Series de Relatos Publicados (Click en el link)
Capítulo 66.
Salgan al Sol.
La campaña de vacunación fue un éxito a nivel mundial. La mayoría de los miembros de mi casa ya recibieron su segunda dosis. Tefi, Ayelén y yo somos los únicos que solamente nos vacunamos una vez. Al ser los más jóvenes también somos los que menos riesgo corremos si es que nos contagiamos. Alicia quería que nos quedemos todos encerrados hasta que el total de la familia ya tuviera la segunda dosis, pero fuimos justamente nosotros, los más jóvenes, los que les dijimos que aprovechen para salir un poco…
—Siempre y cuando cumplan con las medidas de prevención —pidió Alicia.
—Sí, mamá… quedate tranquila —dijo Macarena—. No tenemos pensado ir a una fiesta llena de gente. Solo queremos aprovechar para buscar algún departamento económico para alquilar. ¿No es cierto, Gise?
—Así es. Con Brenda ya empezamos a consultar por teléfono algunas inmobiliarias.
—Espero que no empieces con otra crisis de pánico —le pidió Cristela a su hermana—. Con la última ya tuvimos suficiente.
Esa crisis a la que hacía referencia ocurrió por dos motivos: mi madre empezó a sufrir los efectos del “Síndrome de nido vacío” al darse cuenta de que algunas de sus hijas se mudarían y porque Cristela la invitó a caminar por la ciudad, ir a una plaza… ver un poco de cielo. Incluso mi tía quiso alentarla haciendo sonar una canción de rock muy vieja llamada “Salgan al Sol”, de un tal Billy Bond. Ni idea de quién es este señor. Aunque debo reconocer que la canción me pareció simpática. Hubiera sido una tontería hacerla sonar en una radio durante el aislamiento obligatorio, porque justamente incitaba a la gente a salir a la calle; pero para este momento parecía muy apropiada.
Tardamos casi dos horas en tranquilizar a Alicia y nos hizo prometer que no la obligaríamos a “salir a pasear” y que no nos mudaríamos todos al mismo tiempo. Incluso yo añadí que no me mudaría hasta que ella cumpliera noventa años y tuviera que internarla en un geriátrico. Esto, a pesar de que lo dije en tono de broma, la tranquilizó mucho.
Creo que el momento exacto en el que Alicia empezó a sentir los efectos del “Síndrome de Nido Vacío” (como le gustaba llamarlo a Macarena), fue cuando Pilar anunció que se iba a mudar. Pretendía compartir el departamento con Maca, lo alquilarían a medias. Me sorprendió mucho que Pilar decidiera mudarse; sin embargo, luego de una charla con Gisela, entendí que Pilar buscaba libertad. Quería estar lejos de mamá en el caso de que conociera a un buen amante… o una buena amante. ¿Y dónde encontraría más libertad que junto a Macarena?
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Mientras llegaban las últimas dosis de la vacuna, el clima en mi casa se fue enfriando. Ya no vivíamos en un libertinaje permanente. Quizás porque ya nos estábamos aburriendo de tanto sexo desenfrenado, o porque Alicia cada vez ponía peor cara ante el asunto y no dejaba de repetir: “Ya deberíamos ir cortando con todo esto, me lo prometieron”.
Ella seguía acostándose con alguna de sus hijas, pero más que nada lo hacía con Brenda y con Ayelén. Más allá de que estas dos le calientan un montón, me dio la impresión de que buscaba coger con ellas porque eran con las que menos vínculo familiar tenían. Brenda ni siquiera es pariente y Ayelén es su sobrina, y entre cogerte a tu hija y a una sobrina… hay diferencia. A quien más evitó mi madre fue a mí, y como lo noté no le insistí. Eso sí, pasé unas noches de lo más intensas con la tía Cristela, a las cuales una vez se sumó Macarena y otra vez Pilar. Otro momento destacado de estos días fue el tremendo trío que hicimos Brenda, Gisela y yo… esa noche Gisela estuvo más puta de lo normal y me permitió darle muy duro por el culo durante largo rato, mientras Brenda le comía la concha.
Con Tefi estuve una sola vez, y fue un raro trío con Pilar. Noté que Pilar se sentía algo rara y cuando le pregunté qué le ocurría dijo que, por alguna razón, le resultaba muy fácil coger con Macarena; pero se le hacía muy extraño hacerlo con Tefi. Como que ya se había hecho la idea de que a Tefi no le gustaban las mujeres… pero bien que le comió la concha. Igual esto no nos impidió disfrutar del trío. Ni tampoco fue la última vez que vi a Pilar y a Tefi dándose una chupada de concha mutua.
Cuando por fin ya todos estuvimos vacunados con la segunda dosis, llegó el momento de salir al sol.
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La primera toma de contacto real con “el mundo exterior” fue un partido de fútbol con mis amigos del club. Hicimos un siete contra siete en la cancha de césped sintético. Tefi y Pilar, que andaban aburridas, decidieron acompañarme. A Alicia no le hizo mucha gracia que nos juntáramos con tanta gente. No quería que vayamos. Pero mientras nosotros salíamos de casa, Cristela la llevó a su cuarto y se encargó de distraerla. Sabemos que eso terminó en sexo duro, a pesar de que ese tipo de acciones ya deberían ir terminando. Cristela convenció al decirle “Podría ser la última vez que cogemos juntas”.
El partido estuvo muy bien, fue bueno reencontrarme con varios de mis amigos después de tantos meses de aislamiento. Me enteré que algunos de ellos llevaban haciendo vida prácticamente normal desde hacía meses. Incluso me recordaron que varias veces me invitaron a salir. Les dije que yo no tuve tanta suerte porque mi mamá se tomaba muy en serio el asunto del virus. Aunque la verdad es que hubiera rechazado sus invitaciones aunque Alicia me hubiera dado permiso para salir. En ese entonces prefería quedarme en casa, disfrutando de los últimos días de sexo defrenado.
—Debió ser muy aburrido —me dijo Sebas, mientras nos cambiábamos en el vestuario, antes de iniciar el partido. Él es uno de los que podría meter en el grupo de “mejores amigos”.
—No te creas, nos las ingeniamos para divertirnos, dentro de la medida de lo posible. Nunca me sentí solo, en mi casa somos un montón.
—Ah, que suerte… para mí tampoco estuvo tan mal, me la pasé jugando a la Xbox —Él tenía Xbox y yo PlayStation, un motivo de discusión eterna que nos impedía jugar juntos un montón de juegos—. Lo que sí costó fue pasar tantos meses sin ponerla —Hubo un tiempo en el que pensaba que Sebas alardeaba de sus “conquistas sexuales” y que se trataba de puro palabrerío. Hasta que conocí a dos o tres chicas que pudieron corroborar que él sí tenía suerte cuando se trataba del sexo opuesto. Y no es tan difícil de creer, ya que es un chico bastante apuesto, de pelo negro y ojos verdes—. ¿Y si me presentás a una de tus hermanas? Tefi es re linda…
Todo mi sistema nervioso se puso en alerta. No me molestaría que Sebas tuviera sexo con alguna de mis hermanas, de verdad… solo me jodería (muchísimo) si lo hace con Tefi. Y quizás un poquito con Gisela… aunque Gisela es demasiado para él. Sebas nunca sobreviviría a un encuentro de sexo intenso con mi hermana mayor.
—Em… bueno, lo voy a pensar —respondí evadiendo un poco la pregunta—. Aunque Tefi no es la única hermana que tengo. Y también está mi prima, Ayelén… ella también es muy linda.
—No, Ayelén no. Ni loco. Esa pendeja está re loca. Una vez le miré el culo y me dijo que si volvía a hacerlo, me cortaría las pelotas y me las haría comer.
—Eso suena como algo que Ayelén diría. Ok, descartada… pero todavía hay opciones. Bueno, el partido ya va a comenzar… vamos.
—Espero que no estés tan oxidado. De todos nosotros sos el único que juega más o menos bien. Te necesitamos.
Durante el partido hice todo lo posible. Estoy oxidado, de eso no me caben dudas; pero al menos pude mantener intacta la dignidad. Empezamos perdiendo dos a cero y luego empatamos con dos goles míos. En cada uno de estos goles me llegaron, desde la tribuna de madera, los gritos de celebración de mis hermanas. No había mucha gente y la mayoría parecía estar a favor del equipo contrario, por lo que agradecí tener un poco de apoyo. La más efusiva a la hora de festejar era Pilar. Gritaba, saltaba y agitaba los brazos por encima de su cabeza. Me pareció gracioso cómo sus grandes tetas rebotaban para todos lados, para colmo ella había optado por usar una blusa ligera y escotada. Pensé que en cualquier momento una de sus tetas saldría a festejar con ella. Por suerte esto no ocurrió, aunque sí hubo momentos en los que casi ocurre.
