Me escapó para ver a la luchona
Después de ese viernes épico literal yo tenía una mezcla de sensaciones que apenas si podía manejar. Por empezar el mundo turró que había visto en internet básicamente era tal cual o mejor en persona. Una sola noche para dos conquistas. Unos buenos chapes con movida de orto y metida de mano más un tremendo Pete en el auto. El mundo de las turras me había dado una cálida muy cálida bienvenida.
El lunes por la mañana camino al colegio hasta sentía la verga diferente en el rose con el joggin. Me sentía agrandado. Me recuerdo manejando el 147 con la ventanilla baja, el pelo al viento unas cumbias en el stereo y la verga parada. Literalmente parada y en mi mente solo se aparecían imágenes de la turra de Jésica peteandome en el auto. También moviéndome el orto y de la noche en si. No podía pensar en otra cosa. Creo que hasta mi forma de mirar había cambiado, me sentía de alguna manera conectado al mundo turro. Algo que mis compañeros, pobres ricos chetos, jamás iban a entender.
Cómo dije no hubo forma de que me concentre en ninguna clase en todo el día. Mi cabeza solo pensaba en una cosa poder hablar con Jesica para intentar arreglar una salida. Quería volver a verla, nesesitaba volver. Cómo conté en el capítulo anterior siendo el año 2010 no había como hoy la conectividad constante. Jesica no tenía celular asique solo podía entrar del mío y esperar que me responda en facebook. Era nuestro único punto de comunicación. Por su puesto que yo seguía buscando turras, eso no se había detenido, de hecho hasta había tenido más respuestas. Más charlas. Una incluso me contó que había garchado a la salida del baile pero en Quilmes el mismo viernes del Pete de Jésica. Otra se agrandaba contándome que embarazada había garchado hasta el día de ir a parir. Pero nuevamente se ponía difícil arreglar salida.
Recién al mediodía y mientras almorzaba apareció el mensaje tan esperado: "ola gor komo stas resien me anda la kompu". Si en el auto camino al colegio había sentido un fuego en la verga recordando su Pete, leer como me hablaba me la puso al palo. Disimule un poco y comenzamos a chatear. Primero me fui enterando un poco más de su vida. Que eran siete hermanos en total, que el padre los había abandonado y vivían con la madre y la abuela. Pero que la madre bastante pendeja también salía de joda y ella junto a las hermanas medio que hacían lo que querían. Iba al colegio a la tarde y ayudaba cuidando a los hermanitos más chiquitos y que por eso mucho tiempo libre no tenía pero que los findes le encantaba salir ir al baile y dársela en la pera. Yo le fui contando un poco sobre mi vida y rápidamente la charla se pico un poco. Me dijo que la próxima vez que la viera se iba a poner una tanguita hilito roja, a la que definió como "bien putona" para provocarme más. Yo moví rápido mis cartas y arreglamos vernos para el miércoles al mediodía. Ella se pegaba el faltaso al colegio y yo me iba temprano para allá. En ese momento ignore el tránsito de la vuelta y la pila de mentiras que iba a tener que empezar a armar. Pero vamos paso a paso.
El miércoles a la mañana me fui para el colegio vestido como siempre, pero desvíe mi camino hacia Virrey del Pino. A diferencia del viernes a la noche el tránsito era un infierno y parecía que no iba a llegar nunca. Unas cuadras antes de llegar pare a un costado del camino y saque del baúl del 147 una bolsa con ropa que había escondido la noche anterior. La verdad me daba vergüenza mostrarme con el joggin y la remera del colegio al que iba. Era demasiado cheta al pedo. Tampoco era cuestión de regalarse. Llegué al barrio de mi turra y de día se podía apreciar aún más lo humilde del barrio. La calle sucia con mucha basura ni hablar las zanjas con agua podrida. Las casillas sin pintar ni revocar y las rejas y alambres oxidados.
