Llevábamos saliendo algunos meses, y todavía nos quedaban cosas por contar. Yo no conocía toda su vida sexual ni ella la mía. Le llevo 7 años de diferencia por lo que yo con 27 tenía un recorrido sexual mayor al de ella con 20. Pero habíamos probado muchas cosas juntos, y antes de conocernos. Pero esa noche, sin saberlo, los debutamos en el placer anal.
Estábamos en su casa, yo hacía tiempo había entrado en confianza con la familia y solía quedarme a dormir cuando se hacía tarde y el colectivo ya había cerrado sus recorridos. Cómo siempre nos tomamos unas cervezas viendo alguna película y llegado el momento nos fuimos a “dormir”. Si pieza estaba como en un ala diferente de la casa a las demás por lo que había privacidad total.
Allí, como siempre, empezó el juego. Besos profundos mientras mis manos recorrían su cuerpo por debajo de la ropa, acariciando cada centímetro, mientras ella se entregaba al placer. Besos en el cuello mientras le quitaba la remera. Una recorrida por el pecho y su panza a mordiscos para llegará a la cintura y comenzar a bajarle el short para que quede en tanga y corpiño. Y volver a subir para jugar conmlordiscos sobre su pelvis. El paso siguiente era arrodillarme a la altura de sus muslos y girarla para seguir.
Allí algo me hizo un click. En el giro, que la dejaría de espaldas para que yo pueda seguir desnudándola,.sus nalgas rozaron mi pija que estaba por explotar dentro del boxer. Algo se encendió en mi. Mire esa cola y la desie como nunca antes. Me detuve unas segundos. Acaricié sus nalgas y el deseo fue superior. Y seguí con lo que venía.
Me recosté sobre ella y sentí como mi pija se acomodó entre sus nalgas. Mi boxer y su diminuta tanga perdida en entre esas pulposas carnes me separaban de la gloria. Quería intentarlo, pero no era momento de incomodar con pedidos que podían bajarla. Seguí en la mía.
Fui hasta su cuello, comencé a mordela desde la nuca a la espalda bajando mientras desabroché el corpiño. Segui bajando y llegué a sus nalglas. Las mordí, las disfrute la recorrí centímetro a centímetro. Mientras bajaba la tanga que parecía esforzarse para salir del medio de sus voluptuosas nalgas. Me tento esa fina línea entre las dos nalgas y pase mi lengua despacito y les dedique algún mordisco. En todo el proceso pude sentir que su respiración cambiaba. Le gustaba tenerme jugando ahí. Me quedé un poco más.
Después la giré, la abrí las piernas y me arrodille frente a ella. Busque sus tetas y mi lengua jugó un rato con sus pezones, que entre caricias húmedas eran mordidos para despertarle algún gemido. Después de un ratito volví a recorrer su cuerpo con mordiscos y a bajar hasta llegar a su concha. Completamente abierta y mojada comencé a morder sus labios con cuidado mientras sentía como se humedecis más y más.
Cuando sentí otra vez el impulso de ir por lo que de deseaba. Mi lengua empezó a jugar en el centro de su concha. Jugaba con el clitoy bajaba hasta lo más profundo posible. Y entonces llegué hasta allá abajo. Mi lengua rodeo ese agujero lleno de placer y ella gimio. volví a subir y me concentre en el clítoris. Sentía como se mojaba más y más. Y se movía.
Era el momento de dar un paso más. Uno de mis dedos comenzó a jugar en la cola. Acariciando los bordes. Sintiendo la presión de la puerta de entrada que se mojaba con los jugos que venían de más arriba. Hice un poco de presión y entro un poquito el dedo. Se retorció de placer. Gimió. Aceleré los movimientos de mi lengua mientras sentía como al rededor de mi dedo latian las paredes de la entrada de su cola.
Ella empezó a gemir y se movió bruscamente buscando que mi dedo entrara de lleno. Fue una explosión de placer para ella. Aceleré los movimientos de mi lengua y sentí como se retorcía en un orgasmo explosivo mojando aún más la zona ya que sentía como en mi mano chorreaba su placer.
Me quedé quieto unos segundos y cuando se relajó empecé a sacar despacio mi dedo. La Vi disfrutar ese movimiento con una sonrisa. Me acosté a su lado mientras les acariciaba a las tetas esperando a que se reponga y este lista para seguir. Se recuperó. Se arrodilló. Me sacó el boxer. Metió mi pija en su boca y la mojo todo lo que pudo. Pense que el paso siguiente sería subirse encima mío, pero me sorprendió.
Se acostó a mi lado dándome la espalda. Llevo su mano atrás y me giro. No tuve tiempo ni de pensar que pasaba. Se acomodó. Con su mano agarró mi pija. La posó en la puerta de entrada a la.gloria y de un movimiento la hizo entrar. Soltó un gemido que mezclo dolor con placer. Y yo sentí como mi pija quedaba apretada en un espacio estrecho y caliente en el que se sentian mis latidos y los de ella.
Comencé a moverme despacio, pues no quería que el dolor superará al placer. Sus gemidos seguían con esa mezcla rara de sensaciones. Yo comencé a acelerar de a poco el movimiento hasta que sentí como mi pija explotó y la lleno mientras ella soltaba gemidos más placenteros que dolorosos. Solté todo lo que tenía y comencé a salir despacio. Sus nalgas se cerraron sobre mi pija cuando termine de salir, limpiando hasta la última gota de placer que me quedaba.
