Quedamos a las 10 de la mañana, aun así, me rasuré y me bañe meticulosamente. Toque a su puerta y ella me recibió, tenía poco de haberse bañando, el cabello aún estaba húmedo, tenía puesta una blusa algo gastada y un pantalón de mezclilla no tan apretado (aunque con ese culo, lo que sea se vería apretado). Me ofrece algo de tomar, de su boca alcanzaba a detectar un ligero aroma mezcal, tal vez se había tomado un shoot para relajarse. Platicamos de trivialidades hasta que el elefante en la habitación fue demasiado grande. Durante la pausa yo solo pensaba que en esa sala me la había cogido y se me empezaba a poner dura.
—Oye… ¿Quieres ver lo que me voy a poner mañana? Y me das tu opinión.
—Si, claro —le contesto y la sigo hasta su habitación.
Nunca había entrado, pensé que sería infantil pero era bastante sobria, tenía una cama con cabecera de madera, un escritorio desordenado, un tocador creando una esquina, un closet y un librero en donde había diversos regalos cursis y peluches.
Sobre la cama de edredón floreado había un vestido rosa sin tirantes, algo corto, al lado estaba un brasier color negro de encaje y un calzón cachetero de encaje también; en el piso descansaban unos tacones negros altos.
—¿Qué te parece el atuendo? —me dice con una sonrisa, orgullosa.
—El vestido está bien, lo que no me convence es lo de abajo —comienzo antes de decir mi sugerencia—. Sería mejor si te pusieras algo más pequeño, ya sabes, una tanguita o un hilo.
—Pero este conjunto se me ve muy bonito.
—Si, no lo niego, digo; todo eso cubierto de encaje bien puede matar a alguien —bromeo haciendo un intento vano por relajar las cosas, ya estaba muy excitado.
—Déjame enseñartelo —dice muy quitada de la pena, como si nada; toma la ropa, los tacones y sale hacia el baño.
Me quedo sentado a la orilla de su cama, esperando su regreso.
Se escuchan los tacones en sus pisadas y me comienzo a poner nervioso, era como abrir un regalo de cumpleaños. Abre la puerta despacio y entra. Los zapatos exaltan sus piernas, sus muslos se rozaban ligeramente al caminar. El vestido que llegaba apenas arriba de la rodilla, dibujaba bien sus caderas y se encogia en su cintura, sus pechos grandes parecían escapar del escote pronunciado qué se hacía, los tirantes del brasier se veían y se escapaba un poco el encaje de la línea del vestido.
—¿Cómo me queda? —dice contenta ante mi expresión, da una vuelta completa y luego se acomoda para que le vea el culo redondo y basto, parecía un helado qué está a punto de derretirse sobre el cono, listo para lamer.
—Te ves muy culona —le digo sin despegar los ojos de sus nalgas.
—Gracias… —dice agarrándose una nalgas y flexionando una rodilla, como flamingo, haciendo que el trasero se apriete más.
Mi verga dio un salto, ya está escurriendo de la punta.
—Te queda increíble, pero… siento que es muy elegante todavía.
—¡¿Cómo dices elegante?! ¡Si parezco puta!
—Pero puta cara cariño. Acuérdate de la foto, la tipa se veía vulgar, digo, si ya vas a cumplir la fantasía, que sea completa, aunque sea una vez.
—¡Pero esto ya es muy vulgar!
—Sí pero… Es Que… Mira… ¿te puedes inclinar? Como si recogieras algo del suelo —le explico y ella me ve con desconfianza.
Mueve las rodillas un poco pensando y al fin me da la espalda y se agacha. El vestido se levantó, pero no lo suficiente para poder ver sus calzones, te tenías que agachar para poder ver algo.
—Ves, aun estas muy tapada, mira, la puta esa si se agacha se le ve todo, es lo que quiere, creo. Quiere verte hasta las muelas con facilidad, así todavía esta difícil cogerte —le explico mientras me levanto y me acerco a ella agachada —. Lo difícil es que para verte el culo bien, tengo que hacer esto…
Levante de un tirón el vestido, el encaje de sus bragas se ajustaba perfecto en su carne, dibujando más la redondez de sus nalgas.
—¡No! ¡¿Que haces idiota?! —dice sorprendida, algo enojada pero con una sonrisa en la boca.
Se acomoda el vestido rápidamente y yo doy dos pasos hacia atrás.
—No lo resistí, disculpa —dije con una sonrisa.
—Para eso son pero se piden —dice y soltamos la carcajada.
No se si sea una constante, me acosté con muchas amigas, sin intención de ser algo más y el sexo nos hizo más cercanos, más honestos.
—A ver, dime, ¿qué atuendo puedo usar? —pregunta y con un ademán me llama hacia su closet.
—De entrada, ponte una tanga.
—Está bien, a ver —acepta de buena gana y abre el cajón de ropa interior y saca una bolsita de tela. Dentro tenía guardadas 4 tanguita, una de estampado de leopardo con orilla rosa, una rosa pálido con transparencia adelante, una roja de encaje y una negra con un moño pequeño en la parte de atrás.
—Mira nada más, quien te viera, tienes una buena colección.
—Son para ocasiones especiales. ¿Cual te gusta? —cuestiona mientras se las pone enfrente, sobre el vestido.
—Está difícil, pero creo que la rosa.
(Me gustan las transparencias)
—Pero no va a combinar con el bra —dice y se baja el escote por unos segundo para enseñarme el brasier de encaje qué adorna sus pechos grandes y jugosos—. Se te ven hermosas, pero no combina, ni modo, además sin brasier esos pezones se han de marcar maravillosamente.
