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garchada por el hermanito de mi novio

Holi Lurdes, de Buenos aires Aregentina. Es mi primer relato asi que espero no cagarla ajajaj 


Desde inicios de Febrero que ando muy feliz porque tras semanas de insistencia conseguí volver con mi novio. Estuve con él desde los inicios de la secundaria y lo perdí por una serie de acontecimientos desafortunados durante mi primer año en la facultad. Pero ahora estábamos de nuevo juntos y esa noche de sábado saldríamos rumbo a un boliche, de los tantos que hay en caba.
Obviamente me vestí sexi, no me impuse límites por la ocasión. Me puse unos jeans ceñidos que favorecieran mi figura y acentuaran mi colita (que para mi es chica pero siempre me la halagaron) suelo usar tanga y desde ya esa noche no sería excepción. Sandalias con tacones negros (ya que soy bastante petiza 1.48) y una playera roja que me hacía un escote demencial aprovechando el tamaño de mis Tetas. De hecho si me agachaba la abertura era tan grande que dejaba ver muchísimo, por lo que me puse un corpiño también rojo de media copa para evitar que se salieran fácilmente. Eso sí, de mi casa salí con un abrigo para disimular ante mi viejo y mi hermano.
Cuando Gustavo, que así se llama mi novio, me fue a buscar, no dudó en estacionar a un par de cuadras de mi casa para meterme mano. Sería la primera vez que tendríamos relaciones después de muchísimo, y aún no sabía que su querida chica ya tenía un piercing en su pezón izquierdo así como el tatuaje de una rosa en la cintura (los tatuajes temporales que tenía ya habían desaparecido). Solo sabía que me había hecho un piercing en la lengua y lo calenté bastante con besos y caricias tanto en la facultad como esa noche en su auto, vamos que lo estaba poniendo bien caliente, para que no se molestara cuando le revelara los cambios que le hice a mi cuerpo.
El problema surgió cuando recibió una llamada a en su celu en pleno manoseo. Estuvo discutiendo un breve momento y yo, re caliente como estaba traté de molestarlo besándole el cuello y dándole mordiscones, pero cuando cortó la llamada estaba bastante serio, estaba lejos de parecerse al chico sonriente que me busco; duro ante mis caricias y besos. Sin siquiera mirarme me dijo que un amigo suyo estaba con un quilombo y tenia que ir a ayudarlo ya que era el único con auto de su grupo.
Se sintió culpable porque nuestra noche iba a suspenderse, pero obviamente le quité  importancia al asunto y le dije que le iba a acompañar . Así que nos fuimos hasta su casa ya que tenia que buscar unas cosas.
Los esperé en el living, donde estaba un chico jugando a la play. Se trataba de su hermano menor.  Tomas, chico deportista, fanático del fútbol como todo Argento que se precie. Pese a ser el más pequeño de la casa, era bastante alto, de hecho más alto que mi pareja. Estaba con una camiseta de River puesta y vaqueros. Una  Conservadora con par de cervecitas en la mesita frente al sillón donde estaba sentado remataba la escena. Me senté a alado suyo y lo saludé amablemente, ya que lo conozco desde que era un pendejito
—Hola Tomi, que onda?
—Hola lu. Tranqui aprovechando el sabado
—ah bien jajaja noche tranqui ajajaj
—¿Quieres una cerveza?
Acepté. Me acomodé en el sillon y antes de continuar la conversación, escuché un par de aullidos que venian de la TV y noté que estaba jugando a ese juego de peleas sangriento (que además tiene un grosero error ortográfico en su título). De chica , con una consola más vieja, solía pasar tardes y noches jugando al “Mortal Kombat” con mi hermano, pero bueno, una crece y los intereses tiran por otros lados. Se ve que del lado de los chicos no es el mismo caso.
—Ey ¿ no salis hoy de joda con tus amigos? ¿O alguna chica?
—No —dijo dándole a los botones de manera exagerada. 
En ese momento aparecieron su hermano y  me dijo que iba a buscar a su amigos y que parece que se sumaba otro flaco que si soy sincera ni me acuerdo el nombre, me dijo que no sería buena idea que yo los acompañara ya que no entraríamos en el auto. Le dije que no me importaba, yo quería estar con él, pero él insistió en que realmente sería muy incómodo, así que al final terminé por acceder.
—Me voy a casa en taxi —dije alicaída.
—No tienes idea de cuánto me jode tener que terminar esta noche así —me abrazó, y ¡uf! Tenía ganas que terminara lo que hizo en el auto, pero bueno. Con un beso se despidió de mí y pronto se dirigió afuera para subir a su auto.
Yo, bastante bajoneada, me senté de nuevo en el sillon con su hermano que poca bola me daba. Me quité el abrigo porque estaba teniendo calor y además sus padres  no estaban, no había necesidad de ocultar mi vestir tan ligero y llamativo. Pero fue retirármelo para que el hermanito me mirara de reojo el escote.
—Lurd… estás muy linda.
—Gracias Tomi. ¡Y tú de repente creciste un montón, jirafa! Antes de llamar al taxi voy a acabarme una latita de cerveza con vos, ¿te parece?
