Luego de ese polvo compartido que nos dejó fuera de órbita por un rato, Omar me pregunta si quiero tomar algo. Le digo que sí, porque la verdad es que no quiero irme, quiero seguir allí, en esa habitación, con él.
Te das cuenta que estás con alguien especial, cuando, luego del sexo, no sentís esa urgencia por mandarte a mudar lo más rápido posible.
Me pasa a veces que, pasado el momento de la calentura, lo que quiero es huir, desaparecer sin dejar rastro. Con Omar, todo lo contrario, aunque no me hiciese el amor de nuevo, necesitaba seguir sintiendo su presencia cerca mío.
Miro la hora en mi celular, ya son las dos y veinte...
-Mientras pedís, voy al baño, que tengo que reportarme...- le digo, en obvia alusión a mi marido.
Me levanto y así, desnuda, moviéndome sinuosamente, cruzo la habitación. Sé que me está mirando, por lo que camino despacio, sin apuro.
Entro al cuarto de baño y cierro la puerta. Me siento en el bidet para enjuagarme, y mientras el chorro de agua fría refresca mis partes, le escribo a mi marido...
”Todo bien, ahora estamos en el boliche, creo que tenemos para un par de horas más todavía, traté de escaparme pero no me dejaron... Jajajaja... Besos, te amo..."
Le adjunto al mensaje unas fotos que había sacado antes y que no subí a ninguna red social, por lo que pueden pasar como del momento. Fotos con compañeras de trabajo, tomando un trago, brindando, recibiendo mi regalo, una foto en que lo saludo especialmente, mandándole un beso... Foto en la que ya sabía que Omar me estaba esperando afuera.
Cierro el bidet, y me levanto. Cuando vuelvo a la habitación, ya hay un champagne, de esos muy caros, en un balde con hielo. Omar, desnudo, con la poronga cayéndole pesadamente entre los muslos, descorcha la botella y sirve dos copas.
-¿Sabés que mi única expectativa al venir a la cena era solo conocerte?- me dice, dándome la mía.
-Ya me estás conociendo bastante- bromeo, recibiendo la copa y tomando un sorbo.
-Resultó mejor de lo que esperaba, pero lo que quiero decir es que no vine con la intención de traerte a un telo- intenta aclarar.
-Te creo, pero decime la verdad, siempre que me hacías un favor, ¿no se te pasaba por la mente cobrármelo en especias?- le pregunto.
-Jajaja...- se ríe -Si soy sincero, más de una vez... De hecho, estuve a punto de invitarte a salir...-
-¿Ah sí? No me digas...- me sorprendo, ya que nunca me pareció que lo hubiera intentado siquiera.
-Sí, un día que me llamaste para que te autorice el pago de unos neumáticos robados, estaba por decirte de vernos...-
-¿Y que pasó? ¿Te arrepentiste?-
-Nunca, lo que pasó es que justo empezó a llorar tu nena, y me dijiste que era tu hija pidiendo la teta, y yo no sabía que habías sido mamá...-
Me acordaba de ese momento. Había vuelto hacía poco a ocuparme de mis asegurados, por lo que tuve que recurrir a su ayuda con mayor frecuencia de lo habitual.
-Me acuerdo...- le digo -Fue un error mío no actualizar la vigencia del seguro, la Compañía tenía razón en no querer cubrir el costo de los neumáticos... Pero lo autorizaste igual, gracias-
-No podía negártelo, más después de que mencionaras tu teta...- se sonríe.
-Acá la tenés, toda tuya...- le digo, entregándosela.
Me la besa, me la chupa, me muerde el pezón.
-¿Y vos? ¿Cuando me viste que pensaste? ¿Que venía a cobrarte la deuda?- me pregunta.
-¿La verdad...? Cuando te vi y supe que eras vos, dije que ganas de pagarte hasta el último favor...-
-¿Te sigo cobrando, entonces?- propone.
-Es lo único que quiero...- asiento.
