Me sentía como una adolescente coqueteando con su novio, volvía a sentir emociones que hacía años estaban dormidas. Y todo esto sucedía por simples miradas, algún roce que lograba hacerme sentir una excitación como nunca antes había sentido, ya no recordaba mis años de primera juventud. Y si bien mi esposo fue el único hombre en mi vida nunca por eso sentí que había malgastado mis mejores años, estaba tranquila con la vida que había llevado hasta ese momento. Solo un hombre había en mi vida y nunca, nunca hasta ese momento, me había reprochado nada. Para mí el sexo podía ser muy distinto aún cuando sólo cogiera con mi marido, si no lo veía como una fantasía, un lugar íntimo en el que la imaginación podía dar rienda suelta y jugar a tener vidas diferentes.
Siempre creí estar muy segura de mí mismo, de lo que pensaba, de cómo había vivido. Fue a partir de ese momento en el pasillo del tren, a escasos metros de mi familia, cuando comencé a replantearme todas mis relaciones, pensaba en mí y en mi cuerpo, sentía la necesidad de volver a descubrirlo, quería tocarme muy despacio. Quería sentir mis manos en mis tetas, ver cuán mojada estaba en ese momento.
Estábamos en el pasillo, Franco casi a mi lado, en un silencio que se prolongó más de lo que debía. Mis ojos estaban fijos en los suyos, aunque no pude evitar mirar sus labios en un momento y creo que se dio cuenta, no era muy sutil en ese momento, me sentía perdida.
Fue mientras lo miraba, tenía los labios cerrados y respiraba por la nariz de manera muy notoria, mis manos estaban apoyadas en la pared detrás casi como un salvavidas que me mantuviese en pie.
No sabía que esperar, estaba con el mejor amigo de mi hijo, podían vernos tal vez, lo sabía todo pero no pensaba en anda, no me importaba lo que estaba pasando más allá de ese pasillo. Entendí que él también debía de saber lo que estaba pasando, había una tensión sexual entre nosotros que no podía ser disimulada.
Fue mientras lo miraba que él hizo algo que nunca me hubiese esperado. Alargó su mano y con una lentitud que me hizo estremecer toda la piel, la llevó hacia mi tirante caído, ni podía acordarme de eso, no sabía que esperar cuando sentí su mano en mi brazo. Agarró el tirante apoyando sus dedos en mi piel y con mucha suavidad lo fue subiendo otra vez hasta mi hombro para que quede arreglado. Dejó un momento su mano sobre mi hombro, juro que en ese instante no me sentía dueña de mi cuerpo. Sentía su mano apoyada en mi piel, apenas presiono un poco antes de quitarla.
F- Se te había caído el tirante . Te queda precioso ese vestido negro
C. Ahh...Gra...gracias. Bueno, voy a volver a mi lugar-
No sé de dónde saqué la fuerza para decirle eso. Tan sólo con su mano este chico me había sacado un suspiro. No sé qué hubiese sucedido si hubiese hecho otro movimiento. No podía reaccionar, sentía como mi respiración era muy audible, mi voz estaba entrecortada.
Me separé de la pared y como pude empecé a caminar hacia mi asiento, junto a mi marido. A mitad de camino me di la vuelta, tuve una sensación extraña. Me volteé y vi a Franco todavía en el pasillo, apoyado en la puerta del baño, mirándome como ya lo había hecho dos veces. No podía creer su descaro, su manera tan evidente de mirarme, de mirar todo mi cuerpo y decirme con los ojos que me deseaba. Mi pecho se empezó a agitar pero seguí caminando ya sin volver a mirar atrás.
Cuando me senté, mi marido también dormía, caí en la cuenta de que lo que había pasado era una locura. Ni si quiera lo frené cuando me piropeó con el vestido, !no me había dado cuenta! No podía permitir esos comentarios de parte del amigo de mi hijo. Decidí que tendría que ser firme y poner límites, también a mí, lo mejor sería evitarlo de ahora en más, mostrarme fría, como la madre de su amigo. En ese encuentro en el pasillo yo no había sido la madre de su amigo, me había comportado como una mujer. Eran una vacaciones familiares y yo me sentía una mujer egoísta, deseada.
Pensaba que tenía que ponerle un freno a tiempo a todo esto que me estaba sucediendo tan pronto, no tenía tiempo de pensar en lo que estaba pasando.