Al final perdimos, mi equipo erró muchos goles y yo fui el único que consiguió anotar. Al menos fue un digno marcador de cinco a cuatro. Dimos batalla. Mis hermanas me consolaron con un abrazo cada una y cuando volví al campo de juego me encontré con Sebas.
—Estuvimos muy cerca de ganar —le dije.
—Ajá…
—Si no hubieras errado el tiro que mandaste por encima del travesaño, al menos hubiéramos empatado —esto se lo dije medio en broma, sinceramente no me importaba demasiado el resultado del partido.
—Sí, puede ser…
—La próxima vez nos va a ir mejor.
—Ajá…
Me di cuenta de que Sebas no estaba prestando atención a nada de lo que yo decía. Tenía la mirada perdida, en dirección a mis hermanas. De pronto el sudor de mi cuerpo se enfrió. Seguramente ya estaba imaginando todo lo que podría hacer con Tefi.
—Che…. tu hermana —dijo por fin.
—No creo que a Tefi le intereses mucho —dije, en un movimiento cobarde y desesperado.
—No, no… me refiero a la otra. ¿Cómo es que se llama?
—¿Pilar?
—¡Qué pedazo de tetas que tiene!
El alma me volvió al cuerpo. Siento un gran afecto hacia Pilar, pero no es la misma clase de sentimientos que tengo por Estefanía. Me pareció fantástico que Sebas estuviera tan embobado con ella.
Diario de Cuarentena:
<Sabemos lo que está pensando, cadete Nahuel. Es una táctica cobarde; pero es lo mejor que tenemos. En el cuartel miraremos hacia otro lado y diremos que usted hizo lo que se debía hacer. El honor solo le sirve a los que mueren en combate>.
—Si te gusta Pilar, deberías intentar algo con ella —le dije.
Vi esto como una oportunidad para que tanto yo como Pilar ganemos algo. Yo mantenía a Sebas lejos de Tefi y Pilar podría llegar a conseguir su tan añorado “Príncipe Azul”, aunque este boludo no tiene nada ni de príncipe ni de azul. De todas maneras, sigue siendo una buena opción.
—¿Creés que tengo alguna oportunidad con ella?
—Absolutamente —Pilar podría llegar a odiarme por esto, pero en tiempos de desesperación uno toma medidas desesperadas—. Mirá, te la voy a hacer corta: sé que Pilar se muere de ganas de garchar con alguien. Ella misma me lo dijo. —No quería hacerla quedar como virgen, al fin y al cabo ya no lo es—. Estos meses de abstinencia sexual le pegaron mal. Estoy seguro de que si vas de frente y la invitás a coger, te va a decir que sí.
—Eh… ¿para tanto es?
—Sí, sí… de verdad. Te aseguro que no se va a negar. Pero… se lo tenés que proponer vos, si esperás que ella te venga a buscar, no lo va a hacer. Para esas cosas es un poco tímida. Andá… decile que querés charlar con ella en un lugar más… tranquilo. Si te dice que no (cosa que no creo que pase), yo asumo toda la responsabilidad.
Me hizo caso, se acercó Pilar, le habló y pude notar cómo a mi hermana se le iluminó la cara de alegría. Para ella debió ser como un sueño que un chico atractivo la invitara a un lugar más íntimo. Miró a Tefi, en busca de complicidad, y Tefi se limitó a asentir con la cabeza. Luego vi como Sebas y Pilar se dirigían solos hacia la zona de los vestuarios.
—¿Vos tenés algo que ver con todo esto? —Preguntó Tefi, cuando me acerqué a ella.
—Em… digamos que aceleré un poquito el proceso. A Sebas le gustó mucho Pilar. ¿Vos qué pensás de él?
—Me parece un boludo.
—¿Ah sí? —Dentro de mí se inició una silenciosa celebración—. ¿Si te hubiera invitado a vos, hubieras aceptado?
—No, ni loca. —La celebración interna se transformó en un verdadero jolgorio, aunque mantuve mi rostro impávido—. No es la clase de tipos que me gustan, me parece un inmaduro. Aunque… para Pilar está bien. Ella va a saber mirarle el lado atractivo.
—Es posible, sí… Bueno, ¿volvemos a casa? No me gusta bañarme en el vestuario… y Pilar se va a demorar un rato.
—Sí, vamos. Lamento que hayan perdido. Vos jugaste muy bien.
—Muchas gracias.
En mi interior no había ni un ápice de sensación de derrota. Sentí que yo me había quedado con la chica que me gustaba. Aunque esa chica fuera mi hermana…
Nadie dijo que las victorias debían ser perfectas.
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Al día siguiente, mientras desayunábamos (a las dos de la tarde, por nuestros horarios vampíricos), Alicia nos dijo:
—¿Alguien sabe algo de Pilar? Desde ayer que no la veo.
—Yo sí sé, pero me hizo prometer que no dijera nada —comentó Macarena, con una sonrisa picarona—. Quédense tranquilas que está bien… muy bien, diría.
—Oh… ¿tuvo suerte con Sebas? —Preguntó Tefi.
—¿Quién es Sebas? —Quiso saber Cristela.
—Es un amigo de Nahuel. Ayer, después del partido de fútbol, Pilar se fue a charlar con él… en privado —arqueó una ceja en un gesto que me pareció sumamente sensual.
—Ay, qué lindo —exclamó Brenda—. ¿Así que Pilar consiguió a su príncipe azul?
—Yo no estaría tan segura —dijo Macarena.
—¿A qué te referís? —Le preguntó Gise—. ¿Acaso pensás que ese tal Sebas no va en serio?
—No me refiero a eso… ya se van a enterar, cuando Pilar vuelva. Yo tengo información clasificada que no puedo revelar.
No entendíamos de qué estaba hablando ni por qué se hacía tanto la misteriosa. Lo importante es que podíamos confiar en ella si decía que nuestra hermana estaba bien.
Pilar regresó a casa alrededor de las cuatro de la tarde. Estaba muy feliz… eufórica. Lo primero que hizo fue correr hasta Macarena y darle un fuerte abrazo, las dos intercambiaron chillidos de felicidad, esos tan agudos que revientan tímpanos y que solo las mujeres son capaces de emitir.
Aunque una vez escuché a Sebas gritando de una forma muy parecida cuando encontró una araña dentro de sus botines.
—Dale, nena… no aguanto más de la ansiedad —dijo Tefi—. Contanos de una vez qué fue lo que pasó con Sebas.
—Ya les cuento… pero antes traigamos el televisor, tengo algunas fotos y videos que mostrarle.
—Uy… hay porno. Esto se puso más interesante —noté un gran entusiasmo en Ayelén. Quizás un poquito exagerado. Se ve que se muere de ganas por formar parte de este grupo de hermanas. Después de pasar tanto tiempo sintiéndose rechazada, es lógico que ahora quiera sentirse incluída.
Nos apresuramos a preparar todo. Colocamos uno de los televisores más grandes frente a uno de los sofá del living y Pilar conectó su teléfono. La incertidumbre y la ansiedad general no hacían más que crecer.
—¿Maca les contó algo? —Preguntó Pilar.
—No, solo mencionó que tenía información privilegiada —respondió Cristela—, y la muy yegua no quiso compartirla. Lo único que sabemos es que este chico, Sebas, te invitó a charlar en privado…
—Así es. Fuimos a los vestuarios. Yo estaba re nerviosa, Sebas es un chico muy lindo y si bien siempre me pareció un boludo, esta vez lo vi con otros ojos. Como si la cuarentena lo hubiera hecho madurar un poco. Nos quedamos solos, cerca del área de las duchas, y yo tenía el corazón que se me salía de la boca. No sabía qué decirle, ni tenía idea de cómo él pensaba encarar el asunto, aunque ya me imaginaba cuáles eran sus intenciones. Me sorprendió muchísimo que fuera tan directo. Sin dar vueltas, me dijo que yo le gustaba mucho y que se moría de ganas de coger conmigo.
—¡Epa! —Exclamó Gisela—. ¿Así de una? ¿De frente y sin indirectas?
—¡Exacto! Me quedé boquiabierta. Nunca se me había ofrecido un tipo de esta manera. De hecho, si alguna vez tuve alguna chance mínima de coger con alguien, todo se fue a la mierda porque, entre tantas vueltas, yo me ponía nerviosa y terminaba huyendo de la situación. Pero esta vez fue diferente. Me lo dejó bien claro.
—¿Y vos qué le dijiste, hermana? —Preguntó Tefi, que parecía la más entusiasmada con esta telenovela.
—Le dije que así, todo transpirado, no me iba a poner ni un dedo encima. Por lo menos tenía que bañarse. Entonces me dijo: “Bueno, esperame unos minutos afuera, me baño y seguimos charlando”. A lo que yo respondí: “Bañate ahora, yo miro”. Puso ojos de cordero degollado “¿Ahora mismo me tengo que bañar? ¿Delante tuyo?”. Y le dije: “Nene, me querés meter toda la pija ¿y te da vergüenza que te vea bañándote?” Al final él accedió. Hice esto por dos cosas: primero porque lo noté demasiado confiado, y quería ponerlo un poquito nervioso. Segundo: para ver qué tan grande la tiene. Después de darle a la matraca con Nahuel, no pienso conformarme con cualquier cosa.
