La aplicación rectal de abundantes dosis de semen masculino refuerza personalidades bajoneadas.
El relato saldrá en dos partes.
1: Descubriendo
Lucas siempre fue un pendejo lindo, las pibas se lo disputaban.
Debutó bien temprano con su prima y aún en la secu se le dio: Débora, el mejor culo de la escuela, un culazo, le dijo "esta tarde estoy sola en casa, venís a estudiar.....? Esa tarde fue directo al culo, su primer culo, su furor pendex dejó el esfinter de Débora roto para siempre, herramienta no le faltaba.
Débora fue su "novia" temprana, y él pasó a ser el gran macho de la escuela, pero a la tercera garchada, con el culo ardiendo, ya Débora exigió pija por la concha. Lucas se la dio, y en abundancia, tal vez demasiado.
Sin siquiera imaginarlo nació Martín, y Débora y Lucas debieron aprender a ser padres adolescentes. No lo hicieron mal, y con la ayuda de la familia, Lucas terminó la secundaria y la Universidad y se empleó como Contador en un importante Estudio.
La relación entre Lucas y su hijo era maravillosa, con tan poca diferencia de edad, hablaban el mismo lenguaje.
Cuando Martín andaba por los 18, un fin de semana largo, se fue con la madre a Pinamar a alquilar depa para las vacaciones. Lucas se quedó en la casa porque tenía contabilidad atrasada. La tarde del sábado estaba más que calurosa. Lucas estaba en shorts con su laptop trabajando en una mesita cerca de la pileta, bueno, trabajando es un decir, un amigo le había enviado un link a un video donde una morocha tetona le hacía la paja con las tetas a un tipo que tenía como 20 cm de pija venosa y gruesa y Lucas estaba mirando fascinado esas tetas turgentes donde la verga se perdía. Cuando sonó el timbre, estaba al palo, con el short era difícil de ocultar. Era Gustavo, un compañero de la secundaria de Martín. Se saludaron a la argentina, con un beso en la mejilla. Gus vio el bulto, Lucas se puso incómodo y la incomodidad se lo bajó bien rápido.
-Hola Gus, cómo andás?
-Hola Lucas, está Martín?
-No, se fue a la costa, pero pasá, pasá!
-Pero...
-Dale, estás todo transpirado, te sirvo algo fresco y después te vas.
Gustavo aceptó. Lucas lo llevó a la pileta, lo hizo sentar a la mesa donde había dejado la laptop y fue a buscarle un vaso de coca fría.
Cuando regresó, el chico estaba con los ojos clavados en la laptop. Zas!!!, se había olvidado de cerrar el video de la morocha, que ahora estaba mamando golosa el palote del macho.
-Disculpá Gus, un amigo me mandó el video y me estaba distrayendo un rato. Querés un chorro de fernet en la coca?
-Bueno
Conversaron de una cosa, conversaron de otra. Lucas por primera vez comenzó a prestarle atención a un pibe, rubiecito, blanquito, de gestos suaves, bien formado, habían hecho toda la secundaria juntos, y jugaba con Martín al handball en el club, ojos grandes y soñadores, que no le sostenían la mirada sino que cuando le hablaba, se iban hacia abajo, más precisamente parecía que Gustavo le miraba el bulto. Qué raro, no?
El calor era insoportable.
-Che, Gus, no querés tirarte a la pileta? Te presto un short de Martín, más o menos son del mismo talle, no?
Gustavo lo pensó un rato. Suspiró como resignándose a alguna fuerza interior que lo dominaba, y aceptó.
Cuando Lucas regresó con el short de las palmeras, Gustavo era otro, sonreía sensualmente, sus dedos golpeteaban la mesa, el sol reverberaba sobre su cabello claro. Ya se había quitado la chomba y mostraba su pecho perfecto y totalmente lampiño.
Ante el asombro de Lucas que pensaba que Gus se iría cambiar al baño o al dormitorio de Martín, conocía la casa perfectamente, el chico se paró delante de él, le dio la espalda y se quitó despaciosamente la bermuda dejando ver un bóxer negro ajustado, que con la transpiración se le había pegado a las nalgas y metido bien dentro de la raya. Lucas no pudo dejar de admirar el orto del pibe. Mejor que el de Débora?... francamente si. O sería que las dos noches que llevaba sin coger y el video de la morocha lo habían excitado demasiado?