Mi cuerpo también me estaba empezando a sorprender. Ya sentada pensé que iba a calmarme y relajarme, que mi respiración iba a volver a ser normal pero pasó todo lo contrario. Empecé a sentir un temblor en mi vientre, cada vez mayor, cada vez más cerca de mi clítoris.
Mis piernas, sin que pudiese evitarlo se movían, trataban de abrirse. Me sentía una hembra, que necesitaba estar abierta de piernas. Empecé a sentir un fluido mojando mis muslos y entendí que estaba muy excitada, que me sentía una puta, y que quería tocarme ahí mismo. Llevé una mano a una de is tetas, mientras abría la boca y empezaba a respirar cada vez más fuerte, intenté ponerme de espaldas a mi marido, apoyándome lo más posible en la ventana. ahhhh... necesitaba tocarme y no sabía qué hacer, no podía contener la calentura que sentía, ahhhh... nunca me había pasado esto antes, nunca me había sentido así, no sabía que clase mujer era ya, ahhhh...
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Una parte de mí quería ir al baño del tren y dejarme coger por ese chico que había conocido hacía sólo algunas horas. Volví a imaginarnos en el pasillo del tren y empecé a fantasear con su mano en mi hombro, todavía podía sentir la sensación de su mano tocándome. Me imaginé entrando al baño con él, subiéndome el vestido mientras lo besaba, mientras sentía su lengua con mi lengua y nos llenábamos de saliva, mientras le mordía el cuello, y él me empezaba a tocar las tetas, imaginé sus labios chupándome las tetas, ahhhhhh..., no hubiese podido evitar gemir ahhhhh... me imaginé pidiéndole por favor al amigo de mi hijo que me coja ahí mismo en el baño, que me suba el vestido y me corra la tanga y me empiece a coger, ahhhhh....... cogeme por favor.... siii, ayyyy......
Podía imaginarme sentada en la pileta, abierta de piernas, sintiéndome una puta que no podía calmarse, siii, cogeme.... siiii asíi ahhhh.... siii cogeme toda hermoso...... ayyyyy síiiiiii... síiiii cogeme... el ruido de su pija cogiendome, entrando y saliendo de mi concha , me imaginaba acabando una y otra vez, ahhhhh síii síiii ahíii,,,, ayyyyy, me sentía una puta, me imaginaba besándolo, agarrándolo del pelo, pasándole la lengua por la cara, dejándo que todo el tren y hasta mi familia, escuchen como estaba disfrutando de placer, ahhhhh.... cogeme siiii cogemeeee asíiii
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Con una mano comencé a acariciar mi pierna cada vez más cerca de mis muslos, llevaba la otra mano a mi boca, !no podía creer que estaba gimiendo en un tren! ahhhh... no me pude contener empecé a masturbarme ahí mismo tratando de hacer el menor ruido posible. ahhh... suspiraba entre los dedos que me tapaban la boca. Llevé unos dedos a mi rajita y pude sentir lo mojada que estaba mi conchita ahhh... Era una locura, empezaba a sentir el calor de una noche de verano junto a la playa ahh.... mientras jadeaba y empezaba a meterme los dedos con una facilidad asombrosa, ahhh.... miré hacía atrás un momento para saber si alguien me estaba mirando, mi hijo dormía, y yo me masturbaba llena de placer. y en ese momento Franco volvía a su asiento, ahhh... volvimos a cruzar nuestras miradas pero estoy segura de que no supo lo que estaba pasando en mi asiento, ahhh... todo esto era una locura, empezaba a sudar, no... no puedo parar... ahhhh, sentía que todo mi cuerpo estaba caliente, me pasaba las manos por las tetas, las apretaba, me tocaba la conchita, me metía los dedos,, me mordí los labios para que me esuchen ahhhhh, me seguí tocando cada vez más rápido hasta que acabé con el orgasmo más rico que tuve en mi vida ahhhhhhh.... ahhhhhh.... si, ahhhh,,, en ese momento me saqué la mano de la boca, llena de mi saliva, con la marca de mis dientes sobre mi mano.
No entendía lo que me había sucedido una vez que pude acabar y empecé a calmarme, sentía una relajación increíble después de masturbarme.
Seguía respirando con mucha fuerza, tenía la boca abierta y cuando la cerraba era para morderme los labios de placer. Me di vuelta, mi marido seguía durmiendo y no se dio cuenta de nada, pensé entonces que no pude hacer tanto ruido, que tal vez estaba a salvo.