—Muy bien dicho —la alentó Macarena—. Y muy bien pensado. ¿Y qué tal la tiene?
—Al principio la vi flácida, pero calculé que estaría bastante bien. Sin llegar a ser tan grande como la de Nahuel. Él empezó a bañarse frente a mí y cuando vio que yo sonreía, comenzó a recuperar la confianza. Se tocó la verga un rato, hasta que se le puso dura. Ahí me gustó más. Mucho más. Y bueno… si él iba a ser directo, yo también. No quería que mi miedo me hiciera huir. Agradezco todas las veces que cogí con Nahuel, y con ustedes, chicas… porque de verdad me hicieron perder el pánico ante las interacciones sexuales. Encaré la situación de la misma forma en que lo hubiera hecho Macarena.
Todos miramos a la mencionada, ella mostró una libidinosa sonrisa y dijo:
—Le chupaste la pija ahí nomás.
—¡Así fue! —soltó una risita y todas aplaudieron, yo también me les uní. Teniendo en cuenta lo tímida que era Pilar antes de la pandemia, esto es una gran victoria para ella—. Él cerró la ducha y yo me arrodillé. Me la tragué toda sin pensarlo. Me dije a mí misma: “Hacelo, Pilar… hacelo y no pienses en nada. Solo disfrutá”. Estaba re caliente.
—Uy, qué lindo —celebró Tefi—. Decime que después se fueron a su casa y estuvieron garchando toda la noche.
—Esperá, no te adelantes a los hechos —dijo Macarena—, porque sé que eso no fue exactamente lo que pasó. Segui contando, Pilar.
—Como iba diciendo… yo estaba re caliente. Era mi primera vez comiéndole la verga a un tipo que no fuera mi hermano. Y quería más. Durante años me sentí insegura con mi propio cuerpo; pero ustedes me ayudaron a mirarme con otros ojos. Tuve confianza en mí misma, sabía que si me desnudaba, a Sebas se le iba a caer la mandíbula al piso. Y así fue, empecé a quitarme la ropa, él me ayudó. Se puso como loco. Se mandó de una a chuparme las tetas y me dijo que le encantaban.
—Claro, ¿cómo no le van a gustar semejantes tetazas? —Dijo Ayelén, sorprendiendo a todos los presentes—. Deberías estar muy orgullosa de tenerlas. —No pude notar ni un poquito de envidia en sus palabras, así que debo asumir que fue sincera.
—Gracias, lo estoy. Muchas veces me imaginé cómo sería mi primera vez (la oficial, la que no incluyera miembros de mi familia), y creí que sería más melosa, más romántica. Como en las novelas que suelo leer. Sin embargo, yo era pura calentura. Quería pija. Además, no quería quedar como una virgen, porque ya no lo soy. Me puse en cuatro sobre uno de los bancos del vestuario y le pedí a Sebas que me la metiera toda… “Dame duro, sin miedo, que yo me la banco”. Me la metió bien fuerte y empezó darme con todo. Se nota que el pibe tiene experiencia.
>La estábamos pasando de maravilla, cuando veo a un pibe entrando en el vestuario. Ahí sí, me volvió toda la vergüenza de golpe. Intenté cubrirme las tetas, como si eso sirviera de algo. Era uno de los chicos que jugó con Nahuel al fútbol, y no venía solo… lo acompañaban los demás. Habían vuelto porque uno de ellos se olvidó las llaves de la casa. Resultó ser cierto, las llaves estaban en el piso.
—Ay… ¿y cómo te sentiste al estar expuesta ante todos? —Preguntó Brenda—. Yo me hubiera muerto de la vergüenza; pero al mismo tiempo me hubiera calentado un montón.
—Fue exactamente lo que me pasó. Me parece que vos y yo no somos tan diferentes. Por un lado quería salir corriendo, y por el otro… no sé, me re calentó que me vieran desnuda y con una pija bien metida en la concha. El corazón empezó a latirme como un tambor… y la misma calentura me llevó a decir una locura. Simplemente se me salió de la boca. Le dije al primero que entró: “¿Querés que te chupe la pija?”.
—¡Esa es mi hermana, carajo! —Exclamó Macarena.
—Al principio los pibes creyeron que estaba bromeando. Fue muy duro para mí decirles que hablaba en serio, pero lo hice. “Dale, vení… te la chupo a vos… y a todos los que quieran”. Y como ya se imaginarán, el pibe aceptó. Y acá es donde quiero mostrarles la primera foto, la sacó uno de los pibes. No me molestó que lo hiciera, siempre y cuando no la compartiera con nadie que no estuviera allí.
En pantalla apareció una impresionante imagen de Pilar toda desnuda, en cuatro sobre el banco del vestuario. Detrás de ella había un tipo metiéndole la verga, ese debía ser Sebas, y ya tenía una verga metida en la boca. En el fondo se podía ver un tercer pibe, sacando la verga de su pantalón, dispuesto a esperar por su turno.
—Así que… ¿empezaste a chuparle la pija a todos? —Preguntó Tefi, asombrada.
—Hice mucho más que eso, hermana —dijo Pilar, con una sonrisa libidinosa—. Miren esto…
Un video comenzó a reproducirse en la pantalla. Pudimos ver a Pilar, que ahora estaba acostada boca arriba en el banco, con las piernas bien abiertas. Alguien le estaba metiendo la verga por la concha, no sé quién, porque no se le veía la cara a ninguno (mejor así, no quiero saber de quién es cada verga); pero sé que no era Sebas. Al mismo tiempo Pilar chupaba una verga que tenía a su derecha, mientras con la mano izquierda masturbaba la otra.
—¡Ay, pero qué puta que sos! —Gritó Macarena, viniendo de ella esto es un halago.
—Me sentí la mina más puta del mundo —aseguró Pilar—. Y no saben cómo se pusieron estos pajeros cuando les pedí que me la metieran por el orto. No podían creer que yo estuviera dispuesta a entregar el culo.
Adelantó el video hasta que llegó la secuencia en la que ella estaba montada sobre uno de los pibes, que a su vez estaba acostado en el suelo. Mientras tanto, otro se le acercó por detrás y empezó a presionar la cabeza de la pija contra el culo de mi hermana. No nos sorprendió ver que la verga entró con relativa facilidad, todas ya están bien entrenadas en el sexo anal.
Los gemidos de Pilar resonaron en todo el vestuario y llegaron a nuestros oídos a través de los parlantes del televisor. Le metieron una pija en la boca, hasta el fondo, quizás para que no hiciera tanto ruido y pudiera alertar a algún curioso.
Volvió a adelantar el video y fuimos viendo como todos los pibes se turnaron para meterle la verga en algún agujero.
—Estuvimos garchando sin parar como una hora… —aseguró Pilar—. Bah, ellos sí pudieron descansar unos minutos, mientras le daban el turno a alguien más. La que no tuvo respiro fui yo. En un momento me preguntaron qué hacían si acababa, si yo estaba dispuesta a tomarme la leche. Y les dije que sí, que me la iba a tomar toda, la de los seis. Sin ningún drama. Estaba re puta. Sin embargo, no los dejé acabar, porque a Sebas se le ocurrió la idea de seguir esto en su casa. Allí estaríamos solos, nadie nos interrumpiría. Les dije que guarden la lechita para más tarde. Nos vestimos rápido y salimos del vestuario. Me sentí una diosa, rodeada de machos que se morían por mi cuerpo. No dejaron de halagarme durante todo el camino. Uno me dijo: “No sabía que eras tan puta”, y otro pibe le dijo: “No le digas puta, que se va a enojar”. Intervine diciendo: “No me molesta que me digan puta, al contrario… me calienta”. Así que se podrán imaginar todas las veces que me dijeron puta durante el resto del día.
>Antes de ir a la casa de Sebas pasamos por un supermercado, a comprar cervezas. Los pibes se querían armar tremenda fiesta, y yo era el premio para todos. Dios… no se imaginaban lo feliz que estoy. —Realmente se la veía muy feliz, y eso nos alegró a todos—. Cuando llegamos a la casa, me desnudaron enseguida, aunque no me la metieron. Se pusieron a charlar conmigo y me sacaron fotos. Estas son algunas:
Vimos en pantalla varias imágenes de Pilar posando desnuda ante las cámaras, como si fuera una modelo porno. Se la veía impactante. Sus tetas parecían más hinchadas de lo normal y su concha chorreaba jugos.
—Aproveché para llamar por teléfono a Macarena, quería que ella los dejara tranquilos. Le conté que estaba en tremenda orgía, con seis pibes, y que me iban a dar duro toda la noche. Además le hice prometer que no le contaría nada a ustedes, a cambio me pidió que le mandara todas las fotos y videos de la fiestita… y eso hice.
