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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos
Gracias por los puntos y comentarios
KEVIN
Casi cuarentaicinco años, primer matrimonio con dos hijos, segundo matrimonio con una hija mas, ahora en pareja, mi tercera pareja formal, y esperando lo que será mi cuarto descendiente. Me reconozco con un carácter un tanto complicado, un mujeriego incurable.
Siempre era el tema de discusión, era un hecho que había nacido bandido, pirata, siempre a escondidas, siempre engañando a las mujeres, prometiéndoles el cielo para obtener un buen sexo.
Y era como una enfermedad, no podía controlarme, me gustaban todas, esas situaciones desgastantes e insoportables para cualquier mujer me habían llevado a mis fracasos matrimoniales.
Pero algo cambiaría mi vida, algo que nadie hubiera imaginado.
Hacía ya cerca de veinte años que trabajaba en Sobrales Hermanos, una conocida empresa familiar productora de infusiones, como café y té de distintas variedades.
Si bien había ingresado en la parte de producción con el correr de los años terminé especializándome en la parte de envasado, de producto terminado.
Hay tres líneas de producción, trabajamos en turnos rotativos, una semana por la mañana, la siguiente por la tarde y la tercera por la noche, esta situación era propicia para mis aventuras, para mis engaños.
Como pueden imaginar tenía compañeros de turno, y digo compañeros porque no soy de hacer amigos fácilmente.
El petiso Robledo era uno de estos compañeros, trabajaba en la línea contigua a la que yo me desempeñaba, Kevin, ese era su nombre, era un petiso de no más de un metro sesenta, de cabello pelirrojo y crespo, un tanto mal hablado, un tanto mal humorado, pero buen tipo. Sabíamos que tenía una hija pequeña, pero era fruto de una relación pasajera…
El siempre solía contar anécdotas de mujeres, y de hombres, haciendo referencia de que ‘se la ponía a cualquiera’, sin distinción de sexo, a veces eran tan disparatadas que eran difíciles de creer, pero siempre había una delgada línea entre la verdad y la mentira.
A Kevin lo llamábamos normalmente por sus apodos, ‘petiso’ por su altura, ‘colo’, por su color de cabello, ó ‘pija’… tenía la fama de tener una pija descomunal, de hecho a algunas compañeras de trabajo daban fe del apodo…
Y todo se daría por casualidad…
Estábamos en pleno verano, mucha gente con licencia por vacaciones, esa noche, Kevin y yo en lugar de retirarnos al fin del turno, a los veintitrés horas, nos quedamos cuatro horas más para cubrir faltantes.
A las tres de la mañana fuimos al vestuario luego de doce horas extenuantes de trabajo, transpirados, a tomar una ducha antes de retirarnos de la empresa
Kevin estaba a un par de metros a mi lado, en la ducha contigua, con sus ojos cerrados por el jabón que cubría sus cabellos y su rostro, mi vista estaba clavada sin saber por qué en su miembro, realmente era terrible, grueso, colgando entre sus piernas hasta mitad de muslo.
No percibí que el petiso ya había enjuagado su cara y notaba donde yo apuntaba mis ojos.
-Hey! Rolo! Que pasa papá? Te gusta? querés probar?
Esas fueron sus palabras mientras sacudía su verga de un lado a otro, me sentí prender fuego de vergüenza sin saber que responder, el siguió provocándome
-Sabés como conozco a los de tu clase? Dale, no seas tímido… nadie se va a enterar…
Y mientras decía esto se acercaba peligrosamente de su ducha a la mía y a medida que lo hacía su miembro iba cobrando erección.
Yo seguía como petrificado, llegó a mi lado haciéndome un guiño de ojo, apoyando su mano en mi hombro me invitó a bajar.