—¡Ja! Dale nena. una lastima que tu noche termine así, sé que Gus estaba muy emocionado de volver contigo.  
—Sí, bueno, ya tendremos tiempo para nosotros, primero los amigos, ¿o no?
—¡Claro! —volvió a ojear mi escote. Me encanta cuando miran, y para colmo estaba muy caliente tras la manoseada que me dio su hermano.
—Tomi, yo pensé que vos eras el fiestero de la casa, siempre te veía muy feliz y sonriente, ahora como que estás un poco extraño, ¿por qué la carita deprimida?
—¿En serio se nota? Bueno… sos la primera en todo el día que se dio cuenta. Las vuelta de la vida, mi hermano volvió con su novia el día que yo terminé con la mía, ¡a la mierda!…
—No te puedo creer, perdón … hmm… si quieres me quedo a charlar, alguna cosa se me van a ocurrir para subirte el ánimo. Yo cuando terminé con tu hermano en su momento, me sentí terrible, no podía concentrarme en nada, buscaba consuelo en donde no había…
—¡Nah! Gracias lu, pero ahora mismo no quiero hablar de eso… —me miró un rato y soltó groseramente—, ¡pero qué tetas ! ¡Estás hecha toda una zorra!
Me causó gracia. Fue ver mi escote y volver a notar un brillo en sus ojos y su sonrisa, ese brillo que parecía haberlo perdido desde días atrás; era como si por un breve momento recuperara al hermanito de mi novio. Sonreí ligeramente y me acomodé en el sillon.
—¡Ja! Qué cosa más simple que sos Tomi, es mostrarte el escote y volver a ser el de siempre… ey, no traje plata conmigo y tu hermano se olvidó de dejarme para el taxi, ¿me das algo?
—Claro. Pero primero, agarra el control, te desafío a una pelea de Mortal Kombat.
—Psss… Antes solía jugar, pero ahora ya ni me acuerdo de los botones…
—Agárralo –me pasó el mando. Tenía más botones de la última que vez que lo había visto. Consolas nuevas, mandos nuevos. No tenía muchas ganas, la verdad—. Te acostumbrarás rápido…
—Bueno, pero solo por un rato que luego tengo que llamar al taxi... ¿Y me darás algo de plata, no?
—Elegí a tu guerrero nena. Yo le voy a “Scorpion” vas a ver como pelea una gallina (siempre jodiamos ya que yo soy de boca y casi toda la familia de mi novio era de rive)
—La verdad es que ni me acuerdo de los nombres… pero había  uno que  tenía poderes para congelar al enemigo también.  
—Ahhh, Sub-Zero… Es ese tipo que exhala aire frío… ¡Elígelo!
—¿Y a qué botón le doy?
—Este… Por cierto, Lurdes, en serio estás vestida para matar… Vas a volver loco a mi hermano y a todos los hombres que te vean…  
—¡Exagerado! Y deja de ignorar mi pregunta, ¿me vas a dar plata o no?
—Hmm… hagamos esto. Vamos a pelear… pero en el juego, claro. Sé que no estás muy curtida en Mortal Kombat. Evidentemente te ganaré. Pero si logras aguantar… cuarenta segundos sin que te mate, lo consideraremos una victoria tuya. Y te doy plata, claro…
—Quiero que me des la plata ahora, no te hagas el boludo ajaja
—Y lo hago si accedes. Gana el que venza tres veces. ¿Te parece, cuña?
Me causó gracia que me dijera cuñada, casi como que me estaba aceptando en la familia de nuevo. Y pasar un ratito con él no parecía mala idea, la verdad. Evidentemente iba a perder pero aguantar cuarenta segundos sin que mi guerrero azul y con poderes de hielo muriera no parecía tan imposible. Miré el mando con incontables botones y me dije “Por intentar…”.
—Pfff…—elegí a Sub-Zero.
—¿Lista?
—Solo tengo que aguantar cuarenta segundos. No te me pongas a llorar si te vence una chica, ¡picaflor!
Evidentemente no pude sobrevivir ni siquiera cuarenta segundos. Mi personaje fue vilmente masacrado por el tal Scorpion. Vista la habilidad y poca piedad mostrada por mi cuñadito, decidí durante la segunda batalla saltar por todo el escenario como una marrana y evitar sus golpes. Pero el HDP se sabía poderes y naturalmente mi amado guerrero de hielo terminó muerto una vez más. Y llegó la última batalla en donde, no sé si por casualidad o porque dentro de mí me acordé de alguna combinación de botones, ¡pero logré congelar al enemigo! Le di un par de golpes antes de ser, una vez más, derrotada. “Violada”, según Tomas.
—¡Ohhhh! ¡Qué masacre! Nena, ¿te gustó la cátedra? –se levantó y empezó a menear su cintura para adelante y para atrás de manera grosera.
—¡Pfff! ¡Ya está! ¡Ahora dame algo de Plata!
—¡Ja! ¡Te queda muy bien ser Sub-Zero, Rocío! ¡Pecho frío como los de boca!
—Ya está, ya pasó boludo, ¡deja de gritaaaar!
—Perdiste la apuesta. Y ahora cumple tu castigo.
—¿Qué castigo?
