Soy madre de un niño y una niña; , trabajo en una empresa de renombre, y estoy felizmente casada. Esto no quiere decir que no haya tenido amantes; pues mi energía sexual, es sorprendentemente amplía, no discrimina géneros, y a partir de mi boda, he ido descubriéndome a mi misma.
Como verán. Esto sucedió en enero de este año, Mi cuñado nos pidió que llegáramos a la gran celebración, de su cumpleaños en la azotea de un hotel. Por mi parte, no me emocionaba la idea de tener que estar en aquel cóctel, sin embargó, termine por colocarme un vestido corto, ajustado; de esos de encaje con los hombros descubiertos y mangas largas, me recogí el cabello, y me dirigí al auto, dónde ya me esperaba Fernando, mi esposo;
Cuando llegamos al lugar, mi cuñado nos presento Realmente estaba pasándola mal, pero no quería hacerlo notar, así que me dirigí a la barra para beber un tragó, justo a la par mía se encontraba Lourdes; una mujer de 39 años, no tan alta, pero con una belleza envidiable, delgada, pelirroja, tez blanca, con pecas en la nariz, y un culo prominente, que provocaba muchas miradas, incluso las de las mujeres. nos acaban de presentar junto a mi esposo, y de inmediato notó mi aburrimiento, sacando su lado gracioso al criticar el evento, mientras me veía a los ojos. En ese momento, otra persona la interrumpió, y se alejó sin perderme de vista, con una sonrisa pícara en su rostro. Regresé de inmediato con mi marido, quien se deleitaba hablando sobre el; disfrutamos de juegos pirotécnicos, música, y mucho cliché. Cuando estábamos cenando, sentí algo extraño; volteó la mirada, y me encuentro con Lourdes, quien me veía disimuladamente, mientras conversaba con otras personas desde otra mesa; por una parte sentía que conocía ese angelical rostro, y por otro lado, sentía que sólo era un juego de mi mente.
Cuando terminamos de cenar, Fernando me sacó a bailar, disfrutábamos de una agradable balada, hasta que me encuentro nuevamente con Lourdes, quien me veía disimuladamente desde lejos, no tardó en sonreírme, así que yo hice lo mismo un tanto nerviosa; rápidamente me colgué del cuello de mi marido y le di un beso muy impetuoso, a pesar que me sentía confundida. Seguimos bailando durante un buen rato, hasta que sentí mí tanga muy metida en mi coa me confesé con mi marido a su oreja, y no tardó en hacer una broma perversa cómo era de esperarse, así que me dirigí al baño mientras mi esposo se alejaba por un tragó. Entre rápidamente al baño, me ví al espejo, esperé que saliera la última persona que estaba en el tocador, y aproveché la soledad para levantar un poco mi vestido, metí mi mano por debajo, y baje la tanga que tanta molestia me estaba causando, mi tanga se atoró en uno de mis tacones y casi caigo al suelo, al tiempo que la puerta del baño se abre de nuevo. Sorprendida dejó caer mi tanga al suelo, y veo a Lourdes con su flamante vestido, parada al lado de la puerta; Lourdes ve mi tanga en el suelo y su cara tierna se llena de morbosidad, se acerca a recoger mi hilo, y lleva mi prenda a su lengua, al mismo tiempo que respira hondo; degustando así mi aroma a hembra fértil con su nariz, lo cual despierta de inmediato mi libido, mientras me quedo congelada.