Jesica me había dicho que me esperaba a la vuelta sobre la asfaltada dónde pasaba el colectivo. Cuando llegue y la vi sentí como la verga se hinchaba tan solo de verla. Una calsa celeste brillante llamaba mucho la atención. Se le marcaba toda la burra de forma espectacular. Musculosa corta blanca con corpiño rojo que se veía por los costados. Yo sé que hoy no parece tanto pero en ese momento y comparado a las chetas de mi barrio estaba en culo y tetas. Así de simple. Se subió al auto y me saludo con un beso en la boca. Ese beso me pagó el viaje hasta allá. Bien caliente bien salvaje. Inclinándose hacia mi y permitiéndome apretarle los cachetes de su cola turra. Después del beso Jesica me miró y me dijo: "mira" y con dos dedos levanto su hilito rojo de la tanga por sobre la calsa haciéndola contrastar con su cinturita. "Te gusta?" Me preguntó prendiendome fuego en ese instante. Mi verga dura pegaba con mi jean y más calentura me daba. "me encanta me vuelve loco" le dije sonriendo. Jesica se vino sobre mi y empezó a comerme a besos con más ganas todavía.
Fuimos a almorzar al burguer del Catan Shopping que nos quedaba digamos más cerca. Antes de bajar del auto nos quedamos chapando un buen rato, Jesica se subió ensima mío y empezó a besarme mientras cruzaba sus brazos por detrás de mi cuello. Mi verga se paraba se ponía durísima mientras sentía el rose de su orto encalsado. Estaba donde quería estar y de la forma en la que quería estar. No sé cuánto tiempo estuvimos pero cada beso cada chape me ponía más y más encendido. Yo le apretaba la cola y ella se ponía más mimosa más perrita. Disfrutaba de jugar con su hilito diminuto. Nada que ver a las chetas que me había garchado ese mismo año. Otro universo uno donde la felicidad se respira en cada minuto. Descubrí que su punto débil eran los besos en el cuello, la respiración se le agitaba y hasta dejaba fluir un pequeño gemido de placer. Se movía sobre mi casi sutilmente pero marcando el rose de su cola y mi pija bien clarito. Todo esto con el condimento de ser pleno medio día y ese riesgo hermoso de que te vean.
Ya dentro del shopping era como haber ingresado en un desfile de turras constante. Con buen disimulo y mientras caminábamos de la mano yo observaba ese maravilloso mundo a mi al rededor. Un oasis villero. No había turra de la que no quieras desnudar con la mirada. Muchas calsas bien entangadas, mucho orto bien parado, mucho escote mucho rodete en el pelo mucha exageracion en el maquillaje. Mucho olor a perra dando vueltas. Dato de color si les sirve ahora que vivimos cerca de ahí con Jesica vamos seguido y sigue siendo igual o mejor. Si quieren ver turras vayan a darse una vuelta. En fin, como dije no podía mirar mucho para no ser desubicado y ofender a mi turra pero los ojos se iban solos. Delante nuestro en la fila del burguer había una turra con su bendición y un orto espectacular. Una calsa gris oscura súper entangada que se veía hasta el color blanco de la tanga. Una maravilla. Mi verga titilando de calentura. Pedimos la comida y nos sentamos a comer mientras seguíamos charlando.
En ese momento no me di cuenta pero Jesica notaba que la diferencia de plata era abismal. Y como una buena luchona de ley entendió que podía tal vez disfrutar de esa vida si sabía jugar sus cartas. La hembra había salido a la cacería y había encontrado su presa. Un pibito de buen vestir con auto y plata para sacarla a pasear a todos lados. Post comida la hembra turra salió más a flote que nunca y me comía la boca cada dos pasos. Se daba vuelta me apretaba la pija con su cinturita. Me besaba mordiéndome el labio y bajando hacia mi cuello a darme un beso calienta pavas. Disimuladamente había subido su tanguita por encima de la calsa y me hacía verla todo el paseo. Yo por su puesto me prendía fuego viendo el hilito rojo. No pasó mucho tiempo hasta que mi turra me dijo "quiero q me cojas". Así sin vueltas sin historia directo.
