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Mi esposa en la fiesta de aniversario

Hola amigos, soy Rick el cornudo del barrio, quiero platicarles de cuando a mi esposa se la cogieron en una fiesta de su trabajo, por favor comenten y manden privado para chatear de cuernos. Mi esposa Maggie llevaba ya alrededor de un año trabajando en la empresa de telas y ropa, en un almacén grande donde cortaban tela y mandaban a otro lugar a coser la ropa, ella estaba en el departamento de contabilidad; se acercaba ya la fiesta de aniversario de la compañía por lo que la llevé a comprarse un vestido de fiesta para la ocasión, teníamos en mente un vestido largo pegadito, con un escote generoso pues a ella siempre le gusta presumir su bonito pecho, pero mientras íbamos de una tienda a otra, nos topamos con algo que me hizo tener una erección inmediata, era un vestido negro, minifalda muy cortita y pegada a sus caderas, pero la parte de arriba, ¡uff! Solo era un velo semitransparente que rodeaba su nuca y cruzaba tapando los pechos al frente para unirse en la cintura a la falda, me encantó el hecho de que, mirándola por detrás, aparte de su buen trasero, parecía estar desnuda de la cintura para arriba, pues su cabello cubría el velo en su nuca, me parecía que mas desnuda no podía estar sin mostrar nada, aparte me calentaba saber que cualquiera al saludarla de abrazo pudiera sentir la piel de su espalda hasta la cinturita. Se llegó el sábado de la fiesta, y se veía deseable, capaz de calentar a cualquier macho que se precie de serlo. En el camino, pasamos a la estación de gas donde ella trabajó un tiempo atrás y aunque yo podía haber pagado con mi tarjeta en la bomba, le di mi cartera para que entrara a pagar a la tienda. Dos muchachos negritos venían saliendo y caballerosamente le abrieron la puerta pero la miraron de manera vulgar y hasta le dijeron algo que la hizo sonreír. Ya comenzaba a oscurecer, por lo que se podía ver claramente lo que pasaba ahí dentro; ella fue y pagó por la gasolina, pero cuando venía de camino hacia afuera, volteó al escuchar una voz y se quedó ahí; era su antiguo jefe, Amir que fue de prisa a saludarla, le dio un abrazo y aprovechó para acariciar la suave piel de la espalda de mi esposa y la siguió acariciando mientras le preguntaba acerca de su nuevo trabajo, etc. Sin quitar la mirada del escote de ella; cabe decir que yo tenía el miembro como piedra de ver la mano de él en la piel de Maggie, y más cuando se despidieron con otro fuerte abrazo en el que sus cuerpos se repegaron muy rico, luego ella se dio la vuelta y salió, seguida de la mirada morbosa del hindú. “¡te manoseó, te cogió y te embarazó con la pura mirada!”  Le dije divertido cuando subimos al auto, ella me dio un golpecito en el hombro “No exagereeeeeeees” me dijo riendo, pero notablemente excitada, “es bien respetuoso”, seguimos bromeando pero le hice entender que se veía hermosa y que cualquiera pagaría por cogérsela de lo sabrosa que se miraba. Llegamos a su trabajo, entramos por la parte trasera del almacén que era el estacionamiento de las camionetas de reparto y dos o tres van con el logo de la compañía, y me estacioné algo lejos por temor que al salir se hiciera mucho tráfico. Entramos en la parte donde servía de carga y descarga que había sido acondicionado y limpiado para la fiesta, habían puesto mesas y sillas con manteles y un espacio como pista de baile al centro, se oía la música suave y ya alrededor de veinte personas estaban dispersos platicando alegremente; Maggie me llevó a una mesa donde doña Elena, una señora muy bonita, como de cuarenta años, muy bien conservada con un vestido normal de buen escote, estaba con su esposo don Manuel y nos ofrecieron bebida, a lo que mi esposa aceptó gustosa, luego llegaron otros a saludar y también don Rafael, el dueño de la compañía, un hombre canoso y delgado de unos cincuenta y pico de años.
Mas adentro de ese gran salón, estaban dos oficinas de vigilancia y primeros auxilios, una  a cada lado, dejando en medio una especie de túnel que llevaba a la parte de enfrente donde estaban los baños, las escaleras para subir a las oficinas y  había montañas de palletes con rollos de tela y varias mesas de corte, pero ese lado estaba a oscuras solo iluminado por las luces de las oficinas en la parte arriba.
