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La amiga de mi hermana - Capítulo 3

La comida fue incómoda. Un tenso silencio envolvía el salón, solamente roto por el sonido de la televisión. Sandra nos miraba a ambos con una media sonrisa en la cara. Alguna vez pillé a mi hermana mirándome y, enseguida, apartaba la mirada mientras se sonrojaba un poco.

- Vamos, Lucía. No es el fin del mundo.
- Si, ha sido un accidente. Además, apenas he visto nada...

A mi hermana se le encendió la cara aún más. Se atragantó con la comida, tosiendo violentamente.

- ¿Podemos cambiar de tema? - dijo cuando se recuperó de la tos.
- Sí, claro. ¿Qué hacemos esta tarde? - preguntó Sandra.
- Pues habría que ir a comprar algo de comida. Si queréis podemos pasar la tarde en el centro comercial y aprovechar el viaje.
- Nah. Me apetece más ir a la playa. Está empezando la temporada de buen tiempo y me gustaría broncearme. - dijo Sandra mientras me miraba con un extraño brillo en los ojos.

Mi hermana seguía comiendo en silencio. No respondió a ninguna de nuestras dos ofertas. El accidente de antes podría haberla recluido más y tendríamos que obligarla a salir de casa para que no volviera a encerrarse.

- Bueno, podemos comprar luego en el supermercado de la urbanización.
- ¿Podríamos ir a una cala que conozco? Está un poco lejos, pero es preciosa y hace unos años que no he podido ir. - dijo Sandra, que enseguida me puso ojitos viendo que mi hermana no iba a responder.
- Vale, pero luego me ayudáis con la compra. - respondí señalándola con un dedo acusatorio.



Sandra se equivocaba, una hora en coche no era “un poco lejos” precisamente. El viaje en coche no fue mucho mejor que la comida. Mi hermana seguía callada y Sandra intentaba sacarle temas de conversación con poco éxito.

Para llegar a la cala tuvimos que salir por un camino de tierra hasta que llegamos a una explanada que funcionaba como aparcamiento. Había siete coches, sin contar el mío, cuando llegamos. Desde allí tuvimos que ir andando unos diez minutos hasta llegar a la cala. Antes siquiera de ver la arena, vimos un cartel a un lado de la senda por la que íbamos. En el cartel ponía:


“Playa nudista”


Mi hermana se giró hacia Sandra con la cara completamente roja.

- No habías dicho nada de que era una playa nudista.
- No lo sabía, en serio. - dijo Sandra llevándose las manos al pecho y dando un paso atrás.
- ¡Serás...!
- En serio, hace años que no vengo. Y las veces que he venido aquí ha sido con mi padre. ¿Crees que él me traería a una playa nudista?

Mi hermana le aguantó la mirada unos segundos, luego refunfuño y se dio la vuelta para irse hacia el aparcamiento. Sandra se adelantó y la cogió de la muñeca, deteniéndola. Yo permanecí callado, no quería intervenir. Cuando esta mañana Sandra me dijo que le siguiera el juego, estaba seguro de que se refería a esto.

- Para un momento Lucía. Hay una hora de camino de vuelta a casa y ya estamos aquí. ¿Qué más da?
- ¡¿Qué más da?! No hago ni topless en la playa, ¿y quieres que me despelote en una llena de gente?
- La gente está a lo suyo en estas playas, además que no te va a conocer nadie.
- ¿No? ¿Y mi hermano qué? - dijo señalándome.
- Venga, si ya os habéis visto desnudos antes, no vais a ver nada nuevo. Además, también me ha visto a mi desnuda.
- ¿Eh? - se me escapó de la sorpresa al oír a Sandra decirle acerca de lo nuestro.
- ¿Cuándo te ha visto desnuda?
- Una vez en vuestra casa. Al salir de la ducha, entró al cuarto de baño pensando que estaba vacío, o eso dice él.
- Ya te lo dije, fue un accidente. Pensaba que estabais en la habitación y no oí la ducha ni nada.
- Sí, sí. - dijo Sandra haciéndome un gesto con la mano como quitándole importancia.
- ¿Tú me has visto a mi desnudo? ¿Cuándo? - le pregunté a mi hermana haciendo como que acababa de caer en eso.
- ¿Qué dices? No te he visto nunca desnudo. - respondió sonrojándose otra vez.
- No mientas Lucia. Me lo contaste una vez.
- ¡Cabrona! Vale, sí. Te vi una vez, hace tiempo, pero fue por accidente, pasaba por ahí y tenías la puerta de tu habitación un poco abierta. No te creas que voy por la casa espiándote.
- Bueno, entonces estamos en paz, ¿no?