—Pues un castigo por perder. Sé buena perdedora y dame un besito aquí —se tocó la mejilla con el índice—. ¡Venga, besito cuñadita!
—¡Ja! Está bien, luego iré a enjuagarme la boca…—bromeé.  
Nada más inclinarme para darle su beso, él ladeó su cara para que le plantara un piquito en sus labios. Me aparté rápidamente y le di una bofetada producto de un acto reflejo más que nada, aunque debí haberle dado un puñetazo en sus huevos por pervertido. Me levanté indignada gritándole que yo era novia de su hermano mayor, que no sé qué se pensaba de la vida. Cuando justamente amagué irme de la sala, me tomó de la mano y rogó:  
—¡mil pesos!. ¡Te doy mil pesos si aguantas cuarenta segundos sin ser vencida!
—¡HDP! ¡Podrías dármelo ya!
—Dale, Lu… ¡uf, cómo pegas! En fin, siéntate… No pierdes nada por intentarlo.
—Más vale que te dejes de guarrerías, Tomi.
Me senté. Me volvió a invitar su cerveza y accedí. Agarré de nuevo el mando y juré que aguantaría los malditos cuarenta segundos. Elegimos los luchadores. Scorpion vs Sub Zero. Gallina vs. Bostera . Elegimos un escenario, ¡y a luchar por los mil pesos!
Lamentablemente volví a ser vilmente derrotada.
—¿Y ahora qué quieres, otro beso?
—¡Ja! No, para nada … ¡venga, ponte la camiseta de River como castigo!
—¡PUAJ!... Lo que tengo que hacer por dinero… dámela…
Se quitó su camiseta y me la cedió. Se quedó con el torso desnudo y dentro de mí me pobló una sensación riquísima, de morbo y deseos prohibido al mismo tiempo. ¡Uf! ¡El hermanito había crecido y vaya que la naturaleza fue muy benevolente! Le di otro sorbo a la cervecita antes de tomar la asquerosa camiseta y ponérmela para su alegría. Olía bien, para qué mentir. Me la puse encima de mi playera.
—¡Te queda preciosa! Deberías ser gallina.
—¡Revancha!
—¡Hala! Pues aquí vamos…
Volví a perder tres veces de manera demencial. Bebí otro sorbo de la cerveza y le pedí cabreada que escupiera rápido cuál era su nuevo castigo, mirando de reojo su torso y sus abdominales, vaya lujo de muchacho. Deseé, un poquito en el fondo, que me volviera a pedir un besito. No me importaría que volviera a ladear su cabeza para robarse mi beso. Muy para mi mala fortuna, mi cuñadito cuando se calienta empieza a pisar demasiado fuerte el acelerador.  
—Lurdes… levántate la camiseta y la blusita, quiero ver tus tetas…
Le di un puñetazo a su rostro. Me levanté indignada. Desde luego si yo me caliento a pasos lentos, el muchacho lo hace a pasos de gigante. ¡Vaya bruto! Se retorció un rato mientras yo me iba de la sala y lanzaba su camiseta al suelo.
—¡Buf, nena! ¡Es que quería comprobar algo!
—¡¿Qué?!
—Sabes… cuando te sentaste a mi lado y te vi el escote… juraría que en tu pezón izquierdo se veía un piercing marcado tras la tela…
—¡Boludo! —me tapé el escote—. Lo que tenga o deje de tener no es de tu incumbencia –le lancé su mando a la cara cuando pareció recuperarse.
—¡Uff! ¡Qué puritana sos!
—¡Me voy!
En la puerta, antes de salir, calculé cuánto tiempo me tomaría volver a casa si me iba caminando. Demasiados… ¡demasiados! Frustrada de nuevo, me volví a la sala y me arrodillé ante mi cuñado, quien ya se había vuelto a poner su camiseta, y ni siquiera me hacía caso pues prestaba atención al juego de marras.
—Tomas, por favor, préstame algo de plataa…
—Mostrame las gomas… —ni siquiera me miraba, solo le daba a los botones.
—Mi novio es tu h-e-r-m-a-n-o … no puedo mostrarte mis tetas.
—Pues no hay nada entonces, Lu.
Me mordí los dientes. Pensé que, a fin de cuentas, son solo tetas. Imagino que habrá visto un montón en páginas porno, y ni qué decir tiene con la novia o novias que habrá tenido. Así que me levanté, tapándole la visión. Me incliné hacia él para mostrarle mi escote, y tomé el cuello en “V” de mi playera para abrirlo ligeramente y que así mis dos senos se mostraran cobijados por el sujetador.  
—¿Lu…lurdes?
—Escúchame , necesito que me des ese dinero...
—¡Jo! ¡Lo vas a hacer!
Soltó el mando y se quedó mirándome baboso. Mordiéndome los labios, metí una mano entre mis tetas y desprendí mi sujetador para que mis senos se liberaran con todo su peso. Con la cara coloradísima, cerré los ojos y susurré:
—Solo tengo un piercing, en el pezón izquierdo… ¿ves?, es una barrita con bolilta en los extremos…
—No lo puedo creer, vaya ubres, esto es un sueño —dijo con los ojos abiertos como platos. Cuando abrí los ojos noté que amagó tocarlas pero retrocedí y le clavé una mirada asesina.
