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Capítulo 65.
Libertinaje.
Durante una mañana, mientras desayunábamos, Macarena nos comunicó que ya es oficial: comenzará la campaña de vacunación contra el Covid. Esa noticia tendría que haberme puesto feliz, porque seguramente alegró a un montón de gente. Muchos deberán estar impacientes por recuperar su vida normal; pero yo no. Para mí significa que esta forma de vida en aislamiento, con mi familia, está llegando a su fin.
Sé que las cosas de ahora en adelante van a cambiar mucho. No sé qué tendrán en mente mis hermanas. Tal vez alguna quiera quedarse a vivir en esta casa durante años, aunque algo me dice que no será así.
— ¿Y es confiable esa vacuna? —Preguntó mi mamá.
—A ver, mamá… espero que no seas esa clase de persona que cree que nos van a poner un chip para controlar nuestras mentes o para rastrearse, como dicen algunos paranoicos.
—No, Maca, nada que ver. Yo sí quiero vacunarme, más miedo me da no hacerlo. Solo quiero saber si de todas las opciones que hay de vacunas contra el Covid vamos a tener la mejor.
—Bueno, cuando llegue el momento, tal vez puedas elegir la que querés… o quizás te pongan la que te toque. No lo sé. Lo que sí sé es que todas son efectivas. Y nos van a poner dos dosi
—¿Dos? Eso me tranquiliza, siento que es como un refuerzo.
Macarena consiguió calmar un poco a Alicia, pensé que mi madre opondría más resistencia ante la campaña de vacunación, porque es paranoica por naturaleza; pero entiende que el riesgo está en salir a la calle sin vacunarse. Sin embargo, las palabras de mi hermana no sirvieron para calmar mi preocupación con respecto a lo que va a pasar después.
—¿Qué piensan hacer cuando ya estén vacunadas? —Les pregunté a todas las presentes. La única que no estaba allí era Ayelén, que seguía con su práctica de pasar largas horas encerrada en el cuarto de mi mamá
—No lo sé —dijo Pilar—. Ni siquiera había pensado en eso.
—Yo quiero ir de vacaciones a la misma playa que fui con Camila Contreras —aseguró Macarena.
—Claro, porque tenés ganas de que te vuelvan a coger entre varios, en plena playa —dijo Gisela, con una sonrisa picarona.
—Por supuesto. Quiero disfrutar de mi libertad. Quiero pasear en concha por la playa y terminar garchando con el primer pijudo que me encuentre.
—Suena interesante —dijo Pilar, con una risita.
—¿Y vos, Gise? —Le pregunté—. ¿Tenés planes?
—Sí, lo hablamos con Brenda —miró a su amiga y las dos intercambiaron sonrisas de complicidad—. Vamos a alquilar un departamento para las dos.
—¿Van a formalizar su relación? —Preguntó Tefi.
—No, nada de eso. Seguiremos siendo buenas amigas… tan buenas que vamos a coger un montón. Pero no somos novias. —Dijo esto último mirándome a mí—. Con lo que ganamos en la oficina podemos permitirnos alquilar algo decente.
—¿Y vos, Tefi? —Preguntó Maca.
—Estoy como Pilar. No tengo idea de qué voy a hacer. Lo voy a pensar durante estos días.
Por alguna extraña razón, esas palabras me tranquilizaron un poco.
—Nahuel… ¿Tenés algo en mente? —Preguntó Pilar.
—Yo me voy a quedar acá —respondí al instante—. En esta casa tengo todo lo que necesito. ¿Por qué me iría?
—Se quiere quedar con la mamá —dijo Alicia, abrazándome fuerte. Mi cara terminó hundida entre sus grandes tetas—. Qué lindo… ojalá más de una decida quedarse un tiempo. Me da un poco de miedo que se vayan todas.
—Bueno, mamá… pero es lógico —dijo Maca—. Llevamos más de un año encerradas en esta casa, queremos salir un poco, a vivir la vida. Espero que no te opongas a eso.
—No, no… quédense tranquilas. Aunque me duela verlas partir, les juro que no voy a interferir. Solo quiero que sean felices. Ya les causé mucho daño por intentar cuidarlas a mi manera y sé que lo mejor es confiar en que ustedes sabrán qué hacer con sus vidas.
—¿Quién es esta mujer, y qué hizo con mi mamá? —Preguntó Pilar. Todos nos reímos.
Yo me quedé hundido en esas tetas, reflexionando sobre lo que va a venir y sintiendo nostalgia por el presente.
—---------
—A ver, presten atención —dijo Macarena, al día siguiente. Tuvimos que convencer a Ayelén para que saliera de su cueva, para que todos pudieramos escuchar este importante anuncio—. Se decreta oficialmente el incio de la competencia de “chupar conchas”.
—¿Eso significa que ya podemos empezar? —Preguntó Gisela mirando a Brenda con una sonrisa libidinosa.
—Casi, ya arrancamos. Antes quería fijar algunas pautas: para empezar, el concurso no durará un solo día. Lo extenderemos a lo largo de toda la semana.
—¿Una semana completa? Me parece mucho.
—A ver, mamá… —continuó Maca—. Probablemente esta sea nuestra despedida del aislamiento y del estilo de vida que construimos durante estos meses. Considero que debemos despedirnos a lo grande. ¿No les parece?
—Estoy de acuerdo —dijo Pilar.
Todos asentimos, a Alicia no le quedó más alternativa que estar de acuerdo. La única que no emitió opinión fue Ayelén. Nos miraba a todos en silencio, como si aún siguiera traumada por la noticia de ser nuestra hermana. No la culpo, a mí también me tiene mal ese asunto.
—¿Y cómo vamos a hacer el concurso? —Preguntó Tefi—. ¿Se van a dar puntos por desafíos o algo así?
—No, va a ser mucho más subjetivo —dijo Maca—. Por eso es importante que respetemos una regla: La honestidad ante todo. Si no hacemos eso, el concurso no tiene sentido. Todas tendremos que chupársela a todas… y al final cada una va a decidir, de a cuerdo a su opinión honesta, quién la chupa mejor. Obviamente no pueden votar por sí mismas.
—Me parece bien, yo prometo que voy a ser sincera —aseguró Gisela—. No voy a favorecer a ninguna, ni tampoco a perjudicar.
—¿Aunque la ganadora pueda ser yo? —Preguntó Ayelén. No me sorprendió que esto la hiciera reaccionar. Esa pendeja es extremadamente competitiva.
—Sí. Si realmente considero que sos la mejor, lo voy a decir. Y lo mismo deberían hacer todas las demás. La competencia debe ser justa y equitativa. Aunque no sé cómo vamos a solucionar el problemita de Nahuel… el pobrecito nació con pene.
—Sí, pobre… no sabe lo que se pierde —dijo Macarena—. Pero también pensé algo para él. Participa como nosotras, así que puede ganar el concurso. Y dijo que quería aprender a hacerlo bien. Por eso armé un sistema especial para él. Sé que en más de una ocasión va a terminar con la pija dura… y la va a querer meter en algún agujero. No se lo deben permitir.
—Ufa, che! —Protesté—. ¿Una semana con la pija dura sin poder meterla en ningún lado?
—Podés meterla en el enchufe —me dijo Tefi—. Eso te daría un estímulo muy potente.
—Ja, ja… muy graciosa —dije, con sarcasmo.
—Si querés meterle la pija a alguna de nosotras, te lo tenés que ganar —continuó Macarena, y captó toda mi atención—. Acá también es importante la honestidad. Si Nahuel no la chupa bien, entonces no tiene derecho a meterles la pija en ningún lado, ni siquiera en la boca. En cambio, si lo hace bien… se la tienen que chupar. Si lo hace muy bien, tienen que dejar que se las meta por la concha… y si lo hace excelente. Bueno, tendrán que entregarle el culo.
—Epa… eso me gusta —respondí con entusiasmo—. Me voy a esmerar mucho.
—¿Están todas dispuestas a seguir estas reglas con absoluta honestidad? —Todas asintieron—. Y nada de regalarle agujeros por compasión, ¿ok? Si el pibe la quiere meter, entonces que aprenda a chupar una concha como es debido.
—Me parece bien —dije—, pero que reconozcan cuando lo hago muy bien… o excelente.
—Sí, eso es obligatorio. De lo contrario habrá consecuencias… y esto va a para todas, incluyendote a vos, Ayelén. Así que si alguna no quiere que Nahuel se las meta… entonces se quedan fuera del concurso y ya está. ¿Van a participar? —Una vez más, todas estuvieron de acuerdo—. Muy bien, entonces cuando le quieran chupar la concha a alguna, le piden permiso y ya está… excepto con Brenda, ella prefiere que lo hagan sin avisar. ¿No es cierto?
—Muy cierto —respondió la aludida, con una sonrisa angelical.
—Perfecto. Se da inicio al concurso…
—¿Y vos, Tefi? —Preguntó Ayelén—. ¿También vas a chupar conchas? ¿Ya no te compleja hacerlo?
No llevamos ni un milisegundo de concurso y Ayelén ya tuvo que generar un momento de tensión.
—Solo quiero ganar, igual que vos —respondió Tefi, encogiéndose de hombros—. Y espero que seas sincera si lo hago con vos.
—Quedate tranquila, sé que tenés un talento especial para chupar conchas… como si hubieras practicado mucho. Bueno, todas las que estamos acá chupamos más de una concha. Va a ser una competencia reñida. Que gane la mejor. Si alguna quiere empezar conmigo, la espero en mi pieza.