Mi hermana refunfuño y se encogió de hombros como única respuesta.

- Pues visto así, no me parece tan mala idea lo de la playa. Siempre he querido ir a una y no me importa que Sandra me vea desnudo.
- Ves, no pasa nada. Venga, porfis. - dijo Sandra cogiéndole una mano entre las suyas.
- Vale, pero no quiero que pase nada raro. Ni que estés babeando por nosotras todo el día, ¿eh?

Con esto dimos por terminada la discusión y continuamos hacia la playa. La cala era una pequeña entrada de agua desde el mar rodeada por un par de acantilados. En la parte más alejada del agua había una estrecha y alargada lengua de arena. La playa quedaba bastante resguardada y hasta que no llegabas prácticamente a la arena no podías ver nada. Sandra no se había equivocado en eso, la cala era preciosa.

Al llegar a la arena pudimos comprobar que había siete parejas, unas tomando el sol y otras en el agua. Todas las personas allí estaban desnudas, ninguna mantenía ni siquiera la braga del bikini. Nos fuimos hacia un lateral de la playa, alejándonos un tanto de todas las demás personas y extendimos las toallas sobre la arena.

Sandra comenzó a quitarse la ropa sin ningún tipo de pudor. Yo me quite la camiseta y mire hacia mi hermana. Ella me miraba a mí también, con algo de rubor en las mejillas y claramente nerviosa. Aunque sabíamos que ya nos habíamos visto desnudos antes, había sido por accidente, algo bastante distinto a desnudarnos uno frente al otro voluntariamente.

Mi hermana se llevó las manos a la espalda y empezó a jugar con el nudo del bikini, sin llegar a soltarlo. Me armé de valor y me bajé el bañador, quería mostrarle que no pasaba nada por estar desnudos el uno delante del otro, aunque me moría de vergüenza por dentro. Mi hermana abrió los ojos como platos y apartó la mirada tras unos segundos. Se dio la vuelta y comenzó a quitarse el bikini.

Sandra vino hacia mí con el bote de protector solar. Miró hacia mi entrepierna y sonrió. Por los nervios tenía el pene en estado de reposo, ni siquiera morcillona.

- Me echas crema, por favor. - me dijo con voz melosa.
- Sí, claro.

Me dio la espalda y, mientras le esparcía la crema, empezó a echarse ella misma por delante y los brazos. Cuando terminé con su espalda, bajé hasta el culo y se lo acaricie aprovechando que mi hermana no podía verme en ese momento.

- Gracias, date la vuelta.

Me giré y un chorro de crema fría cayó en mi espalda. Me pasó el bote por encima de mi hombro y volvimos a repetir el mismo proceso, yo me la aplicaba por delante y ella por detrás. También bajó hasta mi culo y me tocó las pelotas metiendo la mano por debajo de este.

- ¿Me pones a mí? - le preguntó mi hermana a Sandra.
- ¿Se la pones tú? Voy a bañarme. - me susurró esta al oído.

