¡Hola! Les dejamos un adelanto del nuevo capítulo de la historia. ¡Felices pajas!
Si llegan hasta abajo, y no se acaban antes, dejen puntos que ayudan un montón.
Pauli bailando sola en la pista, casi en modo trance. Cuando volví, estaba con una sonrisa de oreja a oreja. "Está Feli", me dijo como si fuese una niña de 5 años, y se tratase de Papá Noel. Me contó que había pasado hace un ratito con sus amigos y le dijo "Te cambiaste el look, morocha. Lástima que está con tu novio.", me dijo. "No tiene idea de la que le espera", remató.
Yo podía ver las lenguas de fuego de la hoguera en la que se estaba transformando mi novia. Había peligro de incendio esa noche
"Quiero que me cojas, cornudito. Vamos a la playa", me dijo y me extendió la mano para llevarme al
infierno con ella.
De la mano como a un niño, me llevó caminando a la playa. Yo sentí que íbamos corriendo. Caminamos un rato, adentrándonos en la oscuridad de la playa. Era una noche sin demasiada luna, lo que nos permitió ahorrar tiempo, pues no hubo que caminar demasiado para que la luz no nos diera y quedáramos expuestos.
Cuando llegamos a donde le pareció el lugar justo frenó en seco, se puso frente, me agarró de la cara con las dos manos y me empezó a comer la boca. Yo llevé mis manos a su cintura y le acerqué mi pelvis a la suya, para hacerle sentir que ya traía la verga más dura que la realidad. Me soltó la cara y sus manos fueron desesperadamente a buscar mi cinto. ¡Qué obstáculo para esas situaciones el cinto! Para Pauli debe ser el enemigo número uno en su vida. ¡Lo que le cuesta desprenderlo y sacarlo! Lo intentaba torpemente hasta que decidí ayudarla y rápidamente lo desabroché con un movimiento de ilusionista. No hizo falta ayudarla con el resto, abrir los botones y bajarme el bóxer fue pan comido. Mi verga se asomó en la noche y Pauli se inclinó directamente sobre, aún de pie, dejando su espalda y cola apuntando para arriba. Mi mano se posó sobre su cabeza, acariciándola mientras me comía la verga con voracidad.
Detuvo todo el cariño que le estaba dando a mi pija, incorporándose y llevando sus manos rápidamente a atacar su short, derrotándolo fácilmente al tiempo que se daba vuelta, poniéndose de espaldas a mí y mi pija que la apuntaba como una flecha. "Chupame la concha un poco", me dijo apurada, delatando que la chupada de pija que me había dado no era más que un trámite para lubricarme la pija. Me agaché rápido pero con cuidado de que mi pija no se enterrara en la arena y me quitara toda posibilidad de terminar de comerme ese manjar. Puse cada una de mis manos en cada una de sus nalgas, abriéndolas un tantito, para que me quedara el camino libre. Estoy saqué la lengua muy a destiempo, con mucha distancia por recorrer con mi cara hasta encontrar la conchita de mi reina, a quien su propia mente ya había abierto brevemente ya. Se la comí un poco, con serias intenciones de seguir, cuando unos golpes de su mano atrás de la cabeza me sacaron de ahí. "Dale, dale. ¡Cogeme!". exclamó ella apuradisima.
Lamentándome un poco, me incorporé, le abrí la cola, y se le mandé la pija de a poco, con cuidado, pero lo más rápido que pude adentro de la concha. Sentí que la llenaba. Ella se empezó a mover rápido hacia atrás, como cogiéndome la pija, haciendo chocar sus nalgas contra mi abdomen de forma que el sonido que hacía, simulaba una AK47 en pleno funcionamiento, seguro. "¡Ah, ah ah, ah! ¡Sí, sí, sí, sí! ¡Qué rico! ¡Qué rico! ¡Cogeme! ¡Cogeme!, decía intentando no gritar. "¡Aahh! ¡Qué concha divina que tenés, mi amor! Querías pija, ¿verdad?!", le comenté re caliente. "¡Sssiiiiiiií! ¡Ssssssiiiiii!", me dijo ellla entregadísima, sin para de castigarme el abdomen con su cola.
La situación siguió así hasta que, después de acabarse un par de veces, sin parar de cogerme la pija con la concha, Pauli decidió que mi pija ya no iba a estar dentro de ella, se la sacó en un movimiento hacia adelante, y se subió rápidamente el short y la tanga, dejándome con la pija apuntando a las estrellas, y cara de no entender nada. "Ya está bebé, por ahora. ¿Volvemos al boliche?", me dijo extendiendo su mano hacia mí, y sacudiéndola haciéndome señas de que me apurara.