Giró sobre sus talones y se perdió en el pasillo en dirección al cuarto de Alicia. Pocos segundos después, Pilar la siguió. Ella notó la preocupación en la cara de Cristela y le dijo:
—No te preocupes, tía… voy en son de paz. Ya estoy harta de las discusiones de esta familia. Solo pretendo que nos llevemos bien… aunque sea por una semana. Y espero que todos hagan el intento de hacer las paces con Ayelén. Les guste o no, es nuestra hermana. Y sé que va a sonar raro después de lo que acabo de decir, pero… aunque nos hayamos llevado mal en el pasado, esa pendeja me calienta un montón. Me muero de ganas de comerle la concha.
—Estoy muy orgullosa de tus nuevas actitudes lésbicas, hermana —dijo Gisela, con una gran sonrisa—. Espero que te esmeres mucho conmigo. Pienso hacerlo con vos.
—Ay, carajo… es que… esto me pasa por leer tanto porno lésbico. Me pongo pajera y me dan muchas ganas de estar con una mujer.
—No sabía que leías porno lésbico —dijo Gise—. Siempre pensé que las historias que leías eran muy heterosexuales.
—Esas me aburrieron hace rato. Lo interesante llegó cuando empecé a explorar otro tipo de historias. Incluso algunas incluyen incesto.
—Upa… quiero leer algún libro de esos —dijo Macarena.
—Después te lo paso. Tengo uno de una chica que se coge al hermano que te va a encantar.
—Mirá vos… y te lo tenías bien guardadito, yegua. No me dijiste nada —Maca la miró con los brazos cruzados—. Decime la verdad: ¿de ahí surgieron esas ganas de probar la pija de Nahuel?
Pilar mostró una sonrisa macabra, creí que no iba a responder porque siguió su camino, pero se detuvo y dijo:
—Estaba desesperada por probar una pija… pero si era la de mi hermano, mejor. Y no me miren raro, a todas les calienta el incesto. Por eso esta semana va a ser un descontrol absoluto. Y vos mami, sos la más incestuosa de todas… sos la que más lo disfruta. No digas que no. Por eso querés que cortemos con esto, sabés que sino no vas a poder controlarte.
—Lo sé, admito que es así… aunque también lo hago por el bien de todos ustedes. Reconozco que el incesto siempre me dio morbo, desde que empecé a “jugar” con Cristela. Me gusta mucho, no lo puedo evitar. Por eso lo mejor para mí, y para ustedes, es cortar todo… aunque, esta semana la pienso disfrutar a pleno y sin culpa.
—Te morís de ganas de comernos la concha a todas, ¿verdad? —Le preguntó Pilar.
—Así es… y lo voy a hacer con mucho gusto. Si esta va a ser nuestra despedida del incesto, entonces creo que todos lo tenemos que disfrutar… de forma salvaje.
—Me gusta cómo habla esta puta —aseguró Gisela—. Y voy a aprovechar esta semana para saldar cuentas con vos ¿está claro? Por cada concha que chupes, a mí me la vas a tener que chupar dos veces.
—Está bien, acepto.
—Me la vas a chupar tanto que vas a terminar enamorada de mi concha —podía ver cómo esa segunda personalidad de Gisela iba ganando terreno a medida que ella se excitaba. Hasta le estaba cambiando la forma de mirar.
—Sí, te la voy a chupar toda, todos los días…
—Vení, puta… empezá ahora…
Gisela se quitó el pantalón y la tanga. Alicia se movió sin decir una palabra y fue a arrodillarse frente a ella. Todos nos quedamos mirando cómo empezó a chuparle la concha con absoluta devoción. Incluso Pilar decidió quedarse un poco más y admirar esta escena lésbica tan potente.
—Quiero que lo reconozcas, mamá… quiero que lo digas.
—¿Qué cosa tengo que decir?
—Vos lo sabés muy bien…
—Está bien… lo admito: soy lesbiana.
—¿A pesar de lo mucho que te gusta la pija? —Preguntó Gisela.
—Sí… las pijas me calientan, pero las conchas me enamoran. Prefiero a las mujeres. —Le dio una lamida a su hija.
—Cuando tenga una novia le voy a decir: “Soy lesbiana, como mi mamá”.
—Está bien…
—Y si es una muy buena novia, una que va en serio… entonces vas a coger con ella. Vamos a coger las tres juntas.
—¿Eso no va en contra del pacto que hicimos de ya no tener sexo entre nosotras? —Preguntó Tefi.
—No me importa. Esta mujer me debe mucho —insistió Gisela—. Y me debe una cogida con mi novia, por la vez que echó a patadas a mi amiga, mientras nosotras cogíamos.
—A mí me parece justo —dijo Macarena—. A Gise le debe más que a nadie.
—Sí, yo también considero que es lo apropiado —dijo Pilar—. Bueno, me voy a coger con Ayelén, no aguanto más. Si alguna se quiere sumar, ya sabe dónde encontrarnos.
Así fue como empezó esta semana de absoluto libertinaje. Al final Alicia estuvo de acuerdo en disfrutarlo a pleno y eso me alivió muchísimo. No quiero sentir su mirada inquisitiva cada vez que hago algo con una de mis hermanas.
Podría haberme lanzado al ataque sin más dilaciones, y eso hubiera sido un error. La escenita entre Gisela y mi mamá me dejó la pija dura y con ganas de acción. Sin embargo, las reglas del juego me impiden acercarme a cualquiera y simplemente penetrarla. Tenía que ganarme la oportunidad para hacerlo.
Hice un rápido análisis de mis posibilidades. La primera que descarté fue Macarena, mi experiencia previa me dice que ella será muy exigente… aunque también es la que más consejos podría darme sobre sexo oral. Le gusta enseñar. Probaré más tarde con ella. A Tefi también la descarté, ella me intimida un poco y también considero que va a ser muy exigente. Las dos opciones que me quedaban eran Cristela y Brenda. Ambas son buenas opciones. Cristela estaría dispuesta a ayudarme y sería comprensiva conmigo. Y Brenda… mmm no sé cómo actuaría ella en esta situación… y eso me despertó la curiosidad.
Me decidí por ella y recordé que no le gusta que le pidan permiso, por eso simplemente la tomé de la mano y la dirigí hasta mi pieza. Ella hizo el trayecto con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía muy contenta de que yo la hubiera elegido. Antes de meternos en mi cuarto vi como Tefi llevaba a la tía Cristela hacia su dormitorio y Macarena prefirió hacer un trío con Pilar y Ayelén, porque la vi desaparecer en el pasillo. Me tranquilizó ver que todos habían encontrado a alguien con quien dar inicio al juego.
Comencé a desnudar a Brenda, al parecer le gustó que yo tomara la iniciativa. Permitió que le quitara toda la ropa y luego le pedí que se acostara en la cama.
Acaricié su vagina, estaba muy húmeda, evidentemente a ella también le afectó ver a Alicia practicándole sexo oral a Gisela. Sin más preámbulos, me lancé a chupársela. Lo hice despacio, como midiendo cada uno de mis movimientos. Fui pasando la lengua por distintos lugares de su sexo, intentando encontrar aquellos puntos que le agradaran más.
—¿Lo estoy haciendo bien? —Pregunté.
—Sí… pero no importa… metemela igual.
—¿Eh?
—Sí, quiero que me la metas. Ya mismo.
—Qué putita que sos —le dije, entre risas.
—Hoy ando con muchas ganas de coger. También me la podés meter por el culo, si querés.
—Me encantaría hacerlo, pero quiero respetar las reglas del juego.
—No hace falta…
—Para mí sí. Quiero aprender a hacer esto bien, y meterla es un buen incentivo. Me lo quiero ganar, tal y como dicen las reglas del juego.
—Ufa… ahora mismo me jode un poquito que seas tan noble; pero es algo admirable. Sos un buen chico, Nahuel. Me caés muy bien.
—Gracias… vos me caés muy bien a mí. Y me gustaría que fueras sincera. Gisela tiene mucho talento para esto, así que ya sabés lo que se siente cuando alguien lo hace bien. Te la voy a meter, con mucho gusto; pero solo si me lo gané de forma honesta. ¿Vas a ser honesta conmigo?
—Sí, está bien. Te prometo ser honesta.
—Muy bien, decime cómo lo hago.
Volví a la acción, su concha estaba deliciosa y yo realmente estaba disfrutando de lamerla.
—Mmm… vas a tener que esforzarte un poco más.
—¿Y cuánto sería un poco más?
—Mucho más —soltó una risita.
—¿Estás diciendo que soy malo en esto?
—Perdón, me pediste que fuera sincera… y es lo que pienso. Te falta mucho para alcanzar el nivel de Gisela… muchísimo.
—Está bien, me esforzaré más.
Reanudé las lamidas, esta vez puse más énfasis y me centré en aquellos rincones que creí que serían más efectivos. Su clítoris recibió varios lengüetazos y también lamí el centro de su sexo. Mi verga palpitaba, como si estuviera preparándose para saltar a la acción; pero las palabras de Brenda le dieron un duro golpe.
—Mmm… no, no está tan bien.
—¿Al menos alcanza como para que me la chupes? —Pregunté.
—No creo. Dijeron que te ganabas una chupada si lo hacías al menos bien… y esto ni siquiera llega a “bien”.
