Pedro era un buen chico, siempre responsable, de buen corazón y respetuoso con sus padres. No tenía muchos amigos y seguramente no era popular pero nunca se quejó de su vida porque tenía la suerte de tener un padre modelo y muy trabajador que nunca le hacía faltar nada, una madre muy cariñosa y comprensiva, y un hermanito pequeño que aunque fuese muy mimado y travieso era el más tierno de este mundo. Una familia prácticamente perfecta. Todo era casi perfecto en su vida, todo aparte Marcelo. El era un compañero de su escuela muy popular, sobretodo con las chicas y que había echo el atormentar a Pedro su pasatiempo preferido. Los dos eran como el fuego y el agua; completamente diferentes. El buen Pedro era un chico blanco, de baja estatura, con lentes, tímido y cobarde. Por lo contrario Marcelo era malo, piel oscura, muy alto, físico atlético y musculoso, fiestero y seguro de sí mismo.
El odio que sentían el uno por el otro era inevitable. Pedro pasaba la mayor parte del tiempo a esconderse de él viendo de lejos como todas las chicas más lindas de la escuela le estaban pegadas como cola, como atormentaba a otros nerds como el, riéndose con sus amigos y como pasaba su vida violando todos las reglas que podía sin recibir un castigo adecuado. Los sentimientos de Pedro eran una mezcla de odio y envidia que el siempre trataba de contener a causa de la educación religiosa recibida por su madre. Ella le enseñó que la violencia era mala, como el odio y la envidia, pero lo más importante fue decirle que al final es el bueno que será recompensado mientras el malo paga siempre por sus acciones. Fue eso que le impidió rebelarse a Marcelo todo ese tiempo pero por más que se esforzarse, probar esos sentimientos negativos por ese sujeto era inevitable.
Algunos dicen que el buen día se ve por la mañana y si así era entonces ese día no se preanunciaba bien. El despertador no había sonado, lo que había echo que Pedro llegase tarde a la escuela justo el día de un examen importante. El había estudiado pero sabía que el tener menos tiempo para hacerlo comprometería el resultado. Al final de la hora la profesora había ya terminado de corregir los exámenes que habían ido mal para todos. Apenas pudo revisar el examen Pedro vio que la profesora de echo, no había revisado bien el suyo y seguramente también el de otros y que por eso su calificación era injusta. El problema era que nadie osaba decir algo en contra de ella ya que era un buen tiempo que la profesora estaba de pésimo humor a causa de su divorcio y que desde ese momento había comenzado a tratar muy mal a sus alumnos, más de lo normal.
El problema de Pedro pero, era un poco más complicado porque el siempre fue el alumno con las notas más altas y sumado a eso había prometido a sus padres que habría recibido sólo excelentes calificaciones para obtener como recompensa una nueva computadora. El chico se hizo coraje y se puso de pie para ir hablar con la profesora.
A ella no le gustó que su alumno contestara su nota, aunque sí con educación y respeto así que lo mandó a sentarse a su lugar amenazándolo de bajar aún más su calificación. El día de Pedro continuo empeorando en la hora de educación física cuando fue humillado por las risas de sus compañeros y compañeras al ver que no lograba hacer ni una flexión. Entre ellos estaba también Marcelo que aprovechó un momento en el que el profesor se distrajo para pasar con un pie sobre la espalda de Pedro, aplastando al piso, escupir en su nuca y ponerse a hacer flexiones cerca de el para aumentar su humillación.
A la salida conversaba con Juan, su mejor amigo de lo terrible que fue ese día para el pero mientras caminaba, Marcelo y su pequeña banda lo esperaron en el camino como una emboscada. Pedro creía que él tormento de ese día había terminado pero al ver a su torturador se dio cuenta que la parte peor estaba para comenzar.
