Después de tanto tiempo separados debido a la distancia, finalmente tuve la oportunidad de visitar a mi mejor amigo Lucas en su ciudad. Habíamos planeado pasar un fin de semana juntos, pero al llegar a su departamento, descubrí que él no se encontraba allí. Resignado, toqué el timbre, esperando encontrarme con un rostro conocido.
La puerta se abrió lentamente, revelando a Sofi, la hermosa y seductora novia de mi amigo. El momento fue incómodo, no esperaba encontrarme con ella en ese momento, pero la sorpresa en sus ojos lentamente se transformó en una sonrisa acogedora.
—Sofi, qué sorpresa verte aquí—, dije tratando de ocultar mi decepción por la ausencia de mi amigo.
—Siento mucho que él no esté, Lucas también estaba deseando verte—, dijo Sofi, acercándose a mí y abrazándome.
Sus palabras tranquilizantes y sus brazos cálidos me hicieron sentir más cómodo en esa situación incómoda. Sofi me invitó a pasar para esperar a que mi amigo regresara, a lo cuál yo acepté.
Nos sentamos en el sofá y comenzamos a charlar de manera despreocupada. Hablamos sobre nuestras respectivas vidas, nuestras pasiones e incluso nuestras fantasías más secretas. La tensión sexual entre nosotros se hizo cada vez más palpable, y antes de que me diera cuenta, nuestras manos estaban explorando nuestros cuerpos con deseo desenfrenado. Sofi me miró intensamente, sus ojos llenos de lujuria y necesidad.
—¿Quieres jugar un poco? —susurró con una voz sensual—. Mi novio no tiene por qué enterarse de esto.
Sin decir una palabra más, nos dejamos llevar por nuestros impulsos y nuestros labios se encontraron en un beso apasionado. La excitación nos inundó cuando nuestras lenguas se entrelazaron y así pasamos varios minutos disfrutando del sabor del otro. Sofi me besaba con destreza, disfrutando de provocarme y aumentantando mi excitación cada vez más. Sin dudarlo, ella se arrodilló frente a mí y suavemente desabotonó mi pantalón, liberando mi erección ahora palpitante. Tomando mi miembro en sus manos, Sofi me miró fijamente a los ojos. Su lengua experta comenzó a acariciar la punta de mi miembro con dulzura, enviando oleadas de placer a través de mi cuerpo. Después, se lo metió todo a su boca y comenzó a chuparlo con ganas, haciendo rápidos movimientos con su cabeza.
Mis manos se entrelazaron en su cabello mientras ella continuaba su delicioso juego oral. Cada succión, cada lamida, iba incrementando mi deseo y mi excitación. El estar dentro de su boca caliente y humeda era una sensación indescriptible, una mezcla de placer y frenesí que nos sumergía en un mundo aparte.
Sin decir una palabra, me llevó a la habitación, donde nuestros cuerpos se fundieron con pasión desenfrenada. Sofi me empujó suavemente hacia la cama y se colocó encima de mí, cabalgando con una intensidad que me dejó sin aliento.
Cada movimiento de sus caderas era una sinfonía de placer, y me sentí atrapado en un remolino de sensaciones. No podía apartar la mirada de ella; su rostro reflejaba el placer que ambos estábamos experimentando.
—Ay, que rico —suspiró Sofi, mordiéndose el labio inferior mientras movía su cuerpo con más intensidad.
Yo la sujeté firmemente por las caderas, aumentando el ritmo y la fuerza de mis embestidas. Nuestros cuerpos chocaban con ansias, buscando la culminación en un éxtasis único y desenfrenado.
Luego, Sofi se puso a cuatro patas apoyándose en la cama, exponiendo tentadoramente su trasero. No pude resistir la tentación y me acerqué lentamente, penetrándola profundamente una vez más. El placer era abrumador, una danza de lujuria y desenfreno que nos envolvía por completo. Cada embestida era más profunda y rápida que la anterior, sin dar tregua a nuestros cuerpos exhaustos pero ávidos de más.
—¡Oh, sí! —gritó Sofi—. No pares, sigue así.
Continuamos con nuestra danza obscena, entregándonos completamente el uno al otro. Cada mirada, cada gemido llenaba el ambiente de más lujuria y desenfreno. Estábamos perdidos en nuestro propio paraíso, sin pensar en nada más que en satisfacer nuestras necesidades más primitivas.