—Ay, carajo. No creí que fuera tan malo. ¿Qué estoy haciendo mal?
—Todo. Me la estás lamiendo como si estuvieras limpiándola. Es decir, son lamidas sin gracia. Lo importante es la actitud, no es solo una cuestión física. A las mujeres nos encanta sentir que nos comen la concha con ganas… con genuinas ganas.
—Mmm… ya veo. Voy a intentarlo otra vez.
Me gustaría decir que después de varios minutos de esfuerzo conseguí que al menos Brenda me chupara la pija; sin embargo, ella mantuvo su sinceridad intacta y me dijo que no había alcanzado ni los estándares mínimos. Le prometí que la próxima vez lo haría mejor.
El primer día me tuve que quedar sin nada, después de Brenda, Gisela entró a mi cuarto y me pidió que siguiera lo que mi mamá había comenzado. Chupársela a Gisela me inhibió muchísimo y sé que lo hice muy mal, ni siquiera tuvo que decírmelo. Se fue de mi habitación apenas unos minutos más tarde, sin decir nada. Pude notar la desilusión en su mirada.
Esa noche ni siquiera me masturbé, no quería darme ningún tipo de recompensas hasta hacerlo bien.
—--------
No pienso aceptar la derrota tan fácilmente. Al día siguiente estuve a la expectativa, esperando encontrar el momento apropiado para volver a la acción. Además podía disfrutar de lo que hacían las demás. Parecían ocupadas en sexo a toda hora. Si bien a veces frenaban para comer, charlar un rato, ducharse o tomar algo, no pasaba mucho tiempo hasta que volvieran a coger con nadie. Daba la sensación de que la ropa se hubiera decretado prohibida en mi casa. Ninguna hizo el más mínimo intento por vestirse. La desnudez era total y constante, lo cual me provocaba erecciones a cada rato.
Esta vez no pude hacer un análisis para intentar encontrar mi mejor opción, me di cuenta de que todas encontraban pareja en menos de dos minutos.
Alicia salió del baño, recién duchada, dejó la toalla en el respaldo del sofá y mostró toda su desnudez.
—¿Quién quiere probar esto ahora mismo? —Preguntó.
Macarena, que se estaba acariciando la concha mientras veía como Tefi se la chupaba a Pilar (cosa que a mí también me tenía maravillado), se puso de pie y tomó a su madre del brazo, para llevársela a la pieza. Cristela se les sumó al instante. Estoy seguro de que formaron un buen trío, con mucha energía. A estas tres les encanta coger fuerte.
Sabía que Gisela y Brenda estaban en una de las piezas haciendo un 69, porque las vi al pasar, y eso me dejó con una sola opción: Ayelén. Ella estaba sentada en el sofá frente a Pilar y Tefi, disfrutando de la escena. Cuando nuestras miradas se cruzaron, me sonrió… eso me hizo subir la guardia. Sé que si sonríe es porque está planeando hacer algo malo… aunque había algo raro en esta sonrisa.
— ¿Querés seguir practicando conmigo? —Me pregunto.
—Eh… em… —la propuesta me dejó descolocado—. Bueno, si no te molesta…
—Dale, vamos…
Se puso de pie y fue directamente hacia mi dormitorio. La seguí y al entrar la encontré acostada en la cama, con las piernas bien abiertas. No dijo nada, se limitó a señalar su concha con una sonrisa.
Diario de Cuarentena:
<Tenga cuidado, cadete Nahuel… esto podría ser una trampa>.
Me acerqué con cautela y me ubiqué justo entre sus piernas. Ella estaba radiante, preciosa… no lo voy a negar, al verla tan dispuesta frente a mí, se me despertó la verga. Podrá ser odiosa, pero también es preciosa.
Metí la cabeza entre sus piernas con mucho cuidado, como si su vagina tuviera dientes. La acaricié, como si quisiera comprobar que no me mordería… o algo peor. Cuando entendí que estaba comportándome como un idiota, me lancé a lamerla. El primer contacto no estuvo nada mal, Ayelén no hizo ningún intento por humillarme. Ni siquiera se movió. Pocos segundos más tarde logré ganar algo de confianza y empecé a chuparla con más ganas.
—Centrate más acá —me dijo—, en la zona del clítoris.
La miré sin dejar de lamer. ¿Había escuchado bien? ¿Me estaba dando consejos de cómo practicar sexo oral a una mujer?
Hice lo que me pidió, pasé mi lengua varias veces por su clítoris.
—No es necesario que el contacto sea directo… podés jugar un poco con la tensión, lamiendo alrededor del clítoris. Por acá…
Con su dedo trazó un círculo que dejaba a su “botoncito de placer” en el centro. No podía creer que justo ella, de todas las mujeres de mi casa, fuera la que me estuviera enseñando a hacer esto. Sus consejos parecían sinceros, por eso los puse en práctica. Lamí todo alrededor del clítoris y pude notar cómo ella se estremecía y empezaba a gemir.
—Ahora andá acercándote de a poco al clítoris…
Fui trazando un camino en espiral hacia el centro y cuando llegué a destino se me ocurrió darle un pequeño chupón.
—Mmm… sí, eso estuvo bueno. Podrías repetir todo el proceso otra vez… pero tampoco abuses, es aburrido si hacés siempre lo mismo.
Repetí el proceso dos veces más y después volví a utilizar la vieja y confiable táctica de: “Pasá la lengua por donde se te ocurra”. Esta última parte no pareció convencer tanto a Ayelén, sus gemidos se apagaron poco a poco.
—¿Qué tal lo hice? —Pregunté, para estar seguro.
—Bien… digamos que te ganaste una chupada de pija; pero no me la podés meter.
Eso me sorprendió muchísimo. Con Brenda ni siquiera había conseguido alcanzar el primer objetivo.
—Me sorprende que estés siendo tan honesta. ¿De verdad me la vas a chupar?
—Sí, prometí no hacer trampas y voy a cumplir… porque quiero una competencia justa.
—¿Ah si? ¿Y ya te chuparon varias la concha?
—Pilar, Macarena, tu mamá y Brenda. Todavía me faltan las demás. Seguramente la próxima será mi mamá.
—Y de las que ya lo hicieron ¿quién pensás que podría ganar el concurso?
—Pienso que lo podría ganar yo —respondió, demostrándome que la vieja Ayelén seguía estando ahí—. Pero como no puedo votar por mí misma, de momento diría que va ganando tu mamá.
Con todo el odio que le tiene a Alicia, que la posicione como una posible ganadora tiene que servir como prueba de su absoluta sinceridad. Eso me conmovió. En ese instante supe que Ayelén estaba haciendo un enorme esfuerzo por hacer las paces… por sentirse una más de la familia… por sentirse querida.
—Muy bien… aunque a Gisela también le hicieron muy buena fama —le dije—. Va a ser una competencia muy dura.
—Así es… en especial porque muchas están aprendiendo nuevas “técnicas”. En especial de Alicia y Cristela, que son las más experimentadas. Pero yo les llevo ventaja a las demás, porque vengo cogiendo con ellas desde antes de la pandemia, ya aprendí mucho. Bueno, ¿querés que te la chupe ahora o te lo reservás para más tarde?
—Si prometés que lo vas a hacer cuando yo te lo pida, lo dejamos para más tarde.
—Muy bien —se puso de pie y salió de la pieza—. Avisame cuando lo quieras… ah, y si querés ganarte una chupada de pija prácticamente gratis, chupale la concha a Pilar. Es la menos exigente de todas.
—Bueno, gracias por el dato.
—----------
Al tercer día de concurso la situación escaló. Salí de mi cuarto y me encontré con lo que parecía un hospital de campaña improvisado. Los sillones habían sido trasladados contra las paredes del living y el lugar que antes habían ocupado ahora estaba destinado a colchones. Había tres, de dos plazas, dispuestos uno junto al otro. Entre los tres formaban una gran colchoneta en el piso. Y, como no podía ser de otra manera, sobre los colchones ya había acción. Gisela, Cristela, Macarena y Brenda formaban una especie de rueda entre ellas. Después Pilar me explicó que a eso se le llama “Daisy Chain” en jerga pornográfica y que ella había leído sobre esas prácticas en sus novelas eróticas. La premisa era sencilla: cada mujer debía chuparle la concha a la que tenía acostada delante, y a su vez esa debía chupársela a la siguiente.
Brenda se la estaba chupando a Cristela, a su vez Cristela se la chupaba a Macarena, quien le estaba comiendo la concha a Gisela. Y para completar esta “rueda”, Gisela se la estaba chupando a Brenda.
Que esta escena estuviera sucediendo en el living de mi propia casa me daba a entender el nivel de libertinaje que habíamos alcanzado. Antes las prácticas incestuosas debían ocurrir dentro de las habitaciones, a puerta cerrada. Después pasamos a tener algunas interacciones en las salas comunes; pero siempre sintiendo mucha culpa e intentando no abusar de ellas. Pero ahora… no había límites ni vergüenza ni secretismos. Todas cogían en cualquier lugar de la casa, sin ningún tipo de problema.
En uno de los sillones contra la pared estaba Alicia, arrodillada frente a Tefi. Obviamente le estaba chupando la concha; pero lo que más me llamó la atención fue ver a Ayelén acostada en el piso boca arriba, Alicia estaba sentada en su cara. Se ve que ya se estaban llevando mejor. Eso me agradó mucho.
Pregunté dónde estaba Pilar y Tefi me dijo que recién había salido de bañarse, que ahora debería estar en su cuarto.