La banda de Marcelo se divirtió a empujar a los dos amigos dentro un círculo que habían creado ellos como si fuesen unas pelota de flipper. Como siempre entre insultos y risas la primera parte terminó cuando uno de ellos cayó al suelo, en ese caso fue Pedro, mientras algunos tenían quieto al otro nerd y Marcelo se sentaba sobre el que había caído revisando su mochila. Casi siempre Pedro tenía que pagar el pedaje para llegar a casa sin recibir golpes, el ya se había acostumbrado y estaba dispuesto a entregar el dinero sin protestas pero el bastardo de Marcelo sin importarle lo maltrataba por su proprio gusto.
Lo que pasó después fue algo que cambió la vida de Pedro para siempre, algo que el había podido evitar.
Talvez por la calor, talvez porque Marcelo estaba más sádico de lo normal ese día o talvez para Pedro fue ya un día terriblemente frustrante pero por una de esas razones Marcelo escupió otra vez en la nuca de Pedro el cual en un momento de rabia se dejó salir un:
-Hijo de puta.
Ese fue el error mas grande de su vida. Si bien había tratado decirlo silenciosamente todos escucharon sus palabras. La falta de respeto por parte del microbio hizo que Marcelo se encabronara y le de unas patadas a Pedro que todavía estaba echado el piso. No era la primera vez que Pedro recibía golpes pero ese día los sintió mucho más fuertes que las otras veces. Después de un rato logró pararse y se ajustó la ropa mientras también el pobre Juan pagaba por su error. Primero que todo termine Marcelo quiso dejarle un ultimo regalo a Pedro y así con un puñete a la cara lo hizo caer nuevamente al piso. Juan lo ayudó a ponerse de nuevo de pie mientras la banda se iba en otra dirección riendo como si nada.
Durante el camino a casa, Pedro trataba de pensar a una manera de esconder ese ojo negro o por lo menos a encontrar una mentira creíble. Abrió la puerta, vio que su madre estaba en la cocina y tratando de no hacerse ver subió las escaleras.
-Pedrito! Pero a donde vas hijo?
-Yo…amm…estoy cansado, me voy a mi cuarto.
Pedro estaba parado en las escaleras tratando de sonar lo más normal posible.
-Esta bien pero dime como fue tu examen?
-Excelente…todo como siempre.
-Que bien pero porque no me cuentas mas…no te perjudicó que llegaras tarde?
-No, no. Nada.
-Pedrito, estas raro. Ven aquí y dime que tienes.
Pedro no solía mentir a su madre pero el nerviosismo del momento hizo que su boca fuera más rápida de su cerebro. Ahora pero, no podía esconder su cara así que con la cabeza baja, bajó las escaleras y fue frente de su madre. Ella era un poco más alta que el cuando estaba con tacos así que le agarró de su cara y la levantó con ternura así arriba para verlo bien.
-Dios mío Pedro! Que te pasó?
-Nada mamá, nomas me caí sobre una puerta.
El cerebro de Pedro no trabajaba bien cuando se sentía presionado lo que causó que diga esa frase sin sentido.
-Caíste sobre…una puerta?
-No, no…quería decir me golpee con una puerta.
-Mmm…Pedro Jesús Murieta García, no le mientas a tu madre…dime que pasó?
-No…nada mamá.
-…Fue ese muchacho verdad? Ese Marcelo..
Pedro se quedó en silencio ya que mentir era inútil.
-Lo sabía, lo sabía! Esto es el colmo. Como se puede tolerar a un sujeto así en una escuela tan decente como la nuestra? Esto tiene que acabar.
La madre de Pedro, Teresa, nació y vivió toda su vida en esa ciudad de la cual era muy orgullosa. De joven fue una chica muy popular por su comportamiento ejemplar, por su ética, por ayudar a los pobres y era la campeona de debate de la escuela, la misma en la cual inscribió a su hijo y es por esa razón que todavía la consideraba suya. Teresa era conocida y respetada por toda si comunidad, en la iglesia, en el vecindado y también en la escuela.
Era una buena mujer, una ciudadana modelo, una esposa perfecta y sobretodo una madre y no había ni una madre que aceptaría que su amado hijo venga tratado así. Agarró el celular y llamó a la escuela para hablar con él director. Pedro veía como su madre protestaba al teléfono por casi una hora con el director y como pedía con insistencia el numero de los padres de Marcelo.
