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Compendio III
La siguiente semana empezó de manera estresante. Mientras que los programadores más antiguos estaban trabajando a contrarreloj para resolver la situación, un grupo de unos 10 practicantes nos estaban molestando constantemente a Sonia y a mí. Peor aún, al carecer de completo orden, en lugar de entregarle a un practicante el pack “a+b+c” de información de cada faena operativa, venía uno de ellos solicitando solamente “c” de una faena, para que,a la hora siguiente, viniera otro de ellos, pidiéndome “a” de la misma faena que había informado a su compañero. Como la situación me estaba sacando completamente de mis casillas y que de la meta de trabajo que me había propuesto para ese día, solamente logré la quinta parte, hablé con Sonia para que me autorizara convocar a los practicantes. En vista que ella ya estaba“prácticamente libre” (las ventajas de ser la jefa es que su manejo de información es mucho más global), me dio carta blanca para actuar.
Convoqué a todos ellos a una asamblea virtual a las 10 am, donde les asigné a grupos de pares que trabajaran en diferentes sectores y revisaran la integridad de la información en las faenas enlistadas.
Posteriormente, por la tarde, sería yo el que convocaría a cada grupo para corroborar que la información que ellos disponían era la misma que tenía yo registrada y que también, era la misma información que registraban los jefes de faena de operación, algunos que, al igual que yo, también estaban molestos por no poder tomarse las vacaciones como corresponde.
Aunque no creo que fuese “ella”, uno de los practicantes se dio cuenta que el volumen de proyectos que tendría yo que volver a revisar eran alrededor de 70, a lo que respondí que, por ese motivo, les había convocado temprano en la mañana, puesto que, en el peor de los casos, tendría que estar pegado todo el día en reuniones con otros jefes de operación y, por lo tanto, no podría atender a los practicantes como corresponde.
Afortunadamente, para alrededor de las 4 de la tarde, ya había cumplido con mi parte del acuerdo y sin grandes variaciones, mi información estaba completa, por lo que empecé a entrevistar a los grupos.
Uno a uno, fueron corroborando cada grupo que mi información cuadrara con sus registros, hasta que llegó el turno del grupo 5.
Aunque los había asignado por pares, algo pasó con el compañero ese día, por lo que solamente encontré a la mujer.
- Hola. Tu nombre es… ¿Chastity?(Castidad) – leí de mis apuntes escrito a mano.
o ¡Dios me libre, no! Mi nombre es Cassidy. – comentó casi indignada, en un marcado acento tejano.
(Hell, no! Name’s Cassidy.)
Del otro lado de la pantalla, me encontré con una mujer delgada, bordeando los 30 con un aire de confianza y audacia que se manifestaba en cada gesto.
- ¿Eres norteamericana?
o ¡Claro que sí, dulzura! ¿Y de dónde viene esa tierna nariz de botón? – me consultó, coqueteando conmigo directamente, algo que me desconcertó al instante.
(Sure, I am, sugar! And where does that cute little button nose come from?)
Por la pantalla, ella se veía que debía medir alrededor de 1.70 m.Tenía una figura bien proporcionada, con unos pechos modestos, que sugerían sus raíces sureñas sin ser demasiado llamativas. Sus ojos, de color a uva verde, chispeaban con travesura e inteligencia, llamando la atención con su expresiva mirada. Sus labios carnosos se apreciaban curvados en una permanente sonrisa seductora, que exudaba un aura juguetona y encantadora.
Su larga melena se veía trenzada en una larga cola de caballo, enmarcando su rostro y sus finos rasgos. Su color de pelo, por otra parte, era difícil de determinar, puesto que tenía mechones rubios y negros, distribuidos indistintamente de forma tal que no rompían la armonía de su aspecto general, pero sí resaltaban su atractivo.
Incluso ahora, no le hago justicia al redactarla con mis palabras.
Y lo otro que llamaba la atención era su vestimenta, en comparación a los otros practicantes. A diferencia de ellos, que vestían mucho más formales, Cassidy vestía una blusa blanca bastante ajustada, a la par de pantalones de mezclilla corto de cintura alta, que destacaban bastante bien las modestas curvas de su cuerpo y que mantenían cierto encanto con sus zapatos de tacón.