Lourdes se levanto del suelo en línea recta, quedando muy cerca de mi cuerpo, y sin pensarlo acerca sus labios a los míos; sin pensar un segundo más yo correspondí de inmediato al sentir los suaves labios de otra mujer rozar los míos, su lengua se enreda con la mía y solo me dejó llevar, dando dos pasos hacía atrás, dónde acomodo mi culo en el tocador, abro mis piernas, y mientras Lourdes me succiona mi aliento, su mano se entrelaza con la mía, devolviendo mi tanga , mientras la otra comienza a frotar mi concha
con mucha delicadeza. Yo estaba más caliente que un volcán a punto de hacer erupción, nuestras bocas se abrían con mucha desenfreno, hasta que unas risas fueron audibles muy cerca de nosotras; rápidamente me baje del tocador, nuestra respiración estaba agitada, y mientras nos arreglábamos los vestidos entro un grupo de mujeres, Lourdes y yo nos vimos a los ojos sonriendo y sin mediar palabra, ella salió del baño muy lentamente; no sin antes saborear sus dedos frente a mi.
Mis jugos estaban presentes en mi coño, y disimuladamente, me limpie con mi tanga, por debajo de mi vestido; me sentía un poco acalorada así que me acerque a la ventana y luego retoque mi maquillaje. Acto seguido; salgo del baño y veo mucha gente disfrutando la reunión, trato de localizar a Fernando y después de unos segundos lo ubico junto a Lourdes. El nerviosismo recorre mi cuerpo, y me dirijo hacia ellos. Cuando Lourdes se da cuenta que me acercó se despide de mi esposo y se va sin voltear a verme. Yo me sentía algo extraña así que después de unos minutos le pedí a mi esposo marcharnos. Cuando por fin llegamos al lobby vemos una cabellera rojiza con una maleta en la mano. Lourdes había llegado del aeropuerto directo a la fiesta y estaba pidiendo un Uber, rápidamente nos ofrecimos a llevarla, situación que no desaprovechó; le entregaron las llaves de nuestro auto a mi esposo y Lourdes nos dirigió a su casa.
Al llegar, Lourdes nos invitó a pasar, aunque al principio nos negamos, ella insistió, y entramos. Lourdes nos pidió que nos acomodáramos, encendió su karaoke, nos sirvió unos cuantos tragos; mientras Fernando cantaba y bebía, yo ayude a Lourdes a servir unos snacks, y fue cuando vi una foto de la diputada haciendo pole dance. Así qué pregunté.
[Sofía] -¿Esa eres tú?
[Lourdes] –si. Trabajé en un club nocturno para pagar la universidad. -yo quedé sorprendida, no por lo que hacía, si no porque comenzaba a recordar de dónde la conocía.
[Lourdes] -¿Qué pasó? Pareces sorprendida. -al mismo tiempo que mi marido atendía una llamada.
[Sofía] -No, es que cuando mis amigas me celebraron mi despedida de soltera, me bailó una mujer muy hermosa.
[Sofía] -¿cual era el nombre del club, dónde trabajabas? -Lourdes soltó una carcajada.
[Lourdes] -No te diré cómo se llama, pero te puedo decir que mi nombre era vixi, y que recuerdo lo mojada que estabas esa noche.
[Lourdes] –después de ese baile pensé que tu boda peligraba, pero ya veo que si te casaste.
Inmediatamente me sentí sonrojada y nos reímos de forma nerviosa. Yo le tome su mano, y la lleve hasta su sala, dónde la tomé de su cintura y comenzamos a mover las caderas, con sus hermosos ojos grises clavados en mí, con los rostros tensos sin mediar palabra. Lourdes me empujó hacia el sofá, provocándome un sesentón. Nuestro libido era evidente, mientras Lourdes me restregaba su culo en mi cara, luego se volteó, y se agachó mientras se levantaba el vestido y se tocaba sin mesura sobre sus bragas; se sacó los tirantes del vestido y antes de que se abriera el escote, coloque un billete entre sus tetas como una puta. En ese momento, ya me sentía tan mojada cómo el mar, y no me importaba nada, así que tome su radiante rostro y comencé a besarla con gran vehemencia, mientras ella permanecía hincada, manoseando mis tetas para sacarlas del vestido, al mismo tiempo que su lengua me devoraba con gran furor.