Subimos al 147 y arrancamos para un telo que oportunamente ella conocía. La descripción del telo daría para un capítulo aparte porque brillaba por su belleza conurbanestica pero en simples palabras se venía abajo. Falta de pintura el cartel roto la entrada sucia. Entramos con el auto pedimos la habitación y siguiendo el consejo de un conocido mío saque una buena habitación para impresionar. No quedar como ratón. Llegamos a la cochera también sucia con manchas de aceite, aunque acá mucho no puedo decir porque el 147 seguro aporto dos o tres más y entramos.
Apenas pusimos un pie dentro la turra de lanzo sobre mi, no me dejó ni respirar que ya me iba desnudando mientras me sacaba la ropa. Yo le saque la parte de arriba dejándola en tetas frente a mi. Belleza de tetas. Chiquitas si muy al estilo de las turras pero redonditas firmes bien paraditas. Dos limones se podría decir. Los pezones duritos lindos bien llamativos. Comienze a pasarle la lengua por esos hermosos pezones mientras Jesica gemia suavemente. No me dejó mucho tiempo que me empujó hacia la cama y se sacó la calsa y la tanguita ella.
Se subió ensima mío y me apretó fuerte el pecho con ambas manos. Dejo que mi verga deslizara por su concha ya flujeada y se ensartó hasta el fondo. Mi turra gimió una vez fuerte y apretó mi pecho. Sin forro, comenzó a cabalgarme saltando sobre mi pija que estaba para estallar de tanta calentura. Respiré profundo y me puse a ritmo con ella. No era fácil era la primera vez que una turra me estaba garchando. Y de que forma !! Mientras me saltaba ensima yo acariciaba sus tetas jugaba con ellas. Cuando se inclinaba hacia mi yo le comía la boca y le besaba el cuello. Eso la desataba mal. Gemia muy rico "ay papi siiii siiiii cojeme sii asii siii" "ay papiiii siiiii dame pija dame tu pija". Repetía caliente mientras yo ya hacía malabares para no acabar en ese momento. Me moría si quedaba como precoz justo con semejante turra. Pero cojer sin forro complicaba todo haciéndome estar aún más caliente. Yo respiraba profundo pero Jesica me cabalgaba más fuerte y gemía no solo más intensamente sino que empezaba a alternar gemidos con gritos. Agudos profundos de esos que se te clavan en la cabeza. De esos que se escuchan de las habitaciones pegadas. "Aaaaaaayyyyyyyy papi siiiiiiii asiiiiiiiii" bien agudo ese último así. "Aaaaaaaaaaayyyy ayyyyyyy asiiiiii papiiiiii siii aaaaa" gritaba una y otra vez. Yo solo podía pensar en no acabar en controlarme pero mi turrita disfrutaba de toda la situación y avanzaba más y más. De reojo miraba un poco el resto de la habitación para frenar las ganas de acabar. Paredes sucias pintura vieja la tele chiquita vieja y obsoleta. Nada de esto alcanzó. Cuando mi turrita volvió a inclinarse a comerme la boca levanto aún mas mi temperatura con esos besos y al levantarse de vuelta grito agudamente "aaaaaaaaayyy papiiiiiii dame tu leche dámela toda toda". Fue todo lo que pude resistir y literal le acabe chorros de leche adentro de su concha flujeada empapada. Ella lanzo dos alaridos al aire agudos que retumbaron en todo el telo "aaaaaaaaaaaaaaaaa siiiiiiiiii siiiii aaaaaa". Yo sentía la leche salir y salir dentro suyo hasta la última gotita.
Jesica se recostó a mi lado dándome unos lindos besos en la boca. Apoyo su cabeza en mi pecho y se puso medio cucharita. No teníamos mucho más tiempo libre pero nos quedamos así un buen rato. Hablando pavadas en un tono muy suave. Riéndonos. Era oficial una bella turra me había garchado.
