Series de Relatos Publicados (Click en el link)
Capítulo 36.
Expuestas.
Erika no tenía dudas. Si el bolso de Natacha había desaparecido misteriosamente, Fermín y sus amigos debían estar involucrados. Entró al gimnasio hecha una furia, caminó haciendo sonar sus talones, las tetas le rebotaban de forma cómica, esto sacó una sonrisa en los presentes.
—Devolvele el bolso a Natacha ya mismo —Erika hincó su índice en el pecho de Fermín. El pibe le dedicó una sonrisa socarrona—. Te hablo en serio, pelotudo. Si tenés un problema conmigo, entonces hablalo conmigo; pero no metas a mis amigas en todo esto.
—¿De qué estás hablando, flaca? Yo no sé nada de ese bolso.
—No te hagás el pelotudo. Hace poco desaparecieron mis cosas, y las de Xamira también. Sabemos perfectamente que fuiste vos… y que los imbéciles de tus amigos son tus cómplices.
—Te aseguro que no tengo nada que ver con el bolso de Natcha.
—Decime dónde está, ya mismo, o sino…
—¿O sino qué? —Dijo el Joaco, que se acercó a Erika por detrás, acompañada de otros dos de sus amigos.
—No les tengo miedo. Les puedo asegurar que si están molestando a Natacha, la van a pasar mal.
—Calmate, tetona —Fermín habló con calma—. Es cierto que nosotros escondimos tu mochila, y la de tu amiguita marimacho… Xamira. Eso fue porque estaban metiendo las narices donde no corresponde. Pero te aseguro que no tenemos nada que ver con Natacha. Esa chica no nos importa. No se mete con nosotros y nosotros no nos metemos con ella. Así de simple.
—No te creo nada. Voy a seguir buscando por el colegio y cuando descubra que vos estás detrás de todo esto… ya vas a ver.
—Hacé lo que quieras —Fermín se encogió de hombros y le dio la espalda.
Erika se fue del gimnasio aún más enojada que antes. Al salir su cabeza chocó con la de otra alumna. Erika se cayó de culo al piso, la otra logró sostenerse contra la pared.
—Aiiaaa… —Erika se frotó la cabeza con una mano, el dolor era agudo; pero de a poco comenzó a esfumarse—. ¿Podés mirar por dónde caminás?
—Ay, perdón… es que saliste tan rápido que ni te vi.
Erika entendió que el asunto era culpa suya y se sintió una imbécil por tratar mal a esta chica.
—Perdón, es que… vengo de discutir con ese pelotudo de Fermín. Ese pibe me saca de quicios.
—Justamente con él quería hablar. ¿A vos también te desapareció la mochila?
—¿Qué? No… a mí no, pero sí a una amiga. Fermín dice que no tiene nada que ver, pero yo no le creo.
—Todas las demás también sospechan de él.
—¿Las demás?
—Hay varias chicas del instituto a las que les desparecieron sus pertenencias: bolsos, mochilas, celulares, carpetas… y más cosas.
—Epa… esto ya es distinto, estamos hablando de un robo masivo. Por cierto, yo soy Erika Arias Ballester, del 1-A.
—Yo me llamo Noelia Castelli. Voy al 2-D.
Erika la examinó atentamente. Noelia era una chica delgada, sin mucha carne. Aunque su rostro le pareció precioso. Facciones delicadas, labios sensuales, cabello castaño oscuro cayendo sobre sus hombros. Sus ojos verdes y su piel olivácea le daban un aire exótico, como de medio oriente. Erika pensó que esta chica bien podría ser una de las modelos de Verónica LeClerc.
—Muy bien, Noelia. Necesito que me cuentes todo lo que sabés sobre los robos. Vamos a encontrar al responsable.
-----------
Al día siguiente todas las integrantes del club Veritas Sectatores se encontraron con una situación de lo más peculiar. El pasillo estaba lleno de personas que venían a pedirles que, por favor, encontraran sus pertenencias. El club de detectives nunca había estado tan solicitado.
Entrevistaron a todas las personas a las que les había desaparecido algo. Después de las breves charlas, que en conjunto les tomaron casi dos horas, llegaron a las siguientes conclusiones: todas las damnificadas, sin excepciones, eran mujeres. El fin de los robos no parecía ser el dinero, porque incluso algunas encontraron sus carteras con todo el dinero y las tarjetas de crédito donde se supone que debían estar sus bolsos. Aunque varias se quejaron de que desaparecieron sus teléfonos celulares e incluso a algunas hasta les habían robado la notebook.
—Podría tratarse de una broma de mal gusto —Sugirió Erika—. Por eso sospechamos de Fermín. Sabemos que no es la primera vez que él y sus amigos hacen una cosa así, solo por molestar.
—Si Fermín dice que él no fue, entonces yo le creo —dijo Xamira, todas las presentes la miraron.
—¿Por qué le creés? —Preguntó Siara.
—A Fermín le encanta presumir de su poder. Si él estuviera involucrado, lo admitiría.
—Aunque me da mucha rabia admitirlo, eso es cierto —Erika habló con los dientes apretados—. Aceptó que robó mis cosas y las de Xamira, y ni le tembló el pulso.
—Entonces ¿por dónde podemos empezar a buscar? —Preguntó Yelena.
—Por la lista de becadas de Emilia —dijo Siara. Las demás la miraron sin entender nada.
—¿Qué tienen que ver las becas de Emilia con todo esto? —Dijo Oriana.
—Sabemos que muchas de las becadas por Emilia terminaron haciendo trabajos para Uvisex. Y no vi ninguna becada entre las que vinieron a reclamar que sus bolsos fueron robados. Eso me llevó a sospechar que evitaron específicamente a las chicas de Uvisex. Es solo una sospecha, aún no estoy segura de nada.
—Siara, ¡sos una genia! —Exclamó Erika.
—Yo anoté los nombres de todas las chicas a las que le robaron algo —dijo Oriana—. Denme un rato y los comparo con la lista de las becadas.
Minutos más tarde pudieron afirmar que ninguna de las becadas de Emilia habían reportado alguna desaparición de objetos.
—Esto nos lleva a suponer que Uvisex está detrás de todo este asunto —dijo Yelena. ¿Por qué harían una cosa así?
—Para enviarnos un mensaje —dijo Xamira—. De una u otra manera, nos estamos metiendo con ellos. Esta es su forma de demostrarnos el poder que tienen.
—Esas son buenas noticias —dijo Erika—. Si solo es por enviarnos un mensaje a nosotras, entonces no tienen intenciones de quedarse con esas pertenencias.
—Y probablemente estén en algún lugar del instituto —sugirió Oriana—. Quizás si pedimos permiso para revisar todos los salones y los vestuarios, puede que encontremos todo. Sé que no es la forma más “detectivesca” de hacerlo, pero es mejor moverse a estar quieta.
—Sí, es lo mejor —dijo Siara.
Juntas marcharon hasta la secretaría del instituto, donde pidieron las llaves para revisar todo. No contaban con que la profesora Noemí García estaría ahí justo en ese momento.
—Están locas si creen que les vamos a dar las llaves de todas las puertas del instituto —dijo Noemí, con tono autoritario—. ¿Quién se creen que son?
—Solo intentamos resolver el inconveniente de las cosas robadas —dijo Erika—. Imaginen lo que puede pasar si un montón de “niñas ricas” deciden llamar a la policía para denunciar robos en el instituto más prestigioso del país.
La profesora se quedó congelada, si ocurriera eso sería desastroso. Incluso vendrían medios de noticias locales. Toda la ciudad estaría hablando de lo mismo. Era un riesgo que no podían correr.
—Tranquila, Noemí —intervino una de las secretarias, una mujer joven de cabello castaño y anteojos que parecían de oficinista de los años ‘60—. Quizás ellas puedan ayudarte a encontrar tu celular.
—¿Qué? ¿A vos también te desaparecieron cosas? —Preguntó Erika.
—¿Cómo es eso de “vos”? —Dijo Noemí, con aire de indignación—. En mi época tratábamos de “usted” a los profesores.
—A mí también me desapareció el celular —comentó la bonita secretaria.