Lourdes se levanto, y después de morder mis labios se separó de mi, abrió mi boca y desde arriba dejó caer una liga espesa de saliva en mi boca, la cual provocó estragos dentro de mí; La radiante mujer pelirroja se soltó su vestido, dejando sus hermosos y blancos senos al descubierto, al mismo tiempo que veía a Fernando disfrutar del espectáculo, con su pantalón desabrochado, y su pene erecto, haciéndose una paja. No sabía en qué momento había entrado, pero ahora solo me importaba saciar la lujuria que se apoderaba de mi cuerpo; así que coloque mis manos en su espalda y empuje su dorso hacia mí, llevando sus rosados pezones a mi boca como si me amamantara con su feminidad. La mano de mi amante me levanto el vestido, y se apoderó de mi vulva. Lourdes me volvió a empujar para separarse, y con mucha desesperación se sacó su calzón, mostrándole sus tersas nalgas a mi marido, quien disfrutaba desde el sofá. La perrita de Lourdes se agachó, me besó los muslos, pasó su lengua por mi monte de venus, y cuando menos lo espere, comenzó a lamer mi vulva, ganando mucha amplitud con su lengua; succionaba mis labios menores, lamía mi vagina y se devoraba mi clítoris; mis piernas estaban muy abiertas, y yo me encargaba de empujar la cara de Lourdes contra mi vagina, mientras mis manos se enterraban en su cabello; me sentía tan mojada cómo el mar, y sentía que mis fluidos se rebalsaban mientras Lourdes metía sus dedos en mi vagina, con mucha profundidad, mientras me propinaba deliciosos lengüetazos; mi respiración se convertía en grandes sollozos, que crecían cada vez que los dedos de Lourdes ganaban profundidad, mi cuerpo se arqueó, y yo no pude detener el delicioso chorro de fluidos que salió expulsado de mi uretra hacia la cara de Lourdes, y que consumió gran parte de mi energía en un sencillo orgasmo.
Poco a poco me fui recuperando, mis ojos se fueron aclarando, y mi cuerpo temblaba mientras la hermosa cara de Lourdes aparecía frente a mí, con todo el contorno de su boca y sus mejillas cubiertas de fluidos, que se acercaba a darme un beso llenó de morbo con el delicioso sabor a mi coño. Por un momento sentí que perdí conciencia, y cuando desperté, escuché fuertes gemidos a la par mía, y noté a Fernando completamente desnudo, con Lourdes fornicando en mi presencia, y con su verga dentro de ella, como un caballo copulando a su hembra. El dorso de Lourdes se posó sobre el pecho de mi marido, dejando sus nalgas más levantadas, lo que me causó mucha excitación, rápidamente gatee hasta colocarme atrás de Lourdes, abrí sus nalgas con mis manos, y mientras mi marido la empalaba con mucha fuerza, mi lengua comenzó a lamerle el culo, y cada rincón de su hermoso ano. No estaba segura de dónde partía mi fijación, pero me sentía muy caliente mientras comía su ano, y a ella también lo disfrutaba, tanto como para que sus gemidos fueran incontrolables, y su orgasmo se hiciera presente; sus ojos se cerraron, y su cara se tensaba soltando una buena cantidad de jugos en el falo de mis esposó, mientras a mí se me hacía difícil dejar de lamer su culo, mientras con mi mano me masturbaba por el sabor de Lourdes.