Chocamos las copas, las vaciamos de un sorbo y dejándolas en la mesa, nos besamos con esa pasión y urgencia que no cede. Nos habíamos echado un polvo electrizante, pero aún seguíamos calientes.
Sin dejar de besarnos, nos echamos en la cama, rodando el uno sobre el otro.
-No quiero quedar debiéndote nada...- le digo, mientras me pongo encima suyo.
Se pone rápido un forro y me la manda a guardar sin dejar nada afuera, solo los huevos que golpean insistentes contra las puertas de mí sexo.
Ahí, montada, moviéndome con ecuestre habilidad, me siento en la cima del mundo, altiva, posesiva, dominante, cada penetración es como una inyección de adrenalina, de energía viva y tonificante que me motiva a ir por más.
Desde abajo, me acaricia las nalgas, la cintura, los pechos, admirándome...
Te das cuenta cuando para un hombre no sos solamente un trozo de carne al que tiene que perforar para conseguir su premio.
En ese momento para él soy como la musa para el artista...
-Cogeme el culo...- le pido en un susurro, como si fuera un secreto.
Me mira y se sonríe, lascivo, malicioso. Sale de mi concha, se agarra la pija con mano segura y firme, y trata de metérmela por atrás... y digo, trata, porque la tiene tan hinchada, que no me entra a la primera ni a la segunda.
Veo que a un lado de la cama quedaron unos sachets de gel lubricante, de cuando agarró a las apuradas los preservativos. Agarro uno, lo abro, me echo el contenido en la palma de la mano, y le lubrico la poronga a todo lo largo. Me lubrico también el ojete, un poquito adentro, por los lados, y entonces sí, me la pongo yo misma en la puerta, en esa oquedad que se estremece de solo sentir la proximidad del objeto anhelado.
Ahora soy yo la que empuja desde arriba, ejerciendo presión con todo mi cuerpo, sintiendo como el esfínter se abre, se dilata, se rompe...
A medida que la pija se va hundiendo en mí, como que la carne, la sangre, todo, se amontona en la base, empujado por la estrechez de mi culito, por eso la siento más gorda, mas llena con cada trozo que me mete.
Me apoyo en sus manos que me sostienen, y sigo empujando hacia abajo, más enérgicamente cada vez...
Duele, pero no me importa...
Ansío, deseo, imploro que ése hombre me rompa bien el orto, que me lo destroce, que me lastime de tanto culearme, necesito sentirlo por todos mis orificios, llenándome, colmándome, explotándome...
Estoy lanzada, no me detengo, sigo, sigo y sigo, empujando con mis caderas, con todo mi peso, hasta que...
...¡PLOP!...
Suelto un grito de ¿dolor? ¿placer? cuando caigo del todo, y quedo sentada sobre sus piernas, totalmente ensartada.
Un fuerte cimbronazo me recorre toda la espalda, desde los riñones hasta la nuca, a la vez que un fuego vivo me quema los intestinos.
¡Es hermoso y gratificante, sentir toda esa compresión en la parte más ceñida del cuerpo!
La cara de Omar es de feliz cumpleaños, sonríe, le brillan los ojos, se babea del gusto. Se nota que no se lo esperaba, pero ahí me tiene, bien enculada, dueño absoluto de todos mis orificios, en especial de aquel al cual solo acceden mis amantes.
Me gusta culear, es innegable, resulta la forma más plena, total y absoluta en que podés demostrarle a un hombre que le pertenecés por completo. Y yo quería pertenecerle a Omar y que él lo supiera.
Entusiasmado con la posibilidad de ese nuevo acceso, Omar se mueve desde abajo, culeándome con empujones firmes y contundentes. Yo me quedo quieta, encima suyo, disfrutando cada empuje, cada clavada, restregándole las tetas por toda la cara.
-¡¡¡Uuuhhhhffff... Uuuhhhhffff... Uuuhhhhffff...!!!- jadeo cada vez que me la mete hasta lo más hondo.