No sé qué pasó por mi cabeza en ese momento, solo sé que en una abrir y cerrar de ojos estaba rendido a sus pies, con su anaconda amenazante, miré su verga dura por unos segundos, era más gruesa y larga de lo que pudiera imaginar, curva hacia la izquierda, con una cabeza sobresaliente cubierta por un largo prepucio, las venas que la recorrían parecían latir de excitación. Sentía bajo el agua fría de la ducha como mi propia pija crecía casi sin proponérmelo.
El tomó mi cabeza y me acercó hacia ella, la agarré con mi mano derecha tirando todo el cuero tan atrás como pude, desnudando su glande, brillaba, el agua corría por el hasta sus testículos, lo llevé mi boca, lo besé, una y otra vez, lo masturbé con la mano, era tan rico, lo acaricié con mi lengua, por abajo, por arriba, lamía su tronco de punta a punta, tan largo como era, jugué con sus bolas en mi boca.
Con la otra mano me masturbaba a mí mismo, Kevin tomó mi cabeza entre sus manos y me cogió por la boca, bien profundo, bien adentro, llegando con ella a mi garganta, empecé a desesperarme, a perder el control, empecé a empujar mas y mas adentro, casi no podía respirar, no me importaba, centímetro a centímetro fui empujando hasta llegar a comérmelo todo, las lágrimas saltaban de mis ojos, no podía evitarlo, no podía creerlo…
El petiso reía socarronamente, me decía que era un goloso y que me iba a lastimar, no me importaba, me dolía la entrada del esófago, no me importaba, tenía arcadas, tampoco importaba, cada tanto me tomaba unos segundos para respirar y reponerme pero volvía a la carga sin dudarlo, seguía masturbándolo, seguía masturbándome, sentí un sabor un tanto rato en mi boca que preanunciaba el final, me calenté más todavía, aceleré el ritmo, lo deseaba, de repente como un mar bañando la costa, como un volcán expulsando la lava su semen caliente inundó mi boca, por completo, que placer que sentí! tan grande que yo también comencé a acabarme a sus pies mientras tragaba prolijamente hasta la última gota…
Kevin volvió a su lugar como si nada hubiera ocurrido, con una sonrisa de oreja a oreja, yo en tanto sentí una vergüenza terrible por haberme chupado semejante verga, tragaba agua de la ducha para sacar el sabor amargo, como queriendo lavar mi alma…
El me dijo entonces:
-Tranquilo amigo… siempre es lo mismo la primera vez… esto termina acá…
Lo cierto es que en los siguientes días mi silencio en el trabajo fue notorio, seguramente causado por el miedo al que el petiso hablara y por mi sentimiento de culpa, después de haberme acostado con tantas mujeres el hecho de haberme comido así una verga y haber disfrutado con ello no entraba en mi cabeza, pero aún faltaba lo peor…
Quince días atrás Kevin me pidió que le prestara unas herramientas, así que cuando salimos del trabajo pasamos por mi casa, Sonia, mi esposa estaba en la casa de su madre, así que el destino quiso que nuevamente estuviéramos a solas, no pensaba hacer nada pero al volver al comedor el estaba con los pantalones bajos y su verga desnuda
-Qué haces?
-Dale… un poquito…
-Basta Kevin, eso es pasado y murió bajo la ducha…
-Dale… si te gusta…
-Te dije que no…
-Dale putito… donde vas a encontrar otra así?
-Bueno… un poquito nomás…
Y ese fue mi error, otra vez a sus pies chupándole la pija, otra buena mamada, y una cosa fue llevando a la otra y terminamos en mi dormitorio, en la cama, solo era una chupada y listo, lo cierto es que después de un rato Kevin me dijo que quería ponérmela un poquito, cosa que me negué, pero él insistió e insistió, una y otra al final le dije que solo un poquito, solo la puntita porque la tenía muy grande, así que le di lubricante íntimo del que uso con mi esposa, con paciencia untó sus dedos y jugó en mi esfínter luego de ponerme en cuatro patas, me dijo que me relajara, que estaba muy tenso y mi actitud no ayudaría para jugar con la puntita en mi puertita.
