Nunca pude imaginarme lo que la tecnología iba a hacer por mí al pasar los años, soltero y sin pareja a la vista, por lo menos de forma duradera. Tengo un trabajo bastante importante y mi situación financiera no me preocupa, por lo que vivo bastante bien, aunque no soy de muchos lujos. Tengo un hermano 4 años mayor que yo que está casado y tiene dos hijas, vive en otra ciudad menos importante que yo, pero su situación también es desahogada.
Siempre nos hemos llevado muy bien aunque la distancia nos hace vernos menos de lo que quisiéramos.
Mi cuñada Sofía es una chica bastante atractiva aunque no una belleza pero siempre me ha resultado interesante y tengo muy buena relación. Con mis sobrinas, la verdad las he tratado menos, por motivos de colegios y otros temas, pero sé que son muy guapas y simpáticas. La mayor Bea ya tendrá alrededor de 18 años y la menor Julia sobre los 16.
El caso es que hace poco me invitó mi hermano en vacaciones de verano a pasar unos días con ellos, y como hacía ya demasiado tiempo que no confraternizábamos mi hizo ilusión ir a pasar unos días con ellos,
Me agradó ver que los años no habían hecho mucha mella en nosotros y nos conservábamos bastante bien, la mayor sorpresa fue al conocer a mis sobrinas, pues después del tiempo habían crecido de una forma espectacular y tanto una como la otra eran ya dos mujercitas y sobre todo muy movidas y cariñosas.
Yo como soy bastante bromista y abierto, pronto cogí confianza con las dos y nos hicimos bastante amigos y teníamos bastante empatía.
Los días pasaron rápido, como siempre cuando se está a gusto y cuando faltaba poco para volver a mi casa hicieron una cena en mi honor, nos lo pasamos estupendamente. En el transcurso de la tertulia que siguió a la cena me explicaron que, mi sobrina mayor Bea había acabado los estudios que hacía en su ciudad y quería seguir en la universidad, pero que la carrera que había elegido tenia la impartían donde yo vivía y muy sutilmente me insinuaron si podría vivir en mi casa, por seguridad y confianza. Yo al principio aunque no me molestaba que quedé dudando ya que me rompería mi rutina de solterón pero por otra parte, la chica ya era mayorcita para ocuparse de sus asuntos, por lo que al final no puse ninguna objeción y dije que me encantaría.
Así que a las dos semanas me avisaron de que venía. En efecto, fui a la estación del tren a recogerla y con su equipaje nos fuimos a mi casa.
Yo vivo en una casa unifamiliar de dos plantas que tiene las habitaciones arriba y bajo el comedor-cocina etc. Previamente había adecentado la habitación de invitados que tiene dos camas y le dije que si necesitaba más espacio podríamos arreglarlo de alguna manera.
Por supuesto le ayude a subir todas las maletas, ordenador y libros y la dejé tranquila para que se organizara a su gusto.
Ya anochecido bajó al comedor donde ya había preparado unas ensaladas y algo frio y cenamos tranquilamente explicándole que tenia entera libertad en cuanto le apeteciera a la vez que le entregaba un juego de llaves.
Esto hizo que la leve timidez que se le notaba se desvaneciera y se mostrara más cómoda.
Hablamos de todo, de mis costumbres y de las de ella y nos convencimos que éramos personas de lo más parecidas.
La habitación de Bea está contigua a la mía y da al frente del la casa donde había un balcón corrido.
La vida transcurría normal, ella con los tramites de la universidad y yo con mi trabajo.
Yo físicamente soy bastante normal en todo y mi sobrina era bonita y resultona, sin ser un bellezon y de cuerpo tenia lo justo sin ser nada exuberante por lo que no me fijé especialmente como mujer. Además tenía el carácter un poco tímido respecto a su vida amorosa anterior y yo tampoco la forzaba a contar nada.
En la casa la verdad, yo no cambie mucho en mi modo de vivir, ni vestir y andaba por casa en pantalón corto y suéter, ella pronto se hizo a mi forma y también iba de forma informal. La verdad es que no se me ocurrió mirarla con ojos más lujuriosos de lo normal.