Lo disfruto como si fuera una pendeja a la que le están haciendo la cola por primera vez. No se compara, por supuesto, a esa primera enculada, pero la sensación es terriblemente intensa y subyugante.
Arqueo la espalda, echo la cabeza hacia atrás, y ahora soy yo la que se mueve, montándolo con todo mi entusiasmo a flor de piel. Me miro en los espejos, que devuelven mi imagen, moviéndome arriba y abajo, sobre el cuerpo de ese hombre que me tiene bien abrochada, que no me suelta, que me tiene presa de su hombría.
No diré que nunca se me pasó por la cabeza cogerme al tipo que, sin conocerme, me autorizaba todo lo que le pidiera. Una tiene sus fantasías, pero la realidad superaba mis expectativas.
-Te debo una...- le dije más de una vez, al despedirme luego de un nuevo favor, cuando en realidad lo que debería haberle dicho era: "Te debo un buen polvo".
Y ahí estábamos, saldando cuentas, demostrando ambos, lo mucho que habíamos esperado por ese momento.
Me tumba de espalda sobre la cama, y vuelve a lo tradicional, cogiéndome tan rico, que hasta me sale espumita. Entonces me la saca, la deja corcoveando en el aire, y retoma con fuerza por la colectora. Ésta vez ni siquiera tiene que empujar, mi culito se abre como una flor, absorbiéndolo por completo.
Me bombea a mansalva, partiéndome el culo al medio, empujándome los intestinos hacia dentro con cada bombazo. De repente, todo se nubla a mi alrededor, la habitación y todo lo que hay en ella, se diluye, y solo quedamos los dos, suspendidos en ese momento, unidos, empalados.
Tengo otro orgasmo, uno especialmente intenso, impactante, un orgasmo anal, ya que me está cogiendo por el culo. Mientras yo me dejo arrastrar por esa marea cálida y revitalizadora, él me sigue culeando, destrozándome sin piedad, haciendo uso y abuso de mi parte más sensible.
Me machaca a full, hasta que no puede más, y también acaba. Entre efusivas expresiones de placer, cae sobre mí, jadeante, exhausto, cubierto de sudor.
Nos quedamos ahí, tendidos, recuperando el aliento, disfrutando el delicioso cosquilleo que el orgasmo te deja latiendo en las entrañas.
Se echa hacia un lado, y soltando un plácido suspiro, exclama:
-¿Acaso cada vez que lo hagamos va a ser mejor que la anterior?-
Yo justo pensaba lo mismo. Creía que el primer polvo que nos echamos había sido impactante, alucinante, que de ahí en más solo podríamos ir en picada, pero no, éste había sido superior en todo sentido. Hasta el después, ese momento posterior en que tu cuerpo sigue estremeciéndose de placer, fue incluso más prolongado que el anterior.
Nos besamos durante un buen rato, besos cortos, largos, besos de lengua, tras lo cual, aunque no lo crean, nos quedamos charlando durante más de una hora. En la cama, desnudos, solo hablando.
Me contó que está casado, ("felizmente casado" fue la expresión que usó), que tiene dos hijos, los que ya había visto en su estado de WhatsApp, y que después de nueve años, por primera vez le estaba siendo infiel a su esposa.
-Valió la pena esperar...- me asegura, dándome otro beso.
Lo noté sincero, por lo que cuando me preguntó, tuve que admitir haber tenido alguna aventura, no creo que me hubiese creído si le decía que no, aunque no me atreví a confesar que de dos de esas aventuras quedé embarazada de mis hijos.
Para entonces ya casi estaba amaneciendo. Así que pedimos desayuno, y lo tomamos mientras seguimos charlando sin parar, contándonos cosas de nuestras vidas, del trabajo.
-Voy a ducharme...- le digo.
Termino mi tostada, me levanto, camino sexy hacia la puerta del baño, y volteándome, le pregunto:
-¿Venís?-
Se levanta y viene hacía mí, con la pija parada, bamboleándose amenazante entre las piernas.