Me quedé con la pija llena de el olor penetrante de la concha de Pauli. La guardé como pude, toda dura, posiblemente llena de olor a concha de Pauli, y salí atrás de ella rumbo a la continuidad de la noche.
Pauli iba decidida. Cuando entramos al boliche, Felipe estaba charlando con sus amigos y un grupo de pendejas. Pauli caminó directamente y se puso a bailar a unos metros del grupo. Yo la acompañé haciéndole el dos.
Empezó a bailar allí, con miradas disimuladas hacia el pibe, que por momentos no podía controlarse y la miraba con una cara mezcla de alzadura e incredulidad. "Andá un ratito al baño", me dijo haciéndome una guiñada. No me quedó otra que obedecer a mi reina, que estaba en plena cacería, y me fui al baño a no hacer otra cosa más que esconderme. Allí me quedé un rato.
Cuando salí del baño y volví el amanecer empezaba a llenar de luz la pista del boliche. Mi mirada se fue a donde dejé a Pauli y la ví allí, todavía bailando pero con el flaco atrás de ella, pegado, charlando, bailando, ambos sonriendo todo el tiempo. Estuvieron un rato así, hasta que mi novia lo agarró de la mano, y lo llevó afuera del baño, directo a la playa.
No quería parecer un psicópata persiguiéndolos, pero no pude aguantar más de un par de minutos en la pista sin salir a buscarlos. Salí del boliche, me puse los lentes de sol, porque el sol ya estaba saliendo con fuerza, y empecé a buscarlos con la mirada desde la puerta del boliche. No tardé en divisar sus dos cabezas, que sobresalían de un sector rocoso que daba a la playa. Se ve que la calentura no es amiga del buen juicio, porque no eligieron un buen lugar para esconderse. Igualmente, nadie parecía notarlos salvo yo.
Estuvieron un rato charlando, como mirando al amanecer, hasta que de repente empezaron a chuponear. Primero fue bastante despacio, pero después se empezaron a comer la boca con furia, y las manos de ambos empezaron a atacar el cuerpo del otro. Se besaban el cuello, primero uno, después el otro, mientas la cabeza del otro miraba el cielo en síntoma claro de gozadera. Me imaginé que seguramente él le estaría metiendo los dedos en la concha, en alguno de esos momentos. Podía apostar millones a que estaba empapada y deseosa de pija joven.
Estuvieron así un rato hasta que la cabeza de Pauli desapareció de mi vista por algunos minutos. La muy trola le estaba chupando la pija a otro casi a la vista de todo el mundo. El riesgo de que alguien la viera y la asociara conmigo me hizo sentir un poco de ansiedad, que fue totalmente vencida por la calentura que tenía. Me importaba cero quedar como un cornudo frente a todo el balneario, si era lo que costaba vivir todo eso.
Estuvieron un rato así hasta que la cabeza de Pauli apareció nuevamente en el campo visual. Se tomaron unos segundo y se levantaron los dos arreglándose la ropa. El tipo todavía tenía la pija parada bajo la bermuda. Se le notaba clarito desde mi posición. Se empezaron a mover, venían directo hacia mí. "Nos vamos a la cabaña mi amor, ¿Venís?", dijo mi novia que llevaba de la mano al flaco, incluyéndome en un plan que ya tenía determinado.
No lo recuerdo bien, pero no tengo recuerdos del camino a la casa. En mi mente demoramos segundos en llegar. Abrí la puerta rápidamente, y ambos entraron de forma intempestiva directo al sofá, y se quedaron parados apretándose el uno contra el otro, manoseándose enteros, con la lengua de cada uno hurgando la boca de cada otro. De repente el guacho le empezó a desabrochar el short a mi novia, la dio vuelta, le bajó el short y la tanga hasta las rodillas al mismo tiempo. Se escupió la mano, llevándola a la concha de mi novia, como inspeccionando que no necesitara más lubricación.
El pibe peló la pija. Tenía una muy buena verga. No sé cómo hace Pauli para siempre elegir a ciegas chongos que terminan teniendo tremenda pija. ¿Es que las mujeres tienen alguna especie de radar invisible para encontrarlas? Si fuese así, estaría descompuesto cuando me conoció a mí.
Lo cierto es que el vergudo la tenía ahí, toda mojada para él, entregadísima. Sacó un forro de su bermuda, sin sacársela enteramente, y se lo puso. Me miró y me dijo, "Permiso", y con la mayor cara de soberbia que yo podía haber conocido, le puso la pija a mi novia por primera vez.
¡Esto sigue! Hay más escrito. Escríbanos al MD!
¡Dejen puntos que ayuda un montón!
