Luego de eso el viaje transcurrió con tranquilidad, entre besos y caricias con mi amiga de toda la secundaria. Sin embargo a esa de las 2 o 3 de la mañana cuando me levanté para ir al baño a mear y cepillarme los dientes (llevábamos cerca de 20 horas en el micro y quería higienizarme un poco) escuché un ruido raro y cuando mire a mi derecha estaba Julieta, mi ex "algo", bajo una campera cabeceando a morir al desgraciado del novio que encima me vio y me sonrió burlón. Esa situación me hizo recordar brevemente los petes de esa mujer, cómo se atragantaba con mi pija y como se calentaba cuando yo le decía que seguro era mucho más grande que la del pelotudo de su ex (que paradójicamente era su ahora actual jaja), por lo que sin hacerme mucho problema me cagué un poco de risa y seguí mi camino hacia el baño, tambaleandome por mi estado de embriaguez y locura.
Al salir del baño post realización de mis actividades de higiene me lleve una gran sorpresa al cruzarme en la puerta, esperando para entrar, justamente a Julieta, la cuál me dijo burlonamente: "Cómo estamos con la pendeja esa eh, la vas a volver loca si seguís tocandola así".
-Vos no te quedas atrás chupandosela al pelotudo ese-. Le retruqué riendo.
-Ojalá él me tocara como vos, solamente me hace chuparsela y después de acabar a los 5 minutos se queda dormido-.
A decir verdad, esta respuesta me sorprendió y me dejó sin palabras, puesto que ella siempre se había mostrado segura y feliz de su decisión, más allá de que yo sabía que su relación con él era tóxica y ella no era feliz con él, nunca lo había exteriorizado de esa manera. De hecho ni siquiera habíamos cruzado palabras luego de nuestra "ruptura".
-Vos tomaste la decisión que tomaste y yo la respeté, más allá de que sabes que no la comparto, te pido que me dejes seguir con mi vida-. Dije con intención de terminar la charla y volver a mi lugar
- Perdón, pero te extrañ...-. Justo en ese momento ella levantó su vista y se quedó callada como si hubiera visto al diablo: atrás mío apareció el pelotudo, que ante su tardanza había decidido acercarse a ver qué estaba pasando. Él, al verme se me quedó mirando fijo, y al yo querer irme de nuevo para mí asiento me pecheó bien fuerte y preguntó qué carajo estábamos haciendo, a lo cual yo, para evitar hacer un escándalo, lo ignoré y seguí con mi camino. Que se encargue ella, pensé. Sin embargo, en mi cabeza quedó retumbando esa frase interrumpida que había salido de su boca.
Al llegar al asiento, la imagen de Mayra completamente dormida con mi camiseta me devolvió a la realidad, la dulce realidad en la que estaba cumpliendo uno de mis objetivos del viaje y estaba concretando poder estar con una de las chicas más lindas que conocí. Luego de acomodarme en el asiento y acomodarla a ella suavemente con su cabeza sobre mi regazo para que siga durmiendo, decidí fumar una tuca que me había quedado y escuchar música, disfrutando este momento como me lo merecía. Me quedé dormido y ni siquiera me percaté de que Julieta había vuelto a su asiento con el pelotudo del novio y qué, según me contó Manuel al otro día, lo hizo con los ojos hinchados y llorosos, y visiblemente molesta y peleada con su pareja.
Al otro día, llegamos a Bariloche y, una vez en el hotel, nos acomodaron en habitaciones: con Manuel y Franco, otro amigo muy cercano y segundero, nos mandaron al último piso del hotel, mientras que al resto de nuestra comitiva, entre los cuales se encontraba Mayra y su amiga los mandaron un piso abajo nuestro. Nuestra separación del grupo se debía a problemas con una de las habitaciones del piso que nos correspondía, pero cómo nos tocó una habitación de 5 personas con ventanas más grandes y en un piso en el que nadie nos iba a molestar, no nos hicimos problema. Además, no compartir piso con Mayra podría evitarme situaciones incómodas en caso de concretar con alguna chica que no fuera ella.