Maggie se soltó pronto gracias al alcohol y platicaba y reía mucho, después llegaron Alberto, uno de los choferes y Roberto de contabilidad, quienes se veía que ya tenían amistad con Maggie, pues la plática era más en confianza, bailaron un poco y mi esposa se acomodaba el velo del vestido muy seguido y jalaba su minifalda hacia abajo pues se le subía sin querer, pero a medida que seguía tomando, fue perdiendo ese recato y cada que volvía de una pieza de baile, yo tenía que decirle que se acomodara la falda porque se le veía el inicio de las nalgas, pero se lo decía, no porque me importara que no la vieran, sino para hacerle notar que sus compañeros de trabajo se estaban dando gusto mirándola; además, cuando bailaban salsa y la hacían dar vuelta con la mano arriba, el velo del vestido se corría levemente a los lados dejando ver las chiches redonditas casi hasta el pezón. No podía faltar el reggaetón, que ella no quería bailar al principio pero ya medio ebria se daba gusto restregando su trasero en las vergas de sus compañeros que se aprovechaban de la situación para agasajarse sintiendo la dureza de sus nalgas. Yo la miraba muy excitado, y cada que regresaba a sentarse y beber de su vaso, le decía cosas al oído como:”Ese amigo se dio gusto con tu colita, amor, tal vez se vino en los pantalones” y me reía, “No exageres” me decía riendo “nomas es un baile”. Incluso su jefe don Rafael no perdió oportunidad de bailar con ella y sentirle el cuerpo. Ya todos estaban bastante tomados cuando el esposo de doña Elena se excusó para ir al baño, y me di cuenta que Roberto fue y se sentó junto a ella y le platicaba en el oído, pero estoy seguro que la estaba manoseando por debajo de la mesa. También me di cuenta de otra chica que no conozco, con un vestido color durazno, estaba sentada en otra mesa con su esposo, cuando éste se apartó seguro para ir al baño, un grupo de tres hombres le hicieron bolita como jugando con ella y juraría que vi manos en sus tetas… pero no estoy seguro. Me calentó pensar lo que le harían a mi esposa en mi ausencia, así que esperé a que don Manuel regresara y le dije a Maggie que iba al baño, pero que la última vez que fui había fila para entrar y que podía tardar. Fui y atravesé el pasillo entre las oficinas de vigilancia y medico y, allá al fondo me escondí en la esquina, pero la gente no me dejaba ver hasta nuestra mesa; lo que si, una chica de minifalda estaba en un grupo de varias personas, su esposo la tenía sujeta por los hombros, pero el hombre que estaba sentado en la silla pegado a ellos, acariciaba la parte trasera de su pierna, y su mano subió hasta perderse bajo la falda, ella llevo su mano atrás, pensé que para parar las caricias del tipo, pero solo le hizo presión para que la acariciara más fuerte. Decepcionado que no pude ver a mi esposa, me di vuelta hacia el baño. Maggie me contó, tiempo después lo que paso ahí, dice que el chofer y el de contabilidad que estaban con nosotros, se le acercaron tan pronto yo me fui, y bromeando con ella le acariciaban las piernas y cada uno una teta, incluso le recorrieron el velo dejando a la vista las chiches duras, mientras doña Elena reía y don Manuel les decía riendo que le pellizcaran mas fuerte los pezones, Maggie reía ebria, pero su mano fue a la entrepierna de ellos para apretarles sus erecciones.