Admito que me corre una sensación riquísima en mi vientre cada vez que noto que un hombre siente deseos por mí. Uf, podría estar horas ofreciéndome así, mostrándole mi pezón rosadito incrustado por ese pedazo de barrita de titanio con tal de ver su carita excitada y alegre, ¡impagable!, pero una chica debe tratar de mantener la decencia y mostrar recato. Carraspeé y me repuse para ponerme de nuevo el sujetador y ajustarme mi ropa.
—Nena… ¡Te anillaste la teta!
—La teta no, bruto, el pezón. Ya está. Juguemos la revancha.
—Mmm, veni sentate alado –se acomodó en el sillon y golpeó en mi lugar para que tomara asiento.
—¿Cuarenta segundos, no? –pregunté agarrando con fuerzas ese mando.
—Sí, claro… trata de aguantar.
Volví a ser masacrada. De hecho, creo que Tomas mostró muchas más ganas para derrotarme en tres ocasiones y así volver a exigirme otro castigo.
—perdiste…
—Imbécil, ¿quieres verlas de nuevo?
—Quiero... quiero mamosearlas, ambas…
—¡Ja! Consíguete una novia, pajero. No voy a dejar que me toques las tetas.
—Sabes, sobre la chica con quien terminé. Corté con ella porque éramos incompatibles en la cama. Es una chica muy rara, además de muy “yo yo yo” todo el rato. Y… me da igual, no me parecía tan bonita como tú.
—¡Jooo! Seguro que se las dices a todas.
—¡Ya, ya! Esa naricita que parece un tulipán, esos ojos café, los labios finitos…. lu, mi razón no me engaña, ¡eres preciosa!
La manera en que lo decía, su voz, sus gestos muy elocuentes. Mentiría si dijera que la cosa no estaba hirviendo. Como dije, es un chico muy apuesto y desde luego tiene un cuerpo que se antoja apetitoso, y para colmo su hermano mayor me dejó con la concha mojada y yo quería guerra. No obstante, queriendo recuperar el honor que perdió mi querido Sub Zero, le di un golpe certero en el ojo derecho.
—¡No sé ni por qué termino complaciéndote, basuraaaa!
Creo que me excedí porque se levantó y fue directo al baño para, imagino, comprobar que no le hubieran quedado marca. Yo, por mi parte, me volví a tomar la cervecita pensando en que se lo merecía por andar de pervertido por la vida. Aunque, probablemente por una sensación de culpabilidad, me dirigí al baño para ver cómo estaba.
Entré, es un lugar pequeñísimo, él dio un salto porque pensaba que iba a darle otro golpe. Me reí y lo arrinconé contra la pileta del baño. Sí, no se equivocaba cuando me dijo que era una zorrita jaaj. La cervecita, la experiencia mas lo que habíamos tenido hacía minutos, todo estaba jugándome en mi contra. Con la cara roja como un tomate (ambos), suspiré y le dije:
—Mfff… Perdón por el golpe.
—Sos jodida eh
— podes tocarlas, pero no te tardes…  
—¿Q-qué? ¡No me lo creo, Lurdes! Y.. ¿por… por cuánto tiempo?  
—Diossss... Solo un minuto, ¡ni uno más!
Volví a abrir el cuello de mi remera para sacarlas. Me liberó de mi corpiño y casi inmediatamente sentí sus manos calientes tocarme las tetas de manera suave; me arrancó un suspiro y me incliné ligeramente hacia él. Tenía ganas de abalanzarme y matarlo a besos, arrancar su camiseta y lamer sus pechos y abdominales, pero me reprimía, sintiendo cómo hacía movimientos circulares con mis senos, pasando sus largos dedos por mis areolas (y jugando a conciencia con mi anillado pezón). No fue sino pasado unos segundos, cuando yo estaba a punto de recoger un hilo de saliva que se escapó de la comisura de mis labios, que apretó mis ubres con fuerza.
—¡Auchmm! ¡ay con cuidado, nene!
—Pero… ¡Qué puta que sos!
Una trompada directo a su otro ojo dio por terminado la breve manoseada. Me puse de nuevo la remera pero con una calentura insostenible en mi entrepierna. Volvimos a la sala. Cervecitas, picamos algo y volvimos a agarrar los controles. Siguiente tanda de peleas… Está de más decir que perdí adrede. Con muchísimas ganas me giré hacia él y le pregunté ansiosa:
—Rápido, decime rápido qué mierda queres
—¡Jo! –se recostó en el sillon—. Ahora quiero un beso bien húmedo… quiero sentir ese piercing que llevas en la lengua.
—¿Có-cómo lo sabías? —pregunté tapándome la boca.
—Gritas demasiado y se deja ver… Dale, vamos al baño que me da morbo hacerlo ahí…
—¡Idiota, no ! ¡A la mierda con esta noche de sábado, voy caminando a casa!
—Dos mil pesos, cuñada…
El baño es pequeño, como comenté. Apenas nos hicimos espacio entre el váter y el lavabo. Mirándome, se sentó en el lavabo. Yo estaba coloradísima; mi precioso cuñadito exigiéndome un beso. Demasiado tentador. Demasiado caliente.
