Primero, todas las entregas de los mejores post
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Como siempre, podes escribirnos a dulces.placeres@live.com, te leemos
Gracias por los puntos y comentarios
MANIPULADOR (PARTE DOS DE OCHO)
Fue el fin del diálogo, menuda tarea tuve por la tarde en casa recopilando información de estos empresarios, con mi hija jugando con la play a todo volumen y mi madre que había llegado temprano y me parloteaba sin cesar, casi sin importarle que solo le respondía con monosílabos y trataba de concentrarme en mi trabajo.
Llegado el momento, me duché y mientras me cambiaba le pedí a mi madre que adelantara el pedido de un taxi, me puse una blusa holgada tejida al croché y un jean celeste un tanto desteñido que me pareció discreto y apropiado para la ocasión, ultimé todos los detalles con mamá, le di un beso a Romi diciéndole que no hiciera renegar a la abuela, tomé la notebook, mi cartera y salí presurosa hacia el móvil que hacía sonar su bocina en la puerta.
Fui al bar que había acordado con Gustavo, no tuve que ingresar, su lujoso coche estaba casi en la puerta, estacionado en doble fila con las balizas encendidas, me subí rápidamente, cosa que me ponía un tanto nerviosa por lo que los demás pudieran pensar, porque resultaba muy obvio lo que se pudiera pensar.
Cerré la puerta, me acomodé y lo saludé a mi jefe con un beso en la mejilla, y él me miró con cara desencajada
Qué pasa? – pregunté confundida
Cómo que pasa? que es esa ropa?
Qué tiene mi ropa? – pregunté ahora mirándome, pensando que algo estaba roto, o manchado
Diablos… conoces a esta gente mejor que yo, pensé que no hacía falta mencionarte que iríamos a un lugar de categoría, te parece que esa ropa es adecuada? mírate, estas para ir al mercado…
Me sentí un tanto ofendida puesto que lo que para mí era un sacrificio para él era una dádiva, estaba impecable con un traje entre celeste y gris, camisa casi blanca y corbata roja oscura, pero de alguna manera comprendí que su punto de vista era lógico, miró la hora y dijo
No importa, estamos a tiempo, abróchate el cinturón de seguridad…
Y antes que pudiera hacerlo ya había arrancado a toda velocidad, no sabía dónde íbamos pero la velocidad me asustaba y permanecía inmóvil, agarrada como gato en el asiento.
Al fin me di cuenta de sus intenciones cuando ingresaba por la rampa al estacionamiento del Shopping del Siglo, uno de los lugares más paquetes de la ciudad, un lugar donde solo miraba vidrieras en algún que otro paseo, ya que los precios de las prendas que allí se vendían estaban muy lejos de mi alcance, estacionó con premura y me llevó tan rápido que casi no podía seguirle los pasos por lo que lo hacía a un trote corto, nos zambullimos en un local donde fue recibido casi como un rey
Buenas noches señor Lozano, hacía tiempo que no lo veíamos por acá
Buenas noches Mauro, no estoy con mucho tiempo…
Usted dirá…
Estoy con los minutos contados, tengo una cena de negocios, necesito que mi secretaria quede bien sexi, lo mejor de lo mejor como de costumbre…
A la orden!
No podía creer lo que pasaba, comprar una camisa y un jean en ese local me hubiera llevado el salario de un mes, casi no pude elegir, en un abrir y cerrar de ojos estaba en un probador midiéndome prendas y casi no opinaba, Gustavo caminaba contrariado de un lado a otro mirando insistentemente su reloj, incluso hablaba por su celular, entiendo que retrasando la cena, me sentí tan tonta, y si perdiera la oportunidad por mi culpa…
Al fin, una blusa tornasolada y brillante, con escote asimétrico dejando mi hombro derecho descubierto, con una minifalda de látex borravino demasiado corta que marcaba demasiado las caderas y la cola para mi gusto, además la notaba excesivamente corta, lo cual resaltaba mis muslos haciéndome sentir avergonzada, yo no era así, pero no estaba en posición de discutir…
Cuando salí del probador tuve una rara sensación, me sentí bonita, vestida para matar, Gustavo se quedó paralizado al verme, con la boca abierta y en un segundo intuí que había pasado toda su locura.