Poniéndose un dedo sobre la boca para pedirme silencio se fue hacia el agua. Mi hermana se encontraba acostada y con la cabeza girada hacia el otro lado, por lo que no pudo ver como Sandra se alejaba. Me agaché al lado de mi hermana y, echándome la crema en las manos, empecé a esparcírsela por la espalda.

- Anda que ya te vale, mira que traernos a una playa nudista. Y encima con mi hermano. Ponme en las piernas y el culo, no sea que encima de todo me termine quemando.
- ¿Estás segura? - pregunté casi tartamudeando.

Mi hermana se incorporó del susto, girándose hacia mí, mientras intentaba tapar sus tetas con un brazo.

- Pero, ¿qué...? - preguntó mientras buscaba con la mirada a Sandra.
- Se ha ido al agua, me ha dicho que te pusiera yo la crema.

La vista de mi hermana se paró en mi entrepierna. Mi pene estaba ahora algo hinchado por el jueguecito con la crema. Mi hermana se quedó absorta mirando mi pene, el brazo con el que intentaba taparse las tetas bajó un poco, dejándome ver uno de sus pezones.

- Sandra, no pasa nada por estar aquí. Somos adultos y no hay nada que no hayamos visto antes.
- Ya, ya. Claro. Por supuesto. No pasa absolutamente nada, ni hay motivo para estar nerviosos.
- No he dicho que estés nerviosa.
- No, no lo estoy. - dijo con el nerviosismo claramente marcado en la voz.
- Bueno, ¿quieres que te eche el protector?
- No, ya me lo echo yo. Gracias.
- Vale. Pues voy a bañarme un rato.

Me levanté y, durante un segundo, pude comprobar como su vista volvía a quedarse pegada a mi entrepierna. Me metí en el agua, que estaba helada, y me llevó unos minutos aclimatarme a la temperatura. Miré a ambos lados buscando a Sandra. Se había ido hacia el acantilado, por eso mi hermana no había podido verla desde la toalla.

Cuando me acercaba, vi una imagen que me resultó muy erótica. Sandra estaba con el agua hasta la cintura. Detrás de ella, el acantilado de piedra negra y parches de vegetación colgando de él. Su pelo mojado, recogido en una coleta, brillaba al sol. Se giró al oírme llegar. Su sonrisa pícara iluminaba su cara, aún más que sus ojos marrones. Su piel estaba erizada y húmeda, pequeñas perlas de agua se deslizaban por ella. Dos grandes tetas se alzaban erguidas en su pecho, desafiando la gravedad.

- ¿Qué tal está?
- Nerviosa. Aún te culpa por venir aquí.
- Se le pasará. A todos nos pasa cuando venimos a una playa nudista por primera vez.

Sandra se acercó hacia mí y me dio un ligero beso en los labios.

- ¿A esto te referías ayer cuando me dijiste que te siguiera la corriente?
- Por supuesto. Tu hermana necesita divertirse un rato, no pensar tanto en Joaquín y volver a pasárselo bien.
- ¿Y tu concepto de divertirse es que me caliente a mí?
- ¿Nos escuchaste ayer? - preguntó entrecerrando los ojos.
- La pared del baño es muy fina.
- Pues sí, más o menos. Venga, tú también te lo vas a pasar bien y luego, yo te ayudo a bajar ese calentón. Además, creo que tú también la calientas a ella. ¿No has visto cómo te mira el paquete a veces?
- No creo...
- Seguro que te has dado cuenta de cómo te miraba hace un rato. Mira, tu hermana necesita pasárselo bien, ya está. Ya sabes, un clavo saca otro clavo.
- ¡No pretenderás que me la...!
- ¡No! No. Para nada. - me cortó antes de poder terminar la frase. - No creo que haga falta tanto. Solo... Caldear un poquito el ambiente.
- Estás loca.
- Un poco, pero ya verás como llevo razón.

Sandra se apartó de mí tras otro beso y se alejó hacia la orilla. Yo seguí un rato más en el agua. Me metí más al fondo, hasta que el agua me cubrió hasta el cuello. Estuve allí un rato, relajándome y disfrutando del silencio de aquella playa.

