boca... El sentir que alguien disfruta por mí, que puedo darle placer y también recibirlo...
- ¡Pará boluda¡ Que me vas a hacer calentar a mí también... - Dijo, de repente Marina, la más pendeja de las tres. - yo también, desde que nació el bebé, vengo media postergada en ese aspecto. Y está por cumplir dos años el gordito ya...
- Pero ¿Por qué Mari?¿Con tu pareja no estás bien?- le pregunta Andrea.
Y dándole una seca larga al porrito, Marina le contesta - No es que estemos mal... Es que no pasa nada. No sé. ¿Será la cuarentena? Que sé yo... por ahí es por el bebé que todavía es chiquito, pero Bruno, mí pareja, se pasa el día entero con él y la nena, y a la noche me dice que está cansado... creo que me evita un poco... No sé. Debe ser que después de tener al bebé no recuperé el cuerpo que tenía...
- Pero ¿Qué decís? - la frenó enseguida Eliana.- Si estás hecha un bombón. Mira las tetas que tenés. Aparte casi que ya recuperaste el peso que tenías ¿O no? Te digo, para mí estás más buena ahora que antes...
- ¡Hija de puta! ¿Que te voy a creer lo que me decís si vos estás más caliente que una pava? Jajaja. ¿Me querés levantar Eli? ¿Tan caliente estás? -responde Marina, divertida con la situación.
- No, boluda... ¡Sos boluda eh! Te lo digo en serio. Objetivamente. Igual... tengo mis historias al respecto... - le contestó Eliana- generando un aire intrigante.
Ahí la risa se cortó un poco. Una vez más, Eliana y una historia de su pasado, habían acaparado la atención. Las otras dos la miraron con cara de curiosidad plena. "Dale Eli, largá. Contá.¿Que pasó?" Le dijeron.
Eliana estiraba un poco el momento, le gustaba jugar un poco con el morbo de las otras dos. Finalmente les dijo:.
- Chicas, esto se los cuento a ustedes porque hay confianza. No quiero que las demás piensen cualquiera y anden contando... No es que haya nada malo, pero, la verdad, que andar contando las cosas que hice por ahí solo me trajo dolores de cabeza...
- Dale boluda. - la apuró Marina, muy interesada - ¿Te comiste una mina o no? Jajaja.
Andrea miraba la situación con cierto resquemor. A veces se preguntaba hasta donde estaba bueno saber cosas de los demás. Pero, a la vez, sentía cierta curiosidad... Algo le hacía cosquillas en la panza.
Eliana la miró fijo a Marina y le dijo. - ¿Si me comí a una.. ? Nooooo. Fueron varias...
Todas estallaron en una carcajada, fue como un festejo de gol. Enseguida la incitaron a Eliana a seguir contando.
" Fue hace rato igual.No es que me puse de novia ni nada. Pero sentía curiosidad y me mandé a probar. Fue una etapa linda... Llegué a vivir en un departamento con tres chicas mas, todas del interior, que estudiaban en la misma facu que yo. ¡Y a las tres les cabía la onda! Era una locura. Un verdadero desconche ese departamento. Ese semestre no rendí muchas materias pero la pasé.... muy, muuuy bien.
Las chicas tenían más experiencia que yo, ellas me iniciaron. Igual, cada vez que se las chupaba, me elogiaban. ¡Cómo las hacía gritar a esas guachas! Me decían que era la mejor. Jajaja. Me encantaba hacerlo..."
Andrea y Marina la miraban asombradas. A Marina le brillaban los ojitos, no sé si era el faso o qué. Pero de repente, pellizcando uno de sus tatuajes del brazo, se confesó: - Yo una vez me besé con una chica... No pasó de ahí, pero el recuerdo lo tengo... - al decirlo se tocaba un poco los labios.- es como que lo tengo acá. La verdad es que las mujeres besan muy tierno...
- Tal cual. - le respondió Eliana, hablando desde su experiencia - y no solo los besos son más tiernos... Cuando te la chupan... Es hermoso... Porque... pensalo: vos sabés bien donde y cómo te gusta, imaginate que una mujer conoce a la perfección el lugar y la presión exacta para generar placer...
- ¡Para boluda...! ¡Pará! Que siempre me arrepentí de no haber pasado a más aquella vez. Y ahora me lo decís así y siento que me mojo. Jaja.- dijo Marina, pero ya la risa era un poco más nerviosa.
Sentada en una silla, descalza, con su vestido corto, negro y verde, había levantado una de las piernas y se rascaba la rodilla. De a ratos, según el movimiento que hacía, se le veía la bombacha.
Eliana no le sacaba la vista de encima y Marina se la sostenía.
Tras unos segundos de silencio, pero sin dejar de mantener el duelo visual, fue Marina la que le preguntó a mi mujer:
-¿Y vos Andrea?¿Cómo venís de la cuarentena?¿Te daría curiosidad probar...?