El baño de hombres, estaba vacío pero pude oír un gemido masculino seguido de un “!shhhh¡” femenino; entré sin hacer ruido y mirando por debajo, vi que en uno de los inodoros, estaba la chica del vestido color durazno en cuclillas frente a un hombre con los pantalones en los tobillos y el clásico movimiento de una mamada; no duró mucho cuando la respiración del tipo se hizo salvaje dando rasgos de venida; mi verga estaba dura cuando fui y empecé a orinar, oí ruido de ropa acomodándose y salieron los dos del cubículo, él con cara de satisfacción y orgullo y ella avergonzada de verme ahí y se fueron. Regresé a nuestra mesa donde no había indicio de algo fuera de lo normal, doña Elena y su esposo me hicieron plática mientras yo miraba a la chica del vestido color durazno abrazada a su esposo como si nada. Ya Maggie no se importaba de su ropa y regresaba con el triangulito negro de la tanga a la vista de nosotros, don Manuel ya estaba tomado y hacía comentarios calientes de mi esposa, y doña Elena lo segundaba riéndose. Una vez que Maggie estaba bailando, don Rafael, notoriamente borracho vino y se sentó conmigo, “tu esposa se ve hermosa… con todo respeto” me dijo. “se le ve muy sabrosa” le dije bromeando, “¡perdón!” le dije como sorprendido “se ve muy sabrosa” corregí, él rió a carcajadas y me abrazó “me caes muy bien, Rick” dijo “te considero como mi hermano”, yo me reí por dentro, clásica platica de borrachos, “pero no hermanos de leche, ¿verdad?” le dije insinuando que los dos nos cogíamos a la misma mujer, en este caso mi esposa, el viejo se rió otra vez pero luego se puso serio “Claro que no” dijo “¿Cómo crees? Yo nunca te haría eso”, me le acerqué un poco mas soportando el aliento a alcohol “Oiga don Rafa”, le dije y se rió un poco por la confianza “usted dijo que me considera como un hermano, ¿usted sabe si a Maggie se la anda cogiendo alguno?” él se puso serio, dudó unos momentos pues su cerebro estaba ya nublado, pero se repuso “No, no, no, mira, aquí todos la respetamos mucho” me dijo “ y ella se da a respetar”, fue todo, seguimos riendo y luego que Maggie volvió de su baile, él se fue de la mesa. Mi esposa se veía perladita de sudor, en su cara y su pecho y eso la hacía más deseable, cuando la chica del vestido durazno llegó saludando tímida conmigo, por lo que la vi en el baño, le preguntó a Maggie de unas cotizaciones que le tenían que haber enviado al “chino” (no el de los rancheros, ja ja), “No eran urgentes, las voy a mandar el lunes”, la chica abrió sus hermosos ojos bastante, “¡Se tenían que mandar ayer!” le dijo alarmada y Maggie cambió su apariencia a la de preocupación, “mira” le dijo otra vez la chica “ve a la oficina horita y manda el correo electrónico, te tardas menos de media hora y el lunes ya las tiene el chino” mi esposa me miro y miro a la chica tratando de pensar sobriamente “ve y hazlo” le dije “yo te espero”, se levantó de la mesa y me dio un beso de labios y atravesó la pista de baile con sus zapatos de tacón alto y la parte baja de sus nalgas asomando bajo la falda, regresó un rato después con mirada de tranquilidad y satisfacción, yo pensé que por haber cumplido con lo que tenía que hacer, pero ella me contó tiempo después la verdad: Maggie atravesó el pasillo un tanto mareada pero nerviosa por las cotizaciones y al dar la vuelta para subir las escaleras hacia la oficina, unas manos le apretaron el culo por detrás, ella pegó un grito de susto y luego una risotada al ver que era don Rafael, quien la abrazó por la cintura y comenzó a besuquearle el cuello, ella forcejeó un poco “¡Don Rafael!” le dijo aun divertida “¡tengo que mandar las cotizaciones del chino hoy!”, “no, mamacita” le dijo el viejo subiendo las manos a las tetas de mi esposa “es puro rollo… yo le dije a Julissa que te dijera eso para que vinieras acá”, “¡que!” le dijo ella medio molesta “¿Por qué hizo eso?”, “Toda la fiesta te he estado viendo bailar y me pusiste caliente, mami” le dijo sin dejar de manosearla “te quiero meter la verga”, “¡Don Rafa!” dijo ella riendo más tranquila. El jefe la tomó de la mano y la llevó en la oscuridad entre las palletes de tela, lejos de cualquier mirada, hasta una pila pequeña de rollos a la altura de una mesa, donde la abrazó y se besaron