Claramente sonriendo al contemplarla embelesado, tuvo el descaro de arrojarme un beso con sus dedos por la pantalla, lo que me obligó volver a ser un profesional.
Pero al verme trabajar y perder mi atención por ella, empezó a conversar.
o Quiero darte las gracias por tomarte un tiempo para juntarte conmigo, ternura.
- ¡No hay de qué! ¡Es mi trabajo!- le respondí, ignorando lo que, según el manual de la compañía, es acoso sexual…
o Pero quería consultarte, conejito, es ¿Cómo te las arreglas para mantenerte controlado con toda esta presión? ¿Tienes algunos secretos para compartirme?
- No, ninguno. Solamente años de experiencia.
o ¡Es que te sale con tanta naturalidad, pastelito de luna! – exclamó con su inagotable arsenal de nombres cariñosos. – Nosotros estuvimos un mes sin saber qué hacer, y tú, corazón, nos tienes todos ordenados, haciendo algo lógico en 2 días. ¿Puedes explicarme eso, botón de oro?
La miré, en vista que demandaba mi atención.
- No sé qué decirte. Para mí, terminar esto significa salir más pronto de vacaciones.
Pero sus pensamientos distaban mucho de lo laboral…
o Mhm Me gusta mucho cuando un hombre sabe montar a su mujer…- comentó de la nada.
(I like it a lot when a man knows how to ride his woman…)
No puedo negar que, en esos momentos, sus comentarios me empezaban a excitar. Pero, aun así, nadie me garantizaba que Cassidy estuviese en Melbourne. Nuestro programa de intercambio es tan amplio que cubrimos todo el territorio australiano. Ella perfectamente puede haber estado en Sydney o en Canberra, así como Adelaide o Perth, puesto que el problema era generalizado en todo el circuito.
No es necesario decir que, además, de haberle seguido el juego, me habría expuesto peligrosamente en mi cargo.
o Mhm, sí. La experiencia lo es todo. – reflexionó ella, al volverme a ver trabajar. – Lo que me recuerda, ¿Estás casado, amor?
- Sí. De hecho, tengo 3 hijas. –le respondí, un poco cansado de su constante flirteo y esperando que con eso la calmara.
o Mhm, ya veo. Debe ser una damita muy feliz de estar casada contigo. Apuesto que esa “mamita de bebés” debe dormir toda cariñosa por las noches, sintiéndose feliz de tener a un semental fuerte y capaz como tú. – comentó ella con una gran sonrisa.
No pude evitar sonreír por la verdad en sus palabras…
o Pero tú sabes, angelito, que a veces, las distracciones ayudan a aliviar el estrés. – añadió con una sonrisa más seductora. – Estuviera contigo a tu lado, bebé, y podríamos salir a tomar un café y conversar un poco más a solas sobre el… “duro” … trabajo.
Sentí un latido de calentura al escucharla mencionar “duro”, pero, aun así, me recompuse.
- Agradezco la oferta, Cassidy, pero no estoy seguro si sería apropiado. – respondí, sudando la gota gorda.
o Por supuesto que te entiendo, calabacita. Eso de “empapar… el lápiz de la compañía” es algo tan serio. Es solo que te ves tan tierno, osito de peluche, que creí oportuno preguntar.¿Aunque sabes algo, rayito de sol? A veces, es divertido cuando los chicos buenos hacen cosas malas… así que, si necesitas alivio, tesoro, sabes dónde encontrarme.
Tuve que toser, para poder calmarme.
- Entendido. Pero volvamos al trabajo. ¿Recibiste el paquete de información que te envié?
o Claro que lo recibí, rayito de luna. Aunque me habría gustado también haber recibido otro tipo de paquete… uno más grande, si me entiendes…
Y así seguimos trabajando el resto de la semana. Afortunadamente, el tipo que acompañaba a Cassidy apareció en las siguientes reuniones, lo que la mantuvo a raya, a pesar de que notaba en sus ojos las ganas de seguir coqueteando.
Por lo que el viernes, para las 10, habíamos finalmente resuelto el problema en nuestra filial, ante la felicidad de todos ellos, que se daban cuenta que habían contribuido en algo significativo.
o Adiós, conejito de miel. Espero volverte a ver pronto. - me dijo Cassidy, quedándose de las últimas en la sesión para despedirse.
