Buenas, este relato viene de un sueño que tuve ya hace bastante tiempo
Mi vida nunca ha sido la mejor, nunca he tenido muchos amigos, siempre me he visto como la burla de todos y los pocos amigos que lograba conseguir cuando llegaban nuevos estudiantes, inmediatamente me daban la espalda cuando el grupo más popular comenzaban a hablarles, comenzando incluso a participar en sus burlas hacia mí, olvidándose por completo que hace poco tiempo hablamos por toda la semana.
El colegio fue una tortura de cierta forma. La institución donde estudié gran parte de mi vida era pública, además de ser de un tamaño tan grande que incluso había animales dentro del colegio, como pavos reales, caimanes e incluso vacas, los cuales se mantenían alejados de los estudiantes. Su gran tamaño permitía que cualquier estudiante pudiera perderse, esconderse e incluso saltarse las clases, algo que la mayoría de los profesores permitían porque no tenían el suficiente interés como para buscar a sus estudiantes por una institución tan grande, algo que muchos aprovechaban para poder molestar a otros estudiantes, incluyéndome a mí.
Durante todos mis años escolares, desde cuarto de primaria hasta el último año escolar, tuve que soportar patadas, puñetazos, burlas y humillaciones, nunca pude disfrutar de un momento de paz. Los profesores nunca se involucraron, preferían no verse involucrados en lo que llamaban "Juegos entre niños", incluso cuando los juegos continuaron hasta la adolescencia, terminando con mi cara llena de moretones y con la nariz rota. Mi único consuelo al terminar el colegio fue descubrir que en la universidad nadie me haría algo, ya que todos estarían tan concentrados en poder terminar su carrera que me volvería invisible para todos, y fui invisible durante toda la universidad.
Estuve solo por la totalidad de la carrera, no hablé con ninguno de mis compañeros, por lo que no tuve la oportunidad de abrirme a gente otra vez, ya que todavía tenía el pequeño trauma de las traiciones de mis supuestos "amigos" del colegio.
Mientras me presentaba a clases, comencé a darme cuenta de algunas miradas y ciertos susurros de otros estudiantes de la universidad, cosas que iban dirigidas a mí por mi apariencia. La mayoría de las burlas que recibí en el colegio provenían de mi apariencia y mi físico, ya que siempre he sido gordo, con una cabeza un poco redonda que solo ayudaba con las burlas, pero en la universidad, aún si nadie me lo decía a la cara, sabía que todos pensaban lo mismo.
Terminé la universidad con honores, consiguiendo una maestría en tecnología e informática sin mucho problema, ya que siempre me había interesado en los computadores, como funcionan y los distintos componentes que los conforman, por lo que la carrera nunca se me dificultó mucho.
A los 26 años y poco tiempo después de haber finalizado la carrera, mis padres me echaron a patadas de la casa, tratándome de vago por no intentar buscar trabajo o conseguir una casa, aun cuando mi hermana mayor de 30 años seguía viviendo con ellos aún con trabajo y con el suficiente dinero como para vivir sola.
Me vi completamente solo, en la calle, con el poco dinero que mis padres y mi hermana decidieron lanzarme a la cara antes de cerrarme la puerta frente a mí. Tuve suerte y logré encontrar un apartamento barato antes de que cayera la noche, pero el adelanto casi me deja pobre, por lo que me puse a buscar trabajo como fuera.
Encontré una empresa que llevaba solo un año formada que justamente buscaba a alguien que tuviera suficiente conocimiento sobre informática, me presenté para la entrevista después de enviarles mi hoja de vida y me llevé una gran sorpresa al descubrir que, por alguna razón, ahí solo trabajan mujeres, de las cuales, la mayoría sólo podrían ser llamadas Milfs. Como si fuera un mal chiste, todas me miraron con los mismos ojos que vi en la universidad, la primera siendo la recepcionista, la cual no intentó ni disimular su molestia al verme y escuchar que era quien venía por la entrevista.
La jefa de recursos humanos fue quien me entrevistó, la cual intentó ser mucho más profesional, haciéndome preguntas relevantes relacionadas con el puesto, preguntas que respondí lo más profesional que pude, hasta que noté que no entendía mucho lo que decía, por lo que decidí explicarle lo mejor que pude cada tema importante sobre el puesto, consiguiendo que poco a poco comprendiera. Días después, me llamaron para decirme que el puesto era mío, explicándome cuanto me pagarían, cuando comenzaría y la mayoría de las cosas que debería hacer.
Después de un año de trabajar en la empresa, la tensión había desaparecido y ya no me miraban tan mal, aunque a veces evitaban tocarme como si fuera una plaga, pero prefería eso mil veces a las miradas de asco y fastidio. Mi trabajo era muy sencillo, solo tenía que conectar algunos computadores, archivar documentos de forma digital y asegurarme de que todo funcione correctamente, hasta que mi jefa me ofreció la oportunidad de trabajar mayormente desde casa, cosa que acepté inmediatamente para evitar estar rodeado de tanta gente.
Después de esa explicación, llegamos a cuatro años después, donde realmente comienza esta historia. En ese entonces tenía 31 años, llevaba cuatro años trabajando desde casa y solo necesitaba ir a la empresa ciertos días que fuera obligatorio o que me necesitaran ahí presente con algún problema importante de los computadores. Mi vida se había convertido en una de completo sedentarismo, nunca salía del apartamento para no tener que hablar con nadie, no hacía ejercicio y la mayoría de la comida que consumía eran pedidos.
Mi físico y apariencia en ese momento no eran las mejores, era obeso, apenas y podía moverse sin comenzar a sentirme mal, además de eso era bajito, lo cual solo servía para hacerme ver como una pelota, pero lo peor de todo era mi rostro. Siempre he sido feo, me lo decían en el colegio, incluso me apodaron "Feo-Tonio" para burlarse de lo feo que era, y me lo dijeron tanto que un día decidí darme un buen vistazo en el espejo, donde entendí de verdad a lo que se referían.
Todo cambio cuando un día me fui a dormir después de terminar con uno de los pedidos de la empresa tenía que analizar y enviar cierta información relevante de uno de los clientes y asegurarla de tal forma que nunca se perdiera, algo que me llevo todo el día, dejándome tan cansado que me fui directamente a la cama. Comencé a soñar, sintiendo como si mi cuerpo flotara por un momento antes de caer, abriendo los cuando mi cabeza estaba a punto de chocar contra algo sólido.
Despierto, intenté levantarme, pero mi cuerpo no respondía, se sentía tan pesado que me era imposible moverme, casi como si estuviera sufriendo de parálisis del sueño. Miré alrededor de mi cuarto, solo para ver borroso, no podía reconocer ningún tipo de figuras o formas, incluso si levantaba tres dedos frente a mis ojos.
De un momento a otro, el control sobre mi mano desapareció y esta se movió a una pequeña mesita de noche a la derecha de la cama, agarrando algo para colocarlo sobre mis ojos. Mis ojos se adaptaron a lo que sea que haya colocado sobre ellos, viendo claramente mi cuarto, el cual no era el mismo en el que me había quedado dormido la noche anterior, el color de las paredes era distinto, el armario era uno de pared a diferencia del mueble que compré cuando me mudé, y mi mesita de noche no debería estar a la derecha, sino a la izquierda.
Cuando recuperé el control de mi brazo, comencé a tocar lo que ahora descansaba en mi rostro, reconociendo la forma como unas gafas, algo que nunca he necesitado, pero lo que más me sorprendió fue ver un anillo en mi dedo anular. Intenté levantarme otra vez por la sorpresa, sintiendo nuevamente el peso en mi cuerpo, por lo que decidí mirar hacia abajo e intentar encontrar el origen de aquello que me impedía moverme.
