Unos días después de la cena de fin de año, me reencuentro con Daniela.
-Sos una guacha Mary, no tuviste que dejarme sola la otra noche- me reclama, incluso antes de saludarme.
-No te dejé sola, si estaban todos...- le recuerdo.
-Precisamente...- admite con cierto pesar.
-¿Que hiciste, negra?- le pregunto, dándome cuenta de por dónde viene el reclamo.
Entonces me confiesa que esa noche, entre tragos y festejos, se terminó yendo con el Gerente de la sucursal. Un hombre de más de cincuenta, ella tiene 35, pero más allá de la diferencia de edades, también está casado, y la mujer es Productora de seguros como nosotras, por lo que viene con frecuencia a la oficina.
-Me quiero morir Mary, te juro que es la primera vez que le pongo los cuernos a Juli, me siento como una mierda-
Juli es Julián, el marido, con quién tuve un revolcón hace poco, por lo que, para aliviar su culpa, le podría haber dicho que no se hiciera tanto drama, que al fin de cuentas, él se los había puesto primero conmigo. Así que estaban empatados. Pero bueno, esas son cosas que mejor guardarse.
La cuestión es que Daniela estaba llena de remordimientos. Ya me había enterado antes, por los habituales chismes de oficina, que estaba con problemas de pareja. No sabía bien los pormenores, pero por un momento se me ocurrió que quizás se había enterado de aquella infidelidad, aunque sin saber que yo había sido la promotora de tal situación. Lo que fuera, había sido uno de los motivos por los que terminó encamándose con el Gerente.
Casualmente, como si fuera una señal del destino, después de hablar con Daniela, recibo un mensaje de Julián, su marido. Nos habíamos escrito algunas veces luego de haber estado juntos, saludándonos, pero ésta vez se me dió por seguirle la conversación.
-Que tal, felicidades, aunque no nos veamos, te deseo lo mejor para éste año...-
Se demora un momento en responder, evaluando quizás horarios y disponibilidad. Para eso le dije lo de que no nos veíamos.
-¿Te parece vernos ahora?- me pregunta.
-Dale, ¿almorzamos?- le sugiero.
-Ok, dale...- acepta.
Me excitaba esa situación de los cuernos mutuos, que Julián le fuera infiel a su esposa, ella a él, y yo en el medio, siendo la confidente de una, la amante del otro.
Comemos, tomamos algo, y antes de pagar la cuenta, Julián me pregunta que quiero de postre.
-Ya sabés lo que quiero- le digo en tono sugerente.
Se sonríe y se apura en llamar al mozo. Hay un telo a cuadra y media, así que vamos caminando.
La habitación está en el quinto piso, así que mientras subimos no perdemos el tiempo y nos besamos. Al salir del ascensor, me pellizca la cola, gesto que me sube la temperatura hasta un límite insoportable.
Ya adentro, volvemos a besarnos, jugando con nuestras lenguas en la boca del otro, dejando que la excitación nos atrape y envuelva con sus plácidas sensaciones.
No creí volver a estar con Julián de esa manera, lo de aquella vez, en su casa, cuando lo sorprendí en la ducha, fue algo inevitable, que se me fue de las manos. Daniela se portó muy bien conmigo mientras estuve de licencia por maternidad, me apoyó en todo, por lo que haber cogido con su marido, cagarla de esa forma, me hizo sentir como una porquería... Hasta ahora.
Lo suyo con el Gerente me sacaba un peso de encima, y hasta me habilitaba a seguir con Julián una historia que sabíamos no estaba terminada.
No sé cómo habrá sido el encuentro entre Daniela y el Gerente, si lo disfrutaron, pero de una cosa sí estaba segura, que ella no se la había chupado, como yo se la estaba chupando ahora a su marido.
Esa es la parte del sexo que Julián más disfruta, cuando le como la poronga. Su esposa no le hace sexo oral, le da asquito, por lo que me gusta resarcirlo y mamársela a lo bestia, hacerle todos los chiches.
Junto saliva, se la escupo, y cuando ya está toda ensalivada, se la chupo fuerte, haciéndole garganta profunda, lo que le encanta, como si no pudiera creer que pueda caber todo eso en mi boca.
Estoy un buen rato saboreando su virilidad, deslizándome con la lengua, arriba y abajo, besándole las pelotas, babeándome del gusto, sintiéndolo palpitar contra mi paladar. Julián se deja hacer, degustar, devorar, la cabeza apoyada sobre las manos, contemplando todo como si quisiera guardarse cada detalle.
