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A Mí Me Pasa Como A La Mujer Del Cuento

La esposa después de escuchar la confesión de su esposo, respiró profundamente, tomó asiento al lado del hombre que agonizaba y le pregunta dulce y amorosamente. Mi amor te acuerdas cuando vivíamos de tras del cuartel de bomberos, y después nos mudamos al lado del cuartel de la policía, y finalmente compramos esta casa, justo frente al cuartel del ejército. El esposo con sus últimos alientos de moribundo, le responde que si se acordaba, entonces ella acercándosele a la oreja le dice, bien orgullosa. Bueno mi amor, la gran mayoría de los integrantes de esos tres cuerpos fueron, son, y seguirán siendo míos….Cabrón. 

Bueno en mi caso, mi esposo no me ha dicho nunca nada parecido ni semejante, a lo que el esposo le confesó a la mujer del cuento. Pero no sé qué me pasa, que como que no puedo ver un interior colgado que me provoca acostarme con su dueño. Es algo aun mucho más fuerte y poderoso que mi propia razón. Yo adoro a mi esposo, pero hay algo dentro de mí que a la menor insinuación, o provocación por parte de cualquier otro hombre, estoy dispuesta, no tan solo abrirle mis piernas, sino que también a dejarme hacer todo lo que se le antoje. 

Desde bien jovencita, comencé a estar activa sexualmente, y para colmo, mi primer hombre fue mi propio hermano gemelo. A mis quince años, yo aun jugaba con muñecas, y Efraín se burlaba de mí constantemente, hasta que un día que fuimos a la playa, yo estaba desvistiéndome, cuando él entró a la habitación viéndome completamente desnuda. Yo le di un grito a mi mamá diciéndole que Efraín me estaba viendo desnuda, y que no se quería salir del cuarto. Para qué fue eso, a la que regañaron, castigaron y obligaron a que se disculpase completamente desnuda ante mi hermano, fue a mí. Diciéndome mi madre que no podía estar provocando a su hermano, que si no le hacía el menor caso, él se acostumbraría a verme así, sin maldad ninguna. 

Bueno Efraín como que se aprendió esa letra de memoria, y cada vez que me encontraba cambiándome de ropa o desnuda, sin dejar de verme mientras me vestía o desvestía, me decía. No te preocupes ya estoy acostumbrado a verte así. Un día en que yo regresaba del colegio, cansada y sudada por haber estado en un juego de voleibol, rápidamente me quité toda mi ropa y me dirigí a la ducha con la intención de bañarme. Fue en el momento en que corrí la cortina, me encontré a mi hermano, que al parecer estaba por comenzar a ducharse. Yo comencé a retroceder, cuando lo escuché decirme, No te preocupes ya estoy acostumbrado a verte así. 

Eso quizás fuera cierto, pero yo no estaba acostumbrada a verlo completamente desnudo a él. Así que mientras el agua comenzaba a caer sobre su cuerpo, no podía quitar los ojos del miembro de mi hermano. Que para mi sorpresa como que comenzó a crecer frente a mis ojos. En ese instante me dijo quieres enjabonarme la espada, a lo que yo a lo que yo tomé la esponja y comencé a enjabonar la parte alta de su espalda pero a pedido de él comencé a enjabonar un poco más abajo, hasta que comencé a enjabonar sus nalgas. 

De momento mi hermano me dijo, deja que yo te enjabone tu espalda, y le entregue la esponja y el comenzó a enjabonar la mía de igual manera hasta que sus manos llegaron hasta mis nalgas. En ese momento mi hermano que pienso yo, que se había dado cuenta de mi sorpresa, al ver yo como su miembro crecía. Y como quien no quiere, parándose frente a mí, me dijo. 