Lo primero que vi fue un lacio cabello rubio, seguido de un gran par de montañas con pezones rosados, la sorpresa fue tal que intenté mirar a otro lado, pero mi cabeza no me hizo caso, mirando fijamente a los senos de la mujer sobre mí, y pude sentir como una pequeña sonrisa se formaba en mi rostro. Mis ojos bajaron un poco más, notando que la mujer descansaba su brazo en mi pecho y cuando llegué a su mano, pude ver el mismo anillo que tenía en mi dedo, lo cual solo podía significar una cosa.
Mi cabeza se llenó por completo de dudas: "¿Estoy casado?" "¿Tuve sexo? "¿Cuándo conocí a esta mujer?" Mientras me hacía esas preguntas, repentinamente los recuerdos de la aparente noche anterior comenzaron a reemplazar mis dudas, enseñándome escenas increíblemente eróticas para mí y que nunca pensé que vería con mis propios ojos. La imagen de dos senos con los pezones duros, como los introducía en mi boca para chuparlos, escuchando su excitada respiración cerca de mi oído, acercar mis dedos a su entrepierna para buscar su debilidad, haciéndola soltar un gemido tan fuerte que tuve que taparle la boca. La llevé al límite más de una vez, siempre deteniéndome momentos antes de su orgasmo.
Parpadeé por un momento y al abrir los ojos, la escena había cambiado por completo, pasando de tener a esa hermosa mujer rubia bajo mi merced a tenerla desparramada en la cama, incorporándose lentamente para levantar su culo, manteniendo su torso contra la cama. Comenzó a menear su firme trasero frente a mí, moviéndolo de izquierda a derecha a izquierda mientras de entre sus temblorosas piernas caía una gran cantidad de lubricación, al parecer había conseguido acabar, y ahora me rogaba por más, acercándose lo más que podía a mí.
Miré hacia abajo, perdiendo todo control sobre mi cuerpo otra vez para darle una fuerte nalgada a la mujer, haciéndola morder la sábana de la cama para no gritar. Apreté su nalga con la misma mano con la que llegué a azotarla, acercándola lo suficiente a mi para acomodar mi erecto miembro en la entrada de su humedad, algo que me puso extremadamente nervioso, pero no podía hacer nada, yo no era quien se estaba moviendo.
No sabía qué pensar, esta era mi primera vez en una situación como esta, y aún si era un sueño, las sensaciones eran tan reales que mandaban escalofríos por todo mi cuerpo, desde tener un par de pezones en mi boca hasta ahora el roce entre mi hinchado glande y la abertura de la mujer.
Gracias a lo mojada que estaba no tuve mucha dificultad al introducir toda mi verga dentro de su vagina, mandando una sensación tan irreal por todo mi cuerpo al sentir como sus paredes se abrían paso fácilmente para mí, solo para después envolver mi dureza con tanta fuerza que parecía que no podría moverme. Cerré los ojos por el placer por un momento, y al abrirlos, noté que habíamos pasado de la cama a la pared, con la mujer apoyando su rostro contra esta mientras que yo sujetaba sus brazos hacia atrás, embistiendo con tanta fuerza que cada choque de nuestros cuerpos hacia un aplauso seco demasiado fuerte.
Estábamos jadeando, pero la que se veía más afectada era la mujer, la cual cerraba su boca cada que estaba a punto de soltar un gemido, cerrándola con tanta fuerza que sus labios se volvían blancos. De repente la mujer no logró aguantar más, dejando salir un grito de placer al momento que le fallaban las piernas al acabar, pero gracias a mi agarré la jalé para reposar su cuerpo sobre el mío, soltando sus brazos para agarrarla de la garganta, metiendo mis dedos en su boca mientras que mi otra mano iba a sus senos.
Seguí moviendo mis caderas mientras que mis dedos jugaban con su lengua, ahogando en gran parte la mayoría de sus gemidos y sintiendo como su respiración se volvía cada vez más y más pesada. Toda la situación era algo que quería vivir desde siempre, tener a una mujer bajo mi completo control, pero toda mi concentración había pasado a otro tema el momento que me di cuenta de que había un espejo en el cuarto. El reflejo en el espejo no era el mío, lo único que podía ver era a un hombre muy alto, mucho más alto que yo, posiblemente de más de un metro ochenta, con pelo corto ondulado, extremadamente delgado y con un rostro mucho más apuesto, era mi completo opuesto.
En ese momento, volví a sentir como la entrepierna de la mujer aumentaba su agarre en mi pene y mordía con algo de fuerza mis dedos, haciendo que toda mi concentración regresase a ella, por lo que la llevé nuevamente a la cama, dando una última embestida antes de retirar mi verga, corriéndome sobre su trasero y en su espalda. Solté un gran suspiro, intentando recuperar el aliento mientras veía a la mujer en la cama mirarme con una sonrisa pícara, lanzándome un beso.
-Te amo William.
Escucharla decir un nombre completamente diferente al mío fue el detonante, empujándome fuera del sueño para despertar, y esta vez de verdad -Genial… Ni siquiera en mis sueños puedo coger con una mujer- Dije algo molesto, sintiendo un pequeño cosquilleo antes de que pasara a sentirse como si poco a poco miles de alfileres penetraran mi rostro. Corrí al baño asustado y me eché un poco de agua en la cara, consiguiendo que parase por completo.
Dejando de lado esa extraña reacción en mi rostro, todo siguió normalmente como cualquier otro día, incluso me llamaron a la empresa ya que necesitaban que viera uno de los computadores que por alguna razón tuvo un pantallazo azul, además de preparar otro para una nueva oficinista de la empresa. Pasé el día solucionando el problema y configurando los computadores, evitando lo más que podía a las empleadas y concentrándome en cumplir con mi trabajo, aunque mi mente a veces divagaba, pensando en ese sueño, el cual se sentía tan real, que, aún despierto, podía sentir todo. Regresé a casa y terminé el día después de asegurarme que toda la información que he archivado para la empresa estuviera en orden, decidiendo que intentaría dormir un poco más temprano para intentar mejorar mi ciclo de sueño y ver si tal vez esa era la razón detrás de esa extraña sensación que tuve en la cara al despertarme.
Cerré los ojos y logré caer en un sueño profundo rápidamente por lo cansado que estaba y la gran cantidad de sueño que llevaba acumulado, pero al igual que en la noche anterior, volví a abrir los ojos, pero esta vez no veía borroso, podía ver perfectamente desde el principio, lo que me permitió encontrarme con una hermosa mujer de pelo negro entre mis piernas que devoraba con deseo toda mi verga.
Intenté levantarme por la sorpresa, pero al igual que el anterior sueño, no pude moverme, mi cuerpo parecía estar atornillado al sofá, por lo que me conformé en ver mi mano, notando que no había ningún tipo de anillo o marca de este. Pasé a ver a la mujer, la cual tenía un cuerpo más grueso que el de la rubia del sueño anterior, mientras que la primera mujer tenía un cuerpo delgado y firme, la pelinegro tenía un cuerpo mucho más carnoso, con grasa en los lugares perfectos, con un gran trasero y con un par de tetas tal vez una o dos copas más grandes.
La mujer siguió moviendo su cabeza de arriba a abajo y llenando la sala de sonidos guturales al desaparecer mi pene por completo en su boca por momentos, enviando una cantidad de placer que nunca había sentido. De repente sacó todo mi miembro de su boca para tomar un poco de aire, mirándome a los ojos con una sonrisa presumida mientras su mano comenzaba a masturbarme, usando toda la saliva en mi pene como lubricante para aumentar la velocidad, bajando su cabeza lentamente hasta mis testículos y pasando su lengua por ellos.