Acto seguido, Lourdes se levanto de encima de mi marido, y cayó sentada en la alfombra de su casa, y con su vagina goteando. Yo me coloque en la orilla del sofá al lado de Lourdes, vi a Fernando remojar un par de veces su falo en la boca de mi amante, y luego las manos de Fernando se colocaron en mis caderas, y con sus dedos extendieron mi culo, para dejar caer una escupida desde arriba; su glande se posó en mi vagina, y con mucha intensidad, sus embestidas comenzaron a generar placer cómo nunca antes. Lourdes se subió al sofá y colocó su vagina en mi cara, mientras yo era penetrada como una verdadera perra, mi lengua en su clítoris ahogaba mi jadeó; mi clítoris estaba en su máximo esplendor y ya rozaba en cada bamboleo de su verga dentro de mí, los testículos de mi marido se estrellaban contra mis nalgas y mi lengua devoraba la concha de Lourdes y de inmediato siento un chorro caliente de leche qué inunda las paredes de mis entrañas, y la electricidad recorre mi cuerpo, mis pupilas se dilatan, y pierdo el control de mi cuerpo extasiado, Lourdes sostiene mi rostro y besa mi boca mientras mi orgasmo me hace perder los sentidos, y llenar mi cuerpo de regocijo, mientras la verga de Fernando aún soltaba lefa dentro de mí como si de un semental se tratará.
Fernando sacó su verga dentro de mí, y con ella su semen derramó, yo caí en la alfombra, y allí mismo Lourdes apareció; esa radiante mujer se colocó cerca de mi, abrió mis piernas, y las entrelazó con las suyas, cómo una especie de tijeras, de inmediato mis caderas se comenzaron a mover al ritmo de Lourdes. Nuestras vulvas se frotaban constantemente mientras se embarraban del esperma que mi coño expulsaba, mi clítoris se juntaba con el suyo, y se resbalaba con el semen, su cabeza caía sobre su espalda, nuestros senos, rebotaban, y nuestros gemidos eran uno solo, nuestras vaginas se dilataban para succionar una a la otra, nuestros cuerpos se desplomaron y se regocijaron en la lujuria de un orgasmo que provocó la eyaculación de nuestros fluidos, mezclándose en un maravilloso frenesí.
Cuándo recupere el control de mi cuerpo, intenté pararme, pero mis piernas me lo impidieron; parecían débiles. Fernando parecía dormido, así que gatee con mis piernas temblorosas hacia Lourdes, contemplé sus hermosos senos sudorosos, su rostro ruborizado desde su nariz hasta sus mejillas pecosas, su hermoso cuerpo desnudo, y su delicioso olor a hembra. De inmediato me vio a los ojos y nos fundimos en un nuevo beso al que pronto se unió Fernando.
Como verán. Esto sucedió en enero de este año, Mi cuñado nos pidió que llegáramos a la gran celebración, de su cumpleaños en la azotea de un hotel. Por mi parte, no me emocionaba la idea de tener que estar en aquel cóctel, sin embargó, termine por colocarme un vestido corto, ajustado; de esos de encaje con los hombros descubiertos y mangas largas, me recogí el cabello, y me dirigí al auto, dónde ya me esperaba Fernando, mi esposo;
Cuando llegamos al lugar, mi cuñado nos presento Realmente estaba pasándola mal, pero no quería hacerlo notar, así que me dirigí a la barra para beber un tragó, justo a la par mía se encontraba Lourdes; una mujer de 39 años, no tan alta, pero con una belleza envidiable, delgada, pelirroja, tez blanca, con pecas en la nariz, y un culo prominente, que provocaba muchas miradas, incluso las de las mujeres. nos acaban de presentar junto a mi esposo, y de inmediato notó mi aburrimiento, sacando su lado gracioso al criticar el evento, mientras me veía a los ojos. En ese momento, otra persona la interrumpió, y se alejó sin perderme de vista, con una sonrisa pícara en su rostro. Regresé de inmediato con mi marido, quien se deleitaba hablando sobre el; disfrutamos de juegos pirotécnicos, música, y mucho cliché. Cuando estábamos cenando, sentí algo extraño; volteó la mirada, y me encuentro con Lourdes, quien me veía disimuladamente, mientras conversaba con otras personas desde otra mesa; por una parte sentía que conocía ese angelical rostro, y por otro lado, sentía que sólo era un juego de mi mente.