Puse mi mano derecha en su hombro y la izquierda en su pecho, atajándolo de inclinarse hacia mí:
—Que sea rápido
—No, que sea lento. Quiero sentir el piercing, nada de piquitos, Lu.
—Uf, imbécil… ¿cuánto tiempo quieres?
—Cinco minutos.
—¡Mmm! ¡No! Un minuto, no más.
—¿Uno solo? … Está bien, pero cumple tu castigo correctamente. Usa el piercing.
¡Qué cabrón! Dejé de atajarlo, quise decirle “Ojalá te mueras”, pero más bien me salió algo así como “Nnnmffff mmgggg”. Permití que se inclinara para meterme lengua, era todo como en cámara lenta, flaquearon mis piernas, perdí la sensación de mis manos; en el momento en que sus labios hicieron contacto con los míos di un respingo que fue rápidamente calmado por sus manos acariciándome la espalda, que bajaban y bajaban rumbo a mi cola.
Me apretó las nalgas y me atrajo contra sí. Estaba que no lo creía, entre la saliva y los labios se hizo lugar en mi boca, y yo me dejaba hacer sintiendo cómo apretaba mi lengua con la suya; la recorría con esmero, con fuerza, me chupó la puntita cuando yo metí mi carne en su boca; retrocedí para que él fuera a buscarme, le di un mordisco de sorpresita. Y al liberarla de la presión de mis dientes, uní la puntita con la de él para que sintiera el arillo; para que supiera qué delicias le esperaban a su pija si accedía a que se la chupara.
Recuperé la sensación en mis manos y las llevé a su cintura para meterlas bajo su camiseta y arañar su espalda, para bajar y bajar al sur y poder clavar mis uñas en sus durísimas nalgas. Dio un respingo del dolor, se apartó del beso y me miró pícaro, con tres, tal vez cuatro hilos de saliva entre mis labios y los suyos. Yo quería continuar, él también, se le veía en los ojos y él lo veía en mi rostro rojo y vicioso. Pero tuvimos que separarnos, había que disimular el fuego que estábamos provocando.
—Maldita sea, lo que hago por plata… —mentí.
—Fue increíble… —se palpó los labios y el verlo tan ensimismado me hizo sentir mariposas en mi estómago. Hacía mucho tiempo que un chico no se ponía así por mí, la verdad—. Lurdes volvamos a la sala, nena…
—Ve tú primero, quiero limpiarme la boca. Y dame tu camiseta, estupido.
—¿Para qué la quieres?
—Pues era uno de los castigos, ¿no? Querías que yo la llevara puesta… Dámela, me la pondré. Para que veas que tengo palabra — era más que obvio que yo quería ver su torso desnudo de nuevo. Y durante toda la noche, de ser posible.
Me lo dio. Y cuando salió del baño, puse el seguro a la puerta; me bajé el vaquero y el tanga para poder estimularme la concha. Estaba mojadísima. Justo en el momento en el que me arrodillaba para liberar mi clítoris de su capuchón, oí mi celu. Con una mano aun haciendo jueguitos, atendí la llamada con la otra porque era mi novio.
—Lurdes mi vida, ¿llegaste a tu casa?  
—Ehm… ¿por qué?
—Porque voy a estar aca toda la puta noche… perdóname cari…
—Oh… no te preocupes por mí. Y sí… estoy en mi casa ya… —me metí dos dedos en mi grutita y me acosté en el suelo del baño para masturbarme—. Ufff… mfff… Gus…
—¿Qué te pasa?
—Agghhmm… no me pasa nadaaaaa… Creo que mi teléfono está fallando… mmggg…
—¿Qué dices? Como sea, gracias por comprender. Sabes que te amo, her…
Corté la llamada y apagué el teléfono. Lo tiré a un costado y empecé a clavarme deditos por toda mi humedecida concha. Dios, mi cuñadito tocándome las tetas y echándome un manoseo bestial que me hizo ver las estrellitas. Necesitaba volver al living y dejarme perder cuanto antes. Los sentí por mi amado Sub-Zero y mi novio, pero mi entrepierna estaba haciéndose agua por ese chiquillo.
De vuelta a la acción. Cervecitas, picaditas, bromas obscenas y volvimos a tomar los controles.
Perdí adrede como una boluda
—¿Y ahora, Tomi? —dije bebiendo de nuevo la cervecita. Se había acabado. Estaba colorada, excitadísima y algo borracha; nunca supe tomar bebidas alcohólicas.
—Hmm… lo cierto es que tengo algo en mente… pero es verdad despues de todo sos mi cuñadita y no debería pensar en esas cosas. Además seguro que me vas a volver a pegar.  
Puso el dedo en su mentón y lo pensó un rato. Yo estaba frustrada conmigo misma por haber sido tan violenta con él; desde ya que me encantaría volver a pegarle, ¡uf! cerre mis puños y maldije mi actitud altanera.
—Perdón, Tomi, es que pides esas cosas con tanta naturalidad que me dan ganas de pegarte… ¡Dale, mevoy a quedar callada y no te voy a levantar la mano!
