El día del funeral me sentía extraño, creo que no hay mejor manera de explicarlo, la relación que tenía con mi padre no era la mejor desde que se volvió a casar aunque debo admitir que era el paso correcto después del fallecimiento de mi madre años atrás.
Leila me habia ayudado a escoger un sobrio traje negro , la camisa adeacuada y aunque yo en ese punto ya era un experto con los nudos de la corbata me costo bastante acomodarla, ella lucia un hermoso vestido negro que muy a su pesar apenas y podia contener ese majestuoso doble D, al menos la pashmina que le habia obsequiado meses antes iba a juego y cubria un poco el escote, muy a mi pesar.
Al entrar a la funeraria la mayoría de miradas se dirigieron a nosotros, no por ser el hijo del difunto mas bien era por que un ser de 2.10 de altura llego de la mano con una hermosa ninfa de 1.51 de altura, al realizar los primeros saludos a la familia dos pequeñas niñas, corrieron a abrazarme.
Mis hermanas, Adhara de 16 años y Brenda 13, corrieron en llanto y me abrazaron. Dos chicas menuditas, compartiamos la misma mirada "triste" que abundaba en la familia, de cabello negro como yo pero piel mas clara, mi acto reflejo fue recibirlas entre mis brazos.
Al poco tiempo una mujer de 40 años las apartaba de mi lado para abrazarme, Teresa la nueva esposa de mi padre o mejor dicho ahora su viuda, me abrazaba y lloraba repitiendo una y otra vez que ya estaba sola, que él se había marchado primero, aunque no la tenía en buena estima procedi a abrazarla, recordando las palabras de mi amada, se cordial.
-David tu padre lo pidió, tú debes dar el discurso de despedida -fueron sus primeras palabras al retomar compostura, yo quedé helado al escuchar eso.
-Realmente no soy muy bueno con los discursos, yo... -mire a Leila, desde pequeño había sufrido pánico escénico y no me sentía capaz de realizar algo tan sencillo, al menos no ese día.
-Por favor, se que no estaban en buenos términos pero era tu padre - imploraba Teresa, su cuerpo prácticamente sobre el mío, podía sentir la calidez de su cuerpo.
-El lo hara, no se preocupe -contestó Leila derrepente, tomándome de la mano para alejarme un poco -Esa mujer si que invade el espacio personal amor -saliendo de la pequeña sala- no te preocupes lo harás bien, solo necesitas suspirar y recordar tus discursos frente al espejo-
-Esos discursos fueron para exponer en clase no para hablar en un funeral además mi cerebro no está totalmente enfocado en - no pude terminar mi frase, Leila colocó un pequeño dedo sobre mi boca.
-Amorcito, yo me encargaré de que te relajes -sonriendo y guiñando el ojo justo antes de entrar juntos a los baños.
Durante los siguientes 20 minutos mi mente se alejó del tema del funeral y el discurso, lo único que ocupaba mi cabeza era la mamada que recibía de mi gatita, como sus labios succionaba centimetro a centimetro de mi falo hasta engullirlo por completo, podía notar como se marcaba en su delicado cuello.
-pff amor! alguien puede entrar -alcanzaba a decir mientras ella seguía mamando, a su propio ritmo, su lengua de vez en cuando lamiendo mis huevos ya totalmente cargados.
La corrida no se hizo esperar, abundante, caliente, intensa, directa a su garganta la cual ella bebía sin problema alguno, chorro tras chorro bajaba hasta su estomago, no sabia realmente cuánto tiempo teníamos pero en dos movimientos la puse de pie y la gire, elevando su vestido para descubrir esas firmes nalgas.
-amor...tanga en un funeral -sonreí justo antes de darle un buen azote que hizo eco por todo el baño.
-solo era en caso de emergencia! aah David! -mi nombre brotó como un leve quejido mezclado con placer, había apartado la tanga y mi miembro aun brotando los últimos chorros de semen comenzó a bombear con fuerza intensa, con cada embiste parecía que la puerta iba a ceder pero después de unos segundos eso dejó de importar solo eramos nosotros y el deseo.
Tal vez pasaron 30 o 40 minutos pero nosotros al fin habíamos alcanzado el clímax, mis manos sobre sus enormes pechos, mi miembro golpeando su cervix descargando toda la carga que había acumulado por el estrés y ella entregándose ante el placer total, sus jugos bajando por sus muslos, manchando la puerta mientras su voz repetía mi nombre.
Al tranquilizarlos, jadeando, aún pegados uno al otro escuchamos su voz.
-David...cariño ya es hora de que des el discurso -la voz de Teresa, sonaba agitada, temble y no supe qué decir, cuando tiempo había estado escuchando? pero una vez más mi gatita salio en mi ayuda
-si..si estaremos ahí, 5 minutos - solo escuchamos un suspiro, el sonido de los tacones y la puerta cerrarse, reímos, no lo había hecho desde que recibí la noticia.
El resto del funeral ocurrió sin mayores sorpresas, pude dar un discurso de despedida decente aunque en la opinión de Leila fue magnífico, recibí el pésame de aquellos dolientes que no conocía, algún compañero de negocios, tal vez alguna amante, cuando todos se habían marchado descubrí, para mi sorpresa, que la aseguradora ya había cubierto los gastos y solo quedaba leer el testamento lo cual ocurriría dentro de 3 días.
-David - tomándome Teresa del brazo -Podrías acompañarnos en la casa estos 3 dias, aun es difícil estar solas sin tu padre -
No sabia que decir, realmente no quería estar lejos de Leila pero por otro lado mis hermanas se veían demasiado tristes, tal vez unos dias podrian ayudar en algo, mi gatita y yo decidimos que estaba bien, ella le llamaría a su amiga Edna para no quedarse sola y yo estaria ahi solo 3 dias hasta la lectura del testamento.
