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Mi Vecino Superdotado [15].

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Mi Vecino Superdotado [15].




Capítulo 15.

Una clase con Malik.

Tocó el timbre y esperó. No hubo respuesta. Volvió a tocarlo dos veces más hasta que la puerta se abrió. 
Malik apareció imponente, su pecho torneado quedó frente a Silvana. Estaba completamente desnudo, su verga colgaba como una anaconda en reposo. 
—Uy, perdón. ¿Te desperté?
—Sí, pero no pasa nada. Tendría que haberme despertado hace una hora. No me gusta dormir tanto. Siento que desperdicio mi tiempo.
—En eso somos iguales. ¿Puedo pasar?
El senegalés se apartó y cuando ella estuvo adentro cerró la puerta. Silvana comenzó a sospechar que Malik no era como el resto de los hombres. A pesar de que ella tenía puesto un short cortito y elastizado que le marcaba mucho las nalgas, él ni siquiera intentó mirarle el culo. En cambio ella miró de reojo esa gran verga negra, venosa e imponente. 
—¿Te molesta que esté desnudo?
—Un poquito. Aunque no es por el motivo que te imaginás. No me molesta verte desnudo —Eso solo la hacía sentir rara—. Lo que me jode es la desigualdad de condiciones. Siento que acá la ridícula soy yo, por estar vestida. No sé, es raro… nunca me pasó esto.
—Lo entiendo. Es algo común en la gente que empieza a adentrarse en el nudismo. Si querés podés quitarte la ropa, aunque no te sientas obligada a hacerlo. 
Escaneó con la vista toda la anatomía de Malik y decidió poner a prueba su hipótesis. Se quitó toda la ropa y la dejó prolijamente doblada sobre una silla cercana. Puso firme su espalda, sus tetas se inflaron de orgullo. Se sintió empoderada… y Malik pasó a su lado sin siquiera mirarla. 
—¿Qué es esto? —Preguntó el senegalés, señalando una caja negra que había traído Silvana.
—Ah, vengo a devolverte tu juguete —abrió la caja y mostró el dildo de tres bolas que Malik había metido en su culo por órdenes de Paulina—. Es demasiado grande para mí, lo siento. No lo voy a usar. 
—No lo puedo aceptar —Malik se sentó en la silla de la punta y apoyó el codo sobre la mesa—. Son órdenes de Paulina —mostró su brillante sonrisa. 
—Paulina se lo puede meter en el orto.
—Es curioso, porque ella quiere que vos hagas eso mismo con este juguetito.
—Lo haría con todo gusto —sintió una descarga de placer al confesar eso—. Pero es imposible. No me va a entrar nunca. 
—Claro que va a entrar. Solo hay que tener paciencia… y un buen lubricante.
—No, Malik. Te aseguro que no… em… me da vergüenza reconocerlo; pero vos sos un tipo muy abierto con los temas sexuales. Ya lo intenté. Te juro que lo intenté y la tercera bolita no me entra. Es demasiado grande. 
—Dame un segundo —Malik desapareció en su cuarto y regresó con un pote de lubricante—. Si me permitís, te enseño como se hace.
Silvana lo miró sorprendida. En Malik no había una actitud sexual latente, casi que le recordaba a Osvaldo, aunque no por las mismas razones. Osvaldo no entiende ciertos conceptos de la sexualidad. Malik los entiende perfectamente, sin embargo parece ser capaz de dejarlos de lado a voluntad. «Tiene sentido —pensó Silvana—. Es un tipo tan acostumbrado al sexo que no se desespera por conseguirlo. Le sobran las amantes, y a mí no me ve como una de ellas». Esta conclusión la tranquilizó. Sentía que se había ganado la lotería. Un hombre que podría ayudarla en asuntos “íntimos” sin aprovecharse de ella. Sin estar viéndola como un objeto sexual.
—Me encantaría que me enseñes —dijo, con una amplia sonrisa—. Aunque insisto en que no va a entrar. 
—Vos confiá en mí, Silvana. 
Asintió con la cabeza. Malik le inspiraba mucha confianza. 
—¿Qué tengo que hacer?
—Apoyá las manos en la mesa y separá un poco las piernas. Ah, y también deberías levantar un poco la cola.
Silvana adoptó esa pose sexualmente explícita y una vez más se sintió confiada, segura… empoderada. Estaba orgullosa de su cuerpo y no le importaba que Malik lo viera.