Como Bea al principio no tenia amigos ni conocía la ciudad, estaba la mayor parte del día en casa, si bien con el ordenador hablaba mucho con sus amigos de su ciudad, sobre todo por la noche.
Había noches que la oía desde mi habitación, que era pared con pared, como hablaba fuerte o reía por el Skipe. Yo lo encontraba normal totalmente, aunque al pasar los días me pico la curiosidad y con el truco del vaso apoyado en la pared, oía alguna cosa de lo que hablaban. Lo cierto que casi siempre era con una amiga, al parecer más intima.
Alguna vez me intrigaba que su amiga le insistía en algo y Bea reusaba entre risas, yo pensaba que con su edad era lógico, hasta que una noche estando yo acostado hacía rato y a punto de dormirme, note como la puerta de mi habitación se entreabría silenciosamente y entraba Bea de puntillas. Se coloco al lado de mi cama y me observo si dormía. Yo lógicamente me estuve quieto y al momento note como el calor de su mano subía por mi muslo y sin tocarme se metía bajo el pantalón del pijama que es bastante holgado.
Yo ni respiraba, y note como su mano se acercaba a mi sexo pero sin rozarlo y solamente se apoyo en mis testículos y los rodeo con sumo cuidado y volvió a sacar la mano y salir de la habitación.
Al cerrar ya respire a fondo y al oír otra vez las risas en su habitación acerque el vaso y al oído a la pared y oí como le contaba el resultado de la investigación a su amiga pero entonces que di cuenta que era su amiga quien le dirigía la maniobra y le animaba con lo que debía hacer.
Yo quedé perplejo pero lo considere una chiquillada pero a la noche siguiente se repitió la aventura. Esta vez se acomodo más cerca y después de “oírme” roncar volvió a meter la mano por el camal del pantalón y después de acariciar los testículos, que se pusieron duros mientras los tenia atrapados en la mano, continuo hacia arriba hasta el nacimiento de mi miembro, yo a la vez que me hacia el dormido pensaba en cualquier cosa para evitar una erección y pude controlarme mientras ella recorría a lo largo el pene y lo abrazaba con los dedos, después los paso por el vello púbico y saco la mano tan suavemente como la había metido.
Seguidamente fue al ordenador donde esperaba su amiga para saber de su hazaña la cual le conto con todo detalle, y su amiga le animó a seguir investigando.
Al día siguiente en el desayuno le conté que llevaba unos días que no descansaba y me dolía la espalda por lo que me iba a toma un somnífero. Efectivamente en un frasco de somníferos, lo rellené de pastillas de dulces de caramelo y a la hora de la cena me tome una pastilla delante de ella, haciendo un poco de teatro como que no me la podía tragar de mal gusto.
Ya con esta idea me puse un pijama que es de tela y con una bragueta abierta tipo pantalón de deporte y me acosté. Las risas empezaron y al rato ñññiiikk la puerta que se habría, yo ya puesto a facilitar las cosas tumbado boca arriba y como desmadejado o profundamente dormido. Bea ya ni se molesto en comprobar si dormía y repitió la operación, pero al percatarse que el camal era más estrecho, busco hasta dar con la bragueta con los botones despasados menos el de la cintura.
Entonces ya fue directa al pene y cogiéndolo entero lo saco y le hizo sitio para que salieran los testículos también, ya con todo el paquete fuera extendido sobre mi vientre y seguramente instruida por su amiga, me cogió desde arriba el pene y bajando el prepucio hasta donde pudo me dejo el glande al descubierto que aunque no estaba erecto ya daba una idea de cómo era, yo cruzaba los pies para no empalmarme y con una mano Bea me cogió los huevos y con la otra el pene y se hizo una idea del conjunto, luego se mojo el dedo con saliva y mojo el glande y se lo acerco a la nariz y después a los labios. Yo ya estaba desesperado de no poder hacer nada, pero en eso, con sumo cuidado volvió a guardar todo en su sitio y salió.
Yo salte a la pared a ver la reacción de las dos amigas y a la admiración de Bea se complementaba con las risas y los ánimos de su amiga.