Bueno ahora continúa enjabonándome el pecho. Y entregándome la esponja, la que yo agarré de inmediato me dediqué a enjabonar su pecho, y él me pidió que le luego bajara un poco más, y así hasta que llegué a su parado miembro, el que tímidamente agarré y comencé a enjabonar, hasta que mi hermano me pidió que me detuviera y pidiéndome el jabón, sin decir más nada comenzó a enjabonar mis senos, cosa que aunque me sentía un poquito incomoda, me estaba gustando el sentir sus dedos apretándome mis parados pezones, luego continuó bajando sus manos hasta mi vientre, y sin que yo le dijera nada continuó hasta mis coño. 

Sentí sus enjabonados dedos acariciándome toda mi vulva. Lo que yo comencé a sentir fue algo tan rico que de manera inconsciente separé mis piernas, y sus dedos se deslizaron más dentro de mí. En ese instante él agarró mi mano y la colocó sobre su parado miembro, y sin saber precisamente que estaba haciendo comencé a masturbarlo. El sentir sus dedos dentro de mi coño, fue algo tan rico, que cuando me indicó que me pusiera de espaldas a él, y comenzó a rozar mi coño con su verga, no pude negarme. 

Sentí como me fue penetrando, y aunque en cierto momento sentí un ligero y pasajero dolor, comencé a restregar mis nalgas contra su cuerpo, sentía como entraba y salía su miembro de mi enjabonado coño, a medida que el agua caía sobre nuestros cuerpos, mi hermano me apretaba contra su cuerpo, hasta que tanto él como yo disfrutamos de algo completamente nuevo para mí. 

Desde ese momento sino era él quien me buscaba era yo quien lo encontraba a él, y en silencio nos íbamos al patio trasero, donde en una vieja casucha nos encontrábamos y a dentro, sin perder tiempo nos quitábamos la ropa, nos llegamos a besar y acariciar hasta que volvíamos a tener sexo, de las más distintas y diferentes maneras. 

En una ocasión ya habíamos terminado, cuando mi hermano, se vistió bien rápido y salió de la casa como alma que lleva el diablo. Aun yo me encontraba completamente desnuda, y lavando mi coño con un pequeño chorro de agua, siento que estoy siendo observada, y al volver la mirada, me di cuenta de que estaba siendo observada por un tío mío. 

Él se me acercó, y agarrándome por el brazo, me dijo piensa lo que van a decir tus padres, cuando se enteren que te estás acostando con un chico al que no pude agarrar. Yo me asusté tanto que casi me pongo a llorar, fue cuando agarrando mi coño me dijo, ya veo que sabes usarlo, al tiempo que sus dedos me hacía una rica cosquilla dentro. No hizo falta que me dijera más nada, esa tarde mi tío, hizo conmigo lo que quiso, además en cierta manera me enseño cosas que yo ignoraba como el 69, y hasta el disfrutar del sexo anal. 

Después de mi tío, con el tiempo me relacioné con mis seis primos. Y no había día que no me acostase con alguno de ellos, hasta cuando me bajaba la regla. Ya a los 18 era un secreto a voces dentro de la familia que yo era un poquito ligerita de cascos, y eso que mi madre en sin fin de ocasiones me regaño, por acostarme con alguno de mis primos pero parecía no darse por enterada si descubría que me había acostado con alguno de mis tres hermanos. 

Un día llegó mi papá, algo tomado, y mi madre le dio la queja, diciéndole. A ver si hablas con ella, hoy la agarré completamente desnuda con Cheito, mamándole su verga. Mi padre me agarró por el brazo, me montó en su camión y regañándome por un corto rato, me dijo un sinfín de cosas, hasta que nos alejamos lo suficientemente de casa. En eso desvió al carro hacia los montes, y en el medio de la noche me ordenó que me bajara. Ya fuera del auto, agarró se quitó su correa, y me dijo que me quitase toda la ropa, yo muy asustada así lo hice. De momento me dijo que me acercase a él, y tirando la correa al suelo, me tomó en sus brazos y comenzó a besarme de manera desesperada. Yo al principio estaba asustada, pero apenas noté que bajo su pantalón su miembro se le había puesto bien duro, supe que era lo que mi viejo deseaba. Así que me arrodillé frente a él y sacando su verga del pantalón me dediqué a mamársela. 