Esa tarde, corrí al gimnasio. Además del stress, Cassidy me había dejado demasiado caliente y una vez más, me necesitaba desahogar.
Sin embargo, a diferencia de la semana anterior, necesitaba a alguien más ruda, con quien pudiera follar por horas y lo más importante, que no se habituara a mi vida cotidiana.
Fue así como la respuesta me llevó a Brigitte, la entrenadora física del gimnasio al que estaba inscrito.
Debido a que pagué una membresía premium, que me habilitaba a uso ilimitado de máquinas, también me habían asignado una entrenadora particular, que como podrán imaginar, debía tener también una gran belleza física para atraer a clientes.
Y en mi caso, fue Brigitte, dado que Samantha y Stephanie trabajaban en días que yo no iba.
Para sus 42 años, se mantiene bastante bien. Aunque es la mayor de las 3 (Samantha y Stephanie no tenían más allá de los 30 años), Brigitte estaba a cargo de 2 cursos de Pilates en donde se encargaba de tonificar las nalgas, atributo que ella destacaba por excelencia.
Con una personalidad segura y coqueta de sí misma, tenía el pelo negro medio largo, que siempre se lo recogía en un nudo apretado en la nuca, que tomaba formas graciosas entre un tomate o una palmera, pero que le permitía concentrarse en su entrenamiento sin distraerse con mechones sueltos. En ocasiones, usaba una cinta negra o un cole para mantener el pelo en su lugar durante las sesiones de Pilates.
A simple vista, lo que llamaba la atención eran sus penetrantes, encantadores y cautivantes ojos verdes, que le proporcionaban una mirada bastante expresiva. Además, sus gruesos labios sonreían constantemente de forma traviesa, dejando entrever su naturaleza juguetona. Su nariz respingada, por otra parte, le restaba años al darle un aspecto juvenil y accesible.
Sin embargo, era su cuerpo tonificado y atlético el que la hacía destacar por encima de sus compañeras más jóvenes, al ser una prueba de su dedicación a la actividad física. Solía usar una camiseta negra sin mangas, que realzaba de una manera sugerente sus pechos medianos, aunque entregándole la comodidad y libertad de movimiento durante sus sesiones de entrenamiento.
Aun así, su mayor encanto residía eran sus leggins grises, ceñidos a sus muslos y su cintura, los que mayormente resaltaban sus peligrosas curvas y su definición muscular, algo que en ella destacaba su confianza y su atractivo sexual por encima de sus compañeras, a pesar de la mayor edad.
Pero su personalidad magnética y sociable le permitía ligar tanto con estudiantes y compañeros de trabajo, mostrando un espíritu aventurero y una actitud abierta a las relaciones. Estos aspectos, combinados con su atractivo físico, tornaban a Brigitte en un faro de sensualidad, que reflejaban sus inmensas ganas de vivir experiencias extremas que simplemente, no se podían ignorar.
Podrán comprender, entonces, el conflicto que tuvimos al hacerle entender que yo solamente buscaba trabajar en máquinas y solo trotar, siendo que ella quería ponerme en forma.
Pero dado que mantenía una rutina estable de entrenamiento (me aparecía puntualmente los martes a las 2 y los viernes al mediodía, entrenando por 4 horas), de alguna manera, empecé a volverme “su preferido”, en el sentido de que, aunque yo podía mantener mi independencia, ella no estaba monitoreando mi entrenamiento.
En una oportunidad, una joven de unos 20, 21 años, trató de levantar una barra demasiado pesada para ella y estaba a punto de empezar a ahogarse por no poder sostener el peso.
Rápidamente, y con la imprudencia de apoyar mis piernas en torno a su cabeza, dejando mi entrepierna a centímetros de su rostro, socorrí a la chica y me aseguré de que estuviera bien.
No puedo asegurar si ese día la chica vio algo bajo mis pantalones cortos, puesto que el borde de la tela quedaba a unos centímetros más arriba de su rostro. Pero sí la noté abochornada por su torpeza.
· ¡No debes hacer eso! – me reprendió Brigitte, luego de lo ocurrido. – Estas chicas tontas se graban en videos online y se aprovechan de “guapos” como tú para aumentar su número de suscriptores.
