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Mi madre paga a los albañiles con su cuerpo

Mi nombre es David, soy un universitario de arquitectura y vivo con mi madre Teresa que enviudó hace unos meses. Tenemos una relación peculiar ya que mi madre es una mujer muy cariñosa y manipulable, desde la muerte de mi padre ha dependido de mí como apoyo emocional, Esto ha derivado a una total obediencia hacia mi persona; Con tal de satisfacerme, mi madre hará lo que sea
Mi madre con su cabello castaño brillante y ojos marrones cautivadores, se encuentra frente a mi. Lleva puesto un sensual vestido negro que abraza sus curvas con elegancia, realzando su figura atlética y sus caderas anchas. Su culo era grande y bien formado, tanto que los hombres no podían apartar su mirada.Sus senos, una generosa copa de 100 cm, se destacan, invitándote a desearlos. Su piel ligeramente bronceada brilla bajo la luz de la habitación, realzando su atractivo general.

Era un día caluroso en pleno verano; mi madre y yo estábamos en la sala disfrutando de un refresco con hielo, mientras en el jardín había dos albañiles trabajando en la construcción de una nueva terraza. Eran jóvenes de piel oscura, de complexión fuerte y robusta, con una altura aproximada de 1.80 metros y estaban sudando debido al arduo trabajo.

Ambos albañiles terminaron su labor y pronto tendría que pagarles por sus servicios, pero había un problema: en ese momento, no deseaba hacerlo, pues soy bastante tacaño, y no se me ocurría una forma de evitar pagarles. Sin embargo, mi madre estaba allí, y de repente se me ocurrió una forma de ahorrarme el dinero.

-Hijo, estoy aburrida, no hay nada interesante que hacer -dijo mi madre completamente sudada.
-¿Quieres hacer algo divertido? -pregunté y mi madre se me acercó interesada.

-Los jardineros están a punto de terminar el trabajo, pero no tengo dinero para pagarles. ¿Creés que me puedas ayudar? -pregunté y mi madre me miró extrañada.

-Pero ¿cómo puedo ayudarte en eso?-respondió mi madre.

Inmediatamente puse mi mano en su entrepierna y empecé a estimular su vagina.
-¿No quieres ayudar a tu hijo con esto?, eres atractiva, seguramente esos dos quieren verte desnuda y ser tus amantes, ellos aceptarán esa forma de pago- le dije mientras seguía estimulando su vagina, mi madre seguramente estaba pensando cómo podría seducir a dos hombres jóvenes y sin decir nada le respondí.

-Quiero que les ofrezcas cervezas y habla con ellos, después de tomar quiero que subas al baño de arriba y yo los mandaré para allá, de ahí en más, te lo encargo yo observaré desde la ventana del baño- esas fueron las instrucciones que mí madre acato y ella sin oponerse siguió mi plan emocionada y excitada.

Llenos de expectación, los albañiles terminaron su trabajo y mi madre les ofreció cervezas, llevándolos a un coqueto rincón del jardín. Mientras disfrutaban de las bebidas, mi madre conversó con ellos de forma coqueta y provocativa, no sé de qué hablaban, pero había notando cómo los jóvenes no podían evitar mirarla con deseo.

Después de un rato, mi madre vino a decirme en el oído
–Tengo ganas de orinar, espero que nada malo me pase– Fue lo que me dijo con un tono juguetón y seductor, subió al baño de arriba.
La atmósfera en el baño se volvió eléctrica cuando mi madre subió las escaleras y se acomodó en el inodoro, lista para orinar como lo habías indicado. Desde la puerta entreabierta, podía escuchar sus suspiros de anticipación mientras acariciaba suavemente sus muslos.
Minutos después llegaron los albañiles a pedirme si podía usar el baño ,siguiendo mis instrucciones, subieron tras mi madre,y yo rápidamente fui por detrás del jardín para escalar y ver por la ventana la acción.
Al entrar en el baño, se encontraron con ella en una posición íntima y vulnerable. Ambos se quedaron momentáneamente atónitos por la visión de mi madre sentada en el inodoro.
Los albañiles, se miraron entre sí con una mezcla de sorpresa y excitación al encontrarse con mi madre orinando, y sus miradas no tardaron en dirigirse a su sensual figura.