ardientemente, obvio sin dejar de agarrarle a ella las nalgas después de subirle la falda a la cintura, jaló con rudeza las tiras de velo del vestido para dejar salir las deliciosas tetas de mi esposa y estrujándolas dijo:”¡pinches chichotas!” y se pegó a mamárselas, dándole chupetes a los pezones duros,  luego la soltó y se recargó en los rollos de tela y desabrochándose el pantalón se lo bajó a los muslos dejando salir la verga derecha y tiesa llena de líquido pre seminal. Maggie se la acarició con la mano unos momentos pero luego, se puso en cuclillas, igual que aquella chica en el baño, y lamiéndole la babita se la metió en la boca hasta donde pudo, don Rafael levantaba la cabeza y cerraba los ojos sintiendo la boca de mi esposa en su miembro. “chúpame los huevos, mami” le dijo susurrando, ella sin dejar de masturbarlo, se metió las bolas colgantes en la boca y ahí dentro las lamía, provocándole sensaciones deliciosas al jefe. El viejo se dio cuenta que ella se acariciaba el clítoris con sus dedos, así que la ayudó a levantarse “¿estás caliente, mami?” le dijo poniéndola de espaldas a él y ella levantó el culo sin dejar de mirarlo a la cara, él observó el buen par de nalgas y las estrujó con suavidad, dándole nalgaditas a mi esposa, luego le jaló la tanga con fuerza, reventando el delgado hilo a lo que ella dio un gritito de calentura, se puso de rodillas y abriéndole las nalgas con las manos lo mas que podía, metió su cara y lamió ruidosamente la rajada caliente, “estas bien mojada” dijo sorprendido y volvió a meter la cara, lamiéndole toda la raja, subiendo hasta el agujerito del culo, y metiéndole la lengua en la vagina, ella gemía de gusto al sentir y oír los chupetes que el viejo le daba en su parte, la hizo venirse con puras lamidas;  “¿quieres verga, mami?” le dijo, “si, papi” le contestó ella “ya métemela por favor”, don Rafael se puso de pie y dirigiendo su miembro entre las nalgas de Maggie le fue metiendo despacio su tronco de carne mientras ella cerrando los ojos suspiraba de placer. Su jefe le daba fuertes metidas, chocando sus caderas en las nalgas de ella, que hacían rebotar sus tetas adelante y atrás. Luego de estársela cogiendo en esa posición, la volteó y la besó en la boca, la costó en las telas y le levantó la piernas hasta ponerlas juntas en su hombro izquierdo, sin necesidad de meter la mano, volvió a metérsela hasta el fondo, de manera que a cada embestida sus huevos chocaban en el culito de mi esposa. Maggie tuvo otro orgasmo en esa posición, conteniéndose para no gritar. Las manos del viejo estrujaban las tetas de Maggie cuando sintió que estaba a punto de venirse; Maggie puede apretar su vagina para que el esperma no se salga hasta que va al baño a tirarlo, pero sabe que cuando está tomada, se le olvida hacerlo, y no podía volver con la leche escurriendo por sus piernas, así que como pudo se soltó de la cogida y otra vez en cuclillas se metió el miembro en la boca con violencia. Ella me dijo que a su jefe le gusta que se la mame estilo “pescadito”, que es así: ella abre y cierra los labios en la cabeza del pene mientras lo masturba con una mano y le acaricia los huevos con la otra. Y así lo hizo, hasta que el viejo explotó en chorros de esperma caliente que mi esposa se tragó con dificultad y solo unas gotitas cayeron en su pecho. Ella se puso de pié acomodándose la ropa, le dio un beso en la mejilla a su jefe, que respiraba agitadamente, y después de un “bye” regresó a la mesa, no sin antes refrescarse en el baño. Después de contarme que todo estaba bien y que ya había mandado los mentados emails, volvió a servirse bebida en su vaso y lo vació de un sorbo, se veía hermosa, toda sudada y acalorada. El alcohol ya le estaba venciendo, se le notaba en la mirada y en su plática, cuando le dije que ya era noche, que si nos retirábamos, pero ella insistía en seguir bailando, siendo que no podía mantenerse en pié. Así que comencé a despedirme de los demás que ya estaban ebrios y cuando me volví a ella, ya estaba recostada sobre la mesa quedándose dormida, Alberto, el chofer, se veía ebrio pero menos que todos los demás, así que le pedí que me ayudara a llevarla hasta el auto, y él aceptó. La pusimos en medio, con sus brazos sobre nuestros hombros y