—Vamos con el lubricante. Permiso. 
Le dio ternura que el senegalés le pidiera permiso antes de pasarle un dedo cubierto de lubricante por el culo. Casi como si se tratase de un médico antes de iniciar un examen. El gel estaba frío, pero las caricias del dedo eran suaves. Luego apoyó la punta del consolador, también lubricada.
—Vos das la órden, Silvana. Cuando estés lista, me decís.
—Estoy lista —dijo, poniendo en tensión todo su cuerpo.
El dildo empezó a entrar lentamente. El primer segmento fue fácil. A pesar de eso, Malik no siguió empujando, sino que lo sacó y lo metió una y otra vez.
—Podés seguir un poquito más adentro —dijo ella.
—No es el momento. Primero hay que dilatar bien la entrada, para que meter el resto no cueste tanto.
—Oh, ya veo…
Se sintió como una alumna durante una clase de educación sexual. Le gustó eso. Hizo que la escena le resultara muy divertida. También le quitó un poco de culpa. «No estoy haciendo esto con Malik para engañar a mi novio. Lo hago para que él me enseñe». 
La primera bola del consolador entró. Fue solo un segundo. Luego salió y volvió a entrar. Silvana dejó salir un tenue gemido, ya estaba empezando a sentir el placer anal. 
—Te noto muy tensa.
—¿Te parece? Yo no siento que esté tensa.
—Sí lo estás. —Y como para no estarlo, si cada vez que miraba de reojo, se encontraba con esa anaconda venosa—. Te sugiero que te masturbes. Eso te ayudaría a relajarte. Porque si no te relajás, esto no va a entrar nunca. 
¿Masturbarse frente a su vecino? ¿No sería ir demasiado lejos? 
«Ir lejos fue lo que pasó la última vez, por culpa de Dalina. En comparación, esto es una tontería, Silvana. No te acomplejes tanto».
Se acarició el clítoris y al recibir una ola de placer se animó a hacerlo. Inició el proceso de masturbación y lo hizo completo. Dedos entrando y saliendo de su concha; frotando el exterior, acariciando el clítoris; todo. 
—Muy bien, ahora levantá un poco más la cola.
Lo hizo y pudo sentir como la primera bola del consolador se hundía más en su culo. Ahora era turno de la segunda, que ya estaba dilatándole el agujero, para abrirse camino. 
—Mientras más te masturbes, más fácil va a entrar. Porque la excitación te relaja los músculos. Nunca deberías practicar sexo anal si no estás excitada. Es una regla de oro. 
—Tomo nota… y ahora entiendo por qué. Quizás no tendría que haberme acomplejado tanto con el sexo anal.
—No veo por qué. A mucha gente le gusta. 
Esta vez sí sintió algo de dolor. A la segunda bola del dildo le estaba costando entrar. Por lo general Silvana comenzaba a impacientarse en este momento. Esta vez no lo hizo porque entendió que Malik no forzaría la entrada. «El tipo sabe lo que hace».
Mientras su culo se iba dilatando para darle lugar a la segunda bola, se preguntó qué diría en caso de tener que explicarle esta situación a su novio. ¿Cómo podría justificarla? Estaba en el departamento de otro hombre, completamente desnuda, sometiéndose a un tratamiento anal. 
«No es lo que parece, amor. Malik solo me estaba enseñando a no sufrir tanto con el sexo anal. A que pueda relajarme para mejorar la penetración».
No solo sonaba ridículo, sino que además Renzo ni siquiera sabe que ella tiene la costumbre de meterse cosas por el culo.
Se olvidó de su novio en el instante en que la segunda bola fue succionada hacia adentro. La sensación fue increíblemente placentera. La hizo gemir tanto que temió que los vecinos se dieran cuenta. Se masturbó enérgicamente y la calentura le hizo decir:
—Estoy lista para que lo metas todo.
—Muy bien, pero lo vamos a hacer despacio, porque esta parte sí que puede dolor.
—Lo sé perfectamente. Cuando intenté meterla, casi termino llorando del dolor. 
—Tampoco pretendo asustarte, Silvana. Vos relajate, cerrá los ojos y pensá en otra cosa.