Lo dejé jugar como me había pedido, solo un poquito, me tomó por la cintura apoyando la punta en mi agujerito, forzó un poquito, y otro más, comenzó a doler, le dije que parara, pero insistió, volvió a lubricar otra vez, ya dolía demasiado, le dije que parara, pero no lo hacía, me dijo que aguantara, que no sea puto, mordía la almohada, lo sentía forzar mas y mas, transpiraba, sentía que mi anillo virgen iba perdiendo resistencia, ‘solo un poquito’ reclamaba pero todo terminó como tenía que terminar, mi trasero ya no lo resistió, sentí su gorda cabeza traspasar mi esfínter y su tronco atravesarme tan largo como era arrancándome un grito mezcla de dolor y placer, el lo retiró unos instantes, como para que me amoldara a su medida, pero luego volvió sobre mí, una y otra vez, sin piedad, a culearme con ritmo, no podía contenerme, no podía negarme, no podía resistirme, solo podía gozar, gozar con esa pija en mi culo, tan grande y bella como era…
Kevin me giró acostándome de espaldas en el colchón, levantando mis piernas para volver a violarme, me encantaba, sentía mi esfínter entregarse a un placer desconocido para mi, la punta de su verga golpeando rítmicamente en o profundo de mis intestinos, comencé a masturbarme, le pedía que no parara, que siguiera, lo maldije, no podía hacerme gozar así, me sentí acabar, involuntariamente apretaba mi esfínter sobre su carne, me contraía una y otra vez, un chorro de leche saltó de mi verga con inusitada fuerza, sorprendiéndome, llegando hasta mi cara, un segundo chorro, un tercero, y otro y otro más, mi pecho y mi vientre quedaron embardunados, aún no salía de mi asombro cuando una carcajada afloró en los labios de mi compañero
-Vaya polvazo amigo!
Lo acompañé en su risa, aun excitado y casi sin poder contener la respiración, ahora me giraba dejándome boca abajo para venir sobre mí con una pierna a cada lado, nuevamente me penetró dejándose caer por su propio peso, tan profundo como pudo, por Dios!!!
Luego se retiró lo suficiente para apenas dejar su cabeza en mi interior, se acercó a mi oído y me dijo:
-Ahora quiero ver lo putito que sos, yo no me moveré mas, si quieres mi pija tendrás que ganártela! putito!
Era un maldito bastardo, así que levanté un poco mi cola haciéndola entrar, luego me dejé caer, y volví a subir, y bajar, y ya no paré, me moví con locura, sintiendo su verga entrando y saliendo, como un pistón, calentando mi anillo, mas y mas, lo sentí venir, aceleré el ritmo, su pija se ponía mas y mas dura, ya no lo soportó y se movió con fuerza, sentí su leche llenar mi trasero, que hermosa sensación, todo, hasta la última gota…
Se sentó un poco más relajado, como dando por terminado el pleito, pero yo quería mas, me puse en cuatro patas, inconscientemente comencé a expulsar el aire contenido en mi interior arrastrando restos de semen hacia el exterior, toqué mi esfínter, abierto como una flor de primavera, acomodé mi cabeza entre sus piernas y nuevamente empecé a chuparle la pija que ya parecía no querer jugar más, pero se la comía toda y ya empezaba a erguirse nuevamente…
Pero todo terminaría de la peor manera, en ese momento, en esa situación, en ese lugar interrumpía el encuentro mi amada esposa, estábamos tan perdidos en el encuentro que no la sentimos venir, fue un terrible escándalo, gritos, lágrimas, ataque de nervios, recriminándome lo que sus ojos veían
-Puto de mierda! tenía asumido que eras un mujeriego, pero esto? esto sí que no me lo esperaba, bastardo maricón! Que le diré a tu hijo????