Luego de acomodarnos y desempacar todo, decidimos salir a dar una vuelta por la ciudad, para conocer y realizar algunas compras necesarias: liyos, forros, vasos, etcétera, por lo que me puse el buzo (estábamos en verano así que no era necesario más abrigo), arme una fina y salimos a vagar sin rumbo un rato. Bajando por las escaleras nos encontramos con otros de nuestros compañeros que se nos unieron, así que fuimos cagandonos de risa por la ciudad.
Cuando empezó a caer la noche decidimos emprender la vuelta para organizar la previa y la noche. Con Manuel y Franco habíamos decidido poner habitación para la previa, por lo que nos pusimos a ordenar y organizar todo, decidiendo qué íbamos a tomar y fumar y escondiendo el resto, para evitar problemas. En medio de este proceso me llega una foto de Mayra que me dejó boquiabierto: era una foto contra el espejo de ella bañándose, pero tapando su cuerpo con la cortina de la ducha. Abajo de la foto había un mensaje pidiéndome que vaya que necesitaba ayuda con la elección de la ropa. Ni lento ni perezoso, me calcé mi morral y salí volando para su habitación. Cuando llegué me encontré con la puerta abierta por lo que, luego de avisar que entraba, me decidí a pasar. Desde el baño se escuchó un grito pidiéndome que la espere un segundo a que terminara, a lo cual me senté en mi cama y, con toda la confianza del mundo, decidí agarrar una latita de birra que tenía en una heladerita.
Luego de unos largos minutos de impaciencia, se abrió la puerta y quedé boquiabierto: Mayra vestía un conjunto de lencería blanco con portaligas y unas transparencias que me volvían loco. Estaba viendo a mi amiga de toda la vida casi desnuda y estaba en realidad más buena de lo que siempre imaginé, sus tetas bien formadas se lucían firmes y erguidas, y su pelo negro recién planchado caía suavemente por sus hombros, dando una imagen realmente excitante. No podía dejar de mirarla de arriba a abajo, con una calentura completamente evidente en mi bulto, puesto que llevaba un short de fútbol. Al ver mi reacción ella simplemente se rió y me dijo que ya no necesitaba mi opinión, porque viendo como me había puesto al verla ya tenía la respuesta que quería. Se acercó lentamente a la cama como una perra en celo, se sentó sobre mi con una pierna a cada lado, me dió un pico y cuando quise agarrarla del hermoso culo que tiene me sacó las manos, me dijo que se hacía tarde, me tironeó del brazo y me dijo al oído: "Esta noche sos mío escuchaste? Te espero a las 3 y media de la mañana en el lobby del hotel", para luego cerrarme la puerta en la cara y dejarme con la pija parada y desorientado en el pasillo del hotel.
Decidí volver a mi habitación, para terminar de alistarme para la noche y cuando abrí la puerta la situación era completamente distinta: un quilombo hermoso de luces, gente, humo y griterío me marcaban que se me había pasado la hora y yo todavía estaba sin bañarme, por lo cual me abrí camino para agarrar mi ropa y me encerré en el baño para prepararme para la jodita. Cuando termine de bañarme, con la toalla atada a la cintura me dispuse a afeitarme frente al espejo, y mientras estaba en el proceso sentí que la puerta se abrió y dos chicas entraron al baño sin percatarse de mi presencia. Totalmente avergonzado por la situación me presenté cagandome de risa, a lo cual una de las dos se me quedó mirando y analizando de arriba a abajo mi humanidad, deteniéndose especialmente sobre mi bulto y mis abdominales, que si bien no tengo el cuerpo de un culturista, me había encargado de llegar bastante bien al viaje. Luego de pedirme perdón, una de ellas me ofreció un trago de lo que estaban tomando y salieron del baño, dejandome terminar. Al salir, me encontré con una de ellas, la que me estaba mirando, apoyada sobre la puerta, y me pidió que le cuide que no entre nadie, a lo cual acepté sin problemas. Luego, nos pusimos a hablar y se presentó. Clara, como me dijo que se llamaba, era una chica bastante alta y flaca, con unas piernas hermosas, pelo teñido de rubio con reflejos y unos ojos verdes capaces de estupidizar a cualquier ser humano. Pasamos toda la previa juntos tomando y bailando, y a la hora de irnos, como dueño de la habitación era mi responsabilidad cerrar y dejar todo presentable para poder volver luego de la salida, a lo que ella me segundeó y me ayudó a ordenar.