¿En qué otra cosa podía pensar? Semejante juguete entrando por su culo no le traía más recuerdos que el de otro dildo. Quiso imaginar que era Renzo quien la estaba penetrando, pero esta idea no prosperó. Su novio no tiene la verga tan grande, le parecía un tanto ridículo. Renzo jamás la haría sentir algo así. 
De pronto, se le vinieron a la mente dos vergas: la de David y la de Rogelio. Se sintió incómoda. No tenía idea de por qué su mente había ido hacia el recuerdo de esas vergas específicas. Quizás era por su tamaño. No tenía dudas de que cualquiera de esos dos le haría sentir un dolor placentero, similar al del dildo. No es que quisiera probar sus vergas; pero… su mente le decía: «Si alguno de esos te la mete, se sentiría más o menos así… y lo sabés».
También quizás las recordó porque eran las últimas vergas que había chupado. Ese recuerdo hizo que su corazón diera un vuelco. Aún no podía creer que le había practicado mamadas a dos tipos de su trabajo… e incluso se había tomado toda la leche.
Sin darse cuenta, comenzó a pajearse tan rápido como sus dedos se lo permitían. Gimió y meneó las caderas. La tercera bola del dildo le abrió el culo como jamás antes lo había hecho nadie. Silvana creyó que esta era una de las sensaciones más placenteras que había experimentado en toda su vida. Aún no había entrado, pero saber que su culo estaba tan abierto le causaba muchísimo morbo. Para colmo su mente traicionera la imaginó chupando la verga de Rogelio mientras David le daba por el culo. Esta vez no los rechazó. Se masturbó con esa idea en la cabeza… y el dildo entró.
—Ay… uf… dios… no lo puedo creer. Ay….
—¿Te duele?
—Un poco. Sí… pero… ahh… es un dolor… extraño.
—¿Placentero?
—Sí. Es muy placentero. Me gusta. Mmmm… me gusta mucho.
—¿Viste? No era tan difícil. Solo había que tener paciencia.
—Sacame una foto. Ahí está mi celular. Quiero mostrarle a Paulina que ya logré meterme el dildo. Quizás con eso me deje en paz.
—Muy buena idea.
Malik fotografió su culo. Ella hizo un poco de fuerza, para que la tercera bola se viera asomando y dilatándole el culo. Al ver la foto se quedó impresionada. Lo tenía muy abierto… y no podía ser de otra manera. Le envió la foto a su amiga, y la respuesta no tardó en llegar. El teléfono sonó y Silvana respondió la llamada.
—¿Quién te sacó esa foto? —Preguntó Paulina.
«Soy una boluda —pensó Silvana—. No se me ocurrió pensar en eso».
No tenía sentido mentirle. Le dijo que fue Malik y que estaba en su departamento, recibiendo una clase de sexo anal muy interesante. 
—Estás con Malik? ¿Le vas a poner los cuernos a tu novio?
—No, tarada. No pienso ponerle los cuernos a Renzo. Solo estábamos conversando y me propuso esto. Nada más.
—Ufa. Qué aburrida que sos, Silvana. Con lo que me calentaría que le pusieras los cuernos a tu novio.
—Eso no va a pasar.
—Entonces… ¿Podrías sacarte una foto con la verga de Malik en la boca? No hace falta que se la chupes, con ver la foto me alcanza. 
—¿Estás loca? ¿Por qué haría eso?
—Para divertirnos un rato, amiga. Si querés yo puedo hacer algo por vos.
—No se me ocurre nada.
—Querés una foto mía chupándole la concha a mi mamá?
—Puede ser… pero tiene que ser una nueva. No valen las que ya hayan sacado. 
—Muy bien… y a eso le sumo una foto de mi mamá chupándome la concha a mí.
—Eso suena más interesante.
—Pero quiero dos fotos tuyas. Primero la que te propuse. Después te cuento cuál es la otra.
—Está bien. No sé por qué hago esto, me estás llevando por mal camino, amiga. Sos de lo peor.
—Lo sé… y por eso me querés tanto.
Tenía razón. Su cariño por Paulina no hacía más que crecer, y eso se debía a su alocada personalidad. A la forma en la que tomaba riesgos e intentaba vivir la vida al límite… algo que Silvana nunca se había animado hacer. Aunque últimamente tuvo varias situaciones límites. 
Le comentó a Malik la idea de Paulina y él se rió. No podía esperar menos de ella.
—No hace falta que hagas todo lo que te propone tu amiga.