—Me maté a pajas toda la noche —aseguró Macarena—. Te armaron tremenda partuza, me hubiera encantado estar ahí.
—Yo te invité, nena… la que no quiso ir fuiste vos.
—No fui porque entendí que esa era TU fiesta. No la mía. Y no te preocupes, hermana, ya habrá más partuzas en el futuro —le guiñó un ojo.
—De eso estoy segura, porque estos pibes me garcharon tan bien, que me encantaría que volvieran a hacerlo.
Nos pasamos varios minutos mirando las fotos y los videos que sacaron. Era suficiente material como para que entendiéramos que todas las pijas pasaron por todos los agujeros de Pilar… más de una vez. Le dieron por todos lados, en varias posiciones diferentes. A veces se podía ver a alguno tomando cerveza en el fondo, mientras Pilar chupaba dos pijas a la vez y otro le daba por el culo. También la vimos montando como una jinete lujuriosa todas las pijas que se le presentaron. Sus tetas no hicieron más que rebotar de un lado a otro.
Según lo que nos contó Pilar, estuvieron dándole, de forma casi ininterrumpida, durante cinco o seis horas.
—Claro, ellos podían turnarse y descansar un poco… la que sufría como una yegua era yo.
—Y me imagino que no te quejaste por eso en ningún momento —comentó Gisela.
—No emití ni una sola queja. Me tragué todas las pijas que me dieron y yo misma los alenté a que me dieran por el culo durante largo rato, que se fueran turnando para romperme el orto. Viví largos minutos de pura agonía sexual, como si estuviera inmersa en un orgasmo constante. No sé, es difícil de explicar. Es la sensación más maravillosa que experimenté en mi vida.
El último video que vimos fue uno donde Pilar se desesperaba por chupar las seis pijas al mismo tiempo. Ella estaba arrodillada en el piso, rodeada de hombres. Y claro, no podía chupar todas a la vez; pero se las ingenió para mantener siempre una en la boca y dos en las manos. De pronto, uno soltó la leche sobre su cara, ella la recibió con mucho gusto. Después se sumó otro… y otro. Y así, de a uno, le fueron llenando la cara y la boca de leche. Fue tanta la cantidad de semen que no quedó ni un milímetro de la cara de Pilar que no estuviera cubierto por ese líquido blancuzco. Tal y como prometió, ella se tragó toda la leche. Incluso siguió chupando las vergas mientras lo hacía.
Todas mis hermanas (incluyendo a Ayelén), mi tía Cristela y Brenda, celebraron con vítores este grandioso momento. La felicitaron por haberse animado a tanto, le dieron abrazos y besos en la mejilla. Macarena directamente la besó en la boca.
—Te felicito, hermana —le dijo—. Estoy muy orgullosa de vos.
—Yo también te felicito —le dije, dándole un abrazo—. Te merecías esto… aunque siempre creí que ibas a buscar un “príncipe azul”.
—Ya habrá tiempo para “príncipes azules”, ahora quiero disfrutar un poco de la vida. Quiero vivir experiencias intensas, como ésta. ¿No te molesta que me haya cogido a todos tus amigos?
—No, ni un poquito. Me hubiera molestado si te hubieran tratado mal; pero como sé que la pasaste bien, no hay ningún problema.
—¿Y vos, mamá? ¿Tenés algo para decir? —Preguntó Pilar—. No abriste la boca en ningún momento. Sé que te puede molestar que haya hecho esto; pero después de escuchar las aventuras que viviste cuando eras joven, se me metió en la cabeza la loca fantasía de estar rodeada de pijas, y que todas fueran para mí. Quería experimentar lo mismo que vivieron vos, la tía Cristela… y la abuela. También Maca hizo algo parecido y le pedí que me lo contara todo como mil veces. Sé que te debe dar miedo de que yo, después de esto, pase a ser “la puta del barrio”; pero… te aseguro que no me arrepiento de nada.
Alicia se puso de pie y se acercó a Pilar, le dio un fuerte abrazo, en el que sus tetas tuvieron que pelearse por un poco de espacio.
—Solamente quiero decir que estoy muy orgullosa de vos, hija. Me alegra que hayas vencido todos tus miedos y te hayas animado a vivir una fantasía sexual tan intensa… y tan excitante. Eso te lo digo por experiencia. Sé perfectamente lo que sentiste al hacerlo. No quiero que vivas con el mismo arrepentimiento que yo. Y solo me queda por decirte: Bienvenida al “Club de las putas reventadas en un gangbang”.
—Uy… yo quiero unirme a ese club —dijo Brenda. Y estallaron las risas.
Al igual que mi mamá, yo también estoy orgulloso de Pilar. No debió ser nada fácil para ella hacerle frente a todos sus miedos al mismo tiempo; pero lo hizo… y logró salir victoriosa.
—---------
El día que Ayelén y Cristela se mudaron, se permitieron una “despedida sexual”. No quise entrometerme, pero sé que Cristela y Alicia cogieron toda la noche, ya que yo estuve con Brenda en el cuarto de Gisela y se podía escuchar todo. A mi hermana mayor le pareció una buena idea que yo también tuviera una última noche a solas con Brenda, ya que en un par de días ellas también abandonarían la casa. Eran demasiadas despedidas juntas.
Mi noche con Brenda estuvo muy bien, aunque no hubo tanto sexo como cabría de esperar, en lugar de eso preferimos usar el tiempo para charlar. ¿Será eso una señal de madurez?
Lo que sí me sorprendió fue que la “última noche de sexo” de Ayelén en esta casa haya sido con Estefanía. A la mañana siguiente la vi salir del cuarto y las dos se reían mientras se daban esporádicos besos.
—¿Y desde cuándo estas dos se llevan tan bien? —Preguntó Brenda, que estaba a mi lado.
—Sé que Tefi iba a intentar hacer las paces con ella… y se ve que funcionó.
Me sentí un poco incómodo. Veía casi imposible que Tefi de pronto afianzara un romance con Ayelén y que decidiera estar con ella… aún así, se las veía muy felices. Como si nunca se hubieran peleado.
Aún así, la mudanza se concretó. Ayelén y Cristela fueron las primeras en dejar la casa, y luego seguirían más… como si esto fuera un reality show donde gana quien más tiempo se queda.
Como cabría de esperar, hubo lágrimas, besos y abrazos. En especial por parte de Alicia, ella se puso muy sentimental al apartarse de su hermana. Debió ser difícil después de que pasaran juntas tantos meses de mucho desenfreno sexual. Quizás habían esperado toda sus vidas por poder experimentar algo así, y ahora debían dejarlo… quizás para siempre. Mi madre estaba muy firme en su postura. En cuanto se concretaran las mudanzas, el sexo entre miembros de la familia debía terminarse.
¿De verdad ésta iba a ser la última vez que Cristela y Alicia compartieran una cama? De ser así, me parecía demasiado doloroso.
Se marcharon porque llegó el taxi y ya no pudieron posponer más la despedida. Prometieron visitarnos en cuanto pudieran.
Antes de irse, Ayelén me tomó del brazo, me llevó a un rincón apartado y me dijo:
—Espero que los rencores hayan quedado atrás.
—Por mí está bien… siempre y cuando no vuelvas a joderme de la forma en que lo hiciste.
—No fue nada personal, solo estaba cuidando lo que era mío —dijo, encogiéndose de hombros.
—Hasta donde sé, Tefi no es tuya. Nunca lo fue.
—Ya sé… y fui una boluda en pensar lo contrario. Tefi ya me lo dejó muy claro. Vamos a seguir como amigas. Y dentro de lo posible, intentaremos respetar esa regla de tu mamá. Al menos tuvimos una buena despedida. Por cierto, creo que vos deberías hablar con ella…
—Es mi hermana, vamos a tener muchas oportunidades de hablar.
—No te hagas el boludo, Nahuel. Entre ustedes hay un tema pendiente que es tan obvio que ya no sabemos cómo hacer para disimularlo. En la casa ya todas saben lo que sentís por ella… te recomiendo que lo hablen cuanto antes, de lo contrario podrían arrepentirse. Mientras más tiempo dejen pasar, va a ser peor para los dos.
—¿Y por qué de pronto esto te importa tanto? ¿Qué ganás vos?
—Nada… tomalo como una pequeña devolución, por todo lo que te hice. Y por el hecho de que ahora somos hermanos y deberíamos llevarnos mejor. Además, solo te estoy diciendo algo obvio. Preguntale a Macarena, a Pilar… o a quien quieras… todas te van a decir lo mismo. Es que sos muy obvio, Nahuel. Si tenés una mínima chance con Tefi, deberías aprovecharla. No seas tan cobarde.
Después de decir esto, corrió hasta el taxi, donde su madre le estaba pidiendo que se apure. Vi cómo Tefi las saludaba con la mano, ella también había estado llorando.