Nos metemos a la ducha, abrimos el agua y empezamos a enjabonarnos mutuamente. Con los cuerpos cubiertos de espuma, nos abrazamos y besamos, sintiendo renacer esas ganas que, recién nos damos cuenta, nunca se fueron.
Enjuago su parte íntima y me agacho para chuparlo, saboreando con encendido frenesí toda su extensión, deslizando mi lengua arriba y abajo, hasta llegar a lamerle los huevos y el escondite debajo de ellos.
Él también me chupa a mí, ávido, entusiasta, primero por delante, punteando con la lengua los rincones más escondidos de mi conchita, para luego darme la vuelta y lamerme toda la raya del culo.
Sale de la ducha un momento, pero vuelve enseguida en plena faena de ponerse un preservativo.
Me empuja de cara contra el vidrio de la mampara, y me entra por detrás, cogiéndome de nuevo el culito que aún sigue abierto de la culeada anterior.
Se hunde una y otra vez en mí, enérgico, implacable, arrastrándome a un nuevo delirio de placer. Siento de nuevo ese vértigo en las entrañas, la marea que sube y amenaza con llevarse todo por delante.
Siento que estoy a punto de llegar una vez más a la meta, ahí estoy, a unos metros, muy cerca, ya... casi... Pero no...
Me la saca del culo, me deja así abandonada por lo que parece una eternidad, y arremete de nuevo, pero ésta vez por la concha, haciendo gala de un vigor notable, prodigioso.
Me agarra fuerte de los pechos, y ahora sí, me bombea hasta que los dos acabamos envueltos en un coro de gemidos y jadeos que parecen no tener fin... Y sí, éste polvo, en la ducha, fue todavía mucho más intenso y avasallante que los anteriores, tanto que hasta gran parte de ese día seguí sintiendo en mi interior sus deliciosas secuelas.
Muy a mi pesar, salimos de la ducha y volvemos al cuarto para empezar a vestirnos.
Ya eran casi las siete de la mañana cuando salimos del telo. Omar me dejó a una cuadra de casa, aunque antes de bajarme de su auto, nos despedimos con un beso de esos que no le das a cualquiera, sino a alguien muy especial.
Cuando llegué a casa, mi marido y los chicos aún dormían. Lo que hice fue acostarme en el sofá de la sala, y hacer como que me había dormido con la ropa puesta.
-Ni sé a que hora llegué...- le dije luego a mi marido, reprimiendo un bostezo -Pero no debió de ser más de las cuatro. Algunos todavía seguían de festejo, yo me escapé en cuanto pude-
-Hubieras venido a la cama- me reprocha.
-No quise despertarte- le digo, dándole un pico -Además, apenas entré me derrumbé en el sillón, no daba más, los zapatos que estrené me tuvieron a maltraer toda la noche, espero que no me salgan ampollas-
Ahí mismo se sentó frente a mí y se puso a hacerme masajes en los pies.
-¿Y los peques? ¿Cómo se portaron?- le pregunto por mis hijos.
-Bien, te extrañaron, pero no dieron problemas-
Para compensarlos, ese sábado por la tarde salimos de paseo los cuatro, y aunque estaba disfrutando con mi familia, no podía sacarme de la cabeza (ni de mi cuerpo) el recuerdo de aquella noche. Las sensaciones, la pulsión del orgasmo, ¡de los orgasmos!, todo estaba todavía muy latente en mí, tanto que si Omar se me hubiera aparecido de repente, no podría haber evitado colgarme de su cuello y besarlo, sin pensar en las consecuencias. Tanto así me había impactado.
No sé cómo seguirá lo nuestro. Estoy segura de que volveremos a vernos. Lo que sí, no puedo ni siquiera concebir no hacer el amor de nuevo con él. Como sea, los tendré al tanto.
Que terminen bien el año, disfruten con la familia, y... ¡¡¡FELIZ 2024 PARA TODOS!!!
Te das cuenta que estás con alguien especial, cuando, luego del sexo, no sentís esa urgencia por mandarte a mudar lo más rápido posible.