Lo único que podía hacer era mirar al techo mientras que ella hacía lo que quería con mi verga, de vez en cuando concentrando la estimulación específicamente en mi glande, lo que me hizo cerrar los ojos, pero en lugar de pasar a otra escena al abrirlos, vi como la mujer se levantaba para dejarme verla por completo, sentándose en mis piernas para darme un beso.
Ella tenía todo el control de la situación, si llegaba a intentar alejarme, la mujer me agarraba de la cabeza para mantenerme en el beso mientras empezaba a frotar su entrepierna contra la mía, chocando mi glande con la entrada de su sexo cada vez que movía su cuerpo, alejándose lo suficiente para evitar que mi erección entrara, regresando a simplemente pasar sus labios vaginales por el tronco de mi pene. Mis manos se movieron a las nalgas de la mujer, pegándola a mi cuerpo y obligándola a introducir mi glande, mandando una corriente de placer a los dos, por lo que la pelinegra partió sus labios de los míos, no sin antes de morder mi labio inferior con fuerza hasta sacarme un poco de sangre.
Mientras que mi labio sangraba un poco los ojos de la mujer me miraban llenos de malicia por unos segundos, solo para enterrarme las uñas en la espalda al mismo tiempo que dejaba caer todo su peso en mi regazo, introduciendo mi miembro entero. Dejé salir un quejido por el dolor y agarré con más fuerza su culo, intentando hacerle entender que me estaba lastimando, pero ella tenía los ojos en blanco por el placer, moviendo sus caderas en círculos a la vez que se levantaba lentamente. Desenterró sus uñas de mi espalda para colocar sus manos en el sofá y volvió a dejar caer todo su cuerpo sobre mis piernas otra vez, repitiendo la misma acción hasta que comenzó a seguir rápidamente un ritmo.
Sin poder moverme por el peso de la mujer sobre mí, ella continuó moviéndose, meneando sus caderas en círculos de vez en cuando, solo para regresar a darme sentones con tanta fuerza que los choques entre nuestros muslos resonaban por todo el apartamento. La pelinegra me miraba con ojos llenos de lujuria cada que dejaba caer sus caderas en mi regazo, acercando su rostro a mi cuello para comenzar a lamerme.
Ese tipo de placer era algo nuevo para mí, ya de por sí el primer sueño me dio la oportunidad de sentir cosas que nunca pensé que podría experimentar en mi vida, pero pasar de ser el dominante a ser el dominado de la noche a la mañana no era algo a lo que estuviera preparado, mucho menos con esta intensidad.
Cerré los ojos por un momento para intentar concentrarme y así poder asimilar cómo es posible que tuviera dos sueños húmedos seguidos tan realistas que podía sentirlo todo a tiempo real, pero antes de que pudiera siquiera tomarme un respiro, sentí como la mujer se movía de forma extraña. Abrí mis ojos para ver qué estaba haciendo, llevándome una sorpresa al solo ver su culo en pompa moviéndose de arriba hacia abajo mientras que todo su cuerpo de las caderas para arriba estaba en el suelo apoyando su peso con los brazos.
La pelinegra siguió moviéndose con el mismo ritmo de antes, retirando mi miembro hasta la cabeza, envolviéndolo por completo otra vez con sus labios sin darme ninguna oportunidad para hablar.
Mi orgasmo estaba en el punto máximo, podía sentir como mi verga palpitaba dentro de ella, y al parecer, la mujer también lo sintió, porque aumentó el movimiento de sus caderas hasta que no pude aguantar más. Mi cuerpo se movió por sí solo otra vez, mis manos la agarraron de las nalgas para alejarla de mi pene, a lo que ella, con una amplia sonrisa en su rostro, se acomodó rápidamente para meter mi palpitante glande en su boca, dándome unas cuantas chupadas hasta que comencé a correrme.
Terminé desparramado sobre el sofá, disparando chorros de semen que paraban dentro de la boca de la pelinegra, la cual se veía feliz recibiendo cada chorro, sus ojos aún me veían con lujuria mientras chupaba con codicia hasta la última gota. Cuando por fin sacó mi sexo de entre sus labios, la escuché tragar y luego abrió su boca para dejarme ver que no había rastro de mi esperma y pude sentir como en mi rostro se formaba una sonrisa, sentándose a mi lado y mostrándome una expresión de satisfacción, algo que me sorprendió por un momento hasta que empecé a notar que apenas y podía moverme, estaba completamente exhausto, cubierto de sudor y con la respiración entrecortada cuando no me había ni movido, junto a un creciente dolor en mi entrepierna.
De repente, la pelinegra rodeó mi cuello con su brazo, acercándome a ella y colocándome entre sus senos, alzando mi cabeza para hacerme mirar a su celular, en el cual tenía abierta la cámara, donde por fin pude ver que, al igual que en el anterior sueño, no era yo quien había recibido tan increíble cogida, si no alguien sin mucho atractivo, tal vez de mí misma estatura, muy delgado y sin apenas algún tipo de músculo, pero aun así, algo en ese tipo me decía que seguramente podría llevarme bien con él.
-Listo, otra foto, llevábamos ya seis fotos, es por esto que te quiero Carlo, eres el único que he conocido capaz de seguirme el ritmo- Dijo, besándome con lengua al terminar de hablar.
Abrí los ojos en el momento preciso que la mujer terminó de hablar, la sensación de cansancio por todo mi cuerpo todavía estaba presente.
-Otro sueño… Primero William y ahora Carlo…
Aún si quería tomarme un momento para relajarme y pensar un poco en lo que significaban esos nombres, no pude prestarle mucha atención a dicha sensación y a mis dudas, ya que inmediatamente me llegó un horrible dolor de cabeza, casi como si me estuvieran golpeando directamente el cerebro. Ese fue el primer día que pedí un día libre, no me veía capaz de realizar los trabajos de la empresa mientras siguiera sufriendo dicho malestar, el cual duró casi todo el día, obligándome a quedarme en la cama hasta altas horas de la tarde, incluso comencé a preguntarme si tal vez ese era mi último día, pero empecé a recuperarme para las 8:00 pm, por lo que decidí volver a dormirme.
Para mi poca sorpresa, volví a abrir los ojos en mitad de mi sueño, sintiendo que no podía moverme sin importar cuando lo intentase y sintiendo otra vez algo húmedo en mi verga, pero ahora tenía un enorme trasero y gruesos muslos tapando mi visión, mientras que mi lengua se movía por sí sola por todo el sexo de la mujer sobre mí, mis manos masajeando y amasando sus nalgas e incluso rosando su ano alguna que otra vez, lo que la hacía tensarse.
Después de un buen rato de estar en ese 69, la mujer irguió su cuerpo, y en lugar de levantarse, se sentó en mi rostro, cosa por la que mis manos pasaron a agarrarse de sus muslos y mi lengua continuó moviéndose por su vulva, algo que al parecer la mujer encontraba increíblemente placentero, ya que movía sus caderas pidiendo más.
Metí mucho más esmero a los movimientos de mi lengua, aumentando mi agarre en sus muslos para evitar que se levantara y así llevarla al orgasmo, algo que se veía próximo por la gran cantidad de gemidos que soltaba. Su voz no era como la de los anteriores sueños, era una mucha más madura, si las anteriores mujeres parecían en sus 30s, esta sonaba de mayor edad, tal vez en sus 40s o incluso 50s, pero no podía discernir mucho solo con la voz, por lo que necesitaba verla de frente. Conseguí llevarla al clímax, enviándola en un frenesí de espasmos hasta que se levantó de mí cabeza, permitiéndome respirar nuevamente después de varios minutos. Erguí mi torso para sentarme y poder ver a la mujer, la cual todavía estaba disfrutando de la claridad después del orgasmo.