Sonriéndole descaradamente, Gustavo se lo fue bajando despacito, era sin duda alucinante!, de curvas perfectas. Lucas extrañado, sintió crecer su verga. Nooo, pará, es un pibe!!, su cabeza de arriba y su cabeza de abajo estaban descoordinadas.
Sus ojos estaban clavados en las nalgas de Gustavo, no lo podía evitar.
-Le gusta mi culito, Lucas? Lucas no supo qué responder, su pija cada vez más dura, sus ojos fascinados. Gus comenzó a acariciarse las nalgas
-Y???,le gusta?
-Si, no, bue, si, bue no se.- Lucas estaba completamente turbado como nunca lo había estado.
Gustavo se dio vuelta, su pija dormida aún colgaba hermosa entre sus piernas, apoyó sus manos sobre las rodillas de Lucas, bajó los ojos hacia la carpa que tenía Lucas en el short y luego lo miró directo.
-La tenés dura, te gusto, qué estás dudando?, metémela y te voy a hacer gozar más que tu mujer. Su mano comenzó a acariciar sensualmente el bulto enorme en el short de Lucas.
-Lucas enloqueció, su short voló por el aire, llevó al pibe al césped, lo puso boca abajo y se la clavó de una. El culo estaba seco, pero la calentura era grande, Gustavo gritó de dolor, pero igualmente empujó la cadera hacia arriba para clavársela más. A Lucas le dolía la pija, pero no podía controlarse.
-Espere, Lucas, espere, escúpamelo un poquito. Lucas miró alrededor, agarró el pomo de bronceador, le metió un buen chorro en el agujerito y se untó la pija. Ahora sí, la pija se deslizó suave hasta el fondo de ese culito perfecto.
Gemidos, ardores, palabras guarras, y un polvo gigante como jamás había eyaculado Lucas. El segundo, el tercero, fueron en la cama matrimonial. Luego de la maratón Gustavo se quedó dormido boca abajo, la cabeza de costado, una sonrisa en los labios y una expresión de tranquilidad y dulzura en el rostro como nunca había visto en Débora ni siquiera luego de una orgía de sexo. Lucas apoyó su espalda en el respaldo de la cama y mientras acariciaba las nalguitas de Gustavo se puso a pensar en lo que había sucedido.
Qué loco!, el pendejo se lo había levantado descaradamente, -y bueno!, al que quiere se le da-, pensó Lucas como buen macho argentino. Pero era un pendejo, no era una mina!, - y con ese culo, ¿qué importa lo que sea?-, la no muy puritana conciencia de Lucas lo calmó. Comenzó a considerar que Gus era amigo de Martín y tenía la misma edad que Martín. Pensó en su hijo, entre ellos nunca había habido vergüenzas, se mostraban habitualmente los dos en bolas con todo desparpajo y la verdad, Martincito tenía también un orto más que bueno y una verga que por suerte había salido de su genética, como de 20 cm, por suerte porque sus cuñas eran bastante pijines. Nunca había sentido deseo por Martín, ahora, ¿lo sentiría?, ¿se le pararía la pija si lo veía en bolas? Nooo, antes de cogerse a Martín, se la cortaba y se la tiraba a los perros!
Gustavo se despertó y le tiró un beso con los labios
-No durmió Lucas?-
-No me trates de usted, ahora que te rompí el culo, creo que me podés tutear, no?- Gustavo se rió
-Si, tenés razón Luqui, pero mi mamá me enseñó a ser respetuoso con los mayores, jeje-
-Che, hablando de eso, no le vas a contar nada a Martín, no?- Gustavo hizo un mohín bien marica de desencanto.
-Ay, yo que con esto pensaba convencerlo que me haga la colita también!, ¿no puedo?-
-Mejor no, además no creo que Martín te garche, si se cansa de voltear minas!-
-Ay, Luquitas, ¿con quién te creés que debutó tu hijito?-
-¿Con vos?
-Si papito- dijo Gustavo con una sonrisa pícara. -Una tarde después de handball nos estábamos bañando en bolas como siempre en el club, no sé, tal vez se dio cuenta que yo le miraba la verga y mientras nos secábamos nos pusimos a hablar de "eso". Me contó que él nunca lo había hecho, y me preguntó si yo alguna vez había cogido, le dije que si, muchas veces, pero que lo hacía de otra forma. Con ojos grandes me preguntó "¿cómo?", y le dije "yo me dejo, vamos a casa y me rompés el culo hasta cansarte, querés?".