Después de eso me colocó sobre el frente camión, y bajo la luna me penetró divinamente. Eso sí cada vez que mi viejo se emborrachaba, terminaba metido en mi cuarto. Mi mamá después de un tiempo eso como que dejó de molestarle, y a su manera como que me daba las gracias por pasar la noche con mi papá, y que ella pudiera dormir tranquila. 

Ya a los veinte conocí a mi esposo, y claro mucho antes de casarnos, ya nos estábamos acostando, hasta que un día mi madre se molestó conmigo, y prácticamente me botó de la casa. Por lo que me fui a vivir con mi novio. Yo la verdad es que no pensaba serle infiel a mi marido, pero como a la semana, mientras lavaba la ropa a mano, pasó el dueño de la tienda de enseres domésticos, y comenzó a charlar conmigo, tratando de venderme una lavadora, y para ver si me convencía me dijo que pasara por la tienda al siguiente día para darme una rápida demostración. 

Al día siguiente bajé al pueblo, y apenas entré a la tienda, él cerró las puertas, lo que ya de por si me pareció algo sospechoso. Luego me pidió que lo acompañase al fondo de la tienda, y enseñándome una vieja lavadora de rodillo, me dijo. Aunque es un modelo algo viejo, es completamente nueva, y funciona muy bien, y al decir eso ante mi asombro se quitó la camisa, y de inmediato los pantalones, y me dijo présteme su ropa para que vea que bien la lava. 

Yo me di cuenta de inmediato de cuáles eran sus intenciones, así que haciéndome la pendeja, me quité la falda y la blusa que tenía puestas. Él puso a funcionar la máquina, y parándose a mi lado, se quedó como quien no sabía qué hacer. Fue cuando yo tomé la iniciativa, y quitándome el sostén y las pantis le pregunté las puedo meter a lavar también, a lo que él de inmediato respondió que sí. Y a la vez le pregunté que si también podía meter sus interiores. 

Una vez que los dos nos quedamos completamente desnudos, nos miramos y no hubo necesidad de que dijéramos nada, nos comenzamos a besar, y nos tiramos al piso mientras que la lavadora continuaba funcionando. Yo desesperadamente abrí mis piernas, agarré su dura y parada verga, y la dirigí directamente a mi peludo coño. Sentí como su verga fue deslizándose completamente dentro de mi húmedo coño. 

Por un largo rato nuestros cuerpos se movieron de manera ardiente, sudamos, disfrutamos mutuamente hasta que tanto él como yo alcanzamos un tremendo clímax. Después de eso tuve que esperar a que mi ropa terminase de ser lavada, y secada, y sin más me regresé a mi casa. Al siguiente día me sorprendí, al ver que un camión dejaba esa lavadora de rodillos frente a mi casa. Desde luego que el dueño de la tienda pasó luego por mi casa, y nos pusimos de acuerdo en las condiciones de pago. 

Cuando regresó mi marido me explique que como era un modelito viejo, y el dueño de la tienda necesitaba el espacio, me la había vendido a un precio increíblemente bajo, además de que podía pagarlo en cómodas cuotas. Mi marido, le agrado lo de la lavadora, y luego se puso muy contento, cuando compre el televisor de la misma manera, y otros artículos. 

A los pocos meses, mi esposo fue arrestado, por no haberse inscrito en el servicio militar. Yo fui hablar con el Alcalde, y las únicas opciones eran o ir preso por cinco años, o que hiciera el servicio militar por dos años. En principio su intención era mandarlo preso por cinco años, pero al ir yo hablar con él, me dijo, es que no hay nada que me motive a cambiar de idea, además a toda esta gente hay que darle un escarmiento y es necesario que vean un ejemplo de lo que sucede, por no querer servirle a la patria y al decir eso, noté que desvergonzadamente, que mientras se agarraba su gran barrigota con una mano con la otra se agarraba su verga por sobre la tela de su pantalón. 