Cuando terminamos de cenar, Fernando me sacó a bailar, disfrutábamos de una agradable balada, hasta que me encuentro nuevamente con Lourdes, quien me veía disimuladamente desde lejos, no tardó en sonreírme, así que yo hice lo mismo un tanto nerviosa; rápidamente me colgué del cuello de mi marido y le di un beso muy impetuoso, a pesar que me sentía confundida. Seguimos bailando durante un buen rato, hasta que sentí mí tanga muy metida en mi coa me confesé con mi marido a su oreja, y no tardó en hacer una broma perversa cómo era de esperarse, así que me dirigí al baño mientras mi esposo se alejaba por un tragó. Entre rápidamente al baño, me ví al espejo, esperé que saliera la última persona que estaba en el tocador, y aproveché la soledad para levantar un poco mi vestido, metí mi mano por debajo, y baje la tanga que tanta molestia me estaba causando, mi tanga se atoró en uno de mis tacones y casi caigo al suelo, al tiempo que la puerta del baño se abre de nuevo. Sorprendida dejó caer mi tanga al suelo, y veo a Lourdes con su flamante vestido, parada al lado de la puerta; Lourdes ve mi tanga en el suelo y su cara tierna se llena de morbosidad, se acerca a recoger mi hilo, y lleva mi prenda a su lengua, al mismo tiempo que respira hondo; degustando así mi aroma a hembra fértil con su nariz, lo cual despierta de inmediato mi libido, mientras me quedo congelada.
Lourdes se levanto del suelo en línea recta, quedando muy cerca de mi cuerpo, y sin pensarlo acerca sus labios a los míos; sin pensar un segundo más yo correspondí de inmediato al sentir los suaves labios de otra mujer rozar los míos, su lengua se enreda con la mía y solo me dejó llevar, dando dos pasos hacía atrás, dónde acomodo mi culo en el tocador, abro mis piernas, y mientras Lourdes me succiona mi aliento, su mano se entrelaza con la mía, devolviendo mi tanga , mientras la otra comienza a frotar mi concha
con mucha delicadeza. Yo estaba más caliente que un volcán a punto de hacer erupción, nuestras bocas se abrían con mucha desenfreno, hasta que unas risas fueron audibles muy cerca de nosotras; rápidamente me baje del tocador, nuestra respiración estaba agitada, y mientras nos arreglábamos los vestidos entro un grupo de mujeres, Lourdes y yo nos vimos a los ojos sonriendo y sin mediar palabra, ella salió del baño muy lentamente; no sin antes saborear sus dedos frente a mi.
Mis jugos estaban presentes en mi coño, y disimuladamente, me limpie con mi tanga, por debajo de mi vestido; me sentía un poco acalorada así que me acerque a la ventana y luego retoque mi maquillaje. Acto seguido; salgo del baño y veo mucha gente disfrutando la reunión, trato de localizar a Fernando y después de unos segundos lo ubico junto a Lourdes. El nerviosismo recorre mi cuerpo, y me dirijo hacia ellos. Cuando Lourdes se da cuenta que me acercó se despide de mi esposo y se va sin voltear a verme. Yo me sentía algo extraña así que después de unos minutos le pedí a mi esposo marcharnos. Cuando por fin llegamos al lobby vemos una cabellera rojiza con una maleta en la mano. Lourdes había llegado del aeropuerto directo a la fiesta y estaba pidiendo un Uber, rápidamente nos ofrecimos a llevarla, situación que no desaprovechó; le entregaron las llaves de nuestro auto a mi esposo y Lourdes nos dirigió a su casa.
Al llegar, Lourdes nos invitó a pasar, aunque al principio nos negamos, ella insistió, y entramos. Lourdes nos pidió que nos acomodáramos, encendió su karaoke, nos sirvió unos cuantos tragos; mientras Fernando cantaba y bebía, yo ayude a Lourdes a servir unos snacks, y fue cuando vi una foto de la diputada haciendo pole dance. Así qué pregunté.
[Sofía] -¿Esa eres tú?