-Y fueron?-
-Wow si fuimos!, me dejó aplastado contra el colchón de tantas veces que me cogió. Pero bueno, después Jessica me lo robó y nunca más me quiso coger. Despreocupate, que yo sepa, es bien machito-
Lucas sonrió. -Y yo que soy ahora?-
-Mmm, no se, bisexual?, sólo un polvo para probar y nada mas?, o te di vuelta la cabeza?. Vos dirás...
La realidad es que Gustavo le dio vuelta la cabeza. Lucas nunca más fue el mismo. En seis meses se separó de Débora. A la semana le contó todo a su hijo, que, pleno milenial, le sonrió, lo abrazó y le preguntó -sigue estando rebueno el Gus, ¿no? -
Su sexualidad verdadera, la que tal vez su temprano matrimonio no le permitió descubrir, estalló dentro de él. Como si quisiera recuperar el tiempo perdido, el dos ambientes que alquiló en Palermo fue el campo de experimentación donde probó un culito tras otro, donde besó una boca tras otra, donde acarició pijas y gozó de los gemidos de un putito tras otro y donde con cada nuevo tipo que se comía reafirmaba su verdadero yo sexual. Mujeres?, nooo, eso fue un "pecado de juventud", lo que sentía cuando su pija exploraba la tibieza del canalito de un macho joven no se comparaba con nada. Martín, que cada semana veía a su viejo con un "amigo" diferente, en broma le decía que menos mal que eran pibes, que si fueran minas en un año iba a tener una docena de hermanos! A veces Gustavo se instalaba una semana en el depto. y le dejaba los huevos secos y doloridos, a veces algún amigo con derechos, pero las más de las veces un aspirante a tenerlos, entraba al depa un viernes, serio, reconcentrado y nervioso, y salía del depa un domingo sonriendo feliz y con un meneo en la cadera que antes no tenía.
(continuará)
El relato saldrá en dos partes.
1: Descubriendo
Lucas siempre fue un pendejo lindo, las pibas se lo disputaban.
Debutó bien temprano con su prima y aún en la secu se le dio: Débora, el mejor culo de la escuela, un culazo, le dijo "esta tarde estoy sola en casa, venís a estudiar.....? Esa tarde fue directo al culo, su primer culo, su furor pendex dejó el esfinter de Débora roto para siempre, herramienta no le faltaba.
Débora fue su "novia" temprana, y él pasó a ser el gran macho de la escuela, pero a la tercera garchada, con el culo ardiendo, ya Débora exigió pija por la concha. Lucas se la dio, y en abundancia, tal vez demasiado.
Sin siquiera imaginarlo nació Martín, y Débora y Lucas debieron aprender a ser padres adolescentes. No lo hicieron mal, y con la ayuda de la familia, Lucas terminó la secundaria y la Universidad y se empleó como Contador en un importante Estudio.
La relación entre Lucas y su hijo era maravillosa, con tan poca diferencia de edad, hablaban el mismo lenguaje.
Cuando Martín andaba por los 18, un fin de semana largo, se fue con la madre a Pinamar a alquilar depa para las vacaciones. Lucas se quedó en la casa porque tenía contabilidad atrasada. La tarde del sábado estaba más que calurosa. Lucas estaba en shorts con su laptop trabajando en una mesita cerca de la pileta, bueno, trabajando es un decir, un amigo le había enviado un link a un video donde una morocha tetona le hacía la paja con las tetas a un tipo que tenía como 20 cm de pija venosa y gruesa y Lucas estaba mirando fascinado esas tetas turgentes donde la verga se perdía. Cuando sonó el timbre, estaba al palo, con el short era difícil de ocultar. Era Gustavo, un compañero de la secundaria de Martín. Se saludaron a la argentina, con un beso en la mejilla. Gus vio el bulto, Lucas se puso incómodo y la incomodidad se lo bajó bien rápido.
-Hola Gus, cómo andás?
-Hola Lucas, está Martín?
-No, se fue a la costa, pero pasá, pasá!