Cuando ya estoy saciada, con los labios entumecidos de tanto chupar, me levanto, me saco toda la ropa, y trepándome encima suyo, me siento sobre su cara. Quiero que me chupe él a mí, así que me froto contra su boca, moviéndome atrás y adelante, disfrutando de como con el mentón me raspa toda la concha.
Todo mi cuerpo se electrifica, sacudido por tan gratificantes sensaciones. Cuando me levanto, tiene la mitad de la cara mojada con el flujo que me sale de adentro. Lo beso sin limpiárselo, saboreando mi propia intimidad entre sus labios.
Me echo de espalda a un lado, me abro de piernas, y me meto los dedos en la concha, moviéndolos con evidente urgencia. Ya sabe lo que quiero, así que se pone un forro, se acomoda encima mío, y reemplaza mis dedos con su verga, que se hunde íntegra en mí.
Suspiro de alivio al tenerlo adentro, y enlazando mis piernas en torno a su cintura, lo incito a que me coja fuerte y duro. Por supuesto que lo hace, de la forma en que estoy segura no se coje a Daniela.
Mirándome a la cara, sin perderse ni uno solo de mis gestos, me aplica golpe tras golpe, metiéndomela hasta la matriz, llenándome con su verga que ya se muestra gorda y rebosante.
El placer se expande en mi interior, como un incendio forestal, arrasando bosque tras bosque, sin contención alguna.
Cuando me tiene en cuatro, embistiéndome desde atrás, tiene que sacármela un momento, porque me sale un chorro de flujo disparado de adentro, como una cascada, una explosión liberadora que salpica cuánto esté a su alcance.
Mientras mi concha sigue goteando, me entra por el culo, con fuerza, imponiendo su dominio.
Es obvio que tampoco se culea a su esposa, por lo que se descarga conmigo, reventándome a pijazos, amasándome la carne y pegándome nalgada tras nalgada.
El orgasmo me llega de sorpresa, sin previo aviso ni nada, me explota así de repente, agarrándome de los pelos y revoleándome por los aires. Me quedo por un momento sin poder reaccionar, echada, sometida, mientras él me aniquila a puro ensarte.
A punto de acabar también, me la saca, se desprende del preservativo, y dándose unas cuantas sacudidas, me barniza la espalda a lechazos. Me encanta sentir su descarga derramándose, cálida y efusiva, sobre mí piel.
Nos derrumbamos agitados, estremecidos, gozando ambos de un placer intenso, arrebatado.
Se acerca y me besa.
-Sos una locura, Mary...- me asegura.
No le respondo, no sé qué decirle, no quiero que se confunda. Estamos allí por el sexo, nada más. No es mi idea contribuir a los problemas matrimoniales con su esposa.
Y hablando de ella, ni bien salimos del telo, y nos despedimos, recibo un mensaje suyo. Necesita verme, urgente.
Le digo de vernos en un barcito que está cerca de la oficina. No dilato el encuentro porque me da morbo encontrarme con ella después de haber garchado con su marido.
Todavía estoy con la sensación de su semen en la piel, cuando me cuenta que el Gerente la invitó a salir. Para eso me citó.
-¿Y qué le dijiste?- le pregunto.
-No sé, no pude decirle que no- repone.
-¿Y qué vas a hacer, te lo vas a coger de nuevo? Porque eso es lo que va a querer, Dani, cogerte...- le digo, explicándole lo obvio.
-Ya sé, ya sé...-
-¿Y vos? ¿Querés coger de nuevo con él?-
-Sí... No... No sé... Es que es tan distinto a Julián, como que tiene más experiencia, hasta...-
Va a contarme algo, pero se ruboriza.
-¿Hasta qué...?- le insisto.
-Hasta me animé a chupársela- confiesa en voz baja.
Que hija de puta, pienso, no se la chupás a tu marido porqué, según vos, te da asquito, pero sí se la chupás al turro de tu jefe.
-No sé Daniela, es decisión tuya, es tu vida, hacé lo que sientas...- termino por recomendarle.
Al final volvió a encamarse con el Gerente. Que sean amantes me habilita a serlo de Julián. Aunque lo prefiero más como un amigo con derechos, un "amigarch", que algo fijo. Ya saben como soy, lo rutinario me aburre...