Encontré a Pilar acostada en su cama, masturbándose. Tenía los ojos cerrados y metía dos dedos en su sexo con rapidez.
—¿Por qué no estás en el living, con las demás? —Pregunté.
—Ah… hola Nahuel. Solo estaba “calentando motores”, y pensaba en las cosas que hice en estos últimos días. Me gusta recordarlas, a veces me caliento más mientras las recuerdo que en el momento del acto en sí.
—Ah, será porque estás acostumbrada a leer sobre sexo.
—Sí, eso mismo pensé. El sexo físico sigue siendo algo nuevo para mí. En cambio, llevo muchos años pajeándome con novelas eróticas. Ojalá cuando termine esta puta pandemia pueda encontrar a alguien con quien coger… aunque, lo veo difícil.
—¿Por qué? Si sos re linda, a muchos les encantaría coger con vos.
—Puede ser… pero me da vergüenza andar encarando tipos.
—No te preocupes por eso ahora, y acordate que tenés como hermana a Macarena. Ella te puede ayudar con ese tema.
—Eso espero. Me encantó probar tu verga, pero me gustaría probar otras… sino nunca voy a conseguir un novio.
—Te va a ir bien, te lo aseguro. Mientras tanto… ¿no querés que te la chupe? Quiero aprender a hacerlo bien.
—Sí, dale… pero no te ofendas si yo me quedo con los ojos cerrados pensando en otra cosa.
—Para nada, pensá en lo que quieras… y espero que lo disfrutes.
La concha de Pilar estaba muy húmeda, clara señal de que llevaba un buen rato tocándose. Esto me gustó. Sus labios vaginales son más carnosos que los de mis otras hermanas, tienen un toque especial.
Mi táctica consistió en replicar lo que aprendí de Ayelén. Lamí alrededor del clítoris, una y otra vez. Aproveche cada momento que llegué al centro para dar unos buenos chupones. También bajé un poco más y lamí el centro mismo de la concha, metiendo la lengua. Eso pareció gustarle a Pilar, porque gimió cada vez que lo hice.
Estuve chupando un buen rato y esperaba haberme ganado al menos un buen pete.
—¿Y qué tal estuvo? —Pregunté.
—Uf… muy bien, hermanito. Muy pero muy bien.
—Aunque, no llega a excelente.
—Mmm… quizás para “excelente” todavía te falta un poco; pero un “muy bien” significa que me la podés meter.
—¿Qué? ¿De verdad?
—Sí, claro… cogeme durante un rato. Te lo ganaste.
Me posicioné sobre ella, con la pija dura, y comencé a meterla lentamente. Ayelén tenía razón: Pilar es menos exigente. Algo me decía que mis otras hermanas no hubieran calificado esto de “muy bueno”, por eso debería seguir esforzándome. Pero con Pilar ya era suficiente como para enterrarle la verga… y sentí un inmenso alivio cuando lo hice. Ya extrañaba esa tibia sensación de meter el pene en una concha húmeda y bien dilatada. Pilar volvió a cerrar los ojos y yo se la fui metiendo despacito. No costó mucho hundirla toda. Empecé a dar embestidas cortas y aproveché para chupar sus tetas. Dios, qué rico es jugar con estos pechos tan grandes. Le chupé los pezones con fuerza y logré hacerla gemir.
Estuvimos cogiendo en la misma posición durante unos cuantos minutos y yo la saqué antes de acabar.
—¿Me vas a dar de tomar la leche? —Preguntó.
—No, todavía no quiero acabar. Tengo que guardar fuerzas para el resto del día. Confío en que me ganaré la oportunidad de metérsela a otra… o que al menos me la chupe. Si empiezo acabando ahora, después no se me va a parar.
—Ufa… está bien. Qué lástima… con las ganas que tenía de tomarme la leche.
—Te prometo que si antes de dormir todavía no acabé, te la doy a vos.
—No creo que eso pase.
— ¿Por qué no?
—Porque ya la estás chupando muy bien, estoy segura de que se la vas a meter a alguien más. Aunque… por ahí, si tengo suerte, me puedo comer una concha llena de leche. Eso también me gustaría mucho.
—Bueno, entonces te aviso si ando con ganas de acabar, y vemos cómo lo hacemos.
—Okiss… ah, y ya que estamos… ¿podés decirle a Brenda que venga? Saqué un buen dildo de la reserva de mamá y se lo quiero meter por el culo. Me encanta meterle cosas por el culo a esa putita, chilla como loca. Es preciosa… sería lindo tenerla de cuñada.
Me guiñó un ojo. Entendí la indirecta.
Regresé al living y encontré a varias de las chicas caminando de acá para allá, estaban sirviendo algo fresco para tomar. Era jugo de frutas, ese que viene en caja. Pedí que me llenaran un vaso y le dije a Brenda que Pilar la esperaba. Ella pasó a mi lado, me acarició la verga y dijo:
—Espero que vengas a buscarme en algún momento —luego se perdió de vista.
—Me parece que a esa chica le pasa algo con vos —dijo Cristela, alcanzándome el vaso de jugo—. Deberías hablar con ella.
—Emm… no sé, puede ser. —Me acerqué más a ella y susurré—. ¿Creés que aceptaría si le pido que seamos algo más que amigos?
—Mmm… ni idea, con las mujeres nunca se sabe, Nahuel. Mirá todos los problemas que tuve con tu mamá… cuando creí que por fin íbamos a estar juntas y que todo marchaba perfecto, me dijo que lo nuestro se tenía que terminar. Así, de un día para otro, sin previo aviso. Ahora entiendo sus razones; pero igual me confundió mucho cuando me lo dijo.
—Qué animal complicado la mujer.
—¡Ja! Y no te creas que los hombres son tan simples. Tienen sus vueltas. Lo peor es cuando son muy posesivos. Nunca seas así, Nahuel. No importa quién sea la mujer que te acompañe en tu vida, ella no te pertenece. No es un objeto con tu nombre impreso. ¿Está claro?
—Sí, muy claro.
—Dale espacio para respirar, y que sienta que aún tiene el control de su vida. Pero bueno, no quiero darte un sermón aburrido. Es solo que… me sentiría muy desilusionada si mi único sobrino varón, criado entre mujeres, se convierte en un misógino posesivo. Lo sentiría como un gran fracaso.
—Creo que todas mis hermanas lo sentirían igual. Muchas gracias por los consejos, tía. ¿Querés que te devuelva el favor de alguna manera? ¿Querés que te la chupe?
—No, quiero que me la metas por el culo.
—¿En serio?
—Sí, quiero me des bien duro —me agarró la pija, que enseguida se me puso dura—. Decime, Nahuel… ¿te sentís con la confianza suficiente como para ganarte la oportunidad de metérmela por el culo? Porque sino, no me hagas perder el tiempo.
—Ah… ya veo… em… mejor lo dejamos para otro momento. Me vendría bien practicar un poco más.
—Ok, si necesitás practicar, tenés muchas opciones. Yo te di varias clases de “educación sexual”, esa etapa ya la pasamos. No me busques para “practicar”. Buscame cuando quieras rendir un examen final.
—Entendido.
En ese instante me dije: “Nahuel, tenés que esforzarte al máximo”. Y comencé mi rutina de entrenamiento intensivo.
*Suena música de Rocky Balboa*
Dediqué todo el resto del tercer día y la cuarta jornada completa para chupar tantas conchas como pude. Arranqué con mi mamá, Alicia se mostró muy abierta (y no solo de piernas), me dio algunos consejos que sumé a los que me había dado Ayelén. Alicia me recompensó con una chupada de pija, aunque no logré conseguir más. Sin bajar los brazos, continué con Gisela. Ella se puso muy exigente y salvaje. Se sentó en mi cara y me inhibió tanto que no conseguí un gran resultado. Tuve que irme con las manos vacías.
Mi intento con Macarena tampoco fue el más fructífero. Ella me pidió que se la chupara estando acostada boca abajo, porque estaba entretenida con la concha de Tefi. Aproveché para chuparle un poco el culo, cosa que también sumaba puntos para el campeonato, lo sé porque vi a Alicia chupándole el culo con mucha intensidad a Gisela y ésta le dijo que si seguía así, ganaría el primer puesto. Yo quedé lejos de eso, pero al menos conseguí que Maca me la chupara un ratito.
Y así seguí, probando, fracasando, y consiguiendo pequeñas recompensas. En ocasiones me fui con el gran premio de meterla en la concha de alguna, y cada vez fueron menos las veces que me fui con las manos vacías. Al menos conseguía que me comieran la verga. Incluso Tefi tuvo que chupármela un buen rato, a pesar de que me aseguró que no lo conseguiría.
Todo el tiempo escuchaba una voz en mi cabeza que me decía: “Vamos, Nahuel… no te rindas, vos podés. Seguí así”.
Busqué a todas (menos a Cristela) al menos una vez, con algunas probé varias veces. En especial con Pilar… sabía que chupársela a ella era garantía de meterla por la concha, aunque la desgraciada no me dio el “excelente” que necesitaba para metérsela por el culo.
Pero esto no me detuvo. Seguí adelante, aunque a veces terminara agotado. Esto se convirtió en un verdadero desenfreno sexual, no hay persona en mi casa que pase más de una hora sin tener sexo con alguien… a menos que quieran dormir.
Continúa en el siguiente Post: Aislado Entre Mujeres [65] - Parte 02
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Capítulo 65.
