Me llamo Natalia y tengo 19 años, soy bajita, delgada, morena y tengo el cabello largo, nada fuera de lo común, de hecho soy una chica bastante común. Hace unos meses decidí dejar de estudiar la prepa para entrar a trabajar como empleada en una tienda de chinos en el centro de mi ciudad. No es que me apasionara el trabajo, pero necesitaba dinero y no tenía muchas opciones. Además, siempre me han gustado los productos asiáticos, sobre todo los dulces y las figuritas. A veces bromeo diciendo que mi objetivo es conquistar a un chino lindo y volverme la patrona de uno de sus negocios jeje, pero la verdad es que no he visto a ninguno que me llame la atención, la mayoría son viejos y nada guapos.
Lo que sí he visto es a un diablero de nombre Mateo, que trae vueltas locas a todas las empleadas de la misma calle donde trabajo (Un diablero es alguien que se dedica a transportar mercancía en un diablito, un carrito metálico con dos ruedas). Mateo es alto, moreno y musculoso (según varias compañeras que han salido con el está muy bien dotado), siempre anda con una camiseta sin mangas y un pantalón vaquero. Tiene el pelo negro un poco rizado, y unos ojos verdes que parecen dos esmeraldas. También tiene una sonrisa encantadora y un tatuaje de una serpiente en el brazo derecho.
Al principio lo veía como alguien insignificante y mugroso, que siempre olía a sudor y a polvo. No me gustaba que me mirara con descaro, ni que me dijera piropos cada vez que pasaba cerca de el. Me parecía un tipo vulgar y atrevido, que solo quería ligar con todas las muchachitas que pudiera. Por eso lo ignoraba y lo rechazaba, aunque mis compañeras me decían que era un buen partido y que no fuera tan tonta.
Pero un día, todo cambió. Fue un viernes por la tarde, cuando salí del trabajo y me dirigí a la parada del autobús. Estaba esperando a que llegara mi transporte, cuando vi a Mateo acercarse a mí con su diablito. Pensé que iba a molestarme otra vez, pero me sorprendió al ofrecerme una cerveza. Me dijo que había una chelería cerca, y que si quería acompañarlo a tomar algo, el invitaba. Me quedé sin saber qué decir, y él aprovechó para insistir con su acento chilango. Me dijo que no me iba a arrepentir, que era un buen tipo y que solo quería conocerme mejor. Me miró con sus ojos verdes y me sonrió con su sonrisa encantadora, y yo sentí algo que no había sentido antes. Una curiosidad, una atracción, una emoción.
Así que acepté. Dejé pasar el autobús y me fui con él a la chelería. Allí nos sentamos en una mesa y pedimos dos cervezas mientras escuchábamos reggaeton a todo volumen. Empezamos a hablar, y me di cuenta de que Mateo no era tan bruto como yo pensaba. Era un chico inteligente y divertido, que tenía muchas historias que contar. Me habló de su trabajo, de su familia, de sus sueños. Me hizo reír y me hizo pensar. Me escuchó y me hizo sentir especial. Me gustó su voz, su mirada, su tacto. Me gustó él.
Pedimos otras 2 rondas de cervezas y poco a poco comencé a sentir como mi cuerpo comenzaba a traicionarme a causa del alcohol, Mateo se dio cuenta y cada vez se acercaba mucho más a mi, sentía como respiraba en mi cuello y susurraba en mi oído, yo solo me encogía de hombros y hacia una risita tonta. Mateo me dijo al oído que si quería ir con el a un sitio menos ruidoso y yo acepte sin dudar.
Caminábamos ebrios por las calles del centro y Mateo no perdia la oportunidad de tocar mi cuerpo cada que podía, me besaba y acariciaba y yo no sé lo impedía. De pronto estábamos en la entrada de un hotel de paso que decía "Promoción $120 x 3 horas", afuera había muchas prostitutas las cuales no dejaban de mirarnos. Entramos y pedimos una habitación, pagamos y nos dirigimos a la habitación 21 en el segundo piso, llegando no pude evitar notar que el lugar era bastante insalubre, la cama estaba horrible y sucia y había un aroma a baño sucio, pero por la borrachera que traía no le di importancia a nada de eso.
