Todo empezó en mi juventud, cuando ya de chico estaba fascinado por lo erótico y especialmente por el lado femenino del erotismo. Resulta que con mis amigos de chicos compartíamos pajas viendo revista Hombre robadas de hermanos más grandes, sin embargo, yo no podía dejar de pensar en lo que se sentiría tener puesta esa lencería que usaban los hembrones de las imágenes. Por fin, en una de esas tardes de calentura, surgió la idea de poder ver en persona una cola que lleve lencería y con algo de disimulo me presté para tal situación.
Encerrado en la habitación, comencé a seleccionar ropa intima de la hermana mayor de uno de mis amigos , estaba totalmente embobado tratando de elegir lo que más se ajustaría a mi cuerpo. Aunque los golpes en la puerta y el apuro de los otros 3 no me dejaba concentrarme por completo. La elección final fue una tanga roja y unas medias negra que encajaban perfectamente en mi cuerpo lampiño. La tanga se perdía dentro de los cachetes de mi cola que aunque no era grande, si estaba crecida gracias al ejercicio, pero lo que más contribuía a la figura de nena era sin duda la cintura pequeña y un pelo rubio que llegaba a los hombros. Sin más que eso encaré la puerta con una excitación tan grande que estaba a punto de acabar, pero ni bien abrí la puerta mis 3 amigos entraron torpemente a la habitación llevándome por delante haciendo que callera al piso. Ni bien pude recuperarme y darme vuelta, los vi a los 3 con las vergas completamente paradas y pajeandose desesperadamente. Por un momento me recorrió por el cuerpo un sentimiento de vulnerabilidad y sumisión que al no poder controlar, solo pude emitir un gemido.
Una ves sobre mis pies, las indicaciones de cómo debía moverme y que poses debía adoptar se volvían cada vez más autoritarias y violentas. Desde este punto, me había vuelto una puta de la revista y así era tratada.
Termine acatando la orden de bailar con movimientos sensuales pegada a la pared mientras ellos 3 sentados en el borde de la cama seguían totalmente erectos al punto de que sus pijas parecían haber crecido de tamaño. Yo no paraba de mostrarles mi cola, cada vez a menos centímetros de sus descontrolados cuerpos.
Todo indicaba que pronto alguno de ellos acabaría hasta que el más grandote se paró, sin previo aviso agarró la tanga que llevaba puesta y tiró de ella para arriba, haciendo que se meta de lleno entre los cachetes apretando mis testículos.
Yo no pude evitar gemir como si fuese una perra mientras acababa a chorros la tanga de la hermana de mi amigo. Una vez que dejó de tirar de ella, caí rendida de rodillas enfrente de ellos. Un silencio incomodo ocupó la habitación hasta que fue interrumpido por sus risas. Según su lógica, si yo había acabado esa tanga ellos también podían hacerlo.
Así que los 3 se pararon enfrente mío, que seguía arrodillada, y comenzaron a aumentar la intensidad con la que se masturbaban hasta que empezaron a tirar chorros de leche encima de mi. Si su idea era ensuciar la tanga, poco lo hicieron ya que casi todo calló encima mío y sobre todo en mi cara. Creo que nunca habían acabado tanto y ni bien cayeron rendidos en la cama... La puerta principal de la casa se abrió...
Continuará
Encerrado en la habitación, comencé a seleccionar ropa intima de la hermana mayor de uno de mis amigos , estaba totalmente embobado tratando de elegir lo que más se ajustaría a mi cuerpo. Aunque los golpes en la puerta y el apuro de los otros 3 no me dejaba concentrarme por completo. La elección final fue una tanga roja y unas medias negra que encajaban perfectamente en mi cuerpo lampiño. La tanga se perdía dentro de los cachetes de mi cola que aunque no era grande, si estaba crecida gracias al ejercicio, pero lo que más contribuía a la figura de nena era sin duda la cintura pequeña y un pelo rubio que llegaba a los hombros. Sin más que eso encaré la puerta con una excitación tan grande que estaba a punto de acabar, pero ni bien abrí la puerta mis 3 amigos entraron torpemente a la habitación llevándome por delante haciendo que callera al piso. Ni bien pude recuperarme y darme vuelta, los vi a los 3 con las vergas completamente paradas y pajeandose desesperadamente. Por un momento me recorrió por el cuerpo un sentimiento de vulnerabilidad y sumisión que al no poder controlar, solo pude emitir un gemido.
Una ves sobre mis pies, las indicaciones de cómo debía moverme y que poses debía adoptar se volvían cada vez más autoritarias y violentas. Desde este punto, me había vuelto una puta de la revista y así era tratada.
Termine acatando la orden de bailar con movimientos sensuales pegada a la pared mientras ellos 3 sentados en el borde de la cama seguían totalmente erectos al punto de que sus pijas parecían haber crecido de tamaño. Yo no paraba de mostrarles mi cola, cada vez a menos centímetros de sus descontrolados cuerpos.
Todo indicaba que pronto alguno de ellos acabaría hasta que el más grandote se paró, sin previo aviso agarró la tanga que llevaba puesta y tiró de ella para arriba, haciendo que se meta de lleno entre los cachetes apretando mis testículos.
Yo no pude evitar gemir como si fuese una perra mientras acababa a chorros la tanga de la hermana de mi amigo. Una vez que dejó de tirar de ella, caí rendida de rodillas enfrente de ellos. Un silencio incomodo ocupó la habitación hasta que fue interrumpido por sus risas. Según su lógica, si yo había acabado esa tanga ellos también podían hacerlo.
Así que los 3 se pararon enfrente mío, que seguía arrodillada, y comenzaron a aumentar la intensidad con la que se masturbaban hasta que empezaron a tirar chorros de leche encima de mi. Si su idea era ensuciar la tanga, poco lo hicieron ya que casi todo calló encima mío y sobre todo en mi cara. Creo que nunca habían acabado tanto y ni bien cayeron rendidos en la cama... La puerta principal de la casa se abrió...
Continuará
7 comentarios - Con mis amigos, soy cross
Besos amor 😍