Libertinaje.
Durante una mañana, mientras desayunábamos, Macarena nos comunicó que ya es oficial: comenzará la campaña de vacunación contra el Covid. Esa noticia tendría que haberme puesto feliz, porque seguramente alegró a un montón de gente. Muchos deberán estar impacientes por recuperar su vida normal; pero yo no. Para mí significa que esta forma de vida en aislamiento, con mi familia, está llegando a su fin.
Sé que las cosas de ahora en adelante van a cambiar mucho. No sé qué tendrán en mente mis hermanas. Tal vez alguna quiera quedarse a vivir en esta casa durante años, aunque algo me dice que no será así.
— ¿Y es confiable esa vacuna? —Preguntó mi mamá.
—A ver, mamá… espero que no seas esa clase de persona que cree que nos van a poner un chip para controlar nuestras mentes o para rastrearse, como dicen algunos paranoicos.
—No, Maca, nada que ver. Yo sí quiero vacunarme, más miedo me da no hacerlo. Solo quiero saber si de todas las opciones que hay de vacunas contra el Covid vamos a tener la mejor.
—Bueno, cuando llegue el momento, tal vez puedas elegir la que querés… o quizás te pongan la que te toque. No lo sé. Lo que sí sé es que todas son efectivas. Y nos van a poner dos dosi
—¿Dos? Eso me tranquiliza, siento que es como un refuerzo.
Macarena consiguió calmar un poco a Alicia, pensé que mi madre opondría más resistencia ante la campaña de vacunación, porque es paranoica por naturaleza; pero entiende que el riesgo está en salir a la calle sin vacunarse. Sin embargo, las palabras de mi hermana no sirvieron para calmar mi preocupación con respecto a lo que va a pasar después.
—¿Qué piensan hacer cuando ya estén vacunadas? —Les pregunté a todas las presentes. La única que no estaba allí era Ayelén, que seguía con su práctica de pasar largas horas encerrada en el cuarto de mi mamá
—No lo sé —dijo Pilar—. Ni siquiera había pensado en eso.
—Yo quiero ir de vacaciones a la misma playa que fui con Camila Contreras —aseguró Macarena.
—Claro, porque tenés ganas de que te vuelvan a coger entre varios, en plena playa —dijo Gisela, con una sonrisa picarona.
—Por supuesto. Quiero disfrutar de mi libertad. Quiero pasear en concha por la playa y terminar garchando con el primer pijudo que me encuentre.
—Suena interesante —dijo Pilar, con una risita.
—¿Y vos, Gise? —Le pregunté—. ¿Tenés planes?
—Sí, lo hablamos con Brenda —miró a su amiga y las dos intercambiaron sonrisas de complicidad—. Vamos a alquilar un departamento para las dos.
—¿Van a formalizar su relación? —Preguntó Tefi.
—No, nada de eso. Seguiremos siendo buenas amigas… tan buenas que vamos a coger un montón. Pero no somos novias. —Dijo esto último mirándome a mí—. Con lo que ganamos en la oficina podemos permitirnos alquilar algo decente.
—¿Y vos, Tefi? —Preguntó Maca.
—Estoy como Pilar. No tengo idea de qué voy a hacer. Lo voy a pensar durante estos días.
Por alguna extraña razón, esas palabras me tranquilizaron un poco.
—Nahuel… ¿Tenés algo en mente? —Preguntó Pilar.
—Yo me voy a quedar acá —respondí al instante—. En esta casa tengo todo lo que necesito. ¿Por qué me iría?
—Se quiere quedar con la mamá —dijo Alicia, abrazándome fuerte. Mi cara terminó hundida entre sus grandes tetas—. Qué lindo… ojalá más de una decida quedarse un tiempo. Me da un poco de miedo que se vayan todas.
—Bueno, mamá… pero es lógico —dijo Maca—. Llevamos más de un año encerradas en esta casa, queremos salir un poco, a vivir la vida. Espero que no te opongas a eso.
—No, no… quédense tranquilas. Aunque me duela verlas partir, les juro que no voy a interferir. Solo quiero que sean felices. Ya les causé mucho daño por intentar cuidarlas a mi manera y sé que lo mejor es confiar en que ustedes sabrán qué hacer con sus vidas.
—¿Quién es esta mujer, y qué hizo con mi mamá? —Preguntó Pilar. Todos nos reímos.
Yo me quedé hundido en esas tetas, reflexionando sobre lo que va a venir y sintiendo nostalgia por el presente.
—---------
—A ver, presten atención —dijo Macarena, al día siguiente. Tuvimos que convencer a Ayelén para que saliera de su cueva, para que todos pudieramos escuchar este importante anuncio—. Se decreta oficialmente el incio de la competencia de “chupar conchas”.
—¿Eso significa que ya podemos empezar? —Preguntó Gisela mirando a Brenda con una sonrisa libidinosa.
—Casi, ya arrancamos. Antes quería fijar algunas pautas: para empezar, el concurso no durará un solo día. Lo extenderemos a lo largo de toda la semana.
—¿Una semana completa? Me parece mucho.
—A ver, mamá… —continuó Maca—. Probablemente esta sea nuestra despedida del aislamiento y del estilo de vida que construimos durante estos meses. Considero que debemos despedirnos a lo grande. ¿No les parece?
—Estoy de acuerdo —dijo Pilar.
Todos asentimos, a Alicia no le quedó más alternativa que estar de acuerdo. La única que no emitió opinión fue Ayelén. Nos miraba a todos en silencio, como si aún siguiera traumada por la noticia de ser nuestra hermana. No la culpo, a mí también me tiene mal ese asunto.
—¿Y cómo vamos a hacer el concurso? —Preguntó Tefi—. ¿Se van a dar puntos por desafíos o algo así?
—No, va a ser mucho más subjetivo —dijo Maca—. Por eso es importante que respetemos una regla: La honestidad ante todo. Si no hacemos eso, el concurso no tiene sentido. Todas tendremos que chupársela a todas… y al final cada una va a decidir, de a cuerdo a su opinión honesta, quién la chupa mejor. Obviamente no pueden votar por sí mismas.
—Me parece bien, yo prometo que voy a ser sincera —aseguró Gisela—. No voy a favorecer a ninguna, ni tampoco a perjudicar.
—¿Aunque la ganadora pueda ser yo? —Preguntó Ayelén. No me sorprendió que esto la hiciera reaccionar. Esa pendeja es extremadamente competitiva.
—Sí. Si realmente considero que sos la mejor, lo voy a decir. Y lo mismo deberían hacer todas las demás. La competencia debe ser justa y equitativa. Aunque no sé cómo vamos a solucionar el problemita de Nahuel… el pobrecito nació con pene.
—Sí, pobre… no sabe lo que se pierde —dijo Macarena—. Pero también pensé algo para él. Participa como nosotras, así que puede ganar el concurso. Y dijo que quería aprender a hacerlo bien. Por eso armé un sistema especial para él. Sé que en más de una ocasión va a terminar con la pija dura… y la va a querer meter en algún agujero. No se lo deben permitir.
—Ufa, che! —Protesté—. ¿Una semana con la pija dura sin poder meterla en ningún lado?
—Podés meterla en el enchufe —me dijo Tefi—. Eso te daría un estímulo muy potente.
—Ja, ja… muy graciosa —dije, con sarcasmo.
—Si querés meterle la pija a alguna de nosotras, te lo tenés que ganar —continuó Macarena, y captó toda mi atención—. Acá también es importante la honestidad. Si Nahuel no la chupa bien, entonces no tiene derecho a meterles la pija en ningún lado, ni siquiera en la boca. En cambio, si lo hace bien… se la tienen que chupar. Si lo hace muy bien, tienen que dejar que se las meta por la concha… y si lo hace excelente. Bueno, tendrán que entregarle el culo.
—Epa… eso me gusta —respondí con entusiasmo—. Me voy a esmerar mucho.
—¿Están todas dispuestas a seguir estas reglas con absoluta honestidad? —Todas asintieron—. Y nada de regalarle agujeros por compasión, ¿ok? Si el pibe la quiere meter, entonces que aprenda a chupar una concha como es debido.
—Me parece bien —dije—, pero que reconozcan cuando lo hago muy bien… o excelente.
—Sí, eso es obligatorio. De lo contrario habrá consecuencias… y esto va a para todas, incluyendote a vos, Ayelén. Así que si alguna no quiere que Nahuel se las meta… entonces se quedan fuera del concurso y ya está. ¿Van a participar? —Una vez más, todas estuvieron de acuerdo—. Muy bien, entonces cuando le quieran chupar la concha a alguna, le piden permiso y ya está… excepto con Brenda, ella prefiere que lo hagan sin avisar. ¿No es cierto?
—Muy cierto —respondió la aludida, con una sonrisa angelical.
—Perfecto. Se da inicio al concurso…
—¿Y vos, Tefi? —Preguntó Ayelén—. ¿También vas a chupar conchas? ¿Ya no te compleja hacerlo?
No llevamos ni un milisegundo de concurso y Ayelén ya tuvo que generar un momento de tensión.
—Solo quiero ganar, igual que vos —respondió Tefi, encogiéndose de hombros—. Y espero que seas sincera si lo hago con vos.
—Quedate tranquila, sé que tenés un talento especial para chupar conchas… como si hubieras practicado mucho. Bueno, todas las que estamos acá chupamos más de una concha. Va a ser una competencia reñida. Que gane la mejor. Si alguna quiere empezar conmigo, la espero en mi pieza.