A partir de ese momento mi cabeza hervía de pensamiento de qué actitud tomar y opte por la más fácil.
Al día siguiente “el dolor” era irresistible y me tome dos golosinas y me fui como mareado a la cama. No tardó mucho Bea en aparecer después de haber hablado con su amiga, esta vez sabiendo el efecto de una pastilla, las dos deberían se fulminantes.
Ya ni se molesto en mirar si dormía siquiera, se acerco a la mesita de noche y con un paño oscuro que traía lo poso sobre la lamparilla y la encendió, quedando la habitación en bastante penumbra hacia el techo.
Ya se puso sentada a mi lado y de primeras me desabrocho el botón de la cintura del pantalón y lo abrió quedando totalmente al aire mi pene sobre mi vientre y los testículos pegados a él. Antes de tocarme saco una botellita de aceite de bebe y me embadurno todo.
Yo ya no sabía qué hacer, repasaba las tablas de multiplicar al derecho y al revés para que no se empalmara o por lo menos no del todo.
Bea se sentó sobre mis piernas, como pudo me bajo el pantalón hasta media pierna, yo en un movimiento pase mi mano sobre mi cara para que no me viera pestañear y ver perfectamente con la luz que daba la lámpara a esta altura.
Se inclino sobre mi y con las dos manos, abarco todo mi pene y lo levanto de un empujón, le bajo el prepucio dejando el glande al aire ya bastante rosado, con la suavidad del aceite las manos casi no se notaban, pero ella bajaba una y con la otra empezaba desde arriba con lo que era un masaje continuo que cada vez me la ponía más dura.
A esto se añadió que al poder mirar yo hacia abajo y ver lo que hacía también le veía las tetas que por el escote de la camiseta se asomaban y bamboleaban de lado a lado a la vez que me quede sorprendido tanto por el tamaño, pues vestida no lo parecía, sobre todo por algo que me dejo estupefacto y era que yo siempre he tenido la fantasía (nunca cumplida, la de coger unos pezones negros y con la areola grande) y allí estaban los dos pezones de derecha a izquierda haciéndome burla pues yo no podía moverme sin cortar la aventura.
Las manos fueron poniendo dura mi polla, hasta un límite bastante grave y el glande paso de rosa a rojo y después a morado, lo notaba palpitar en sus manos cuando lo apretaba y yo sabiendo que su sexo estaba sobre mis muslos me hacia sudar tinta.
Estuvo un rato lentamente masajeándome solamente hasta que noto como palpitaba, entonces se inclino y paso suavemente la lengua sobre la punta, yo note primero el aliento, luego la humedad, después el frescor, pero de allí lamio de alto en bajo todo el tronco del pene hasta que llego arriba otra vez y entonces se metió en la boca todo en glande mientras me abarcaba los testículos, sentí que volaba sobre una alfombra mágica.
Ella siguió con la polla en la boca con cuidado de no lastimarme con los dientes hasta que noto que salía liquido preseminal y el gusto lo extraño y siguió acariciando con las dos manos a la vez el grande hasta que no pude aguantar más y explote con varios chorros de semen que si bien en el primer momento le asustaron luego sonrió triunfante y me limpio con una toallita húmeda. Ya cuando me vio de bajada seco todo, me abrocho y salió con cuidado.
Yo no me tenía en pie, me temblaban las piernas pero fui a la pared y oí como le contaba con todo lujo de detalles la función que había tenido, su amiga se reía pero con una risita extraña, mas de excitación que de juerga.
Me dio que pensar y saliendo al balcon me asome por su ventana y vi como Bea estaba de espaldas a mi, frente al ordenador, se había desnudado por completo y tenía las piernas sobre el escritorio, la pantalla del ordenador parecía un espejo, su amiga desnuda también se masturbaba con las dos manos y ahí me dio mi segunda sorpresa, sus tetas eran mi otra obsesión, en forma de pera con unos pezones grandes y muy abultados.
Me tuve que coger a la baranda del balcón, se apretaba una teta mientras la hora agitaba con furia el clítoris mientras movía la cabeza con espasmos de un lado a otro.