-Oh, disculpen si los he sorprendido-, dijo mi madre, con una sonrisa juguetona. -Es solo que estaba tan emocionada con ustedes aquí, que no pude esperar a usar el baño. ¿Les molesta que siga?-Respondió mi madre.
–Disculpe señora, pero su hijo nos dijo que este era el baño y necesitamos orinar– Respondió un albañil con una expresión de pena.
Con una mirada traviesa en sus ojos, mi madre se levantó del inodoro y se acercó lentamente a los albañiles, quienes la observaban con deseo y excitación palpable. Su sensual vestido se ajustaba perfectamente a su figura, realzando cada curva tentadora mientras se movía con gracia hacia ellos.

-¿No puedo dejarlos solos ni un minuto que ya están listos para la acción?- dijo mi madre con una risa coqueta, acercándose a ellos y acariciando sus miembros rígidos con sus delicadas manos. Sin esperar una respuesta, se acercó a ellos y desabrochó los botones de sus camisetas, revelando sus torsos sudorosos y musculosos. Sus dedos jugaban con los bordes de sus pantalones, tentando a los albañiles con lo que estaba por venir.
-Parece que necesitan algo de ayuda para relajarse un poco.-

Los albañiles apenas podían contener su deseo, asintiendo con entusiasmo ante la provocativa oferta de mí madre.
Sin perder tiempo, liberó sus miembros ya erectos de sus pantalones. Su toque era experto, y los chicos no podían evitar gemir mientras ella los acariciaba, excitándolos aún más con cada roce
–Mmm... qué pollas tan grandes tienen, chicos. Parecen necesitadas de atención–, susurró mi madre con una mezcla de picardía y deseo en su voz
Uno de ellos tomó la iniciativa y acarició su cabello sedoso, mientras el otro se perdía en la intensidad de su mirada.

"Señora Teresa, no sabíamos que esto iba a pasar, pero estamos más que dispuestos a disfrutar de su compañía," dijo uno de los albañiles, su voz cargada de excitación y deseo.

Mi madre sonrió maliciosamente, sabiendo que tenía el control de la situación. Sin perder más tiempo, se arrodilló frente a los albañiles. Los miembros erectos se erguían orgullosos, mostrando su necesidad de satisfacción.

"Mmm, parece que están listos para divertirse," murmuró Mi madre mientras comenzaba a acariciarlos suavemente. Lentamente, llevó uno de los miembros a su boca y lo rodeó con sus labios, provocando gemidos de placer en su portador.

El otro albañil no quería quedarse atrás y se aproximó por detrás de mi madre, acariciando sus nalgas con deseo antes de deslizar sus manos hacia adelante, alcanzando sus pechos generosos. Mi madre disfrutó de la doble estimulación, entregándose por completo al éxtasis de la situación.

La habitación se llenó con los sonidos sensuales de la pasión, gemidos de placer y el suave chapoteo de la excitación en su boca. Mi madre alternaba entre ambos miembros, entregándose con maestría a la tarea de proporcionarles placer.

– ¡Oh, sí, señora Teresa! ¡Eso se siente increíble! –exclamó uno de los albañiles, dejándose llevar por el placer que le brindaba su habilidosa boca.

Mi madre no dejaba de sonreír mientras llevaba a los albañiles al límite, saboreando cada momento de su íntima interacción. Estaba disfrutando tanto como ellos, sintiéndose empoderada y excitada por el control que tenía sobre esos jóvenes y sus deseos ardientes.

Finalmente, los albañiles no pudieron resistir más y se corrieron en el rostro y boca de mi madre, cubriéndola con su cálida esencia. Ella recibió sus entregas con deleite, saboreando cada gota mientras mantenía su mirada desafiante y seductora.

–Oh, señora Teresa, eso fue... increíble– expresó uno de los albañiles, aún recuperándose del intenso clímax.

Mi madre se limpió con gracia, disfrutando de la sensación de su propia piel cubierta de suaves rastros de su encuentro. Los albañiles quedaron satisfechos y agradecidos, completamente maravillados por la sensualidad y destreza de la mujer que les había brindado tanto placer.

Después de un breve momento de descanso, los albañiles volvieron a sus sentidos y siguieron las indicaciones de mi madre. Ambos se dirigieron a la taza del baño, mientras ella los guiaba con sus manos en sus duras erecciones. Los miembros, ahora liberados de la tensión del deseo, dejaron fluir su orina en la taza.