Cuando salía del agua escuché a mi hermana y a Sandra hablando. Habíamos puesto las toallas al lado de unas rocas, por lo que no me veían llegar.

- ¿Has visto qué herramienta tiene? Y eso que no la tenía ni dura.
- Tía, es mi hermano.
- ¿Qué más da? Una polla es una polla. Da igual que sea de tu hermano, del vecino o de un desconocido.
- Pero está mal. Si te lo quieres tirar, adelante, pero deja ya de comerme la cabeza.
- Necesitas animarte, Lucía. Te hace falta un buen polvo y devolvérsela a Joaquín.
- Sí, pero no me voy a tirar a mi hermano.

Salí de detrás de las rocas y me acerqué hacia ellas. Dejaron la conversación en cuanto me vieron. Mi hermana estaba tumbada boca arriba con el torso semi levantado apoyada en los codos. No hizo nada por taparse cuando me vio y yo tampoco. Sandra estaba acostada a su lado, pero boca abajo. Ambas tenían las piernas un tanto separadas y podía apreciarse sus coños. No quise ser descarado e intenté no mirar demasiado hacia allí, aunque la vista se me fue un par de veces.

Me tumbé al otro lado de Sandra, también boca abajo, porque notaba como poco a poco mi pene iba ganando dureza. Sandra giró la cabeza mirándome y me echó una sonrisa que hizo que me recorriera un escalofrío.

La tarde pasó sin más incidentes. Ellas hablaban de sus cotilleos y yo me entretenía con el móvil. No se volvió a hablar de Joaquín o del hecho de estar desnudos. Cuando ya empezó a bajar el sol, nos vestimos, recogimos las cosas y nos fuimos de la cala. Llegamos a la urbanización y paré en el supermercado antes de llegar a casa.

- Jo, ¿de verdad? - preguntó Sandra al ver que entrábamos al parking.
- Era el trato
- Pero sólo traigo el bikini y el pareo, seguro que me dicen algo.
- Estamos al lado de la playa, están más que acostumbrados.
- Buff. Vale.

Al entrar al supermercado, cogí un carro y vi como Sandra cogía una cesta.

- ¿Y eso?
- Dijiste que te ayudáramos a comprar, ¿no? Nosotras nos encargamos de la bebida.

Cogiendo a mi hermana del brazo, se la llevó a rastras, antes de que pudiera replicarle. Decidí no preocuparme demasiado y me metí por otro pasillo del supermercado.



Cuando salí con la compra, cuatro bolsas con un poco de todo, me las encontré al lado del coche de chachara y con dos bolsas a sus pies.

- La ayuda en la que andaba pensando no era precisamente esta. - le dije al llegar hasta ellas.
- ¿No querrías que cargáramos con pesadas bolsas? Para eso estáis los hombres. - me dijo sonriendo y dándome un beso en la mejilla.
- Anda, subir al coche.

Metí todas las bolsas en el maletero y aproveché para ver que habían comprado. En sus bolsas había un par de bolsas de hielo, coca cola, fanta de limón, una botella de vodka, otra de ron y otra de tequila. “Bueno, al menos si han comprado bebida”

Cuando terminamos de cenar, Sandra encendió el equipo de música y conectó su móvil, poniendo música electrónica que estaba de moda en las discotecas. Apartamos la mesa para hacer algo más de espacio y ambas se pusieron a bailar. Yo me acerqué a la cocina y traje la bebida y vasos para todos. Sandra se acercó y me quitó la botella de vodka y el vaso de las manos.