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Capítulo 66.
Salgan al Sol.
La campaña de vacunación fue un éxito a nivel mundial. La mayoría de los miembros de mi casa ya recibieron su segunda dosis. Tefi, Ayelén y yo somos los únicos que solamente nos vacunamos una vez. Al ser los más jóvenes también somos los que menos riesgo corremos si es que nos contagiamos. Alicia quería que nos quedemos todos encerrados hasta que el total de la familia ya tuviera la segunda dosis, pero fuimos justamente nosotros, los más jóvenes, los que les dijimos que aprovechen para salir un poco…
—Siempre y cuando cumplan con las medidas de prevención —pidió Alicia.
—Sí, mamá… quedate tranquila —dijo Macarena—. No tenemos pensado ir a una fiesta llena de gente. Solo queremos aprovechar para buscar algún departamento económico para alquilar. ¿No es cierto, Gise?
—Así es. Con Brenda ya empezamos a consultar por teléfono algunas inmobiliarias.
—Espero que no empieces con otra crisis de pánico —le pidió Cristela a su hermana—. Con la última ya tuvimos suficiente.
Esa crisis a la que hacía referencia ocurrió por dos motivos: mi madre empezó a sufrir los efectos del “Síndrome de nido vacío” al darse cuenta de que algunas de sus hijas se mudarían y porque Cristela la invitó a caminar por la ciudad, ir a una plaza… ver un poco de cielo. Incluso mi tía quiso alentarla haciendo sonar una canción de rock muy vieja llamada “Salgan al Sol”, de un tal Billy Bond. Ni idea de quién es este señor. Aunque debo reconocer que la canción me pareció simpática. Hubiera sido una tontería hacerla sonar en una radio durante el aislamiento obligatorio, porque justamente incitaba a la gente a salir a la calle; pero para este momento parecía muy apropiada.
Tardamos casi dos horas en tranquilizar a Alicia y nos hizo prometer que no la obligaríamos a “salir a pasear” y que no nos mudaríamos todos al mismo tiempo. Incluso yo añadí que no me mudaría hasta que ella cumpliera noventa años y tuviera que internarla en un geriátrico. Esto, a pesar de que lo dije en tono de broma, la tranquilizó mucho.
Creo que el momento exacto en el que Alicia empezó a sentir los efectos del “Síndrome de Nido Vacío” (como le gustaba llamarlo a Macarena), fue cuando Pilar anunció que se iba a mudar. Pretendía compartir el departamento con Maca, lo alquilarían a medias. Me sorprendió mucho que Pilar decidiera mudarse; sin embargo, luego de una charla con Gisela, entendí que Pilar buscaba libertad. Quería estar lejos de mamá en el caso de que conociera a un buen amante… o una buena amante. ¿Y dónde encontraría más libertad que junto a Macarena?
—----------
Mientras llegaban las últimas dosis de la vacuna, el clima en mi casa se fue enfriando. Ya no vivíamos en un libertinaje permanente. Quizás porque ya nos estábamos aburriendo de tanto sexo desenfrenado, o porque Alicia cada vez ponía peor cara ante el asunto y no dejaba de repetir: “Ya deberíamos ir cortando con todo esto, me lo prometieron”.
Ella seguía acostándose con alguna de sus hijas, pero más que nada lo hacía con Brenda y con Ayelén. Más allá de que estas dos le calientan un montón, me dio la impresión de que buscaba coger con ellas porque eran con las que menos vínculo familiar tenían. Brenda ni siquiera es pariente y Ayelén es su sobrina, y entre cogerte a tu hija y a una sobrina… hay diferencia. A quien más evitó mi madre fue a mí, y como lo noté no le insistí. Eso sí, pasé unas noches de lo más intensas con la tía Cristela, a las cuales una vez se sumó Macarena y otra vez Pilar. Otro momento destacado de estos días fue el tremendo trío que hicimos Brenda, Gisela y yo… esa noche Gisela estuvo más puta de lo normal y me permitió darle muy duro por el culo durante largo rato, mientras Brenda le comía la concha.
Con Tefi estuve una sola vez, y fue un raro trío con Pilar. Noté que Pilar se sentía algo rara y cuando le pregunté qué le ocurría dijo que, por alguna razón, le resultaba muy fácil coger con Macarena; pero se le hacía muy extraño hacerlo con Tefi. Como que ya se había hecho la idea de que a Tefi no le gustaban las mujeres… pero bien que le comió la concha. Igual esto no nos impidió disfrutar del trío. Ni tampoco fue la última vez que vi a Pilar y a Tefi dándose una chupada de concha mutua.
Cuando por fin ya todos estuvimos vacunados con la segunda dosis, llegó el momento de salir al sol.
—--------------
La primera toma de contacto real con “el mundo exterior” fue un partido de fútbol con mis amigos del club. Hicimos un siete contra siete en la cancha de césped sintético. Tefi y Pilar, que andaban aburridas, decidieron acompañarme. A Alicia no le hizo mucha gracia que nos juntáramos con tanta gente. No quería que vayamos. Pero mientras nosotros salíamos de casa, Cristela la llevó a su cuarto y se encargó de distraerla. Sabemos que eso terminó en sexo duro, a pesar de que ese tipo de acciones ya deberían ir terminando. Cristela convenció al decirle “Podría ser la última vez que cogemos juntas”.
El partido estuvo muy bien, fue bueno reencontrarme con varios de mis amigos después de tantos meses de aislamiento. Me enteré que algunos de ellos llevaban haciendo vida prácticamente normal desde hacía meses. Incluso me recordaron que varias veces me invitaron a salir. Les dije que yo no tuve tanta suerte porque mi mamá se tomaba muy en serio el asunto del virus. Aunque la verdad es que hubiera rechazado sus invitaciones aunque Alicia me hubiera dado permiso para salir. En ese entonces prefería quedarme en casa, disfrutando de los últimos días de sexo defrenado.
—Debió ser muy aburrido —me dijo Sebas, mientras nos cambiábamos en el vestuario, antes de iniciar el partido. Él es uno de los que podría meter en el grupo de “mejores amigos”.
—No te creas, nos las ingeniamos para divertirnos, dentro de la medida de lo posible. Nunca me sentí solo, en mi casa somos un montón.
—Ah, que suerte… para mí tampoco estuvo tan mal, me la pasé jugando a la Xbox —Él tenía Xbox y yo PlayStation, un motivo de discusión eterna que nos impedía jugar juntos un montón de juegos—. Lo que sí costó fue pasar tantos meses sin ponerla —Hubo un tiempo en el que pensaba que Sebas alardeaba de sus “conquistas sexuales” y que se trataba de puro palabrerío. Hasta que conocí a dos o tres chicas que pudieron corroborar que él sí tenía suerte cuando se trataba del sexo opuesto. Y no es tan difícil de creer, ya que es un chico bastante apuesto, de pelo negro y ojos verdes—. ¿Y si me presentás a una de tus hermanas? Tefi es re linda…
Todo mi sistema nervioso se puso en alerta. No me molestaría que Sebas tuviera sexo con alguna de mis hermanas, de verdad… solo me jodería (muchísimo) si lo hace con Tefi. Y quizás un poquito con Gisela… aunque Gisela es demasiado para él. Sebas nunca sobreviviría a un encuentro de sexo intenso con mi hermana mayor.
—Em… bueno, lo voy a pensar —respondí evadiendo un poco la pregunta—. Aunque Tefi no es la única hermana que tengo. Y también está mi prima, Ayelén… ella también es muy linda.
—No, Ayelén no. Ni loco. Esa pendeja está re loca. Una vez le miré el culo y me dijo que si volvía a hacerlo, me cortaría las pelotas y me las haría comer.
—Eso suena como algo que Ayelén diría. Ok, descartada… pero todavía hay opciones. Bueno, el partido ya va a comenzar… vamos.
—Espero que no estés tan oxidado. De todos nosotros sos el único que juega más o menos bien. Te necesitamos.
Durante el partido hice todo lo posible. Estoy oxidado, de eso no me caben dudas; pero al menos pude mantener intacta la dignidad. Empezamos perdiendo dos a cero y luego empatamos con dos goles míos. En cada uno de estos goles me llegaron, desde la tribuna de madera, los gritos de celebración de mis hermanas. No había mucha gente y la mayoría parecía estar a favor del equipo contrario, por lo que agradecí tener un poco de apoyo. La más efusiva a la hora de festejar era Pilar. Gritaba, saltaba y agitaba los brazos por encima de su cabeza. Me pareció gracioso cómo sus grandes tetas rebotaban para todos lados, para colmo ella había optado por usar una blusa ligera y escotada. Pensé que en cualquier momento una de sus tetas saldría a festejar con ella. Por suerte esto no ocurrió, aunque sí hubo momentos en los que casi ocurre.