Bea también tenía las manos ocupadas y aunque no la veía, la oía como jadeaba de placer.
Esta misma noche me propuse que debía tomar cartas en el asunto, pues ya estaba más que harto de hacer de sufridor.
Siempre nos hemos llevado muy bien aunque la distancia nos hace vernos menos de lo que quisiéramos.
Mi cuñada Sofía es una chica bastante atractiva aunque no una belleza pero siempre me ha resultado interesante y tengo muy buena relación. Con mis sobrinas, la verdad las he tratado menos, por motivos de colegios y otros temas, pero sé que son muy guapas y simpáticas. La mayor Bea ya tendrá alrededor de 18 años y la menor Julia sobre los 16.
El caso es que hace poco me invitó mi hermano en vacaciones de verano a pasar unos días con ellos, y como hacía ya demasiado tiempo que no confraternizábamos mi hizo ilusión ir a pasar unos días con ellos,
Me agradó ver que los años no habían hecho mucha mella en nosotros y nos conservábamos bastante bien, la mayor sorpresa fue al conocer a mis sobrinas, pues después del tiempo habían crecido de una forma espectacular y tanto una como la otra eran ya dos mujercitas y sobre todo muy movidas y cariñosas.
Yo como soy bastante bromista y abierto, pronto cogí confianza con las dos y nos hicimos bastante amigos y teníamos bastante empatía.
Los días pasaron rápido, como siempre cuando se está a gusto y cuando faltaba poco para volver a mi casa hicieron una cena en mi honor, nos lo pasamos estupendamente. En el transcurso de la tertulia que siguió a la cena me explicaron que, mi sobrina mayor Bea había acabado los estudios que hacía en su ciudad y quería seguir en la universidad, pero que la carrera que había elegido tenia la impartían donde yo vivía y muy sutilmente me insinuaron si podría vivir en mi casa, por seguridad y confianza. Yo al principio aunque no me molestaba que quedé dudando ya que me rompería mi rutina de solterón pero por otra parte, la chica ya era mayorcita para ocuparse de sus asuntos, por lo que al final no puse ninguna objeción y dije que me encantaría.
Así que a las dos semanas me avisaron de que venía. En efecto, fui a la estación del tren a recogerla y con su equipaje nos fuimos a mi casa.
Yo vivo en una casa unifamiliar de dos plantas que tiene las habitaciones arriba y bajo el comedor-cocina etc. Previamente había adecentado la habitación de invitados que tiene dos camas y le dije que si necesitaba más espacio podríamos arreglarlo de alguna manera.
Por supuesto le ayude a subir todas las maletas, ordenador y libros y la dejé tranquila para que se organizara a su gusto.
Ya anochecido bajó al comedor donde ya había preparado unas ensaladas y algo frio y cenamos tranquilamente explicándole que tenia entera libertad en cuanto le apeteciera a la vez que le entregaba un juego de llaves.
Esto hizo que la leve timidez que se le notaba se desvaneciera y se mostrara más cómoda.
Hablamos de todo, de mis costumbres y de las de ella y nos convencimos que éramos personas de lo más parecidas.
La habitación de Bea está contigua a la mía y da al frente del la casa donde había un balcón corrido.
La vida transcurría normal, ella con los tramites de la universidad y yo con mi trabajo.
Yo físicamente soy bastante normal en todo y mi sobrina era bonita y resultona, sin ser un bellezon y de cuerpo tenia lo justo sin ser nada exuberante por lo que no me fijé especialmente como mujer. Además tenía el carácter un poco tímido respecto a su vida amorosa anterior y yo tampoco la forzaba a contar nada.
En la casa la verdad, yo no cambie mucho en mi modo de vivir, ni vestir y andaba por casa en pantalón corto y suéter, ella pronto se hizo a mi forma y también iba de forma informal. La verdad es que no se me ocurrió mirarla con ojos más lujuriosos de lo normal.
Como Bea al principio no tenia amigos ni conocía la ciudad, estaba la mayor parte del día en casa, si bien con el ordenador hablaba mucho con sus amigos de su ciudad, sobre todo por la noche.