[Lourdes] –si. Trabajé en un club nocturno para pagar la universidad. -yo quedé sorprendida, no por lo que hacía, si no porque comenzaba a recordar de dónde la conocía.
[Lourdes] -¿Qué pasó? Pareces sorprendida. -al mismo tiempo que mi marido atendía una llamada.
[Sofía] -No, es que cuando mis amigas me celebraron mi despedida de soltera, me bailó una mujer muy hermosa.
[Sofía] -¿cual era el nombre del club, dónde trabajabas? -Lourdes soltó una carcajada.
[Lourdes] -No te diré cómo se llama, pero te puedo decir que mi nombre era vixi, y que recuerdo lo mojada que estabas esa noche.
[Lourdes] –después de ese baile pensé que tu boda peligraba, pero ya veo que si te casaste.
Inmediatamente me sentí sonrojada y nos reímos de forma nerviosa. Yo le tome su mano, y la lleve hasta su sala, dónde la tomé de su cintura y comenzamos a mover las caderas, con sus hermosos ojos grises clavados en mí, con los rostros tensos sin mediar palabra. Lourdes me empujó hacia el sofá, provocándome un sesentón. Nuestro libido era evidente, mientras Lourdes me restregaba su culo en mi cara, luego se volteó, y se agachó mientras se levantaba el vestido y se tocaba sin mesura sobre sus bragas; se sacó los tirantes del vestido y antes de que se abriera el escote, coloque un billete entre sus tetas como una puta. En ese momento, ya me sentía tan mojada cómo el mar, y no me importaba nada, así que tome su radiante rostro y comencé a besarla con gran vehemencia, mientras ella permanecía hincada, manoseando mis tetas para sacarlas del vestido, al mismo tiempo que su lengua me devoraba con gran furor.
Lourdes se levanto, y después de morder mis labios se separó de mi, abrió mi boca y desde arriba dejó caer una liga espesa de saliva en mi boca, la cual provocó estragos dentro de mí; La radiante mujer pelirroja se soltó su vestido, dejando sus hermosos y blancos senos al descubierto, al mismo tiempo que veía a Fernando disfrutar del espectáculo, con su pantalón desabrochado, y su pene erecto, haciéndose una paja. No sabía en qué momento había entrado, pero ahora solo me importaba saciar la lujuria que se apoderaba de mi cuerpo; así que coloque mis manos en su espalda y empuje su dorso hacia mí, llevando sus rosados pezones a mi boca como si me amamantara con su feminidad. La mano de mi amante me levanto el vestido, y se apoderó de mi vulva. Lourdes me volvió a empujar para separarse, y con mucha desesperación se sacó su calzón, mostrándole sus tersas nalgas a mi marido, quien disfrutaba desde el sofá. La perrita de Lourdes se agachó, me besó los muslos, pasó su lengua por mi monte de venus, y cuando menos lo espere, comenzó a lamer mi vulva, ganando mucha amplitud con su lengua; succionaba mis labios menores, lamía mi vagina y se devoraba mi clítoris; mis piernas estaban muy abiertas, y yo me encargaba de empujar la cara de Lourdes contra mi vagina, mientras mis manos se enterraban en su cabello; me sentía tan mojada cómo el mar, y sentía que mis fluidos se rebalsaban mientras Lourdes metía sus dedos en mi vagina, con mucha profundidad, mientras me propinaba deliciosos lengüetazos; mi respiración se convertía en grandes sollozos, que crecían cada vez que los dedos de Lourdes ganaban profundidad, mi cuerpo se arqueó, y yo no pude detener el delicioso chorro de fluidos que salió expulsado de mi uretra hacia la cara de Lourdes, y que consumió gran parte de mi energía en un sencillo orgasmo.
