A partir de ese momento mi turra mi querida Jésica se terminó de transformar en una luchona vaga y mantenida hermosa al cien por ciento. Básicamente cambio mi infidelidad por una vagancia extrema en la cual por largos meses cualquier capricho que ella quería yo tenía que ir y comprarselo. Sabía jugar muy bien sus cartas y si yo me negaba me decía que no me iba a dar "su conchis" como solía decirle a su hermosa cajeta de hembra villera. La situación era básicamente así salíamos de paseo ella encalsadisima mal generalmente con alguna calsa medio transparente negra o azul que dejaba transparentar por completo su tanga hilito roja o fuccia. Incluso aveces llevaba el hilo asomando. Siempre escotada mal y caminando como una diosa meneando ese orto divino. Yo llevaba absolutamente todo, Dylan que era un bebé todavía las cosas del bebé las cosas mías y hasta aveces las cosas de ella. Paseando por la feria local que le gustaba algún topsito o alguna pollerita o una tanguita diminuta me ponía carita de hembra pero con voz de bebota me decía "me lo compras". Si yo accedía venía y me comía la boca de un beso y al oído me decía: "así me gusta haciendo buena letra". Pero si yo argumentaba que estaba sin un peso o que ya le había comprado una o dos cosas esa tarde ponía voz burlona y me respondía: "ay que lastima pero alguien se va a quedar sin mi conchis esta noche". Entre sus besos y las apoyadas de cola que me hacía rosandome el bulto yo estaba tan caliente que terminaba accediendo y así me iba lentamente fundiendo mal y no podía comprarme nada para mí pero de alguna manera iba pagando mi deuda.
Por su puesto que por las noches la muy turra me garchaba como los dioses me cabalgaba me saltaba en la verga que daba gusto y me hacía chuparle la concha hasta que todo su rico y hermoso flujo llegué a mi boca. Fundido? Si pero satisfecho también.
Así fueron pasando los días y las semanas y mi turra me tenía bajo su completo control. Mi cuñadita por su lado ni lenta ni perezosa se engancho con uno de sus delincuentes amigos de la esquina y antes de que pudiera si quiera despedirme ya se había mudado a la villa con el pendejo. Básicamente cuando volví del laburo mi cuñadita ya no estaba y el ochenta por cierto de sus cosas tampoco. En la familia de mi turra tampoco la extrañaron demasiado y un par de días después ya nadie la nombraba como si nunca hubiera existido. Eso me hacía preguntarme si abra Sido igual en mi cheta familia tras mi partida.
La cuestión es que un mes después de todo el kilombo la cosa estaba muy tranquila mi turra disfrutaba plenamente de su vida llena de regalitos y despertarse al mediodía, yo disfrutaba de sus cabalgadas y sacadas de leche; y teníamos un poco más de espacio en la pieza tras la partida de mi cuñadita. De modo que más allá de toda la explicación del post kilombo que quería contar en este capítulo dije bueno pero que garche puedo contar y pensando haciendo memoria fue justamente mi turra la que recordó la tarde que garchamos en la feria.
Cómo ya había dicho antes la muy turra iba vestida muy provocativa a la feria y con tanto rose y tanta turra dando vuelta más sus besos y sus toqueteadas yo estaba muy pero muy caliente esa tarde. Habíamos ido con mis cuñados del fondo y sus hijos. Recorrimos la feria de punta a punta básicamente además de ropa barata era un oasis de ortos encalsados y entangados. En esa recorrida estábamos ya habiendo comprado un par de tangas y una calsita divina para mi turra cuando un local le llamo mucho la atención. Vendían unos vestiditos con cierre dorado que estaban muy de moda en esa época pero que costaba bastante conseguir por nuestros pagos. Negros con dorado bien ajustados y escotados quedaban un espectáculo; el otro era igual pero negro con rojo. Mi turra se provo ambos y le quedaban un fuego. Bien cortitos al ras de la cola súper escotados adelante me había puesto la pija al palo. El problema es que no iba a alcanzarme la plata para llegar a fin de mes (todavía faltaba como una semana para cobrar) si compraba ambos.
Yo: elegí cual querés.
Mi turra: los dos.
Yo: no puedo los dos no llegamos a fin de mes.
Mi turra: que me importa yo quiero los dos.
Yo: pero no vamos a tener plata en toda la semana.
Mi turra: conseguí alguna changa nose a mi me compras los dos.
Se acercó hacia mi y comenzó a comerme la boca mal. Disimuladamente me tocó la pija y la manoseo bien caliente. "Si me compras los dos te cojo acá en la feria".
Por su puesto que compre los dos y ella con una sonrisa de puta contenta le dejo la bendi a la hermana y me agarró de la mano. Con cierto disimulo me llevo para unos baños químicos que había en una parte de la feria. Entramos rapidito a uno sin que nadie nos viera. Yo ya tenía la verga completamente parada por toda la situación asique apenas se bajó la calsita y yo complete bajandole la tanguita hilito le pegue una flor de ensartada. Obviamente sin forro piel con piel le metí la verga hasta el fondo de su concha turra. Jésica dió un par de gemidos de placer y una piña al plástico del baño. Yo seguí bombeandole verga dentro cada vez más rápido y ella aumentaba sus gemidos aunque trataba de disimular un poco por las dudas. Más le daba verga y yo más me calentaba más me volvía loco sentía esa explosión de la primera vez con mi turra. Sentía el placer de ser un luchon más un turró más y disfrutar de esa hembra. Entendí en ese baño que ella había ganado la batalla y la guerra. No necesitaba más conchas ni más turras ya con la mía era suficiente. Le tiraba del pelo mientras le daba de parados apoyados en ese baño inmundo. "Rompeme toda la concha" "dame pija dame más pija" me repetía una vez y otra vez. Estaba tan caliente que ella acabo una vez y automáticamente yo le llene la concha de leche. Fue una auténtica explosión de leche dentro de su conchis. "Ay amor que rico" me dijo cuando termine de acabar. "Te amo forro" me dijo en ese momento. Con toda la situación era un montón. Yo respondi que yo también a lo que ella siguió: "igual me vas a comprar de todo".