En cuanto Mateo cerro la puerta con seguro comencé a quitarme la ropa, Mateo cambio de actitud hacia mi, dejo de lado al chico respetuoso y carismático y comenzó a hablarme con groserías, en cuanto se dio cuenta que estaba desvistiendome lo primero que me dijo fue:
- Eres una putita ansiosa eh- yo solo sonreí con un poco de pena.
El se sentó en la cama y me dijo que sacará su verga y se la mamara, me puse frente a el semi desnuda y comencé a chupársela, el saco su celular y me empezó a grabar, yo le decía que no lo hiciera pero no le importo, dijo que era para tener un lindo recuerdo de ese momento especial. Mientras se lo chupaba no dejaba de decirme que era una puta muy sucia y que le encantaba ver mi cara de puta comiendo su verga.
Luego me pidió que me quitará toda la ropa y que me acostara en la cama, el no dejaba de grabar, me decía que estaba bien chula y que le gustaba mucho mi coño con pelitos. Ya acostada sentía como me daba vueltas la cabeza pero continúe. Mateo levantó mis piernas y comenzó a penetrarme mientras yo daba ligeros gemidos y cubría mi cara para que no me grabará. El decía que me dejara grabar para recordar lo puta que era, de pronto y sin más Mateo termino y se levantó corriendo al mini baño apestoso que había en la habitación, yo quedé sacada de onda, pensaba que habíamos pagado por 3 horas y solo habían pasado 15 minutos... Cuando salió del baño me preguntó si quería chupar su verga otra vez y yo le dije que no, insistí en que tenía que irme a casa, me vestí y le dije que ya me iba, según el, le regreso el espíritu de caballero y me dijo que me acompañaba a la parada del autobús, cuando salimos las prostitutas que estaban afuera nos rodearon y comenzaron a manosear a Mateo, yo me hice a un lado pero le quite el celular a Mateo entre tanto manoseo. Seguí mi camino y Mateo gritó que lo estaban robando, yo corrí y lo deje. Llegué a la parada y me fui a casa.
Al día siguiente Mateo estuvo alardeando que me había hecho su puta y que nadie se resistía a el, pero yo negué todo, dije que si fuimos a beber una cerveza pero que se puso pedo con muy poco y mejor me fui a casa. Borre toda su evidencia y le vendí su celular a otro diablero.
Y así fue como tuve una decepcionante aventura con el famoso Mateo un diablero con una falsa fama de seductor.
Lo que sí he visto es a un diablero de nombre Mateo, que trae vueltas locas a todas las empleadas de la misma calle donde trabajo (Un diablero es alguien que se dedica a transportar mercancía en un diablito, un carrito metálico con dos ruedas). Mateo es alto, moreno y musculoso (según varias compañeras que han salido con el está muy bien dotado), siempre anda con una camiseta sin mangas y un pantalón vaquero. Tiene el pelo negro un poco rizado, y unos ojos verdes que parecen dos esmeraldas. También tiene una sonrisa encantadora y un tatuaje de una serpiente en el brazo derecho.
Al principio lo veía como alguien insignificante y mugroso, que siempre olía a sudor y a polvo. No me gustaba que me mirara con descaro, ni que me dijera piropos cada vez que pasaba cerca de el. Me parecía un tipo vulgar y atrevido, que solo quería ligar con todas las muchachitas que pudiera. Por eso lo ignoraba y lo rechazaba, aunque mis compañeras me decían que era un buen partido y que no fuera tan tonta.
Pero un día, todo cambió. Fue un viernes por la tarde, cuando salí del trabajo y me dirigí a la parada del autobús. Estaba esperando a que llegara mi transporte, cuando vi a Mateo acercarse a mí con su diablito. Pensé que iba a molestarme otra vez, pero me sorprendió al ofrecerme una cerveza. Me dijo que había una chelería cerca, y que si quería acompañarlo a tomar algo, el invitaba. Me quedé sin saber qué decir, y él aprovechó para insistir con su acento chilango. Me dijo que no me iba a arrepentir, que era un buen tipo y que solo quería conocerme mejor. Me miró con sus ojos verdes y me sonrió con su sonrisa encantadora, y yo sentí algo que no había sentido antes. Una curiosidad, una atracción, una emoción.