—¿Cómo es tu nombre? —Preguntó Oriana—. Así lo agrego a nuestra lista.
—Me llamo Gabriela Conte.
Las chicas hicieron silencio y la miraron.
—¿Tenés alguna relación con Esperanza Conte? —Quiso saber Siara.
—Sí, ella es mi hermana mayor.
Esperanza Conte, al igual que Noemí García, era miembro de la Junta Directiva. Y una de las peores a la hora de tratar con ella. Podía ser incluso más severa que la propia Noemí.
Al final las chicas consiguieron una de las llaves maestras, con eso podrían entrar a casi todas las aulas del instituto. Mientras revisaban una por una comentaron que si la hermana de Esperanza Conte era una de las damnificadas, el asunto era más serio de lo que habían imaginado. Esperanza podía armar un quilombo de proporciones bíblicas. Cuenta con mucho poder e influencia en el instituto. Es sabido que ella tiene contactos muy importantes, de los que donan generosas sumas de dinero todos los años.
—Este método de revisar puerta por puerta no me gusta —dijo Xamira—. El instituto es inmenso, vamos a tardar un montón de horas… y para colmo tenemos una sola llave, no nos podemos separar para buscar más rápido.
—Por eso tenemos que pensar lugares estratégicos —dijo Erika—. Vamos primero a los vestuarios de los clubes de deporte.
Revisaron cada lugar, para los vestuarios masculinos reclutaron algunos colaboradores temporales; pero ninguno regresó con buenas noticias. Pasaron más de una hora revisando distintos sitios y estaban cruzando un pasillo hacia la sala de música cuando Siara se detuvo en seco.
—¿Pasa algo? —Preguntó Yelena.
—Qué estúpidas que fuimos. ¡La respuesta era obvia! Si lo que intentan hacer es mandarnos un mensaje a nosotras, el único lugar posible para encontrar todo es en nuestro propio salón.
—Pero… estuvimos ahí —dijo Oriana.
—Eso fue hace más de una hora —continuó Siara—. Nos hicieron salir, para que empecemos la búsqueda, y en ese tiempo…
—Larreputísimamadrequeloparió —chilló Erika, y salió corriendo hacia la sede del club. Las demás chicas la siguieron.
En cuanto abrieron la puerta de este salón, descubrieron que Siara tenía razón. Sobre la mesa estaban todos los artículos robados. Celulares, bolsos, notebooks, etcétera. En el centro había un papel con grandes letras impresas en negro, y decía: “Son unas fracasadas”.
Las chicas detectives se sintieron abatidas. Habían jugado con ellas y atacaron específicamente su capacidad para resolver problemas. Siara, más que todas las demás, sentía el orgullo herido.
—No te preocupes —le dijo Oriana, poniendo una mano sobre su hombro—. En algún momento vamos a descubrir al responsable de todo esto.
—Así es… y yo no descartaría tan fácil a Fermín —dijo Erika—. Ahora que veo cómo terminó todo esto, es prácticamente su “modus operandi”.
—Dejemos a Fermín para otro momento —dijo Yelena—. Ahora tenemos que avisarle a todas las personas que sus cosas fueron devueltas.
—¿Y si piensan que nosotras estuvimos involucradas? —Preguntó Oriana.
Por suerte no fue así. A medida que iban devolviendo los artículos robados, pudieron escuchar los comentarios que hacían las damnificadas. A ninguna le pareció coherente que las detectives hubieran estado involucradas en los robos. Saltaba a la vista que habían intentado humillarlas… y con cierto éxito. Así que la mayoría sintió pena por ellas.
Noemí García se limitó a arrebatar su celular de las manos de Erika y se marchó sin dar las gracias.
La que sí les agradeció fue Gabriela Conte.
—Me asusté muchísimo. No sé qué hubiera hecho si alguien me roba el celular. Tengo algunas cositas algo… comprometedoras. Ups… hablé de más. No me hagan caso. En fin, un millón de gracias. De verdad.
Gabriela Conte se retiró con paso ligero, intentando esconder su cara detrás de su cabello. Estaba muy avergonzada por haber revelado el motivo de su preocupación.
—¿Están pensando lo mismo que yo? —Preguntó Siara.
—Si. Es idéntica a Moeka Kiryu, de Steins;Gate —Respondió Erika muy seria.
—No, eso no. Ni siquiera sé quién esa tal Moeka.
—Viste Stein;Gate, Siara. Lo sé porque la vimos juntas. Dijiste que te gustó mucho.
—Es cierto, pero ni me acuerdo de los personajes. Como sea… me refiero a que tal vez Uvisex robó los celulares y notebook para hallar nuevo material porno.
—Es una buena hipótesis —comentó Oriana—. Pero de verdad creés que tantas chicas puedan tener material porno en sus dispositivos.
—Y… alguna foto en tetas deben tener —dijo Xamira—. ¿Quién no se sacó nunca una foto desnuda?
—Eso es muy cierto —dijo Yelena—. Y sería material exclusivo, que no está en ninguna otra parte de internet.
—Vamos a tener que prestar atención al contenido de Uvisex —dijo Siara.
—Yo me encargo de eso —aseguró Oriana—. Voy a estar revisando todos los días, para ver si encuentro algún material de las chicas damnificadas por los robos.
-----------
Los rumores de que alguien intentaba perjudicar al club de detectives corrieron a la velocidad de la luz por todo el instituto. Veritas Sectatores, de un día para otro, dejó de ser un club que prácticamente no le importaba a nadie, a ser el más famoso de todos. Incluso tuvieron nuevas propuestas de personas que se querían unir. Al principio esto puso muy contentas a Siara y a Érica, porque estaban viendo su nuevo proyecto triunfar. Sin embargo, pensándolo con detenimiento, decidieron rechazar todas las nuevas propuestas. Esto se debió a tres grandes motivos:
Primero: muchos querían unirse sólo por morbosa curiosidad, para enterarse de lo que ocurría dentro del club y poder contarle a sus amigos y amigas.
Segundo: sería difícil coordinar investigaciones con un gran número de gente. Con el ingreso de Yelena ya sentían que tenían la cantidad apropiada de miembros y deberían pensarlo muy bien antes de incluir uno nuevo.
Tercero: y el motivo más paranoico de todos; ¿podría ser que un espía de Uvisex intentara unirse? Eso no podían permitirlo.
Unos días después parecía que el asunto del robo caería en el olvido y sería catalogado como una simple “bromita” sin grandes consecuencias. Pero todo esto cambió durante una clase de Noemí García.
La profesora se encontraba de pie frente a una gran pantalla. Todas las aulas contaban con una pantalla de televisor para poder reproducir videos. Noemí había optado por algo mucho más aburrido: las diapositivas. Estaba explicando un tema que no le interesaba a nadie, respaldando sus palabras con gráficos de torta y estadísticas varias. La mayoría de los alumnos parecían a punto de dormirse, en especial Erika, que ya estaba cabeceando. A su lado Siara le daba leves codazos en las costillas para mantenerla despierta. Ante cada codazo Erika fulminaba con la mirada a su mejor amiga, Siara debía esforzarse para contener la risa.
Fue justamente Siara la que notó que algo extraño ocurría. Su sonrisa se borró de golpe. Le pareció ver una imagen extraña en la pantalla, una mujer desnuda. Pero duró menos de un segundo. Erika se dio cuenta de que su amiga estaba mirando fijamente la pantalla y cuando ella también miró, la imagen volvió a aparecer. Esta vez se quedó más tiempo y más gente pudo notarla.
La imagen de la mujer desnuda apareció de forma intermitente durante unos segundos, causando un gran revuelo en el salón. Todos empezaron a comentar por lo bajo.
—Silencio —ordenó Noemí García, dándole la espalda al televisor—. Presten atención porque este tema va a entrar en el próximo exámen. —De pronto los murmullos pasaron a ser comentarios en voz alta—. ¿Qué pasa?
Noemí giró la cabeza, entendiendo que la mayoría de las miradas estaban puestas en la pantalla, y casi le da un infarto cuando se encontró con una mujer desnuda en una cama. Se podían ver generosas tetas que caían por efecto de la gravedad, vientre ligeramente abultado y caderas anchas, además de una llamativa mata de vellos púbicos negros. Esa mujer era la propia Noemí.