Por todo ese tiempo su hermanito le jalaba de la falda a su madre pidiéndole atención pero ella lo ignoraba. Al final logró hacerse dar el número de la madre de Marcelo.
Teresa nunca terminaba perdiendo una discusión, ni con su hijo, su marido, el pastor de la iglesia o el director de su escuela; las únicas veces que perdió fue cuando de joven protestó contra un sexy shop que abrió cerca de la escuela y cuando algunos años atrás un nuevo local nocturno abrió en la zona donde estaba su iglesia.
Los tiempos habían cambiado y los valores de un tiempo ya no eran tan importantes para la gente. Eso era algo que Teresa no quería aceptar y por toda su vida luchó contra la corrupción que a dicha de ella estaba infectando más y más su ciudad y el mundo.
Pedro apenas su madre colgó la llamada fue a rogarle a su madre que no llamara a los padres de Marcelo, ya que no quería tener más problemas. Teresa no le hizo caso y llamó al número que le habían dado. Al principio no respondía nada así que llamó una segunda ves. Aún nada. No era una novedad que los padres de Marcelo no respondieran al teléfono. Los casos de bullying fueron reportados por muchos alumnos y alumnas en la escuela y el director no tenía opciones si no llamar a los padres del chico. El problema era que ellos casi nunca respondían a las llamadas por parte de la escuela o a las convocación así que el director se acostumbró solo a suspender al chico o mandarlo a casa con notas de castigo para que lean sus padres.
La situación era al límite del creíble pero después de otros intentos al fin, alguien respondió al teléfono. Que fuera suerte o mala suerte solo ustedes pueden decirlo.
-Hola? Señora Costa?
-Que mierda quieres?
Así Marcelo respondió al teléfono de su madre dejando a Teresa un poco sorprendida por esas palabras.
-Soy Teresa Inés Garcia …
-Me importa un culo de quien eres pendeja. Dime que quieres?
-…Escúchame bien señor Costa. Llamo a causa de su hijo Marcelo que por mucho tiempo a atormentado a mi pobre hijo Pedro y hoy asta llegó a casa con un ojo negro así que…
-Pedro? Jajajaja, quiere decir concha con lentes?
-Que? Como dijo?
-Concha con lentes…enano, blanco, cabellos castaños, lentes…
-Si, es el!
Teresa se arrepintió de confirmar la identidad después de ese insultó.
-Pero usted como e atreve a llamar así a mi hijo? A caso esta loco? Piensa que le dejaré hablar así de mi pequeño o que deje que su hijo…
-No, no tengo hijos loca…por lo menos que yo sepa.
-Como que no tiene hijos? Usted no es el señor Costa, padre de Marcelo Cos…
-Yo soy Marcelo pendeja. Ahora, dime que quieres.
Teresa estaba sorprendida que todo ese tiempo estuvo hablando con Marcelo. Pará tener la misma edad de su hijo su voz era muy gruesa y madura. Lo que la sorprendió más fue que siendo el un joven, le hablaba con tanta superioridad y mal educación que sí para otra persona de su misma edad era inaceptable, peor para un joven presumido.
-Tu…Niño maleducado, no te atrevas a hablarme de ese modo. Quiero hablar ahora mismo con uno de tus padres.
-Mi madre esta durmiendo y mi padre o mejor mi padrastro ya se escapó unos meses atrás.
-Amm…Esta bien. Entonces pasame a tu madre.
-No pendeja, te digo que esta durmiendo y después de la borrachera de ayer estoy seguro que no se levantara asta esta noche.
-Ya te dije…(respira profundo)Bueno, llamaré a tu madre por la noche pero quiero que me escuches joven. Tu no te tienes que acercar a mi hijo. Si me entero que le hiciste algo más te juro…
Marcelo cuelga la llamada dejando a Teresa en medio de su discurso.
-Que hijo de…
La cara de Teresa estaba roja de rabia que parecía que quería explotar. Pedro estaba delante de ella viendo con miedo que cosa iba a hacer ahora.