Estás… estás… sencillamente maravillosa…
Sonreí, en mi rutina ya no recordaba lo que era sentirse observada, deseada, solo le dije temerosa
Pero Gustavo… yo… yo no puedo pagar por esto…
Mi jefe sonrió por mi inocencia, sacó su billetera donde tenía tarjetas de crédito de todos los colores, le dio una al tipo que lo había atendido y firmó sin siquiera mirar el importe, cosa que yo si hice como si se tratara de mi dinero.
Le pedí cinco minutos más, pasé por el baño, vacié mi vejiga y me maquillé convenientemente, un toque más agresivo haciendo juego con mi look de mujer fatal.
Partimos hacia el lugar del encuentro, ahora más calmo, ahora a menor velocidad, Gustavo cada vez que el tránsito se lo permitía desviaba la mirada hacia mi cuerpo, o se perdía en mis muslos o en mis pechos que resaltaban al ser atravesados por el cinturón de seguridad, sentía vergüenza, me sonrojaba, pero al mismo tiempo sentía una leve picazón, esa que nos envuelve a las mujeres cuando nos sentimos deseadas y bonitas.
Llegamos al lugar, no podía creer el restaurante elegido, demasiado para una noche de negocios pensé, la luz estaba tenue y se respiraba en al ambiente el aire a ‘cajetilla’, nos recibieron como a príncipes y a mi jefe de la misma manera que lo habían recibido en el local del paseo de compras, dejando en claro que era cliente habitual del lugar.
Nos acompañaron a una mesa que daba a un ventanal que era iluminada por las luces de la avenida exterior.
El acomodador corrió mi silla para que me sentara, tratándome como a una dama, aunque pude advertir su mirada indiscreta recorriendo mi cuerpo. Me senté sin decir palabra, pero las cosas no estaban en orden, una mesa ‘solo para dos’, no había nadie conocido, es decir, ‘los franceses’ como Gustavo les decía, empecé a desconfiar de la situación, por lo que me apresuré a preguntar en voz baja apenas nos dejó el tercero y tuvimos un poco de intimidad
De que se trata esto?
Una cena, que más… - respondió Gustavo como haciéndose el tonto
Vamos, tu sabes, los franceses? – insistí casi exigiendo una respuesta, sin olvidar que era mi jefe quien estaba el frente
Se arrepintieron… no vendrán…
Mentiroso… lo planificaste todo, verdad? nunca hubo cena de negocio… solo armaste una historia – en ese momento me sentí encenderme por dentro
Tranquila Nora, tranquila, por favor… - dijo bajando la voz y atajándose con sus manos
Escucho… - apenas murmuré esperando una respuesta convincente
Verás, realmente era una cena de negocios, se de los problemas que te traigo, tu hija es pequeña, no jugaría contigo ni te haría trampas, no te traería engañada, pero estos malditos… se arrepintieron a última hora, y ya tenía toda la agenda armada…
Gustavo me extendió gentilmente su celular, para que revisara con mis propios ojos sus mensajes de whatsapp, evidentemente no me mentía, incluso percibí el enfado en sus textos, mientras yo leía el continuó explicando
Tal vez haya sido un error y en tal caso te pido mis disculpas, pero ya tenía todo el programa armado, como verás era demasiado tarde cuando todo se canceló, sé que tu marido está en Bahía Blanca, sabes que mi esposa está en Buenos Aires, los dos estamos solos, así que…
En ese momento nuestra conversación fue interrumpida por el mozo que nos traía las cartas para elegir nuestros platos, tomamos una cada uno mientras nos aconsejaba la especialidad de la casa, pronunció algo en francés que no alcancé a comprender, mi jefe le dijo que preferíamos elegir, entonces, ya nuevamente en la intimidad prosiguió
Como te decía, no me pareció inapropiado compartir solo una cena, te propongo una cosa, solo deja pasar el tiempo, tú tienes el control, tú decides que hacer y tú decides cuando se termina, que dices?