- Ya le pongo yo a tu hermana, que se cómo le gusta. - me dijo

Yo me hice un cubata de ron cola y me quedé a un lado de la mesa. Sandra volvió con mi hermana y le dio su vaso. Ambas bebían mientras bailaban. Me encantaba verlas bailar. Sus movimientos eran muy seductores y a veces, Sandra me miraba y me guiñaba un ojo. Cuando ya se les estaba acabando el cubata, se acercaron a la mesa. Sandra cogió tres vasos de chupito y los llenó de tequila, dándonos uno a cada uno.

- ¡Por nosotros, y que le den al capullo de Joaquín! - dijo Sandra levantando su vaso.
- ¡Que le den! - gritamos mi hermana y yo al unísono.

Con un lametón a la sal, apurar el chupito de tequila de un trago y un mordisco a una rodaja de limón completamos el ritual. El líquido bajó ardiendo por mi garganta y un calor me inundó por dentro enseguida. Ellas se sirvieron otro cubata y mi hermana volvió a la pista de baile improvisada.

- Ven, baila con nosotras.

Sandra me arrastró hacia el centro del salón, ellas se pusieron a bailar y yo a hacer como que bailaba. Nunca se me ha dado bien bailar, por lo que no solía intentarlo mucho. Mi mayor movimiento de baile era estar apoyado en la barra meneando el cubata. Sandra me cogió por la camisa y me puso entre ellas.

Sandra se recostó en mí, apoyándome las tetas en la espalda. Guiaba mis movimientos con una mano en mi cintura e hizo que me echara hacia delante. Mi paquete chocó con el culo de mi hermana, que se quedó parada un momento al sentirlo para, enseguida, continuar bailando. Sin girarse, meneaba las caderas arriba y abajo, restregando el culo en mi paquete. A mi hermana se le escapó una risa tonta.

Mi hermana apuro su cubata de tres tragos y se giró hacia mí. Se apretó contra mí, aplastando sus tetas contra mi pecho, y le pasó el vaso a Sandra. Colocando su cabeza al lado de la mía, le pidió a Sandra que le sirviera otra, después, se colgó de mi cuello con ambos brazos y continúo bailando enfrente de mí.

- Hay que hacer algo contigo. No puede ser que a mi hermano se le dé tan mal bailar.
- Nunca me ha gustado.
- Te gustará. Cógeme de la cintura e intenta seguirme.

La cogí de las caderas e intenté moverme a su compás, pero creo que no hice otra cosa que el ridículo. Sandra llegó y le dio el vaso a mi hermana, esta bebió un trago y volvió a pasar el brazo por mi cuello. Sandra se situó a mi espalda, como antes.

- Yo te ayudo, tienes que agarrarla de aquí.

Sandra cogió mis manos y las bajó hasta el culo de mi hermana. A mi hermana se le escapó otra risa tonta y no dijo nada, por lo que allí las dejé. Sandra me sujetó a mí por la cintura y guió mis movimientos, haciendo que el baile fuera algo más fluido.

- Muy bien, así está mejor. - dijo mi hermana al sentir cómo mejoraban mis movimientos.

Estar atrapado entre dos mujeres, con cuatro tetas aplastadas contra ti y con tus manos en el culo de una de ellas tiene sus consecuencias y, enseguida, estas empezaron a notarse. Mi pene iba ganando dureza con los segundos. Intenté hacer la cadera hacia atrás para que mi hermana no se diera cuenta de mi estado, pero Sandra me empujaba hacia delante, provocando que, no solo no pudiera hacerme para atrás, sino que mi paquete estuviera aún más en contacto con la entrepierna de mi hermana.

- Creo que a alguien le está gustando la clase de baile. - dijo mi hermana con otra risa floja y otro trago al cubata.
- Ah, ¿sí? ¿Te está gustando el baile David? - me dijo Sandra al oído casi susurrándolo.
- Es... Está bastante bien.

Sandra aprovechó la cercanía, me lamió y mordió el lóbulo de la oreja. Mi polla ya estaba completamente dura y no había manera de ocultarla a mi hermana, por lo que me deje llevar por ambas.