No tuve respuesta, mi silencio fue mi mejor respuesta, tomé mis cosas y me marché de casa, aún no tengo el valor de volver a hablar con ella, y Kevin solo sigue siendo mi compañero de trabajo, me trata como si nada hubiera pasado, pero lo cierto que yo quiero que siga pasando…
Si eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘KEVIN’ a dulces.placeres@live.com
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Casi cuarentaicinco años, primer matrimonio con dos hijos, segundo matrimonio con una hija mas, ahora en pareja, mi tercera pareja formal, y esperando lo que será mi cuarto descendiente. Me reconozco con un carácter un tanto complicado, un mujeriego incurable.
Siempre era el tema de discusión, era un hecho que había nacido bandido, pirata, siempre a escondidas, siempre engañando a las mujeres, prometiéndoles el cielo para obtener un buen sexo.
Y era como una enfermedad, no podía controlarme, me gustaban todas, esas situaciones desgastantes e insoportables para cualquier mujer me habían llevado a mis fracasos matrimoniales.
Pero algo cambiaría mi vida, algo que nadie hubiera imaginado.
Hacía ya cerca de veinte años que trabajaba en Sobrales Hermanos, una conocida empresa familiar productora de infusiones, como café y té de distintas variedades.
Si bien había ingresado en la parte de producción con el correr de los años terminé especializándome en la parte de envasado, de producto terminado.
Hay tres líneas de producción, trabajamos en turnos rotativos, una semana por la mañana, la siguiente por la tarde y la tercera por la noche, esta situación era propicia para mis aventuras, para mis engaños.
Como pueden imaginar tenía compañeros de turno, y digo compañeros porque no soy de hacer amigos fácilmente.
El petiso Robledo era uno de estos compañeros, trabajaba en la línea contigua a la que yo me desempeñaba, Kevin, ese era su nombre, era un petiso de no más de un metro sesenta, de cabello pelirrojo y crespo, un tanto mal hablado, un tanto mal humorado, pero buen tipo. Sabíamos que tenía una hija pequeña, pero era fruto de una relación pasajera…
El siempre solía contar anécdotas de mujeres, y de hombres, haciendo referencia de que ‘se la ponía a cualquiera’, sin distinción de sexo, a veces eran tan disparatadas que eran difíciles de creer, pero siempre había una delgada línea entre la verdad y la mentira.
A Kevin lo llamábamos normalmente por sus apodos, ‘petiso’ por su altura, ‘colo’, por su color de cabello, ó ‘pija’… tenía la fama de tener una pija descomunal, de hecho a algunas compañeras de trabajo daban fe del apodo…
Y todo se daría por casualidad…
Estábamos en pleno verano, mucha gente con licencia por vacaciones, esa noche, Kevin y yo en lugar de retirarnos al fin del turno, a los veintitrés horas, nos quedamos cuatro horas más para cubrir faltantes.
A las tres de la mañana fuimos al vestuario luego de doce horas extenuantes de trabajo, transpirados, a tomar una ducha antes de retirarnos de la empresa
Kevin estaba a un par de metros a mi lado, en la ducha contigua, con sus ojos cerrados por el jabón que cubría sus cabellos y su rostro, mi vista estaba clavada sin saber por qué en su miembro, realmente era terrible, grueso, colgando entre sus piernas hasta mitad de muslo.
No percibí que el petiso ya había enjuagado su cara y notaba donde yo apuntaba mis ojos.
-Hey! Rolo! Que pasa papá? Te gusta? querés probar?
Esas fueron sus palabras mientras sacudía su verga de un lado a otro, me sentí prender fuego de vergüenza sin saber que responder, el siguió provocándome
-Sabés como conozco a los de tu clase? Dale, no seas tímido… nadie se va a enterar…
Y mientras decía esto se acercaba peligrosamente de su ducha a la mía y a medida que lo hacía su miembro iba cobrando erección.