Mi mujer sentía la tensión que se había generado en el ambiente. Un poco la asustaba. No sabía bien qué decir. Nunca había fantaseado abiertamente con otra mujer. No tenía historias al respecto. Sin embargo es cierto que el cuerpo femenino la atraía. Muchas veces, al masturbarse mirando porno, se había descubierto mirando más el cuerpo de la mujer que el del hombre. Le gustaba ver videos de chicas masturbandose...
- Yo, por suerte, vengo bien tratada en la cama. No me puedo quejar. Pero, con otra mujer, nunca tuve nada...- les dijo.
- ¿Y por qué?¿Nunca se te insinuaron? Sos una mina más que atrayente...- le preguntó, de inmediato, Eliana.
- No... Nunca...Bah, creo que no.
- ¿Y si se te insinuaran? ¿Si se te presentara la oportunidad? ¿Que harías?¿Te animarías a probar...? - la siguió interrogando, muy seriamente, Eliana, entrecerrando un poco los ojos al mirarla.
A Andrea la pregunta tan directa le aceleró el corazón. Pensaba una respuesta, pero no sabía qué decir. Tenía la cabeza abombada. En cambio, su cuerpo, habló por ella. El calor le subió de golpe y sintió la humedad surgir en su sexo.
Marina, queriendo recuperar su posición en la charla, y sin dejar de menear sus piernas, le preguntó a Eliana:
- Y decime Eli... ¿Vos estás realmente queriendo una poronga, como dijiste, o estarías dispuesta a recuperar esos recuerdos de aquellos tiempos de la facu...?
Rápida, Eliana le contestó, mirándole por momentos la cara y por momentos las piernas:
- Ya te dije que, lo que extraño yo, es el calor... y el sabor... El poder recibir y dar placer... Y para dar placer, ya te conté que, soy muy buena...
Al oír la respuesta, Marina entrecerró los ojos y se mordió un labio. Sin perder tiempo, interpretando el gesto como una invitación, Eliana, se levantó de su silla y se acercó a ella. Se miraron fijo un segundo y empezaron a besarse. Marina sentada en la silla y Eliana, que era más bajita, parada a su lado, un poco inclinada. Se besaron suave primero. Apenas rozandose los labios. Ganando intensidad beso a beso. Marina cerraba los ojos y se dejaba llevar por la experimentada Eliana. Ya se veían las lenguas y la mezcla de saliva entre las bocas, se oían las respiraciones agitadas.
Con sus manos, Eliana buscó los pechos de Marina, y los sacó fuera del vestido. Los dos grandes pechos cayeron pesados hacia afuera. Eran realmente de notable tamaño. Los acarició y pellizco, mientras Marina gemía y le mordía o chupaba la boca. Andrea observaba todo, absorta. No sabía que hacer, si dejarlas solas o seguir mirando. Sentía la fiebre acaparandole la piel.
Los pechos de Marina estaban aún cargados y, estimulados por el masaje que le daban las manos de Eliana, pronto liberaron unas gruesas gotas blancas de sus pezones. Al sentir los dedos mojados Eliana no dudó, se agachó frente a su amiga y empezó a lamerlos. La leche, por momentos, salía en pequeños chorros que le mojaban la cara. Y mientras Marina disfrutaba de las caricias de su amiga y Eliana, sonriente, bebía de esos pechos, Andrea sin poder contenerse ante la excitante escena de la que era testigo, metió su mano en la bombacha y empezó a acariciarse.
Ansiosa, Marina, levantó las piernas y apoyo los dos pies sobre la silla, separando las rodillas y dejando a la vista una bombacha empapada, como incitando a Eliana a dar un paso más, entregándose plenamente a la experiencia.
Eliana la levantó y le sacó el vestido. La tomó de la mano y juntas fueron hasta el extremo de la habitación, dónde estaba la cama. Marina se acostó, apoyándose en sus codos, se sacó la bombacha. Todo el tiempo mirándola a Eliana. Abrió las piernas, invitando a su amiga, a que disfrutara de ella. Eliana respondió de inmediato. Se acercó y la tocó suavemente, abriendole los labios, separándoselos. Se notaba lo increíblemente mojada que estaba. Después pareció olerla un poco antes de acercar su lengua y pasarla de abajo hacia arriba. Logrando los primeros gemidos de Marina, que acercó sus manos hacia su amiga y le acariciaba las mejillas y el pelo, agradecida.
- Te gusta. ¿No? - le preguntaba Eliana, mientras no dejaba de lamer - ¿te imaginabas que esta noche te la iba a terminar chupando..?
- Ay, no. Pero...¡ Me encanta...! Mmmnmmn !Que lindo que se siente Eli...!
Andrea, desde su silla, no podía dejar de mirarlas y de tocarse. Jamás se hubiera imaginado esa escena. Jamás hubiera pensado que una situación así la iba a poner tan caliente. Sus dedos hurgaban, sin parar, su sexo, lubricado, palpitante y caliente.