Me pasa a veces que, pasado el momento de la calentura, lo que quiero es huir, desaparecer sin dejar rastro. Con Omar, todo lo contrario, aunque no me hiciese el amor de nuevo, necesitaba seguir sintiendo su presencia cerca mío.
Miro la hora en mi celular, ya son las dos y veinte...
-Mientras pedís, voy al baño, que tengo que reportarme...- le digo, en obvia alusión a mi marido.
Me levanto y así, desnuda, moviéndome sinuosamente, cruzo la habitación. Sé que me está mirando, por lo que camino despacio, sin apuro.
Entro al cuarto de baño y cierro la puerta. Me siento en el bidet para enjuagarme, y mientras el chorro de agua fría refresca mis partes, le escribo a mi marido...
”Todo bien, ahora estamos en el boliche, creo que tenemos para un par de horas más todavía, traté de escaparme pero no me dejaron... Jajajaja... Besos, te amo..."
Le adjunto al mensaje unas fotos que había sacado antes y que no subí a ninguna red social, por lo que pueden pasar como del momento. Fotos con compañeras de trabajo, tomando un trago, brindando, recibiendo mi regalo, una foto en que lo saludo especialmente, mandándole un beso... Foto en la que ya sabía que Omar me estaba esperando afuera.
Cierro el bidet, y me levanto. Cuando vuelvo a la habitación, ya hay un champagne, de esos muy caros, en un balde con hielo. Omar, desnudo, con la poronga cayéndole pesadamente entre los muslos, descorcha la botella y sirve dos copas.
-¿Sabés que mi única expectativa al venir a la cena era solo conocerte?- me dice, dándome la mía.
-Ya me estás conociendo bastante- bromeo, recibiendo la copa y tomando un sorbo.
-Resultó mejor de lo que esperaba, pero lo que quiero decir es que no vine con la intención de traerte a un telo- intenta aclarar.
-Te creo, pero decime la verdad, siempre que me hacías un favor, ¿no se te pasaba por la mente cobrármelo en especias?- le pregunto.
-Jajaja...- se ríe -Si soy sincero, más de una vez... De hecho, estuve a punto de invitarte a salir...-
-¿Ah sí? No me digas...- me sorprendo, ya que nunca me pareció que lo hubiera intentado siquiera.
-Sí, un día que me llamaste para que te autorice el pago de unos neumáticos robados, estaba por decirte de vernos...-
-¿Y que pasó? ¿Te arrepentiste?-
-Nunca, lo que pasó es que justo empezó a llorar tu nena, y me dijiste que era tu hija pidiendo la teta, y yo no sabía que habías sido mamá...-
Me acordaba de ese momento. Había vuelto hacía poco a ocuparme de mis asegurados, por lo que tuve que recurrir a su ayuda con mayor frecuencia de lo habitual.
-Me acuerdo...- le digo -Fue un error mío no actualizar la vigencia del seguro, la Compañía tenía razón en no querer cubrir el costo de los neumáticos... Pero lo autorizaste igual, gracias-
-No podía negártelo, más después de que mencionaras tu teta...- se sonríe.
-Acá la tenés, toda tuya...- le digo, entregándosela.
Me la besa, me la chupa, me muerde el pezón.
-¿Y vos? ¿Cuando me viste que pensaste? ¿Que venía a cobrarte la deuda?- me pregunta.
-¿La verdad...? Cuando te vi y supe que eras vos, dije que ganas de pagarte hasta el último favor...-
-¿Te sigo cobrando, entonces?- propone.
-Es lo único que quiero...- asiento.
Chocamos las copas, las vaciamos de un sorbo y dejándolas en la mesa, nos besamos con esa pasión y urgencia que no cede. Nos habíamos echado un polvo electrizante, pero aún seguíamos calientes.
Sin dejar de besarnos, nos echamos en la cama, rodando el uno sobre el otro.
-No quiero quedar debiéndote nada...- le digo, mientras me pongo encima suyo.