Yo seguía como petrificado, llegó a mi lado haciéndome un guiño de ojo, apoyando su mano en mi hombro me invitó a bajar.
No sé qué pasó por mi cabeza en ese momento, solo sé que en una abrir y cerrar de ojos estaba rendido a sus pies, con su anaconda amenazante, miré su verga dura por unos segundos, era más gruesa y larga de lo que pudiera imaginar, curva hacia la izquierda, con una cabeza sobresaliente cubierta por un largo prepucio, las venas que la recorrían parecían latir de excitación. Sentía bajo el agua fría de la ducha como mi propia pija crecía casi sin proponérmelo.
El tomó mi cabeza y me acercó hacia ella, la agarré con mi mano derecha tirando todo el cuero tan atrás como pude, desnudando su glande, brillaba, el agua corría por el hasta sus testículos, lo llevé mi boca, lo besé, una y otra vez, lo masturbé con la mano, era tan rico, lo acaricié con mi lengua, por abajo, por arriba, lamía su tronco de punta a punta, tan largo como era, jugué con sus bolas en mi boca.
Con la otra mano me masturbaba a mí mismo, Kevin tomó mi cabeza entre sus manos y me cogió por la boca, bien profundo, bien adentro, llegando con ella a mi garganta, empecé a desesperarme, a perder el control, empecé a empujar mas y mas adentro, casi no podía respirar, no me importaba, centímetro a centímetro fui empujando hasta llegar a comérmelo todo, las lágrimas saltaban de mis ojos, no podía evitarlo, no podía creerlo…
El petiso reía socarronamente, me decía que era un goloso y que me iba a lastimar, no me importaba, me dolía la entrada del esófago, no me importaba, tenía arcadas, tampoco importaba, cada tanto me tomaba unos segundos para respirar y reponerme pero volvía a la carga sin dudarlo, seguía masturbándolo, seguía masturbándome, sentí un sabor un tanto rato en mi boca que preanunciaba el final, me calenté más todavía, aceleré el ritmo, lo deseaba, de repente como un mar bañando la costa, como un volcán expulsando la lava su semen caliente inundó mi boca, por completo, que placer que sentí! tan grande que yo también comencé a acabarme a sus pies mientras tragaba prolijamente hasta la última gota…
Kevin volvió a su lugar como si nada hubiera ocurrido, con una sonrisa de oreja a oreja, yo en tanto sentí una vergüenza terrible por haberme chupado semejante verga, tragaba agua de la ducha para sacar el sabor amargo, como queriendo lavar mi alma…
El me dijo entonces:
-Tranquilo amigo… siempre es lo mismo la primera vez… esto termina acá…
Lo cierto es que en los siguientes días mi silencio en el trabajo fue notorio, seguramente causado por el miedo al que el petiso hablara y por mi sentimiento de culpa, después de haberme acostado con tantas mujeres el hecho de haberme comido así una verga y haber disfrutado con ello no entraba en mi cabeza, pero aún faltaba lo peor…
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-Qué haces?
-Dale… un poquito…
-Basta Kevin, eso es pasado y murió bajo la ducha…
-Dale… si te gusta…
-Te dije que no…
-Dale putito… donde vas a encontrar otra así?
-Bueno… un poquito nomás…
Y ese fue mi error, otra vez a sus pies chupándole la pija, otra buena mamada, y una cosa fue llevando a la otra y terminamos en mi dormitorio, en la cama, solo era una chupada y listo, lo cierto es que después de un rato Kevin me dijo que quería ponérmela un poquito, cosa que me negué, pero él insistió e insistió, una y otra al final le dije que solo un poquito, solo la puntita porque la tenía muy grande, así que le di lubricante íntimo del que uso con mi esposa, con paciencia untó sus dedos y jugó en mi esfínter luego de ponerme en cuatro patas, me dijo que me relajara, que estaba muy tenso y mi actitud no ayudaría para jugar con la puntita en mi puertita.