-Sos una guacha Mary, no tuviste que dejarme sola la otra noche- me reclama, incluso antes de saludarme.
-No te dejé sola, si estaban todos...- le recuerdo.
-Precisamente...- admite con cierto pesar.
-¿Que hiciste, negra?- le pregunto, dándome cuenta de por dónde viene el reclamo.
Entonces me confiesa que esa noche, entre tragos y festejos, se terminó yendo con el Gerente de la sucursal. Un hombre de más de cincuenta, ella tiene 35, pero más allá de la diferencia de edades, también está casado, y la mujer es Productora de seguros como nosotras, por lo que viene con frecuencia a la oficina.
-Me quiero morir Mary, te juro que es la primera vez que le pongo los cuernos a Juli, me siento como una mierda-
Juli es Julián, el marido, con quién tuve un revolcón hace poco, por lo que, para aliviar su culpa, le podría haber dicho que no se hiciera tanto drama, que al fin de cuentas, él se los había puesto primero conmigo. Así que estaban empatados. Pero bueno, esas son cosas que mejor guardarse.
La cuestión es que Daniela estaba llena de remordimientos. Ya me había enterado antes, por los habituales chismes de oficina, que estaba con problemas de pareja. No sabía bien los pormenores, pero por un momento se me ocurrió que quizás se había enterado de aquella infidelidad, aunque sin saber que yo había sido la promotora de tal situación. Lo que fuera, había sido uno de los motivos por los que terminó encamándose con el Gerente.
Casualmente, como si fuera una señal del destino, después de hablar con Daniela, recibo un mensaje de Julián, su marido. Nos habíamos escrito algunas veces luego de haber estado juntos, saludándonos, pero ésta vez se me dió por seguirle la conversación.
-Que tal, felicidades, aunque no nos veamos, te deseo lo mejor para éste año...-
Se demora un momento en responder, evaluando quizás horarios y disponibilidad. Para eso le dije lo de que no nos veíamos.
-¿Te parece vernos ahora?- me pregunta.
-Dale, ¿almorzamos?- le sugiero.
-Ok, dale...- acepta.
Me excitaba esa situación de los cuernos mutuos, que Julián le fuera infiel a su esposa, ella a él, y yo en el medio, siendo la confidente de una, la amante del otro.
Comemos, tomamos algo, y antes de pagar la cuenta, Julián me pregunta que quiero de postre.
-Ya sabés lo que quiero- le digo en tono sugerente.
Se sonríe y se apura en llamar al mozo. Hay un telo a cuadra y media, así que vamos caminando.
La habitación está en el quinto piso, así que mientras subimos no perdemos el tiempo y nos besamos. Al salir del ascensor, me pellizca la cola, gesto que me sube la temperatura hasta un límite insoportable.
Ya adentro, volvemos a besarnos, jugando con nuestras lenguas en la boca del otro, dejando que la excitación nos atrape y envuelva con sus plácidas sensaciones.
No creí volver a estar con Julián de esa manera, lo de aquella vez, en su casa, cuando lo sorprendí en la ducha, fue algo inevitable, que se me fue de las manos. Daniela se portó muy bien conmigo mientras estuve de licencia por maternidad, me apoyó en todo, por lo que haber cogido con su marido, cagarla de esa forma, me hizo sentir como una porquería... Hasta ahora.
Lo suyo con el Gerente me sacaba un peso de encima, y hasta me habilitaba a seguir con Julián una historia que sabíamos no estaba terminada.
No sé cómo habrá sido el encuentro entre Daniela y el Gerente, si lo disfrutaron, pero de una cosa sí estaba segura, que ella no se la había chupado, como yo se la estaba chupando ahora a su marido.
Esa es la parte del sexo que Julián más disfruta, cuando le como la poronga. Su esposa no le hace sexo oral, le da asquito, por lo que me gusta resarcirlo y mamársela a lo bestia, hacerle todos los chiches.
Junto saliva, se la escupo, y cuando ya está toda ensalivada, se la chupo fuerte, haciéndole garganta profunda, lo que le encanta, como si no pudiera creer que pueda caber todo eso en mi boca.
Estoy un buen rato saboreando su virilidad, deslizándome con la lengua, arriba y abajo, besándole las pelotas, babeándome del gusto, sintiéndolo palpitar contra mi paladar. Julián se deja hacer, degustar, devorar, la cabeza apoyada sobre las manos, contemplando todo como si quisiera guardarse cada detalle.