Yo no seré muy lista, pero entendí que era lo que el Alcalde insinuaba, así que de la misma manera en que él se agarró su verga, al mismo tiempo que yo le pregunté. ¿Qué puedo hacer yo, para que usted cambie de manera de pensar? Descaradamente me levanté un poco la corta falda que estaba usando, y agarré mi coño frente al señor Alcalde. De inmediato él clavó sus ojos en mi coño, y dijo. Para empezar veo que nos estamos entendiendo, se dirigió a la puerta de su despacho, y desde ahí le grito a su secretario. Jonás que por la próxima hora a quien venga preguntando por mí, le dices que estoy en por las calles del pueblo supervisando los trabajos de construcción personalmente. 

Al terminar de decir esas palabras el señor Alcalde, cerró la puerta con llave, me tomo suavemente por el brazo y me condujo tras una gran cortina que hay en su despacho, al correr la cortina, abrió una puerta que se encontraba oculta, y me hizo pasar a una pequeña habitación en la que había una gran cama, aire acondicionado, bidet, ducha, lavamanos e inodoro. 

Ya dentro se me quedó viendo y me dijo, bueno mija que me ofreces para que tu marido no vaya a ir preso. Yo sencillamente dejé que la falda que estaba usando se deslizase hasta el piso de la pequeña habitación, me desabotoné la blusa, y tras quitármela, me desprendí de mi sostén y mis pantis, quedando completamente desnuda ante los ojos del Alcalde. No hizo falta de que dijera más nada, ya que él aunque de manera algo torpe se quitó sus pantalones, y la camisa. 

Me señaló la cama y tras recostarme boca arriba separé mis piernas, en menos de lo que canta un gallo, ya él se encontraba sobre mí, aplastándome con su gran barriga, y enterrándome toda su verga. A pesar de que el aire acondicionado estaba prendido al máximo, ambos sudamos como locos, y a medida que él continuaba metiendo y sacando su gruesa y gorda verga de mi coño, yo para que se sintiera más macho, al mismo tiempo que gemía profundamente, le fui diciendo las cosas que a los hombres como él les encanta escuchar. 

Si papacito dame más duro porfa, que verga más rica y dura tienes papito. Y así le fui diciendo cosas, hasta que finalmente se vino dentro de mi coño. Después me lavé en el bidet, me di una buena ducha, y tras secarme me vestí. Mientras que él se quedó tirado en la cama acariciándose su gran barriga. En cosa de pocos segundos se vistió, me abrió la puerta, y ya en su despacho me dijo, querida no te preocupes, tu maridito no irá preso por cinco años, solamente hará el servicio militar. Al salir con una papeleta que el mismo señor Alcalde me había firmado, pasé por la cárcel municipal y liberaron a mi esposo. 

Luego antes de ir al cuartel, pasamos por nuestra casita. Preparé una pequeña maleta, con algo de ropa y otras cosas, pero antes de que se marchase, los dos nos metimos en la cama. Y a manera de despedida comencé por darle una buena mamada de verga, después dejé que salvajemente me diera por el culito, para que finalmente me enterrase toda su verga, divinamente dentro de mi coño, fue en ese momento, cuando directamente me preguntó. ¿Con quién te acostaste, para que yo no fuera preso por cinco años? Yo pensé en decirle que con nadie, pero viéndolo a los ojos así de cerca, y con todo su cuerpo sobre el mío, no pude menos que decirle la verdad. Pensé que se encabronaría conmigo por haber hecho eso, pero me dio las gracias, antes de darme un gran beso. 

Bueno mi marido entró al ejército, y por los próximos dos años apenas nos veremos una o dos veces al mes, cuando le den permiso para salir de pase. Y de eso ya me encargue hablando personalmente con el oficial que es su comandante. Pero el resto del tiempo como se lo podrán imaginar, pienso estar muy bien acompañada.

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