—Ay, no… no… ¿Qué es esto? ¿Qué es esto? —Preguntó aterrada—. ¿Quién está haciendo esto?
Intentó apagar el televisor pulsando un interruptor en la pared. Todos los televisores del instituto estaban conectados directamente al sistema eléctrico central, lo que los hacía más seguros y más cómodos de encender y apagar. Sin embargo, nada ocurrió. Noemí presionó el interruptor una y otra vez, y nada…
La imagen de la pantalla comenzó a moverse, allí todos los presentes entendieron que estaban mirando un video.
—¿Te gustan mucho las pijas, puta? —Preguntó una voz masculina.
—Ay… no sé… me da vergüenza decir esas cosas —respondió Noemí entre risas.
—Ay, no… no, no puede ser… no no… —repetía la Noemí real, la que debía sufrir el suplicio de verse a sí misma en un video porno… frente a sus alumnos—. No miren… no miren. Si me entero que alguno de ustedes está detrás de todo esto, los voy a expulsar…
—Nosotros no estamos haciendo nada —dijo una chica.
—Pero esta te la vas a comer toda —dijo el hombre del video.
Y esa Noemí, la de la pantalla, agarró una gran verga erecta que entró en cámara en ese instante, y dijo: “Por supuesto, me la voy a comer toda”. Acto seguido, comenzó a mamarla.
Algunas alumnas se llevaron una mano a la boca, no podían creer lo que estaban viendo. La profesora Noemí, tan recta y estricta, comiéndose una gran verga como si fuera una petera experta.
Y eso no fue todo… en cámara aparecieron una segunda y una tercera verga. Noemí agarró una sin dudarlo, la chupó por unos segundos y luego pasó a otra. El asombro en el aula no hacía más que crecer.
—¡Es mentira! —Chilló la profesora—. Todo esto es falso, no se lo crean. Alguien está intentando difamarme.
Pero sus intentos fueron en vano. El video era absolutamente real. De buena calidad, sí; pero se notaba que había sido grabado con un celular.
—Tanto que te hacés la difícil —dijo el hombre—, terminaste siendo tremenda puta.
—Ay, no me digas así… me pone mal.
—Sos bien puta, Noemí. Te hiciste la difícil pero bien que te dejaste coger cuando te agarré en el baño.
Ahí todos entendieron de quién se trataba, era el mismísimo Fermín Lanzani. Todas las miradas giraron hacia donde él y sus amigos acostumbraban sentarse y entendieron por qué había faltado a clases precisamente ese día. Ni siquiera su fiel compañero, Joaquín, estaba presente. Probablemente él era otro de los participantes del video.
Erika sintió pena por la pobre Noemí. Esa mujer le caía mal, pero no le gustaba verla llorar mientras exponían su vida sexual de esta manera.
La puerta del aula se abrió y Xamira asomó la cabeza dentro.
—Uy, acá también lo están viendo… —se acercó a Siara y a Erika—. En todos los salones se está reproduciendo lo mismo, incluso en los que están vacíos. Están intentando detenerlo…
—No creo que puedan hacerlo —comentó Siara—. Esto lo planificaron muy bien. Ese video se va a reproducir hasta el final, y nadie puede hacer nada para evitarlo.
—Ay, sí… quiero que me la metan toda… los tres. Sí, así… cogeme… uff…
La Noemí del video parecía estar pasándosela en grande. Ahora todos podían ver su jugosa concha peluda en primer plano recibiendo una buena pija dentro de ella. La mujer gemía con desesperación mientras se abría las nalgas. Delante de suyo uno de los tipos le ofrecía su verga para que la chupe.
Poco después el video cambió a otra imagen, era obvio que había sido editado con este propósito.
—Uy, no… esperen… por el culo no. Eso no era parte del acuerdo. No… hay…
Una de las vergas comenzó a entrar por su culo… y la voz de Fermín dijo:
—No te hagas la difícil, sé que te encanta meterte cosas por el culo. Tenés el celular lleno de fotos donde te metés tremendos pepinos por el orto.
—Ey, no revisen mi celular… auch…
Otro salto en la imagen. Esta vez ya le estaban dando duro y parejo por el culo, con una fuerza salvaje.
—Ay, ay… sí, así… uf… rompeme el orto… llename de pija el culo. Dame más fuerte… sí, qué rico… ay, cómo me gusta… seguí… seguí…
A esto le siguió una secuencia que mostraba a Noemí en distintas posiciones. Montando una pija mientras le metían otra por el culo. Mamando dos mientras se masturbaba y otro le daba por el culo. Chupando las tres vergas a la vez. Volviendo a montar una, con doble penetración incluída; pero esta vez recibía la eyaculación directamente en toda la cara. Fermín decía:
—Cómo te gusta tomar leche, puta de mierda. Si habrás tragado leche en los baños del instituto.
—Más de la que se imaginan —respondió Noemí, con una sonrisa tapada de blanco esperma.
Esta vez la mujer no intentó defenderse, estaba resignada. Se limitó a sentarse y lloró con las manos cubriendo su cara. Nadie en el aula sabía qué decir. Todos miraron en silencio cómo Noemí recibía tres descargas de semen en la boca, y se lo tragaba todo con entusiasmo. También hubo más anal en primer plano, como si la persona que editó el video quisiera hacer énfasis en que a Noemí le encantaba que le dieran por el culo.
El video terminó, pero el suplicio continuó, ya que esta vez todos en el instituto pudieron ver varias imágenes muy explícitas de Noemí penetrando su culo con gruesos y largos pepinos. Sonreía a la cámara como si esa fuera su afición número uno en la vida.
“Qué puta”, dijo una voz casi imperceptible en el aula.
Esto hizo que el llanto de Noemí sonara aún más fuerte y lamentable.
Por suerte para ella esta tortura no fue eterna. Aunque ahí es donde empezó el sufrimiento de las demás.
En pantalla apareció una chica rubia muy bonita que se estaba metiendo un gran consolador en la concha. En el aula algunos la reconocieron, en especial Xamira, porque era compañera suya del curso 1-B: Irene Gómez Haltz.
La rubia se hizo tremenda paja durante unos segundos y luego aparecieron en pantalla varias fotos de ella desnuda en distintas posiciones.
La siguiente chica en aparecer fue Belén Di Sancti, del curso 2-B y compañera de Yelena. Belén estaba chupando una buena verga en el baño del instituto. El video fue breve, pero duró lo suficiente como para verla con la cara llena de semen.
Siara recibió una llamada mientras miraban esto.
—Pasó algo muy loco —dijo Oriana, desde el otro lado de la línea—. Me acaba de llegar un e-mail lleno de material porno. Hay varias alumnas del instituto… e incluso está…
—Noemí García —dijo Siara.
—Sí, cómo sabés?
—Porque vimos ese video en la pantalla del salón. Alguien está transmitiendo esto en vivo en todos los salones.
—Ay, no puede ser… ¿todo este material?
—Eso parece. Y me juego la vida a que estas son las chicas a las que les desaparecieron las cosas. Compará el e-mail con la lista de nombres. Avisame si llegás a averiguar algo más. Ah, y esta tarde ni te molestes en venir al instituto. Seguramente van a suspender las clases hasta próximo aviso. Nos reunimos en mi casa dentro de un par de horas.
—Perfecto.
Cortaron la llamada.
En pantalla siguieron desfilando chicas del instituto en situaciones sumamente eróticas. Varias eran solo fotos de desnudos parciales o totales, pero había material que parecía sacado de las mejores páginas porno.
Erika se sorprendió al ver una cara reconocible: era la chica con la que chocó a la salida del vestuario: Noelia Castelli.
Estaba sentada en un sofá mientras un hombre le decía:
—¿Qué tantas ganas tenés de ser modelo?
—Muchísimas…
—¿Y estás dispuesta a hacer todo lo necesario para conseguirlo? Si bien sos preciosa, hay muchas chicas lindas. Solo unas pocas llegan a modelar en las mejores pasarelas.
—Estoy dispuesta a hacer lo que sea.
A continuación la pantalla mostró a Noelia Castelli de rodillas en el piso, con sus pequeñas tetas a la vista. Estaba chupando dos vergas al mismo tiempo, alternando entre una y otra.