—Lo sé; pero… si no te molesta, esto lo quiero hacer.
—No me molesta para nada. 

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Unas horas más tarde Silvana estaba dándose una ducha en su departamento cuando sonó el timbre. Pensó que podría tratarse de Malik, que se había olvidado de decirle algo, por eso abrió la puerta desnuda.
—Ay, hola… no me imaginé que fueras vos.
—Entonces por qué abriste la puerta desnuda? —Preguntó Renzo.
Silvana se sintió arrinconada y se odió a sí misma por usar excusas que solo una mujer infiel usaría. 
—Es que Paulina me dijo que iba a venir. No me molesta que ella me vea desnuda —se encogió de hombros—. ¿A qué viniste, Renzo?
—A verte a vos.
—Mmm… ¿seguro? ¿No será otro torneo de League of Legends?
—No, no. Te prometo que ni siquiera voy a tocar la compu. Vine a estar con vos.
—Está bien, podés pasar.
Renzo quería hacer las paces mostrándose lo más cariñoso posible con su novia. La besó en la boca y la fue llevando hacia la cama.
Silvana no tenía ganas de coger con él, aún seguía molesta. Pero al mismo tiempo se sintió culpable por las cosas que estuvo haciendo. Rechazarlo solo la hubiera hecho sentir más hija de puta.
El sexo tuvo mucha energía por parte de Renzo y poco entusiasmo por el lado de Silvana. Ella lo sintió como una mera rutina. Pensó que se debía al rencor que todavía le guardaba. 
Como si el universo estuviera conspirando a favor de sus mentiras, el celular sonó. Silvana leyó el mensaje, era Paulina diciéndole que iba a pasar por su casa. 
—Ay, me olvidé de ella.
Fingió Silvana, alegrándose de poder mostrarle a su novio el mensaje que fortalecía su mentira. En ese instante llegó una foto de Paulina totalmente desnuda, mostrando su culo ante un espejo. Se le podían ver los gajos de la concha y la cabeza girada hacia atrás.  
—¿Y eso? —Preguntó Renzo, confundido.
«Ay, la puta madre… que yegua. ¿Justo ahora se le ocurre mandar esto? Pensá rápido, Silvana… pensá rápido».
—Nada, amor. Paulina siempre me manda fotos como ésta. ¿Sabía que ella anda con Malik? Bueno, quiere saber mi opinión femenina antes de mandarle las fotos a él. 
—Uy, de verdad? Ah… qué suerte la tuya. A mí también me encantaría tener una amiga que me pase fotos así, para saber mi opinión. 
Por puro instinto de “novia celosa” a Silvana le molestó esa respuesta. Sin embargo se dio cuenta de que podía usarla a su favor. Al fin y al cabo, Renzo ni siquiera tenía amigas. Era demasiado pajero como para entablar una amistad con una mujer sin verla como un objeto de deseo.
—Sería genial. A mí no me molestaría.
—¿Lo decís en serio? —Se le desencajaron los ojos, no esperaba que su novia se lo tomara de forma tan natural.
—Si fuera solo para saber tu opinión, no me jodería para nada. Eso sí, tendrías que mostrarme las fotos a mí también. Así opinamos los dos. —Silvana tuvo que aguantarse la risa. Renzo tenía la mandíbula tan abierta que en cualquier momento se le caería al piso—. ¿Y qué opinás de la foto de Paulina? ¿Pensás que a un hombre le gustaría recibir algo así?
—Sí. Sin dudas. Tiene re buen culo esa pendeja… 
—¿Viste? Tiene unas nalgas preciosas… y la concha, también es re linda.
—Ah, puede ser.
—No seas sonso, Renzo. Ya hablamos de esto. No me voy a ofender porque otra chica te parezca linda. Es más, si creyeras que Paulina no es linda, pensaría que sos maricón.
—Ey, no soy maricón. —Silvana soltó una carcajada—. Sí, tiene la concha re linda. A Malik le va a encantar esta foto, que se la mande sin dudarlo. Y… qué suerte tiene Malik, se está cogiendo una chica así de linda.
«Eso, mientras más se suelte… mejor».
—Uf, y si vieras las otras amantes que tiene… Paulina ni siquiera es la más linda.