Giró sobre sus talones y se perdió en el pasillo en dirección al cuarto de Alicia. Pocos segundos después, Pilar la siguió. Ella notó la preocupación en la cara de Cristela y le dijo:
—No te preocupes, tía… voy en son de paz. Ya estoy harta de las discusiones de esta familia. Solo pretendo que nos llevemos bien… aunque sea por una semana. Y espero que todos hagan el intento de hacer las paces con Ayelén. Les guste o no, es nuestra hermana. Y sé que va a sonar raro después de lo que acabo de decir, pero… aunque nos hayamos llevado mal en el pasado, esa pendeja me calienta un montón. Me muero de ganas de comerle la concha.
—Estoy muy orgullosa de tus nuevas actitudes lésbicas, hermana —dijo Gisela, con una gran sonrisa—. Espero que te esmeres mucho conmigo. Pienso hacerlo con vos.
—Ay, carajo… es que… esto me pasa por leer tanto porno lésbico. Me pongo pajera y me dan muchas ganas de estar con una mujer.
—No sabía que leías porno lésbico —dijo Gise—. Siempre pensé que las historias que leías eran muy heterosexuales.
—Esas me aburrieron hace rato. Lo interesante llegó cuando empecé a explorar otro tipo de historias. Incluso algunas incluyen incesto.
—Upa… quiero leer algún libro de esos —dijo Macarena.
—Después te lo paso. Tengo uno de una chica que se coge al hermano que te va a encantar.
—Mirá vos… y te lo tenías bien guardadito, yegua. No me dijiste nada —Maca la miró con los brazos cruzados—. Decime la verdad: ¿de ahí surgieron esas ganas de probar la pija de Nahuel?
Pilar mostró una sonrisa macabra, creí que no iba a responder porque siguió su camino, pero se detuvo y dijo:
—Estaba desesperada por probar una pija… pero si era la de mi hermano, mejor. Y no me miren raro, a todas les calienta el incesto. Por eso esta semana va a ser un descontrol absoluto. Y vos mami, sos la más incestuosa de todas… sos la que más lo disfruta. No digas que no. Por eso querés que cortemos con esto, sabés que sino no vas a poder controlarte.
—Lo sé, admito que es así… aunque también lo hago por el bien de todos ustedes. Reconozco que el incesto siempre me dio morbo, desde que empecé a “jugar” con Cristela. Me gusta mucho, no lo puedo evitar. Por eso lo mejor para mí, y para ustedes, es cortar todo… aunque, esta semana la pienso disfrutar a pleno y sin culpa.
—Te morís de ganas de comernos la concha a todas, ¿verdad? —Le preguntó Pilar.
—Así es… y lo voy a hacer con mucho gusto. Si esta va a ser nuestra despedida del incesto, entonces creo que todos lo tenemos que disfrutar… de forma salvaje.
—Me gusta cómo habla esta puta —aseguró Gisela—. Y voy a aprovechar esta semana para saldar cuentas con vos ¿está claro? Por cada concha que chupes, a mí me la vas a tener que chupar dos veces.
—Está bien, acepto.
—Me la vas a chupar tanto que vas a terminar enamorada de mi concha —podía ver cómo esa segunda personalidad de Gisela iba ganando terreno a medida que ella se excitaba. Hasta le estaba cambiando la forma de mirar.
—Sí, te la voy a chupar toda, todos los días…
—Vení, puta… empezá ahora…
Gisela se quitó el pantalón y la tanga. Alicia se movió sin decir una palabra y fue a arrodillarse frente a ella. Todos nos quedamos mirando cómo empezó a chuparle la concha con absoluta devoción. Incluso Pilar decidió quedarse un poco más y admirar esta escena lésbica tan potente.
—Quiero que lo reconozcas, mamá… quiero que lo digas.
—¿Qué cosa tengo que decir?
—Vos lo sabés muy bien…
—Está bien… lo admito: soy lesbiana.
—¿A pesar de lo mucho que te gusta la pija? —Preguntó Gisela.
—Sí… las pijas me calientan, pero las conchas me enamoran. Prefiero a las mujeres. —Le dio una lamida a su hija.
—Cuando tenga una novia le voy a decir: “Soy lesbiana, como mi mamá”.
—Está bien…
—Y si es una muy buena novia, una que va en serio… entonces vas a coger con ella. Vamos a coger las tres juntas.
—¿Eso no va en contra del pacto que hicimos de ya no tener sexo entre nosotras? —Preguntó Tefi.
—No me importa. Esta mujer me debe mucho —insistió Gisela—. Y me debe una cogida con mi novia, por la vez que echó a patadas a mi amiga, mientras nosotras cogíamos.
—A mí me parece justo —dijo Macarena—. A Gise le debe más que a nadie.
—Sí, yo también considero que es lo apropiado —dijo Pilar—. Bueno, me voy a coger con Ayelén, no aguanto más. Si alguna se quiere sumar, ya sabe dónde encontrarnos.
Así fue como empezó esta semana de absoluto libertinaje. Al final Alicia estuvo de acuerdo en disfrutarlo a pleno y eso me alivió muchísimo. No quiero sentir su mirada inquisitiva cada vez que hago algo con una de mis hermanas.
Podría haberme lanzado al ataque sin más dilaciones, y eso hubiera sido un error. La escenita entre Gisela y mi mamá me dejó la pija dura y con ganas de acción. Sin embargo, las reglas del juego me impiden acercarme a cualquiera y simplemente penetrarla. Tenía que ganarme la oportunidad para hacerlo.
Hice un rápido análisis de mis posibilidades. La primera que descarté fue Macarena, mi experiencia previa me dice que ella será muy exigente… aunque también es la que más consejos podría darme sobre sexo oral. Le gusta enseñar. Probaré más tarde con ella. A Tefi también la descarté, ella me intimida un poco y también considero que va a ser muy exigente. Las dos opciones que me quedaban eran Cristela y Brenda. Ambas son buenas opciones. Cristela estaría dispuesta a ayudarme y sería comprensiva conmigo. Y Brenda… mmm no sé cómo actuaría ella en esta situación… y eso me despertó la curiosidad.
Me decidí por ella y recordé que no le gusta que le pidan permiso, por eso simplemente la tomé de la mano y la dirigí hasta mi pieza. Ella hizo el trayecto con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía muy contenta de que yo la hubiera elegido. Antes de meternos en mi cuarto vi como Tefi llevaba a la tía Cristela hacia su dormitorio y Macarena prefirió hacer un trío con Pilar y Ayelén, porque la vi desaparecer en el pasillo. Me tranquilizó ver que todos habían encontrado a alguien con quien dar inicio al juego.
Comencé a desnudar a Brenda, al parecer le gustó que yo tomara la iniciativa. Permitió que le quitara toda la ropa y luego le pedí que se acostara en la cama.
Acaricié su vagina, estaba muy húmeda, evidentemente a ella también le afectó ver a Alicia practicándole sexo oral a Gisela. Sin más preámbulos, me lancé a chupársela. Lo hice despacio, como midiendo cada uno de mis movimientos. Fui pasando la lengua por distintos lugares de su sexo, intentando encontrar aquellos puntos que le agradaran más.
—¿Lo estoy haciendo bien? —Pregunté.
—Sí… pero no importa… metemela igual.
—¿Eh?
—Sí, quiero que me la metas. Ya mismo.
—Qué putita que sos —le dije, entre risas.
—Hoy ando con muchas ganas de coger. También me la podés meter por el culo, si querés.
—Me encantaría hacerlo, pero quiero respetar las reglas del juego.
—No hace falta…
—Para mí sí. Quiero aprender a hacer esto bien, y meterla es un buen incentivo. Me lo quiero ganar, tal y como dicen las reglas del juego.
—Ufa… ahora mismo me jode un poquito que seas tan noble; pero es algo admirable. Sos un buen chico, Nahuel. Me caés muy bien.
—Gracias… vos me caés muy bien a mí. Y me gustaría que fueras sincera. Gisela tiene mucho talento para esto, así que ya sabés lo que se siente cuando alguien lo hace bien. Te la voy a meter, con mucho gusto; pero solo si me lo gané de forma honesta. ¿Vas a ser honesta conmigo?
—Sí, está bien. Te prometo ser honesta.
—Muy bien, decime cómo lo hago.
Volví a la acción, su concha estaba deliciosa y yo realmente estaba disfrutando de lamerla.
—Mmm… vas a tener que esforzarte un poco más.
—¿Y cuánto sería un poco más?
—Mucho más —soltó una risita.
—¿Estás diciendo que soy malo en esto?
—Perdón, me pediste que fuera sincera… y es lo que pienso. Te falta mucho para alcanzar el nivel de Gisela… muchísimo.
—Está bien, me esforzaré más.
Reanudé las lamidas, esta vez puse más énfasis y me centré en aquellos rincones que creí que serían más efectivos. Su clítoris recibió varios lengüetazos y también lamí el centro de su sexo. Mi verga palpitaba, como si estuviera preparándose para saltar a la acción; pero las palabras de Brenda le dieron un duro golpe.
—Mmm… no, no está tan bien.
—¿Al menos alcanza como para que me la chupes? —Pregunté.
—No creo. Dijeron que te ganabas una chupada si lo hacías al menos bien… y esto ni siquiera llega a “bien”.