Quedé en silencio devolviéndole el móvil evaluando mis posibilidades, era tarde, tenía hambre y nunca había estado en un lugar así, que tendría por perder? Y si algún conocido me viera? era un riesgo que podría correr, Marito no tendría por qué enterarse, y si se enterase, en definitiva, no estaba haciendo nada malo.
Miré hacia abajo de casualidad, la minifalda estaba casi a la altura de mi vagina, en esa posición, sentada se subía lo suficiente para que mis muslos quedaran sugerentemente desnudos, pregunté:
Y la ropa?
Que hay con eso?
Por qué me compraste esto y me hiciste vestir así?
Bueno, me atrapaste… en primer lugar porque esa fina ropa es adecuada para un sitio como este, en segundo lugar, porque nunca te había agasajado, y aunque nunca te lo diga, eres excelente en tu trabajo, y te mereces una recompensa, y en tercer lugar, el más importante, porque eres hermosa, y necesitaba verte como toda a una mujer, que llenes mis ojos…
Gustavo notó que solo me sonrojaba con sus palabras, aunque en el fondo me encantaba porque nunca me habían tratado de esa manera, me sentía seductora y seducida al mismo tiempo, entonces cambiando de tema dijo
Elegimos?
Para mi desgracia, todos los nombres de los diferentes platos eran inentendibles, era más francés que castellano y me di cuenta cuán lejos estaba su mundo y el mío, al fin me rendí y le dije bajando la carta
Solo quisiera un buen salmón rosado con alguna ensalada y papas, si puede ser… - nunca había probado ese plato, pero siempre escuché que era algo especial
Él sonrió y llamó al ‘garzón’ para hacer el pedido.
Al poco tiempo nos habían traído algunos quesos para esperar el plato principal y un vino tinto fino que se encargó de catar, cosa que me provocaba cierta gracia puesto que esto era para mí un mundo de película, una foto de la aristocracia que siempre me había causado cierta repulsión.
Gustavo comenzó charlar sobre nuestras cosas de trabajo, acerca de cómo me sentía, sobre la vida, sobre nuestros día a día revoloteando por varios temas sin detenerse en ninguno en particular, cosas que obviaré porque no vienen al caso, hasta que trajeron nuestros platos principales, él había pedido una carne con papas y un revuelto de cremas que parecía tener más nombre de lo que en si era, en un momento llevó la conversación hacia mi esposo
Y? como es tu vida con Mario, eres feliz?
CONTINUARA
DULCES.PLACERES@LIVE.COM
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Llegado el momento, me duché y mientras me cambiaba le pedí a mi madre que adelantara el pedido de un taxi, me puse una blusa holgada tejida al croché y un jean celeste un tanto desteñido que me pareció discreto y apropiado para la ocasión, ultimé todos los detalles con mamá, le di un beso a Romi diciéndole que no hiciera renegar a la abuela, tomé la notebook, mi cartera y salí presurosa hacia el móvil que hacía sonar su bocina en la puerta.
Fui al bar que había acordado con Gustavo, no tuve que ingresar, su lujoso coche estaba casi en la puerta, estacionado en doble fila con las balizas encendidas, me subí rápidamente, cosa que me ponía un tanto nerviosa por lo que los demás pudieran pensar, porque resultaba muy obvio lo que se pudiera pensar.
Cerré la puerta, me acomodé y lo saludé a mi jefe con un beso en la mejilla, y él me miró con cara desencajada
Qué pasa? – pregunté confundida
Cómo que pasa? que es esa ropa?
Qué tiene mi ropa? – pregunté ahora mirándome, pensando que algo estaba roto, o manchado
Diablos… conoces a esta gente mejor que yo, pensé que no hacía falta mencionarte que iríamos a un lugar de categoría, te parece que esa ropa es adecuada? mírate, estas para ir al mercado…
Me sentí un tanto ofendida puesto que lo que para mí era un sacrificio para él era una dádiva, estaba impecable con un traje entre celeste y gris, camisa casi blanca y corbata roja oscura, pero de alguna manera comprendí que su punto de vista era lógico, miró la hora y dijo
No importa, estamos a tiempo, abróchate el cinturón de seguridad…
Y antes que pudiera hacerlo ya había arrancado a toda velocidad, no sabía dónde íbamos pero la velocidad me asustaba y permanecía inmóvil, agarrada como gato en el asiento.