Me llevé una gran sorpresa al ver que estaba en lo correcto en cuanto a su edad, era una mujer mucho mayor que las anteriores, si tuviera que ponerle una edad, seguro tenía 48 años, pero era una mujer muy bien cuidada, de pelo castaño largo, cadera ancha, grandes senos y un vientre regordete. Lo más llamativo de la madura era el anillo plateado en su dedo anular, por lo que revisé mi mano rápidamente para descubrir que no tenía un anillo, lo cual solo significaba una cosa, adulterio.
Pude sentir como mi cabeza comenzaba a sonar grandes cantidades de alarmas, ya que esta era mi primera vez pensando en algo como una mujer casada, pero la mujer me sacó de mis pensamientos al empujarme contra el colchón otra vez, acomodando su rostro cerca de mi entrepierna para pasar su lengua por todo mi tronco, usando una de sus manos para masturbarme mientras que la otra masajeaba mis testículos.
Mientras su mano subía y bajaba, el roce del anillo contra mi pene comenzó a lastimarme poco a poco, algo que ella notó fácilmente y decidió quitárselo con los dientes, lanzándolo al suelo solo para regresar a masturbarme, deteniéndose por un momento para besar desde mi glande hasta la base de mi miembro, haciendo el recorrido de vuelta con su lengua para reanudar el movimiento de su mano. El placer del 69 anterior y ahora el de la masturbación me llevaron al límite, pero a diferencia de la pelinegra, la madura simplemente dejó que mi semen saliera disparado hacia el suelo, pegando su mejilla contra mí palpitante verga mientras me miraba con una sonrisa pícara, esperando a que terminara de correrme.
Cuando terminé, en lugar de darme un momento de descanso, la mujer me ayudó a levantarme de la cama, y al estar parados al lado del otro, pude notar que incluso era un poco más alta que yo en ese momento, así que no tuvo mucha dificultad para besarme. Mientras me besaba, una de sus manos fue a mi trasero, apretándolo un poco, la otra iba tocando mi semi duro miembro para intentar excitarme otra vez, por lo que mis manos se movieron solas, yendo igualmente a su trasero, dándole una nalgada al mismo tiempo que la otra iba a su pecho para jugar con sus pezones.
Cuando volvió mi dureza, la mujer caminó hacia su bolso, sacando un condón de este y abriéndolo con facilidad, acercándose a mí otra vez para besarme y colocarme el condón al mismo tiempo. Frente a frente, los dos nos miramos con lujuria a la vez que dirigimos mi sexo a su entrepierna, introduciéndolo lentamente hasta que nuestras caderas quedaron unidas, llegando a lo más profundo de su sexo. Nos tomamos un momento para relajarnos y disfrutar del calor del otro, cuando sentimos que era suficiente, agarramos las nalgas del otro y poco a poco nos alejamos al mismo tiempo, solo para embestir contra el otro con fuerza, dejando salir un gemido por lo bien que se sentía movernos en sintonía.
Tuvimos sexo de pie por quien sabe cuánto tiempo, solo sé que los dos hacíamos lo posible por no dejarnos llevar por el placer, ya que, al ella tener las piernas cerradas, hacia mucho más estrecho su entrada para mí, mientras que, para ella, estaba golpeando su debilidad con cada una de mis embestidas. La primera en terminar fue la mujer, perdiendo fuerza en las piernas y liberando la presión en su vagina, lo cual me llevó al clímax en mi última embestida, enterrando mi miembro hasta lo más profundo y disparando dentro del condón todo mi semen hasta vaciar mis testículos. Aún con el condón, correrse dentro se sintió increíble, sentir como sus paredes envolvían mi sexo palpitante mientras temblábamos en los brazos del otro, soltando una pequeña risa cuando terminamos.
Nos alejamos lentamente del otro hasta que mi verga salió por completo, el condón completamente lleno y por suerte, sin algún daño aparente. La madura se acercó para quitarme el preservativo, besándome mientras pasaba sus dedos lentamente por mi pene hasta retirarlo.
Nos dirigimos al baño y nos dimos una ducha rápida, cuando terminamos, la mujer se vistió lo más rápido que pudo y volvió a ponerse el anillo, mirándome con una sonrisa antes de salir de mi apartamento.
-Gracias Juan, amo a mi marido, pero necesitaba esto. Siento tener que irme así, pero tengo que recoger a mi hijo, te llamo mañana.
La mujer terminó de hablar y cerró la puerta detrás de ella, dejándome con una sonrisa al pensar que volvería a despertar ahora que escuché el nombre de quien fuera que haya creado en mi sueño, pero en lugar de eso, todavía estaba parado en mitad del apartamento. Decidí verme en el espejo del baño, viendo el reflejo de un hombre no muy alto en comparación con el hombre del primer sueño y sin ningún tipo de cualidad atrayente como el aparente carisma del hombre del segundo sueño, lo más llamativo de este hombre es que era extremadamente musculoso.
No pude evitar soltar un suspiro al entender que incluso en mis propios sueños tengo que inventarme personas mucho más atractivas y sociales con la capacidad de conocer, hablar y enamorar mujeres para poder disfrutar de sueños húmedos o sentirme feliz por unos momentos “Un sueño solo es eso, quiero vivir una vida como esa”
En ese momento, miré otra vez el espejo, solo para ver que el reflejo ahora mostraba los rostros de los tres hombres, William, Carlo y Juan, los cuales me miraban fijamente con ojos llenos de pena -Mereces una mejor vida- Fueron las únicas palabras que dijeron antes de que despertara.
Cuando abrí mis ojos, sentí como cada músculo de mi cuerpo pasaba de estar tensado a relajarse por completo, dejándome con algún que otro calambre por unos minutos. Al calmarse, inmediatamente noté como algo comenzaba a subir por mi garganta, por lo que corrí en dirección al baño y me quedé con la cabeza enterrada en el inodoro hasta que terminé de vomitar. Me levanté con un horrible vacío en mi estómago, esta era la primera vez que despertaba sintiéndome tan mal y con una necesidad de vomitar tan violenta, cosa que me llevó a pensar que tal vez debería ir al hospital.
Mientras me lavaba la cara e intentaba sacarme el presente sabor en mi boca, me miré en el espejo y lo único que vi reflejado en él era la viva imagen de los hombres con los que he estado soñando en un solo rostro: ojos cafés oscuros y expresivos, cabello oscuro y rizado, con destellos de matices castaños, nariz recta y distintiva, pómulos pronunciados y una mandíbula fuerte.
Lo segundo que noté después de mi cara fue que ahora mi cintura estaba al mismo nivel que el lavamanos, cuando antes quedaba por debajo de este, había crecido como unos diez centímetros, pasando creo a medir un metro setenta y cinco. Combinando con mi nueva estatura, también perdí gran parte de mi peso, mis brazos pasaron de ser flácidos y regordetes a delgados y firmes, con ciertos músculos marcados, pero lo más llamativo era mi abdomen el cual ahora era plano y sin ningún tipo de vestigio de mi anterior obesidad.
Mirando mi cuerpo, decidí pellizcarme para asegurarme de que no era un sueño, pero mientras lo hacía, las voces de los tres hombres volvieron a resonar por el baño.
-No es un sueño Antonio, eres tú.
Me di la vuelta y ahí los vi, a los mismos tres hombres que vi en mis sueños estos últimos días, mirándome con una sonrisa complacida que al parecer venía de mi reacción.
-Un gusto Tony.
-Te ves bien Tonino.
-Dios que cambio Toño.
Los tres siguieron viéndome por un rato antes de acercarse un poco a mí, con William y Juan colocando sus manos en mis hombros mientras que Carlo tocaba mis mejillas, pellizcándolas un poco.
-Ya pasaste por mucho, mereces comenzar desde cero y tener una mejor vida.
Esto me tomó como tres semanas, lo cual me fastidia un poco, pero al menos lo terminé.