Su mamá tomó un grande respiro y como si nada agarró al pequeño Jonás en sus brazos para atenderlo repitiendo:
-Dame le fuerza Señor, dame la fuerza.
Después de atender a su hermanito, los tres comieron juntos y después el se fue a su cuarto. Pedro aunque sí temía por el día siguiente en su escuela fue tranquilizado por su madre que le dijo que no le hubiera pasado nada. Después de unas horas recibió un mensaje en celular, la foto de su madre y abajo escrito:
-No me dijiste que tu mami era tan linda pendejo.
Pedro no reconocía el número pero ya sabia quien era quien lo había contactado.
-Mercelo? Como tienes mi numero? De donde sacaste esa foto?
-Un amigo que tengo en tu clase me lo pasó del grupo de WhatsApp de clase y esta fotito nomas la tomé del Facebook.
Pedro revisó el perfil de Facebook de su madre y yendo abajo encontró la foto que le mandó Marcelo. La foto en sí no tenía nada de malo pero en ella, se podía ver bien la bella cara y el cuerpo de su madre. Seguramente Marcelo había visto a todas esas fotos y escogió la mejor. Su madre siempre fue una mujer de encanto, cabellos negros, piel clara, ojos azules y ahora que esa foto estaba delante de él recién se daba cuenta del cuerpo que llevaba. El nunca había visto de esa manera a ella pero ahora que Marcelo le mando esa foto puso atención a los detalles de su figura. Senos grandes y formosos apretados por ese vestido, un cuerpo cuidado por todo el gimnasio que hacía en casa y un trasero que era la fin del mundo como escuchó decir una ves por un hombre en la iglesia.
Pedro estaba fastidiado por el comento de su atormentador sobre su madre pero cuando le pidió que no hable así de ella, el no le contestó.
Después de un rato bajó y vio su madre con otra ropa lista para salir.
-Mamá?
-Pedrito, tesoro. Ahora salgo, regresaré en poco tiempo, ok?
-Pero donde vas?
-Ese Marcelo me mandó un mensaje y dijo que su madre quería hablar conmigo de persona. Parece que resolveremos ya las cosas.
-Ah, ok…pero talvez…
-Ahora no hijo, mejor me apuro así regreso primero a casa y preparó la cena.
Pedro ve su madre salir de la casa y estando a cada paso más lejos de él y de su hogar. Algo en ese momento le hizo dar un escalofrió en la espalda. Algo terrible estaba apuntó de pasar pero no sabía que.
-Ten…Ten cuidado mamá!
Dijo Pedro pero ella no lo escuchó.
Continúa...
El odio que sentían el uno por el otro era inevitable. Pedro pasaba la mayor parte del tiempo a esconderse de él viendo de lejos como todas las chicas más lindas de la escuela le estaban pegadas como cola, como atormentaba a otros nerds como el, riéndose con sus amigos y como pasaba su vida violando todos las reglas que podía sin recibir un castigo adecuado. Los sentimientos de Pedro eran una mezcla de odio y envidia que el siempre trataba de contener a causa de la educación religiosa recibida por su madre. Ella le enseñó que la violencia era mala, como el odio y la envidia, pero lo más importante fue decirle que al final es el bueno que será recompensado mientras el malo paga siempre por sus acciones. Fue eso que le impidió rebelarse a Marcelo todo ese tiempo pero por más que se esforzarse, probar esos sentimientos negativos por ese sujeto era inevitable.
Algunos dicen que el buen día se ve por la mañana y si así era entonces ese día no se preanunciaba bien. El despertador no había sonado, lo que había echo que Pedro llegase tarde a la escuela justo el día de un examen importante. El había estudiado pero sabía que el tener menos tiempo para hacerlo comprometería el resultado. Al final de la hora la profesora había ya terminado de corregir los exámenes que habían ido mal para todos. Apenas pudo revisar el examen Pedro vio que la profesora de echo, no había revisado bien el suyo y seguramente también el de otros y que por eso su calificación era injusta. El problema era que nadie osaba decir algo en contra de ella ya que era un buen tiempo que la profesora estaba de pésimo humor a causa de su divorcio y que desde ese momento había comenzado a tratar muy mal a sus alumnos, más de lo normal.