Mi madre los observó con satisfacción, su rostro y boca aún mostrando las huellas de su encuentro íntimo.
Cuando ambos albañiles estaban a punto de salir del baño, me di cuenta de que eso no era suficiente para evitar pagarles y, en un pensamiento rápido,llamé a mi madre.

- Mamá, esto no es suficiente para evitar que les pague. Tienes que hacer algo más para complacerlos - le dije a mi madre y ella buscaba muchas formas de atraer la atención hasta que se le ocurrió algo.

- Chicos, ¿por qué tan apresurados? - dijo mi madre con una voz coqueta mientras se acariciaba la entrepierna, mostrando su excitación.
-Señora Teresa, no creo que sea buena idea, su hijo- Antes de completar la frase mi madre lo obligó a sentarse en la tasa del baño y subió su vestido dejando ver su vagina al descubierto.

-Tranquilo tesoro, está es la mejor parte-murmuró mi madre mientras poco a poco bajaba sus caderas hasta chocar con la punta de su adorada polla.

Mí madre sólo empezó a mover sus caderas dejando que los labios de su vagina chocarán con el pene de su hombre, sin llegar a hacer nada, sólo preparándose y desesperando al albañil por no consolidar nada en el acto.
– Bien cariño, como lo estás viendo creés que mi cuerpo pueda aguantar tu enorme polla– Fue lo que dijo mi madre y el albañil se enojó por esto, por tanto agarro las nalgas de mi madre y la arrastró hacia abajo, penetrando completamente a mi madre.
–Ahhhhhhhhhh– fue lo que mi madre gritó cuando fue penetrada por completo por el rabo de su hombre, la cara de mi madre fue un total deleite para mi vista, ya que su rostro expresa excitación y dolor.
–Señora, usted tiene la culpa, con ese culo cualquiera se volvería loco– El albañil sólo alcanzó a decir esas palabras y empezó a mover sus caderas empotrando a mi madre con su imponente rabo mientras ella gritaba de satisfacción.

La vista de mi madre cabalgando a un negro sentado en el retrete era algo muy estimulante, pero todo mejoraría cuando el hombre que penetraba a su hembra vio a su compañero masturbándose solo atrás de ellos.Así que en un rápido movimiento agarro el culo de mi madre y separó sus nalgas exponiendo la entrada anal de mi madre.
Ella tardó un momento en procesar lo que está sucediendo, pero antes de que pueda reaccionar, siento cómo mi ano queda expuesto
-Chicos esto es muy inapropiado, deberían de ser pacientes y esperar su turn.. Ahhh- Mi madre intentó hablar pero al sentir que su otro compañero empezó a penetrar su ano, sus ojos se abrieron por completo.– Ahh, chicos ustedes, no, no pueden hacer eso, tienen que esperar su, AHHH– mi madre no pudo terminar su frase ya que su acompañante de un solo empuje penetró por completo el culo de mí madre haciéndola gritar mientras la sensación de presión en su vagina y su ano la abrumaba

Ambos hombres solo la estaban usando como saco de semen y no detenían sus caderas por nada, la intensidad del acto carnal es tan brutal y estimulante que no puede dejar de masturbarme mientras miró la escena, Mi madre siente cómo su cuerpo responde al estímulo incesante de ser doblemente penetrada.

Los albañiles no se detienen, y su toque y embestidas continúan sin cesar. Pero ahora, sus palabras vulgares y pervertidas se suman a la ecuación.

-Eres tan apretada y caliente- murmura uno de los albañiles entre gemidos, su voz cargada de lujuria mientras continúa penetrándola sin piedad.

-Sí, así es, gime para nosotros, disfruta siendo nuestra puta- dice el otro albañil con una voz ronca y dominante, su aliento agitado mientras sigue estimulando su oído.

Las palabras audaces y pervertidas se mezclan con la sensación física abrumadora.
Hacen que mi madre sea arrastrada por la ola de deseo que la envuelve.
-Los niños, OHHH, han sido muy malos, AHHH AHEEH, LOS VOY A CASTIGAAAAAR AHHH-
Los propios gemidos de mi madre se vuelven más audibles y descontrolados. La sensación de ser estimulada de múltiples formas, física y verbalmente, la lleva al borde del éxtasis. Su cuerpo responde con una urgencia irresistible, y no puede evitar que sus caderas se muevan en sincronización con las embestidas, buscando más placer, más éxtasis.