Ya habíamos entrado al pueblo, se veía a lo lejos la playa, Yo me había masturbado en un tren, en un lugar público, con mi marido durmiendo a mi lado, y mi hijo durmiendo algunos asientos detrás, esto había sido una locura. Me convencí de que fue algo natural, que necesitaba descargar la excitación que sentía. Intenté decir mi nombre en voz alta, Cecilia, intenté recordar qué clase de persona era y lo comparaba con lo que acababa de hacer y no podía entender nada de lo que había hecho.
Es decir, estaba segura de lo que pensaba, pero había sido mi cuerpo el que me marcó que quería otra cosa, la excitación, los temblores, el nerviosismo de la tensión sexual, todo era de mi cuerpo, los fluidos que sentía en mis muslos, la saliva en mi mano. No era yo quién había elegido esas sensaciones, si no que pasaron a pesar mío sin que pudiera evitarlas, no podía detenerme. Ni siquiera cuando me tocaba podía parar, pensaba en parar pero no podía, mi cuerpo me pedía que me toque, que disfrute.
Ya llegando a la estación me encontré pensando en que en ese momento de libertad era otra Cecilia, que se despertó con este chico, con el amigo de mi hijo. Había sido, por un momento, alguien muy diferente a quien había sido hasta entonces.
Nunca, a mis 39 años, me hubiese imaginado en esta situación, sintiéndome loca por un chico mucho menor que yo. Nunca me había sentido tan puta en mi vida. Estaba perdida
Cuando llegamos a la estación, me alejé un poco diciendo que estaba cansada y fui a sentarme. Desde donde estaba podía ver al amigo de mi hijo llevando nuestras valijas, caminando al lado de mi familia, de todo lo que había formado en mi vida.
Sentí un poco de angustia en la garganta mientras los miraba, sentía los ojos vidriosos pero en seguida empecé a reírme a carcajadas. Mi marido, mi hijo y Franco llegaron a mi lado y me veían riéndome sin entender nada.
J- ¿Estás bien mi vida?
C- Sí, me siento muy relajada. Asentí con la cabeza y apenas hablé
Era evidente lo que me pasaba. Estaba feliz, Me sentía muy muy feliz como hacía años, alejada de la monotonía de mi vida, mi matrimonio. de todo. Me sentía aventurera, ignorante de lo podría llegar a pasar en estas vacaciones. Seguí riéndome mientras me ponía de pie y empezábamos a caminar, los cuatro. Caminábamos del brazo con mi marido, y los dos muchachos iban delante, estábamos acercándonos a la playa, buscando nuestra casa de verano. Pensé con una sonrisa que sí, estaba perdida.
Acabábamos de llegar a la costa, recién comenzaban nuestras vacaciones
Siempre creí estar muy segura de mí mismo, de lo que pensaba, de cómo había vivido. Fue a partir de ese momento en el pasillo del tren, a escasos metros de mi familia, cuando comencé a replantearme todas mis relaciones, pensaba en mí y en mi cuerpo, sentía la necesidad de volver a descubrirlo, quería tocarme muy despacio. Quería sentir mis manos en mis tetas, ver cuán mojada estaba en ese momento.
Estábamos en el pasillo, Franco casi a mi lado, en un silencio que se prolongó más de lo que debía. Mis ojos estaban fijos en los suyos, aunque no pude evitar mirar sus labios en un momento y creo que se dio cuenta, no era muy sutil en ese momento, me sentía perdida.
Fue mientras lo miraba, tenía los labios cerrados y respiraba por la nariz de manera muy notoria, mis manos estaban apoyadas en la pared detrás casi como un salvavidas que me mantuviese en pie.
No sabía que esperar, estaba con el mejor amigo de mi hijo, podían vernos tal vez, lo sabía todo pero no pensaba en anda, no me importaba lo que estaba pasando más allá de ese pasillo. Entendí que él también debía de saber lo que estaba pasando, había una tensión sexual entre nosotros que no podía ser disimulada.
Fue mientras lo miraba que él hizo algo que nunca me hubiese esperado. Alargó su mano y con una lentitud que me hizo estremecer toda la piel, la llevó hacia mi tirante caído, ni podía acordarme de eso, no sabía que esperar cuando sentí su mano en mi brazo. Agarró el tirante apoyando sus dedos en mi piel y con mucha suavidad lo fue subiendo otra vez hasta mi hombro para que quede arreglado. Dejó un momento su mano sobre mi hombro, juro que en ese instante no me sentía dueña de mi cuerpo. Sentía su mano apoyada en mi piel, apenas presiono un poco antes de quitarla.