—Estás mostrando mucho entusiasmo —dijo el segundo hombre—, dale… seguí así. Mostranos qué más podés hacer…
Y eso otro que Noelia podía hacer era aguantar una doble penetración. Una de las vergas castigaba su culo mientras ella montaba la otra como si fuera una “cowgirl” hiperactiva. Al girar la cabeza todos pudieron verla sonreír con la cara llena de semen.
—Les dije que me bancaba las dos pijas a la vez.
—Se nota que no es la primera vez que hacés esto, putita…
—No, para nada… —respondió ella, entre risas—. Y estoy dispuesta a entregar el culo todas las veces que sea necesario.
Algunas de las imágenes mostraron a chicas en situaciones lésbicas, pero el primer video que mostró a una chupando una concha fue una alumna de ese mismo curso, el 1-A. Se trataba de Pia Prodan. Una chica delgada, de grandes ojos verdes, cabello castaño y boquita sensual.
—Ay, no… noo… no… —exclamó ella al verse en pantalla. Se cubrió la mano con la boca y miró a la profesora, como si estuviera buscando que ella la salvara.
Aunque Erika entendió que en realidad la miraba porque Noemí también estaba involucrada. En el video Pia Prodan le pasaba la lengua tímidamente a una concha peluda de labios carnosos, se notaba que era una mujer con varios años más que ella. Cuando la cámara giró, en pantalla apareció la mismísima Noemí García, quien resignada se limitó a suspirar.
—Dale, chiquita… si querés aprobar, tenés que ponerle más ganas.
Pia Prodan sonrió y aumentó el énfasis con el que chupaba la concha de su profesora.
—Me quiero matar, no puede ser —dijo la Pia del salón de clases.
Durante unos largos segundos pudieron ver cómo ella se mostraba muy entretenida con la tarea de practicarle sexo oral a su profesora. Hasta que Noemí dijo:
—Abrí la boquita, nena… tengo una sorpresa para vos.
Pia obedeció y en ese instante una gran cantidad de líquido transparente comenzó a salir de la concha de Noemí, directamente a la boca y la cara de la entusiasmada Pia, que recibió una abundante “lluvia dorada” por parte de su profesora.
Las Pia y Noemí presentes en el aula se miraron como si dijeran: “Ahora todo el mundo conoce nuestro secreto, estamos jodidas”.
Mientras la lluvia dorada continuaba, la chica dio varias lamidas a la concha, demostrando que no sentía ningún tipo de rechazo ante esta práctica.
—Ahora me toca a mí —dijo la Noemí del video—. ¿O creíste que me iba a quedar con las ganas de probar una concha tan rica?
Pia soltó una risita tímida y acto seguido la pantalla mostró a Noemí García chupando la concha completamente depilada de su alumna. Lo hizo con total entrega, dando a entender que no era la primera vez que probaba el sexo lésbico.
—¿Y profe? ¿Estoy aprobada?
—Mmm… eso depende. ¿Me lo vas a dar?
Pia soltó una risita tímida y divertida, en pocos segundos ella ya estaba orinando en la boca de su profesora. Noemí también mostró gran entusiasmo ante esto, incluso pegó su boca a los labios vaginales de Pia, para recibirlo todo justo allí dentro.
—Profe —dijo la Pia del salón, completamente resignada y con lágrimas en los ojos—. No importa lo que pase de ahora en adelante, solo quiero decirle que me gustó mucho hacer eso con usted… y no me arrepiento de nada. No lo hice por la nota. Lo hice porque quería. —Noemí no dijo nada, pero asintió con la cabeza. Luego se dio vuelta y miró al resto del salón—. Sí, soy lesbiana… y me gusta que me meen la cara. ¿Tienen algún problema con eso?
Silencio.
Después de esta incómoda pausa, Ana Paula Rossi, una de las alumnas, dijo:
—Si ustedes lo disfrutaron, entonces me parece perfecto. No tienen que sentir vergüenza por nada. Vergüenza debería darle a la persona que publicó este video.
Varios estuvieron de acuerdo con ella, sin embargo, las exposiciones aún no habían terminado.
La siguiente víctima fue la secretaria: Gabriela Conte.
Apareció montanto la imponente verga de un negro. Era una anaconda venosa, firme como un roble. La bella Gabriela saltaba sobre ella como si no le costara nada recibir semejante miembro dentro de su concha.
A continuación el video saltó a otra imagen, donde mostraba a Gabriela en cuatro sobre la cama, esta vez recibiendo la verga por el culo. Todos se sorprendieron al ver cómo esa enorme pija lograba abrirse camino dentro de ella. Gabriela es de las que cogen en silencio; pero esta vez sus gemidos se hicieron notar. Eran de pura agonía, sufrimiento… y extremo placer. El negro le estaba dando tremenda culeada, con mucha potencia, dando a entender que no era, ni por asomo, la primera experiencia de sexo anal de Gabriela.
Este fue el gran numerito final del video, y Siara pensó que tenía mucho sentido terminar con esto. Estaban exponiendo a una de las secretarias del instituto y nada más y nada menos que a la hermana menor de Esperanza Conte.
Tal y como Siara había predicho, todos los alumnos fueron enviados a su casa de inmediato. La junta directiva necesitaba reunirse, para tomar cartas en el asunto. Supusieron que al dispersar los alumnos reducirían los rumores; pero todos habían recibido el mismo e-mail que mencionó Oriana.
Con un rápido vistazo descubrieron que se trataba de todo el material que habían visto en clases, pero sin ediciones. Podían disfrutar de los videos al completo e incluso de más fotos eróticas y videos cortos que no se habían mostrado.
—Todo el material corresponde a las chicas de la lista —escribió Oriana en el grupo de Whatsapp del club—. Y hay un montón. Los pajeros y pajeras del instituto se van a hacer un festín.
Después de leer este mensaje, Erika le escribió al Japo.
—Gordito hijo de puta… ¿vos tenés algo que ver con esto?
—No, tetona chupa pijas. Yo no fui. Jamás haría público material de tan buena calidad. ¡Qué desperdicio!
—Más te vale que no tengas nada que ver, sino te cago a trompadas.
A esto el Japo respondió enviando una foto de Erika comíendole la verga, con el mensaje:
—Chupame bien los huevos, putita petera.
Erika hizo un berrinche tan fuerte que Siara y Xamira tuvieron que sujetarla cuando iban caminando por la calle. Erika tenía ganas de darle una trompada a cualquier transeúnte que se le cruzara, al grito de: “¡Gordito, la concha de tu madre, te voy a matar!” Por suerte lograron contenerla y no golpeó a nadie.
Las cinco integrantes de Veritas Sectatores se reunieron en la casa de Siara, y la primera sospecha fue expuesta por Xamira:
—Es muy probable que Fermín nos haya mentido. Casualmente faltó hoy a clases.
—Muy cierto —dijo Yelena—. Algo tiene que saber… o alguien le avisó antes.
—Lamentablemente no podemos avanzar mucho hasta que se reanuden las clases normalmente —comentó Oriana.
—Creo que sí podemos avanzar. Se me ocurrió una idea. Erika, ¿tenés el teléfono de la periodista de Caleidoscopio? Cándida Zambrano.
—¿De Candy? Sí… ¿Acaso querés que ella publique algo?
—No, pero sería bueno que nos ayude a investigar. A los del instituto no le va a extrañar que una periodista empiece a hacer preguntas después de semejante escándalo. No van a estar muy dispuestos a responder; pero ella tiene más chances que nosotras.
—Es una buena idea —aceptó Erika—. Ahora mismo la llamo. Cuanto antes se ponga a trabajar en esto, mejor.
Pasaron el resto de la tarde analizando cada foto y cada video. Las cuatro integrantes originales tuvieron que aguantar sus ganas de masturbarse en grupo, porque no sabían cómo Yelena se tomaría esta práctica, en especial teniendo en cuenta que ella tiene verga, y no vagina. ¿La estarían poniendo en una situación muy incómoda? Consideraron que era demasiado pronto para hacerlo.
Todos mis links:
https://magic.ly/Nokomi
Capítulo 36.