En medio de la excitación abrumadora, Teresa se encuentra en un estado de éxtasis compartido con los albañiles. La intensidad de la experiencia ha llevado sus emociones al límite, y su mente está llena de sensaciones intensas y pasión desenfrenada.

El albañil que la penetra vaginalmente cambia su enfoque, bajando el vestido de Teresa y explorando sus pechos con un toque deliberado y provocativo. Sus manos grandes y toscas se deslizan sobre su piel, sus dedos acariciando y apretando con una mezcla de deseo y urgencia.

Mi madre le sigue el juego hasta que por sorpresa llega cuando el albañil se inclina y comienza a amamantar en uno de sus pechos, como si estuviera regañando a un niño.

-¿Qué estás haciendo?- exclama mi madre, con una voz cargada de sorpresa y deseo.
El albañil continúa amamantando en su pecho, explorando cada rincón con una mezcla de pasión y provocación. Sus caricias y succiones crean una sensación intensa, y mi madre no puede evitar que sus gemidos sean mezclados con palabras de regaño y placer. -Oh, Dios mío, esto es…¡Te dije que te detuvieras! No me escuchas IHHHIII-, murmura entre gemidos, su voz llenándose de una mezcla de incredulidad y excitación.

La atmósfera está cargada con una tensión erótica y desinhibida. Mi madre se encuentra en el centro de una experiencia que la empuja hacia límites desconocidos, donde el placer y la sorpresa se entrelazan de manera abrumadora. Cada caricia, cada succión, es una manifestación de la pasión y el deseo compartidos en esta experiencia intensa y provocativa.

En medio de la compleja mezcla de emociones que embarga a mi madre, un nuevo giro de la situación la toma por sorpresa, de repente sus labios encuentran medida del albañil que la penetra por el analmente, mientras su compañero continúa explorando sus pechos con determinación,
los suyos en un beso profundo y apasionado. La sorpresa y el enojo se mezclan con el deseo y la excitación en un torbellino abrumador.

Las lenguas se entrelazan en un beso ardiente y provocador, sus movimientos llenos de pasión y lujuria. La intensidad del contacto hace que Teresa sienta cómo su resistencia se desvanece poco a poco. Los gemidos que habían sido emitidos en protesta se transforman en suspiros entrecortados, cada caricia y cada beso avivando la llama de su excitación.

Mientras el albañil la besa apasionadamente, las caderas de ambos albañiles continúan moviéndose con una fuerza intensa. El sonido de sus cuerpos chocando con las partes íntimas de mi madre llena la habitación, creando una sinfonía de placer que se mezcla con los gemidos y suspiros que llenan el aire..

En medio de la vorágine de sensaciones y pasión que la envuelve, mi madre empieza a sentir algo incómodo en su interior. A la vez que mi persona empieza a escuchar como los gases de mi madre empiezan a salir de su culo en cada embestida.
En ese momento recordé como antes de todo, mi madre y yo estábamos tomando refrescos, y recordé que eso le provoca gases a mi madre, algo tarde para recordar ese pequeño detalle.

Sus gemidos y suspiros se mezclan con una creciente sensación de urgencia. Mi madre siente cómo los gases empiezan a acumularse en su interior, y el temor de ser avergonzada por esto se incrementa.

-Esperen, por favor- implora mi madre con un tono mezclado de necesidad y vergüenza, intentando llamar la atención de los albañiles que la rodean, por lo que ambos se detienen.
-Tengo que parar un momento, necesito explicarles algo-. La confusión y la sorpresa se reflejan en los rostros de los albañiles mientras ella intenta explicar lo que está sucediendo. -Los refrescos que tomé antes... están provocándome gases.
Necesito hacer una pausa. No quiero que esto empeore. Lo siento, no esperaba que esto sucediera. Por favor, pueden parar un momento- dijo mi madre toda avergonzada.

Los albañiles intercambian miradas entre ellos, aparentemente sorprendidos. Pero antes de que mi madre pueda procesar completamente la situación, la escena da un giro inesperado. Sin previo aviso, los albañiles retoman la acción, continuando con el acto carnal como si nada hubiera pasado.