Nunca imagine que esa decisión influirá tanto en mi futuro.
Leila me habia ayudado a escoger un sobrio traje negro , la camisa adeacuada y aunque yo en ese punto ya era un experto con los nudos de la corbata me costo bastante acomodarla, ella lucia un hermoso vestido negro que muy a su pesar apenas y podia contener ese majestuoso doble D, al menos la pashmina que le habia obsequiado meses antes iba a juego y cubria un poco el escote, muy a mi pesar.
Al entrar a la funeraria la mayoría de miradas se dirigieron a nosotros, no por ser el hijo del difunto mas bien era por que un ser de 2.10 de altura llego de la mano con una hermosa ninfa de 1.51 de altura, al realizar los primeros saludos a la familia dos pequeñas niñas, corrieron a abrazarme.
Mis hermanas, Adhara de 16 años y Brenda 13, corrieron en llanto y me abrazaron. Dos chicas menuditas, compartiamos la misma mirada "triste" que abundaba en la familia, de cabello negro como yo pero piel mas clara, mi acto reflejo fue recibirlas entre mis brazos.
Al poco tiempo una mujer de 40 años las apartaba de mi lado para abrazarme, Teresa la nueva esposa de mi padre o mejor dicho ahora su viuda, me abrazaba y lloraba repitiendo una y otra vez que ya estaba sola, que él se había marchado primero, aunque no la tenía en buena estima procedi a abrazarla, recordando las palabras de mi amada, se cordial.
-David tu padre lo pidió, tú debes dar el discurso de despedida -fueron sus primeras palabras al retomar compostura, yo quedé helado al escuchar eso.
-Realmente no soy muy bueno con los discursos, yo... -mire a Leila, desde pequeño había sufrido pánico escénico y no me sentía capaz de realizar algo tan sencillo, al menos no ese día.
-Por favor, se que no estaban en buenos términos pero era tu padre - imploraba Teresa, su cuerpo prácticamente sobre el mío, podía sentir la calidez de su cuerpo.
-El lo hara, no se preocupe -contestó Leila derrepente, tomándome de la mano para alejarme un poco -Esa mujer si que invade el espacio personal amor -saliendo de la pequeña sala- no te preocupes lo harás bien, solo necesitas suspirar y recordar tus discursos frente al espejo-
-Esos discursos fueron para exponer en clase no para hablar en un funeral además mi cerebro no está totalmente enfocado en - no pude terminar mi frase, Leila colocó un pequeño dedo sobre mi boca.
-Amorcito, yo me encargaré de que te relajes -sonriendo y guiñando el ojo justo antes de entrar juntos a los baños.
Durante los siguientes 20 minutos mi mente se alejó del tema del funeral y el discurso, lo único que ocupaba mi cabeza era la mamada que recibía de mi gatita, como sus labios succionaba centimetro a centimetro de mi falo hasta engullirlo por completo, podía notar como se marcaba en su delicado cuello.
-pff amor! alguien puede entrar -alcanzaba a decir mientras ella seguía mamando, a su propio ritmo, su lengua de vez en cuando lamiendo mis huevos ya totalmente cargados.
La corrida no se hizo esperar, abundante, caliente, intensa, directa a su garganta la cual ella bebía sin problema alguno, chorro tras chorro bajaba hasta su estomago, no sabia realmente cuánto tiempo teníamos pero en dos movimientos la puse de pie y la gire, elevando su vestido para descubrir esas firmes nalgas.
-amor...tanga en un funeral -sonreí justo antes de darle un buen azote que hizo eco por todo el baño.
-solo era en caso de emergencia! aah David! -mi nombre brotó como un leve quejido mezclado con placer, había apartado la tanga y mi miembro aun brotando los últimos chorros de semen comenzó a bombear con fuerza intensa, con cada embiste parecía que la puerta iba a ceder pero después de unos segundos eso dejó de importar solo eramos nosotros y el deseo.
Tal vez pasaron 30 o 40 minutos pero nosotros al fin habíamos alcanzado el clímax, mis manos sobre sus enormes pechos, mi miembro golpeando su cervix descargando toda la carga que había acumulado por el estrés y ella entregándose ante el placer total, sus jugos bajando por sus muslos, manchando la puerta mientras su voz repetía mi nombre.
Al tranquilizarlos, jadeando, aún pegados uno al otro escuchamos su voz.
-David...cariño ya es hora de que des el discurso -la voz de Teresa, sonaba agitada, temble y no supe qué decir, cuando tiempo había estado escuchando? pero una vez más mi gatita salio en mi ayuda
-si..si estaremos ahí, 5 minutos - solo escuchamos un suspiro, el sonido de los tacones y la puerta cerrarse, reímos, no lo había hecho desde que recibí la noticia.
El resto del funeral ocurrió sin mayores sorpresas, pude dar un discurso de despedida decente aunque en la opinión de Leila fue magnífico, recibí el pésame de aquellos dolientes que no conocía, algún compañero de negocios, tal vez alguna amante, cuando todos se habían marchado descubrí, para mi sorpresa, que la aseguradora ya había cubierto los gastos y solo quedaba leer el testamento lo cual ocurriría dentro de 3 días.
-David - tomándome Teresa del brazo -Podrías acompañarnos en la casa estos 3 dias, aun es difícil estar solas sin tu padre -
No sabia que decir, realmente no quería estar lejos de Leila pero por otro lado mis hermanas se veían demasiado tristes, tal vez unos dias podrian ayudar en algo, mi gatita y yo decidimos que estaba bien, ella le llamaría a su amiga Edna para no quedarse sola y yo estaria ahi solo 3 dias hasta la lectura del testamento.
Nunca imagine que esa decisión influirá tanto en mi futuro.
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