—¿En serio?
—Sí, sí… dale, soltalo… —dije buscando otra latita de cerveza de la conservadora.
—Turca…. Quiero que me hagas una Turca con esas tetas tan gordas que tenes.
Puede parecer una tontería, pero no sabía bien qué era una turca. Cuando me lo explicó, y muy gráficamente, se me abrieron los ojos como platos. No sabía que Tomas estuviera tan zafado, ¿a quién le excitaría algo tan incómodo? Pero fue imaginarme en aquella situación y volver a sentir algo delicioso en mi vientre. Eso sí, saqué un par de cubitos de hielo de la hielera y se las lancé a su rostro. Un poco en honor a Sub Zero, un poco por castigo. Si me lo hubiera pedido al principio de la noche lo hubiera rechazado sin chistar, pero estaba tan caliente y ansiosa que, nada más lanzarle los cubitos, me arrodillé entre sus piernas.
—¡Carajo, nena! ¡Prometiste que no ibas a pegarme!
—Y no lo hice, solo te tire hielos… ¡Dios, no puedo más! ¡bueno, rápido!
—¿Lo vas a hacer? te estaba cargando…  Esto… diossss… Lurdes, na encerio…
—¡Pues créetelo, tarado! ¡Necesito el dinero para volver a casa!
En ese momento, arrodillada entre sus piernas, casi me corrí cuando se bajó el cierre y sacó su gordísima Vergaa. Tragué saliva y no solté jamás la mirada de aquel pedazo de carne por donde las venas iban y venían. Me sentía como una putita, y para qué mentir, estaba calentísima por su carne. Saqué mis tetas de su débil escote y me incliné para aprisionar su tranca entre mis enormes “ubres”, como les nombró él. Gimió y entrecerró los ojos, no lo podía creer al sentir la suave piel envolviéndolo. Y en el preciso instante en que me agarré las tetas con fuerza para subir y bajar lentamente, vi cómo un brillo húmedo salió de su uretra.
—No me jodas que sos precoz, Tomas…
—No pares, nena, no pares, vaya tetazas…
Mientras le iba haciendo la paja con mis tetas le miraba la cara y cada vez que recuperaba el aliento para mirarme a los ojos, me inclinaba para chuparle la jugosa cabecita. Metía la puntita de mi lengua en su agujerito para volverlo loco. A veces trataba de tocar allí con mi piercing. Se corrió muy rápido y no me dio tiempo a disfrutar mucho; por eso es que prefiero a los hombres maduros, tardan más en vaciar los huevos.
Su pija empezó a escupir largos chorros de leche mientras yo le daba mordiscones con mis labios al tronco, apenas me dio tiempo de reaccionar para que se corriera en mi cara y tetas. Yo me relamía los labios mientras le miraba con cara de guarra. Mi ropa y mi pelo se habían ensuciado, pero no me importaba.
—Chupa, hdp, límpiamela. No uses tus manos, dale.
Estuve largo y tendido rato jugando con mi lengua. Dios que puta estaba hecha, lo sé. Lo bueno de los jovencitos es que no tardan en ponerse a pleno, pero no quería que se volviera a correr, podría ser la última vez que lo hiciera en la noche, y yo, como toda loba que se precie, necesitaba que me la metiera de una buena vez. Así que, tras limpiársela, guardé su tranca.
Podíamos estar toda la puta noche con sus juegos. Fue por eso que, cuando volvimos a agarrar los controles, me concentré en obtener una victoria. Ya me estaba acordando de algunas combinaciones de botones durante la batalla. Lo cierto es que pese a que el mando y la consola fueran nuevas, algunas de las mencionadas combinaciones permanecían allí, dispuestas en los mismos botones que antaño.
Decidí aguantar los malditos cuarenta segundos. Esta vez iba a ganar. Y créanme, lo último que quería en el mundo era su plata No, en mi cabeza quería ganar para pedirle que me garchara. Esta vez, la persona que pisaría el acelerador a fondo sería yo.
—Se viene otra masacre,
—Tanto hablar te va a poner las cosas en tu contra, Gallina —dije recogiendo con mi lengua un hilo de semen que quedó colgado en la comisura de mis labios.
“Thee, two, one… ¡FIGHT!”. Ya conocía su estrategia. Nada más comenzar la batalla, Scorpion lanzó su arpón para clavarla en el pecho de Sub-Zero. Pero me defendí y el ataque no hizo efecto. Tras un salto, logré congelarlo y corrí directo hacia él para hacerle un golpe con gancho que lo hizo volar por el escenario. Se repuso e invocó las llamas del averno para que quemaran los pies de mi guerrero, pero volví a dar un brinco con patada que lo tumbó al suelo. Scorpion, bastante cabreado, quiso darme un combo de ocho golpes con el que me ganaba las otras peleas, pero ninguno de sus golpes tuvo efecto pues me defendí perfectamente. Con precisión quirúrgica, rompí su combo y logré darle un puñetazo con golpe congelador de por medio.
Y con un gancho poderoso, Scorpion, la gallina estupida, fue derrotado.