—Uh… ese Malik es un grosso. Ya es mi ídolo. —A Silvana le encantó que Renzo le hablara de la misma forma que lo hacía con los pajeros de sus amigos. Sin filtrarse—. Ay, perdón… capaz que pensás que yo quiero estar con muchas minas…
—No, sonso. Entiendo a lo que te referís. Malik es soltero y puede hacer esta vida. Mirá esta otra foto ¿Qué te parece? 
Le enseñó una imagen donde Paulina estaba abierta de piernas, separando los labios de su concha con los dedos. Sonreía a la cámara. Se notaba que la foto la había sacado otra persona.  
—Uy, esta es mejor que la anterior. Se le ve la concha desde más cerca. Es re linda Paulina. ¿Tenés más fotos de ella?
Renzo agarró el teléfono y empezó a deslizar las imágenes.
—Eh, sí… tengo varias, pero pará… yo te las muestro.
Silvana intentó recuperar su teléfono pero fue demasiado tarde. En pantalla apareció la foto que se había tomado con la pija de Malik.
—¿Y esto?
Si los ojos de Renzo habían estado desencajados antes, esta vez ya directamente saltaron fuera de sus cuencas. 
La imagen era una selfie que mostraba a Silvana muy sonriente, de rodillas y con las tetas al aire. Sostenía la verga de Malik como si fuera un trofeo, como si le dijera a todo el mundo: “Miren lo que conseguí”. 
«Pensá, Silvana… pensá».
Se puso nerviosa y confió en la primera excusa absurda que se le vino a la cabeza. Intentó hablar con calma, restándole importancia al asunto.
—Ah, eso también fue idea de Paulina. Ella sostiene que cualquier mujer se volvería loca de deseo con solo verle la verga a Malik. Yo le quise demostrar que está equivocada. A mí no me pasa. Ya te conté sobre esto, amor. No me calientan las vergas tan grandes. De hecho, no me producen nada. 
—Pero… pero… ¿por qué estás en tetas?
—Eso es por Malik. Él es nudista ¿sabías? Es una costumbre que trajo de senegal. Sinceramente no creo que todos en senegal lo hagan; pero su familia sí lo hacía. Simplemente quise respetar sus costumbres. Es más, me invitó a comer a su casa, obviamente vos también estás invitado. Eso sí… hay que ir desnudos. ¿Te gustaría ir?
Silvana apostó por una hipótesis que tenía en mente desde hacía tiempo. Más de una vez le pareció que su novio se siente intimidado por los hombres que tienen el pene más grande que él. 
—Em… yo voy, pero me gustaría quedarme vestido, de ser posible.
—No creo que Malik se oponga, él entiende que no es tan fácil para todo el mundo. Eso sí, yo me quito la ropa. 
—¿Y Malik dijo algo al verte desnuda? —Renzo tragó saliva, aún estaba demasiado aturdido como para pensar con claridad.
—Nada. Ni siquiera me miró. Para él estar desnudo frente a otra persona es lo más normal del mundo. Y te digo que una se acostumbra. A mí me pasa lo mismo con él. En especial porque esa boa constrictora que tiene no me produce nada. 
—¿De verdad? ¿Nada de nada?
—Nada de nada. Es demasiado grande, Renzo. Si vos la tuvieras así, ya te habría dejado, porque no seríamos felices juntos. 
El muchacho pasó a la siguiente imágen. Volvió a quedarse paralizado. En ésta encontró a Silvana con la boca abierta, intentando tragar el imponente glande del senegalés. Ella se apresuró a seguir adelante con su mentira.
—Cuando le mandé la primera foto a Paulina y le dije: “¿Ves? no me provoca nada”, ella me dijo: “Es porque no te la metiste en la boca”. Yo quería asegurarle que eso no tenía nada que ver. Entonces hice esa foto. No fue fácil, tuve que abrir mucho la boca, casi se me desencaja la mandíbula —bromeó entre risas. Su novio la miraba estupefacto—. Y eso que Malik ni siquiera la tenía dura. Si no hubiera sido peor. Le mandé esta foto y le dije: “¿Cómo me va a calentar una verga que ni siquiera puedo tragar?”
—¿Y es cierto? ¿No te produjo nada? Prefiero que seas honesto conmigo.
—Estoy siendo totalmente honesta. No me provocó nada. Y eso que tuve que sacar varias fotos así. Sabés que yo soy un poquito especial con este tema…
—Sí, a veces nos queremos sacar una foto juntos y vos me hacés repetirla veinte veces… hasta que quede perfecta.