Antes de salir para el boliche, nos miramos y arrancamos a besarnos, lo cual se prolongó varios minutos hasta que uno de los coordinadores golpeó la puerta para apurarnos. Luego de pasarnos nuestro contacto, separamos nuestros caminos, prometiendo en algún momento volvernos a ver y terminar lo que había quedado pendiente.
Al salir del baño post realización de mis actividades de higiene me lleve una gran sorpresa al cruzarme en la puerta, esperando para entrar, justamente a Julieta, la cuál me dijo burlonamente: "Cómo estamos con la pendeja esa eh, la vas a volver loca si seguís tocandola así".
-Vos no te quedas atrás chupandosela al pelotudo ese-. Le retruqué riendo.
-Ojalá él me tocara como vos, solamente me hace chuparsela y después de acabar a los 5 minutos se queda dormido-.
A decir verdad, esta respuesta me sorprendió y me dejó sin palabras, puesto que ella siempre se había mostrado segura y feliz de su decisión, más allá de que yo sabía que su relación con él era tóxica y ella no era feliz con él, nunca lo había exteriorizado de esa manera. De hecho ni siquiera habíamos cruzado palabras luego de nuestra "ruptura".
-Vos tomaste la decisión que tomaste y yo la respeté, más allá de que sabes que no la comparto, te pido que me dejes seguir con mi vida-. Dije con intención de terminar la charla y volver a mi lugar
- Perdón, pero te extrañ...-. Justo en ese momento ella levantó su vista y se quedó callada como si hubiera visto al diablo: atrás mío apareció el pelotudo, que ante su tardanza había decidido acercarse a ver qué estaba pasando. Él, al verme se me quedó mirando fijo, y al yo querer irme de nuevo para mí asiento me pecheó bien fuerte y preguntó qué carajo estábamos haciendo, a lo cual yo, para evitar hacer un escándalo, lo ignoré y seguí con mi camino. Que se encargue ella, pensé. Sin embargo, en mi cabeza quedó retumbando esa frase interrumpida que había salido de su boca.
Al llegar al asiento, la imagen de Mayra completamente dormida con mi camiseta me devolvió a la realidad, la dulce realidad en la que estaba cumpliendo uno de mis objetivos del viaje y estaba concretando poder estar con una de las chicas más lindas que conocí. Luego de acomodarme en el asiento y acomodarla a ella suavemente con su cabeza sobre mi regazo para que siga durmiendo, decidí fumar una tuca que me había quedado y escuchar música, disfrutando este momento como me lo merecía. Me quedé dormido y ni siquiera me percaté de que Julieta había vuelto a su asiento con el pelotudo del novio y qué, según me contó Manuel al otro día, lo hizo con los ojos hinchados y llorosos, y visiblemente molesta y peleada con su pareja.
Al otro día, llegamos a Bariloche y, una vez en el hotel, nos acomodaron en habitaciones: con Manuel y Franco, otro amigo muy cercano y segundero, nos mandaron al último piso del hotel, mientras que al resto de nuestra comitiva, entre los cuales se encontraba Mayra y su amiga los mandaron un piso abajo nuestro. Nuestra separación del grupo se debía a problemas con una de las habitaciones del piso que nos correspondía, pero cómo nos tocó una habitación de 5 personas con ventanas más grandes y en un piso en el que nadie nos iba a molestar, no nos hicimos problema. Además, no compartir piso con Mayra podría evitarme situaciones incómodas en caso de concretar con alguna chica que no fuera ella.
Luego de acomodarnos y desempacar todo, decidimos salir a dar una vuelta por la ciudad, para conocer y realizar algunas compras necesarias: liyos, forros, vasos, etcétera, por lo que me puse el buzo (estábamos en verano así que no era necesario más abrigo), arme una fina y salimos a vagar sin rumbo un rato. Bajando por las escaleras nos encontramos con otros de nuestros compañeros que se nos unieron, así que fuimos cagandonos de risa por la ciudad.