Eliana seguía disfrutando apasionadamente entre las piernas de su amiga, que, cada vez gemía más y más fuerte. Marina se acariciaba los pechos humedecidos de su propia leche y no le sacaba la vista de encima a su amiga, parecía excitarle mucho verla adueñarse, con lengua y dedos, de su concha.
Con mucha dedicación, una gran ternura y una notable experiencia, Eliana logró llevarla a Marina a un orgasmo notable. La hizo gritar, putear, agarrarla fuerte. La sacó de sí. La llevó a un delirio extremo.
Andrea no se perdió ni un instante de aquella caliente secuencia. Tras el orgasmo, las chicas, mirándose a la cara, soltaron una risa cómplice, liberando la tensión que se había generado tan espontáneamente en ese clima de amistad.
Después Marina se recostó en la cama y resopló: "¡Que bueno que estuvo! ¡Me hiciste mierda!" Y ahí se interesó por mi mujer, que aún seguía en la silla, con la mano escondida bajo la bombacha. " Ay, Andre... Tenés que probarlo...". Al decir eso, Eliana giró la cabeza y la miró a Andrea. Le sonrío y le hizo un gesto de estar dispuesta...
A mi mujer le estalló la cabeza, no sabía si sería capaz, pero, casi sin darse cuenta, se había levantado e iba hacia la cama, frente a la cual Eliana la esperaba aún arrodillada.
Andrea se sentó en la cama, frente a su amiga. Que la miró y despacio, sin querer forzarla, fué acercándose hasta que sintió que era bien recibida. Se besaron primero, casi repitiendo la situación de la que acababa de ser testigo. Le impactó a Andrea, sentir en los labios y la lengua de Eliana, lo que entendió que era, el sabor de los fluidos de Marina. Era algo nuevo. Estimulante. Sintió una fuerte sensación de unión con sus amigas ahí. Y eso la estimuló a querer probar más. Le pasó la lengua por los labios, como si fuera un animal bebiendo. Después se recostó en la cama, abrió sus piernas y se entregó a su amiga.
Al mismo momento de sentir la lengua de Eliana explorándola, Marina, recostada a su lado, se aproximó a besarla. Se besaron tiernamente, mi mujer le dijo "tengo todo el sabor de tu concha en mi cara. ¿Lo sentís?" Y su amiga, conmovida, le dijo: "Sí. Se siente... Y me encanta". Andrea le respondió con una sonrisa:"A mí también..." y siguieron besándose, mientras mi mujer comenzaba a retorcerse de placer.
Pero Eliana, la generadora de esta situación tan particular, también quería disfrutar.
Tras sacarse toda la ropa, se acomodó sobre mi mujer, en un 69, y sin dejar de lamerle la concha, apoyó la suya sobre el rostro de mi mujer. Con fervor, empezó a frotarse sobre ella. Andrea quería devolverse la sensación a su amiga, pero era ella, Eliana, la que se frotaba a su gusto sobre la boca de Andrea.
Los cuerpos calientes de las dos se apretujaban, mientras Eliana, con maestría, decidía sobre el placer que daba y el que sentía. Los gemidos fueron creciendo de volumen.
En un momento, Eliana desesperada gritó:
-Por favor...¡Ahora! Chupenme el culo...¡Por favor...!
Mi mujer la tenía encima y sentía su lengua penetrando la vagina de su amiga. Entonces Marina se acercó, le separó los cachetes, y empezó a tratar de llegar con la lengua hasta el agujero de Eliana.
En un breve vistazo, Andrea vió cómo su amiga se esforzaba en lamer y abrir el ano, con mucha voluntad, mientras sus pechos, chorreaban leche. Con una mano, Andrea, sin dejar de concentrarse en el placer que daba su boca ni el que recibía en su sexo, empezó a tocarla a Marina. Le metió los dedos y le acarició el clítoris.
La situación era caóticamente hermosa. Los tres cuerpos, desnudos, sudorosos, bañados en flujos, trenzados en un único bulto, dónde los olores y los gemidos se confundían, dónde todas estaban brindando placer a más de una...
La sensación de comunión fue total y el orgasmo llegó, fuerte, para todas, al mismo tiempo...
Esa noche, las tres exhaustas, durmieron abrazadas en la cama. La misma en la que duermo todas las noches.
Temprano en la mañana, Marina se fué a atender a su bebé. Eliana se quedó un rato más a desayunar.
Charlaron de lo loco del momento y decidieron repetir más seguido, ahora que se puede, esas "noches de mamis solas".
- Podríamos invitar a Victoria a la próxima, esa rubiecita tiene cara de estar necesitando un poco de cariño... - dijo una de ellas guiñando un ojo.
Y las dos rieron, cómplices.
Gracias por llegar hasta acá. Si la historia te gustó (o no),o si algo te estimuló, te pido un comentario.
En @martinfcd acá en poronga podes encontrar más relatos que publiqué.
11 comentarios - Una noche de "mamis solas"...