Espero les haya gustado, el siguiente relato regresa a una historia normal
Bye
Mi vida nunca ha sido la mejor, nunca he tenido muchos amigos, siempre me he visto como la burla de todos y los pocos amigos que lograba conseguir cuando llegaban nuevos estudiantes, inmediatamente me daban la espalda cuando el grupo más popular comenzaban a hablarles, comenzando incluso a participar en sus burlas hacia mí, olvidándose por completo que hace poco tiempo hablamos por toda la semana.
El colegio fue una tortura de cierta forma. La institución donde estudié gran parte de mi vida era pública, además de ser de un tamaño tan grande que incluso había animales dentro del colegio, como pavos reales, caimanes e incluso vacas, los cuales se mantenían alejados de los estudiantes. Su gran tamaño permitía que cualquier estudiante pudiera perderse, esconderse e incluso saltarse las clases, algo que la mayoría de los profesores permitían porque no tenían el suficiente interés como para buscar a sus estudiantes por una institución tan grande, algo que muchos aprovechaban para poder molestar a otros estudiantes, incluyéndome a mí.
Durante todos mis años escolares, desde cuarto de primaria hasta el último año escolar, tuve que soportar patadas, puñetazos, burlas y humillaciones, nunca pude disfrutar de un momento de paz. Los profesores nunca se involucraron, preferían no verse involucrados en lo que llamaban "Juegos entre niños", incluso cuando los juegos continuaron hasta la adolescencia, terminando con mi cara llena de moretones y con la nariz rota. Mi único consuelo al terminar el colegio fue descubrir que en la universidad nadie me haría algo, ya que todos estarían tan concentrados en poder terminar su carrera que me volvería invisible para todos, y fui invisible durante toda la universidad.
Estuve solo por la totalidad de la carrera, no hablé con ninguno de mis compañeros, por lo que no tuve la oportunidad de abrirme a gente otra vez, ya que todavía tenía el pequeño trauma de las traiciones de mis supuestos "amigos" del colegio.
Mientras me presentaba a clases, comencé a darme cuenta de algunas miradas y ciertos susurros de otros estudiantes de la universidad, cosas que iban dirigidas a mí por mi apariencia. La mayoría de las burlas que recibí en el colegio provenían de mi apariencia y mi físico, ya que siempre he sido gordo, con una cabeza un poco redonda que solo ayudaba con las burlas, pero en la universidad, aún si nadie me lo decía a la cara, sabía que todos pensaban lo mismo.
Terminé la universidad con honores, consiguiendo una maestría en tecnología e informática sin mucho problema, ya que siempre me había interesado en los computadores, como funcionan y los distintos componentes que los conforman, por lo que la carrera nunca se me dificultó mucho.
A los 26 años y poco tiempo después de haber finalizado la carrera, mis padres me echaron a patadas de la casa, tratándome de vago por no intentar buscar trabajo o conseguir una casa, aun cuando mi hermana mayor de 30 años seguía viviendo con ellos aún con trabajo y con el suficiente dinero como para vivir sola.
Me vi completamente solo, en la calle, con el poco dinero que mis padres y mi hermana decidieron lanzarme a la cara antes de cerrarme la puerta frente a mí. Tuve suerte y logré encontrar un apartamento barato antes de que cayera la noche, pero el adelanto casi me deja pobre, por lo que me puse a buscar trabajo como fuera.
Encontré una empresa que llevaba solo un año formada que justamente buscaba a alguien que tuviera suficiente conocimiento sobre informática, me presenté para la entrevista después de enviarles mi hoja de vida y me llevé una gran sorpresa al descubrir que, por alguna razón, ahí solo trabajan mujeres, de las cuales, la mayoría sólo podrían ser llamadas Milfs. Como si fuera un mal chiste, todas me miraron con los mismos ojos que vi en la universidad, la primera siendo la recepcionista, la cual no intentó ni disimular su molestia al verme y escuchar que era quien venía por la entrevista.
La jefa de recursos humanos fue quien me entrevistó, la cual intentó ser mucho más profesional, haciéndome preguntas relevantes relacionadas con el puesto, preguntas que respondí lo más profesional que pude, hasta que noté que no entendía mucho lo que decía, por lo que decidí explicarle lo mejor que pude cada tema importante sobre el puesto, consiguiendo que poco a poco comprendiera. Días después, me llamaron para decirme que el puesto era mío, explicándome cuanto me pagarían, cuando comenzaría y la mayoría de las cosas que debería hacer.
Después de un año de trabajar en la empresa, la tensión había desaparecido y ya no me miraban tan mal, aunque a veces evitaban tocarme como si fuera una plaga, pero prefería eso mil veces a las miradas de asco y fastidio. Mi trabajo era muy sencillo, solo tenía que conectar algunos computadores, archivar documentos de forma digital y asegurarme de que todo funcione correctamente, hasta que mi jefa me ofreció la oportunidad de trabajar mayormente desde casa, cosa que acepté inmediatamente para evitar estar rodeado de tanta gente.
Después de esa explicación, llegamos a cuatro años después, donde realmente comienza esta historia. En ese entonces tenía 31 años, llevaba cuatro años trabajando desde casa y solo necesitaba ir a la empresa ciertos días que fuera obligatorio o que me necesitaran ahí presente con algún problema importante de los computadores. Mi vida se había convertido en una de completo sedentarismo, nunca salía del apartamento para no tener que hablar con nadie, no hacía ejercicio y la mayoría de la comida que consumía eran pedidos.
Mi físico y apariencia en ese momento no eran las mejores, era obeso, apenas y podía moverse sin comenzar a sentirme mal, además de eso era bajito, lo cual solo servía para hacerme ver como una pelota, pero lo peor de todo era mi rostro. Siempre he sido feo, me lo decían en el colegio, incluso me apodaron "Feo-Tonio" para burlarse de lo feo que era, y me lo dijeron tanto que un día decidí darme un buen vistazo en el espejo, donde entendí de verdad a lo que se referían.
Todo cambio cuando un día me fui a dormir después de terminar con uno de los pedidos de la empresa tenía que analizar y enviar cierta información relevante de uno de los clientes y asegurarla de tal forma que nunca se perdiera, algo que me llevo todo el día, dejándome tan cansado que me fui directamente a la cama. Comencé a soñar, sintiendo como si mi cuerpo flotara por un momento antes de caer, abriendo los cuando mi cabeza estaba a punto de chocar contra algo sólido.
Despierto, intenté levantarme, pero mi cuerpo no respondía, se sentía tan pesado que me era imposible moverme, casi como si estuviera sufriendo de parálisis del sueño. Miré alrededor de mi cuarto, solo para ver borroso, no podía reconocer ningún tipo de figuras o formas, incluso si levantaba tres dedos frente a mis ojos.
De un momento a otro, el control sobre mi mano desapareció y esta se movió a una pequeña mesita de noche a la derecha de la cama, agarrando algo para colocarlo sobre mis ojos. Mis ojos se adaptaron a lo que sea que haya colocado sobre ellos, viendo claramente mi cuarto, el cual no era el mismo en el que me había quedado dormido la noche anterior, el color de las paredes era distinto, el armario era uno de pared a diferencia del mueble que compré cuando me mudé, y mi mesita de noche no debería estar a la derecha, sino a la izquierda.
Cuando recuperé el control de mi brazo, comencé a tocar lo que ahora descansaba en mi rostro, reconociendo la forma como unas gafas, algo que nunca he necesitado, pero lo que más me sorprendió fue ver un anillo en mi dedo anular. Intenté levantarme otra vez por la sorpresa, sintiendo nuevamente el peso en mi cuerpo, por lo que decidí mirar hacia abajo e intentar encontrar el origen de aquello que me impedía moverme.