—Estas bien enfermo amigo.
—Tu novio igual, apuesto a que si le preguntas también votaría por los pezones marcados.
—¡Tonto! —ríe y me da una palmada en el hombro.
—Piénsalo —le digo mientras reviso las prendas que tiene en otro cajón.
No había mucho por escoger. Toda su ropa era conservadora, resaltaba su figura, resultaba sexy sobre su cuerpo, pero no había nada vulgar que hiciera pensar en un película porno.
Seguimos buscando y de entre su ropa vieja apareció una falda azul marino.
—¿Y esta falda?
—No inventes eso fue un vestuario de una actividad de la prepa, era nadamas de adorno porque nos pusimos una licra azul abajo —me explica y yo no puedo dejar de imaginarla en lycra apretada con el culo a punto de explotar.
—Pero puede funcionar, pruebatela —le sugiero.
—Está bien —acepta a regañadientes—. Pero, ¿qué me pongo arriba?
—¿Tienes alguna blusa de tirantes blanca? ¿O alguna de botones?
—Si a ver —dice revolviendo el cajón.
Así como está, agachada, sus tetas cuelgan y se mueven con cada jalón qué le da al cajón.
Dentro de la ropa que acá buscando la blusa, me encuentro unos shorts de mezclilla
—Oye, pruébate estos también.
—No inventes, pero esos ni son así, yo recorté unos pantalones viejos.
—Pero me dan una idea, ¿lo puedo recortar? —ella asiente—. Pasame unas tijeras.
Comienzo a recortar la mezclilla convirtiendo los pantalones cortos en una diminuta prenda. No tengo idea alguna de como coser o armar ropa, pero los tijerazos asimétricos le daban un estilo deshilachado. Lo único que hacía era cortarlo hasta que pareciera unas pantys.
Ella me veía y sostenía en las manos las prendas.
—Listo, le digo y le doy el pedazo de mezclilla que parecía prenda.
—¡Estás enfermo!
—Pruébatelo y ya escoges cual te gusta más.
Ella lo toma poco convencida y sale de nuevo para cambiarse.
La esperaba me mataba, la verga la tenía muy dura.
Suenan los tacones y se detienen en la puerta. No entra, le da pena tal vez. Se abre por fin la puerta, y a mi me da un infarto.
Se ven todas sus piernas, las pantorrillas tensas por los tacones los muslos gruesos (sin exagerar). La falda apenas cubre su sexo. Se quito el brasier y los pechos qué caían libres cubiertos por la blusa blanca marcaban sus pezones y parte de la aureola.
—¡Está muy corto esto! —dice pero me quedo callado, solo la miro de arriba a abajo—. ¡Me siento muy puta!
—¡Estás riquísima! —le digo viéndola a los ojos y después viendo sus pechos —. ¡Esas tetas! Se ven espectaculares. Y tus piernas… quiero verlas abiertas. ¡Te ves tan cogible! —le suelto en un tono pervertido qué no pude controlar. Ella solo se queda parada, con las mejillas encendidas, sus pezones se habían erectado y se notaban aún más en la tela —. Quiero verte el culo —demande, poseído por la lujuria.
Ella obedece y se da la vuelta. Si al frente la falda estaba muy corta, por detrás, la curva de sus nalgas levantaban aún más la tela; se había puesto el hilo rosa y su piel ya no tenía protección ante mi mirada lasciva. Parecía put callejera y eso excitaría a cualquiera.
—Me siento desnuda, ¡esta muy corto esto!
—¡Está perfecto! Imagínate. Tu novio toca la puerta, abre y te encuentra así, seguro se muere. Luego te acercas, le das un beso, le dices sígueme y caminas frente a él meneando el culo. Te va a coger como nunca.
—¿No me veo mal?
—Ariel… Te vi entrar y me dieron unas ganas de cogerte. La traigo durísima por tu culpa —le digo agarrándome el miembro sobre el pantalón.
Me acerco para hacerla mía, pero con una mano sobre mi pecho me detiene. Al parecer había equivocado todo y esta vez no habría más que una imagen mental de mi amiga vestida como puta barata.
—Entonces este es el indicado —dice pensativa.
—Si, diez de diez, solo debes acostumbrarte a estar así.
—Me probaré el último atuendo —dice dando una vuelta, descubriendo su culo momentáneamente.
Me deja con la erección a punto de explotar. Yo trataba de aguantar el impulso de sacarmela y pajearme ahí mismo. La espera se hizo menos eterna. El sonido de sus tacones llegó rápido. Abrió la puerta de inmediato y ahí está otra vez, con una blusa corta y delgada de botones, qué llevaba amarrada en la parte del abdomen, como Britney en ese video; los pechos se lograban ver completamente, los shorts recortados se le encajaba en la ingle y dejaban ver en la tela la vista de sus labios vaginales. Estaba sonriendo, la muy maldita, porque sabía que me tenía al borde del orgasmo.
—Este me gustó como me queda —dice y se da la vuelta.
La mezclilla se pegaba a la redondez de su culo, y se metía entre las nalgas. Era como una estrella porno de ass parade. Se agacho un poco y la delgada línea de tela dejaba ver debajo la transparencia rosa de la tanga.
—¡Qué culo! ¡Vas a hacer que me corra nadamas de verte!
—Que exagerado —dice extasiada—dime que tal se ve.
—Te ves hermosa. Pero podría ser mejor —le digo y me acerco a ella lento, viéndola con ojos de deseo—. Podemos abrir un poco esto —le digo, mientras desabotono los dos botones de arriba, haciendo que la blusa apenas cubra los senos —. También aquí —continuo y desabotono los shorts —Puedo sentir su respiración pesada —. Y el último toque…
Escurro mis dedos por la orilla del short buscando el hilo de su tanga, en ambos lados de la cadera, cuando los encuentro, los jalo hacia arriba haciendo que la tela transparente se meta en su vulva y los hilos sobresalgan sobre su piel como un adorno.