F- Se te había caído el tirante . Te queda precioso ese vestido negro
C. Ahh...Gra...gracias. Bueno, voy a volver a mi lugar-
No sé de dónde saqué la fuerza para decirle eso. Tan sólo con su mano este chico me había sacado un suspiro. No sé qué hubiese sucedido si hubiese hecho otro movimiento. No podía reaccionar, sentía como mi respiración era muy audible, mi voz estaba entrecortada.
Me separé de la pared y como pude empecé a caminar hacia mi asiento, junto a mi marido. A mitad de camino me di la vuelta, tuve una sensación extraña. Me volteé y vi a Franco todavía en el pasillo, apoyado en la puerta del baño, mirándome como ya lo había hecho dos veces. No podía creer su descaro, su manera tan evidente de mirarme, de mirar todo mi cuerpo y decirme con los ojos que me deseaba. Mi pecho se empezó a agitar pero seguí caminando ya sin volver a mirar atrás.
Cuando me senté, mi marido también dormía, caí en la cuenta de que lo que había pasado era una locura. Ni si quiera lo frené cuando me piropeó con el vestido, !no me había dado cuenta! No podía permitir esos comentarios de parte del amigo de mi hijo. Decidí que tendría que ser firme y poner límites, también a mí, lo mejor sería evitarlo de ahora en más, mostrarme fría, como la madre de su amigo. En ese encuentro en el pasillo yo no había sido la madre de su amigo, me había comportado como una mujer. Eran una vacaciones familiares y yo me sentía una mujer egoísta, deseada.
Pensaba que tenía que ponerle un freno a tiempo a todo esto que me estaba sucediendo tan pronto, no tenía tiempo de pensar en lo que estaba pasando.
Mi cuerpo también me estaba empezando a sorprender. Ya sentada pensé que iba a calmarme y relajarme, que mi respiración iba a volver a ser normal pero pasó todo lo contrario. Empecé a sentir un temblor en mi vientre, cada vez mayor, cada vez más cerca de mi clítoris.
Mis piernas, sin que pudiese evitarlo se movían, trataban de abrirse. Me sentía una hembra, que necesitaba estar abierta de piernas. Empecé a sentir un fluido mojando mis muslos y entendí que estaba muy excitada, que me sentía una puta, y que quería tocarme ahí mismo. Llevé una mano a una de is tetas, mientras abría la boca y empezaba a respirar cada vez más fuerte, intenté ponerme de espaldas a mi marido, apoyándome lo más posible en la ventana. ahhhh... necesitaba tocarme y no sabía qué hacer, no podía contener la calentura que sentía, ahhhh... nunca me había pasado esto antes, nunca me había sentido así, no sabía que clase mujer era ya, ahhhh...
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Una parte de mí quería ir al baño del tren y dejarme coger por ese chico que había conocido hacía sólo algunas horas. Volví a imaginarnos en el pasillo del tren y empecé a fantasear con su mano en mi hombro, todavía podía sentir la sensación de su mano tocándome. Me imaginé entrando al baño con él, subiéndome el vestido mientras lo besaba, mientras sentía su lengua con mi lengua y nos llenábamos de saliva, mientras le mordía el cuello, y él me empezaba a tocar las tetas, imaginé sus labios chupándome las tetas, ahhhhhh..., no hubiese podido evitar gemir ahhhhh... me imaginé pidiéndole por favor al amigo de mi hijo que me coja ahí mismo en el baño, que me suba el vestido y me corra la tanga y me empiece a coger, ahhhhh....... cogeme por favor.... siii, ayyyy......