Segunda pelea. Aguanté los golpes como pude. Tomas estaba demasiado nervioso y se notaba en la batalla. Fallaba sus mejores técnicas, se apresuraba en dar algún golpe pero Sub Zero ya lo tenía bien calado. Estuvo a punto de derrotarme, pero me incliné y le lamí el cuello para que diera un respingo de sorpresa. Le susurré: “Quiero que me la metas, niño”. Cayó su mando al suelo y subió algo entre sus piernas, visible tras la tela de su vaquero.
Evidentemente, sobreviví los cuarenta segundos y la pelea terminó con mi victoria.
Tercera batalla. Tomas perdió la concentración y su guerrero aurinegro fue masacrado con combos, hielo, y para finalizar, un Fatality que yo tenía memorizado desde niña y que de alguna manera, en el fragor de la batalla, recordé. Con una sonrisa de punta a punta en mi rostro, Tomi vio cómo su querido guerrero era congelado y partido en dos pedazos.
—¡Ganéeee!
—No te puedo creer… ¿Cómo hiciste el Fatality, ? —dijo levantándose para quitar su billetera.
—Tomas… 
—¿Qué? Te voy a dar la plata para que pidas un taxi…  
—Na ya no quiero eso,,, ni un taxi. Todavia no.
—¿Diga?
No se pueden imaginar lo caliente que estaba. Y lo peor de todo es que mi cuñadito se estaba haciendo del desentendido adrede. ¿Para qué más disimular? ¡Le había hecho una maldita turcaa y aún quería que le mandara un mensaje claro!
—¡Déjate de “ Diga”! ¡Déjate de jueguitos! HDP, me calentaste toda la puta noche adrede, ¿no es así?
—Claro que no. En serio… solo quería ver tus tetas, pero como seguías accediendo… pues fui hasta el final del camino para comprobar qué tan puta es mi cuñada.  
—¡Uf, diossss! ¡Pues ya lo sabes! ¡Quiero que me cojas, hdp, que me cojass!
—¡Me cago en todo! ¡En serio eres una puta, Lurdes!
—Síii, y soy tu puta, ¿entiendes? T-u-p-u-ta —tomé de su mano y lo llevé al baño a rastras. Con la otra mano agarré varios cubitos de hielo por si se me hacía el cagon. Quería carne y ese chico me la iba a dar.  
Una vez adentro, me deshice de mis ropas incómodamente pues teníamos poco espacio, poco a poco fui revelando cada centímetro de mi cuerpo ante su atónita mirada. Y así, solo con un tanga chiquita , lo miré con mis ojos asesinos propios de Sub-Zero. Tragó saliva y se dedicó a quitarse sus zapatillas y jeans. Aproveché para agarrar mi celu del suelo, encenderlo, y rápidamente activar el grabar. Coloqué el aparatito sobre la pilta del bañoo, entre la pasta dental y los cepillos para que nos grabara. Obviamente ni se iba a enterar, ¡ja!
Me recorrió todo mi cuerpo con su mirada y yo hice lo mismo hasta que no pude aguantar más; lo arrinconé, besé su cuello, sus pechos, sus abdominales. Bajé y bajé hasta cerciorarme de que su pija estuviera bien fuerte y gorda. Lo ensalivé bien, aunque mi concha ya estaba a rebasar y podría entrar con facilidad sin que se la humedeciera. Al levantarme me tomó de la cintura y me dio media vuelta, poniéndome contra el lavabo para que me atajara del mencionado lavamanos. Me incliné, puse la colita en pompa y gemí como cerdita cuando ladeó la fina telita de mi tanga a un costado. Metió mano y, con los dedos quietos, tensos entre mis labios vaginales, me habló:
—¿No te pone mal ponerle los cuernos a Gusti?
—¡Ufff! ¿Y a vos no te pone mal hacerle esto a la novia de tu hermano mayor?
—¿Lo amas?
—Deja de hablaaarrrr… no es de tu incumbenciaaaa —arqueé mi espalda.
—No, dilo, ¿amas a mi hermano?
—Claro que lo amoommmffffggg, ¡HDP!
Nada más responderle me dio una estimulación vaginal riquísima. El dedo del medio se abrió paso entre mis labios vaginales, mientras que el anular y el índice apretujaron los labios externos para iniciar un masaje la mar de caliente, rozando mi capuchón. Era tan rico que tiré una pasta dental al suelo (no la que sostenía mi móvil, por suerte) y un jabón. Levanté la mirada y me vi por el espejo, con la cara rojísima y viciosa mientras que Tomas, con la cabeza inclinada, miraba cómo sus dedos me masajeaban mi hinchada concha.
—Garcho duro, ¿eh, nena? Me importa un pepino si vas a disfrutarlo o no, Lurdes, solo quiero que este amigo la pase de campeonato —y cuando lo dijo, soltó su mano y agarró su enorme verga. Restregó su pijota por mi concha, lo encharcó de mis jugos. Arañé el lavabo y me mordí los labios, estaba hirviendo y chorreaba como nunca en mi vida—. Lo cierto es que por eso terminé con mi novia… no le va el sexo fuerte, y a mí sí. Así que ya estás advertida, vete de aquí si no deseas sufrir…
—Mmm… Tomas… como sigas hablando te haré un puto fatality ahora mismo, cagonn...