—Se metió… —dice al momento del tirón y me toma de los brazos.
Quito la tela de la blusa y aprieto sus tetas mientras la beso, mi lengua se mete rozando la suya. Después del beso, con una mano sujeto un pecho y mi boca devora el seno libre, succiono sus pezones mientras acariciaba mi cabeza, cambió mi boca, de una a otra teta, chupando y lamiendo. Ella levanta mi cara deteniendo el festín.
Me besa, ahora su lengua se introduce en mi boca con una pasión tal, como si quisiera ahogarme.
—Mete tu cara en mi culo —dice viéndome a los ojos. La desconozco
Me quedo callado, toma eso por un sí, me toma de la mano y camina a la cama. Nos besamos y gentil me empuja y caigo sentado en la cama.
Ella se quita la blusa, de nada servía. Pone sus rodillas alrededor de mi cadera y clava mi cara en sus pechos. Obedezco y me como sus grandes tetas suaves, una mano va directo al culo, meto mi garra debajo de la mezclilla, aprieto y estrujo la nalga. Ella respira rápido y pesado. Mueve la cabeza como diciendo que no y se levanta.
Va directo al cinturón, le ayudo a desatarlo con prisa, ella lo jala, mi verga salta escurriendo gotas transparentes, poco le importó, sin preámbulos se lo mete a la boca y comienza a chupar, rápido y sin descanso. Me quito la playera, sus manos suben por mi pecho, saca mi verga de su boca con un sonido delicioso. Me besa y después se para frente a mí, se da la vuelta y comienza a bajar los shorts lentamente con un movimiento de caderas, sensual, como un baile. La tela se atora en sus nalgotas, y ella tiene que agacharse más para que por fin, su majestuoso culo salga, censurado apenas con el hilo rosa de la tanga.
Tomo sus muslos y la jalo más a mi, puedo ver su humedad, la tanga metida entre sus labios, puedo oler su vagina, el perfume delicioso del sexo.
Le doy un par de nalgadas, beso y miedo cada una de sus nalgas las aprieto y las separo. Tomo la tanga con los dientes y la bajo, la tela se pega un poco a su coño por la humedad.
Tomo sus nalgas y las abro para poder admirar sus dos agujeros, el del culo apretado y la conchita rosada.
—Te gusta la vis…
No la deje terminar, clave mi cara directo, mi lengua comenzó a recorrer su coño. Como si fuera una fuente de agua fresca en el desierto. —Aaa-a-aaaah —gemia mientras mi lengua se metía dentro de ella, saboreando los fluidos de su sexo qué resbalaban por mi barbilla.
Metía mi cara cada vez más, como si quisiera que me ahogara con sus nalgas.
—Aah… AAaah… ay… mjum… AaAah —La piel de sus glúteos empieza a erizarse, ella tiene un pequeño orgasmo, yo aprovecho para poder cambiar de agujero, mi lengua da una pasada a su ano que se contrae y me da pequeñas succiones —. ¡No! Espera… —intenta detenerme pero dos dedos hábiles se clavan en su vagina mientras mi lengua presiona sobre su cerrado agujero.
—¡Que rico culo tienes! —le digo cuando me alejo para admirar cómo entran mis dedos en ella y su ano aun se contrae pidiendo más.
—Súbete, hagamos un 69 —le dijo y ella se incorpora.
Tenía las mejillas rojas, encendidas, la boca entreabierta y los ojos perdidos como drogada. Me acuesto en la cama, con la erección apuntando al cielo. Ella gatea sobre la cama, sus pechos cuelgan y se balancean con cada paso.
—Ven aquí —le digo con un ademán apuntando a mi cara, ella sonríe nerviosa—. Te juro que te va a encantar.
Pasa una pierna sobre mi cara para acomodar ambas rodillas al lado de mi cabeza. La vista es increíble, su culo eclipsa la luz y su vagina escurre, se ve deliciosa, explícita. Con mis manos abro sus nalgas, sus agujeros se abren, meto mi lengua en lo profundo de su concha. Ella gime y comienza a chupar mi verga. La devoro, su humedad escurre sobre mi, trago su lubricante así como ella succiona el mio de la punta de mi miembro. Ensalivo su ano, ella vuelve gemir en un suspiro. Se atraganta con mi pené, lo mete al fondo de su garganta.
Me acomodo de tal manera que uno de mis dedos dibuja círculos sobre su clítoris, mientras mi lengua saborea cada pliegue de su vulva, la otra mano en su culo, moviendo sus nalgas y abriéndolas para ver su otro agujerito. Ella sigue chupando, suelta gemidos ahogados por mi polla que solo me excitan más. Cambio la postura, mi lengua ahora masajea su ano, mis dedos dentro de su vagina acarician sus paredes internas.
Deja de chuparme para proferir.
—¡No mames! ¡Qué rico! ¡Cómeme más el culo! ¡Hijo de puta! ¡Me encanta!
Comienza a jalarmela salvajemente, duele un poco, pero verla y escucharla así, invadida por la lujuria, pérdida en el placer, una puta qué pide más.
Su culo está bien ensalivado, saco los dedos de su vagina, escurriendo de sus jugos y meto el dedo de en medio en su culo. Ella grita y le meto dos dedos en su coño, me contorsiono para lamer con mi lengua su clitoris, ella cambia el grito a gemidos con la boca abierta.
