Cómo andan? Seguimos contando cositas. La verdad me cuesta mucho seguir el orden cronológico de las cosas, por ende decidí que sean situaciones aleatorias pero copadas.
Una noche de sábado estábamos muy aburridos. Era de esos findes que no había mucho por hacer. La idea de hacer lo mismo de siempre ir al cine, comer y demás no nos tentaba mucho, así que mi novio propuso la idea de ir a un boliche swinger.
Empezamos a buscar lugares, él se hacía el boludo pero ya los tenía a todos los lugares calados, me nombró dos y elegimos el que más pinta de ponerse tenía.
Nos bañamos, yo me puse un top negro que me apretaba todo, una pollera corta, borcegos. Casi como cuando salgo a bailar como para al menos, gustarle a otra persona que no sea mi novio.
Arrancamos viaje, como de costumbre yo manejaba y él me tocaba. Llegamos. Lo más loco de todo fue que al entrar nos pedían que dejáramos los celulares, carteras y cosas extras que no tengan que ver con la vestimenta.
Hicimos una larga cola. Veíamos parejas pero toda gente grande para nosotros. Lo cual no tentaba tanto. Finalmente entramos y lo que vimos fue menos de lo que esperábamos… era una especie de bar con personas bailando, pero no pasaba NADA.
Al rato, empezó un baile de chicas y chicos, nosotros como dos virgos apostamos que no se desnudaban, que no pasaba nada. No terminamos de cerrar la apuesta que ya estaba la bailarina en concha y él en pija garchando arriba del escenario. Creo que eso hizo que se prenda la chispa de indagar qué más había. Vimos una puerta a lo lejos, que atrás estaba todo negro. Llevaba a un pasillo y ese pasillo a habitaciones. No se veía nada.
Entramos a la primera puerta, era de “solos y solas”. Lo primero que sentí fue un olor a wasca tremendo. Me recorría una sensación de miedo, de vértigo porque no sabía qué onda. Al mirar un poco más allá, veía solo tipos pajeándose. Así que salimos, decidimos seguir buscando puertas.
Llegamos a una escalera que daba a una terraza. Apenas entramos éramos literalmente carne fresca para todos los que estaban ahí. Automáticamente una chica se nos acerca después de que notáramos que habían hecho una especie de “pelea” de miradas por nosotros con otras parejas. Se puso a charlar, nos preguntó la edad, de dónde éramos. Si éramos pareja abierta, que hacía cuánto habíamos decidido “abrir la pareja”. Ella nos contó que era casada que tenía una hija con su marido, que también estaba ahí. Nos lo presentó, ambos nos miraban con ganas de entrarnos, pero nosotros, inexpertos, no podíamos seguírselas. Era una situación rara, rozando lo bizarro.
Nos contaron que se conocieron con ella cagando a su anterior novio, eran vecinos y cuando él se iba, ella subía a garchar con quien actualmente es su marido. Después de charlar un rato, se acercó otra pareja, la misma historia. Se conocieron cagando a otras personas. Nos contaron que iban literalmente todos los findes a ese boliche pero que eran bastante rescatados.
Vimos que había buena onda entre ellos 4, lo cual con mi novio nos sentimos de más, a mi me vino bárbaro porque ninguno de los dos tipos me gustaban.
Por fin bajamos a donde decía “tríos”, que era lo que queríamos hacer. Nuestra cabeza viajaba a mil por hora, más la de mi novio, quería coger con otras personas, que nos vean, que me la ponga otro, que mientras yo se la chupaba a él, él le entraba a otro.
Lo que vimos fue una locura, nosotros lo catalogamos como una “jungla”. Habían 5 sillones, los cuales dos eran redondos y las cabezas de las y los que estaban acostados se juntaban en el medio. Se escuchaban gemidos por todos lados, todos garchaban con todos. Parecíamos dos adolescentes hipnotizados viendo qué hacían cada uno. De paso aprendíamos algo más, obvio. A lo lejos veía una chica parada que el chico con el que estaba la estaba tocando de atrás su concha. Así que decidí que quizás, por ser nuestra primera vez estaba bueno hacerle algo a Gaston. El olor a wasca del lugar era impresionante, el piso estaba todo pegoteado.
Finalmente me decidí, lo puse contra la pared y le empecé a chupar la pija. Me acuerdo patente que cerró los ojos y simplemente disfrutaba. La tenía parada pero no al palo. Decidí recurrir a la vieja mano confiable, así que le froté alrededor del culo y finalmente logré que se le pare del todo. No sé si por vergüenza pero me sacó la mano de atrás.
Al mismo tiempo empezó el a tocarme a mi. Los dos no terminamos de acabar porque nos distraíamos viendo las cosas que hacían los demás. Desde ver dos personas cogiendo y que se sume una pareja random a estar con ellos, hombres chupándole la concha a otras mientras el marido de otra se cogia a su mujer. En fin.
Este fue nuestro primer contacto con otras personas. Algo fallido. Pero hubo segunda oportunidad y fue un 10 que en otro post vamos a contar.