—Deja de llamarme Tomas. Soy Scorpion, puta. ¿Quieres que me vaya de aquí?
—Oohggg… no puede ser verdad… no puede ser verdad que sea tan ricoooo… deja de pasarme tu pija ahiiii.
—Pues nada, me voy…
—¡Noooo!… ¡Idiota, garchamee!
—No sé… vas a terminar llorando de dolor y todo…
—¡Ufff, me da igual que me trates duro, puto Scorpion!, quiero que me la metas, diossss, ¿quieres que lo escriba con la pasta dental por el espejo?
Se arrodilló, separó mis labios con los dedos, introdujo su lengua en mi vagina y comenzó a garcharme con ella;lamía con esmero, buscaba con la punta de su lengua mi capuchón en búsqueda de mi puntito, y luego volvía a hundir su lengua en mi concha, dándome mordiscones con sus labios, realizando movimientos circulares en su interior hasta que consiguió que me corriera; con el coño contrayéndose, metió un dedo hasta el fondo y me garcho sí un ratito:
—Tienes la concha más mojada que he sentido jamás… ¿estás lista?
—Agghmm… —ni siquiera podía hablar claro, solo acompasaba mi cintura con su metida de dedo.
Lo sacó. Me tomó de la cintura con sus dos poderosas manos, como queriendo atajarme por si me zarandeaba ante la inminente invasión de su tranca. Se nota que sabía que las chicas se querrían escapar debido al dolor que podría producir su ancha verga y ya se sabía cómo contenerlas. Me sentía como una putita barata, solo puesta allí para complacer a un macho sediento de concha, que me follaría duro para su placer y sin pensar en mí.
—Mmmfff… hazlo, Scorpion… hazlooOOOHGGGG ¡DIOS!
Me dio un envión que me hizo chillar fuerte. Y sin piedad empezó a dar envites para que mis pechos se zarandearan violentamente; como los malditos combos de Scorpion, me dio duro sin parar, y yo estaba lejos de poder hacerle un "combo-breaker" a su seguidilla de enviones. El sudor corría por todo mi cuerpo, el chapoteo de nuestros sexos lubricados era lo único que se oía en el pequeño baño. Me dolía un poco, sí, pero era a lo que me exponía por puta.
Las fuertes embestidas me sacudían y parecía que pronto me partirían en dos. Era el arpón de Scorpion lo que tenía ingresando entre mis piernas.
—Sudas como una cerda, hdp A partir de ahora serás mi putita.
—Síiii, Scorpion, diossss… uffff…
Pareció descansar un rato. Mantuvo su polla muy dentro de mí. Lo retiró todo y me dejó una sensación desoladora. Se quedó quieto, como congelado por accidente por algún Sub-Zero. Tomé aire como pude e imploré:
—¡No la saques, por favor, uff, ufff… no la saqueees!
—Es que no me convenció lo de recién. ¿Vas a ser mi putita?
—Boludoo, voy a llorar… es que eres un completo imbécil… aggm…
—No es lo que quiero escuchar, .
—¡voya ser tu putita y todo lo que quieras! ¡No saques tu arpón, Scorpion, no la saqueeees!
—Hora del Fatality. ¡”Come over here!”! —gritó remedando la voz de su guerrero.
Justo cuando mi conchita estaba contraída me la metió de nuevo con todas sus fuerzas. El placer que me causó fue único. Las contracciones de la vagina eran increíbles y su descomunal verga me llenaba toda. Chillé tan fuerte que temí reventarle sus tímpanos o incluso el espejo. Fue un “Fatality” en toda regla. Se mantuvo quieto durante el tiempo que me llevó calmarme y se lo agradecí como mejor pude: gimiendo como cerdita.
—Ahhhhhhhh… Ahhhhhhh….Sí, así hermoso…. no la quites, quédate quietito y adentro…
—Me voy a correr, creo que será mejor que la quite…
—No, así, bien adentro… uffff… —meneé la cintura.
—Eres una verdadera puta,
—Ahhh… sí… puta y todo lo que quieras, pero te gané en Mortal Kombat....

11 comentarios - garchada por el hermanito de mi novio

leloir2010 +3
Fuiste a salir con tu novio con toda la artilleria para pasarla bien juntos pero terminaste descarcando toda la artilleria con tu cuñado. Perdon pero lo tengo que decir, que se joda tu novio por ir primero a los amigos y dejarte con tu cuñado. Alguien supo aprovechar la situacion. Van puntos
crack59
Que buena cuñada eres, ya quisiera tener una asi
Vergon_horny +1
Esta muy bueno, no se si calentarme por el relato o reírme por la parte de mortal kombat jaja
Giorgi0cba +2
Muy buen relato, me saca un poco de clima los términos que no son de acá, como aparcar, a tope, playera, no te cuesta nada releer y cambiar solo esas palabras, buen contenido crack!
Augusto622
Queremos ver el video o algunas capturas de ese momento grabado !!!
BuzzYogurlite +1
El hecho de que lo vencieras después de varias derrotas es suficiente para hacerle justicia a Sub-Zero. Muy entretenido, digno que cualquier fantasía juvenil 👌🏻