—Sigue chupándome la verga —le digo y ella obedece.
Muevo mis dedos adentro y afuera, sus dos agujeros llenos, mi lengua acariciando su clítoris, los gemidos amortiguados por la mamada. Sus tetas rebotan, las siento en el abdomen. Ya se acostumbro a tener un dedo en el culo y le meto dos. Chorrea y escurre de los excitada qué esta. Ya no resisto más, siento su lengua en el glande.
—¡Ya no aguanto! ¡Me-me voy a correr! —le digo en un quejido.
—¡Mjum! ¡Siii! Aquí… —contesta moviéndose adelante y atrás, sacando los dedos de sus dos agujeros, restregando su sexo en mi cara.
En un rugido, tres chorros de espera caliente salen directo a su garganta, ella traiga y al momento comienza a temblar en otro orgasmo.
Libera mi verga de sus labios y cae caliente y flácida en mi abdomen. No me da descanso, se acomoda con el culo sobre mi pecho y la vagina en mi boca. Estoy mareado pero cumplo mi deber, sigo comiéndome su coño, mis manos ahora alcanzan sus tetas y las aprieto, las amaso. Ella comienza a cabalgar sobre mi cara, sujetándome del cabello, apretando e hacia su vagina, como si quisiera que me metiera en su interior. Yo respondo a su ímpetu aprieto sus nalgas hacia mi, asfixiándome entre sus piernas. Ella vuelve a temblar, el primer orgasmo es el difícil, los demás se desarrollan en cadena si mantienes el ritmo.
Espero que los espasmos se acaben, su espalda está empapada en sudor, la mía también, la retiro de mi cara, mi verga esta recta otra vez, bendita juventud. Me levanto de la cama, dejo una mancha de sudor en sus sábanas. La tomo de las piernas y la acomodo en la orilla del colchón, su cara está roja, los ojos perdidos, su cabello alborotado tiene mechones mojados qué se pega a su frente perlada.
La abro de piernas, paso mi miembro por su vulva sin metersela, mi verga está sensible, por suerte su coño aún es un mar. Se la meto y comienzo a bombear, ella gime mientras sus tetas bailan al compás del mete saca. Los gemidos, más que dulces melodías de placer, eran quejidos de éxtasis. Ni siquiera me sentía culpable por su placer, estaba extasiado de verla así, estaba intoxicado de placer, mi cuerpo actuaba solo.
Como pude alcancé con mi boca uno de sus pechos. Le succionaba mientras seguía dándole, ella chillaba con una sonrisa amplia.
—Quiero cogerte el culo —le digo liberando su seno de mi boca.
—Si, si… mjum… SiSi —dijo en el trance.
Me salgo por completo tomo sus piernas y la giro, su abdomen queda sobre el colchón, el culo apuntando al cielo, su coño un poco enrojecido por el sexo. Lo primero que hago es lengüetear su ano, ensalivarlo bien para lubricarlo, luego meto mi verga un par de veces en si vagina mientras dos dedos ayudan a dilatar su ano. Ella está relajada, en las nubes. Saco los dedos de su culo, dejó resbalar una gota de saliva y cuando resbala justo por su agujero empezó a meter mi verga, ella aprieta las sábanas y gime en cortos espasmos. Por fin entra toda (que tampoco era mucha), confirmo que era virgen, así que comienzo lento a meter y sacar mi miembro, poco a poco se acostumbra, suelta las sábanas de los puños apretados y comienza a disfrutar. Me guía y yo obedezco: “así”, “más”, “lento”. En algún punto deja de hablar y solo gime diciendo “Si… Si… si”.
El ritmo empieza a hacerse duro y frenético, su culo me aprieta delicioso y gracias a la saliva, resbalo delicioso en su interior, sus grandes nalgas aplauden y se mueven como un oleaje. La vista de tenerla empinada es increíble.
Le doy duro, mi miembro sensible no aguanta mucho, me concentro para aguantar más, cierro los ojos y gruñó.
Un calambre se apodera de mi pantorrilla derecha, el dolor paraliza mi pierna, pero ese culo no se puede desperdiciar, aprieto los dientes, me apoyo en la otra pierna y le sigo dando duro. Duro y rápido, aguantando el dolor de la pierna.
No aguanto mucho, escucho un pitido en los oídos por el esfuerzo. Ella echa bastante culo hacia atrás y después lo contrae, no se si es un orgasmo de ella, mi verga sale y queda entre sus nalgas, es inevitable, eyaculo en su culo hermoso, un chorro y algunas gotas. Doy un paso atrás y me caigo de sentón en el piso, ella pierde fuerza en sus piernas y se deja caer sobre el colchón. Las gotas de semen resbalan por sus nalgas. Me hubiera gustado haberme corrido dentro de su culo y ver como sale mi corrida.
—Tengo que ir al baño —menciona cansada y sale desnuda de la habitación.
Esa fue la última vez que vi su culo sin censura. Me quedé en el piso un rato, sobando mi pierna qué poco a poco se relajaba. La cama era un caos, se veían siluetas marcadas en sudor, había ropa en todos lados, recogí todo mientras buscaba mis pantalones. Encuentro su tanga en el piso e instintivamente me la llevo a la nariz, aun huele a su coño.
Ella entra después de un rato envuelta en una toalla.
—¿Quieres darte un baño? —pregunta con una sonrisa.
Digo que si, tomo mi ropa y voy al baño. Salgo después de unos minutos, ella vestía unos shorts deportivos y una blusa sencilla, aunque, para mi sorpresa, no llevaba brasier. Estábamos cansados, vamos a la cocina a comer algo, platicamos un rato y nos despedimos.