Después de ese viernes épico literal yo tenía una mezcla de sensaciones que apenas si podía manejar. Por empezar el mundo turró que había visto en internet básicamente era tal cual o mejor en persona. Una sola noche para dos conquistas. Unos buenos chapes con movida de orto y metida de mano más un tremendo Pete en el auto. El mundo de las turras me había dado una cálida muy cálida bienvenida.
El lunes por la mañana camino al colegio hasta sentía la verga diferente en el rose con el joggin. Me sentía agrandado. Me recuerdo manejando el 147 con la ventanilla baja, el pelo al viento unas cumbias en el stereo y la verga parada. Literalmente parada y en mi mente solo se aparecían imágenes de la turra de Jésica peteandome en el auto. También moviéndome el orto y de la noche en si. No podía pensar en otra cosa. Creo que hasta mi forma de mirar había cambiado, me sentía de alguna manera conectado al mundo turro. Algo que mis compañeros, pobres ricos chetos, jamás iban a entender.
Cómo dije no hubo forma de que me concentre en ninguna clase en todo el día. Mi cabeza solo pensaba en una cosa poder hablar con Jesica para intentar arreglar una salida. Quería volver a verla, nesesitaba volver. Cómo conté en el capítulo anterior siendo el año 2010 no había como hoy la conectividad constante. Jesica no tenía celular asique solo podía entrar del mío y esperar que me responda en facebook. Era nuestro único punto de comunicación. Por su puesto que yo seguía buscando turras, eso no se había detenido, de hecho hasta había tenido más respuestas. Más charlas. Una incluso me contó que había garchado a la salida del baile pero en Quilmes el mismo viernes del Pete de Jésica. Otra se agrandaba contándome que embarazada había garchado hasta el día de ir a parir. Pero nuevamente se ponía difícil arreglar salida.
Recién al mediodía y mientras almorzaba apareció el mensaje tan esperado: "ola gor komo stas resien me anda la kompu". Si en el auto camino al colegio había sentido un fuego en la verga recordando su Pete, leer como me hablaba me la puso al palo. Disimule un poco y comenzamos a chatear. Primero me fui enterando un poco más de su vida. Que eran siete hermanos en total, que el padre los había abandonado y vivían con la madre y la abuela. Pero que la madre bastante pendeja también salía de joda y ella junto a las hermanas medio que hacían lo que querían. Iba al colegio a la tarde y ayudaba cuidando a los hermanitos más chiquitos y que por eso mucho tiempo libre no tenía pero que los findes le encantaba salir ir al baile y dársela en la pera. Yo le fui contando un poco sobre mi vida y rápidamente la charla se pico un poco. Me dijo que la próxima vez que la viera se iba a poner una tanguita hilito roja, a la que definió como "bien putona" para provocarme más. Yo moví rápido mis cartas y arreglamos vernos para el miércoles al mediodía. Ella se pegaba el faltaso al colegio y yo me iba temprano para allá. En ese momento ignore el tránsito de la vuelta y la pila de mentiras que iba a tener que empezar a armar. Pero vamos paso a paso.
El miércoles a la mañana me fui para el colegio vestido como siempre, pero desvíe mi camino hacia Virrey del Pino. A diferencia del viernes a la noche el tránsito era un infierno y parecía que no iba a llegar nunca. Unas cuadras antes de llegar pare a un costado del camino y saque del baúl del 147 una bolsa con ropa que había escondido la noche anterior. La verdad me daba vergüenza mostrarme con el joggin y la remera del colegio al que iba. Era demasiado cheta al pedo. Tampoco era cuestión de regalarse. Llegué al barrio de mi turra y de día se podía apreciar aún más lo humilde del barrio. La calle sucia con mucha basura ni hablar las zanjas con agua podrida. Las casillas sin pintar ni revocar y las rejas y alambres oxidados.