—Ay, carajo. No creí que fuera tan malo. ¿Qué estoy haciendo mal?
—Todo. Me la estás lamiendo como si estuvieras limpiándola. Es decir, son lamidas sin gracia. Lo importante es la actitud, no es solo una cuestión física. A las mujeres nos encanta sentir que nos comen la concha con ganas… con genuinas ganas.
—Mmm… ya veo. Voy a intentarlo otra vez.
Me gustaría decir que después de varios minutos de esfuerzo conseguí que al menos Brenda me chupara la pija; sin embargo, ella mantuvo su sinceridad intacta y me dijo que no había alcanzado ni los estándares mínimos. Le prometí que la próxima vez lo haría mejor.
El primer día me tuve que quedar sin nada, después de Brenda, Gisela entró a mi cuarto y me pidió que siguiera lo que mi mamá había comenzado. Chupársela a Gisela me inhibió muchísimo y sé que lo hice muy mal, ni siquiera tuvo que decírmelo. Se fue de mi habitación apenas unos minutos más tarde, sin decir nada. Pude notar la desilusión en su mirada.
Esa noche ni siquiera me masturbé, no quería darme ningún tipo de recompensas hasta hacerlo bien.
—--------
No pienso aceptar la derrota tan fácilmente. Al día siguiente estuve a la expectativa, esperando encontrar el momento apropiado para volver a la acción. Además podía disfrutar de lo que hacían las demás. Parecían ocupadas en sexo a toda hora. Si bien a veces frenaban para comer, charlar un rato, ducharse o tomar algo, no pasaba mucho tiempo hasta que volvieran a coger con nadie. Daba la sensación de que la ropa se hubiera decretado prohibida en mi casa. Ninguna hizo el más mínimo intento por vestirse. La desnudez era total y constante, lo cual me provocaba erecciones a cada rato.
Esta vez no pude hacer un análisis para intentar encontrar mi mejor opción, me di cuenta de que todas encontraban pareja en menos de dos minutos.
Alicia salió del baño, recién duchada, dejó la toalla en el respaldo del sofá y mostró toda su desnudez.
—¿Quién quiere probar esto ahora mismo? —Preguntó.
Macarena, que se estaba acariciando la concha mientras veía como Tefi se la chupaba a Pilar (cosa que a mí también me tenía maravillado), se puso de pie y tomó a su madre del brazo, para llevársela a la pieza. Cristela se les sumó al instante. Estoy seguro de que formaron un buen trío, con mucha energía. A estas tres les encanta coger fuerte.
Sabía que Gisela y Brenda estaban en una de las piezas haciendo un 69, porque las vi al pasar, y eso me dejó con una sola opción: Ayelén. Ella estaba sentada en el sofá frente a Pilar y Tefi, disfrutando de la escena. Cuando nuestras miradas se cruzaron, me sonrió… eso me hizo subir la guardia. Sé que si sonríe es porque está planeando hacer algo malo… aunque había algo raro en esta sonrisa.
— ¿Querés seguir practicando conmigo? —Me pregunto.
—Eh… em… —la propuesta me dejó descolocado—. Bueno, si no te molesta…
—Dale, vamos…
Se puso de pie y fue directamente hacia mi dormitorio. La seguí y al entrar la encontré acostada en la cama, con las piernas bien abiertas. No dijo nada, se limitó a señalar su concha con una sonrisa.
Diario de Cuarentena:
<Tenga cuidado, cadete Nahuel… esto podría ser una trampa>.
Me acerqué con cautela y me ubiqué justo entre sus piernas. Ella estaba radiante, preciosa… no lo voy a negar, al verla tan dispuesta frente a mí, se me despertó la verga. Podrá ser odiosa, pero también es preciosa.
Metí la cabeza entre sus piernas con mucho cuidado, como si su vagina tuviera dientes. La acaricié, como si quisiera comprobar que no me mordería… o algo peor. Cuando entendí que estaba comportándome como un idiota, me lancé a lamerla. El primer contacto no estuvo nada mal, Ayelén no hizo ningún intento por humillarme. Ni siquiera se movió. Pocos segundos más tarde logré ganar algo de confianza y empecé a chuparla con más ganas.
—Centrate más acá —me dijo—, en la zona del clítoris.
La miré sin dejar de lamer. ¿Había escuchado bien? ¿Me estaba dando consejos de cómo practicar sexo oral a una mujer?
Hice lo que me pidió, pasé mi lengua varias veces por su clítoris.
—No es necesario que el contacto sea directo… podés jugar un poco con la tensión, lamiendo alrededor del clítoris. Por acá…
Con su dedo trazó un círculo que dejaba a su “botoncito de placer” en el centro. No podía creer que justo ella, de todas las mujeres de mi casa, fuera la que me estuviera enseñando a hacer esto. Sus consejos parecían sinceros, por eso los puse en práctica. Lamí todo alrededor del clítoris y pude notar cómo ella se estremecía y empezaba a gemir.
—Ahora andá acercándote de a poco al clítoris…
Fui trazando un camino en espiral hacia el centro y cuando llegué a destino se me ocurrió darle un pequeño chupón.
—Mmm… sí, eso estuvo bueno. Podrías repetir todo el proceso otra vez… pero tampoco abuses, es aburrido si hacés siempre lo mismo.
Repetí el proceso dos veces más y después volví a utilizar la vieja y confiable táctica de: “Pasá la lengua por donde se te ocurra”. Esta última parte no pareció convencer tanto a Ayelén, sus gemidos se apagaron poco a poco.
—¿Qué tal lo hice? —Pregunté, para estar seguro.
—Bien… digamos que te ganaste una chupada de pija; pero no me la podés meter.
Eso me sorprendió muchísimo. Con Brenda ni siquiera había conseguido alcanzar el primer objetivo.
—Me sorprende que estés siendo tan honesta. ¿De verdad me la vas a chupar?
—Sí, prometí no hacer trampas y voy a cumplir… porque quiero una competencia justa.
—¿Ah si? ¿Y ya te chuparon varias la concha?
—Pilar, Macarena, tu mamá y Brenda. Todavía me faltan las demás. Seguramente la próxima será mi mamá.
—Y de las que ya lo hicieron ¿quién pensás que podría ganar el concurso?
—Pienso que lo podría ganar yo —respondió, demostrándome que la vieja Ayelén seguía estando ahí—. Pero como no puedo votar por mí misma, de momento diría que va ganando tu mamá.
Con todo el odio que le tiene a Alicia, que la posicione como una posible ganadora tiene que servir como prueba de su absoluta sinceridad. Eso me conmovió. En ese instante supe que Ayelén estaba haciendo un enorme esfuerzo por hacer las paces… por sentirse una más de la familia… por sentirse querida.
—Muy bien… aunque a Gisela también le hicieron muy buena fama —le dije—. Va a ser una competencia muy dura.
—Así es… en especial porque muchas están aprendiendo nuevas “técnicas”. En especial de Alicia y Cristela, que son las más experimentadas. Pero yo les llevo ventaja a las demás, porque vengo cogiendo con ellas desde antes de la pandemia, ya aprendí mucho. Bueno, ¿querés que te la chupe ahora o te lo reservás para más tarde?
—Si prometés que lo vas a hacer cuando yo te lo pida, lo dejamos para más tarde.
—Muy bien —se puso de pie y salió de la pieza—. Avisame cuando lo quieras… ah, y si querés ganarte una chupada de pija prácticamente gratis, chupale la concha a Pilar. Es la menos exigente de todas.
—Bueno, gracias por el dato.
—----------
Al tercer día de concurso la situación escaló. Salí de mi cuarto y me encontré con lo que parecía un hospital de campaña improvisado. Los sillones habían sido trasladados contra las paredes del living y el lugar que antes habían ocupado ahora estaba destinado a colchones. Había tres, de dos plazas, dispuestos uno junto al otro. Entre los tres formaban una gran colchoneta en el piso. Y, como no podía ser de otra manera, sobre los colchones ya había acción. Gisela, Cristela, Macarena y Brenda formaban una especie de rueda entre ellas. Después Pilar me explicó que a eso se le llama “Daisy Chain” en jerga pornográfica y que ella había leído sobre esas prácticas en sus novelas eróticas. La premisa era sencilla: cada mujer debía chuparle la concha a la que tenía acostada delante, y a su vez esa debía chupársela a la siguiente.
Brenda se la estaba chupando a Cristela, a su vez Cristela se la chupaba a Macarena, quien le estaba comiendo la concha a Gisela. Y para completar esta “rueda”, Gisela se la estaba chupando a Brenda.
Que esta escena estuviera sucediendo en el living de mi propia casa me daba a entender el nivel de libertinaje que habíamos alcanzado. Antes las prácticas incestuosas debían ocurrir dentro de las habitaciones, a puerta cerrada. Después pasamos a tener algunas interacciones en las salas comunes; pero siempre sintiendo mucha culpa e intentando no abusar de ellas. Pero ahora… no había límites ni vergüenza ni secretismos. Todas cogían en cualquier lugar de la casa, sin ningún tipo de problema.
En uno de los sillones contra la pared estaba Alicia, arrodillada frente a Tefi. Obviamente le estaba chupando la concha; pero lo que más me llamó la atención fue ver a Ayelén acostada en el piso boca arriba, Alicia estaba sentada en su cara. Se ve que ya se estaban llevando mejor. Eso me agradó mucho.
Pregunté dónde estaba Pilar y Tefi me dijo que recién había salido de bañarse, que ahora debería estar en su cuarto.