Podía imaginarme sentada en la pileta, abierta de piernas, sintiéndome una puta que no podía calmarse, siii, cogeme.... siiii asíi ahhhh.... siii cogeme toda hermoso...... ayyyyy síiiiiii... síiiii cogeme... el ruido de su pija cogiendome, entrando y saliendo de mi concha , me imaginaba acabando una y otra vez, ahhhhh síii síiii ahíii,,,, ayyyyy, me sentía una puta, me imaginaba besándolo, agarrándolo del pelo, pasándole la lengua por la cara, dejándo que todo el tren y hasta mi familia, escuchen como estaba disfrutando de placer, ahhhhh.... cogeme siiii cogemeeee asíiii
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Con una mano comencé a acariciar mi pierna cada vez más cerca de mis muslos, llevaba la otra mano a mi boca, !no podía creer que estaba gimiendo en un tren! ahhhh... no me pude contener empecé a masturbarme ahí mismo tratando de hacer el menor ruido posible. ahhh... suspiraba entre los dedos que me tapaban la boca. Llevé unos dedos a mi rajita y pude sentir lo mojada que estaba mi conchita ahhh... Era una locura, empezaba a sentir el calor de una noche de verano junto a la playa ahh.... mientras jadeaba y empezaba a meterme los dedos con una facilidad asombrosa, ahhh.... miré hacía atrás un momento para saber si alguien me estaba mirando, mi hijo dormía, y yo me masturbaba llena de placer. y en ese momento Franco volvía a su asiento, ahhh... volvimos a cruzar nuestras miradas pero estoy segura de que no supo lo que estaba pasando en mi asiento, ahhh... todo esto era una locura, empezaba a sudar, no... no puedo parar... ahhhh, sentía que todo mi cuerpo estaba caliente, me pasaba las manos por las tetas, las apretaba, me tocaba la conchita, me metía los dedos,, me mordí los labios para que me esuchen ahhhhh, me seguí tocando cada vez más rápido hasta que acabé con el orgasmo más rico que tuve en mi vida ahhhhhhh.... ahhhhhh.... si, ahhhh,,, en ese momento me saqué la mano de la boca, llena de mi saliva, con la marca de mis dientes sobre mi mano.
No entendía lo que me había sucedido una vez que pude acabar y empecé a calmarme, sentía una relajación increíble después de masturbarme.
Seguía respirando con mucha fuerza, tenía la boca abierta y cuando la cerraba era para morderme los labios de placer. Me di vuelta, mi marido seguía durmiendo y no se dio cuenta de nada, pensé entonces que no pude hacer tanto ruido, que tal vez estaba a salvo.
Ya habíamos entrado al pueblo, se veía a lo lejos la playa, Yo me había masturbado en un tren, en un lugar público, con mi marido durmiendo a mi lado, y mi hijo durmiendo algunos asientos detrás, esto había sido una locura. Me convencí de que fue algo natural, que necesitaba descargar la excitación que sentía. Intenté decir mi nombre en voz alta, Cecilia, intenté recordar qué clase de persona era y lo comparaba con lo que acababa de hacer y no podía entender nada de lo que había hecho.
Es decir, estaba segura de lo que pensaba, pero había sido mi cuerpo el que me marcó que quería otra cosa, la excitación, los temblores, el nerviosismo de la tensión sexual, todo era de mi cuerpo, los fluidos que sentía en mis muslos, la saliva en mi mano. No era yo quién había elegido esas sensaciones, si no que pasaron a pesar mío sin que pudiera evitarlas, no podía detenerme. Ni siquiera cuando me tocaba podía parar, pensaba en parar pero no podía, mi cuerpo me pedía que me toque, que disfrute.
Ya llegando a la estación me encontré pensando en que en ese momento de libertad era otra Cecilia, que se despertó con este chico, con el amigo de mi hijo. Había sido, por un momento, alguien muy diferente a quien había sido hasta entonces.
Nunca, a mis 39 años, me hubiese imaginado en esta situación, sintiéndome loca por un chico mucho menor que yo. Nunca me había sentido tan puta en mi vida. Estaba perdida
Cuando llegamos a la estación, me alejé un poco diciendo que estaba cansada y fui a sentarme. Desde donde estaba podía ver al amigo de mi hijo llevando nuestras valijas, caminando al lado de mi familia, de todo lo que había formado en mi vida.
Sentí un poco de angustia en la garganta mientras los miraba, sentía los ojos vidriosos pero en seguida empecé a reírme a carcajadas. Mi marido, mi hijo y Franco llegaron a mi lado y me veían riéndome sin entender nada.
J- ¿Estás bien mi vida?
C- Sí, me siento muy relajada. Asentí con la cabeza y apenas hablé
Era evidente lo que me pasaba. Estaba feliz, Me sentía muy muy feliz como hacía años, alejada de la monotonía de mi vida, mi matrimonio. de todo. Me sentía aventurera, ignorante de lo podría llegar a pasar en estas vacaciones. Seguí riéndome mientras me ponía de pie y empezábamos a caminar, los cuatro. Caminábamos del brazo con mi marido, y los dos muchachos iban delante, estábamos acercándonos a la playa, buscando nuestra casa de verano. Pensé con una sonrisa que sí, estaba perdida.
Acabábamos de llegar a la costa, recién comenzaban nuestras vacaciones
4 comentarios - Con un amigo de mi hijo III