—Es que no me gusta salir con cara de boluda en las fotos. Entonces tuve que probar varias veces, alguna con la verga más afuera… otras más adentro. Más arrodillada o más erguida. No sé… debo haberme metido la verga en la boca como diez veces… o más —Renzo sintió que el corazón le daba un vuelco—. Y en todo ese rato, no me produjo absolutamente nada. 
—¿Y Malik? No dijo nada? No se le puso dura?
—No, ni ahí. Malik está tan acostumbrado al sexo que estas cosas ya le dan igual. Ni lo calientan. De hecho hasta se molestó un poquito conmigo —esa parte era cierta—, porque repetí demasiadas veces la foto y él insistía en que ya estaban bien las diez primeras. Pero yo no estaba conforme. 
Revisó las imágenes de su celular y aprovechó para borrar la del dildo anal. Esa hubiera sido muy difícil de explicar. Además no quería que su novio supiera de sus experimentaciones con el sexo anal, o no dudaría de pedirle el culo.
—Mirá, también sacamos esta otra foto, para Paulina. 
Con el corazón acelerado y la mente llena de dudas, Renzo vio cómo su novia se había puesto esa enorme verga entre las tetas. Tenía el glande dentro de la boca, por supuesto, y miraba fijamente a la cámara con una expresión de puta adicta a las vergas negras. 
—Entendé que te muestro todo esto porque no tengo nada que ocultar, amor. Es todo parte de un juego con Paulina… y yo te mostré fotos de ella en concha sin ponerme celosa. —Renzo asintió con la cabeza—. Sé que te puede parecer raro; pero Malik es un tipo muy especial… y a mí no me atrae ni un poquito. Antes que coger con un tipo con una verga así, preferiría coger con una mujer.
—¿En serio? ¿Cogerías con una mujer?
—Fue solo un comentario, amor. No te hagas ilusiones.
—Ah… sí, sí… entiendo.  
—Esta foto fue más difícil que la primera. 
—¿Por qué? —Notó un genuino interés en Renzo. 
—Por varios motivos. Para empezar, esta vez Malik sí la tenía dura… ¿ves? fijate cómo ahora se le marcan más las venas —Renzo asintió, era impactante ver ese miembro tan duro, parecía monstruoso… irreal.
—Y cómo fue que se le puso dura?
—Ah, eso es porque él tiene una técnica para controlar su erección. Si él no quiere que se le pare, no se le para… pero si la quiere dura, en cinco segundos la tiene dura. 
—¡Wow! ¿En serio? ¿Y cómo hace?
—Ni idea. Si querés le podés preguntar la próxima vez que lo veas. Capaz que hasta te enseña a hacerlo.
—Mmm… ya voy a ver. —Silvana notó que Renzo tenía una erección. Eso le pareció rato. Por lo general a su novio no se le vuelve a parar después de coger—. ¿Y por qué otro motivo fue más difícil esta foto?
Esta vez fue el corazón de Silvana el que se aceleró. No creyó que le excitaría tanto hablar sobre esto con su novio. En especial porque él parecía no sospechar nada similar a la infidelidad. «Aunque tampoco se podría decir que le fui infiel con Malik… ¿o si?».
—Es que si en estado de reposo me costó tragar el glande, imaginate ahora que estaba duro e hinchado. Capaz que en la foto no se nota tanto, pero tuve que abrir mucho la boca.
—Se nota que te está costando.
—Y eso que ésta fue la última foto, cuando tuve tiempo de practicar —Silvana notó que Renzo se ponía tenso—. En los primeros intentos ni siquiera llegué a meterme el glande completo. Es frustrante. No sé cómo Paulina puede disfrutar con Malik. 
—Y cuántas fotos tuviste que sacar antes de ésta?
—Mmm… no sé, no las conté. Pero sé que fueron más que antes. Debieron ser quince… o veinte.
—¿Tantas?
—Es que ninguna quedaba bien. Si conseguía tragar la verga, entonces me olvidaba de mirar fijamente a la cámara. Además quería hacerlo apretándome las tetas. Esa parte tampoco fue fácil. Es mucha pija…
—Y eso que vos sos tetona.