Al fin me di cuenta de sus intenciones cuando ingresaba por la rampa al estacionamiento del Shopping del Siglo, uno de los lugares más paquetes de la ciudad, un lugar donde solo miraba vidrieras en algún que otro paseo, ya que los precios de las prendas que allí se vendían estaban muy lejos de mi alcance, estacionó con premura y me llevó tan rápido que casi no podía seguirle los pasos por lo que lo hacía a un trote corto, nos zambullimos en un local donde fue recibido casi como un rey
Buenas noches señor Lozano, hacía tiempo que no lo veíamos por acá
Buenas noches Mauro, no estoy con mucho tiempo…
Usted dirá…
Estoy con los minutos contados, tengo una cena de negocios, necesito que mi secretaria quede bien sexi, lo mejor de lo mejor como de costumbre…
A la orden!
No podía creer lo que pasaba, comprar una camisa y un jean en ese local me hubiera llevado el salario de un mes, casi no pude elegir, en un abrir y cerrar de ojos estaba en un probador midiéndome prendas y casi no opinaba, Gustavo caminaba contrariado de un lado a otro mirando insistentemente su reloj, incluso hablaba por su celular, entiendo que retrasando la cena, me sentí tan tonta, y si perdiera la oportunidad por mi culpa…
Al fin, una blusa tornasolada y brillante, con escote asimétrico dejando mi hombro derecho descubierto, con una minifalda de látex borravino demasiado corta que marcaba demasiado las caderas y la cola para mi gusto, además la notaba excesivamente corta, lo cual resaltaba mis muslos haciéndome sentir avergonzada, yo no era así, pero no estaba en posición de discutir…
Cuando salí del probador tuve una rara sensación, me sentí bonita, vestida para matar, Gustavo se quedó paralizado al verme, con la boca abierta y en un segundo intuí que había pasado toda su locura.
Estás… estás… sencillamente maravillosa…
Sonreí, en mi rutina ya no recordaba lo que era sentirse observada, deseada, solo le dije temerosa
Pero Gustavo… yo… yo no puedo pagar por esto…
Mi jefe sonrió por mi inocencia, sacó su billetera donde tenía tarjetas de crédito de todos los colores, le dio una al tipo que lo había atendido y firmó sin siquiera mirar el importe, cosa que yo si hice como si se tratara de mi dinero.
Le pedí cinco minutos más, pasé por el baño, vacié mi vejiga y me maquillé convenientemente, un toque más agresivo haciendo juego con mi look de mujer fatal.
Partimos hacia el lugar del encuentro, ahora más calmo, ahora a menor velocidad, Gustavo cada vez que el tránsito se lo permitía desviaba la mirada hacia mi cuerpo, o se perdía en mis muslos o en mis pechos que resaltaban al ser atravesados por el cinturón de seguridad, sentía vergüenza, me sonrojaba, pero al mismo tiempo sentía una leve picazón, esa que nos envuelve a las mujeres cuando nos sentimos deseadas y bonitas.
Llegamos al lugar, no podía creer el restaurante elegido, demasiado para una noche de negocios pensé, la luz estaba tenue y se respiraba en al ambiente el aire a ‘cajetilla’, nos recibieron como a príncipes y a mi jefe de la misma manera que lo habían recibido en el local del paseo de compras, dejando en claro que era cliente habitual del lugar.
Nos acompañaron a una mesa que daba a un ventanal que era iluminada por las luces de la avenida exterior.
El acomodador corrió mi silla para que me sentara, tratándome como a una dama, aunque pude advertir su mirada indiscreta recorriendo mi cuerpo. Me senté sin decir palabra, pero las cosas no estaban en orden, una mesa ‘solo para dos’, no había nadie conocido, es decir, ‘los franceses’ como Gustavo les decía, empecé a desconfiar de la situación, por lo que me apresuré a preguntar en voz baja apenas nos dejó el tercero y tuvimos un poco de intimidad
De que se trata esto?