aun caminaba con sus propios pies, pero ya no reaccionaba. En el camino al auto me di cuenta de reojo que Alberto llevaba su mano bajo el velo del vestido, directamente en la teta de mi esposa, pero no dije nada, al llegar al auto, quitó su mano y el velo se atoró en un anillo dejando la chiche a la vista, yo me reí divertido lo que hizo reír a él también, tranquilamente le ayudé a soltar el velo de su dedo, y antes de tapar el pecho de Maggie con el velo, le acaricié el pecho con la mano “¡mmh, la tiene bien durita!” le dije y me reí. Para abrir el auto, Alberto se recargó en el auto de junto y yo le eché el otro brazo de ella sobre él, de modo que parecían estar abrazados con la cabeza de ella sobre su pecho y las manos de él en la cintura femenina, tratando de tardarme en abrir el carro lo mas que pude, incluso se me cayeron las llaves al piso. Por fin abrí y el chofer me ayudó a sentarle y abrocharle el cinturón, pero yo no quería que se acabara todo ahí, asi que le dije: “me estoy cagando… ¿te puedes quedar con ella mientras entro al baño?”, “claro que si” dijo él, “espero no tardarme, ya vez que se hace una fila”, “no te preocupes, aquí te espero”. Fingiendo apresurar el paso me alejé un poco pero volví entre los autos hasta la van de la empresa que estaba justo a un lado de mi auto, y me asomé con cuidado, Alberto había ido a la parte trasera del auto para ver si venía alguien, y al no ver a nadie, regresó sobre sus pasos y abrió la puerta rápidamente, Maggie dormía con la cara hacia el asiento del conductor, Alberto abrió el velo dejando salir las tetas de mi esposa y sujetándolas con la mano les dio algunas chupadas, babeándolas, luego le abrió las piernas bruscamente, “!no traes calzones, que rico!” y sacando una pierna del auto, su mano fue hasta la rajadita, se chupó los dedos y se los metió como pudo, ella solo gimió, nadie sabe si de queja o de gusto. Se escuchó el ruido de un auto prenderse y Alberto le acomodó la falda, la pierna y el vestido, y fue hasta la parte de atrás del auto mientras yo me ponía de espaldas como si estuviera orinando, pero con el miembro duro como piedra; el carro que salía pasó de largo y el chofer saludó con la mano, pero en cuanto el auto se perdió en la noche, echó otra mirada hacia la fiesta, y regresó de prisa al lado de mi esposa, volvió a sacarle las tetas, se bajó el cierre del pantalón y sacó su pito endurecido, jaló la cabeza de Maggie que parecía muñeca de trapo, lamiéndole los labios y babeándole la boca, luego se enderezó y rosando la cabeza de la verga en la cara de Maggie se la mojó de líquido pre seminal, poniendo énfasis en la boca, yo no lo podía creer, masturbándome furiosamente; ella, semidormida, al sentir la presión del pito sobre sus labios, abrió la boca y comenzó a mamar. Alberto abría la boca sintiendo el placer, era casi chistoso verlo arqueándose hacia atrás para tratar de metérsela más adentro, incluso metió su pié al auto apoyándolo cerca de la palanca de velocidad. Mi calentura era tremenda, viendo como ese cabrón se cogía a mi esposa por la boca, y sus tetas rebotaban a un lado y otro, respirando agitado, ella ni las manos metía, solo le daban arcadas leves cuando la verga le llegaba a la garganta. “¡aquí te va, Maggie!” dijo el susurrando “¡aquí te va mi leche!¡cómetela toda!” y suspirando se vació en la garganta de mi mujercita y yo en la llanta de la van. Le di unos momentos para que se acomodara y silbando hice como que volvía de la fiesta, él ya estaba recargado en el otro auto viendo su celular, así que le di la mano y nos despedimos amistosamente. Arranqué el auto y enfilé hacia la calle, Maggie se veía hermosa durmiendo sin saber nada, tenía en la comisura de sus labios una gota que escurría de semen, asi que una luz roja, me incliné y se la limpié con la lengua.

2 comentarios - Mi esposa en la fiesta de aniversario

Fidel1971
Wow me gustaria estar en la fiesta pero quiero q estes mirando de cerca mientras ella se la traga
Rick2017 +2
Me gustaría mucho ver, anigo, asi como su compañero de trabajo se la cogió por la boca bien peda
Fidel1971
No te gustaria verlo de cerca
Rick2017 +1
claro que si, ya lo he visto de cerca y me encanta verla gozar y verlos a ellos disfrutar el cuerpo de mi esposa