Encontré a Pilar acostada en su cama, masturbándose. Tenía los ojos cerrados y metía dos dedos en su sexo con rapidez.
—¿Por qué no estás en el living, con las demás? —Pregunté.
—Ah… hola Nahuel. Solo estaba “calentando motores”, y pensaba en las cosas que hice en estos últimos días. Me gusta recordarlas, a veces me caliento más mientras las recuerdo que en el momento del acto en sí.
—Ah, será porque estás acostumbrada a leer sobre sexo.
—Sí, eso mismo pensé. El sexo físico sigue siendo algo nuevo para mí. En cambio, llevo muchos años pajeándome con novelas eróticas. Ojalá cuando termine esta puta pandemia pueda encontrar a alguien con quien coger… aunque, lo veo difícil.
—¿Por qué? Si sos re linda, a muchos les encantaría coger con vos.
—Puede ser… pero me da vergüenza andar encarando tipos.
—No te preocupes por eso ahora, y acordate que tenés como hermana a Macarena. Ella te puede ayudar con ese tema.
—Eso espero. Me encantó probar tu verga, pero me gustaría probar otras… sino nunca voy a conseguir un novio.
—Te va a ir bien, te lo aseguro. Mientras tanto… ¿no querés que te la chupe? Quiero aprender a hacerlo bien.
—Sí, dale… pero no te ofendas si yo me quedo con los ojos cerrados pensando en otra cosa.
—Para nada, pensá en lo que quieras… y espero que lo disfrutes.
La concha de Pilar estaba muy húmeda, clara señal de que llevaba un buen rato tocándose. Esto me gustó. Sus labios vaginales son más carnosos que los de mis otras hermanas, tienen un toque especial.
Mi táctica consistió en replicar lo que aprendí de Ayelén. Lamí alrededor del clítoris, una y otra vez. Aproveche cada momento que llegué al centro para dar unos buenos chupones. También bajé un poco más y lamí el centro mismo de la concha, metiendo la lengua. Eso pareció gustarle a Pilar, porque gimió cada vez que lo hice.
Estuve chupando un buen rato y esperaba haberme ganado al menos un buen pete.
—¿Y qué tal estuvo? —Pregunté.
—Uf… muy bien, hermanito. Muy pero muy bien.
—Aunque, no llega a excelente.
—Mmm… quizás para “excelente” todavía te falta un poco; pero un “muy bien” significa que me la podés meter.
—¿Qué? ¿De verdad?
—Sí, claro… cogeme durante un rato. Te lo ganaste.
Me posicioné sobre ella, con la pija dura, y comencé a meterla lentamente. Ayelén tenía razón: Pilar es menos exigente. Algo me decía que mis otras hermanas no hubieran calificado esto de “muy bueno”, por eso debería seguir esforzándome. Pero con Pilar ya era suficiente como para enterrarle la verga… y sentí un inmenso alivio cuando lo hice. Ya extrañaba esa tibia sensación de meter el pene en una concha húmeda y bien dilatada. Pilar volvió a cerrar los ojos y yo se la fui metiendo despacito. No costó mucho hundirla toda. Empecé a dar embestidas cortas y aproveché para chupar sus tetas. Dios, qué rico es jugar con estos pechos tan grandes. Le chupé los pezones con fuerza y logré hacerla gemir.
Estuvimos cogiendo en la misma posición durante unos cuantos minutos y yo la saqué antes de acabar.
—¿Me vas a dar de tomar la leche? —Preguntó.
—No, todavía no quiero acabar. Tengo que guardar fuerzas para el resto del día. Confío en que me ganaré la oportunidad de metérsela a otra… o que al menos me la chupe. Si empiezo acabando ahora, después no se me va a parar.
—Ufa… está bien. Qué lástima… con las ganas que tenía de tomarme la leche.
—Te prometo que si antes de dormir todavía no acabé, te la doy a vos.
—No creo que eso pase.
— ¿Por qué no?
—Porque ya la estás chupando muy bien, estoy segura de que se la vas a meter a alguien más. Aunque… por ahí, si tengo suerte, me puedo comer una concha llena de leche. Eso también me gustaría mucho.
—Bueno, entonces te aviso si ando con ganas de acabar, y vemos cómo lo hacemos.
—Okiss… ah, y ya que estamos… ¿podés decirle a Brenda que venga? Saqué un buen dildo de la reserva de mamá y se lo quiero meter por el culo. Me encanta meterle cosas por el culo a esa putita, chilla como loca. Es preciosa… sería lindo tenerla de cuñada.
Me guiñó un ojo. Entendí la indirecta.
Regresé al living y encontré a varias de las chicas caminando de acá para allá, estaban sirviendo algo fresco para tomar. Era jugo de frutas, ese que viene en caja. Pedí que me llenaran un vaso y le dije a Brenda que Pilar la esperaba. Ella pasó a mi lado, me acarició la verga y dijo:
—Espero que vengas a buscarme en algún momento —luego se perdió de vista.
—Me parece que a esa chica le pasa algo con vos —dijo Cristela, alcanzándome el vaso de jugo—. Deberías hablar con ella.
—Emm… no sé, puede ser. —Me acerqué más a ella y susurré—. ¿Creés que aceptaría si le pido que seamos algo más que amigos?
—Mmm… ni idea, con las mujeres nunca se sabe, Nahuel. Mirá todos los problemas que tuve con tu mamá… cuando creí que por fin íbamos a estar juntas y que todo marchaba perfecto, me dijo que lo nuestro se tenía que terminar. Así, de un día para otro, sin previo aviso. Ahora entiendo sus razones; pero igual me confundió mucho cuando me lo dijo.
—Qué animal complicado la mujer.
—¡Ja! Y no te creas que los hombres son tan simples. Tienen sus vueltas. Lo peor es cuando son muy posesivos. Nunca seas así, Nahuel. No importa quién sea la mujer que te acompañe en tu vida, ella no te pertenece. No es un objeto con tu nombre impreso. ¿Está claro?
—Sí, muy claro.
—Dale espacio para respirar, y que sienta que aún tiene el control de su vida. Pero bueno, no quiero darte un sermón aburrido. Es solo que… me sentiría muy desilusionada si mi único sobrino varón, criado entre mujeres, se convierte en un misógino posesivo. Lo sentiría como un gran fracaso.
—Creo que todas mis hermanas lo sentirían igual. Muchas gracias por los consejos, tía. ¿Querés que te devuelva el favor de alguna manera? ¿Querés que te la chupe?
—No, quiero que me la metas por el culo.
—¿En serio?
—Sí, quiero me des bien duro —me agarró la pija, que enseguida se me puso dura—. Decime, Nahuel… ¿te sentís con la confianza suficiente como para ganarte la oportunidad de metérmela por el culo? Porque sino, no me hagas perder el tiempo.
—Ah… ya veo… em… mejor lo dejamos para otro momento. Me vendría bien practicar un poco más.
—Ok, si necesitás practicar, tenés muchas opciones. Yo te di varias clases de “educación sexual”, esa etapa ya la pasamos. No me busques para “practicar”. Buscame cuando quieras rendir un examen final.
—Entendido.
En ese instante me dije: “Nahuel, tenés que esforzarte al máximo”. Y comencé mi rutina de entrenamiento intensivo.
*Suena música de Rocky Balboa*
Dediqué todo el resto del tercer día y la cuarta jornada completa para chupar tantas conchas como pude. Arranqué con mi mamá, Alicia se mostró muy abierta (y no solo de piernas), me dio algunos consejos que sumé a los que me había dado Ayelén. Alicia me recompensó con una chupada de pija, aunque no logré conseguir más. Sin bajar los brazos, continué con Gisela. Ella se puso muy exigente y salvaje. Se sentó en mi cara y me inhibió tanto que no conseguí un gran resultado. Tuve que irme con las manos vacías.
Mi intento con Macarena tampoco fue el más fructífero. Ella me pidió que se la chupara estando acostada boca abajo, porque estaba entretenida con la concha de Tefi. Aproveché para chuparle un poco el culo, cosa que también sumaba puntos para el campeonato, lo sé porque vi a Alicia chupándole el culo con mucha intensidad a Gisela y ésta le dijo que si seguía así, ganaría el primer puesto. Yo quedé lejos de eso, pero al menos conseguí que Maca me la chupara un ratito.
Y así seguí, probando, fracasando, y consiguiendo pequeñas recompensas. En ocasiones me fui con el gran premio de meterla en la concha de alguna, y cada vez fueron menos las veces que me fui con las manos vacías. Al menos conseguía que me comieran la verga. Incluso Tefi tuvo que chupármela un buen rato, a pesar de que me aseguró que no lo conseguiría.
Todo el tiempo escuchaba una voz en mi cabeza que me decía: “Vamos, Nahuel… no te rindas, vos podés. Seguí así”.
Busqué a todas (menos a Cristela) al menos una vez, con algunas probé varias veces. En especial con Pilar… sabía que chupársela a ella era garantía de meterla por la concha, aunque la desgraciada no me dio el “excelente” que necesitaba para metérsela por el culo.
Pero esto no me detuvo. Seguí adelante, aunque a veces terminara agotado. Esto se convirtió en un verdadero desenfreno sexual, no hay persona en mi casa que pase más de una hora sin tener sexo con alguien… a menos que quieran dormir.
Continúa en el siguiente Post: Aislado Entre Mujeres [65] - Parte 02
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