Esa fue la última vez que cogimos, después de eso, perdimos el pudor y me contaba todo con todos los detalles. A su novio le toco el atuendo de la falda, aunque fue debut y despedida, cortaron algunos meses después.
Así sucedió, creanlo o no.
Parte 1: https://m.poringa.net/posts/relatos/5466322/Caraculo-parte-1.html
—Oye… ¿Quieres ver lo que me voy a poner mañana? Y me das tu opinión.
—Si, claro —le contesto y la sigo hasta su habitación.
Nunca había entrado, pensé que sería infantil pero era bastante sobria, tenía una cama con cabecera de madera, un escritorio desordenado, un tocador creando una esquina, un closet y un librero en donde había diversos regalos cursis y peluches.
Sobre la cama de edredón floreado había un vestido rosa sin tirantes, algo corto, al lado estaba un brasier color negro de encaje y un calzón cachetero de encaje también; en el piso descansaban unos tacones negros altos.
—¿Qué te parece el atuendo? —me dice con una sonrisa, orgullosa.
—El vestido está bien, lo que no me convence es lo de abajo —comienzo antes de decir mi sugerencia—. Sería mejor si te pusieras algo más pequeño, ya sabes, una tanguita o un hilo.
—Pero este conjunto se me ve muy bonito.
—Si, no lo niego, digo; todo eso cubierto de encaje bien puede matar a alguien —bromeo haciendo un intento vano por relajar las cosas, ya estaba muy excitado.
—Déjame enseñartelo —dice muy quitada de la pena, como si nada; toma la ropa, los tacones y sale hacia el baño.
Me quedo sentado a la orilla de su cama, esperando su regreso.
Se escuchan los tacones en sus pisadas y me comienzo a poner nervioso, era como abrir un regalo de cumpleaños. Abre la puerta despacio y entra. Los zapatos exaltan sus piernas, sus muslos se rozaban ligeramente al caminar. El vestido que llegaba apenas arriba de la rodilla, dibujaba bien sus caderas y se encogia en su cintura, sus pechos grandes parecían escapar del escote pronunciado qué se hacía, los tirantes del brasier se veían y se escapaba un poco el encaje de la línea del vestido.
—¿Cómo me queda? —dice contenta ante mi expresión, da una vuelta completa y luego se acomoda para que le vea el culo redondo y basto, parecía un helado qué está a punto de derretirse sobre el cono, listo para lamer.
—Te ves muy culona —le digo sin despegar los ojos de sus nalgas.
—Gracias… —dice agarrándose una nalgas y flexionando una rodilla, como flamingo, haciendo que el trasero se apriete más.
Mi verga dio un salto, ya está escurriendo de la punta.
—Te queda increíble, pero… siento que es muy elegante todavía.
—¡¿Cómo dices elegante?! ¡Si parezco puta!
—Pero puta cara cariño. Acuérdate de la foto, la tipa se veía vulgar, digo, si ya vas a cumplir la fantasía, que sea completa, aunque sea una vez.
—¡Pero esto ya es muy vulgar!
—Sí pero… Es Que… Mira… ¿te puedes inclinar? Como si recogieras algo del suelo —le explico y ella me ve con desconfianza.
Mueve las rodillas un poco pensando y al fin me da la espalda y se agacha. El vestido se levantó, pero no lo suficiente para poder ver sus calzones, te tenías que agachar para poder ver algo.
—Ves, aun estas muy tapada, mira, la puta esa si se agacha se le ve todo, es lo que quiere, creo. Quiere verte hasta las muelas con facilidad, así todavía esta difícil cogerte —le explico mientras me levanto y me acerco a ella agachada —. Lo difícil es que para verte el culo bien, tengo que hacer esto…
Levante de un tirón el vestido, el encaje de sus bragas se ajustaba perfecto en su carne, dibujando más la redondez de sus nalgas.
—¡No! ¡¿Que haces idiota?! —dice sorprendida, algo enojada pero con una sonrisa en la boca.
Se acomoda el vestido rápidamente y yo doy dos pasos hacia atrás.
—No lo resistí, disculpa —dije con una sonrisa.
—Para eso son pero se piden —dice y soltamos la carcajada.
No se si sea una constante, me acosté con muchas amigas, sin intención de ser algo más y el sexo nos hizo más cercanos, más honestos.
—A ver, dime, ¿qué atuendo puedo usar? —pregunta y con un ademán me llama hacia su closet.
—De entrada, ponte una tanga.
—Está bien, a ver —acepta de buena gana y abre el cajón de ropa interior y saca una bolsita de tela. Dentro tenía guardadas 4 tanguita, una de estampado de leopardo con orilla rosa, una rosa pálido con transparencia adelante, una roja de encaje y una negra con un moño pequeño en la parte de atrás.
—Mira nada más, quien te viera, tienes una buena colección.
—Son para ocasiones especiales. ¿Cual te gusta? —cuestiona mientras se las pone enfrente, sobre el vestido.
—Está difícil, pero creo que la rosa.
(Me gustan las transparencias)
—Pero no va a combinar con el bra —dice y se baja el escote por unos segundo para enseñarme el brasier de encaje qué adorna sus pechos grandes y jugosos—. Se te ven hermosas, pero no combina, ni modo, además sin brasier esos pezones se han de marcar maravillosamente.
—Estas bien enfermo amigo.
—Tu novio igual, apuesto a que si le preguntas también votaría por los pezones marcados.
—¡Tonto! —ríe y me da una palmada en el hombro.
—Piénsalo —le digo mientras reviso las prendas que tiene en otro cajón.