Así que acepté. Dejé pasar el autobús y me fui con él a la chelería. Allí nos sentamos en una mesa y pedimos dos cervezas mientras escuchábamos reggaeton a todo volumen. Empezamos a hablar, y me di cuenta de que Mateo no era tan bruto como yo pensaba. Era un chico inteligente y divertido, que tenía muchas historias que contar. Me habló de su trabajo, de su familia, de sus sueños. Me hizo reír y me hizo pensar. Me escuchó y me hizo sentir especial. Me gustó su voz, su mirada, su tacto. Me gustó él.
Pedimos otras 2 rondas de cervezas y poco a poco comencé a sentir como mi cuerpo comenzaba a traicionarme a causa del alcohol, Mateo se dio cuenta y cada vez se acercaba mucho más a mi, sentía como respiraba en mi cuello y susurraba en mi oído, yo solo me encogía de hombros y hacia una risita tonta. Mateo me dijo al oído que si quería ir con el a un sitio menos ruidoso y yo acepte sin dudar.
Caminábamos ebrios por las calles del centro y Mateo no perdia la oportunidad de tocar mi cuerpo cada que podía, me besaba y acariciaba y yo no sé lo impedía. De pronto estábamos en la entrada de un hotel de paso que decía "Promoción $120 x 3 horas", afuera había muchas prostitutas las cuales no dejaban de mirarnos. Entramos y pedimos una habitación, pagamos y nos dirigimos a la habitación 21 en el segundo piso, llegando no pude evitar notar que el lugar era bastante insalubre, la cama estaba horrible y sucia y había un aroma a baño sucio, pero por la borrachera que traía no le di importancia a nada de eso.
En cuanto Mateo cerro la puerta con seguro comencé a quitarme la ropa, Mateo cambio de actitud hacia mi, dejo de lado al chico respetuoso y carismático y comenzó a hablarme con groserías, en cuanto se dio cuenta que estaba desvistiendome lo primero que me dijo fue:
- Eres una putita ansiosa eh- yo solo sonreí con un poco de pena.
El se sentó en la cama y me dijo que sacará su verga y se la mamara, me puse frente a el semi desnuda y comencé a chupársela, el saco su celular y me empezó a grabar, yo le decía que no lo hiciera pero no le importo, dijo que era para tener un lindo recuerdo de ese momento especial. Mientras se lo chupaba no dejaba de decirme que era una puta muy sucia y que le encantaba ver mi cara de puta comiendo su verga.
Luego me pidió que me quitará toda la ropa y que me acostara en la cama, el no dejaba de grabar, me decía que estaba bien chula y que le gustaba mucho mi coño con pelitos. Ya acostada sentía como me daba vueltas la cabeza pero continúe. Mateo levantó mis piernas y comenzó a penetrarme mientras yo daba ligeros gemidos y cubría mi cara para que no me grabará. El decía que me dejara grabar para recordar lo puta que era, de pronto y sin más Mateo termino y se levantó corriendo al mini baño apestoso que había en la habitación, yo quedé sacada de onda, pensaba que habíamos pagado por 3 horas y solo habían pasado 15 minutos... Cuando salió del baño me preguntó si quería chupar su verga otra vez y yo le dije que no, insistí en que tenía que irme a casa, me vestí y le dije que ya me iba, según el, le regreso el espíritu de caballero y me dijo que me acompañaba a la parada del autobús, cuando salimos las prostitutas que estaban afuera nos rodearon y comenzaron a manosear a Mateo, yo me hice a un lado pero le quite el celular a Mateo entre tanto manoseo. Seguí mi camino y Mateo gritó que lo estaban robando, yo corrí y lo deje. Llegué a la parada y me fui a casa.
Al día siguiente Mateo estuvo alardeando que me había hecho su puta y que nadie se resistía a el, pero yo negué todo, dije que si fuimos a beber una cerveza pero que se puso pedo con muy poco y mejor me fui a casa. Borre toda su evidencia y le vendí su celular a otro diablero.
Y así fue como tuve una decepcionante aventura con el famoso Mateo un diablero con una falsa fama de seductor.
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