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Fantasía de Verano (relato sissy) COMPLETO

Vivo en un pequeño edificio de la ciudad, soy una travesti de closet, por lo que tengo muy pocas oportunidades de vestirme como nena y disfrutar de esas sensaciones tan placenteras.

Han tocado la puerta, es mi vecino de arriba, abro la puerta y me comenta que va a salir de vacaciones durante tres semanas y desea que me quede con la llave de su apartamento ya que en unos días llegará de Argentina un colega suyo que viene a dar unas conferencias en la universidad donde trabaja. Me pidió que le entregue la llave cuando llegue y le muestre el funcionamiento del edificio y de lo que necesite. No me hice problema ya que Juan es muy amable siempre y nos llevamos bien. Me enseñó la foto de un señor un tanto canoso, en sus sesenta y pico, apenas se veía su rostro.

Me dijo que a lo que esté por llegar el me avisará para que lo espere y todo vaya bien. 
Pasaron los días, mi vecino no se iba y pensé que todo había quedado en nada. Un viernes por la tarde me timbró, era Juan acompañado de ese señor. Me presentó a Roberto y dijo que justo saldría en poco tiempo y que quería reunirse conmigo también para que ayude a Roberto en lo que se ofrezca. Subimos a su apartamento y luego de una conversa específica de cuanto se quedaría y ciertas indicaciones generales como el agua, el ascensor o el horario de la basura, todo estaba bien, Juan nos ofreció algo de tomar y aceptamos. De repente mientras Roberto hablaba, no pude dejar de fijarme en su entrepierna, estaba terriblemente marcada por una silueta muy bien proporcionada, gruesa diría yo, algo que llamó mi atención de gran manera ya que de repente sentí como que me perdí ahí, no pude escapar, Roberto se había dado cuenta pero fue momentáneo, una especie de sonrisa cómplice pero incómoda, ya que se notaba que no tenía tanta confianza con Juan ni conmigo como para bromear o reclamar. Fueron segundos. Juan no se dio cuenta.

En el mismo piso del apartamento de Juan está el ingreso a mi terraza privada donde tengo alguna que otra planta descuidada, un asadero y un lugar para una hamaca. Para pasar al apartamento de Juan hay un paso ajustado en el pasillo hacia ambas puertas.

Un par de días después y sin ningún otro evento ni novedad de aquel día, subí a mi terraza a arreglar un poco, no estaba solo en casa, así que no llevaba intención de nada. Roberto salió del ascensor el momento en que yo trataba de abrir la puerta de la terraza y pasó por detrás mío como forzando el espacio, era un hombre corpulento, más bien rellenito y bastante más grande jeje, como forzando un roce y pues me preguntó que tal, que que hacía y que a donde daba esa puerta, le conté que era mi terraza y que iba a arreglar un poco ya que había llovido el día anterior. Me pidió si podía verla y prácticamente solo pasó. Halagó la vista y la tranquilidad que se sentía. Yo procedí a hacer mis cosas mientras me preguntó si podía sentarse y fumar, le dije que sí, que no había problema, yo recogía las hojas caídas, y acomodaba la tierra aprovechando la humedad. De repente mientras conversábamos de lejos, voltee a verlo y fue mi sorpresa que mientras fumaba, tenía en su mano su miembro, se lo había sacado y lo pajeaba lentamente y disfrutándolo. Me miró fijo y me dijo, seguramente al ver mi sorprendido rostro, que había notado cómo lo ví aquel día que nos conocimos, que cuando quiera podía aprovechar a verlo de cerca. Sólo me reí nervioso y no supe qué hacer o decir. La verdad cuando no estoy vestida de mujer, no suelo fantasear en entregarme a esos placeres, además nunca lo he hecho. Como no estaba sola la casa y podía venir alguien o llamarme pues me puse bastante nervioso y solo tontamente le agradecí y bromeé en que cualquier día de estos le avisaba para que me la muestre. Tal vez notó mi incomodidad y como que se achicó y guardándola cambió de tema. Conversamos un rato más y luego se excusó y salió hacia su apartamento, todo en paz.

No pude dejar de pensar, fantaseando y excitada en lo que me hubiera gustado hacer si me hubiera animado a probar.