Al final perdimos, mi equipo erró muchos goles y yo fui el único que consiguió anotar. Al menos fue un digno marcador de cinco a cuatro. Dimos batalla. Mis hermanas me consolaron con un abrazo cada una y cuando volví al campo de juego me encontré con Sebas.
—Estuvimos muy cerca de ganar —le dije.
—Ajá…
—Si no hubieras errado el tiro que mandaste por encima del travesaño, al menos hubiéramos empatado —esto se lo dije medio en broma, sinceramente no me importaba demasiado el resultado del partido.
—Sí, puede ser…
—La próxima vez nos va a ir mejor.
—Ajá…
Me di cuenta de que Sebas no estaba prestando atención a nada de lo que yo decía. Tenía la mirada perdida, en dirección a mis hermanas. De pronto el sudor de mi cuerpo se enfrió. Seguramente ya estaba imaginando todo lo que podría hacer con Tefi.
—Che…. tu hermana —dijo por fin.
—No creo que a Tefi le intereses mucho —dije, en un movimiento cobarde y desesperado.
—No, no… me refiero a la otra. ¿Cómo es que se llama?
—¿Pilar?
—¡Qué pedazo de tetas que tiene!
El alma me volvió al cuerpo. Siento un gran afecto hacia Pilar, pero no es la misma clase de sentimientos que tengo por Estefanía. Me pareció fantástico que Sebas estuviera tan embobado con ella.
Diario de Cuarentena:
<Sabemos lo que está pensando, cadete Nahuel. Es una táctica cobarde; pero es lo mejor que tenemos. En el cuartel miraremos hacia otro lado y diremos que usted hizo lo que se debía hacer. El honor solo le sirve a los que mueren en combate>.
—Si te gusta Pilar, deberías intentar algo con ella —le dije.
Vi esto como una oportunidad para que tanto yo como Pilar ganemos algo. Yo mantenía a Sebas lejos de Tefi y Pilar podría llegar a conseguir su tan añorado “Príncipe Azul”, aunque este boludo no tiene nada ni de príncipe ni de azul. De todas maneras, sigue siendo una buena opción.
—¿Creés que tengo alguna oportunidad con ella?
—Absolutamente —Pilar podría llegar a odiarme por esto, pero en tiempos de desesperación uno toma medidas desesperadas—. Mirá, te la voy a hacer corta: sé que Pilar se muere de ganas de garchar con alguien. Ella misma me lo dijo. —No quería hacerla quedar como virgen, al fin y al cabo ya no lo es—. Estos meses de abstinencia sexual le pegaron mal. Estoy seguro de que si vas de frente y la invitás a coger, te va a decir que sí.
—Eh… ¿para tanto es?
—Sí, sí… de verdad. Te aseguro que no se va a negar. Pero… se lo tenés que proponer vos, si esperás que ella te venga a buscar, no lo va a hacer. Para esas cosas es un poco tímida. Andá… decile que querés charlar con ella en un lugar más… tranquilo. Si te dice que no (cosa que no creo que pase), yo asumo toda la responsabilidad.
Me hizo caso, se acercó Pilar, le habló y pude notar cómo a mi hermana se le iluminó la cara de alegría. Para ella debió ser como un sueño que un chico atractivo la invitara a un lugar más íntimo. Miró a Tefi, en busca de complicidad, y Tefi se limitó a asentir con la cabeza. Luego vi como Sebas y Pilar se dirigían solos hacia la zona de los vestuarios.
—¿Vos tenés algo que ver con todo esto? —Preguntó Tefi, cuando me acerqué a ella.
—Em… digamos que aceleré un poquito el proceso. A Sebas le gustó mucho Pilar. ¿Vos qué pensás de él?
—Me parece un boludo.
—¿Ah sí? —Dentro de mí se inició una silenciosa celebración—. ¿Si te hubiera invitado a vos, hubieras aceptado?
—No, ni loca. —La celebración interna se transformó en un verdadero jolgorio, aunque mantuve mi rostro impávido—. No es la clase de tipos que me gustan, me parece un inmaduro. Aunque… para Pilar está bien. Ella va a saber mirarle el lado atractivo.
—Es posible, sí… Bueno, ¿volvemos a casa? No me gusta bañarme en el vestuario… y Pilar se va a demorar un rato.
—Sí, vamos. Lamento que hayan perdido. Vos jugaste muy bien.
—Muchas gracias.
En mi interior no había ni un ápice de sensación de derrota. Sentí que yo me había quedado con la chica que me gustaba. Aunque esa chica fuera mi hermana…
Nadie dijo que las victorias debían ser perfectas.
—---------
Al día siguiente, mientras desayunábamos (a las dos de la tarde, por nuestros horarios vampíricos), Alicia nos dijo:
—¿Alguien sabe algo de Pilar? Desde ayer que no la veo.
—Yo sí sé, pero me hizo prometer que no dijera nada —comentó Macarena, con una sonrisa picarona—. Quédense tranquilas que está bien… muy bien, diría.
—Oh… ¿tuvo suerte con Sebas? —Preguntó Tefi.
—¿Quién es Sebas? —Quiso saber Cristela.
—Es un amigo de Nahuel. Ayer, después del partido de fútbol, Pilar se fue a charlar con él… en privado —arqueó una ceja en un gesto que me pareció sumamente sensual.
—Ay, qué lindo —exclamó Brenda—. ¿Así que Pilar consiguió a su príncipe azul?
—Yo no estaría tan segura —dijo Macarena.
—¿A qué te referís? —Le preguntó Gise—. ¿Acaso pensás que ese tal Sebas no va en serio?
—No me refiero a eso… ya se van a enterar, cuando Pilar vuelva. Yo tengo información clasificada que no puedo revelar.
No entendíamos de qué estaba hablando ni por qué se hacía tanto la misteriosa. Lo importante es que podíamos confiar en ella si decía que nuestra hermana estaba bien.
Pilar regresó a casa alrededor de las cuatro de la tarde. Estaba muy feliz… eufórica. Lo primero que hizo fue correr hasta Macarena y darle un fuerte abrazo, las dos intercambiaron chillidos de felicidad, esos tan agudos que revientan tímpanos y que solo las mujeres son capaces de emitir.
Aunque una vez escuché a Sebas gritando de una forma muy parecida cuando encontró una araña dentro de sus botines.
—Dale, nena… no aguanto más de la ansiedad —dijo Tefi—. Contanos de una vez qué fue lo que pasó con Sebas.
—Ya les cuento… pero antes traigamos el televisor, tengo algunas fotos y videos que mostrarle.
—Uy… hay porno. Esto se puso más interesante —noté un gran entusiasmo en Ayelén. Quizás un poquito exagerado. Se ve que se muere de ganas por formar parte de este grupo de hermanas. Después de pasar tanto tiempo sintiéndose rechazada, es lógico que ahora quiera sentirse incluída.
Nos apresuramos a preparar todo. Colocamos uno de los televisores más grandes frente a uno de los sofá del living y Pilar conectó su teléfono. La incertidumbre y la ansiedad general no hacían más que crecer.
—¿Maca les contó algo? —Preguntó Pilar.
—No, solo mencionó que tenía información privilegiada —respondió Cristela—, y la muy yegua no quiso compartirla. Lo único que sabemos es que este chico, Sebas, te invitó a charlar en privado…
—Así es. Fuimos a los vestuarios. Yo estaba re nerviosa, Sebas es un chico muy lindo y si bien siempre me pareció un boludo, esta vez lo vi con otros ojos. Como si la cuarentena lo hubiera hecho madurar un poco. Nos quedamos solos, cerca del área de las duchas, y yo tenía el corazón que se me salía de la boca. No sabía qué decirle, ni tenía idea de cómo él pensaba encarar el asunto, aunque ya me imaginaba cuáles eran sus intenciones. Me sorprendió muchísimo que fuera tan directo. Sin dar vueltas, me dijo que yo le gustaba mucho y que se moría de ganas de coger conmigo.
—¡Epa! —Exclamó Gisela—. ¿Así de una? ¿De frente y sin indirectas?
—¡Exacto! Me quedé boquiabierta. Nunca se me había ofrecido un tipo de esta manera. De hecho, si alguna vez tuve alguna chance mínima de coger con alguien, todo se fue a la mierda porque, entre tantas vueltas, yo me ponía nerviosa y terminaba huyendo de la situación. Pero esta vez fue diferente. Me lo dejó bien claro.
—¿Y vos qué le dijiste, hermana? —Preguntó Tefi, que parecía la más entusiasmada con esta telenovela.
—Le dije que así, todo transpirado, no me iba a poner ni un dedo encima. Por lo menos tenía que bañarse. Entonces me dijo: “Bueno, esperame unos minutos afuera, me baño y seguimos charlando”. A lo que yo respondí: “Bañate ahora, yo miro”. Puso ojos de cordero degollado “¿Ahora mismo me tengo que bañar? ¿Delante tuyo?”. Y le dije: “Nene, me querés meter toda la pija ¿y te da vergüenza que te vea bañándote?” Al final él accedió. Hice esto por dos cosas: primero porque lo noté demasiado confiado, y quería ponerlo un poquito nervioso. Segundo: para ver qué tan grande la tiene. Después de darle a la matraca con Nahuel, no pienso conformarme con cualquier cosa.