Se pone rápido un forro y me la manda a guardar sin dejar nada afuera, solo los huevos que golpean insistentes contra las puertas de mí sexo.
Ahí, montada, moviéndome con ecuestre habilidad, me siento en la cima del mundo, altiva, posesiva, dominante, cada penetración es como una inyección de adrenalina, de energía viva y tonificante que me motiva a ir por más.
Desde abajo, me acaricia las nalgas, la cintura, los pechos, admirándome...
Te das cuenta cuando para un hombre no sos solamente un trozo de carne al que tiene que perforar para conseguir su premio.
En ese momento para él soy como la musa para el artista...
-Cogeme el culo...- le pido en un susurro, como si fuera un secreto.
Me mira y se sonríe, lascivo, malicioso. Sale de mi concha, se agarra la pija con mano segura y firme, y trata de metérmela por atrás... y digo, trata, porque la tiene tan hinchada, que no me entra a la primera ni a la segunda.
Veo que a un lado de la cama quedaron unos sachets de gel lubricante, de cuando agarró a las apuradas los preservativos. Agarro uno, lo abro, me echo el contenido en la palma de la mano, y le lubrico la poronga a todo lo largo. Me lubrico también el ojete, un poquito adentro, por los lados, y entonces sí, me la pongo yo misma en la puerta, en esa oquedad que se estremece de solo sentir la proximidad del objeto anhelado.
Ahora soy yo la que empuja desde arriba, ejerciendo presión con todo mi cuerpo, sintiendo como el esfínter se abre, se dilata, se rompe...
A medida que la pija se va hundiendo en mí, como que la carne, la sangre, todo, se amontona en la base, empujado por la estrechez de mi culito, por eso la siento más gorda, mas llena con cada trozo que me mete.
Me apoyo en sus manos que me sostienen, y sigo empujando hacia abajo, más enérgicamente cada vez...
Duele, pero no me importa...
Ansío, deseo, imploro que ése hombre me rompa bien el orto, que me lo destroce, que me lastime de tanto culearme, necesito sentirlo por todos mis orificios, llenándome, colmándome, explotándome...
Estoy lanzada, no me detengo, sigo, sigo y sigo, empujando con mis caderas, con todo mi peso, hasta que...
...¡PLOP!...
Suelto un grito de ¿dolor? ¿placer? cuando caigo del todo, y quedo sentada sobre sus piernas, totalmente ensartada.
Un fuerte cimbronazo me recorre toda la espalda, desde los riñones hasta la nuca, a la vez que un fuego vivo me quema los intestinos.
¡Es hermoso y gratificante, sentir toda esa compresión en la parte más ceñida del cuerpo!
La cara de Omar es de feliz cumpleaños, sonríe, le brillan los ojos, se babea del gusto. Se nota que no se lo esperaba, pero ahí me tiene, bien enculada, dueño absoluto de todos mis orificios, en especial de aquel al cual solo acceden mis amantes.
Me gusta culear, es innegable, resulta la forma más plena, total y absoluta en que podés demostrarle a un hombre que le pertenecés por completo. Y yo quería pertenecerle a Omar y que él lo supiera.
Entusiasmado con la posibilidad de ese nuevo acceso, Omar se mueve desde abajo, culeándome con empujones firmes y contundentes. Yo me quedo quieta, encima suyo, disfrutando cada empuje, cada clavada, restregándole las tetas por toda la cara.
-¡¡¡Uuuhhhhffff... Uuuhhhhffff... Uuuhhhhffff...!!!- jadeo cada vez que me la mete hasta lo más hondo.
Lo disfruto como si fuera una pendeja a la que le están haciendo la cola por primera vez. No se compara, por supuesto, a esa primera enculada, pero la sensación es terriblemente intensa y subyugante.
Arqueo la espalda, echo la cabeza hacia atrás, y ahora soy yo la que se mueve, montándolo con todo mi entusiasmo a flor de piel. Me miro en los espejos, que devuelven mi imagen, moviéndome arriba y abajo, sobre el cuerpo de ese hombre que me tiene bien abrochada, que no me suelta, que me tiene presa de su hombría.