- Hermanito. ¿Eres virgen? - me preguntó mi hermana con un tono de voz distinto al que solía utilizar conmigo, más juguetón y seductor.
-N... No.
-Vaya, es una lástima. Si lo fueras podríamos ayudarte con eso. - dijo mordiéndose el labio. - Supongo que tendremos que dejarlo solo en una clase de baile.

Mi hermana me miró a los ojos con un brillo extraño en la mirada. Se llevó el vaso de nuevo a la boca y dio un largo trago. Ya era su tercer cubata y lo llevaba por debajo de la mitad. Quité las manos de su culo y cogí el vaso de mi hermana que hizo un mohín con la boca al quitárselo. Me lo llevé a la nariz y se notaba que iba muy cargado.

- ¡Eh, que es mío! - dijo mi hermana intentando coger el vaso de nuevo.
- Creo que ya has bebido suficiente.

Me aparté de ambas y fui a dejar el vaso en la mesa. Sandra vino tras de mí y mi hermana se quedó bailando.

- ¿Por qué se los has cargado tanto?
- Necesita soltarse un poco y pasárselo bien.
- ¿Eso es soltarse un poco? Se estaba restregando contra mí.
- Bueno, sí. Pero al menos ya no está deprimida.

Al volver la vista hacia mi hermana vi que esta se había quitado la ropa y bailaba solo con un bikini. Señalé hacia ella para que Sandra se fijara y a esta se le escapó una risa al verla.

- Créeme, necesita esto. Desconectar y disfrutar del momento para olvidarse de Joaquín.

Sandra se quitó también la ropa, quedando en bikini, y fue otra vez a su lado dándole el cubata que yo le había quitado. Con un ligero suspiro me resigné y me serví otro ron cola, más cargado esta vez.

Mi hermana se acercó hacia mí cuando ya llevaba mi cubata por la mitad y dejó su vaso vacío sobre la mesa. Se puso a batallar con mi camiseta, intentando quitármela.

- Venga, quítatela. Esto es una fiesta de bañadores ahora. - me dijo intentando poner voz autoritaria, aunque perdió un poco el efecto al arrastrar las palabras por el alcohol.

Sin ganas de discutir con ella, me quite la camiseta, quedándome solo con el bañador, a efectos prácticos, un pantalón corto. Mi hermana volvió a arrastrarme hasta el centro de la sala y se colgó de mi cuello otra vez. Le puse una mano en la cintura e intenté seguir los movimientos tan bien como antes. Enseguida noté un par de tetas aplastándose contra mi espalda antes de que las manos de Sandra me cogieran por la cadera. Mi hermana apoyó la cabeza contra mi pecho mientras seguíamos bailando.

- Gracias.
- No...
- No solo por esto. - me cortó mi hermana. - También por lo del otro día.
- No pasa nada. - le dije pasándole el brazo con el que sujetaba el vaso por encima de los hombros envolviéndola en un abrazo.

Cuando terminó la canción nos separamos, yo aproveché para ir al baño y ellas siguieron bailando. Al salir pude ver que mi hermana ya tenía otro vaso entre las manos. Me terminé el mío y me acerqué a ellas.

- Sabes que llevo razón. - estaba diciendo Sandra cuando me acercaba.
- Ya, tía. Pero no sé...
- ¿Qué pasa?
- Le estaba diciendo a tu hermana que tiene que vengarse de Joaquín por lo que le hizo. Ya sabes, equilibrar la balanza.
- No sé yo. ¿Qué va a hacer? ¿Enrollarse con alguien? ¿Con quién?
- No tiene por qué enrollarse con nadie. Podemos hacer unas cuantas fotos y se las envío yo con una historia inventada.

Miré a mi hermana y vi duda en sus ojos. Dio un largo trago a su vaso y tras un suspiro respondió.