No había mucho por escoger. Toda su ropa era conservadora, resaltaba su figura, resultaba sexy sobre su cuerpo, pero no había nada vulgar que hiciera pensar en un película porno.
Seguimos buscando y de entre su ropa vieja apareció una falda azul marino.
—¿Y esta falda?
—No inventes eso fue un vestuario de una actividad de la prepa, era nadamas de adorno porque nos pusimos una licra azul abajo —me explica y yo no puedo dejar de imaginarla en lycra apretada con el culo a punto de explotar.
—Pero puede funcionar, pruebatela —le sugiero.
—Está bien —acepta a regañadientes—. Pero, ¿qué me pongo arriba?
—¿Tienes alguna blusa de tirantes blanca? ¿O alguna de botones?
—Si a ver —dice revolviendo el cajón.
Así como está, agachada, sus tetas cuelgan y se mueven con cada jalón qué le da al cajón.
Dentro de la ropa que acá buscando la blusa, me encuentro unos shorts de mezclilla
—Oye, pruébate estos también.
—No inventes, pero esos ni son así, yo recorté unos pantalones viejos.
—Pero me dan una idea, ¿lo puedo recortar? —ella asiente—. Pasame unas tijeras.
Comienzo a recortar la mezclilla convirtiendo los pantalones cortos en una diminuta prenda. No tengo idea alguna de como coser o armar ropa, pero los tijerazos asimétricos le daban un estilo deshilachado. Lo único que hacía era cortarlo hasta que pareciera unas pantys.
Ella me veía y sostenía en las manos las prendas.
—Listo, le digo y le doy el pedazo de mezclilla que parecía prenda.
—¡Estás enfermo!
—Pruébatelo y ya escoges cual te gusta más.
Ella lo toma poco convencida y sale de nuevo para cambiarse.
La esperaba me mataba, la verga la tenía muy dura.
Suenan los tacones y se detienen en la puerta. No entra, le da pena tal vez. Se abre por fin la puerta, y a mi me da un infarto.
Se ven todas sus piernas, las pantorrillas tensas por los tacones los muslos gruesos (sin exagerar). La falda apenas cubre su sexo. Se quito el brasier y los pechos qué caían libres cubiertos por la blusa blanca marcaban sus pezones y parte de la aureola.
—¡Está muy corto esto! —dice pero me quedo callado, solo la miro de arriba a abajo—. ¡Me siento muy puta!
—¡Estás riquísima! —le digo viéndola a los ojos y después viendo sus pechos —. ¡Esas tetas! Se ven espectaculares. Y tus piernas… quiero verlas abiertas. ¡Te ves tan cogible! —le suelto en un tono pervertido qué no pude controlar. Ella solo se queda parada, con las mejillas encendidas, sus pezones se habían erectado y se notaban aún más en la tela —. Quiero verte el culo —demande, poseído por la lujuria.
Ella obedece y se da la vuelta. Si al frente la falda estaba muy corta, por detrás, la curva de sus nalgas levantaban aún más la tela; se había puesto el hilo rosa y su piel ya no tenía protección ante mi mirada lasciva. Parecía put callejera y eso excitaría a cualquiera.
—Me siento desnuda, ¡esta muy corto esto!
—¡Está perfecto! Imagínate. Tu novio toca la puerta, abre y te encuentra así, seguro se muere. Luego te acercas, le das un beso, le dices sígueme y caminas frente a él meneando el culo. Te va a coger como nunca.
—¿No me veo mal?
—Ariel… Te vi entrar y me dieron unas ganas de cogerte. La traigo durísima por tu culpa —le digo agarrándome el miembro sobre el pantalón.
Me acerco para hacerla mía, pero con una mano sobre mi pecho me detiene. Al parecer había equivocado todo y esta vez no habría más que una imagen mental de mi amiga vestida como puta barata.
—Entonces este es el indicado —dice pensativa.
—Si, diez de diez, solo debes acostumbrarte a estar así.
—Me probaré el último atuendo —dice dando una vuelta, descubriendo su culo momentáneamente.
Me deja con la erección a punto de explotar. Yo trataba de aguantar el impulso de sacarmela y pajearme ahí mismo. La espera se hizo menos eterna. El sonido de sus tacones llegó rápido. Abrió la puerta de inmediato y ahí está otra vez, con una blusa corta y delgada de botones, qué llevaba amarrada en la parte del abdomen, como Britney en ese video; los pechos se lograban ver completamente, los shorts recortados se le encajaba en la ingle y dejaban ver en la tela la vista de sus labios vaginales. Estaba sonriendo, la muy maldita, porque sabía que me tenía al borde del orgasmo.
—Este me gustó como me queda —dice y se da la vuelta.
La mezclilla se pegaba a la redondez de su culo, y se metía entre las nalgas. Era como una estrella porno de ass parade. Se agacho un poco y la delgada línea de tela dejaba ver debajo la transparencia rosa de la tanga.
—¡Qué culo! ¡Vas a hacer que me corra nadamas de verte!
—Que exagerado —dice extasiada—dime que tal se ve.
—Te ves hermosa. Pero podría ser mejor —le digo y me acerco a ella lento, viéndola con ojos de deseo—. Podemos abrir un poco esto —le digo, mientras desabotono los dos botones de arriba, haciendo que la blusa apenas cubra los senos —. También aquí —continuo y desabotono los shorts —Puedo sentir su respiración pesada —. Y el último toque…
Escurro mis dedos por la orilla del short buscando el hilo de su tanga, en ambos lados de la cadera, cuando los encuentro, los jalo hacia arriba haciendo que la tela transparente se meta en su vulva y los hilos sobresalgan sobre su piel como un adorno.