Expuestas.
Erika no tenía dudas. Si el bolso de Natacha había desaparecido misteriosamente, Fermín y sus amigos debían estar involucrados. Entró al gimnasio hecha una furia, caminó haciendo sonar sus talones, las tetas le rebotaban de forma cómica, esto sacó una sonrisa en los presentes.
—Devolvele el bolso a Natacha ya mismo —Erika hincó su índice en el pecho de Fermín. El pibe le dedicó una sonrisa socarrona—. Te hablo en serio, pelotudo. Si tenés un problema conmigo, entonces hablalo conmigo; pero no metas a mis amigas en todo esto.
—¿De qué estás hablando, flaca? Yo no sé nada de ese bolso.
—No te hagás el pelotudo. Hace poco desaparecieron mis cosas, y las de Xamira también. Sabemos perfectamente que fuiste vos… y que los imbéciles de tus amigos son tus cómplices.
—Te aseguro que no tengo nada que ver con el bolso de Natcha.
—Decime dónde está, ya mismo, o sino…
—¿O sino qué? —Dijo el Joaco, que se acercó a Erika por detrás, acompañada de otros dos de sus amigos.
—No les tengo miedo. Les puedo asegurar que si están molestando a Natacha, la van a pasar mal.
—Calmate, tetona —Fermín habló con calma—. Es cierto que nosotros escondimos tu mochila, y la de tu amiguita marimacho… Xamira. Eso fue porque estaban metiendo las narices donde no corresponde. Pero te aseguro que no tenemos nada que ver con Natacha. Esa chica no nos importa. No se mete con nosotros y nosotros no nos metemos con ella. Así de simple.
—No te creo nada. Voy a seguir buscando por el colegio y cuando descubra que vos estás detrás de todo esto… ya vas a ver.
—Hacé lo que quieras —Fermín se encogió de hombros y le dio la espalda.
Erika se fue del gimnasio aún más enojada que antes. Al salir su cabeza chocó con la de otra alumna. Erika se cayó de culo al piso, la otra logró sostenerse contra la pared.
—Aiiaaa… —Erika se frotó la cabeza con una mano, el dolor era agudo; pero de a poco comenzó a esfumarse—. ¿Podés mirar por dónde caminás?
—Ay, perdón… es que saliste tan rápido que ni te vi.
Erika entendió que el asunto era culpa suya y se sintió una imbécil por tratar mal a esta chica.
—Perdón, es que… vengo de discutir con ese pelotudo de Fermín. Ese pibe me saca de quicios.
—Justamente con él quería hablar. ¿A vos también te desapareció la mochila?
—¿Qué? No… a mí no, pero sí a una amiga. Fermín dice que no tiene nada que ver, pero yo no le creo.
—Todas las demás también sospechan de él.
—¿Las demás?
—Hay varias chicas del instituto a las que les desparecieron sus pertenencias: bolsos, mochilas, celulares, carpetas… y más cosas.
—Epa… esto ya es distinto, estamos hablando de un robo masivo. Por cierto, yo soy Erika Arias Ballester, del 1-A.
—Yo me llamo Noelia Castelli. Voy al 2-D.
Erika la examinó atentamente. Noelia era una chica delgada, sin mucha carne. Aunque su rostro le pareció precioso. Facciones delicadas, labios sensuales, cabello castaño oscuro cayendo sobre sus hombros. Sus ojos verdes y su piel olivácea le daban un aire exótico, como de medio oriente. Erika pensó que esta chica bien podría ser una de las modelos de Verónica LeClerc.
—Muy bien, Noelia. Necesito que me cuentes todo lo que sabés sobre los robos. Vamos a encontrar al responsable.
-----------
Al día siguiente todas las integrantes del club Veritas Sectatores se encontraron con una situación de lo más peculiar. El pasillo estaba lleno de personas que venían a pedirles que, por favor, encontraran sus pertenencias. El club de detectives nunca había estado tan solicitado.
Entrevistaron a todas las personas a las que les había desaparecido algo. Después de las breves charlas, que en conjunto les tomaron casi dos horas, llegaron a las siguientes conclusiones: todas las damnificadas, sin excepciones, eran mujeres. El fin de los robos no parecía ser el dinero, porque incluso algunas encontraron sus carteras con todo el dinero y las tarjetas de crédito donde se supone que debían estar sus bolsos. Aunque varias se quejaron de que desaparecieron sus teléfonos celulares e incluso a algunas hasta les habían robado la notebook.
—Podría tratarse de una broma de mal gusto —Sugirió Erika—. Por eso sospechamos de Fermín. Sabemos que no es la primera vez que él y sus amigos hacen una cosa así, solo por molestar.
—Si Fermín dice que él no fue, entonces yo le creo —dijo Xamira, todas las presentes la miraron.
—¿Por qué le creés? —Preguntó Siara.
—A Fermín le encanta presumir de su poder. Si él estuviera involucrado, lo admitiría.
—Aunque me da mucha rabia admitirlo, eso es cierto —Erika habló con los dientes apretados—. Aceptó que robó mis cosas y las de Xamira, y ni le tembló el pulso.
—Entonces ¿por dónde podemos empezar a buscar? —Preguntó Yelena.
—Por la lista de becadas de Emilia —dijo Siara. Las demás la miraron sin entender nada.
—¿Qué tienen que ver las becas de Emilia con todo esto? —Dijo Oriana.
—Sabemos que muchas de las becadas por Emilia terminaron haciendo trabajos para Uvisex. Y no vi ninguna becada entre las que vinieron a reclamar que sus bolsos fueron robados. Eso me llevó a sospechar que evitaron específicamente a las chicas de Uvisex. Es solo una sospecha, aún no estoy segura de nada.
—Siara, ¡sos una genia! —Exclamó Erika.
—Yo anoté los nombres de todas las chicas a las que le robaron algo —dijo Oriana—. Denme un rato y los comparo con la lista de las becadas.
Minutos más tarde pudieron afirmar que ninguna de las becadas de Emilia habían reportado alguna desaparición de objetos.
—Esto nos lleva a suponer que Uvisex está detrás de todo este asunto —dijo Yelena. ¿Por qué harían una cosa así?
—Para enviarnos un mensaje —dijo Xamira—. De una u otra manera, nos estamos metiendo con ellos. Esta es su forma de demostrarnos el poder que tienen.
—Esas son buenas noticias —dijo Erika—. Si solo es por enviarnos un mensaje a nosotras, entonces no tienen intenciones de quedarse con esas pertenencias.
—Y probablemente estén en algún lugar del instituto —sugirió Oriana—. Quizás si pedimos permiso para revisar todos los salones y los vestuarios, puede que encontremos todo. Sé que no es la forma más “detectivesca” de hacerlo, pero es mejor moverse a estar quieta.
—Sí, es lo mejor —dijo Siara.
Juntas marcharon hasta la secretaría del instituto, donde pidieron las llaves para revisar todo. No contaban con que la profesora Noemí García estaría ahí justo en ese momento.
—Están locas si creen que les vamos a dar las llaves de todas las puertas del instituto —dijo Noemí, con tono autoritario—. ¿Quién se creen que son?
—Solo intentamos resolver el inconveniente de las cosas robadas —dijo Erika—. Imaginen lo que puede pasar si un montón de “niñas ricas” deciden llamar a la policía para denunciar robos en el instituto más prestigioso del país.
La profesora se quedó congelada, si ocurriera eso sería desastroso. Incluso vendrían medios de noticias locales. Toda la ciudad estaría hablando de lo mismo. Era un riesgo que no podían correr.
—Tranquila, Noemí —intervino una de las secretarias, una mujer joven de cabello castaño y anteojos que parecían de oficinista de los años ‘60—. Quizás ellas puedan ayudarte a encontrar tu celular.
—¿Qué? ¿A vos también te desaparecieron cosas? —Preguntó Erika.
—¿Cómo es eso de “vos”? —Dijo Noemí, con aire de indignación—. En mi época tratábamos de “usted” a los profesores.
—A mí también me desapareció el celular —comentó la bonita secretaria.
—¿Cómo es tu nombre? —Preguntó Oriana—. Así lo agrego a nuestra lista.