Cuando ya estoy saciada, con los labios entumecidos de tanto chupar, me levanto, me saco toda la ropa, y trepándome encima suyo, me siento sobre su cara. Quiero que me chupe él a mí, así que me froto contra su boca, moviéndome atrás y adelante, disfrutando de como con el mentón me raspa toda la concha.
Todo mi cuerpo se electrifica, sacudido por tan gratificantes sensaciones. Cuando me levanto, tiene la mitad de la cara mojada con el flujo que me sale de adentro. Lo beso sin limpiárselo, saboreando mi propia intimidad entre sus labios.
Me echo de espalda a un lado, me abro de piernas, y me meto los dedos en la concha, moviéndolos con evidente urgencia. Ya sabe lo que quiero, así que se pone un forro, se acomoda encima mío, y reemplaza mis dedos con su verga, que se hunde íntegra en mí.
Suspiro de alivio al tenerlo adentro, y enlazando mis piernas en torno a su cintura, lo incito a que me coja fuerte y duro. Por supuesto que lo hace, de la forma en que estoy segura no se coje a Daniela.
Mirándome a la cara, sin perderse ni uno solo de mis gestos, me aplica golpe tras golpe, metiéndomela hasta la matriz, llenándome con su verga que ya se muestra gorda y rebosante.
El placer se expande en mi interior, como un incendio forestal, arrasando bosque tras bosque, sin contención alguna.
Cuando me tiene en cuatro, embistiéndome desde atrás, tiene que sacármela un momento, porque me sale un chorro de flujo disparado de adentro, como una cascada, una explosión liberadora que salpica cuánto esté a su alcance.
Mientras mi concha sigue goteando, me entra por el culo, con fuerza, imponiendo su dominio.
Es obvio que tampoco se culea a su esposa, por lo que se descarga conmigo, reventándome a pijazos, amasándome la carne y pegándome nalgada tras nalgada.
El orgasmo me llega de sorpresa, sin previo aviso ni nada, me explota así de repente, agarrándome de los pelos y revoleándome por los aires. Me quedo por un momento sin poder reaccionar, echada, sometida, mientras él me aniquila a puro ensarte.
A punto de acabar también, me la saca, se desprende del preservativo, y dándose unas cuantas sacudidas, me barniza la espalda a lechazos. Me encanta sentir su descarga derramándose, cálida y efusiva, sobre mí piel.
Nos derrumbamos agitados, estremecidos, gozando ambos de un placer intenso, arrebatado.
Se acerca y me besa.
-Sos una locura, Mary...- me asegura.
No le respondo, no sé qué decirle, no quiero que se confunda. Estamos allí por el sexo, nada más. No es mi idea contribuir a los problemas matrimoniales con su esposa.
Y hablando de ella, ni bien salimos del telo, y nos despedimos, recibo un mensaje suyo. Necesita verme, urgente.
Le digo de vernos en un barcito que está cerca de la oficina. No dilato el encuentro porque me da morbo encontrarme con ella después de haber garchado con su marido.
Todavía estoy con la sensación de su semen en la piel, cuando me cuenta que el Gerente la invitó a salir. Para eso me citó.
-¿Y qué le dijiste?- le pregunto.
-No sé, no pude decirle que no- repone.
-¿Y qué vas a hacer, te lo vas a coger de nuevo? Porque eso es lo que va a querer, Dani, cogerte...- le digo, explicándole lo obvio.
-Ya sé, ya sé...-
-¿Y vos? ¿Querés coger de nuevo con él?-
-Sí... No... No sé... Es que es tan distinto a Julián, como que tiene más experiencia, hasta...-
Va a contarme algo, pero se ruboriza.
-¿Hasta qué...?- le insisto.
-Hasta me animé a chupársela- confiesa en voz baja.
Que hija de puta, pienso, no se la chupás a tu marido porqué, según vos, te da asquito, pero sí se la chupás al turro de tu jefe.
-No sé Daniela, es decisión tuya, es tu vida, hacé lo que sientas...- termino por recomendarle.
Al final volvió a encamarse con el Gerente. Que sean amantes me habilita a serlo de Julián. Aunque lo prefiero más como un amigo con derechos, un "amigarch", que algo fijo. Ya saben como soy, lo rutinario me aburre...
11 comentarios - De cuernos y amantes...
Espero que hayas arrancado de 10 el año.
Saludos.
PD: Excelente fotito final, hermosos patys.