Había noches que la oía desde mi habitación, que era pared con pared, como hablaba fuerte o reía por el Skipe. Yo lo encontraba normal totalmente, aunque al pasar los días me pico la curiosidad y con el truco del vaso apoyado en la pared, oía alguna cosa de lo que hablaban. Lo cierto que casi siempre era con una amiga, al parecer más intima.
Alguna vez me intrigaba que su amiga le insistía en algo y Bea reusaba entre risas, yo pensaba que con su edad era lógico, hasta que una noche estando yo acostado hacía rato y a punto de dormirme, note como la puerta de mi habitación se entreabría silenciosamente y entraba Bea de puntillas. Se coloco al lado de mi cama y me observo si dormía. Yo lógicamente me estuve quieto y al momento note como el calor de su mano subía por mi muslo y sin tocarme se metía bajo el pantalón del pijama que es bastante holgado.
Yo ni respiraba, y note como su mano se acercaba a mi sexo pero sin rozarlo y solamente se apoyo en mis testículos y los rodeo con sumo cuidado y volvió a sacar la mano y salir de la habitación.
Al cerrar ya respire a fondo y al oír otra vez las risas en su habitación acerque el vaso y al oído a la pared y oí como le contaba el resultado de la investigación a su amiga pero entonces que di cuenta que era su amiga quien le dirigía la maniobra y le animaba con lo que debía hacer.
Yo quedé perplejo pero lo considere una chiquillada pero a la noche siguiente se repitió la aventura. Esta vez se acomodo más cerca y después de “oírme” roncar volvió a meter la mano por el camal del pantalón y después de acariciar los testículos, que se pusieron duros mientras los tenia atrapados en la mano, continuo hacia arriba hasta el nacimiento de mi miembro, yo a la vez que me hacia el dormido pensaba en cualquier cosa para evitar una erección y pude controlarme mientras ella recorría a lo largo el pene y lo abrazaba con los dedos, después los paso por el vello púbico y saco la mano tan suavemente como la había metido.
Seguidamente fue al ordenador donde esperaba su amiga para saber de su hazaña la cual le conto con todo detalle, y su amiga le animó a seguir investigando.
Al día siguiente en el desayuno le conté que llevaba unos días que no descansaba y me dolía la espalda por lo que me iba a toma un somnífero. Efectivamente en un frasco de somníferos, lo rellené de pastillas de dulces de caramelo y a la hora de la cena me tome una pastilla delante de ella, haciendo un poco de teatro como que no me la podía tragar de mal gusto.
Ya con esta idea me puse un pijama que es de tela y con una bragueta abierta tipo pantalón de deporte y me acosté. Las risas empezaron y al rato ñññiiikk la puerta que se habría, yo ya puesto a facilitar las cosas tumbado boca arriba y como desmadejado o profundamente dormido. Bea ya ni se molesto en comprobar si dormía y repitió la operación, pero al percatarse que el camal era más estrecho, busco hasta dar con la bragueta con los botones despasados menos el de la cintura.
Entonces ya fue directa al pene y cogiéndolo entero lo saco y le hizo sitio para que salieran los testículos también, ya con todo el paquete fuera extendido sobre mi vientre y seguramente instruida por su amiga, me cogió desde arriba el pene y bajando el prepucio hasta donde pudo me dejo el glande al descubierto que aunque no estaba erecto ya daba una idea de cómo era, yo cruzaba los pies para no empalmarme y con una mano Bea me cogió los huevos y con la otra el pene y se hizo una idea del conjunto, luego se mojo el dedo con saliva y mojo el glande y se lo acerco a la nariz y después a los labios. Yo ya estaba desesperado de no poder hacer nada, pero en eso, con sumo cuidado volvió a guardar todo en su sitio y salió.
Yo salte a la pared a ver la reacción de las dos amigas y a la admiración de Bea se complementaba con las risas y los ánimos de su amiga.
A partir de ese momento mi cabeza hervía de pensamiento de qué actitud tomar y opte por la más fácil.
Al día siguiente “el dolor” era irresistible y me tome dos golosinas y me fui como mareado a la cama. No tardó mucho Bea en aparecer después de haber hablado con su amiga, esta vez sabiendo el efecto de una pastilla, las dos deberían se fulminantes.