—Me llamo Gabriela Conte.
Las chicas hicieron silencio y la miraron.
—¿Tenés alguna relación con Esperanza Conte? —Quiso saber Siara.
—Sí, ella es mi hermana mayor.
Esperanza Conte, al igual que Noemí García, era miembro de la Junta Directiva. Y una de las peores a la hora de tratar con ella. Podía ser incluso más severa que la propia Noemí.
Al final las chicas consiguieron una de las llaves maestras, con eso podrían entrar a casi todas las aulas del instituto. Mientras revisaban una por una comentaron que si la hermana de Esperanza Conte era una de las damnificadas, el asunto era más serio de lo que habían imaginado. Esperanza podía armar un quilombo de proporciones bíblicas. Cuenta con mucho poder e influencia en el instituto. Es sabido que ella tiene contactos muy importantes, de los que donan generosas sumas de dinero todos los años.
—Este método de revisar puerta por puerta no me gusta —dijo Xamira—. El instituto es inmenso, vamos a tardar un montón de horas… y para colmo tenemos una sola llave, no nos podemos separar para buscar más rápido.
—Por eso tenemos que pensar lugares estratégicos —dijo Erika—. Vamos primero a los vestuarios de los clubes de deporte.
Revisaron cada lugar, para los vestuarios masculinos reclutaron algunos colaboradores temporales; pero ninguno regresó con buenas noticias. Pasaron más de una hora revisando distintos sitios y estaban cruzando un pasillo hacia la sala de música cuando Siara se detuvo en seco.
—¿Pasa algo? —Preguntó Yelena.
—Qué estúpidas que fuimos. ¡La respuesta era obvia! Si lo que intentan hacer es mandarnos un mensaje a nosotras, el único lugar posible para encontrar todo es en nuestro propio salón.
—Pero… estuvimos ahí —dijo Oriana.
—Eso fue hace más de una hora —continuó Siara—. Nos hicieron salir, para que empecemos la búsqueda, y en ese tiempo…
—Larreputísimamadrequeloparió —chilló Erika, y salió corriendo hacia la sede del club. Las demás chicas la siguieron.
En cuanto abrieron la puerta de este salón, descubrieron que Siara tenía razón. Sobre la mesa estaban todos los artículos robados. Celulares, bolsos, notebooks, etcétera. En el centro había un papel con grandes letras impresas en negro, y decía: “Son unas fracasadas”.
Las chicas detectives se sintieron abatidas. Habían jugado con ellas y atacaron específicamente su capacidad para resolver problemas. Siara, más que todas las demás, sentía el orgullo herido.
—No te preocupes —le dijo Oriana, poniendo una mano sobre su hombro—. En algún momento vamos a descubrir al responsable de todo esto.
—Así es… y yo no descartaría tan fácil a Fermín —dijo Erika—. Ahora que veo cómo terminó todo esto, es prácticamente su “modus operandi”.
—Dejemos a Fermín para otro momento —dijo Yelena—. Ahora tenemos que avisarle a todas las personas que sus cosas fueron devueltas.
—¿Y si piensan que nosotras estuvimos involucradas? —Preguntó Oriana.
Por suerte no fue así. A medida que iban devolviendo los artículos robados, pudieron escuchar los comentarios que hacían las damnificadas. A ninguna le pareció coherente que las detectives hubieran estado involucradas en los robos. Saltaba a la vista que habían intentado humillarlas… y con cierto éxito. Así que la mayoría sintió pena por ellas.
Noemí García se limitó a arrebatar su celular de las manos de Erika y se marchó sin dar las gracias.
La que sí les agradeció fue Gabriela Conte.
—Me asusté muchísimo. No sé qué hubiera hecho si alguien me roba el celular. Tengo algunas cositas algo… comprometedoras. Ups… hablé de más. No me hagan caso. En fin, un millón de gracias. De verdad.
Gabriela Conte se retiró con paso ligero, intentando esconder su cara detrás de su cabello. Estaba muy avergonzada por haber revelado el motivo de su preocupación.
—¿Están pensando lo mismo que yo? —Preguntó Siara.
—Si. Es idéntica a Moeka Kiryu, de Steins;Gate —Respondió Erika muy seria.
—No, eso no. Ni siquiera sé quién esa tal Moeka.
—Viste Stein;Gate, Siara. Lo sé porque la vimos juntas. Dijiste que te gustó mucho.
—Es cierto, pero ni me acuerdo de los personajes. Como sea… me refiero a que tal vez Uvisex robó los celulares y notebook para hallar nuevo material porno.
—Es una buena hipótesis —comentó Oriana—. Pero de verdad creés que tantas chicas puedan tener material porno en sus dispositivos.
—Y… alguna foto en tetas deben tener —dijo Xamira—. ¿Quién no se sacó nunca una foto desnuda?
—Eso es muy cierto —dijo Yelena—. Y sería material exclusivo, que no está en ninguna otra parte de internet.
—Vamos a tener que prestar atención al contenido de Uvisex —dijo Siara.
—Yo me encargo de eso —aseguró Oriana—. Voy a estar revisando todos los días, para ver si encuentro algún material de las chicas damnificadas por los robos.
-----------
Los rumores de que alguien intentaba perjudicar al club de detectives corrieron a la velocidad de la luz por todo el instituto. Veritas Sectatores, de un día para otro, dejó de ser un club que prácticamente no le importaba a nadie, a ser el más famoso de todos. Incluso tuvieron nuevas propuestas de personas que se querían unir. Al principio esto puso muy contentas a Siara y a Érica, porque estaban viendo su nuevo proyecto triunfar. Sin embargo, pensándolo con detenimiento, decidieron rechazar todas las nuevas propuestas. Esto se debió a tres grandes motivos:
Primero: muchos querían unirse sólo por morbosa curiosidad, para enterarse de lo que ocurría dentro del club y poder contarle a sus amigos y amigas.
Segundo: sería difícil coordinar investigaciones con un gran número de gente. Con el ingreso de Yelena ya sentían que tenían la cantidad apropiada de miembros y deberían pensarlo muy bien antes de incluir uno nuevo.
Tercero: y el motivo más paranoico de todos; ¿podría ser que un espía de Uvisex intentara unirse? Eso no podían permitirlo.
Unos días después parecía que el asunto del robo caería en el olvido y sería catalogado como una simple “bromita” sin grandes consecuencias. Pero todo esto cambió durante una clase de Noemí García.
La profesora se encontraba de pie frente a una gran pantalla. Todas las aulas contaban con una pantalla de televisor para poder reproducir videos. Noemí había optado por algo mucho más aburrido: las diapositivas. Estaba explicando un tema que no le interesaba a nadie, respaldando sus palabras con gráficos de torta y estadísticas varias. La mayoría de los alumnos parecían a punto de dormirse, en especial Erika, que ya estaba cabeceando. A su lado Siara le daba leves codazos en las costillas para mantenerla despierta. Ante cada codazo Erika fulminaba con la mirada a su mejor amiga, Siara debía esforzarse para contener la risa.
Fue justamente Siara la que notó que algo extraño ocurría. Su sonrisa se borró de golpe. Le pareció ver una imagen extraña en la pantalla, una mujer desnuda. Pero duró menos de un segundo. Erika se dio cuenta de que su amiga estaba mirando fijamente la pantalla y cuando ella también miró, la imagen volvió a aparecer. Esta vez se quedó más tiempo y más gente pudo notarla.
La imagen de la mujer desnuda apareció de forma intermitente durante unos segundos, causando un gran revuelo en el salón. Todos empezaron a comentar por lo bajo.
—Silencio —ordenó Noemí García, dándole la espalda al televisor—. Presten atención porque este tema va a entrar en el próximo exámen. —De pronto los murmullos pasaron a ser comentarios en voz alta—. ¿Qué pasa?
Noemí giró la cabeza, entendiendo que la mayoría de las miradas estaban puestas en la pantalla, y casi le da un infarto cuando se encontró con una mujer desnuda en una cama. Se podían ver generosas tetas que caían por efecto de la gravedad, vientre ligeramente abultado y caderas anchas, además de una llamativa mata de vellos púbicos negros. Esa mujer era la propia Noemí.