¡Gracias a todos!
Si llegan hasta abajo, y no se acaban antes, dejen puntos que ayudan un montón.
Pauli bailando sola en la pista, casi en modo trance. Cuando volví, estaba con una sonrisa de oreja a oreja. "Está Feli", me dijo como si fuese una niña de 5 años, y se tratase de Papá Noel. Me contó que había pasado hace un ratito con sus amigos y le dijo "Te cambiaste el look, morocha. Lástima que está con tu novio.", me dijo. "No tiene idea de la que le espera", remató.
Yo podía ver las lenguas de fuego de la hoguera en la que se estaba transformando mi novia. Había peligro de incendio esa noche
"Quiero que me cojas, cornudito. Vamos a la playa", me dijo y me extendió la mano para llevarme al
infierno con ella.
De la mano como a un niño, me llevó caminando a la playa. Yo sentí que íbamos corriendo. Caminamos un rato, adentrándonos en la oscuridad de la playa. Era una noche sin demasiada luna, lo que nos permitió ahorrar tiempo, pues no hubo que caminar demasiado para que la luz no nos diera y quedáramos expuestos.
Cuando llegamos a donde le pareció el lugar justo frenó en seco, se puso frente, me agarró de la cara con las dos manos y me empezó a comer la boca. Yo llevé mis manos a su cintura y le acerqué mi pelvis a la suya, para hacerle sentir que ya traía la verga más dura que la realidad. Me soltó la cara y sus manos fueron desesperadamente a buscar mi cinto. ¡Qué obstáculo para esas situaciones el cinto! Para Pauli debe ser el enemigo número uno en su vida. ¡Lo que le cuesta desprenderlo y sacarlo! Lo intentaba torpemente hasta que decidí ayudarla y rápidamente lo desabroché con un movimiento de ilusionista. No hizo falta ayudarla con el resto, abrir los botones y bajarme el bóxer fue pan comido. Mi verga se asomó en la noche y Pauli se inclinó directamente sobre, aún de pie, dejando su espalda y cola apuntando para arriba. Mi mano se posó sobre su cabeza, acariciándola mientras me comía la verga con voracidad.
Detuvo todo el cariño que le estaba dando a mi pija, incorporándose y llevando sus manos rápidamente a atacar su short, derrotándolo fácilmente al tiempo que se daba vuelta, poniéndose de espaldas a mí y mi pija que la apuntaba como una flecha. "Chupame la concha un poco", me dijo apurada, delatando que la chupada de pija que me había dado no era más que un trámite para lubricarme la pija. Me agaché rápido pero con cuidado de que mi pija no se enterrara en la arena y me quitara toda posibilidad de terminar de comerme ese manjar. Puse cada una de mis manos en cada una de sus nalgas, abriéndolas un tantito, para que me quedara el camino libre. Estoy saqué la lengua muy a destiempo, con mucha distancia por recorrer con mi cara hasta encontrar la conchita de mi reina, a quien su propia mente ya había abierto brevemente ya. Se la comí un poco, con serias intenciones de seguir, cuando unos golpes de su mano atrás de la cabeza me sacaron de ahí. "Dale, dale. ¡Cogeme!". exclamó ella apuradisima.
Lamentándome un poco, me incorporé, le abrí la cola, y se le mandé la pija de a poco, con cuidado, pero lo más rápido que pude adentro de la concha. Sentí que la llenaba. Ella se empezó a mover rápido hacia atrás, como cogiéndome la pija, haciendo chocar sus nalgas contra mi abdomen de forma que el sonido que hacía, simulaba una AK47 en pleno funcionamiento, seguro. "¡Ah, ah ah, ah! ¡Sí, sí, sí, sí! ¡Qué rico! ¡Qué rico! ¡Cogeme! ¡Cogeme!, decía intentando no gritar. "¡Aahh! ¡Qué concha divina que tenés, mi amor! Querías pija, ¿verdad?!", le comenté re caliente. "¡Sssiiiiiiií! ¡Ssssssiiiiii!", me dijo ellla entregadísima, sin para de castigarme el abdomen con su cola.
La situación siguió así hasta que, después de acabarse un par de veces, sin parar de cogerme la pija con la concha, Pauli decidió que mi pija ya no iba a estar dentro de ella, se la sacó en un movimiento hacia adelante, y se subió rápidamente el short y la tanga, dejándome con la pija apuntando a las estrellas, y cara de no entender nada. "Ya está bebé, por ahora. ¿Volvemos al boliche?", me dijo extendiendo su mano hacia mí, y sacudiéndola haciéndome señas de que me apurara.