Nos quedamos en silencio. Abrazados. Nos besamos. Nos preguntamos como había estado, creyendo cada uno de nosotros que el otro conocía está experiencia. Y terminamos enterándonos que habíamos debutados juntos en el sexo anal.
Estábamos en su casa, yo hacía tiempo había entrado en confianza con la familia y solía quedarme a dormir cuando se hacía tarde y el colectivo ya había cerrado sus recorridos. Cómo siempre nos tomamos unas cervezas viendo alguna película y llegado el momento nos fuimos a “dormir”. Si pieza estaba como en un ala diferente de la casa a las demás por lo que había privacidad total.
Allí, como siempre, empezó el juego. Besos profundos mientras mis manos recorrían su cuerpo por debajo de la ropa, acariciando cada centímetro, mientras ella se entregaba al placer. Besos en el cuello mientras le quitaba la remera. Una recorrida por el pecho y su panza a mordiscos para llegará a la cintura y comenzar a bajarle el short para que quede en tanga y corpiño. Y volver a subir para jugar conmlordiscos sobre su pelvis. El paso siguiente era arrodillarme a la altura de sus muslos y girarla para seguir.
Allí algo me hizo un click. En el giro, que la dejaría de espaldas para que yo pueda seguir desnudándola,.sus nalgas rozaron mi pija que estaba por explotar dentro del boxer. Algo se encendió en mi. Mire esa cola y la desie como nunca antes. Me detuve unas segundos. Acaricié sus nalgas y el deseo fue superior. Y seguí con lo que venía.
Me recosté sobre ella y sentí como mi pija se acomodó entre sus nalgas. Mi boxer y su diminuta tanga perdida en entre esas pulposas carnes me separaban de la gloria. Quería intentarlo, pero no era momento de incomodar con pedidos que podían bajarla. Seguí en la mía.
Fui hasta su cuello, comencé a mordela desde la nuca a la espalda bajando mientras desabroché el corpiño. Segui bajando y llegué a sus nalglas. Las mordí, las disfrute la recorrí centímetro a centímetro. Mientras bajaba la tanga que parecía esforzarse para salir del medio de sus voluptuosas nalgas. Me tento esa fina línea entre las dos nalgas y pase mi lengua despacito y les dedique algún mordisco. En todo el proceso pude sentir que su respiración cambiaba. Le gustaba tenerme jugando ahí. Me quedé un poco más.
Después la giré, la abrí las piernas y me arrodille frente a ella. Busque sus tetas y mi lengua jugó un rato con sus pezones, que entre caricias húmedas eran mordidos para despertarle algún gemido. Después de un ratito volví a recorrer su cuerpo con mordiscos y a bajar hasta llegar a su concha. Completamente abierta y mojada comencé a morder sus labios con cuidado mientras sentía como se humedecis más y más.
Cuando sentí otra vez el impulso de ir por lo que de deseaba. Mi lengua empezó a jugar en el centro de su concha. Jugaba con el clitoy bajaba hasta lo más profundo posible. Y entonces llegué hasta allá abajo. Mi lengua rodeo ese agujero lleno de placer y ella gimio. volví a subir y me concentre en el clítoris. Sentía como se mojaba más y más. Y se movía.
Era el momento de dar un paso más. Uno de mis dedos comenzó a jugar en la cola. Acariciando los bordes. Sintiendo la presión de la puerta de entrada que se mojaba con los jugos que venían de más arriba. Hice un poco de presión y entro un poquito el dedo. Se retorció de placer. Gimió. Aceleré los movimientos de mi lengua mientras sentía como al rededor de mi dedo latian las paredes de la entrada de su cola.
Ella empezó a gemir y se movió bruscamente buscando que mi dedo entrara de lleno. Fue una explosión de placer para ella. Aceleré los movimientos de mi lengua y sentí como se retorcía en un orgasmo explosivo mojando aún más la zona ya que sentía como en mi mano chorreaba su placer.
Me quedé quieto unos segundos y cuando se relajó empecé a sacar despacio mi dedo. La Vi disfrutar ese movimiento con una sonrisa. Me acosté a su lado mientras les acariciaba a las tetas esperando a que se reponga y este lista para seguir. Se recuperó. Se arrodilló. Me sacó el boxer. Metió mi pija en su boca y la mojo todo lo que pudo. Pense que el paso siguiente sería subirse encima mío, pero me sorprendió.
Se acostó a mi lado dándome la espalda. Llevo su mano atrás y me giro. No tuve tiempo ni de pensar que pasaba. Se acomodó. Con su mano agarró mi pija. La posó en la puerta de entrada a la.gloria y de un movimiento la hizo entrar. Soltó un gemido que mezclo dolor con placer. Y yo sentí como mi pija quedaba apretada en un espacio estrecho y caliente en el que se sentian mis latidos y los de ella.
Comencé a moverme despacio, pues no quería que el dolor superará al placer. Sus gemidos seguían con esa mezcla rara de sensaciones. Yo comencé a acelerar de a poco el movimiento hasta que sentí como mi pija explotó y la lleno mientras ella soltaba gemidos más placenteros que dolorosos. Solté todo lo que tenía y comencé a salir despacio. Sus nalgas se cerraron sobre mi pija cuando termine de salir, limpiando hasta la última gota de placer que me quedaba.
Nos quedamos en silencio. Abrazados. Nos besamos. Nos preguntamos como había estado, creyendo cada uno de nosotros que el otro conocía está experiencia. Y terminamos enterándonos que habíamos debutados juntos en el sexo anal.
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