—Ay, no… no… ¿Qué es esto? ¿Qué es esto? —Preguntó aterrada—. ¿Quién está haciendo esto?
Intentó apagar el televisor pulsando un interruptor en la pared. Todos los televisores del instituto estaban conectados directamente al sistema eléctrico central, lo que los hacía más seguros y más cómodos de encender y apagar. Sin embargo, nada ocurrió. Noemí presionó el interruptor una y otra vez, y nada…
La imagen de la pantalla comenzó a moverse, allí todos los presentes entendieron que estaban mirando un video.
—¿Te gustan mucho las pijas, puta? —Preguntó una voz masculina.
—Ay… no sé… me da vergüenza decir esas cosas —respondió Noemí entre risas.
—Ay, no… no, no puede ser… no no… —repetía la Noemí real, la que debía sufrir el suplicio de verse a sí misma en un video porno… frente a sus alumnos—. No miren… no miren. Si me entero que alguno de ustedes está detrás de todo esto, los voy a expulsar…
—Nosotros no estamos haciendo nada —dijo una chica.
—Pero esta te la vas a comer toda —dijo el hombre del video.
Y esa Noemí, la de la pantalla, agarró una gran verga erecta que entró en cámara en ese instante, y dijo: “Por supuesto, me la voy a comer toda”. Acto seguido, comenzó a mamarla.
Algunas alumnas se llevaron una mano a la boca, no podían creer lo que estaban viendo. La profesora Noemí, tan recta y estricta, comiéndose una gran verga como si fuera una petera experta.
Y eso no fue todo… en cámara aparecieron una segunda y una tercera verga. Noemí agarró una sin dudarlo, la chupó por unos segundos y luego pasó a otra. El asombro en el aula no hacía más que crecer.
—¡Es mentira! —Chilló la profesora—. Todo esto es falso, no se lo crean. Alguien está intentando difamarme.
Pero sus intentos fueron en vano. El video era absolutamente real. De buena calidad, sí; pero se notaba que había sido grabado con un celular.
—Tanto que te hacés la difícil —dijo el hombre—, terminaste siendo tremenda puta.
—Ay, no me digas así… me pone mal.
—Sos bien puta, Noemí. Te hiciste la difícil pero bien que te dejaste coger cuando te agarré en el baño.
Ahí todos entendieron de quién se trataba, era el mismísimo Fermín Lanzani. Todas las miradas giraron hacia donde él y sus amigos acostumbraban sentarse y entendieron por qué había faltado a clases precisamente ese día. Ni siquiera su fiel compañero, Joaquín, estaba presente. Probablemente él era otro de los participantes del video.
Erika sintió pena por la pobre Noemí. Esa mujer le caía mal, pero no le gustaba verla llorar mientras exponían su vida sexual de esta manera.
La puerta del aula se abrió y Xamira asomó la cabeza dentro.
—Uy, acá también lo están viendo… —se acercó a Siara y a Erika—. En todos los salones se está reproduciendo lo mismo, incluso en los que están vacíos. Están intentando detenerlo…
—No creo que puedan hacerlo —comentó Siara—. Esto lo planificaron muy bien. Ese video se va a reproducir hasta el final, y nadie puede hacer nada para evitarlo.
—Ay, sí… quiero que me la metan toda… los tres. Sí, así… cogeme… uff…
La Noemí del video parecía estar pasándosela en grande. Ahora todos podían ver su jugosa concha peluda en primer plano recibiendo una buena pija dentro de ella. La mujer gemía con desesperación mientras se abría las nalgas. Delante de suyo uno de los tipos le ofrecía su verga para que la chupe.
Poco después el video cambió a otra imagen, era obvio que había sido editado con este propósito.
—Uy, no… esperen… por el culo no. Eso no era parte del acuerdo. No… hay…
Una de las vergas comenzó a entrar por su culo… y la voz de Fermín dijo:
—No te hagas la difícil, sé que te encanta meterte cosas por el culo. Tenés el celular lleno de fotos donde te metés tremendos pepinos por el orto.
—Ey, no revisen mi celular… auch…
Otro salto en la imagen. Esta vez ya le estaban dando duro y parejo por el culo, con una fuerza salvaje.
—Ay, ay… sí, así… uf… rompeme el orto… llename de pija el culo. Dame más fuerte… sí, qué rico… ay, cómo me gusta… seguí… seguí…
A esto le siguió una secuencia que mostraba a Noemí en distintas posiciones. Montando una pija mientras le metían otra por el culo. Mamando dos mientras se masturbaba y otro le daba por el culo. Chupando las tres vergas a la vez. Volviendo a montar una, con doble penetración incluída; pero esta vez recibía la eyaculación directamente en toda la cara. Fermín decía:
—Cómo te gusta tomar leche, puta de mierda. Si habrás tragado leche en los baños del instituto.
—Más de la que se imaginan —respondió Noemí, con una sonrisa tapada de blanco esperma.
Esta vez la mujer no intentó defenderse, estaba resignada. Se limitó a sentarse y lloró con las manos cubriendo su cara. Nadie en el aula sabía qué decir. Todos miraron en silencio cómo Noemí recibía tres descargas de semen en la boca, y se lo tragaba todo con entusiasmo. También hubo más anal en primer plano, como si la persona que editó el video quisiera hacer énfasis en que a Noemí le encantaba que le dieran por el culo.
El video terminó, pero el suplicio continuó, ya que esta vez todos en el instituto pudieron ver varias imágenes muy explícitas de Noemí penetrando su culo con gruesos y largos pepinos. Sonreía a la cámara como si esa fuera su afición número uno en la vida.
“Qué puta”, dijo una voz casi imperceptible en el aula.
Esto hizo que el llanto de Noemí sonara aún más fuerte y lamentable.
Por suerte para ella esta tortura no fue eterna. Aunque ahí es donde empezó el sufrimiento de las demás.
En pantalla apareció una chica rubia muy bonita que se estaba metiendo un gran consolador en la concha. En el aula algunos la reconocieron, en especial Xamira, porque era compañera suya del curso 1-B: Irene Gómez Haltz.
La rubia se hizo tremenda paja durante unos segundos y luego aparecieron en pantalla varias fotos de ella desnuda en distintas posiciones.
La siguiente chica en aparecer fue Belén Di Sancti, del curso 2-B y compañera de Yelena. Belén estaba chupando una buena verga en el baño del instituto. El video fue breve, pero duró lo suficiente como para verla con la cara llena de semen.
Siara recibió una llamada mientras miraban esto.
—Pasó algo muy loco —dijo Oriana, desde el otro lado de la línea—. Me acaba de llegar un e-mail lleno de material porno. Hay varias alumnas del instituto… e incluso está…
—Noemí García —dijo Siara.
—Sí, cómo sabés?
—Porque vimos ese video en la pantalla del salón. Alguien está transmitiendo esto en vivo en todos los salones.
—Ay, no puede ser… ¿todo este material?
—Eso parece. Y me juego la vida a que estas son las chicas a las que les desaparecieron las cosas. Compará el e-mail con la lista de nombres. Avisame si llegás a averiguar algo más. Ah, y esta tarde ni te molestes en venir al instituto. Seguramente van a suspender las clases hasta próximo aviso. Nos reunimos en mi casa dentro de un par de horas.
—Perfecto.
Cortaron la llamada.
En pantalla siguieron desfilando chicas del instituto en situaciones sumamente eróticas. Varias eran solo fotos de desnudos parciales o totales, pero había material que parecía sacado de las mejores páginas porno.
Erika se sorprendió al ver una cara reconocible: era la chica con la que chocó a la salida del vestuario: Noelia Castelli.
Estaba sentada en un sofá mientras un hombre le decía:
—¿Qué tantas ganas tenés de ser modelo?
—Muchísimas…
—¿Y estás dispuesta a hacer todo lo necesario para conseguirlo? Si bien sos preciosa, hay muchas chicas lindas. Solo unas pocas llegan a modelar en las mejores pasarelas.
—Estoy dispuesta a hacer lo que sea.
A continuación la pantalla mostró a Noelia Castelli de rodillas en el piso, con sus pequeñas tetas a la vista. Estaba chupando dos vergas al mismo tiempo, alternando entre una y otra.