Lo dejé jugar como me había pedido, solo un poquito, me tomó por la cintura apoyando la punta en mi agujerito, forzó un poquito, y otro más, comenzó a doler, le dije que parara, pero insistió, volvió a lubricar otra vez, ya dolía demasiado, le dije que parara, pero no lo hacía, me dijo que aguantara, que no sea puto, mordía la almohada, lo sentía forzar mas y mas, transpiraba, sentía que mi anillo virgen iba perdiendo resistencia, ‘solo un poquito’ reclamaba pero todo terminó como tenía que terminar, mi trasero ya no lo resistió, sentí su gorda cabeza traspasar mi esfínter y su tronco atravesarme tan largo como era arrancándome un grito mezcla de dolor y placer, el lo retiró unos instantes, como para que me amoldara a su medida, pero luego volvió sobre mí, una y otra vez, sin piedad, a culearme con ritmo, no podía contenerme, no podía negarme, no podía resistirme, solo podía gozar, gozar con esa pija en mi culo, tan grande y bella como era…
Kevin me giró acostándome de espaldas en el colchón, levantando mis piernas para volver a violarme, me encantaba, sentía mi esfínter entregarse a un placer desconocido para mi, la punta de su verga golpeando rítmicamente en o profundo de mis intestinos, comencé a masturbarme, le pedía que no parara, que siguiera, lo maldije, no podía hacerme gozar así, me sentí acabar, involuntariamente apretaba mi esfínter sobre su carne, me contraía una y otra vez, un chorro de leche saltó de mi verga con inusitada fuerza, sorprendiéndome, llegando hasta mi cara, un segundo chorro, un tercero, y otro y otro más, mi pecho y mi vientre quedaron embardunados, aún no salía de mi asombro cuando una carcajada afloró en los labios de mi compañero
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Lo acompañé en su risa, aun excitado y casi sin poder contener la respiración, ahora me giraba dejándome boca abajo para venir sobre mí con una pierna a cada lado, nuevamente me penetró dejándose caer por su propio peso, tan profundo como pudo, por Dios!!!
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-Ahora quiero ver lo putito que sos, yo no me moveré mas, si quieres mi pija tendrás que ganártela! putito!
Era un maldito bastardo, así que levanté un poco mi cola haciéndola entrar, luego me dejé caer, y volví a subir, y bajar, y ya no paré, me moví con locura, sintiendo su verga entrando y saliendo, como un pistón, calentando mi anillo, mas y mas, lo sentí venir, aceleré el ritmo, su pija se ponía mas y mas dura, ya no lo soportó y se movió con fuerza, sentí su leche llenar mi trasero, que hermosa sensación, todo, hasta la última gota…
Se sentó un poco más relajado, como dando por terminado el pleito, pero yo quería mas, me puse en cuatro patas, inconscientemente comencé a expulsar el aire contenido en mi interior arrastrando restos de semen hacia el exterior, toqué mi esfínter, abierto como una flor de primavera, acomodé mi cabeza entre sus piernas y nuevamente empecé a chuparle la pija que ya parecía no querer jugar más, pero se la comía toda y ya empezaba a erguirse nuevamente…
Pero todo terminaría de la peor manera, en ese momento, en esa situación, en ese lugar interrumpía el encuentro mi amada esposa, estábamos tan perdidos en el encuentro que no la sentimos venir, fue un terrible escándalo, gritos, lágrimas, ataque de nervios, recriminándome lo que sus ojos veían
-Puto de mierda! tenía asumido que eras un mujeriego, pero esto? esto sí que no me lo esperaba, bastardo maricón! Que le diré a tu hijo????
No tuve respuesta, mi silencio fue mi mejor respuesta, tomé mis cosas y me marché de casa, aún no tengo el valor de volver a hablar con ella, y Kevin solo sigue siendo mi compañero de trabajo, me trata como si nada hubiera pasado, pero lo cierto que yo quiero que siga pasando…
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