-Pero...
-Dale, estás todo transpirado, te sirvo algo fresco y después te vas.
Gustavo aceptó. Lucas lo llevó a la pileta, lo hizo sentar a la mesa donde había dejado la laptop y fue a buscarle un vaso de coca fría.
Cuando regresó, el chico estaba con los ojos clavados en la laptop. Zas!!!, se había olvidado de cerrar el video de la morocha, que ahora estaba mamando golosa el palote del macho.
-Disculpá Gus, un amigo me mandó el video y me estaba distrayendo un rato. Querés un chorro de fernet en la coca?
-Bueno
Conversaron de una cosa, conversaron de otra. Lucas por primera vez comenzó a prestarle atención a un pibe, rubiecito, blanquito, de gestos suaves, bien formado, habían hecho toda la secundaria juntos, y jugaba con Martín al handball en el club, ojos grandes y soñadores, que no le sostenían la mirada sino que cuando le hablaba, se iban hacia abajo, más precisamente parecía que Gustavo le miraba el bulto. Qué raro, no?
El calor era insoportable.
-Che, Gus, no querés tirarte a la pileta? Te presto un short de Martín, más o menos son del mismo talle, no?
Gustavo lo pensó un rato. Suspiró como resignándose a alguna fuerza interior que lo dominaba, y aceptó.
Cuando Lucas regresó con el short de las palmeras, Gustavo era otro, sonreía sensualmente, sus dedos golpeteaban la mesa, el sol reverberaba sobre su cabello claro. Ya se había quitado la chomba y mostraba su pecho perfecto y totalmente lampiño.
Ante el asombro de Lucas que pensaba que Gus se iría cambiar al baño o al dormitorio de Martín, conocía la casa perfectamente, el chico se paró delante de él, le dio la espalda y se quitó despaciosamente la bermuda dejando ver un bóxer negro ajustado, que con la transpiración se le había pegado a las nalgas y metido bien dentro de la raya. Lucas no pudo dejar de admirar el orto del pibe. Mejor que el de Débora?... francamente si. O sería que las dos noches que llevaba sin coger y el video de la morocha lo habían excitado demasiado?
Sonriéndole descaradamente, Gustavo se lo fue bajando despacito, era sin duda alucinante!, de curvas perfectas. Lucas extrañado, sintió crecer su verga. Nooo, pará, es un pibe!!, su cabeza de arriba y su cabeza de abajo estaban descoordinadas.
Sus ojos estaban clavados en las nalgas de Gustavo, no lo podía evitar.
-Le gusta mi culito, Lucas? Lucas no supo qué responder, su pija cada vez más dura, sus ojos fascinados. Gus comenzó a acariciarse las nalgas
-Y???,le gusta?
-Si, no, bue, si, bue no se.- Lucas estaba completamente turbado como nunca lo había estado.
Gustavo se dio vuelta, su pija dormida aún colgaba hermosa entre sus piernas, apoyó sus manos sobre las rodillas de Lucas, bajó los ojos hacia la carpa que tenía Lucas en el short y luego lo miró directo.
-La tenés dura, te gusto, qué estás dudando?, metémela y te voy a hacer gozar más que tu mujer. Su mano comenzó a acariciar sensualmente el bulto enorme en el short de Lucas.
-Lucas enloqueció, su short voló por el aire, llevó al pibe al césped, lo puso boca abajo y se la clavó de una. El culo estaba seco, pero la calentura era grande, Gustavo gritó de dolor, pero igualmente empujó la cadera hacia arriba para clavársela más. A Lucas le dolía la pija, pero no podía controlarse.
-Espere, Lucas, espere, escúpamelo un poquito. Lucas miró alrededor, agarró el pomo de bronceador, le metió un buen chorro en el agujerito y se untó la pija. Ahora sí, la pija se deslizó suave hasta el fondo de ese culito perfecto.
Gemidos, ardores, palabras guarras, y un polvo gigante como jamás había eyaculado Lucas. El segundo, el tercero, fueron en la cama matrimonial. Luego de la maratón Gustavo se quedó dormido boca abajo, la cabeza de costado, una sonrisa en los labios y una expresión de tranquilidad y dulzura en el rostro como nunca había visto en Débora ni siquiera luego de una orgía de sexo. Lucas apoyó su espalda en el respaldo de la cama y mientras acariciaba las nalguitas de Gustavo se puso a pensar en lo que había sucedido.
