Voy a tratar de escribir lo mas desestructurado posible, para impregnar lo que siento ahora en este relato. No es una historia de fábula, sino una historia real que jamás creí que llegaría a contar, mas allá del anonimato que puede dar este mundo virtual. Ya pasé los 60 años y me estoy retirando del sexo, que alguna vez fue muy explosivo y con el tiempo mis fantasías fueron cambiando, hasta llegar a este presente, donde mi mayor fantasía es ver a mi esposa cogiendo a otro hombre. Ella tiene 53 años, pero mantiene su cuerpo preparado para seguir activa. Sigue teniendo esa cola que me calentó tanto cuando la conocí. Sus pechos, que tantas veces chupeteé, siguen con firmeza y su concha, bueno, su concha es exquisita, porque fue verla y enamorarme a primera vista. Depilada, tierna, con los labios hinchados de tanto amor para dar. Me la cogí todo lo que pude, sin dejarle agujero libre. Ella es un volcán, muy caliente, pero callada. Quizás ese sea su mayor deficiencia, porque nunca me había confesado sus fantasías, que supuestamente no las tenía, algo que nunca le creí. Así vivimos por varios años, hasta que una noche en la que cogíamos le volví a preguntar sobre sus fantasías y así comenzó un trabajo de ablande, para que me confiara sus secretos y así me fui enterando de su pasado amoroso. Supe que antes de conocerme, hace unos 19 años, tuvo un amante que calzaba fuerte, según él le confesó, medía 27 centímetros a plena marcha. Eso me shockeó un poco, no me lo esperaba. ¿Como competir con eso! y ahí me fue contando, un poco cada día, sobre sus proezas sexuales con este muchacho y lo hacía con un brillo en los ojos y una sonrisa en la cara. Era muy obvio que extrañaba esas cogidas. Una noche me animé a ahondar en el tema y le dije: Supongo que no le habrás entregado la cola... Y hubo un silencio de parte de ella. Le repregunté y me dijo sin poder aguantar la sonrisa: ¿Porqué no? Me quedé duro (en ambos sentidos) ¿Como porqué no? le dije. ¿Que tiene de malo? Me preguntó. Le hubiera dicho: "Porque si te meten una pija de 27 centímetros en el orto, te lo dejan arruinado", pero como a ella esas palabras no le gustan, se lo dije con otras palabras, mas suavemente. Su respuesta me terminó de noquear: "Él me dijo que ya tenía los 27 centímetros adentro y los aguanté sin problemas", y continuó diciendo entre sonrisas "No me preguntes más...". Demás está decir que esa noche le llené el culo de leche. Después me sentí un tarado al pensar que cada vez que la cogía por el orto, la trataba entre algodones para que no le duela ¡y ella se había tragado por ahí semejante herramienta! con el tiempo me contaría más historia de como y cuanto se la cogía este flaco y así fue naciendo este morbo, pero yo todavía no estaba listo para asumirlo. Mas de una vez, mientras cogíamos me la imaginaba ensartada por ese hijo de puta y ella con una sonrisa en los labios, como la que no podía disimular cuando me contaba esas batallas. Con el tiempo me fue contando otras historias, siempre con el mismo brillo en los ojos, pero eso será un relato para otra ocasión. Tengo fotos de ella y de su preciosa concha, pero por respeto a mi esposa no puedo mostrarlas.
4 comentarios - El morbo por ver a mi esposa cogiendo con otro.