- Llevas razón. Vale.
- ¿Te animas, David? - preguntó Sandra volviéndose hacia mí.
- Bueno, os ayudo, pero mejor que no se vea mi cara si queréis que se lo crea de verdad.
- Descuida, yo os iré guiando y haciendo las fotos para que no se vea. Vamos a empezar suaves, poneos como antes, bailando.

Me acerqué a mi hermana y esta me sonreía con algo de rubor en las mejillas. Me volvió a pasar las manos por el cuello y yo la cogí de la cintura.

- Así no, baja las manos al culo.

Mi hermana asintió ligeramente. Bajé las manos y las posé sobre sus nalgas. Oímos el ruido de la cámara y el flash nos iluminó.

- Ahora un poco de perreo.

Mi hermana se zafó de mí dándose la vuelta y se agachó apoyando su culo contra mi paquete. Comenzó a bailar moviendo su culo arriba y abajo restregándolo contra mí. Mi pene comenzó a ganar dureza. Sandra se movía alrededor de nosotros haciendo una foto tras otra. Mi hermana se apretaba más contra mí, moviéndose para que mi polla en crecimiento se quedara siempre en el centro de su culo. Paró cuando ya estaba completamente duro.

- Tengo una idea, ponte aquí. - le dijo a Sandra señalando a su lado.

Mi hermana me rodeó con un brazo mientras llevaba la otra mano a mi paquete. Comenzó a tocarme la polla por encima de la ropa, sobando arriba y abajo. Sandra se agachó a nuestro lado y sacó un primer plano de cómo me tocaba.

- Esto es perfecto. - dijo Sandra mientras sacaba las fotos. - ¿Por qué no subimos un poco más el nivel?
- ¿A qué te refieres? - preguntó mi hermana sin quitar la mano aún de mi polla.
- Me dijiste que Joaquín la tenía pequeña, ¿no? Con la herramienta que gasta tu hermano seguro que se muere de envidia.
- No lo sé, nunca se la he visto dura. ¿Tú qué dices? ¿Te mide tanto como parece? - me dijo dándome un ligero apretón.
- Yo...
- Shhh, toma el móvil. Sigue haciendo fotos. - me corto Sandra pasándome el móvil.

Sandra se arrodilló delante de mí, dejando sitio para que mi hermana hiciera lo mismo a su lado.

- Ve bajándole el bañador. - le dijo Sandra a mi hermana.

Mi hermana cogió el bañador y empezó a tirar hacia abajo, lentamente. Sonreía ligeramente y no apartaba la mirada de mi paquete mientras la prenda bajaba. Sandra me miraba a mí, con una sonrisa pícara en la cara. Ya se podía ver la base de mi polla cuando hice la primera foto e hice otras dos más mientras mi polla iba apareciendo frente a mi hermana y Sandra.

Mi hermana puso cara de sorpresa hacia la cámara e hice otra foto. Sandra la cogió por la base y la giró hacia mi hermana. La cabeza de mi polla estaba a escasos centímetros de su boca y mi hermana reía. Foto tras foto fui capturando los momentos en que ambas jugaban con mi polla haciendo como si fuera un micrófono.

- Póntela en la boca, como si fueras a comértela. - dijo Sandra

Mi hermana la sujetó desde la base y acercó su boca a la punta de mi polla. Saco la lengua y, desde mi posición, parecía que apoyaba la cabeza sobre ella. Al apartarse, su lengua hizo contacto ligeramente con mi polla y un escalofrío me recorrió la cabeza.

Sandra le quitó mi polla de sus manos y la llevó a su boca. Rodeo la cabeza con sus labios e hice una foto con las mejillas hundidas por una succión. Se llevó las manos a la espalda y se quitó la parte de arriba del bikini, liberando sus grandes tetas. Mi hermana la miraba con una sonrisa en la cara y, sin decirle nada, se quitó también sujetador del bikini.

- Te toca. - le dijo Sandra a mi hermana pasándole mi polla.