Pero Sofi quería más. El deseo la inundaba y sus palabras se convirtieron en un desafío.
—¿No me la vas a meter también en mi culito? —, susurró Sofi con voz de putita, mientras me volteaba a ver aún en cuatro.
Mi excitación y curiosidad se dispararon al escuchar su pedido. Con cuidado y con la ayuda de un poco de lubricante, me adentré en su apretado recto. Cada embestida era un choque de sensaciones, de placer y dolor entrelazados. El ritmo se fue intensificando, perdiéndonos en el éxtasis del momento.
—¡Más duro, papi! —Gritaba Sofi. Los gemidos escapaban de sus labios mientras yo obedecía su deseo.
Mis embestidas a su culo se hicieron más intensas y rápidas, llevándonos a un punto sin retorno. El sudor cubría nuestros cuerpos, nuestros gemidos llenaban la habitación y el éxtasis se asomaba cada vez más cerca.
Avisé a Sofi de mi inminente clímax, y ella me pidió algo que no esperaba.
—Sobre mi rostro— susurró Sofi mientras sus ojos brillaban con lujuria.
Cumpliendo su deseo, me retiré y me puse de pie junto a ella, dirigiendo mis embestidas finales hacia su boca entreabierta mientras me masturbaba.
—Dame tu lechita, mi amor —pidió Sofi con deseo.
No pude resistir el ruego y, unos segundos después, una oleada de placer recorrió mi cuerpo mientras liberaba mi esperma sobre su cara lujuriosa. Cuando recuperé el aliento, Sofi me miró, con el rostro bañado en mi semen, y su sonrisa lasciva me indicó que ambos habíamos alcanzado la satisfacción que estábamos buscando. No había amor, solo lujuria pura, pero en ese momento era más que suficiente.
Nos quedamos tendidos en la cama, tratando de recuperarnos de la pasión intensa que habíamos experimentado. Entre suspiros y risas, ambos sabíamos que ese encuentro era solo un capítulo fugaz en nuestras vidas, pero sin duda uno que siempre recordaríamos.
Al finalizar nuestro encuentro, nos vestimos rápidamente antes de que Lucas regresara. Nos prometimos guardar ese secreto entre nosotros, disfrutando de nuestro momento de pasión sin ataduras emocionales.
La puerta se abrió lentamente, revelando a Sofi, la hermosa y seductora novia de mi amigo. El momento fue incómodo, no esperaba encontrarme con ella en ese momento, pero la sorpresa en sus ojos lentamente se transformó en una sonrisa acogedora.
—Sofi, qué sorpresa verte aquí—, dije tratando de ocultar mi decepción por la ausencia de mi amigo.
—Siento mucho que él no esté, Lucas también estaba deseando verte—, dijo Sofi, acercándose a mí y abrazándome.
Sus palabras tranquilizantes y sus brazos cálidos me hicieron sentir más cómodo en esa situación incómoda. Sofi me invitó a pasar para esperar a que mi amigo regresara, a lo cuál yo acepté.
Nos sentamos en el sofá y comenzamos a charlar de manera despreocupada. Hablamos sobre nuestras respectivas vidas, nuestras pasiones e incluso nuestras fantasías más secretas. La tensión sexual entre nosotros se hizo cada vez más palpable, y antes de que me diera cuenta, nuestras manos estaban explorando nuestros cuerpos con deseo desenfrenado. Sofi me miró intensamente, sus ojos llenos de lujuria y necesidad.
—¿Quieres jugar un poco? —susurró con una voz sensual—. Mi novio no tiene por qué enterarse de esto.
Sin decir una palabra más, nos dejamos llevar por nuestros impulsos y nuestros labios se encontraron en un beso apasionado. La excitación nos inundó cuando nuestras lenguas se entrelazaron y así pasamos varios minutos disfrutando del sabor del otro. Sofi me besaba con destreza, disfrutando de provocarme y aumentantando mi excitación cada vez más. Sin dudarlo, ella se arrodilló frente a mí y suavemente desabotonó mi pantalón, liberando mi erección ahora palpitante. Tomando mi miembro en sus manos, Sofi me miró fijamente a los ojos. Su lengua experta comenzó a acariciar la punta de mi miembro con dulzura, enviando oleadas de placer a través de mi cuerpo. Después, se lo metió todo a su boca y comenzó a chuparlo con ganas, haciendo rápidos movimientos con su cabeza.