Ya ni se molesto en mirar si dormía siquiera, se acerco a la mesita de noche y con un paño oscuro que traía lo poso sobre la lamparilla y la encendió, quedando la habitación en bastante penumbra hacia el techo.
Ya se puso sentada a mi lado y de primeras me desabrocho el botón de la cintura del pantalón y lo abrió quedando totalmente al aire mi pene sobre mi vientre y los testículos pegados a él. Antes de tocarme saco una botellita de aceite de bebe y me embadurno todo.
Yo ya no sabía qué hacer, repasaba las tablas de multiplicar al derecho y al revés para que no se empalmara o por lo menos no del todo.
Bea se sentó sobre mis piernas, como pudo me bajo el pantalón hasta media pierna, yo en un movimiento pase mi mano sobre mi cara para que no me viera pestañear y ver perfectamente con la luz que daba la lámpara a esta altura.
Se inclino sobre mi y con las dos manos, abarco todo mi pene y lo levanto de un empujón, le bajo el prepucio dejando el glande al aire ya bastante rosado, con la suavidad del aceite las manos casi no se notaban, pero ella bajaba una y con la otra empezaba desde arriba con lo que era un masaje continuo que cada vez me la ponía más dura.
A esto se añadió que al poder mirar yo hacia abajo y ver lo que hacía también le veía las tetas que por el escote de la camiseta se asomaban y bamboleaban de lado a lado a la vez que me quede sorprendido tanto por el tamaño, pues vestida no lo parecía, sobre todo por algo que me dejo estupefacto y era que yo siempre he tenido la fantasía (nunca cumplida, la de coger unos pezones negros y con la areola grande) y allí estaban los dos pezones de derecha a izquierda haciéndome burla pues yo no podía moverme sin cortar la aventura.
Las manos fueron poniendo dura mi polla, hasta un límite bastante grave y el glande paso de rosa a rojo y después a morado, lo notaba palpitar en sus manos cuando lo apretaba y yo sabiendo que su sexo estaba sobre mis muslos me hacia sudar tinta.
Estuvo un rato lentamente masajeándome solamente hasta que noto como palpitaba, entonces se inclino y paso suavemente la lengua sobre la punta, yo note primero el aliento, luego la humedad, después el frescor, pero de allí lamio de alto en bajo todo el tronco del pene hasta que llego arriba otra vez y entonces se metió en la boca todo en glande mientras me abarcaba los testículos, sentí que volaba sobre una alfombra mágica.
Ella siguió con la polla en la boca con cuidado de no lastimarme con los dientes hasta que noto que salía liquido preseminal y el gusto lo extraño y siguió acariciando con las dos manos a la vez el grande hasta que no pude aguantar más y explote con varios chorros de semen que si bien en el primer momento le asustaron luego sonrió triunfante y me limpio con una toallita húmeda. Ya cuando me vio de bajada seco todo, me abrocho y salió con cuidado.
Yo no me tenía en pie, me temblaban las piernas pero fui a la pared y oí como le contaba con todo lujo de detalles la función que había tenido, su amiga se reía pero con una risita extraña, mas de excitación que de juerga.
Me dio que pensar y saliendo al balcon me asome por su ventana y vi como Bea estaba de espaldas a mi, frente al ordenador, se había desnudado por completo y tenía las piernas sobre el escritorio, la pantalla del ordenador parecía un espejo, su amiga desnuda también se masturbaba con las dos manos y ahí me dio mi segunda sorpresa, sus tetas eran mi otra obsesión, en forma de pera con unos pezones grandes y muy abultados.
Me tuve que coger a la baranda del balcón, se apretaba una teta mientras la hora agitaba con furia el clítoris mientras movía la cabeza con espasmos de un lado a otro.
Bea también tenía las manos ocupadas y aunque no la veía, la oía como jadeaba de placer.
Esta misma noche me propuse que debía tomar cartas en el asunto, pues ya estaba más que harto de hacer de sufridor.
9 comentarios - Viviendo con mi sobrina