Cuando empezó a caer la noche decidimos emprender la vuelta para organizar la previa y la noche. Con Manuel y Franco habíamos decidido poner habitación para la previa, por lo que nos pusimos a ordenar y organizar todo, decidiendo qué íbamos a tomar y fumar y escondiendo el resto, para evitar problemas. En medio de este proceso me llega una foto de Mayra que me dejó boquiabierto: era una foto contra el espejo de ella bañándose, pero tapando su cuerpo con la cortina de la ducha. Abajo de la foto había un mensaje pidiéndome que vaya que necesitaba ayuda con la elección de la ropa. Ni lento ni perezoso, me calcé mi morral y salí volando para su habitación. Cuando llegué me encontré con la puerta abierta por lo que, luego de avisar que entraba, me decidí a pasar. Desde el baño se escuchó un grito pidiéndome que la espere un segundo a que terminara, a lo cual me senté en mi cama y, con toda la confianza del mundo, decidí agarrar una latita de birra que tenía en una heladerita.
Luego de unos largos minutos de impaciencia, se abrió la puerta y quedé boquiabierto: Mayra vestía un conjunto de lencería blanco con portaligas y unas transparencias que me volvían loco. Estaba viendo a mi amiga de toda la vida casi desnuda y estaba en realidad más buena de lo que siempre imaginé, sus tetas bien formadas se lucían firmes y erguidas, y su pelo negro recién planchado caía suavemente por sus hombros, dando una imagen realmente excitante. No podía dejar de mirarla de arriba a abajo, con una calentura completamente evidente en mi bulto, puesto que llevaba un short de fútbol. Al ver mi reacción ella simplemente se rió y me dijo que ya no necesitaba mi opinión, porque viendo como me había puesto al verla ya tenía la respuesta que quería. Se acercó lentamente a la cama como una perra en celo, se sentó sobre mi con una pierna a cada lado, me dió un pico y cuando quise agarrarla del hermoso culo que tiene me sacó las manos, me dijo que se hacía tarde, me tironeó del brazo y me dijo al oído: "Esta noche sos mío escuchaste? Te espero a las 3 y media de la mañana en el lobby del hotel", para luego cerrarme la puerta en la cara y dejarme con la pija parada y desorientado en el pasillo del hotel.
Decidí volver a mi habitación, para terminar de alistarme para la noche y cuando abrí la puerta la situación era completamente distinta: un quilombo hermoso de luces, gente, humo y griterío me marcaban que se me había pasado la hora y yo todavía estaba sin bañarme, por lo cual me abrí camino para agarrar mi ropa y me encerré en el baño para prepararme para la jodita. Cuando termine de bañarme, con la toalla atada a la cintura me dispuse a afeitarme frente al espejo, y mientras estaba en el proceso sentí que la puerta se abrió y dos chicas entraron al baño sin percatarse de mi presencia. Totalmente avergonzado por la situación me presenté cagandome de risa, a lo cual una de las dos se me quedó mirando y analizando de arriba a abajo mi humanidad, deteniéndose especialmente sobre mi bulto y mis abdominales, que si bien no tengo el cuerpo de un culturista, me había encargado de llegar bastante bien al viaje. Luego de pedirme perdón, una de ellas me ofreció un trago de lo que estaban tomando y salieron del baño, dejandome terminar. Al salir, me encontré con una de ellas, la que me estaba mirando, apoyada sobre la puerta, y me pidió que le cuide que no entre nadie, a lo cual acepté sin problemas. Luego, nos pusimos a hablar y se presentó. Clara, como me dijo que se llamaba, era una chica bastante alta y flaca, con unas piernas hermosas, pelo teñido de rubio con reflejos y unos ojos verdes capaces de estupidizar a cualquier ser humano. Pasamos toda la previa juntos tomando y bailando, y a la hora de irnos, como dueño de la habitación era mi responsabilidad cerrar y dejar todo presentable para poder volver luego de la salida, a lo que ella me segundeó y me ayudó a ordenar.
Antes de salir para el boliche, nos miramos y arrancamos a besarnos, lo cual se prolongó varios minutos hasta que uno de los coordinadores golpeó la puerta para apurarnos. Luego de pasarnos nuestro contacto, separamos nuestros caminos, prometiendo en algún momento volvernos a ver y terminar lo que había quedado pendiente.
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