—Estás mostrando mucho entusiasmo —dijo el segundo hombre—, dale… seguí así. Mostranos qué más podés hacer…
Y eso otro que Noelia podía hacer era aguantar una doble penetración. Una de las vergas castigaba su culo mientras ella montaba la otra como si fuera una “cowgirl” hiperactiva. Al girar la cabeza todos pudieron verla sonreír con la cara llena de semen.
—Les dije que me bancaba las dos pijas a la vez.
—Se nota que no es la primera vez que hacés esto, putita…
—No, para nada… —respondió ella, entre risas—. Y estoy dispuesta a entregar el culo todas las veces que sea necesario.
Algunas de las imágenes mostraron a chicas en situaciones lésbicas, pero el primer video que mostró a una chupando una concha fue una alumna de ese mismo curso, el 1-A. Se trataba de Pia Prodan. Una chica delgada, de grandes ojos verdes, cabello castaño y boquita sensual.
—Ay, no… noo… no… —exclamó ella al verse en pantalla. Se cubrió la mano con la boca y miró a la profesora, como si estuviera buscando que ella la salvara.
Aunque Erika entendió que en realidad la miraba porque Noemí también estaba involucrada. En el video Pia Prodan le pasaba la lengua tímidamente a una concha peluda de labios carnosos, se notaba que era una mujer con varios años más que ella. Cuando la cámara giró, en pantalla apareció la mismísima Noemí García, quien resignada se limitó a suspirar.
—Dale, chiquita… si querés aprobar, tenés que ponerle más ganas.
Pia Prodan sonrió y aumentó el énfasis con el que chupaba la concha de su profesora.
—Me quiero matar, no puede ser —dijo la Pia del salón de clases.
Durante unos largos segundos pudieron ver cómo ella se mostraba muy entretenida con la tarea de practicarle sexo oral a su profesora. Hasta que Noemí dijo:
—Abrí la boquita, nena… tengo una sorpresa para vos.
Pia obedeció y en ese instante una gran cantidad de líquido transparente comenzó a salir de la concha de Noemí, directamente a la boca y la cara de la entusiasmada Pia, que recibió una abundante “lluvia dorada” por parte de su profesora.
Las Pia y Noemí presentes en el aula se miraron como si dijeran: “Ahora todo el mundo conoce nuestro secreto, estamos jodidas”.
Mientras la lluvia dorada continuaba, la chica dio varias lamidas a la concha, demostrando que no sentía ningún tipo de rechazo ante esta práctica.
—Ahora me toca a mí —dijo la Noemí del video—. ¿O creíste que me iba a quedar con las ganas de probar una concha tan rica?
Pia soltó una risita tímida y acto seguido la pantalla mostró a Noemí García chupando la concha completamente depilada de su alumna. Lo hizo con total entrega, dando a entender que no era la primera vez que probaba el sexo lésbico.
—¿Y profe? ¿Estoy aprobada?
—Mmm… eso depende. ¿Me lo vas a dar?
Pia soltó una risita tímida y divertida, en pocos segundos ella ya estaba orinando en la boca de su profesora. Noemí también mostró gran entusiasmo ante esto, incluso pegó su boca a los labios vaginales de Pia, para recibirlo todo justo allí dentro.
—Profe —dijo la Pia del salón, completamente resignada y con lágrimas en los ojos—. No importa lo que pase de ahora en adelante, solo quiero decirle que me gustó mucho hacer eso con usted… y no me arrepiento de nada. No lo hice por la nota. Lo hice porque quería. —Noemí no dijo nada, pero asintió con la cabeza. Luego se dio vuelta y miró al resto del salón—. Sí, soy lesbiana… y me gusta que me meen la cara. ¿Tienen algún problema con eso?
Silencio.
Después de esta incómoda pausa, Ana Paula Rossi, una de las alumnas, dijo:
—Si ustedes lo disfrutaron, entonces me parece perfecto. No tienen que sentir vergüenza por nada. Vergüenza debería darle a la persona que publicó este video.
Varios estuvieron de acuerdo con ella, sin embargo, las exposiciones aún no habían terminado.
La siguiente víctima fue la secretaria: Gabriela Conte.
Apareció montanto la imponente verga de un negro. Era una anaconda venosa, firme como un roble. La bella Gabriela saltaba sobre ella como si no le costara nada recibir semejante miembro dentro de su concha.
A continuación el video saltó a otra imagen, donde mostraba a Gabriela en cuatro sobre la cama, esta vez recibiendo la verga por el culo. Todos se sorprendieron al ver cómo esa enorme pija lograba abrirse camino dentro de ella. Gabriela es de las que cogen en silencio; pero esta vez sus gemidos se hicieron notar. Eran de pura agonía, sufrimiento… y extremo placer. El negro le estaba dando tremenda culeada, con mucha potencia, dando a entender que no era, ni por asomo, la primera experiencia de sexo anal de Gabriela.
Este fue el gran numerito final del video, y Siara pensó que tenía mucho sentido terminar con esto. Estaban exponiendo a una de las secretarias del instituto y nada más y nada menos que a la hermana menor de Esperanza Conte.
Tal y como Siara había predicho, todos los alumnos fueron enviados a su casa de inmediato. La junta directiva necesitaba reunirse, para tomar cartas en el asunto. Supusieron que al dispersar los alumnos reducirían los rumores; pero todos habían recibido el mismo e-mail que mencionó Oriana.
Con un rápido vistazo descubrieron que se trataba de todo el material que habían visto en clases, pero sin ediciones. Podían disfrutar de los videos al completo e incluso de más fotos eróticas y videos cortos que no se habían mostrado.
—Todo el material corresponde a las chicas de la lista —escribió Oriana en el grupo de Whatsapp del club—. Y hay un montón. Los pajeros y pajeras del instituto se van a hacer un festín.
Después de leer este mensaje, Erika le escribió al Japo.
—Gordito hijo de puta… ¿vos tenés algo que ver con esto?
—No, tetona chupa pijas. Yo no fui. Jamás haría público material de tan buena calidad. ¡Qué desperdicio!
—Más te vale que no tengas nada que ver, sino te cago a trompadas.
A esto el Japo respondió enviando una foto de Erika comíendole la verga, con el mensaje:
—Chupame bien los huevos, putita petera.
Erika hizo un berrinche tan fuerte que Siara y Xamira tuvieron que sujetarla cuando iban caminando por la calle. Erika tenía ganas de darle una trompada a cualquier transeúnte que se le cruzara, al grito de: “¡Gordito, la concha de tu madre, te voy a matar!” Por suerte lograron contenerla y no golpeó a nadie.
Las cinco integrantes de Veritas Sectatores se reunieron en la casa de Siara, y la primera sospecha fue expuesta por Xamira:
—Es muy probable que Fermín nos haya mentido. Casualmente faltó hoy a clases.
—Muy cierto —dijo Yelena—. Algo tiene que saber… o alguien le avisó antes.
—Lamentablemente no podemos avanzar mucho hasta que se reanuden las clases normalmente —comentó Oriana.
—Creo que sí podemos avanzar. Se me ocurrió una idea. Erika, ¿tenés el teléfono de la periodista de Caleidoscopio? Cándida Zambrano.
—¿De Candy? Sí… ¿Acaso querés que ella publique algo?
—No, pero sería bueno que nos ayude a investigar. A los del instituto no le va a extrañar que una periodista empiece a hacer preguntas después de semejante escándalo. No van a estar muy dispuestos a responder; pero ella tiene más chances que nosotras.
—Es una buena idea —aceptó Erika—. Ahora mismo la llamo. Cuanto antes se ponga a trabajar en esto, mejor.
Pasaron el resto de la tarde analizando cada foto y cada video. Las cuatro integrantes originales tuvieron que aguantar sus ganas de masturbarse en grupo, porque no sabían cómo Yelena se tomaría esta práctica, en especial teniendo en cuenta que ella tiene verga, y no vagina. ¿La estarían poniendo en una situación muy incómoda? Consideraron que era demasiado pronto para hacerlo.
Todos mis links:
https://magic.ly/Nokomi
1 comentarios - Intriga Lasciva - El Instituto [36]