—Muy bien dicho —la alentó Macarena—. Y muy bien pensado. ¿Y qué tal la tiene?
—Al principio la vi flácida, pero calculé que estaría bastante bien. Sin llegar a ser tan grande como la de Nahuel. Él empezó a bañarse frente a mí y cuando vio que yo sonreía, comenzó a recuperar la confianza. Se tocó la verga un rato, hasta que se le puso dura. Ahí me gustó más. Mucho más. Y bueno… si él iba a ser directo, yo también. No quería que mi miedo me hiciera huir. Agradezco todas las veces que cogí con Nahuel, y con ustedes, chicas… porque de verdad me hicieron perder el pánico ante las interacciones sexuales. Encaré la situación de la misma forma en que lo hubiera hecho Macarena.
Todos miramos a la mencionada, ella mostró una libidinosa sonrisa y dijo:
—Le chupaste la pija ahí nomás.
—¡Así fue! —soltó una risita y todas aplaudieron, yo también me les uní. Teniendo en cuenta lo tímida que era Pilar antes de la pandemia, esto es una gran victoria para ella—. Él cerró la ducha y yo me arrodillé. Me la tragué toda sin pensarlo. Me dije a mí misma: “Hacelo, Pilar… hacelo y no pienses en nada. Solo disfrutá”. Estaba re caliente.
—Uy, qué lindo —celebró Tefi—. Decime que después se fueron a su casa y estuvieron garchando toda la noche.
—Esperá, no te adelantes a los hechos —dijo Macarena—, porque sé que eso no fue exactamente lo que pasó. Segui contando, Pilar.
—Como iba diciendo… yo estaba re caliente. Era mi primera vez comiéndole la verga a un tipo que no fuera mi hermano. Y quería más. Durante años me sentí insegura con mi propio cuerpo; pero ustedes me ayudaron a mirarme con otros ojos. Tuve confianza en mí misma, sabía que si me desnudaba, a Sebas se le iba a caer la mandíbula al piso. Y así fue, empecé a quitarme la ropa, él me ayudó. Se puso como loco. Se mandó de una a chuparme las tetas y me dijo que le encantaban.
—Claro, ¿cómo no le van a gustar semejantes tetazas? —Dijo Ayelén, sorprendiendo a todos los presentes—. Deberías estar muy orgullosa de tenerlas. —No pude notar ni un poquito de envidia en sus palabras, así que debo asumir que fue sincera.
—Gracias, lo estoy. Muchas veces me imaginé cómo sería mi primera vez (la oficial, la que no incluyera miembros de mi familia), y creí que sería más melosa, más romántica. Como en las novelas que suelo leer. Sin embargo, yo era pura calentura. Quería pija. Además, no quería quedar como una virgen, porque ya no lo soy. Me puse en cuatro sobre uno de los bancos del vestuario y le pedí a Sebas que me la metiera toda… “Dame duro, sin miedo, que yo me la banco”. Me la metió bien fuerte y empezó darme con todo. Se nota que el pibe tiene experiencia.
>La estábamos pasando de maravilla, cuando veo a un pibe entrando en el vestuario. Ahí sí, me volvió toda la vergüenza de golpe. Intenté cubrirme las tetas, como si eso sirviera de algo. Era uno de los chicos que jugó con Nahuel al fútbol, y no venía solo… lo acompañaban los demás. Habían vuelto porque uno de ellos se olvidó las llaves de la casa. Resultó ser cierto, las llaves estaban en el piso.
—Ay… ¿y cómo te sentiste al estar expuesta ante todos? —Preguntó Brenda—. Yo me hubiera muerto de la vergüenza; pero al mismo tiempo me hubiera calentado un montón.
—Fue exactamente lo que me pasó. Me parece que vos y yo no somos tan diferentes. Por un lado quería salir corriendo, y por el otro… no sé, me re calentó que me vieran desnuda y con una pija bien metida en la concha. El corazón empezó a latirme como un tambor… y la misma calentura me llevó a decir una locura. Simplemente se me salió de la boca. Le dije al primero que entró: “¿Querés que te chupe la pija?”.
—¡Esa es mi hermana, carajo! —Exclamó Macarena.
—Al principio los pibes creyeron que estaba bromeando. Fue muy duro para mí decirles que hablaba en serio, pero lo hice. “Dale, vení… te la chupo a vos… y a todos los que quieran”. Y como ya se imaginarán, el pibe aceptó. Y acá es donde quiero mostrarles la primera foto, la sacó uno de los pibes. No me molestó que lo hiciera, siempre y cuando no la compartiera con nadie que no estuviera allí.
En pantalla apareció una impresionante imagen de Pilar toda desnuda, en cuatro sobre el banco del vestuario. Detrás de ella había un tipo metiéndole la verga, ese debía ser Sebas, y ya tenía una verga metida en la boca. En el fondo se podía ver un tercer pibe, sacando la verga de su pantalón, dispuesto a esperar por su turno.
—Así que… ¿empezaste a chuparle la pija a todos? —Preguntó Tefi, asombrada.
—Hice mucho más que eso, hermana —dijo Pilar, con una sonrisa libidinosa—. Miren esto…
Un video comenzó a reproducirse en la pantalla. Pudimos ver a Pilar, que ahora estaba acostada boca arriba en el banco, con las piernas bien abiertas. Alguien le estaba metiendo la verga por la concha, no sé quién, porque no se le veía la cara a ninguno (mejor así, no quiero saber de quién es cada verga); pero sé que no era Sebas. Al mismo tiempo Pilar chupaba una verga que tenía a su derecha, mientras con la mano izquierda masturbaba la otra.
—¡Ay, pero qué puta que sos! —Gritó Macarena, viniendo de ella esto es un halago.
—Me sentí la mina más puta del mundo —aseguró Pilar—. Y no saben cómo se pusieron estos pajeros cuando les pedí que me la metieran por el orto. No podían creer que yo estuviera dispuesta a entregar el culo.
Adelantó el video hasta que llegó la secuencia en la que ella estaba montada sobre uno de los pibes, que a su vez estaba acostado en el suelo. Mientras tanto, otro se le acercó por detrás y empezó a presionar la cabeza de la pija contra el culo de mi hermana. No nos sorprendió ver que la verga entró con relativa facilidad, todas ya están bien entrenadas en el sexo anal.
Los gemidos de Pilar resonaron en todo el vestuario y llegaron a nuestros oídos a través de los parlantes del televisor. Le metieron una pija en la boca, hasta el fondo, quizás para que no hiciera tanto ruido y pudiera alertar a algún curioso.
Volvió a adelantar el video y fuimos viendo como todos los pibes se turnaron para meterle la verga en algún agujero.
—Estuvimos garchando sin parar como una hora… —aseguró Pilar—. Bah, ellos sí pudieron descansar unos minutos, mientras le daban el turno a alguien más. La que no tuvo respiro fui yo. En un momento me preguntaron qué hacían si acababa, si yo estaba dispuesta a tomarme la leche. Y les dije que sí, que me la iba a tomar toda, la de los seis. Sin ningún drama. Estaba re puta. Sin embargo, no los dejé acabar, porque a Sebas se le ocurrió la idea de seguir esto en su casa. Allí estaríamos solos, nadie nos interrumpiría. Les dije que guarden la lechita para más tarde. Nos vestimos rápido y salimos del vestuario. Me sentí una diosa, rodeada de machos que se morían por mi cuerpo. No dejaron de halagarme durante todo el camino. Uno me dijo: “No sabía que eras tan puta”, y otro pibe le dijo: “No le digas puta, que se va a enojar”. Intervine diciendo: “No me molesta que me digan puta, al contrario… me calienta”. Así que se podrán imaginar todas las veces que me dijeron puta durante el resto del día.
>Antes de ir a la casa de Sebas pasamos por un supermercado, a comprar cervezas. Los pibes se querían armar tremenda fiesta, y yo era el premio para todos. Dios… no se imaginaban lo feliz que estoy. —Realmente se la veía muy feliz, y eso nos alegró a todos—. Cuando llegamos a la casa, me desnudaron enseguida, aunque no me la metieron. Se pusieron a charlar conmigo y me sacaron fotos. Estas son algunas:
Vimos en pantalla varias imágenes de Pilar posando desnuda ante las cámaras, como si fuera una modelo porno. Se la veía impactante. Sus tetas parecían más hinchadas de lo normal y su concha chorreaba jugos.
—Aproveché para llamar por teléfono a Macarena, quería que ella los dejara tranquilos. Le conté que estaba en tremenda orgía, con seis pibes, y que me iban a dar duro toda la noche. Además le hice prometer que no le contaría nada a ustedes, a cambio me pidió que le mandara todas las fotos y videos de la fiestita… y eso hice.