Lo primero que vi fue un lacio cabello rubio, seguido de un gran par de montañas con pezones rosados, la sorpresa fue tal que intenté mirar a otro lado, pero mi cabeza no me hizo caso, mirando fijamente a los senos de la mujer sobre mí, y pude sentir como una pequeña sonrisa se formaba en mi rostro. Mis ojos bajaron un poco más, notando que la mujer descansaba su brazo en mi pecho y cuando llegué a su mano, pude ver el mismo anillo que tenía en mi dedo, lo cual solo podía significar una cosa.
Mi cabeza se llenó por completo de dudas: "¿Estoy casado?" "¿Tuve sexo? "¿Cuándo conocí a esta mujer?" Mientras me hacía esas preguntas, repentinamente los recuerdos de la aparente noche anterior comenzaron a reemplazar mis dudas, enseñándome escenas increíblemente eróticas para mí y que nunca pensé que vería con mis propios ojos. La imagen de dos senos con los pezones duros, como los introducía en mi boca para chuparlos, escuchando su excitada respiración cerca de mi oído, acercar mis dedos a su entrepierna para buscar su debilidad, haciéndola soltar un gemido tan fuerte que tuve que taparle la boca. La llevé al límite más de una vez, siempre deteniéndome momentos antes de su orgasmo.
Parpadeé por un momento y al abrir los ojos, la escena había cambiado por completo, pasando de tener a esa hermosa mujer rubia bajo mi merced a tenerla desparramada en la cama, incorporándose lentamente para levantar su culo, manteniendo su torso contra la cama. Comenzó a menear su firme trasero frente a mí, moviéndolo de izquierda a derecha a izquierda mientras de entre sus temblorosas piernas caía una gran cantidad de lubricación, al parecer había conseguido acabar, y ahora me rogaba por más, acercándose lo más que podía a mí.
Miré hacia abajo, perdiendo todo control sobre mi cuerpo otra vez para darle una fuerte nalgada a la mujer, haciéndola morder la sábana de la cama para no gritar. Apreté su nalga con la misma mano con la que llegué a azotarla, acercándola lo suficiente a mi para acomodar mi erecto miembro en la entrada de su humedad, algo que me puso extremadamente nervioso, pero no podía hacer nada, yo no era quien se estaba moviendo.
No sabía qué pensar, esta era mi primera vez en una situación como esta, y aún si era un sueño, las sensaciones eran tan reales que mandaban escalofríos por todo mi cuerpo, desde tener un par de pezones en mi boca hasta ahora el roce entre mi hinchado glande y la abertura de la mujer.
Gracias a lo mojada que estaba no tuve mucha dificultad al introducir toda mi verga dentro de su vagina, mandando una sensación tan irreal por todo mi cuerpo al sentir como sus paredes se abrían paso fácilmente para mí, solo para después envolver mi dureza con tanta fuerza que parecía que no podría moverme. Cerré los ojos por el placer por un momento, y al abrirlos, noté que habíamos pasado de la cama a la pared, con la mujer apoyando su rostro contra esta mientras que yo sujetaba sus brazos hacia atrás, embistiendo con tanta fuerza que cada choque de nuestros cuerpos hacia un aplauso seco demasiado fuerte.
Estábamos jadeando, pero la que se veía más afectada era la mujer, la cual cerraba su boca cada que estaba a punto de soltar un gemido, cerrándola con tanta fuerza que sus labios se volvían blancos. De repente la mujer no logró aguantar más, dejando salir un grito de placer al momento que le fallaban las piernas al acabar, pero gracias a mi agarré la jalé para reposar su cuerpo sobre el mío, soltando sus brazos para agarrarla de la garganta, metiendo mis dedos en su boca mientras que mi otra mano iba a sus senos.
Seguí moviendo mis caderas mientras que mis dedos jugaban con su lengua, ahogando en gran parte la mayoría de sus gemidos y sintiendo como su respiración se volvía cada vez más y más pesada. Toda la situación era algo que quería vivir desde siempre, tener a una mujer bajo mi completo control, pero toda mi concentración había pasado a otro tema el momento que me di cuenta de que había un espejo en el cuarto. El reflejo en el espejo no era el mío, lo único que podía ver era a un hombre muy alto, mucho más alto que yo, posiblemente de más de un metro ochenta, con pelo corto ondulado, extremadamente delgado y con un rostro mucho más apuesto, era mi completo opuesto.
En ese momento, volví a sentir como la entrepierna de la mujer aumentaba su agarre en mi pene y mordía con algo de fuerza mis dedos, haciendo que toda mi concentración regresase a ella, por lo que la llevé nuevamente a la cama, dando una última embestida antes de retirar mi verga, corriéndome sobre su trasero y en su espalda. Solté un gran suspiro, intentando recuperar el aliento mientras veía a la mujer en la cama mirarme con una sonrisa pícara, lanzándome un beso.
-Te amo William.
Escucharla decir un nombre completamente diferente al mío fue el detonante, empujándome fuera del sueño para despertar, y esta vez de verdad -Genial… Ni siquiera en mis sueños puedo coger con una mujer- Dije algo molesto, sintiendo un pequeño cosquilleo antes de que pasara a sentirse como si poco a poco miles de alfileres penetraran mi rostro. Corrí al baño asustado y me eché un poco de agua en la cara, consiguiendo que parase por completo.
Dejando de lado esa extraña reacción en mi rostro, todo siguió normalmente como cualquier otro día, incluso me llamaron a la empresa ya que necesitaban que viera uno de los computadores que por alguna razón tuvo un pantallazo azul, además de preparar otro para una nueva oficinista de la empresa. Pasé el día solucionando el problema y configurando los computadores, evitando lo más que podía a las empleadas y concentrándome en cumplir con mi trabajo, aunque mi mente a veces divagaba, pensando en ese sueño, el cual se sentía tan real, que, aún despierto, podía sentir todo. Regresé a casa y terminé el día después de asegurarme que toda la información que he archivado para la empresa estuviera en orden, decidiendo que intentaría dormir un poco más temprano para intentar mejorar mi ciclo de sueño y ver si tal vez esa era la razón detrás de esa extraña sensación que tuve en la cara al despertarme.
Cerré los ojos y logré caer en un sueño profundo rápidamente por lo cansado que estaba y la gran cantidad de sueño que llevaba acumulado, pero al igual que en la noche anterior, volví a abrir los ojos, pero esta vez no veía borroso, podía ver perfectamente desde el principio, lo que me permitió encontrarme con una hermosa mujer de pelo negro entre mis piernas que devoraba con deseo toda mi verga.
Intenté levantarme por la sorpresa, pero al igual que el anterior sueño, no pude moverme, mi cuerpo parecía estar atornillado al sofá, por lo que me conformé en ver mi mano, notando que no había ningún tipo de anillo o marca de este. Pasé a ver a la mujer, la cual tenía un cuerpo más grueso que el de la rubia del sueño anterior, mientras que la primera mujer tenía un cuerpo delgado y firme, la pelinegro tenía un cuerpo mucho más carnoso, con grasa en los lugares perfectos, con un gran trasero y con un par de tetas tal vez una o dos copas más grandes.
La mujer siguió moviendo su cabeza de arriba a abajo y llenando la sala de sonidos guturales al desaparecer mi pene por completo en su boca por momentos, enviando una cantidad de placer que nunca había sentido. De repente sacó todo mi miembro de su boca para tomar un poco de aire, mirándome a los ojos con una sonrisa presumida mientras su mano comenzaba a masturbarme, usando toda la saliva en mi pene como lubricante para aumentar la velocidad, bajando su cabeza lentamente hasta mis testículos y pasando su lengua por ellos.
Lo único que podía hacer era mirar al techo mientras que ella hacía lo que quería con mi verga, de vez en cuando concentrando la estimulación específicamente en mi glande, lo que me hizo cerrar los ojos, pero en lugar de pasar a otra escena al abrirlos, vi como la mujer se levantaba para dejarme verla por completo, sentándose en mis piernas para darme un beso.