Si se preguntan por la plata de esa semana tube que hacer un par de changas y volver como a las once de la noche a casa. Por su puesto que mi turra ni había hecho la comida ni nada, siempre luchona y así más me paraba la pija.
Por su puesto que por las noches la muy turra me garchaba como los dioses me cabalgaba me saltaba en la verga que daba gusto y me hacía chuparle la concha hasta que todo su rico y hermoso flujo llegué a mi boca. Fundido? Si pero satisfecho también.
Así fueron pasando los días y las semanas y mi turra me tenía bajo su completo control. Mi cuñadita por su lado ni lenta ni perezosa se engancho con uno de sus delincuentes amigos de la esquina y antes de que pudiera si quiera despedirme ya se había mudado a la villa con el pendejo. Básicamente cuando volví del laburo mi cuñadita ya no estaba y el ochenta por cierto de sus cosas tampoco. En la familia de mi turra tampoco la extrañaron demasiado y un par de días después ya nadie la nombraba como si nunca hubiera existido. Eso me hacía preguntarme si abra Sido igual en mi cheta familia tras mi partida.
La cuestión es que un mes después de todo el kilombo la cosa estaba muy tranquila mi turra disfrutaba plenamente de su vida llena de regalitos y despertarse al mediodía, yo disfrutaba de sus cabalgadas y sacadas de leche; y teníamos un poco más de espacio en la pieza tras la partida de mi cuñadita. De modo que más allá de toda la explicación del post kilombo que quería contar en este capítulo dije bueno pero que garche puedo contar y pensando haciendo memoria fue justamente mi turra la que recordó la tarde que garchamos en la feria.
Cómo ya había dicho antes la muy turra iba vestida muy provocativa a la feria y con tanto rose y tanta turra dando vuelta más sus besos y sus toqueteadas yo estaba muy pero muy caliente esa tarde. Habíamos ido con mis cuñados del fondo y sus hijos. Recorrimos la feria de punta a punta básicamente además de ropa barata era un oasis de ortos encalsados y entangados. En esa recorrida estábamos ya habiendo comprado un par de tangas y una calsita divina para mi turra cuando un local le llamo mucho la atención. Vendían unos vestiditos con cierre dorado que estaban muy de moda en esa época pero que costaba bastante conseguir por nuestros pagos. Negros con dorado bien ajustados y escotados quedaban un espectáculo; el otro era igual pero negro con rojo. Mi turra se provo ambos y le quedaban un fuego. Bien cortitos al ras de la cola súper escotados adelante me había puesto la pija al palo. El problema es que no iba a alcanzarme la plata para llegar a fin de mes (todavía faltaba como una semana para cobrar) si compraba ambos.
Yo: elegí cual querés.
Mi turra: los dos.
Yo: no puedo los dos no llegamos a fin de mes.
Mi turra: que me importa yo quiero los dos.
Yo: pero no vamos a tener plata en toda la semana.
Mi turra: conseguí alguna changa nose a mi me compras los dos.
Se acercó hacia mi y comenzó a comerme la boca mal. Disimuladamente me tocó la pija y la manoseo bien caliente. "Si me compras los dos te cojo acá en la feria".
Por su puesto que compre los dos y ella con una sonrisa de puta contenta le dejo la bendi a la hermana y me agarró de la mano. Con cierto disimulo me llevo para unos baños químicos que había en una parte de la feria. Entramos rapidito a uno sin que nadie nos viera. Yo ya tenía la verga completamente parada por toda la situación asique apenas se bajó la calsita y yo complete bajandole la tanguita hilito le pegue una flor de ensartada. Obviamente sin forro piel con piel le metí la verga hasta el fondo de su concha turra. Jésica dió un par de gemidos de placer y una piña al plástico del baño. Yo seguí bombeandole verga dentro cada vez más rápido y ella aumentaba sus gemidos aunque trataba de disimular un poco por las dudas. Más le daba verga y yo más me calentaba más me volvía loco sentía esa explosión de la primera vez con mi turra. Sentía el placer de ser un luchon más un turró más y disfrutar de esa hembra. Entendí en ese baño que ella había ganado la batalla y la guerra. No necesitaba más conchas ni más turras ya con la mía era suficiente. Le tiraba del pelo mientras le daba de parados apoyados en ese baño inmundo. "Rompeme toda la concha" "dame pija dame más pija" me repetía una vez y otra vez. Estaba tan caliente que ella acabo una vez y automáticamente yo le llene la concha de leche. Fue una auténtica explosión de leche dentro de su conchis. "Ay amor que rico" me dijo cuando termine de acabar. "Te amo forro" me dijo en ese momento. Con toda la situación era un montón. Yo respondi que yo también a lo que ella siguió: "igual me vas a comprar de todo".
Si se preguntan por la plata de esa semana tube que hacer un par de changas y volver como a las once de la noche a casa. Por su puesto que mi turra ni había hecho la comida ni nada, siempre luchona y así más me paraba la pija.
8 comentarios - Mi turra me enamora y me garcha en la feria (cap 30)
ufffff preprate vienen muy buenas historias