Mi hermana la cogió por la base de la cabeza y la levantó. Se acercó a mis huevos y puso la lengua en la base de mi polla. Se quedó allí quieta, mirándome, hasta que saqué la foto. Lamió desde abajo hasta la punta para, acto seguido, metérsela en la boca. Al igual que Sandra, comenzó a hacer ligeras succiones mientras me pajeaba lentamente.

Sandra no se quedó quieta y, con ambas manos, empezó a acariciar las tetas de mi hermana. Esta comenzó a gemir, haciendo que las vibraciones pasaran a través de mi polla dándome aún más placer. Yo seguía haciendo fotos, aunque cada vez me costaba más enfocar adecuadamente la cámara.

Sandra se las ingenió para meter su cara por debajo y comenzó a lamerme los huevos. Luego, ambas me lamieron desde la base hasta la punta de la polla por los laterales hasta encontrarse en un candente beso que quedó inmortalizado en una foto. Mi hermana se metió un pezón de Sandra en la boca mientras esta seguía chupándomela.

Seguimos así unos diez minutos más. Ellas alternando entre enrollarse entre ellas y chupármela y yo haciendo fotos de todo. Después, me hicieron acostarme en el suelo y Sandra me quitó el móvil. Mi hermana terminó de desnudarse y se sentó sobre mi cara mirando hacia mis pies. Lo único que veía en ese momento era el coño húmedo de mi hermana.

La sujeté por las caderas y, levantando la cabeza, le pase la lengua entre los labios saboreando su dulce sabor. Mi hermana se hizo hacia adelante, acostándose sobre mí, y continúo chupándome la polla. Sandra estaba a nuestro alrededor, sacando fotos. Yo lamía, mordía sus labios e intentaba meter tanto como podía mi lengua dentro de ella.

Mi hermana me la chupaba con mucho esmero. Se la metía hasta la garganta y, cuando la sacaba, seguía lamiendo la cabeza mientras me pajeaba. Empecé a meterle dos dedos, separándolos y moviéndolos dentro de ella. Mi hermana gemía, dándome aún más placer.

Intenté apartar la cara de su coño para avisarle de que me iba a correr, pero se echó hacia atrás restregándome su coño por mi cara. Me corrí cuando tenía toda mi polla en su boca. Se echó hacia atrás, sin llegar a sacarla completamente de su boca, y fue tragándose uno a uno todos mis lechazos. Yo seguí lamiendo mientras me corría y, con un potente chorro, se corrió sobre mí.

Mi hermana se levantó y se fue hacia la cocina. Yo me levanté e iba a ir tras ella, pero Sandra me cogió por la muñeca y me hizo sentarme en el sofá. Se arrodilló entre mis piernas y empezó a masajear la polla, que aún seguía erecta, pero había perdido un poco de dureza por la corrida.

- Sandra, mi herma...
- Shhh, está bien. Habrá ido a lavarse. Tú y yo aún tenemos algo pendiente. - me cortó.

Sandra se la metió en la boca chupándola fuertemente para que se volviese a poner dura. Lo consiguió enseguida y se subió a horcajadas sobre mí. Se sentó sobre mi polla, clavándosela hasta el fondo. Un calor y una presión me rodeó la polla, mandando un escalofrío por mi columna y dejando mi mente en blanco.

Sandra comenzó a botar sobre mí. Lo único que veía eran sus tetas balanceándose de lado a lado frente a mis ojos. Bajé mis manos sobándole el culo y dándole azotes mientras sacaba la lengua para lamerle las tetas. Seguimos así unos minutos hasta que, con unas contracciones que casi me aplastan la polla, se corrió sobre mí. Luego se levantó y, cogiéndome de una mano, me llevó hasta mi habitación. 
 






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3 comentarios - La amiga de mi hermana - Capítulo 3

Sisub
Que caliente me estoy poniendo con semejantes hembras !