Mi madre y mi bully

Estaba cansado, era demasiado, no había día en el que estuviera tranquilo . Esto normalmente es un problema de niños pequeños, pero yo me encuentro estudiando mi primer año de universidad y tengo encima al peor bully de todo el campus.
Pero no se trata del típico chico rechazado por todos que tiene problemas en casa, no, no podía ser así. Mi bully es alguien de quién es imposible librarse, el tipo más popular de la universidad, el atleta más destacado, un alumno de buenas notas que proviene de una buena familia y por si fuera poco, un sujeto extrovertido con facilidad de palabra que tiene un físico envidiable, incluso entre los demás deportistas, quienes no podían hacer nada ante sus 1.90 de estatura y su musculatura abundante y definida.

Lo único positivo de esta situación es que no se podía caer más bajo, bueno, al menos esl pensaba hasta el día en que mi madre de enteró de mi situación.

Tal vez si hubiera sido más listo las cosas no hubieran cambiado. Si tan solo me hubiera desecho de mi bulto lleno de excremento de vaca proveniente del rancho de mi bully.. o quizás no debí detener a mi madre cuando ello pensó en ir a la escuela a reportar la situación, sí, seguramente hubieran puesto una nota en el expediente del bully y todo estaría bien.
Pero no, tuve que discutir y dar pie a qué mi madre hablara directamente con el bully. Después de todo ¿Qué es lo peor que podría pasar? Solo vendría a hablar con mi madre unos minutos, ella es una mujer empoderada, conocida en el vecindario por ser una madre soltera que saco adelante a su único hijo gracias a su talento como abogada y entrenadora personal. Más allá de que existiera un nuevo motivo para hacerme bullyng por ser el tonto que es defendido por su madre, nada más podía pasar ¿No?

Realmente no lo entiendo ¿Por qué todo salió de la peor forma? ¿Qué pasaba por tu cabeza mamá? ¿Estaba todo planeado? ¿Simplemente decidiste que podía pasar porque si? Entiendo que no lo conocías, pero ¿Por qué de repente dejaste de tomarte enserio mi problema? ¿Tenías que tratar a mi bully tan amablemente? ¿ De verdad te convenció tan fácilmente su excusa? ¿Aceptaste tan fácilmente sus disculpas? ¿Creiste de verdad que no volvería a hacerme daño de nuevo? Y lo peor de todo ¿Era necesario hablar con el bully de tu hijo con tu ropa de gimnasio más reveladora? ¿Era necesario pasar la tarde de risas con él? ¿Era necesario decirle en cuál gimnasio entrenas?


Bueno, aún en ese momento tenía las fuerzas para aguantar esa humillación, después de todo es normal que alguien como mi madre se lleve bien con cualquiera, incluso con las peores personas.
Acepto que en ese sentido a mí me da el mismo trato. ¿Cuántas veces me invitó a acompañarla al gimnasio? Sabiendo que diría que no, que simplemente no me interesa.
Ahora me doy cuenta de que si hubiera sido más abierto a probar cosas nuevas se pudieron haber evitado varias cosas. Tal vez hubiera sido un buen deportista, tal vez hubiera tenido la fuerza para defenderme de cualquiera.
Tal vez.. tal vez no se hubiera hecho una costumbre que mi madre se encontrará con mi bully todos los días de la semana, que los saludos ocasiones no se hubieran convertido en miradas discretas, que a su vez no hubieran pasado a ser sonrisas pícaras y pequeñas charlas.
Pequeñas charlas inofensivas ¿No? Porque todos sabemos que las madres no sé hacen amigas de los bullys de sus hijos y mucho menos los contratan como entrenadores personales para capacitarlos en esta disciplina .


¿Cómo iba a saber lo que pasaría? Mi madre una entrenadora profesional no sé convertiría en la mentora de mi bully, no tenía motivos para hacerlo.
Y aún si decidiera hacerlo seguramente se tomaría todo de un modo muy profesional, no dejaría que el bully de su hijo la tome de su cintura mientras hacen sentadillas, no dejaría que él le aplique crema térmica en su marcado abdomen, ni mucho menos le dejaría palpar las firmeza de sus muslos.
Pero ella hizo lo impensable y decidió hacer todo lo que pensé que jamás podría pasar.