Jesica me había dicho que me esperaba a la vuelta sobre la asfaltada dónde pasaba el colectivo. Cuando llegue y la vi sentí como la verga se hinchaba tan solo de verla. Una calsa celeste brillante llamaba mucho la atención. Se le marcaba toda la burra de forma espectacular. Musculosa corta blanca con corpiño rojo que se veía por los costados. Yo sé que hoy no parece tanto pero en ese momento y comparado a las chetas de mi barrio estaba en culo y tetas. Así de simple. Se subió al auto y me saludo con un beso en la boca. Ese beso me pagó el viaje hasta allá. Bien caliente bien salvaje. Inclinándose hacia mi y permitiéndome apretarle los cachetes de su cola turra. Después del beso Jesica me miró y me dijo: "mira" y con dos dedos levanto su hilito rojo de la tanga por sobre la calsa haciéndola contrastar con su cinturita. "Te gusta?" Me preguntó prendiendome fuego en ese instante. Mi verga dura pegaba con mi jean y más calentura me daba. "me encanta me vuelve loco" le dije sonriendo. Jesica se vino sobre mi y empezó a comerme a besos con más ganas todavía.
Fuimos a almorzar al burguer del Catan Shopping que nos quedaba digamos más cerca. Antes de bajar del auto nos quedamos chapando un buen rato, Jesica se subió ensima mío y empezó a besarme mientras cruzaba sus brazos por detrás de mi cuello. Mi verga se paraba se ponía durísima mientras sentía el rose de su orto encalsado. Estaba donde quería estar y de la forma en la que quería estar. No sé cuánto tiempo estuvimos pero cada beso cada chape me ponía más y más encendido. Yo le apretaba la cola y ella se ponía más mimosa más perrita. Disfrutaba de jugar con su hilito diminuto. Nada que ver a las chetas que me había garchado ese mismo año. Otro universo uno donde la felicidad se respira en cada minuto. Descubrí que su punto débil eran los besos en el cuello, la respiración se le agitaba y hasta dejaba fluir un pequeño gemido de placer. Se movía sobre mi casi sutilmente pero marcando el rose de su cola y mi pija bien clarito. Todo esto con el condimento de ser pleno medio día y ese riesgo hermoso de que te vean.
Ya dentro del shopping era como haber ingresado en un desfile de turras constante. Con buen disimulo y mientras caminábamos de la mano yo observaba ese maravilloso mundo a mi al rededor. Un oasis villero. No había turra de la que no quieras desnudar con la mirada. Muchas calsas bien entangadas, mucho orto bien parado, mucho escote mucho rodete en el pelo mucha exageracion en el maquillaje. Mucho olor a perra dando vueltas. Dato de color si les sirve ahora que vivimos cerca de ahí con Jesica vamos seguido y sigue siendo igual o mejor. Si quieren ver turras vayan a darse una vuelta. En fin, como dije no podía mirar mucho para no ser desubicado y ofender a mi turra pero los ojos se iban solos. Delante nuestro en la fila del burguer había una turra con su bendición y un orto espectacular. Una calsa gris oscura súper entangada que se veía hasta el color blanco de la tanga. Una maravilla. Mi verga titilando de calentura. Pedimos la comida y nos sentamos a comer mientras seguíamos charlando.
En ese momento no me di cuenta pero Jesica notaba que la diferencia de plata era abismal. Y como una buena luchona de ley entendió que podía tal vez disfrutar de esa vida si sabía jugar sus cartas. La hembra había salido a la cacería y había encontrado su presa. Un pibito de buen vestir con auto y plata para sacarla a pasear a todos lados. Post comida la hembra turra salió más a flote que nunca y me comía la boca cada dos pasos. Se daba vuelta me apretaba la pija con su cinturita. Me besaba mordiéndome el labio y bajando hacia mi cuello a darme un beso calienta pavas. Disimuladamente había subido su tanguita por encima de la calsa y me hacía verla todo el paseo. Yo por su puesto me prendía fuego viendo el hilito rojo. No pasó mucho tiempo hasta que mi turra me dijo "quiero q me cojas". Así sin vueltas sin historia directo.