—Sí, de lo contrario me hubiera resultado imposible. —Silvana se preguntó si podía ir más lejos. ¿Qué tanto podría mostrarle a Renzo sin que él se enojara e hiciera una escena de celos? La situación le parecía tan excitante que decidió arriesgarse—. Mirá esta foto…
—¡Epa!
Silvana aparecía en cuatro, con la verga de Malik muy cerca de su concha.
—No pienses mal amor. Esto lo hice para mostrarle a Paulina que semejante verga no me entraría nunca. Ni aunque quisiera. Mirá…
En la siguiente foto el glande estaba presionando entre los labios vaginales. Se podía ver el agujero dilatándose.
—¿Vos creés que todo eso me entraría, con lo estrecha que soy?
—Emmm… parece que no —dijo Renzo, que sabía mejor que nadie que Silvana era estrecha. Hasta su pene, que no era de un gran tamaño, la podía hacer doler si él no tenía cuidado—. Sería imposible que eso te entre. 
—¿Ves? Exactamente eso le dije a Paulina. Ella insiste que me entraría, que tampoco es tan grande. Pero no toma en cuenta lo cerrada que yo tengo la concha. Por eso no me gustan los hombres con la verga muy grande. Más que calentarme, me dan miedo. Hasta Malik se dio cuenta de que todo eso no me entraría nunca. —Pasó a la siguiente imagen, el glande parecía estar hundiéndose dentro del agujero. Renzo se puso pálido—. Él no quería presionar mucho, porque tenía miedo de lastimarme. Yo quería demostrarle a Paulina que la verga no me entra. Le dije a Malik que empuje, y como no quería hacerlo, yo tuve que ir para atrás. El problema es que justo cuando él se decidió a avanzar, yo retrocedí.
—¿Y qué pasó? —La voz de Renzo era un susurro.
—Esto…
En una nueva foto se pudo ver cómo el glande se hundió completamente en la concha. Toda la cabeza de esa imponente verga había desaparecido dentro del agujero. Renzo se quedó mudo, con la mandíbula desencajada, y sin poder apartar la mirada de la pantalla. 
—¿Te la clavó? —Preguntó luego de unos segundos.
—No, no… bueno, solo un poquito. Pero fue por error amor. Él no quería… y yo tampoco. Todo es culpa de Paulina. Ella insistió mucho. Claro, porque ella no tiene la concha estrecha, a ella sí le entra. No te das una idea cómo me dolió cuando entró el glande, amor. Sentí cómo se me estiraba la concha. ¿Viste cuando estirás mucho una tela y se está por romper? Bueno, así…
—¿Y eso te gustó?
—No ¿cómo me va a gustar? Si te estoy diciendo que me dolió un montón. Ni cuando me desvirgaron me dolió tanto. ¿Ves por qué te digo que nunca podría estar con un tipo así? Ni siquiera podríamos coger.
—Pero… si te entró el glande, tendría que entrar todo lo demás.
—Eso mismo dijo Paulina; pero no es cierto. Hasta grabé un video para demostrárselo. 
Una imágen idéntica a la foto empezó a moverse. Silvana movía su cadera de atrás para adelante. El glande salió y volvió a hundirse. Luego repitió la acción, lo sacó completo y al entrar otra vez ella soltó un gemido.
—Estás gimiendo —dijo Renzo, más aturdido que nunca.
—Son gemidos de dolor, no de placer. Es muy distinto. ¿Ves? No me entra. Y mirá que yo, cada vez que se hundía el glande, hacía fuerza para que entrara más. Fijate… ¿ves? Entra el glande, a mí me duele y no pasa de ahí. Lo repetí varias veces. Ya que estaba ahí dije: “Voy a probar a ver si existe una mínima chance de que una cosa así me entre”. Empecé a moverme más rápido; pero no hubo caso…
Renzo vio cómo ese glande se hundía una y otra vez en la concha de su novia. Ella gemía y aceleraba su movimiento gradualmente. Parecía como si… estuvieran cogiendo. Vio que Silvana se frotaba el clítoris.
—¿Te masturbaste?
—Sí. Es que me imaginé a Paulina diciendo: “Si no te entró, seguramente fue por falta de lubricante”. Quería demostrarle que no es así. Fijate… la tengo toda mojada, pero aún así no entra.
Y sí que estaba mojada. De la concha caían hilitos de flujos y cada vez que el glande entraba, salía cubierto por un líquido brilloso y transparente. 