Qué loco!, el pendejo se lo había levantado descaradamente, -y bueno!, al que quiere se le da-, pensó Lucas como buen macho argentino. Pero era un pendejo, no era una mina!, - y con ese culo, ¿qué importa lo que sea?-, la no muy puritana conciencia de Lucas lo calmó. Comenzó a considerar que Gus era amigo de Martín y tenía la misma edad que Martín. Pensó en su hijo, entre ellos nunca había habido vergüenzas, se mostraban habitualmente los dos en bolas con todo desparpajo y la verdad, Martincito tenía también un orto más que bueno y una verga que por suerte había salido de su genética, como de 20 cm, por suerte porque sus cuñas eran bastante pijines. Nunca había sentido deseo por Martín, ahora, ¿lo sentiría?, ¿se le pararía la pija si lo veía en bolas? Nooo, antes de cogerse a Martín, se la cortaba y se la tiraba a los perros!
Gustavo se despertó y le tiró un beso con los labios
-No durmió Lucas?-
-No me trates de usted, ahora que te rompí el culo, creo que me podés tutear, no?- Gustavo se rió
-Si, tenés razón Luqui, pero mi mamá me enseñó a ser respetuoso con los mayores, jeje-
-Che, hablando de eso, no le vas a contar nada a Martín, no?- Gustavo hizo un mohín bien marica de desencanto.
-Ay, yo que con esto pensaba convencerlo que me haga la colita también!, ¿no puedo?-
-Mejor no, además no creo que Martín te garche, si se cansa de voltear minas!-
-Ay, Luquitas, ¿con quién te creés que debutó tu hijito?-
-¿Con vos?
-Si papito- dijo Gustavo con una sonrisa pícara. -Una tarde después de handball nos estábamos bañando en bolas como siempre en el club, no sé, tal vez se dio cuenta que yo le miraba la verga y mientras nos secábamos nos pusimos a hablar de "eso". Me contó que él nunca lo había hecho, y me preguntó si yo alguna vez había cogido, le dije que si, muchas veces, pero que lo hacía de otra forma. Con ojos grandes me preguntó "¿cómo?", y le dije "yo me dejo, vamos a casa y me rompés el culo hasta cansarte, querés?".
-Y fueron?-
-Wow si fuimos!, me dejó aplastado contra el colchón de tantas veces que me cogió. Pero bueno, después Jessica me lo robó y nunca más me quiso coger. Despreocupate, que yo sepa, es bien machito-
Lucas sonrió. -Y yo que soy ahora?-
-Mmm, no se, bisexual?, sólo un polvo para probar y nada mas?, o te di vuelta la cabeza?. Vos dirás...
La realidad es que Gustavo le dio vuelta la cabeza. Lucas nunca más fue el mismo. En seis meses se separó de Débora. A la semana le contó todo a su hijo, que, pleno milenial, le sonrió, lo abrazó y le preguntó -sigue estando rebueno el Gus, ¿no? -
Su sexualidad verdadera, la que tal vez su temprano matrimonio no le permitió descubrir, estalló dentro de él. Como si quisiera recuperar el tiempo perdido, el dos ambientes que alquiló en Palermo fue el campo de experimentación donde probó un culito tras otro, donde besó una boca tras otra, donde acarició pijas y gozó de los gemidos de un putito tras otro y donde con cada nuevo tipo que se comía reafirmaba su verdadero yo sexual. Mujeres?, nooo, eso fue un "pecado de juventud", lo que sentía cuando su pija exploraba la tibieza del canalito de un macho joven no se comparaba con nada. Martín, que cada semana veía a su viejo con un "amigo" diferente, en broma le decía que menos mal que eran pibes, que si fueran minas en un año iba a tener una docena de hermanos! A veces Gustavo se instalaba una semana en el depto. y le dejaba los huevos secos y doloridos, a veces algún amigo con derechos, pero las más de las veces un aspirante a tenerlos, entraba al depa un viernes, serio, reconcentrado y nervioso, y salía del depa un domingo sonriendo feliz y con un meneo en la cadera que antes no tenía.
(continuará)
5 comentarios - De cómo el semen sube la autoestima (relato gay)