Ella tenía todo el control de la situación, si llegaba a intentar alejarme, la mujer me agarraba de la cabeza para mantenerme en el beso mientras empezaba a frotar su entrepierna contra la mía, chocando mi glande con la entrada de su sexo cada vez que movía su cuerpo, alejándose lo suficiente para evitar que mi erección entrara, regresando a simplemente pasar sus labios vaginales por el tronco de mi pene. Mis manos se movieron a las nalgas de la mujer, pegándola a mi cuerpo y obligándola a introducir mi glande, mandando una corriente de placer a los dos, por lo que la pelinegra partió sus labios de los míos, no sin antes de morder mi labio inferior con fuerza hasta sacarme un poco de sangre.
Mientras que mi labio sangraba un poco los ojos de la mujer me miraban llenos de malicia por unos segundos, solo para enterrarme las uñas en la espalda al mismo tiempo que dejaba caer todo su peso en mi regazo, introduciendo mi miembro entero. Dejé salir un quejido por el dolor y agarré con más fuerza su culo, intentando hacerle entender que me estaba lastimando, pero ella tenía los ojos en blanco por el placer, moviendo sus caderas en círculos a la vez que se levantaba lentamente. Desenterró sus uñas de mi espalda para colocar sus manos en el sofá y volvió a dejar caer todo su cuerpo sobre mis piernas otra vez, repitiendo la misma acción hasta que comenzó a seguir rápidamente un ritmo.
Sin poder moverme por el peso de la mujer sobre mí, ella continuó moviéndose, meneando sus caderas en círculos de vez en cuando, solo para regresar a darme sentones con tanta fuerza que los choques entre nuestros muslos resonaban por todo el apartamento. La pelinegra me miraba con ojos llenos de lujuria cada que dejaba caer sus caderas en mi regazo, acercando su rostro a mi cuello para comenzar a lamerme.
Ese tipo de placer era algo nuevo para mí, ya de por sí el primer sueño me dio la oportunidad de sentir cosas que nunca pensé que podría experimentar en mi vida, pero pasar de ser el dominante a ser el dominado de la noche a la mañana no era algo a lo que estuviera preparado, mucho menos con esta intensidad.
Cerré los ojos por un momento para intentar concentrarme y así poder asimilar cómo es posible que tuviera dos sueños húmedos seguidos tan realistas que podía sentirlo todo a tiempo real, pero antes de que pudiera siquiera tomarme un respiro, sentí como la mujer se movía de forma extraña. Abrí mis ojos para ver qué estaba haciendo, llevándome una sorpresa al solo ver su culo en pompa moviéndose de arriba hacia abajo mientras que todo su cuerpo de las caderas para arriba estaba en el suelo apoyando su peso con los brazos.
La pelinegra siguió moviéndose con el mismo ritmo de antes, retirando mi miembro hasta la cabeza, envolviéndolo por completo otra vez con sus labios sin darme ninguna oportunidad para hablar.
Mi orgasmo estaba en el punto máximo, podía sentir como mi verga palpitaba dentro de ella, y al parecer, la mujer también lo sintió, porque aumentó el movimiento de sus caderas hasta que no pude aguantar más. Mi cuerpo se movió por sí solo otra vez, mis manos la agarraron de las nalgas para alejarla de mi pene, a lo que ella, con una amplia sonrisa en su rostro, se acomodó rápidamente para meter mi palpitante glande en su boca, dándome unas cuantas chupadas hasta que comencé a correrme.
Terminé desparramado sobre el sofá, disparando chorros de semen que paraban dentro de la boca de la pelinegra, la cual se veía feliz recibiendo cada chorro, sus ojos aún me veían con lujuria mientras chupaba con codicia hasta la última gota. Cuando por fin sacó mi sexo de entre sus labios, la escuché tragar y luego abrió su boca para dejarme ver que no había rastro de mi esperma y pude sentir como en mi rostro se formaba una sonrisa, sentándose a mi lado y mostrándome una expresión de satisfacción, algo que me sorprendió por un momento hasta que empecé a notar que apenas y podía moverme, estaba completamente exhausto, cubierto de sudor y con la respiración entrecortada cuando no me había ni movido, junto a un creciente dolor en mi entrepierna.
De repente, la pelinegra rodeó mi cuello con su brazo, acercándome a ella y colocándome entre sus senos, alzando mi cabeza para hacerme mirar a su celular, en el cual tenía abierta la cámara, donde por fin pude ver que, al igual que en el anterior sueño, no era yo quien había recibido tan increíble cogida, si no alguien sin mucho atractivo, tal vez de mí misma estatura, muy delgado y sin apenas algún tipo de músculo, pero aun así, algo en ese tipo me decía que seguramente podría llevarme bien con él.
-Listo, otra foto, llevábamos ya seis fotos, es por esto que te quiero Carlo, eres el único que he conocido capaz de seguirme el ritmo- Dijo, besándome con lengua al terminar de hablar.
Abrí los ojos en el momento preciso que la mujer terminó de hablar, la sensación de cansancio por todo mi cuerpo todavía estaba presente.
-Otro sueño… Primero William y ahora Carlo…
Aún si quería tomarme un momento para relajarme y pensar un poco en lo que significaban esos nombres, no pude prestarle mucha atención a dicha sensación y a mis dudas, ya que inmediatamente me llegó un horrible dolor de cabeza, casi como si me estuvieran golpeando directamente el cerebro. Ese fue el primer día que pedí un día libre, no me veía capaz de realizar los trabajos de la empresa mientras siguiera sufriendo dicho malestar, el cual duró casi todo el día, obligándome a quedarme en la cama hasta altas horas de la tarde, incluso comencé a preguntarme si tal vez ese era mi último día, pero empecé a recuperarme para las 8:00 pm, por lo que decidí volver a dormirme.
Para mi poca sorpresa, volví a abrir los ojos en mitad de mi sueño, sintiendo que no podía moverme sin importar cuando lo intentase y sintiendo otra vez algo húmedo en mi verga, pero ahora tenía un enorme trasero y gruesos muslos tapando mi visión, mientras que mi lengua se movía por sí sola por todo el sexo de la mujer sobre mí, mis manos masajeando y amasando sus nalgas e incluso rosando su ano alguna que otra vez, lo que la hacía tensarse.
Después de un buen rato de estar en ese 69, la mujer irguió su cuerpo, y en lugar de levantarse, se sentó en mi rostro, cosa por la que mis manos pasaron a agarrarse de sus muslos y mi lengua continuó moviéndose por su vulva, algo que al parecer la mujer encontraba increíblemente placentero, ya que movía sus caderas pidiendo más.
Metí mucho más esmero a los movimientos de mi lengua, aumentando mi agarre en sus muslos para evitar que se levantara y así llevarla al orgasmo, algo que se veía próximo por la gran cantidad de gemidos que soltaba. Su voz no era como la de los anteriores sueños, era una mucha más madura, si las anteriores mujeres parecían en sus 30s, esta sonaba de mayor edad, tal vez en sus 40s o incluso 50s, pero no podía discernir mucho solo con la voz, por lo que necesitaba verla de frente. Conseguí llevarla al clímax, enviándola en un frenesí de espasmos hasta que se levantó de mí cabeza, permitiéndome respirar nuevamente después de varios minutos. Erguí mi torso para sentarme y poder ver a la mujer, la cual todavía estaba disfrutando de la claridad después del orgasmo.