“Ay… sí… ay… ahí entra… ahí entra —jadeó la Silvana del video, mientras se pajeaba a toda velocidad—. Empujá fuerte que ahí entra. Uf… por dios… ahh… ahhh”.
Con la boca seca y sin poder pestañear, Renzo vio cómo la pija de Malik comenzaba a hundirse en la concha de Silvana. Entró muy lentamente, mientras ella levantaba la cola y gemía a todo pulmón. 
—¿Ves amor? —Respondió ella, manteniendo la calma, la excitación la ayudó bastante—. Más de eso no me entra. ¿Cuánto será? ¿Una cuarta parte de la verga? 
—Puede ser —respondió él, automáticamente, sin dejar de mirar la pantalla.
—Y no sabés lo que me dolió. ¿Ves cómo me tiemblan las piernas?
“¿La saco?”, preguntó Malik en el video.
“No, no… esperá. Dejala ahí… uff…”. Silvana seguía pajeándose.
—¿Por qué le dijiste que no la saque? 
—Porque creí que si la sacaba muy rápido me iba a doler todavía más… y ya me estaba doliendo un montón. Seguí pajeándome para lubricar mejor, pero no sirvió de mucho. 
A Silvana todavía le dolía la concha. No habían pasado más que unos minutos desde que Malik le metió una parte de su miembro y si le pidió que la dejara adentro fue porque la sensación la tomó por sorpresa. Era doloroso, sí… pero al mismo tiempo intrigante. ¿Tendría razón Paulina? Si seguía insistiendo… ¿le entraría completa? Lo veía difícil, pero…
—Nunca me imaginé que fuera a entrar tanto, sinceramente. De lo contrario, no hubiera insistido tanto.  Después me saqué esta foto —Silvana aparecía boca arriba, con las piernas bien abiertas y la verga de Malik dentro de su concha—. Le mandé un mensaje a Paulina diciendo: “Mirá, hasta ahí me entra… y nada más. Yo tenía razón”.
—Para hacer esa foto te diste vuelta con la verga adentro?
—No… hacer eso me hubiera dolido un montón. Malik la sacó y después la volvió a meter… pero fue solo para la foto. Y me dolió un montón.
«¿No te estás pasando un poco de la raya, Silvana? Quizás no debiste mostrarle esto»
Renzo no tenía del todo claro si esa segunda penetración había dolido tanto como decía su novia, ya que a ella se la veía muy sonriente. 
—La segunda vez entró más fácil —dijo Silvana, sin poder contener la calentura—. Aunque dolió lo mismo. Decime si no tenés la mejor novia del mundo. Cualquier otra jamás compartiría estas cosas con su novio, porque andaría con la conciencia sucia. Yo no, justamente por eso te lo cuento todo. 
—Sí… gracias por confiar en mí —la mente de Renzo giraba sin parar. No sabía cómo interpretar toda esta información. ¿Debía expresar su descontento?   
—Y vos también sos un buen novio.
—¿Lo soy?
—Sí, sonso. Si fueras un pelotudo ya me habrías hecho una escena de celos. A pesar de que te expliqué por qué hice todo esto.
—Claro, claro… em… yo no te voy a hacer ninguna escena.
—Por eso te quiero tanto —lo besó en la boca.
—¿Y pasó algo más con Malik?
—Sí, pero eso te lo cuento después de coger… si te esmerás mucho.
Renzo sonrió.
—Vas a ver lo mucho que me voy a esforzar… 
Al ser penetrada Silvana pensó que el miembro de su novio no tenía ni comparación con el de Malik. También tuvo dudas. ¿Haría bien en contarle lo que ocurrió después? Porque ahí sí que todo se puso más… turbio.


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5 comentarios - Mi Vecino Superdotado [15].

mca19000 +1
Que buena serie! Y bien por Renzo, a mí también me calentaría que mí novia, hiciera cosas así con un vecino o un amigo.
sleepmaster +1
Que buen episodio!!! Quiero más!!!!
SrDiablo94 +1
Se volvio muy copada esta serie , exitos
Zergen2020 +1
Perdón, no había puesto puntos
gerardoriker +1
le metelos cuernos con un negro y por qu le cuena es buena novia jajajaja, ok si es consentido jajajaj, pero suena gracioso, hasta que se deje preñar ahi querria ver la situacion de como explicar el color del bebe a los padres de el y de ella jajaja