El problema de Pedro pero, era un poco más complicado porque el siempre fue el alumno con las notas más altas y sumado a eso había prometido a sus padres que habría recibido sólo excelentes calificaciones para obtener como recompensa una nueva computadora. El chico se hizo coraje y se puso de pie para ir hablar con la profesora.
A ella no le gustó que su alumno contestara su nota, aunque sí con educación y respeto así que lo mandó a sentarse a su lugar amenazándolo de bajar aún más su calificación. El día de Pedro continuo empeorando en la hora de educación física cuando fue humillado por las risas de sus compañeros y compañeras al ver que no lograba hacer ni una flexión. Entre ellos estaba también Marcelo que aprovechó un momento en el que el profesor se distrajo para pasar con un pie sobre la espalda de Pedro, aplastando al piso, escupir en su nuca y ponerse a hacer flexiones cerca de el para aumentar su humillación.
A la salida conversaba con Juan, su mejor amigo de lo terrible que fue ese día para el pero mientras caminaba, Marcelo y su pequeña banda lo esperaron en el camino como una emboscada. Pedro creía que él tormento de ese día había terminado pero al ver a su torturador se dio cuenta que la parte peor estaba para comenzar.
La banda de Marcelo se divirtió a empujar a los dos amigos dentro un círculo que habían creado ellos como si fuesen unas pelota de flipper. Como siempre entre insultos y risas la primera parte terminó cuando uno de ellos cayó al suelo, en ese caso fue Pedro, mientras algunos tenían quieto al otro nerd y Marcelo se sentaba sobre el que había caído revisando su mochila. Casi siempre Pedro tenía que pagar el pedaje para llegar a casa sin recibir golpes, el ya se había acostumbrado y estaba dispuesto a entregar el dinero sin protestas pero el bastardo de Marcelo sin importarle lo maltrataba por su proprio gusto.
Lo que pasó después fue algo que cambió la vida de Pedro para siempre, algo que el había podido evitar.
Talvez por la calor, talvez porque Marcelo estaba más sádico de lo normal ese día o talvez para Pedro fue ya un día terriblemente frustrante pero por una de esas razones Marcelo escupió otra vez en la nuca de Pedro el cual en un momento de rabia se dejó salir un:
-Hijo de puta.
Ese fue el error mas grande de su vida. Si bien había tratado decirlo silenciosamente todos escucharon sus palabras. La falta de respeto por parte del microbio hizo que Marcelo se encabronara y le de unas patadas a Pedro que todavía estaba echado el piso. No era la primera vez que Pedro recibía golpes pero ese día los sintió mucho más fuertes que las otras veces. Después de un rato logró pararse y se ajustó la ropa mientras también el pobre Juan pagaba por su error. Primero que todo termine Marcelo quiso dejarle un ultimo regalo a Pedro y así con un puñete a la cara lo hizo caer nuevamente al piso. Juan lo ayudó a ponerse de nuevo de pie mientras la banda se iba en otra dirección riendo como si nada.
Durante el camino a casa, Pedro trataba de pensar a una manera de esconder ese ojo negro o por lo menos a encontrar una mentira creíble. Abrió la puerta, vio que su madre estaba en la cocina y tratando de no hacerse ver subió las escaleras.
-Pedrito! Pero a donde vas hijo?
-Yo…amm…estoy cansado, me voy a mi cuarto.
Pedro estaba parado en las escaleras tratando de sonar lo más normal posible.
-Esta bien pero dime como fue tu examen?
-Excelente…todo como siempre.
-Que bien pero porque no me cuentas mas…no te perjudicó que llegaras tarde?
-No, no. Nada.
-Pedrito, estas raro. Ven aquí y dime que tienes.
Pedro no solía mentir a su madre pero el nerviosismo del momento hizo que su boca fuera más rápida de su cerebro. Ahora pero, no podía esconder su cara así que con la cabeza baja, bajó las escaleras y fue frente de su madre. Ella era un poco más alta que el cuando estaba con tacos así que le agarró de su cara y la levantó con ternura así arriba para verlo bien.