Poco a poco me fui recuperando, mis ojos se fueron aclarando, y mi cuerpo temblaba mientras la hermosa cara de Lourdes aparecía frente a mí, con todo el contorno de su boca y sus mejillas cubiertas de fluidos, que se acercaba a darme un beso llenó de morbo con el delicioso sabor a mi coño. Por un momento sentí que perdí conciencia, y cuando desperté, escuché fuertes gemidos a la par mía, y noté a Fernando completamente desnudo, con Lourdes fornicando en mi presencia, y con su verga dentro de ella, como un caballo copulando a su hembra. El dorso de Lourdes se posó sobre el pecho de mi marido, dejando sus nalgas más levantadas, lo que me causó mucha excitación, rápidamente gatee hasta colocarme atrás de Lourdes, abrí sus nalgas con mis manos, y mientras mi marido la empalaba con mucha fuerza, mi lengua comenzó a lamerle el culo, y cada rincón de su hermoso ano. No estaba segura de dónde partía mi fijación, pero me sentía muy caliente mientras comía su ano, y a ella también lo disfrutaba, tanto como para que sus gemidos fueran incontrolables, y su orgasmo se hiciera presente; sus ojos se cerraron, y su cara se tensaba soltando una buena cantidad de jugos en el falo de mis esposó, mientras a mí se me hacía difícil dejar de lamer su culo, mientras con mi mano me masturbaba por el sabor de Lourdes.
Acto seguido, Lourdes se levanto de encima de mi marido, y cayó sentada en la alfombra de su casa, y con su vagina goteando. Yo me coloque en la orilla del sofá al lado de Lourdes, vi a Fernando remojar un par de veces su falo en la boca de mi amante, y luego las manos de Fernando se colocaron en mis caderas, y con sus dedos extendieron mi culo, para dejar caer una escupida desde arriba; su glande se posó en mi vagina, y con mucha intensidad, sus embestidas comenzaron a generar placer cómo nunca antes. Lourdes se subió al sofá y colocó su vagina en mi cara, mientras yo era penetrada como una verdadera perra, mi lengua en su clítoris ahogaba mi jadeó; mi clítoris estaba en su máximo esplendor y ya rozaba en cada bamboleo de su verga dentro de mí, los testículos de mi marido se estrellaban contra mis nalgas y mi lengua devoraba la concha de Lourdes y de inmediato siento un chorro caliente de leche qué inunda las paredes de mis entrañas, y la electricidad recorre mi cuerpo, mis pupilas se dilatan, y pierdo el control de mi cuerpo extasiado, Lourdes sostiene mi rostro y besa mi boca mientras mi orgasmo me hace perder los sentidos, y llenar mi cuerpo de regocijo, mientras la verga de Fernando aún soltaba lefa dentro de mí como si de un semental se tratará.
Fernando sacó su verga dentro de mí, y con ella su semen derramó, yo caí en la alfombra, y allí mismo Lourdes apareció; esa radiante mujer se colocó cerca de mi, abrió mis piernas, y las entrelazó con las suyas, cómo una especie de tijeras, de inmediato mis caderas se comenzaron a mover al ritmo de Lourdes. Nuestras vulvas se frotaban constantemente mientras se embarraban del esperma que mi coño expulsaba, mi clítoris se juntaba con el suyo, y se resbalaba con el semen, su cabeza caía sobre su espalda, nuestros senos, rebotaban, y nuestros gemidos eran uno solo, nuestras vaginas se dilataban para succionar una a la otra, nuestros cuerpos se desplomaron y se regocijaron en la lujuria de un orgasmo que provocó la eyaculación de nuestros fluidos, mezclándose en un maravilloso frenesí.
Cuándo recupere el control de mi cuerpo, intenté pararme, pero mis piernas me lo impidieron; parecían débiles. Fernando parecía dormido, así que gatee con mis piernas temblorosas hacia Lourdes, contemplé sus hermosos senos sudorosos, su rostro ruborizado desde su nariz hasta sus mejillas pecosas, su hermoso cuerpo desnudo, y su delicioso olor a hembra. De inmediato me vio a los ojos y nos fundimos en un nuevo beso al que pronto se unió Fernando.
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