—Se metió… —dice al momento del tirón y me toma de los brazos.
Quito la tela de la blusa y aprieto sus tetas mientras la beso, mi lengua se mete rozando la suya. Después del beso, con una mano sujeto un pecho y mi boca devora el seno libre, succiono sus pezones mientras acariciaba mi cabeza, cambió mi boca, de una a otra teta, chupando y lamiendo. Ella levanta mi cara deteniendo el festín.
Me besa, ahora su lengua se introduce en mi boca con una pasión tal, como si quisiera ahogarme.
—Mete tu cara en mi culo —dice viéndome a los ojos. La desconozco
Me quedo callado, toma eso por un sí, me toma de la mano y camina a la cama. Nos besamos y gentil me empuja y caigo sentado en la cama.
Ella se quita la blusa, de nada servía. Pone sus rodillas alrededor de mi cadera y clava mi cara en sus pechos. Obedezco y me como sus grandes tetas suaves, una mano va directo al culo, meto mi garra debajo de la mezclilla, aprieto y estrujo la nalga. Ella respira rápido y pesado. Mueve la cabeza como diciendo que no y se levanta.
Va directo al cinturón, le ayudo a desatarlo con prisa, ella lo jala, mi verga salta escurriendo gotas transparentes, poco le importó, sin preámbulos se lo mete a la boca y comienza a chupar, rápido y sin descanso. Me quito la playera, sus manos suben por mi pecho, saca mi verga de su boca con un sonido delicioso. Me besa y después se para frente a mí, se da la vuelta y comienza a bajar los shorts lentamente con un movimiento de caderas, sensual, como un baile. La tela se atora en sus nalgotas, y ella tiene que agacharse más para que por fin, su majestuoso culo salga, censurado apenas con el hilo rosa de la tanga.
Tomo sus muslos y la jalo más a mi, puedo ver su humedad, la tanga metida entre sus labios, puedo oler su vagina, el perfume delicioso del sexo.
Le doy un par de nalgadas, beso y miedo cada una de sus nalgas las aprieto y las separo. Tomo la tanga con los dientes y la bajo, la tela se pega un poco a su coño por la humedad.
Tomo sus nalgas y las abro para poder admirar sus dos agujeros, el del culo apretado y la conchita rosada.
—Te gusta la vis…
No la deje terminar, clave mi cara directo, mi lengua comenzó a recorrer su coño. Como si fuera una fuente de agua fresca en el desierto. —Aaa-a-aaaah —gemia mientras mi lengua se metía dentro de ella, saboreando los fluidos de su sexo qué resbalaban por mi barbilla.
Metía mi cara cada vez más, como si quisiera que me ahogara con sus nalgas.
—Aah… AAaah… ay… mjum… AaAah —La piel de sus glúteos empieza a erizarse, ella tiene un pequeño orgasmo, yo aprovecho para poder cambiar de agujero, mi lengua da una pasada a su ano que se contrae y me da pequeñas succiones —. ¡No! Espera… —intenta detenerme pero dos dedos hábiles se clavan en su vagina mientras mi lengua presiona sobre su cerrado agujero.
—¡Que rico culo tienes! —le digo cuando me alejo para admirar cómo entran mis dedos en ella y su ano aun se contrae pidiendo más.
—Súbete, hagamos un 69 —le dijo y ella se incorpora.
Tenía las mejillas rojas, encendidas, la boca entreabierta y los ojos perdidos como drogada. Me acuesto en la cama, con la erección apuntando al cielo. Ella gatea sobre la cama, sus pechos cuelgan y se balancean con cada paso.
—Ven aquí —le digo con un ademán apuntando a mi cara, ella sonríe nerviosa—. Te juro que te va a encantar.
Pasa una pierna sobre mi cara para acomodar ambas rodillas al lado de mi cabeza. La vista es increíble, su culo eclipsa la luz y su vagina escurre, se ve deliciosa, explícita. Con mis manos abro sus nalgas, sus agujeros se abren, meto mi lengua en lo profundo de su concha. Ella gime y comienza a chupar mi verga. La devoro, su humedad escurre sobre mi, trago su lubricante así como ella succiona el mio de la punta de mi miembro. Ensalivo su ano, ella vuelve gemir en un suspiro. Se atraganta con mi pené, lo mete al fondo de su garganta.
Me acomodo de tal manera que uno de mis dedos dibuja círculos sobre su clítoris, mientras mi lengua saborea cada pliegue de su vulva, la otra mano en su culo, moviendo sus nalgas y abriéndolas para ver su otro agujerito. Ella sigue chupando, suelta gemidos ahogados por mi polla que solo me excitan más. Cambio la postura, mi lengua ahora masajea su ano, mis dedos dentro de su vagina acarician sus paredes internas.
Deja de chuparme para proferir.
—¡No mames! ¡Qué rico! ¡Cómeme más el culo! ¡Hijo de puta! ¡Me encanta!
Comienza a jalarmela salvajemente, duele un poco, pero verla y escucharla así, invadida por la lujuria, pérdida en el placer, una puta qué pide más.
Su culo está bien ensalivado, saco los dedos de su vagina, escurriendo de sus jugos y meto el dedo de en medio en su culo. Ella grita y le meto dos dedos en su coño, me contorsiono para lamer con mi lengua su clitoris, ella cambia el grito a gemidos con la boca abierta.
—Sigue chupándome la verga —le digo y ella obedece.
Muevo mis dedos adentro y afuera, sus dos agujeros llenos, mi lengua acariciando su clítoris, los gemidos amortiguados por la mamada. Sus tetas rebotan, las siento en el abdomen. Ya se acostumbro a tener un dedo en el culo y le meto dos. Chorrea y escurre de los excitada qué esta. Ya no resisto más, siento su lengua en el glande.