Me llevé una gran sorpresa al ver que estaba en lo correcto en cuanto a su edad, era una mujer mucho mayor que las anteriores, si tuviera que ponerle una edad, seguro tenía 48 años, pero era una mujer muy bien cuidada, de pelo castaño largo, cadera ancha, grandes senos y un vientre regordete. Lo más llamativo de la madura era el anillo plateado en su dedo anular, por lo que revisé mi mano rápidamente para descubrir que no tenía un anillo, lo cual solo significaba una cosa, adulterio.
Pude sentir como mi cabeza comenzaba a sonar grandes cantidades de alarmas, ya que esta era mi primera vez pensando en algo como una mujer casada, pero la mujer me sacó de mis pensamientos al empujarme contra el colchón otra vez, acomodando su rostro cerca de mi entrepierna para pasar su lengua por todo mi tronco, usando una de sus manos para masturbarme mientras que la otra masajeaba mis testículos.
Mientras su mano subía y bajaba, el roce del anillo contra mi pene comenzó a lastimarme poco a poco, algo que ella notó fácilmente y decidió quitárselo con los dientes, lanzándolo al suelo solo para regresar a masturbarme, deteniéndose por un momento para besar desde mi glande hasta la base de mi miembro, haciendo el recorrido de vuelta con su lengua para reanudar el movimiento de su mano. El placer del 69 anterior y ahora el de la masturbación me llevaron al límite, pero a diferencia de la pelinegra, la madura simplemente dejó que mi semen saliera disparado hacia el suelo, pegando su mejilla contra mí palpitante verga mientras me miraba con una sonrisa pícara, esperando a que terminara de correrme.
Cuando terminé, en lugar de darme un momento de descanso, la mujer me ayudó a levantarme de la cama, y al estar parados al lado del otro, pude notar que incluso era un poco más alta que yo en ese momento, así que no tuvo mucha dificultad para besarme. Mientras me besaba, una de sus manos fue a mi trasero, apretándolo un poco, la otra iba tocando mi semi duro miembro para intentar excitarme otra vez, por lo que mis manos se movieron solas, yendo igualmente a su trasero, dándole una nalgada al mismo tiempo que la otra iba a su pecho para jugar con sus pezones.
Cuando volvió mi dureza, la mujer caminó hacia su bolso, sacando un condón de este y abriéndolo con facilidad, acercándose a mí otra vez para besarme y colocarme el condón al mismo tiempo. Frente a frente, los dos nos miramos con lujuria a la vez que dirigimos mi sexo a su entrepierna, introduciéndolo lentamente hasta que nuestras caderas quedaron unidas, llegando a lo más profundo de su sexo. Nos tomamos un momento para relajarnos y disfrutar del calor del otro, cuando sentimos que era suficiente, agarramos las nalgas del otro y poco a poco nos alejamos al mismo tiempo, solo para embestir contra el otro con fuerza, dejando salir un gemido por lo bien que se sentía movernos en sintonía.
Tuvimos sexo de pie por quien sabe cuánto tiempo, solo sé que los dos hacíamos lo posible por no dejarnos llevar por el placer, ya que, al ella tener las piernas cerradas, hacia mucho más estrecho su entrada para mí, mientras que, para ella, estaba golpeando su debilidad con cada una de mis embestidas. La primera en terminar fue la mujer, perdiendo fuerza en las piernas y liberando la presión en su vagina, lo cual me llevó al clímax en mi última embestida, enterrando mi miembro hasta lo más profundo y disparando dentro del condón todo mi semen hasta vaciar mis testículos. Aún con el condón, correrse dentro se sintió increíble, sentir como sus paredes envolvían mi sexo palpitante mientras temblábamos en los brazos del otro, soltando una pequeña risa cuando terminamos.
Nos alejamos lentamente del otro hasta que mi verga salió por completo, el condón completamente lleno y por suerte, sin algún daño aparente. La madura se acercó para quitarme el preservativo, besándome mientras pasaba sus dedos lentamente por mi pene hasta retirarlo.
Nos dirigimos al baño y nos dimos una ducha rápida, cuando terminamos, la mujer se vistió lo más rápido que pudo y volvió a ponerse el anillo, mirándome con una sonrisa antes de salir de mi apartamento.
-Gracias Juan, amo a mi marido, pero necesitaba esto. Siento tener que irme así, pero tengo que recoger a mi hijo, te llamo mañana.
La mujer terminó de hablar y cerró la puerta detrás de ella, dejándome con una sonrisa al pensar que volvería a despertar ahora que escuché el nombre de quien fuera que haya creado en mi sueño, pero en lugar de eso, todavía estaba parado en mitad del apartamento. Decidí verme en el espejo del baño, viendo el reflejo de un hombre no muy alto en comparación con el hombre del primer sueño y sin ningún tipo de cualidad atrayente como el aparente carisma del hombre del segundo sueño, lo más llamativo de este hombre es que era extremadamente musculoso.
No pude evitar soltar un suspiro al entender que incluso en mis propios sueños tengo que inventarme personas mucho más atractivas y sociales con la capacidad de conocer, hablar y enamorar mujeres para poder disfrutar de sueños húmedos o sentirme feliz por unos momentos “Un sueño solo es eso, quiero vivir una vida como esa”
En ese momento, miré otra vez el espejo, solo para ver que el reflejo ahora mostraba los rostros de los tres hombres, William, Carlo y Juan, los cuales me miraban fijamente con ojos llenos de pena -Mereces una mejor vida- Fueron las únicas palabras que dijeron antes de que despertara.
Cuando abrí mis ojos, sentí como cada músculo de mi cuerpo pasaba de estar tensado a relajarse por completo, dejándome con algún que otro calambre por unos minutos. Al calmarse, inmediatamente noté como algo comenzaba a subir por mi garganta, por lo que corrí en dirección al baño y me quedé con la cabeza enterrada en el inodoro hasta que terminé de vomitar. Me levanté con un horrible vacío en mi estómago, esta era la primera vez que despertaba sintiéndome tan mal y con una necesidad de vomitar tan violenta, cosa que me llevó a pensar que tal vez debería ir al hospital.
Mientras me lavaba la cara e intentaba sacarme el presente sabor en mi boca, me miré en el espejo y lo único que vi reflejado en él era la viva imagen de los hombres con los que he estado soñando en un solo rostro: ojos cafés oscuros y expresivos, cabello oscuro y rizado, con destellos de matices castaños, nariz recta y distintiva, pómulos pronunciados y una mandíbula fuerte.
Lo segundo que noté después de mi cara fue que ahora mi cintura estaba al mismo nivel que el lavamanos, cuando antes quedaba por debajo de este, había crecido como unos diez centímetros, pasando creo a medir un metro setenta y cinco. Combinando con mi nueva estatura, también perdí gran parte de mi peso, mis brazos pasaron de ser flácidos y regordetes a delgados y firmes, con ciertos músculos marcados, pero lo más llamativo era mi abdomen el cual ahora era plano y sin ningún tipo de vestigio de mi anterior obesidad.
Mirando mi cuerpo, decidí pellizcarme para asegurarme de que no era un sueño, pero mientras lo hacía, las voces de los tres hombres volvieron a resonar por el baño.
-No es un sueño Antonio, eres tú.
Me di la vuelta y ahí los vi, a los mismos tres hombres que vi en mis sueños estos últimos días, mirándome con una sonrisa complacida que al parecer venía de mi reacción.
-Un gusto Tony.
-Te ves bien Tonino.
-Dios que cambio Toño.
Los tres siguieron viéndome por un rato antes de acercarse un poco a mí, con William y Juan colocando sus manos en mis hombros mientras que Carlo tocaba mis mejillas, pellizcándolas un poco.
-Ya pasaste por mucho, mereces comenzar desde cero y tener una mejor vida.
Esto me tomó como tres semanas, lo cual me fastidia un poco, pero al menos lo terminé.
Espero les haya gustado, el siguiente relato regresa a una historia normal
Bye
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