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Pijeando a la prima

Tengo una prima, Sofi, de dos años menor a mi, con la cual tuvimos nuestro despertar sexual desde pequeños, jugamos al papa y la mama desde los 12, la toqueteaba desde chica y siempre fue mi favorita. 
Pasó un tiempo entre que ella se fue a otra provincia con sus padres y yo que entré a la secundaria en el que no nos veíamos más, manteníamos cierto contacto pero ya no podía hacer pajereadas con ella. 
Nos volvimos a ver cuando volvieron a la provincia, pasaron los años, yo tenia 19, ella 17, no podía creer en lo que se había convertido mi pequeña prima, una mujer completa, unas piernas formadas que se ensanchaban hasta llegar a dos nalgotas bien grandes, redondas y macizas, que quedaban perfectas en su pequeño cuerpo de 1,60, de cintura mínima y con una carita redonda y risueña, que ya deseaba bañar en semen cuando la volví a ver.
En una reunión familiar poco tiempo después volví a encontrarla, ese día vestía un top blanco algo suelto, por sobre su ombligo, unos shorts leggins negros, que bien apretados realzaban sus nalgas redondas y sus piernas carnosas, tenía el pelo corto por encima de los hombros y de color rojo oscuro, apenas llegué ella estaba en la cocina pelando unas papas, la vi y tuve una erección instantánea que mi short deportivo apenas disimulaba, con el amigo bien parado, me acerqué a saludarla rápidamente con un abrazo amistoso por atrás, con mis brazos rodeándola, pasando por todo su torso y mi poronga hundiéndose en su apretado pantalón mientras sentía como se aplastaba mi miembro por su culazo. Ahí decidí que haría todo hasta poder disfrutar de vuelta de mi primita y su cuerpo esplendido, pero como sabía que iba a estar como pelotudo todo el almuerzo familiar pensando en ella, me fui a clavar una paja al baño para que se me pase la calentura un poco.
Llegando la siesta, varios familiares se fueron al shopping a pasear, pero yo no tenía ganas y decidí quedarme viendo alguna película, a lo que mi prima decide lo mismo y me acompaña, se me encendieron todas las alarmas nuevamente. Ponemos Netflix y nos sentamos en un sillón en el living, mis familiares ya se habían ido y quedábamos los dos solos.
Hablábamos de lo mas bien, recordando viejos tiempos, poniéndonos al día con nuestras vidas, demás cosas así. Después le digo que me iba a recostar para estar mas cómodo que si ella quería también le hacía lugar, ella acepta y nos recostamos de lado en el sillón para ver la película, ella mas pequeña que yo en tamaño, posa su cabeza sobre mi pecho y yo agarro su muslo para acomodar su culo quedando a la altura de la punta de mi chota, obviamente, ya totalmente erecta.
así estuvimos rato largo, comentando la película mientras yo acariciaba su pierna y le apoyaba la pija, con algún que otro envión entre sus nalgas que apresaban mi pene,
en un momento ya cuando hablábamos mas que ver la película empezamos a recordar los juegos que teníamos de niño, sexuales, le susurraba al oído que aun quería jugar con ella, mas aun viendo la mujer que era ahora, mientras empezaba a apretarle sus nalgotas y tirarle levemente del cuello.
La calentura se empieza a sentir, cuando empezamos a chapar descontroladamente, mientras presionaba su cuerpo contra mi, podía sentir los disimulados gemidos que dejaba salir de su pequeña y perfecta boca, me sentía en control como cuando jugábamos de pequeños, volvía a poseerla con el agravante de que éramos familia directa. Se me pasó la idea de cogermela ahí nomas, en la sala familiar, antes de que llegasen todos, ponerla en cuatro sobre la alfombra y darle con rabia hasta que no pueda más.
Después de babearla un rato, la levanto del sillón, al sentarme, y le bajo el short de a poco porque estaba bien apretado, empezando a ver la tanga blanca, dos nalgotas redondas como pelotas de fútbol asomándose, le beso la cola, saco mi miembro y se lo coloco entre ambas, ella sorprendida, me dice que grande estaba, obvio, se había quedado con el recuerdo de antes, ya crecido el amigo estaba listo para penetrarla hasta el fondo.
Le muevo la tanga un poco al costado y me siento en el sillón, ella comienza suave pero pronto toma ritmo a subir y bajar dándome sentones en la poronga descubierta, estasis puro, me guardo la imagen en mi cabeza de su ortazo y mi pene entrando y saliendo duro y mojado por su concha.
Primero me sube y baja cual tobogán de placer sobre el mástil de mi poronga, saltando y gimiendo leve, con el ruido de su concha ya húmeda me calentaba más, pero quería hacerla mi propiedad, así que tomo iniciativa, la coloco boca abajo con el culo levantado, arqueando su espalda, apretada contra el sillon y comienzo a penetrarla de perrito con total violencia, como me calentaba su cuerpo tan pequeño y formado, podía manejarla como quería y ella de placer parecía perder la conciencia por momentos. Estuvimos así por una hora al menos, yo no daba más quería acabarle adentro.
Estaba por acabar, en lo que escuchamos el portón abrirse, estaban los familiares de vuelta, ella se intenta levantar rápidamente queriendo ponerse la ropa antes que nos atrapen, pero yo la agarro firme de su cadera sin dejarla escaparse, empiezo a acabar, le lleno todo adentro de leche totalmente perdido en placer, ella se suelta y aleja un poco, por lo que le pego un lechazo en la cola y trato de atajar el resto con la mano, antes de irse al baño a limpiarse, le agarro la cabeza y le hago limpiarme el pene con un par de lamidas, para después cambiarme y recostarme en el sillón, como si nada hubiese ocurrido.

Fue una hermosa experiencia que no se repetiría con facilidad, pero que quedo grabada en mi mente como una gran cojida, de ahí en más, buscábamos cada Reunión un momento para que me hiciera un pete o besuquearnos a escondidas. Hermosa prima que disfruto cada que puedo.

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Unas imágenes de ella para que se armen la escena en su cabeza.

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