Subimos al 147 y arrancamos para un telo que oportunamente ella conocía. La descripción del telo daría para un capítulo aparte porque brillaba por su belleza conurbanestica pero en simples palabras se venía abajo. Falta de pintura el cartel roto la entrada sucia. Entramos con el auto pedimos la habitación y siguiendo el consejo de un conocido mío saque una buena habitación para impresionar. No quedar como ratón. Llegamos a la cochera también sucia con manchas de aceite, aunque acá mucho no puedo decir porque el 147 seguro aporto dos o tres más y entramos.
Apenas pusimos un pie dentro la turra de lanzo sobre mi, no me dejó ni respirar que ya me iba desnudando mientras me sacaba la ropa. Yo le saque la parte de arriba dejándola en tetas frente a mi. Belleza de tetas. Chiquitas si muy al estilo de las turras pero redonditas firmes bien paraditas. Dos limones se podría decir. Los pezones duritos lindos bien llamativos. Comienze a pasarle la lengua por esos hermosos pezones mientras Jesica gemia suavemente. No me dejó mucho tiempo que me empujó hacia la cama y se sacó la calsa y la tanguita ella.
Se subió ensima mío y me apretó fuerte el pecho con ambas manos. Dejo que mi verga deslizara por su concha ya flujeada y se ensartó hasta el fondo. Mi turra gimió una vez fuerte y apretó mi pecho. Sin forro, comenzó a cabalgarme saltando sobre mi pija que estaba para estallar de tanta calentura. Respiré profundo y me puse a ritmo con ella. No era fácil era la primera vez que una turra me estaba garchando. Y de que forma !! Mientras me saltaba ensima yo acariciaba sus tetas jugaba con ellas. Cuando se inclinaba hacia mi yo le comía la boca y le besaba el cuello. Eso la desataba mal. Gemia muy rico "ay papi siiii siiiii cojeme sii asii siii" "ay papiiii siiiii dame pija dame tu pija". Repetía caliente mientras yo ya hacía malabares para no acabar en ese momento. Me moría si quedaba como precoz justo con semejante turra. Pero cojer sin forro complicaba todo haciéndome estar aún más caliente. Yo respiraba profundo pero Jesica me cabalgaba más fuerte y gemía no solo más intensamente sino que empezaba a alternar gemidos con gritos. Agudos profundos de esos que se te clavan en la cabeza. De esos que se escuchan de las habitaciones pegadas. "Aaaaaaayyyyyyyy papi siiiiiiii asiiiiiiiii" bien agudo ese último así. "Aaaaaaaaaaayyyy ayyyyyyy asiiiiii papiiiiii siii aaaaa" gritaba una y otra vez. Yo solo podía pensar en no acabar en controlarme pero mi turrita disfrutaba de toda la situación y avanzaba más y más. De reojo miraba un poco el resto de la habitación para frenar las ganas de acabar. Paredes sucias pintura vieja la tele chiquita vieja y obsoleta. Nada de esto alcanzó. Cuando mi turrita volvió a inclinarse a comerme la boca levanto aún mas mi temperatura con esos besos y al levantarse de vuelta grito agudamente "aaaaaaaaayyy papiiiiiii dame tu leche dámela toda toda". Fue todo lo que pude resistir y literal le acabe chorros de leche adentro de su concha flujeada empapada. Ella lanzo dos alaridos al aire agudos que retumbaron en todo el telo "aaaaaaaaaaaaaaaaa siiiiiiiiii siiiii aaaaaa". Yo sentía la leche salir y salir dentro suyo hasta la última gotita.
Jesica se recostó a mi lado dándome unos lindos besos en la boca. Apoyo su cabeza en mi pecho y se puso medio cucharita. No teníamos mucho más tiempo libre pero nos quedamos así un buen rato. Hablando pavadas en un tono muy suave. Riéndonos. Era oficial una bella turra me había garchado.
5 comentarios - La turra me garcha en el telo (cap 2)