—¡Ya no aguanto! ¡Me-me voy a correr! —le digo en un quejido.
—¡Mjum! ¡Siii! Aquí… —contesta moviéndose adelante y atrás, sacando los dedos de sus dos agujeros, restregando su sexo en mi cara.
En un rugido, tres chorros de espera caliente salen directo a su garganta, ella traiga y al momento comienza a temblar en otro orgasmo.
Libera mi verga de sus labios y cae caliente y flácida en mi abdomen. No me da descanso, se acomoda con el culo sobre mi pecho y la vagina en mi boca. Estoy mareado pero cumplo mi deber, sigo comiéndome su coño, mis manos ahora alcanzan sus tetas y las aprieto, las amaso. Ella comienza a cabalgar sobre mi cara, sujetándome del cabello, apretando e hacia su vagina, como si quisiera que me metiera en su interior. Yo respondo a su ímpetu aprieto sus nalgas hacia mi, asfixiándome entre sus piernas. Ella vuelve a temblar, el primer orgasmo es el difícil, los demás se desarrollan en cadena si mantienes el ritmo.
Espero que los espasmos se acaben, su espalda está empapada en sudor, la mía también, la retiro de mi cara, mi verga esta recta otra vez, bendita juventud. Me levanto de la cama, dejo una mancha de sudor en sus sábanas. La tomo de las piernas y la acomodo en la orilla del colchón, su cara está roja, los ojos perdidos, su cabello alborotado tiene mechones mojados qué se pega a su frente perlada.
La abro de piernas, paso mi miembro por su vulva sin metersela, mi verga está sensible, por suerte su coño aún es un mar. Se la meto y comienzo a bombear, ella gime mientras sus tetas bailan al compás del mete saca. Los gemidos, más que dulces melodías de placer, eran quejidos de éxtasis. Ni siquiera me sentía culpable por su placer, estaba extasiado de verla así, estaba intoxicado de placer, mi cuerpo actuaba solo.
Como pude alcancé con mi boca uno de sus pechos. Le succionaba mientras seguía dándole, ella chillaba con una sonrisa amplia.
—Quiero cogerte el culo —le digo liberando su seno de mi boca.
—Si, si… mjum… SiSi —dijo en el trance.
Me salgo por completo tomo sus piernas y la giro, su abdomen queda sobre el colchón, el culo apuntando al cielo, su coño un poco enrojecido por el sexo. Lo primero que hago es lengüetear su ano, ensalivarlo bien para lubricarlo, luego meto mi verga un par de veces en si vagina mientras dos dedos ayudan a dilatar su ano. Ella está relajada, en las nubes. Saco los dedos de su culo, dejó resbalar una gota de saliva y cuando resbala justo por su agujero empezó a meter mi verga, ella aprieta las sábanas y gime en cortos espasmos. Por fin entra toda (que tampoco era mucha), confirmo que era virgen, así que comienzo lento a meter y sacar mi miembro, poco a poco se acostumbra, suelta las sábanas de los puños apretados y comienza a disfrutar. Me guía y yo obedezco: “así”, “más”, “lento”. En algún punto deja de hablar y solo gime diciendo “Si… Si… si”.
El ritmo empieza a hacerse duro y frenético, su culo me aprieta delicioso y gracias a la saliva, resbalo delicioso en su interior, sus grandes nalgas aplauden y se mueven como un oleaje. La vista de tenerla empinada es increíble.
Le doy duro, mi miembro sensible no aguanta mucho, me concentro para aguantar más, cierro los ojos y gruñó.
Un calambre se apodera de mi pantorrilla derecha, el dolor paraliza mi pierna, pero ese culo no se puede desperdiciar, aprieto los dientes, me apoyo en la otra pierna y le sigo dando duro. Duro y rápido, aguantando el dolor de la pierna.
No aguanto mucho, escucho un pitido en los oídos por el esfuerzo. Ella echa bastante culo hacia atrás y después lo contrae, no se si es un orgasmo de ella, mi verga sale y queda entre sus nalgas, es inevitable, eyaculo en su culo hermoso, un chorro y algunas gotas. Doy un paso atrás y me caigo de sentón en el piso, ella pierde fuerza en sus piernas y se deja caer sobre el colchón. Las gotas de semen resbalan por sus nalgas. Me hubiera gustado haberme corrido dentro de su culo y ver como sale mi corrida.
—Tengo que ir al baño —menciona cansada y sale desnuda de la habitación.
Esa fue la última vez que vi su culo sin censura. Me quedé en el piso un rato, sobando mi pierna qué poco a poco se relajaba. La cama era un caos, se veían siluetas marcadas en sudor, había ropa en todos lados, recogí todo mientras buscaba mis pantalones. Encuentro su tanga en el piso e instintivamente me la llevo a la nariz, aun huele a su coño.
Ella entra después de un rato envuelta en una toalla.
—¿Quieres darte un baño? —pregunta con una sonrisa.
Digo que si, tomo mi ropa y voy al baño. Salgo después de unos minutos, ella vestía unos shorts deportivos y una blusa sencilla, aunque, para mi sorpresa, no llevaba brasier. Estábamos cansados, vamos a la cocina a comer algo, platicamos un rato y nos despedimos.
Esa fue la última vez que cogimos, después de eso, perdimos el pudor y me contaba todo con todos los detalles. A su novio le toco el atuendo de la falda, aunque fue debut y despedida, cortaron algunos meses después.
Así sucedió, creanlo o no.
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