(These silly girls record themselves on video and take advantage from hunks like you to increase their subscribers.)
Insisto, nunca me he considerado una persona extremadamente atractiva. Pero que ella me llamara “guapo” (hunk), que su traducción al español más fidedigna sería el español “cachas” o “fachero”, me daba a entender que mi figura estaba mejorando y me empecé a fijar más en Brigitte.
Claramente, a Brigitte le gustaba coger. Rotaba cada una o 2 semanas de pareja, siendo a veces algún otro cliente o uno de sus compañeros de trabajo. Pero cada vez que pasaba a su lado y estaba con uno de ellos, me miraba con ojos como si me dijera “este podrías ser tú…”
Pues bien, volviendo a esos estresantes días de enero, mi membresía estaba a punto de expirar y deseaba retirarme de ese gimnasio, dado que me quedaba bastante lejos de donde vivía en ese entonces (en la casa proporcionada por la compañía), por lo que tenía ganas de pegarle un revolcón a Brigitte antes de irme.
Fue así como ese viernes, luego de terminar mi rutina y darme una ducha, fui a verla donde estaba parada en la recepción del gimnasio.
Recuerdo que la recepción estaba atosigada con actividad, dado que empezaba a llegar el grueso de las personas que salían del trabajo. Las luces fluorescentes iluminaban el amplio espacio, brindando un cálido resplandor a la moderna y refinada decoración. Otros miembros del gimnasio hacían un gran alboroto, registrándose en la recepción o conversando animadamente con entrenadores y otros miembros. El aire sonaba con el permanente zumbido de las trotadoras y el constante tintineo de las pesas.
De milagro, ella estaba desocupada. Al verme acercar, empezó a avergonzarse al contemplar que la miraba fijamente y avanzaba directamente a ella. A medida que las distancias se acortaban, sus ojos se dilataron levemente, reflejando una mezcla de curiosidad e incertidumbre. En cambio, yo avanzaba completamente relajado, confiado que lograría algo con ella.
- Hola, ¿Tienes planes para hoy?
Claramente sobresaltada, puesto que aparte de darnos miradas ocasionales, raramente hablábamos por mucho tiempo, ella respondió.
· No sé. ¿Tienes algo en mente?
- Pues, pensaba invitarte a cenar. Pero si no estás segura…- le dije, tomando mis cosas y marchando hacia la puerta.
Mi actuar la tomó de sorpresa, por lo que avanzó a paso rápido para salir de la recepción, gesto que hizo que algunos miembros miraran hacia ella.
· ¡Aguarda! ¡Aguarda! – exclamó, luego de venir corriendo para cortarme el paso. - ¿Lo dices en serio? ¿Quieres cenar conmigo? ¡Eso es muy atrevido de tu parte, Marco! ¿Acaso buscas impresionarme?
Por su coqueto tono de voz, se notaba que estaba disfrutando de mi atención…
- En realidad, no. – respondí manteniendo la compostura. – Solo pensé que sería bueno comer acompañado, tras una semana pesada de trabajo y en vista que mi esposa salió del país. Pero si no te interesa…
Me hice a un lado y avancé hacia la salida…
· ¡Espera! ¡Espera! – exclamó una vez más, cortándome el paso, con un tono medianamente molesto por la respuesta.– ¡Por favor, Marco! No me estoy negando a la experiencia… quiero decir que no me estás invitando a cenar solo porque te sientes solo, ¿O sí?
En esos momentos, sabía que ya la tenía convencida. Sin embargo, tenía que mantener mi postura desinteresada.
- No, no me siento solo. Y no estoy buscando nada más aparte de comer acompañado y divertirme un poco después, ya sea bailando o charlando. Pero entiendo que ese tipo de cosas son demasiado aburridas para ti…
· ¡Claro que no! – comentó un poco alterada por la seriedad de mis palabras. – Definitivamente, estoy interesada en salir contigo. Solo estaba bromeando, ¿Entiendes? Para mantenerlas cosas interesantes.
- Por supuesto que entiendo. ¿Te parece si nos vemos a las 7?
Su sonrisa desbordaba de dicha…
· ¡Suena perfecto! Nos veremos entonces, Marco.
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1 comentarios - Soltero de verano (4): La entrenadora física (1)
Te mando un abrazo