-Dios mío Pedro! Que te pasó?
-Nada mamá, nomas me caí sobre una puerta.
El cerebro de Pedro no trabajaba bien cuando se sentía presionado lo que causó que diga esa frase sin sentido.
-Caíste sobre…una puerta?
-No, no…quería decir me golpee con una puerta.
-Mmm…Pedro Jesús Murieta García, no le mientas a tu madre…dime que pasó?
-No…nada mamá.
-…Fue ese muchacho verdad? Ese Marcelo..
Pedro se quedó en silencio ya que mentir era inútil.
-Lo sabía, lo sabía! Esto es el colmo. Como se puede tolerar a un sujeto así en una escuela tan decente como la nuestra? Esto tiene que acabar.
La madre de Pedro, Teresa, nació y vivió toda su vida en esa ciudad de la cual era muy orgullosa. De joven fue una chica muy popular por su comportamiento ejemplar, por su ética, por ayudar a los pobres y era la campeona de debate de la escuela, la misma en la cual inscribió a su hijo y es por esa razón que todavía la consideraba suya. Teresa era conocida y respetada por toda si comunidad, en la iglesia, en el vecindado y también en la escuela.
Era una buena mujer, una ciudadana modelo, una esposa perfecta y sobretodo una madre y no había ni una madre que aceptaría que su amado hijo venga tratado así. Agarró el celular y llamó a la escuela para hablar con él director. Pedro veía como su madre protestaba al teléfono por casi una hora con el director y como pedía con insistencia el numero de los padres de Marcelo.
Por todo ese tiempo su hermanito le jalaba de la falda a su madre pidiéndole atención pero ella lo ignoraba. Al final logró hacerse dar el número de la madre de Marcelo.
Teresa nunca terminaba perdiendo una discusión, ni con su hijo, su marido, el pastor de la iglesia o el director de su escuela; las únicas veces que perdió fue cuando de joven protestó contra un sexy shop que abrió cerca de la escuela y cuando algunos años atrás un nuevo local nocturno abrió en la zona donde estaba su iglesia.
Los tiempos habían cambiado y los valores de un tiempo ya no eran tan importantes para la gente. Eso era algo que Teresa no quería aceptar y por toda su vida luchó contra la corrupción que a dicha de ella estaba infectando más y más su ciudad y el mundo.
Pedro apenas su madre colgó la llamada fue a rogarle a su madre que no llamara a los padres de Marcelo, ya que no quería tener más problemas. Teresa no le hizo caso y llamó al número que le habían dado. Al principio no respondía nada así que llamó una segunda ves. Aún nada. No era una novedad que los padres de Marcelo no respondieran al teléfono. Los casos de bullying fueron reportados por muchos alumnos y alumnas en la escuela y el director no tenía opciones si no llamar a los padres del chico. El problema era que ellos casi nunca respondían a las llamadas por parte de la escuela o a las convocación así que el director se acostumbró solo a suspender al chico o mandarlo a casa con notas de castigo para que lean sus padres.
La situación era al límite del creíble pero después de otros intentos al fin, alguien respondió al teléfono. Que fuera suerte o mala suerte solo ustedes pueden decirlo.
-Hola? Señora Costa?
-Que mierda quieres?
Así Marcelo respondió al teléfono de su madre dejando a Teresa un poco sorprendida por esas palabras.
-Soy Teresa Inés Garcia …
-Me importa un culo de quien eres pendeja. Dime que quieres?
-…Escúchame bien señor Costa. Llamo a causa de su hijo Marcelo que por mucho tiempo a atormentado a mi pobre hijo Pedro y hoy asta llegó a casa con un ojo negro así que…
-Pedro? Jajajaja, quiere decir concha con lentes?
-Que? Como dijo?
-Concha con lentes…enano, blanco, cabellos castaños, lentes…
-Si, es el!
Teresa se arrepintió de confirmar la identidad después de ese insultó.
-Pero usted como e atreve a llamar así a mi hijo? A caso esta loco? Piensa que le dejaré hablar así de mi pequeño o que deje que su hijo…
-No, no tengo hijos loca…por lo menos que yo sepa.