Mi madre se siente confundida y absorta mientras los albañiles continúan con su embestida. - Ahh ¿Qué... qué están haciendo?- pregunta mi madre con incredulidad y confusión.

Los albañiles sonríen con una expresión de deseo salvaje. "No importa lo que tu cuerpo haga, nos gusta", murmura uno de ellos con voz ronca, su tono lleno de lujuria y determinación. "Nos encanta verte en medio de todas tus sensaciones".

La respuesta de los albañiles me sorprendió y desconcertó, pero mi madre solo pudo poner una cara de vergüenza, como si fuera una adolescente enamorada.
Mientras los albañiles continúan con sus movimientos salvajes, la expresión de mi madre pasa de la confusión a un placer desenfrenado. La combinación de sensaciones intensas y la afirmación de los albañiles la llevan a un nuevo nivel de éxtasis.

A medida que los movimientos se vuelven más frenéticos y las embestidas más intensas, mi madre siente cómo los gases que la atormentan empiezan a salir al ritmo de las tidas. Su vergüenza se mezcla con el placer que la embarga, sus gemidos y sus gases se convierten en una sinfonía que acompaña cada movimiento y cada expulsión.

Antes de alcanzar el clímax, los albañiles continúan moviéndose con una intensidad salvaje, sus cuerpos chocando con las caderas de mi madre en un ritmo frenético. La tensión y el deseo llenan la habitación mientras todos se sumergen en el éxtasis compartido que están creando.

-¡Teresa, no puedo aguantar más!- gime uno de los albañiles entre gemidos, su voz cargada de urgencia y pasión. -Me corro dentro de ti-.

Mi madre siente cómo ambas pollas llenan su interior, una ola de placer que la envuelve por completo.
-¡Sí, hazlo!Corranse llenadme de semen, SIIII- exclama con una mezcla de deseo y éxtasis, sus palabras convertidas en un grito de pasión.

Los albañiles llegan al clímax casi al unísono, sus gemidos llenan el aire mientras se corriendose dentro de mi madre. Llenandola por con. El sonido de su éxtasis se mezcla con el de ella, que alcanza su propio clímax en medio de la vorágine de sensaciones abrumadoras.

-¡Me corro, ahh!-grito de éxtasis escapa de los labios de mi madre, su voz cargada de placer y liberación. La sensación de satisfacción y éxtasis la envuelve por completo mientras sus cuerpos se sacuden en un momento compartido de intensidad y pasión. Tal fue el éxtasis que sin darme cuenta me masturbe tan fuerte que yo igual eyacule.

La habitación se llena de la respiración agitada y los gemidos de los tres, cada uno de los albañiles se separa de mi madre sacando sus rabos del interior de mi madre dejándola caer sobre el baño.
La vista que se despliega ante los ojos de los albañiles es una imagen muy estimulante . El semen que brota de los orificios de mi madre se derrama de por completo y mancha el suelo, un recordatorio tangible de la intensidad del momento compartido.

Al final de todo los albañiles quedaron tan satisfechos con el cuerpo de mi madre que no se dieron cuenta que yo seguía en la casa, así que se preguntaron por mi presencia, yo rápidamente volví a la sala y ambos albañiles bajaron las escaleras de manera cautelosa.
-Hola, jovencito, nosotros, buenoo..-Ambos no sabían qué responder, intuían que había escuchado todo, pero rápidamente les respondí
-Que les parece si mi madre es el pago de su servicio- Ambos se quedaron viéndome y asistieron con una expresión de aceptación y tranquilidad, técnicamente cometieron un violación y estaban asustados de que tomara represalias, pero todo estaba tranquilo.
Después de eso los albañiles se fueron y yo subí a ver a mi madre.
-Estás bien mamá- pregunté.
-Hijo, tesoro, puedes contratarlos otra vez, pero para arreglar la despensa, no te preocupes, les pagaré muy bien- Respondió mi
madre con una sonrisa de cansancio y todavía con el culo y vagina brotando semen.
Supongo que mi madre le gustó mucho follar con negros

Continuará…

1 comentarios - Mi madre paga a los albañiles con su cuerpo

eljusticiero_
muy bueno, tambien me gustarian que los albañiles se cojan a mi madre.