Una cena, que más… - respondió Gustavo como haciéndose el tonto
Vamos, tu sabes, los franceses? – insistí casi exigiendo una respuesta, sin olvidar que era mi jefe quien estaba el frente
Se arrepintieron… no vendrán…
Mentiroso… lo planificaste todo, verdad? nunca hubo cena de negocio… solo armaste una historia – en ese momento me sentí encenderme por dentro
Tranquila Nora, tranquila, por favor… - dijo bajando la voz y atajándose con sus manos
Escucho… - apenas murmuré esperando una respuesta convincente
Verás, realmente era una cena de negocios, se de los problemas que te traigo, tu hija es pequeña, no jugaría contigo ni te haría trampas, no te traería engañada, pero estos malditos… se arrepintieron a última hora, y ya tenía toda la agenda armada…
Gustavo me extendió gentilmente su celular, para que revisara con mis propios ojos sus mensajes de whatsapp, evidentemente no me mentía, incluso percibí el enfado en sus textos, mientras yo leía el continuó explicando
Tal vez haya sido un error y en tal caso te pido mis disculpas, pero ya tenía todo el programa armado, como verás era demasiado tarde cuando todo se canceló, sé que tu marido está en Bahía Blanca, sabes que mi esposa está en Buenos Aires, los dos estamos solos, así que…
En ese momento nuestra conversación fue interrumpida por el mozo que nos traía las cartas para elegir nuestros platos, tomamos una cada uno mientras nos aconsejaba la especialidad de la casa, pronunció algo en francés que no alcancé a comprender, mi jefe le dijo que preferíamos elegir, entonces, ya nuevamente en la intimidad prosiguió
Como te decía, no me pareció inapropiado compartir solo una cena, te propongo una cosa, solo deja pasar el tiempo, tú tienes el control, tú decides que hacer y tú decides cuando se termina, que dices?
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Miré hacia abajo de casualidad, la minifalda estaba casi a la altura de mi vagina, en esa posición, sentada se subía lo suficiente para que mis muslos quedaran sugerentemente desnudos, pregunté:
Y la ropa?
Que hay con eso?
Por qué me compraste esto y me hiciste vestir así?
Bueno, me atrapaste… en primer lugar porque esa fina ropa es adecuada para un sitio como este, en segundo lugar, porque nunca te había agasajado, y aunque nunca te lo diga, eres excelente en tu trabajo, y te mereces una recompensa, y en tercer lugar, el más importante, porque eres hermosa, y necesitaba verte como toda a una mujer, que llenes mis ojos…
Gustavo notó que solo me sonrojaba con sus palabras, aunque en el fondo me encantaba porque nunca me habían tratado de esa manera, me sentía seductora y seducida al mismo tiempo, entonces cambiando de tema dijo
Elegimos?
Para mi desgracia, todos los nombres de los diferentes platos eran inentendibles, era más francés que castellano y me di cuenta cuán lejos estaba su mundo y el mío, al fin me rendí y le dije bajando la carta
Solo quisiera un buen salmón rosado con alguna ensalada y papas, si puede ser… - nunca había probado ese plato, pero siempre escuché que era algo especial
Él sonrió y llamó al ‘garzón’ para hacer el pedido.
Al poco tiempo nos habían traído algunos quesos para esperar el plato principal y un vino tinto fino que se encargó de catar, cosa que me provocaba cierta gracia puesto que esto era para mí un mundo de película, una foto de la aristocracia que siempre me había causado cierta repulsión.
Gustavo comenzó charlar sobre nuestras cosas de trabajo, acerca de cómo me sentía, sobre la vida, sobre nuestros día a día revoloteando por varios temas sin detenerse en ninguno en particular, cosas que obviaré porque no vienen al caso, hasta que trajeron nuestros platos principales, él había pedido una carne con papas y un revuelto de cremas que parecía tener más nombre de lo que en si era, en un momento llevó la conversación hacia mi esposo
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