Mis manos se entrelazaron en su cabello mientras ella continuaba su delicioso juego oral. Cada succión, cada lamida, iba incrementando mi deseo y mi excitación. El estar dentro de su boca caliente y humeda era una sensación indescriptible, una mezcla de placer y frenesí que nos sumergía en un mundo aparte.
Sin decir una palabra, me llevó a la habitación, donde nuestros cuerpos se fundieron con pasión desenfrenada. Sofi me empujó suavemente hacia la cama y se colocó encima de mí, cabalgando con una intensidad que me dejó sin aliento.
Cada movimiento de sus caderas era una sinfonía de placer, y me sentí atrapado en un remolino de sensaciones. No podía apartar la mirada de ella; su rostro reflejaba el placer que ambos estábamos experimentando.
—Ay, que rico —suspiró Sofi, mordiéndose el labio inferior mientras movía su cuerpo con más intensidad.
Yo la sujeté firmemente por las caderas, aumentando el ritmo y la fuerza de mis embestidas. Nuestros cuerpos chocaban con ansias, buscando la culminación en un éxtasis único y desenfrenado.
Luego, Sofi se puso a cuatro patas apoyándose en la cama, exponiendo tentadoramente su trasero. No pude resistir la tentación y me acerqué lentamente, penetrándola profundamente una vez más. El placer era abrumador, una danza de lujuria y desenfreno que nos envolvía por completo. Cada embestida era más profunda y rápida que la anterior, sin dar tregua a nuestros cuerpos exhaustos pero ávidos de más.
—¡Oh, sí! —gritó Sofi—. No pares, sigue así.
Continuamos con nuestra danza obscena, entregándonos completamente el uno al otro. Cada mirada, cada gemido llenaba el ambiente de más lujuria y desenfreno. Estábamos perdidos en nuestro propio paraíso, sin pensar en nada más que en satisfacer nuestras necesidades más primitivas.
Pero Sofi quería más. El deseo la inundaba y sus palabras se convirtieron en un desafío.
—¿No me la vas a meter también en mi culito? —, susurró Sofi con voz de putita, mientras me volteaba a ver aún en cuatro.
Mi excitación y curiosidad se dispararon al escuchar su pedido. Con cuidado y con la ayuda de un poco de lubricante, me adentré en su apretado recto. Cada embestida era un choque de sensaciones, de placer y dolor entrelazados. El ritmo se fue intensificando, perdiéndonos en el éxtasis del momento.
—¡Más duro, papi! —Gritaba Sofi. Los gemidos escapaban de sus labios mientras yo obedecía su deseo.
Mis embestidas a su culo se hicieron más intensas y rápidas, llevándonos a un punto sin retorno. El sudor cubría nuestros cuerpos, nuestros gemidos llenaban la habitación y el éxtasis se asomaba cada vez más cerca.
Avisé a Sofi de mi inminente clímax, y ella me pidió algo que no esperaba.
—Sobre mi rostro— susurró Sofi mientras sus ojos brillaban con lujuria.
Cumpliendo su deseo, me retiré y me puse de pie junto a ella, dirigiendo mis embestidas finales hacia su boca entreabierta mientras me masturbaba.
—Dame tu lechita, mi amor —pidió Sofi con deseo.
No pude resistir el ruego y, unos segundos después, una oleada de placer recorrió mi cuerpo mientras liberaba mi esperma sobre su cara lujuriosa. Cuando recuperé el aliento, Sofi me miró, con el rostro bañado en mi semen, y su sonrisa lasciva me indicó que ambos habíamos alcanzado la satisfacción que estábamos buscando. No había amor, solo lujuria pura, pero en ese momento era más que suficiente.
Nos quedamos tendidos en la cama, tratando de recuperarnos de la pasión intensa que habíamos experimentado. Entre suspiros y risas, ambos sabíamos que ese encuentro era solo un capítulo fugaz en nuestras vidas, pero sin duda uno que siempre recordaríamos.
Al finalizar nuestro encuentro, nos vestimos rápidamente antes de que Lucas regresara. Nos prometimos guardar ese secreto entre nosotros, disfrutando de nuestro momento de pasión sin ataduras emocionales.
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