Pasaron unos días y llegó un fin de semana de esos en que me podría quedar sola y dar rienda suelta a mis poco habituales placeres de vestirme y arreglarme lo más linda posible o subir a la terraza en bikini a tomar un poco de sol tendida en mi hamaca, para luego regresar a desfogar mis deseos jugando por cam con algún morboso que me caliente, amo hacerlo cuando estoy sola.

Decidí aquel día subir a tomar sol, ya había pasado tiempo y no volví a toparme con Roberto. Me puse mi ajustado bikini y sobre él, un pantalón suelto y un hoodie de cierre, ropa de hombre por si me encontraba con algún otro vecino o conocido, mi pelo suelto largo ya les es habitual así que no estaba recogido, así suelo subir. Sintiendo la tanguita bien metida haciéndome sentir placer. Oh sorpresa coincidimos como aquella vez en el estrecho paso, pero esta vez, al pasar él y buscar un roce, yo empiné mi colita de una manera instintiva para poder sentir lo que me ofrecía, mi corazón palpitó mucho durante ese instante, él no desaprovechó, apoyó bien su pancita y su miembro sobre mi cola pero haciendo el ademán de querer pasar. En ese instante bajé el cierre de mi hoodie y al darme vuelta dejé que vea lo que llevaba puesta. Alcancé a abrir la puerta y entramos a la terraza. Apenas cerró la puerta yo solo me vi apoyada contra la pared con su rostro sobre el mío y sus manos sacando lentamente mi ropa, la dejó un poco bajo mis hombros y empezó a besarme, su lengua me penetraba despacio y haciéndome sentir deseada, estar vestida así me dió un instinto de que debía dejarlo hacer y disfrutarlo, era lo que sentía.

Nos besamos mucho rato, empecé a juguetear con mi lengua como solo lo había hecho en calientes fantasías de cam, lamiendo su lengua y tratando de imaginarme que era su verga. Estaba muy mojada. Le decía entre suspiros que nunca lo había hecho y que no sabía qué hacer, pero el solo seguía besando mi cuello y hombros, desvistiendome toda para dejarme solo con aquel bikini en el que tanto había fantaseado con ser la hembra de algún morboso, sus manos acariciaban mi espalda, nalgas y muslos, se apartó un poco y me dijo que me deseaba, se sentó, abrió su pantalón y sacó su verga, era como en mis fantasías, gruesa, depilada, no muy larga, mi boca se hizo agua y de rodillas empezé a besarla y chuparla, estaba mojada y sabía tan bien, no podía dejar de jugar con mi lengua y tratar de meterla entera en mi boca, él, no dejaba de acariciarme y decirme lo rico que lo hacía, estuve mamando esa verga como 10 minutos hasta que se levantó para disfrutar de mi como siempre lo deseé, tendió la hamaca sobre el suelo y se recostó, me pidió que me coloque sobre él, si, porque como les conté era corpulento y alto, yo apenas con mis 50 kilos no podía hacer nada más, seguimos besándonos mientras frotaba mi colita sobre ese delicioso y grueso miembro, pero era muy grueso. 
Siempre que subo a tomar sol llevo mi hamaca y mi frasquito de aceite de coco que disfruto untar sobre todo mi cuerpo, él lo tomó y lo regó sobre mi colita, y sobre su gran miembro, yo no podía más, quería sentirlo dentro, estábamos tan lubricados y yo misma fui introduciendo ese falo en mi nueve y depilada colita, mmmm se sentía la gloria como me dilataba con tanto deseo y calor, nada comparado con los juguetes de mi soledad. 

Empecé cabalgando despacio pero el deseo era monumental, cada vez pedía más y así estuvimos un rato, luego él me pidió que pusiera mis piernas sobre sus hombros y me hizo disfrutar mucho más, siiii, así me tuvo otro rato hasta que no aguantó más y en un gran orgasmo terminó tirando toda esa lechita sobre mi pancita y hasta llegó a mi cara, su lechita se mezcló con la mía ya que me había hecho acabar un poco antes, estaba toda bañada pero satisfecha, luego desperté, fue mi fantasía de verano, en mi hamaca mientras tomaba sol y soplaba el viento en una fría ciudad de los andes.



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