No diré que nunca se me pasó por la cabeza cogerme al tipo que, sin conocerme, me autorizaba todo lo que le pidiera. Una tiene sus fantasías, pero la realidad superaba mis expectativas.
-Te debo una...- le dije más de una vez, al despedirme luego de un nuevo favor, cuando en realidad lo que debería haberle dicho era: "Te debo un buen polvo".
Y ahí estábamos, saldando cuentas, demostrando ambos, lo mucho que habíamos esperado por ese momento.
Me tumba de espalda sobre la cama, y vuelve a lo tradicional, cogiéndome tan rico, que hasta me sale espumita. Entonces me la saca, la deja corcoveando en el aire, y retoma con fuerza por la colectora. Ésta vez ni siquiera tiene que empujar, mi culito se abre como una flor, absorbiéndolo por completo.
Me bombea a mansalva, partiéndome el culo al medio, empujándome los intestinos hacia dentro con cada bombazo. De repente, todo se nubla a mi alrededor, la habitación y todo lo que hay en ella, se diluye, y solo quedamos los dos, suspendidos en ese momento, unidos, empalados.
Tengo otro orgasmo, uno especialmente intenso, impactante, un orgasmo anal, ya que me está cogiendo por el culo. Mientras yo me dejo arrastrar por esa marea cálida y revitalizadora, él me sigue culeando, destrozándome sin piedad, haciendo uso y abuso de mi parte más sensible.
Me machaca a full, hasta que no puede más, y también acaba. Entre efusivas expresiones de placer, cae sobre mí, jadeante, exhausto, cubierto de sudor.
Nos quedamos ahí, tendidos, recuperando el aliento, disfrutando el delicioso cosquilleo que el orgasmo te deja latiendo en las entrañas.
Se echa hacia un lado, y soltando un plácido suspiro, exclama:
-¿Acaso cada vez que lo hagamos va a ser mejor que la anterior?-
Yo justo pensaba lo mismo. Creía que el primer polvo que nos echamos había sido impactante, alucinante, que de ahí en más solo podríamos ir en picada, pero no, éste había sido superior en todo sentido. Hasta el después, ese momento posterior en que tu cuerpo sigue estremeciéndose de placer, fue incluso más prolongado que el anterior.
Nos besamos durante un buen rato, besos cortos, largos, besos de lengua, tras lo cual, aunque no lo crean, nos quedamos charlando durante más de una hora. En la cama, desnudos, solo hablando.
Me contó que está casado, ("felizmente casado" fue la expresión que usó), que tiene dos hijos, los que ya había visto en su estado de WhatsApp, y que después de nueve años, por primera vez le estaba siendo infiel a su esposa.
-Valió la pena esperar...- me asegura, dándome otro beso.
Lo noté sincero, por lo que cuando me preguntó, tuve que admitir haber tenido alguna aventura, no creo que me hubiese creído si le decía que no, aunque no me atreví a confesar que de dos de esas aventuras quedé embarazada de mis hijos.
Para entonces ya casi estaba amaneciendo. Así que pedimos desayuno, y lo tomamos mientras seguimos charlando sin parar, contándonos cosas de nuestras vidas, del trabajo.
-Voy a ducharme...- le digo.
Termino mi tostada, me levanto, camino sexy hacia la puerta del baño, y volteándome, le pregunto:
-¿Venís?-
Se levanta y viene hacía mí, con la pija parada, bamboleándose amenazante entre las piernas.
Nos metemos a la ducha, abrimos el agua y empezamos a enjabonarnos mutuamente. Con los cuerpos cubiertos de espuma, nos abrazamos y besamos, sintiendo renacer esas ganas que, recién nos damos cuenta, nunca se fueron.