Una noche de sábado estábamos muy aburridos. Era de esos findes que no había mucho por hacer. La idea de hacer lo mismo de siempre ir al cine, comer y demás no nos tentaba mucho, así que mi novio propuso la idea de ir a un boliche swinger.
Empezamos a buscar lugares, él se hacía el boludo pero ya los tenía a todos los lugares calados, me nombró dos y elegimos el que más pinta de ponerse tenía.
Nos bañamos, yo me puse un top negro que me apretaba todo, una pollera corta, borcegos. Casi como cuando salgo a bailar como para al menos, gustarle a otra persona que no sea mi novio.
Arrancamos viaje, como de costumbre yo manejaba y él me tocaba. Llegamos. Lo más loco de todo fue que al entrar nos pedían que dejáramos los celulares, carteras y cosas extras que no tengan que ver con la vestimenta.
Hicimos una larga cola. Veíamos parejas pero toda gente grande para nosotros. Lo cual no tentaba tanto. Finalmente entramos y lo que vimos fue menos de lo que esperábamos… era una especie de bar con personas bailando, pero no pasaba NADA.
Al rato, empezó un baile de chicas y chicos, nosotros como dos virgos apostamos que no se desnudaban, que no pasaba nada. No terminamos de cerrar la apuesta que ya estaba la bailarina en concha y él en pija garchando arriba del escenario. Creo que eso hizo que se prenda la chispa de indagar qué más había. Vimos una puerta a lo lejos, que atrás estaba todo negro. Llevaba a un pasillo y ese pasillo a habitaciones. No se veía nada.
Entramos a la primera puerta, era de “solos y solas”. Lo primero que sentí fue un olor a wasca tremendo. Me recorría una sensación de miedo, de vértigo porque no sabía qué onda. Al mirar un poco más allá, veía solo tipos pajeándose. Así que salimos, decidimos seguir buscando puertas.
Llegamos a una escalera que daba a una terraza. Apenas entramos éramos literalmente carne fresca para todos los que estaban ahí. Automáticamente una chica se nos acerca después de que notáramos que habían hecho una especie de “pelea” de miradas por nosotros con otras parejas. Se puso a charlar, nos preguntó la edad, de dónde éramos. Si éramos pareja abierta, que hacía cuánto habíamos decidido “abrir la pareja”. Ella nos contó que era casada que tenía una hija con su marido, que también estaba ahí. Nos lo presentó, ambos nos miraban con ganas de entrarnos, pero nosotros, inexpertos, no podíamos seguírselas. Era una situación rara, rozando lo bizarro.
Nos contaron que se conocieron con ella cagando a su anterior novio, eran vecinos y cuando él se iba, ella subía a garchar con quien actualmente es su marido. Después de charlar un rato, se acercó otra pareja, la misma historia. Se conocieron cagando a otras personas. Nos contaron que iban literalmente todos los findes a ese boliche pero que eran bastante rescatados.
Vimos que había buena onda entre ellos 4, lo cual con mi novio nos sentimos de más, a mi me vino bárbaro porque ninguno de los dos tipos me gustaban.
Por fin bajamos a donde decía “tríos”, que era lo que queríamos hacer. Nuestra cabeza viajaba a mil por hora, más la de mi novio, quería coger con otras personas, que nos vean, que me la ponga otro, que mientras yo se la chupaba a él, él le entraba a otro.
Lo que vimos fue una locura, nosotros lo catalogamos como una “jungla”. Habían 5 sillones, los cuales dos eran redondos y las cabezas de las y los que estaban acostados se juntaban en el medio. Se escuchaban gemidos por todos lados, todos garchaban con todos. Parecíamos dos adolescentes hipnotizados viendo qué hacían cada uno. De paso aprendíamos algo más, obvio. A lo lejos veía una chica parada que el chico con el que estaba la estaba tocando de atrás su concha. Así que decidí que quizás, por ser nuestra primera vez estaba bueno hacerle algo a Gaston. El olor a wasca del lugar era impresionante, el piso estaba todo pegoteado.
Finalmente me decidí, lo puse contra la pared y le empecé a chupar la pija. Me acuerdo patente que cerró los ojos y simplemente disfrutaba. La tenía parada pero no al palo. Decidí recurrir a la vieja mano confiable, así que le froté alrededor del culo y finalmente logré que se le pare del todo. No sé si por vergüenza pero me sacó la mano de atrás.
Al mismo tiempo empezó el a tocarme a mi. Los dos no terminamos de acabar porque nos distraíamos viendo las cosas que hacían los demás. Desde ver dos personas cogiendo y que se sume una pareja random a estar con ellos, hombres chupándole la concha a otras mientras el marido de otra se cogia a su mujer. En fin.
Este fue nuestro primer contacto con otras personas. Algo fallido. Pero hubo segunda oportunidad y fue un 10 que en otro post vamos a contar.
3 comentarios - Nuestro primer swinger.