Me quedé con la pija llena de el olor penetrante de la concha de Pauli. La guardé como pude, toda dura, posiblemente llena de olor a concha de Pauli, y salí atrás de ella rumbo a la continuidad de la noche.
Pauli iba decidida. Cuando entramos al boliche, Felipe estaba charlando con sus amigos y un grupo de pendejas. Pauli caminó directamente y se puso a bailar a unos metros del grupo. Yo la acompañé haciéndole el dos.
Empezó a bailar allí, con miradas disimuladas hacia el pibe, que por momentos no podía controlarse y la miraba con una cara mezcla de alzadura e incredulidad. "Andá un ratito al baño", me dijo haciéndome una guiñada. No me quedó otra que obedecer a mi reina, que estaba en plena cacería, y me fui al baño a no hacer otra cosa más que esconderme. Allí me quedé un rato.
Cuando salí del baño y volví el amanecer empezaba a llenar de luz la pista del boliche. Mi mirada se fue a donde dejé a Pauli y la ví allí, todavía bailando pero con el flaco atrás de ella, pegado, charlando, bailando, ambos sonriendo todo el tiempo. Estuvieron un rato así, hasta que mi novia lo agarró de la mano, y lo llevó afuera del baño, directo a la playa.
No quería parecer un psicópata persiguiéndolos, pero no pude aguantar más de un par de minutos en la pista sin salir a buscarlos. Salí del boliche, me puse los lentes de sol, porque el sol ya estaba saliendo con fuerza, y empecé a buscarlos con la mirada desde la puerta del boliche. No tardé en divisar sus dos cabezas, que sobresalían de un sector rocoso que daba a la playa. Se ve que la calentura no es amiga del buen juicio, porque no eligieron un buen lugar para esconderse. Igualmente, nadie parecía notarlos salvo yo.
Estuvieron un rato charlando, como mirando al amanecer, hasta que de repente empezaron a chuponear. Primero fue bastante despacio, pero después se empezaron a comer la boca con furia, y las manos de ambos empezaron a atacar el cuerpo del otro. Se besaban el cuello, primero uno, después el otro, mientas la cabeza del otro miraba el cielo en síntoma claro de gozadera. Me imaginé que seguramente él le estaría metiendo los dedos en la concha, en alguno de esos momentos. Podía apostar millones a que estaba empapada y deseosa de pija joven.
Estuvieron así un rato hasta que la cabeza de Pauli desapareció de mi vista por algunos minutos. La muy trola le estaba chupando la pija a otro casi a la vista de todo el mundo. El riesgo de que alguien la viera y la asociara conmigo me hizo sentir un poco de ansiedad, que fue totalmente vencida por la calentura que tenía. Me importaba cero quedar como un cornudo frente a todo el balneario, si era lo que costaba vivir todo eso.
Estuvieron un rato así hasta que la cabeza de Pauli apareció nuevamente en el campo visual. Se tomaron unos segundo y se levantaron los dos arreglándose la ropa. El tipo todavía tenía la pija parada bajo la bermuda. Se le notaba clarito desde mi posición. Se empezaron a mover, venían directo hacia mí. "Nos vamos a la cabaña mi amor, ¿Venís?", dijo mi novia que llevaba de la mano al flaco, incluyéndome en un plan que ya tenía determinado.
No lo recuerdo bien, pero no tengo recuerdos del camino a la casa. En mi mente demoramos segundos en llegar. Abrí la puerta rápidamente, y ambos entraron de forma intempestiva directo al sofá, y se quedaron parados apretándose el uno contra el otro, manoseándose enteros, con la lengua de cada uno hurgando la boca de cada otro. De repente el guacho le empezó a desabrochar el short a mi novia, la dio vuelta, le bajó el short y la tanga hasta las rodillas al mismo tiempo. Se escupió la mano, llevándola a la concha de mi novia, como inspeccionando que no necesitara más lubricación.
El pibe peló la pija. Tenía una muy buena verga. No sé cómo hace Pauli para siempre elegir a ciegas chongos que terminan teniendo tremenda pija. ¿Es que las mujeres tienen alguna especie de radar invisible para encontrarlas? Si fuese así, estaría descompuesto cuando me conoció a mí.
Lo cierto es que el vergudo la tenía ahí, toda mojada para él, entregadísima. Sacó un forro de su bermuda, sin sacársela enteramente, y se lo puso. Me miró y me dijo, "Permiso", y con la mayor cara de soberbia que yo podía haber conocido, le puso la pija a mi novia por primera vez.
¡Esto sigue! Hay más escrito. Escríbanos al MD!
¡Dejen puntos que ayuda un montón!
¡Gracias a todos!
7 comentarios - Cuernos enormes en fin de año (Parte 3)