Pero aún era temprano para pensar que nada podía empeorar. Ese día, la noche era jóven y aún podía haber más oscuridad en las próximas horas.
Llevaban desde las 5 de la tarde juntos en el gimnasio, normalmente una persona no pasa más de 2 horas entrenando. Pero.. ellos hacían más que entrenar, ellos disfrutaban de la compania del otro y ¿Por qué hacerlo solo en ese local deportivo? Estaban cansados y entre risas, era el momento ideal para que mi bully decidiera ir aún más lejos y la clave para hacerlo era una simple propuesta que no hizo más que sacar una sonrisa a mi madre.


No diré cuál fue la respuesta de mi madre, pero parece ser que pasear en el auto caro de un atractivo universitario es una oferta interesante para cualquier mujer y sin duda, es algo que si ocurre una vez, volverá a pasar.
De nuevo, no daré detalles, solo diré que mi madre no es muy silenciosa cuando todos los días regresa a casa a las 11 de la noche.
Podrán notarlo, conforme relato está historia la rabia se diluye y se convierte en resignación.
Después de todo, no fue tan difícil acostumbrarse a escuchar sonar la bocina de un vehículo todas las tardes seguido de los pasos de mi madre bajando a toda velocidad a través de la escalera, mientras dice que no me duerma muy tarde y que nos veremos por la mañana. Además, faltaba muy poco para que nos vayamos de vacaciones a mi hotel favorito al iniciar las vacaciones de verano, no había motivo para molestarme sabiendo solo debía esperar un poco más para tener tranquilidad.
Sin embargo.. Esa vez..
“Hijo ¿Estás despierto?" Eso fue lo que escuché aquella noche, obviamente no recibí aquellas palabras con alegría, solo podían significar que debía interrumpir mi descanso para hacer alguna tarea del cuidado del hogar que pude haber olvidado durante hacer durante el día . Ojalá hubiera sido así.
Nunca me habían dado una noticia de esa manera, fue como recibir un puñetazo con un guante de algodón, así fue cuando mi madre me dijo:
“Hijo, espero que no tengas problema, Maxi nos va a acompañar estás vacaciones"

“Maxi" sí “Maxi", o como yo prefiero decirle “El bully que me hace la vida imposible, fue invitado por mi madre para que pase las vacaciones de verano en una locación paradisíaca junto a nosotros.


No todo estaba perdido, “Maxi" tenía su propia habitación junto a la nuestra y yo podía recluirme en la mía y no tener que ver a mi madre pasársela bien con su amigo, mi bully.
¿Qué más da que se pasen el día en la playa? ¿Qué más da que el Instagram de mi madre se llene de fotos con su nu nuevo amigo? ¿Qué más da que la tensión entre ellos se sienta en el ambiente? ¿Qué más da si mi madre toma el sol en toples con mi bully y le pide que le aplique todo tipo de aceites? ¿Qué más da que desde el segundo día mi madre decidiera ir a dormir a la habitación de “Maxi"?
¿Qué más da?


Es medianoche, y al igual que los otros 7 días que ha durado el viaje, estoy en mi habitación. Solo espero el amanecer para regresar a casa, en mi cabeza aún sobrevive la idea de que todo puede volver a ser como antes, pero en el fondo se que no será así.
No puedo dormir, pero no es la preocupación lo que me lo impide. Ya estoy resignado, no me genera ansiedad esa pequeña esperanza de volver a la normalidad.
Pero.. ese pequeño mueble no deja de rechinar, lleva 2 horas sonando sin parar y es muy molesto. Tanto que casi me hace ignorar el sonido de aquellos muslos firmes siendo embestidos por la pelvis de “Maxi", cuyo nombre puedo escuchar desde mi habitación proviniendo de la boca de mi madre, quién no para de declararlo entre intensos gemidos.
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Ahora, en el presente, de mis ojos intentan surgir pequeñas lágrimas de vergüenza, una vergüenza culposa, porque no surge de el hecho de que mi madre mantenga relaciones sexuales con mi bully a pocos metros de mi, en mi propia casa, sino que se origina de no tener la capacidad de evitar masturbarme compulsivamente frustrado por el deseo que me produce no poder ver aquella escena en vivo y en directo.