Enjuago su parte íntima y me agacho para chuparlo, saboreando con encendido frenesí toda su extensión, deslizando mi lengua arriba y abajo, hasta llegar a lamerle los huevos y el escondite debajo de ellos.
Él también me chupa a mí, ávido, entusiasta, primero por delante, punteando con la lengua los rincones más escondidos de mi conchita, para luego darme la vuelta y lamerme toda la raya del culo.
Sale de la ducha un momento, pero vuelve enseguida en plena faena de ponerse un preservativo.
Me empuja de cara contra el vidrio de la mampara, y me entra por detrás, cogiéndome de nuevo el culito que aún sigue abierto de la culeada anterior.
Se hunde una y otra vez en mí, enérgico, implacable, arrastrándome a un nuevo delirio de placer. Siento de nuevo ese vértigo en las entrañas, la marea que sube y amenaza con llevarse todo por delante.
Siento que estoy a punto de llegar una vez más a la meta, ahí estoy, a unos metros, muy cerca, ya... casi... Pero no...
Me la saca del culo, me deja así abandonada por lo que parece una eternidad, y arremete de nuevo, pero ésta vez por la concha, haciendo gala de un vigor notable, prodigioso.
Me agarra fuerte de los pechos, y ahora sí, me bombea hasta que los dos acabamos envueltos en un coro de gemidos y jadeos que parecen no tener fin... Y sí, éste polvo, en la ducha, fue todavía mucho más intenso y avasallante que los anteriores, tanto que hasta gran parte de ese día seguí sintiendo en mi interior sus deliciosas secuelas.
Muy a mi pesar, salimos de la ducha y volvemos al cuarto para empezar a vestirnos.
Ya eran casi las siete de la mañana cuando salimos del telo. Omar me dejó a una cuadra de casa, aunque antes de bajarme de su auto, nos despedimos con un beso de esos que no le das a cualquiera, sino a alguien muy especial.
Cuando llegué a casa, mi marido y los chicos aún dormían. Lo que hice fue acostarme en el sofá de la sala, y hacer como que me había dormido con la ropa puesta.
-Ni sé a que hora llegué...- le dije luego a mi marido, reprimiendo un bostezo -Pero no debió de ser más de las cuatro. Algunos todavía seguían de festejo, yo me escapé en cuanto pude-
-Hubieras venido a la cama- me reprocha.
-No quise despertarte- le digo, dándole un pico -Además, apenas entré me derrumbé en el sillón, no daba más, los zapatos que estrené me tuvieron a maltraer toda la noche, espero que no me salgan ampollas-
Ahí mismo se sentó frente a mí y se puso a hacerme masajes en los pies.
-¿Y los peques? ¿Cómo se portaron?- le pregunto por mis hijos.
-Bien, te extrañaron, pero no dieron problemas-
Para compensarlos, ese sábado por la tarde salimos de paseo los cuatro, y aunque estaba disfrutando con mi familia, no podía sacarme de la cabeza (ni de mi cuerpo) el recuerdo de aquella noche. Las sensaciones, la pulsión del orgasmo, ¡de los orgasmos!, todo estaba todavía muy latente en mí, tanto que si Omar se me hubiera aparecido de repente, no podría haber evitado colgarme de su cuello y besarlo, sin pensar en las consecuencias. Tanto así me había impactado.
No sé cómo seguirá lo nuestro. Estoy segura de que volveremos a vernos. Lo que sí, no puedo ni siquiera concebir no hacer el amor de nuevo con él. Como sea, los tendré al tanto.
Que terminen bien el año, disfruten con la familia, y... ¡¡¡FELIZ 2024 PARA TODOS!!!
14 comentarios - Después de la cena de fin de año...
Cada vez mejores.
Espero que sigan tus relatos con mas aventuras , y sobre todo con esos regalitos que venis dejando al final de cada post (para quedarse besando hasta fin de 2025 😋 ).
Que tengas un feliz año nuevo, arrancando excelente este 2024.
saluditos.
Feliz y Venturoso 2024 Marita, con mucha salud.
FELIZ 2024 !!!