-Como que no tiene hijos? Usted no es el señor Costa, padre de Marcelo Cos…
-Yo soy Marcelo pendeja. Ahora, dime que quieres.
Teresa estaba sorprendida que todo ese tiempo estuvo hablando con Marcelo. Pará tener la misma edad de su hijo su voz era muy gruesa y madura. Lo que la sorprendió más fue que siendo el un joven, le hablaba con tanta superioridad y mal educación que sí para otra persona de su misma edad era inaceptable, peor para un joven presumido.
-Tu…Niño maleducado, no te atrevas a hablarme de ese modo. Quiero hablar ahora mismo con uno de tus padres.
-Mi madre esta durmiendo y mi padre o mejor mi padrastro ya se escapó unos meses atrás.
-Amm…Esta bien. Entonces pasame a tu madre.
-No pendeja, te digo que esta durmiendo y después de la borrachera de ayer estoy seguro que no se levantara asta esta noche.
-Ya te dije…(respira profundo)Bueno, llamaré a tu madre por la noche pero quiero que me escuches joven. Tu no te tienes que acercar a mi hijo. Si me entero que le hiciste algo más te juro…
Marcelo cuelga la llamada dejando a Teresa en medio de su discurso.
-Que hijo de…
La cara de Teresa estaba roja de rabia que parecía que quería explotar. Pedro estaba delante de ella viendo con miedo que cosa iba a hacer ahora.
Su mamá tomó un grande respiro y como si nada agarró al pequeño Jonás en sus brazos para atenderlo repitiendo:
-Dame le fuerza Señor, dame la fuerza.
Después de atender a su hermanito, los tres comieron juntos y después el se fue a su cuarto. Pedro aunque sí temía por el día siguiente en su escuela fue tranquilizado por su madre que le dijo que no le hubiera pasado nada. Después de unas horas recibió un mensaje en celular, la foto de su madre y abajo escrito:
-No me dijiste que tu mami era tan linda pendejo.
Pedro no reconocía el número pero ya sabia quien era quien lo había contactado.
-Mercelo? Como tienes mi numero? De donde sacaste esa foto?
-Un amigo que tengo en tu clase me lo pasó del grupo de WhatsApp de clase y esta fotito nomas la tomé del Facebook.
Pedro revisó el perfil de Facebook de su madre y yendo abajo encontró la foto que le mandó Marcelo. La foto en sí no tenía nada de malo pero en ella, se podía ver bien la bella cara y el cuerpo de su madre. Seguramente Marcelo había visto a todas esas fotos y escogió la mejor. Su madre siempre fue una mujer de encanto, cabellos negros, piel clara, ojos azules y ahora que esa foto estaba delante de él recién se daba cuenta del cuerpo que llevaba. El nunca había visto de esa manera a ella pero ahora que Marcelo le mando esa foto puso atención a los detalles de su figura. Senos grandes y formosos apretados por ese vestido, un cuerpo cuidado por todo el gimnasio que hacía en casa y un trasero que era la fin del mundo como escuchó decir una ves por un hombre en la iglesia.
Pedro estaba fastidiado por el comento de su atormentador sobre su madre pero cuando le pidió que no hable así de ella, el no le contestó.
Después de un rato bajó y vio su madre con otra ropa lista para salir.
-Mamá?
-Pedrito, tesoro. Ahora salgo, regresaré en poco tiempo, ok?
-Pero donde vas?
-Ese Marcelo me mandó un mensaje y dijo que su madre quería hablar conmigo de persona. Parece que resolveremos ya las cosas.
-Ah, ok…pero talvez…
-Ahora no hijo, mejor me apuro así regreso primero a casa y preparó la cena.
Pedro ve su madre salir de la casa y estando a cada paso más lejos de él y de su hogar. Algo en ese momento le hizo dar un escalofrió en la espalda. Algo terrible estaba apuntó de pasar pero no sabía que.
-Ten…Ten cuidado mamá!
Dijo Pedro pero ella no lo escuchó.
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