—Me maté a pajas toda la noche —aseguró Macarena—. Te armaron tremenda partuza, me hubiera encantado estar ahí.
—Yo te invité, nena… la que no quiso ir fuiste vos.
—No fui porque entendí que esa era TU fiesta. No la mía. Y no te preocupes, hermana, ya habrá más partuzas en el futuro —le guiñó un ojo.
—De eso estoy segura, porque estos pibes me garcharon tan bien, que me encantaría que volvieran a hacerlo.
Nos pasamos varios minutos mirando las fotos y los videos que sacaron. Era suficiente material como para que entendiéramos que todas las pijas pasaron por todos los agujeros de Pilar… más de una vez. Le dieron por todos lados, en varias posiciones diferentes. A veces se podía ver a alguno tomando cerveza en el fondo, mientras Pilar chupaba dos pijas a la vez y otro le daba por el culo. También la vimos montando como una jinete lujuriosa todas las pijas que se le presentaron. Sus tetas no hicieron más que rebotar de un lado a otro.
Según lo que nos contó Pilar, estuvieron dándole, de forma casi ininterrumpida, durante cinco o seis horas.
—Claro, ellos podían turnarse y descansar un poco… la que sufría como una yegua era yo.
—Y me imagino que no te quejaste por eso en ningún momento —comentó Gisela.
—No emití ni una sola queja. Me tragué todas las pijas que me dieron y yo misma los alenté a que me dieran por el culo durante largo rato, que se fueran turnando para romperme el orto. Viví largos minutos de pura agonía sexual, como si estuviera inmersa en un orgasmo constante. No sé, es difícil de explicar. Es la sensación más maravillosa que experimenté en mi vida.
El último video que vimos fue uno donde Pilar se desesperaba por chupar las seis pijas al mismo tiempo. Ella estaba arrodillada en el piso, rodeada de hombres. Y claro, no podía chupar todas a la vez; pero se las ingenió para mantener siempre una en la boca y dos en las manos. De pronto, uno soltó la leche sobre su cara, ella la recibió con mucho gusto. Después se sumó otro… y otro. Y así, de a uno, le fueron llenando la cara y la boca de leche. Fue tanta la cantidad de semen que no quedó ni un milímetro de la cara de Pilar que no estuviera cubierto por ese líquido blancuzco. Tal y como prometió, ella se tragó toda la leche. Incluso siguió chupando las vergas mientras lo hacía.
Todas mis hermanas (incluyendo a Ayelén), mi tía Cristela y Brenda, celebraron con vítores este grandioso momento. La felicitaron por haberse animado a tanto, le dieron abrazos y besos en la mejilla. Macarena directamente la besó en la boca.
—Te felicito, hermana —le dijo—. Estoy muy orgullosa de vos.
—Yo también te felicito —le dije, dándole un abrazo—. Te merecías esto… aunque siempre creí que ibas a buscar un “príncipe azul”.
—Ya habrá tiempo para “príncipes azules”, ahora quiero disfrutar un poco de la vida. Quiero vivir experiencias intensas, como ésta. ¿No te molesta que me haya cogido a todos tus amigos?
—No, ni un poquito. Me hubiera molestado si te hubieran tratado mal; pero como sé que la pasaste bien, no hay ningún problema.
—¿Y vos, mamá? ¿Tenés algo para decir? —Preguntó Pilar—. No abriste la boca en ningún momento. Sé que te puede molestar que haya hecho esto; pero después de escuchar las aventuras que viviste cuando eras joven, se me metió en la cabeza la loca fantasía de estar rodeada de pijas, y que todas fueran para mí. Quería experimentar lo mismo que vivieron vos, la tía Cristela… y la abuela. También Maca hizo algo parecido y le pedí que me lo contara todo como mil veces. Sé que te debe dar miedo de que yo, después de esto, pase a ser “la puta del barrio”; pero… te aseguro que no me arrepiento de nada.
Alicia se puso de pie y se acercó a Pilar, le dio un fuerte abrazo, en el que sus tetas tuvieron que pelearse por un poco de espacio.
—Solamente quiero decir que estoy muy orgullosa de vos, hija. Me alegra que hayas vencido todos tus miedos y te hayas animado a vivir una fantasía sexual tan intensa… y tan excitante. Eso te lo digo por experiencia. Sé perfectamente lo que sentiste al hacerlo. No quiero que vivas con el mismo arrepentimiento que yo. Y solo me queda por decirte: Bienvenida al “Club de las putas reventadas en un gangbang”.
—Uy… yo quiero unirme a ese club —dijo Brenda. Y estallaron las risas.
Al igual que mi mamá, yo también estoy orgulloso de Pilar. No debió ser nada fácil para ella hacerle frente a todos sus miedos al mismo tiempo; pero lo hizo… y logró salir victoriosa.
—---------
El día que Ayelén y Cristela se mudaron, se permitieron una “despedida sexual”. No quise entrometerme, pero sé que Cristela y Alicia cogieron toda la noche, ya que yo estuve con Brenda en el cuarto de Gisela y se podía escuchar todo. A mi hermana mayor le pareció una buena idea que yo también tuviera una última noche a solas con Brenda, ya que en un par de días ellas también abandonarían la casa. Eran demasiadas despedidas juntas.
Mi noche con Brenda estuvo muy bien, aunque no hubo tanto sexo como cabría de esperar, en lugar de eso preferimos usar el tiempo para charlar. ¿Será eso una señal de madurez?
Lo que sí me sorprendió fue que la “última noche de sexo” de Ayelén en esta casa haya sido con Estefanía. A la mañana siguiente la vi salir del cuarto y las dos se reían mientras se daban esporádicos besos.
—¿Y desde cuándo estas dos se llevan tan bien? —Preguntó Brenda, que estaba a mi lado.
—Sé que Tefi iba a intentar hacer las paces con ella… y se ve que funcionó.
Me sentí un poco incómodo. Veía casi imposible que Tefi de pronto afianzara un romance con Ayelén y que decidiera estar con ella… aún así, se las veía muy felices. Como si nunca se hubieran peleado.
Aún así, la mudanza se concretó. Ayelén y Cristela fueron las primeras en dejar la casa, y luego seguirían más… como si esto fuera un reality show donde gana quien más tiempo se queda.
Como cabría de esperar, hubo lágrimas, besos y abrazos. En especial por parte de Alicia, ella se puso muy sentimental al apartarse de su hermana. Debió ser difícil después de que pasaran juntas tantos meses de mucho desenfreno sexual. Quizás habían esperado toda sus vidas por poder experimentar algo así, y ahora debían dejarlo… quizás para siempre. Mi madre estaba muy firme en su postura. En cuanto se concretaran las mudanzas, el sexo entre miembros de la familia debía terminarse.
¿De verdad ésta iba a ser la última vez que Cristela y Alicia compartieran una cama? De ser así, me parecía demasiado doloroso.
Se marcharon porque llegó el taxi y ya no pudieron posponer más la despedida. Prometieron visitarnos en cuanto pudieran.
Antes de irse, Ayelén me tomó del brazo, me llevó a un rincón apartado y me dijo:
—Espero que los rencores hayan quedado atrás.
—Por mí está bien… siempre y cuando no vuelvas a joderme de la forma en que lo hiciste.
—No fue nada personal, solo estaba cuidando lo que era mío —dijo, encogiéndose de hombros.
—Hasta donde sé, Tefi no es tuya. Nunca lo fue.
—Ya sé… y fui una boluda en pensar lo contrario. Tefi ya me lo dejó muy claro. Vamos a seguir como amigas. Y dentro de lo posible, intentaremos respetar esa regla de tu mamá. Al menos tuvimos una buena despedida. Por cierto, creo que vos deberías hablar con ella…
—Es mi hermana, vamos a tener muchas oportunidades de hablar.
—No te hagas el boludo, Nahuel. Entre ustedes hay un tema pendiente que es tan obvio que ya no sabemos cómo hacer para disimularlo. En la casa ya todas saben lo que sentís por ella… te recomiendo que lo hablen cuanto antes, de lo contrario podrían arrepentirse. Mientras más tiempo dejen pasar, va a ser peor para los dos.
—¿Y por qué de pronto esto te importa tanto? ¿Qué ganás vos?
—Nada… tomalo como una pequeña devolución, por todo lo que te hice. Y por el hecho de que ahora somos hermanos y deberíamos llevarnos mejor. Además, solo te estoy diciendo algo obvio. Preguntale a Macarena, a Pilar… o a quien quieras… todas te van a decir lo mismo. Es que sos muy obvio, Nahuel. Si tenés una mínima chance con Tefi, deberías aprovecharla. No seas tan cobarde.
Después de decir esto, corrió hasta el taxi, donde su madre le estaba pidiendo que se apure. Vi cómo Tefi las saludaba con la mano, ella también había estado llorando.
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