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Mini-relato sissy: convertida en la sissy secretaria

Tengo esta fantasía desde que fui al trabajo no solo con mi castidad, bra y bombachita como siempre, sino también un plug bien metido en mi culo. Estuve tonta todo el día tonta, tentada de refregar el culo en la silla, frotar mis tetitas sobre la camisa y por sobre todo, deseando que algún macho del trabajo me descubra, tire sobre el escritorio, destroce mis pantalones de nene y se encuentre con mi conchita rellena y bombacha de volados.
-Que putita que sos -me dice-, toda una mariconcita para llenar de leche.
Yo solo puedo decir "sí, papi" con la voz de nena que me sale cuando me siento bien sissy, mientras él fuerza un agujero en mis pantis y remplaza el plug por su verga. Yo gimo como putita y de repente todos están viendo como mi compañero me coje. Mantiene mis manos en la espalda y no me permite frotar mis pezones, negandome mi posibilidad de tener un orgasmo. Pronto me encuentro usada, con el culito rebalsado de leche, los pantalones rotos y mis compañeros, entre ellos mi jefe, masturbándose alrededor mío.
-Vas a quedar preñada de toda la leche que te vamos a dar -dice mi compañero volviendo a meterme el plug. Entonces agarra un marcador indeleble y empieza a escribir algo arriba de mi culo-. "Conchita sissy, rellenar". Ya era hora de ponerte en tu lugar, mariconcita.
Yo solo puedo pensar en lo humillada que estoy y como deseo más verga y tocar mis pezones. Gimo con la nalgada que me dan, babeandome con tantas vergas erectas alrededor mío.
Inmediatamente el jefe me manda a su oficina, donde me cuenta que ya no puedo ejercer mi cargo habiendo hecho tal escena, y que me tendrá que despedir a menos que yo acate a un contrato nuevo: de ahora en adelante seré secretaria. No entiendo al principio, porque tenemos una secretaria más que competente ya, pero me explica que yo voy a otra clase de secretaria, con otras labores y puesto. Todavía tengo leche en el culo, los pantis agujereados y los pantalones abiertos, dejando todo a la vista.
-Mañana te damos tu uniforme nuevo -me explica, entregándome un papel-, y espero que lo lleves según los lineamientos de la empresa.
Leo el contrato.
.Debo estar siempre maquillada, con bra y pantis que dejen acceso a mi conchita y un plug para mantenerme lista.
.No podré desobedecer a lo que el personal me ordene, mi trabajo es ayudarles con el stress y mantener un buen ambiente.
.No puedo tener orgasmos, debo avisar cuando esté cerca de uno y se tomarán las medidas necesarias para evitarlo. Esto será necesario para el pleno cumplimiento de mi puesto.
.Dentro de la empresa, mi nombre será "mariconcita" y no puedo responder a ningún otro.
.Debo referirme a todo el personal masculino como "papi" y al femenino como "señora".
.Mi ano, pene y pezones deben ser llamados "conchita sissy", "clitty" y "tetitas" respectivamente.
.Los castigos corporales al no cumplir las espectativas del cargo son esperables.
.Debo aceptar ser castigada sin razón, si es que esto cumple con la función de entretener a mis superiores.
Miro a mi jefe, sintiéndome totalmente humillada al firmar el contrato. No puedo perder mi trabajo.
-¿Quedó todo claro, mariconcita?
-Sí, jefe.
El jefe se levanta, vuelve a tirarme sobre el escritorio y me empieza a nalguear.
-¡Perdón papi! -grito con mi mejor voz de nena.
-Me gustan los culos bien rojos, lo mismo con los pezones. Pellizcalos, putita, voy a revisar qué tan rojos están cuando termine. Y agradeceme con cada nalgada que te doy.
-¡Gracias papi! -lloro yo, comenzando a torturar mis tetitas.
Tras una larga sesión de nalgadas y pellizcos mi cola está toda roja y puedo sentir y ver cómo mis tetitas se marcan en mi ropa de lo sensibles que están. El jefe me hace levantar mi camisa y bra para confirmar que lucen tan rojos como él quiere y me da un último pellizco de cada lado que me hace gemir bien alto.
-Gracias papi...
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Mi uniforme es un vestido rosado con cuello redondo y mangas cortas, perfectamente ceñido a mi torso para marcar mis pezones y una falda agolfada pero corta como para ver mis pantis apenas me muevo. Combinado con un corbatín que apenas llegaba a mi pecho, tacones, mi maquillaje y el pin de empleado que ya no dice mi nombre sino "mariconcita", es imposible olvidar mi lugar.
Paso la mayor parte del día laboral chupando verga abajo del escritorio o dejando que usen mi conchita sissy hasta que la leche escurre por debajo de mi falda. Todos me llaman "mariconcita" como si fuera mi nombre, llamándome en los ratos libres para entretenerse pellizcando mis pezones o haciéndome decir qué soy con la voz de nena que tanto los divierte.
Cada dos días el jefe me llama a su oficina, donde controla que mis pezones y nalgas estén bien rojos, los enrojece un poco más, como a él le gustan y luego de hacerme atragantar con su leche, se encarga de reescribir con indeleble mis "recordatorios": "conchita sissy, rellenar" sobre mi culo, "clitty encerrado, no tocar" sobre mi jaulita, me hace subir mi vestido hasta dejar mi bra descubierto y escribe "tetitas, apretar' entre mis pezones, con dos flechas señalándolos, y finalmente, "me llamo mariconcita" pequeño en mi frente.
-Te encanta este trabajo, no, mariconcita? -me pregunta. Yo solo puedo pensar en qué decir para que me de más verga, pues tengo los orgasmos prohibidos según mi contrato.
-Sí papi. Amo ser una sissy secretaria.
Mi jefe asiente y mete dos dedos entre mis labios. Yo me pongo a chuparlos de inmediato, pensando en como amo ser una sissy secretaria.

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