Al llegar a casa sentí un asco terrible, lo que más me avergonzaba, era que lo había disfrutado como nunca, las imágenes de Don Andrés masajeando mis pechos se repetían una y otra vez en mi cabeza, su lengua jugueteando con mis pezones, sus dedos acariciando mi clítoris a la vez que se introducían suavemente en mi vagina, todo aquello me había llevado a uno de los orgasmos más intensos de mi vida y ni siquiera me había penetrado. Además de esto, me indignaba el deseo con el que le había practicado la felación, a mi marido pocas veces se lo había hecho, y, nunca le permití que terminara sobre mi cara, sin embargo a D. Andrés no solo se la chupé con deseo, en aquel momento solo pensaba en hacerle gozar y en que su semen inundara mi boca, semen que trague con gusto. – si me hubiera visto mi marido en aquel momento… -
Como dije al principio, el resentimiento por lo sucedido era brutal, así que incapaz de seguir allí sentada viendo a mi familia me fui a la cama muy pronto. Ya con todos dormidos pensé en lo sucedido, obviamente aquello no debía volver a ocurrir, y aunque Don Andrés había dejado claro que quería finalizar aquel trabajo, yo estaba dispuesta a dejar aquel empleo si era preciso.
Al día siguiente me presenté a trabajar vestida con un chándal, quería que D. Andrés tuviera clara mi postura nada más verme, en mi cabeza se habían llevado a cabo miles de conversaciones sobre lo sucedido, en todas ellas le dejaba claro que aquello no volvería a ocurrir y estaba dispuesta a ello, sin embargo ninguna de ellas sirvió de nada, realizaba mi trabajo sin ningún sobresalto, Don Andrés apenas pasaba por mi lado y, no hubo ni una mirada, ni un gesto extraño, ni tan siquiera hubo un comentario sobre lo sucedido el día anterior. Hacía mis labores, salía para comer, regresaba, más trabajo hasta la hora de marcharme y nada más.
Ya había pasado una semana de lo sucedido sin que Don Andrés mencionara el tema, y la verdad es que me encontraba algo molesta, ¿tan mal lo había pasado que ni siquiera me había pedido repetirlo? Yo tenía claro que no se lo iba a permitir, pero, ¿ni una sola mención sobre aquello? En fin, yo estaba cada día más tranquila con esta situación, los días pasaban y mi trabajo iba a mejor.
Era jueves por la mañana y yo acudí a mi trabajo con toda naturalidad, mi uniforme era el habitual desde aquel primer día, un chándal marrón de algodón bastante holgado y grueso por cierto, la mañana transcurría con normalidad, de hecho solo había visto a D. Andrés al abrirme la puerta, él se había metido en su despacho, y yo me había puesto a realizar mis tareas.
Me encontraba limpiando la mesa del salón, ligeramente inclinada hacia delante para llegar con el trapo al otro extremo cuando noté que dos manos se posaban en mi culo y lo apretaban, en primera instancia me quedé sorprendida y el aprovecho para acariciarlo y pegar su paquete contra mi culo, después pensé en lo sucedido y reaccioné, debía parar aquello inmediatamente y con esa intención me incorporé, Don Andrés aprovechó mi movimiento para versarme el cuello a la vez que sus manos subían en dirección a mis pechos ya por debajo de la sudadera del chándal. Giré mi cabeza para protestar, pero nada más abrir la boca, Don Andrés aprovechó para besarla. Él intentaba meter su lengua en mi boca mientras yo trataba de impedírselo, al final terminé por aceptarla y responder a su beso.
Sus manos ya habían llegado a mis pechos que saltaban al aire al verse liberados del sujetador, Don Andrés saco su lengua de mi boca para centrar su trabajo en mis pezones, su mano izquierda comenzaba el descenso por dentro del pantalón, su objetivo no era otro que mi entrepierna, y lo alcanzó sin ningún impedimento pues yo de nuevo me había abandonado a sus caricias. Por segunda vez en mi vida me encontraba totalmente entregada a un hombre que no era mi marido, en esta ocasión además totalmente desnuda y apoyada a una mesa mientras me comían los pechos y acariciaban mi coño, evidentemente el orgasmo no se hizo esperar, y llegó con tanta intensidad como hacía unos días.
Don Andrés me cogió de la cabeza presionando muy sutilmente hacia abajo, el movimiento apenas llevaba fuerza sin embargo yo sabía bien lo que quería y así lo hice, agachada en cuclillas, con las rodillas bien abiertas para poder acercarlo más a mí, comencé a besarle el paquete por encima del pantalón, después entre besos le desabroche el pantalón y se lo bajé, su bulto se veía ya muy crecido, yo seguía besándolo esta vez por encima de la tela del bóxer, al bajarlo su polla se mostró ante mí totalmente empalmada, comencé a besarle el glande descendiendo con mis besos por todo el tronco, luego la metí en mi boca sin olvidarme de sus testículos. Pensé que todo acabaría aquí como la primera vez, con mi boca llena de semen que yo tragaría sin desperdiciar ni una gota, sin embargo me equivocaba.
D. Andrés sacó su polla de mi boca, yo miré sorprendida y un poco molesta por retirarla tan pronto, él tiró hacia arriba de mi barbilla y besó mis labios, después me tendió sobre la mesa mientras me decía, “tranquila, luego tendrás otra vez tu golosina”.
Tendida como estaba con las piernas sobre sus brazos, Don Andrés me acariciaba el coño con su polla, a veces abría mis labios vaginales con su glande y presionaba un poco, pero siempre sin llegar a penetrarme, luego volvía a empujar pero solo para restregarme el coño con la polla. A esas alturas yo tenía de nuevo el coño chorreando,deseaba que me la metiese de una vez, y con sorpresa me escuché pidiéndoselo:
Yo – Métemela
D.A - ¿Qué?
Yo – métemela por favor
D.A - ¿qué quieres?
Yo – que me folles
D.A - ¿sí?
Yo – si
D.A –pídemelo
Yo – fóllame ya, quiero que me folles
D.A - ¿eres mi puta?
Yo – fóllame ya por favor
D.A - ¿eres mi puta?
Yo – sí, soy tu puta, pero métemela ya por favor – aaahhhm
Su polla se introdujo en mi interior muy despacio, la notaba centímetro a centímetro abriéndose paso por mi vagina, sus embestidas eran suaves pero muy intensas, debido a su grosor mi vagina se adaptaba a su polla como un guante provocándome un placer indescriptible. El ritmo de sus pollazos iba en aumento y con él la intensidad del placer que recibía, la sacaba hasta la punta del capullo, para después meterla de golpe hasta el fondo, notaba la punta de su polla en el cuello de mi útero y eso me encantaba, poco después tenía mi segundo orgasmo.
Don Andrés me bajó de la mesa y me hizo apoyar las manos sobre ella, arqueo mi cuerpo hacia delante de la misma forma que cuando entró en el salón y en esta postura volvió a clavármela en el coño, bombeaba con ritmo mientras con su dedo pulgar jugaba a la entrada de mi culo, segundos después noté su saliva mojando mi agujerito trasero mientras con su dedo intentaba lubricarlo. Adelantándome a sus deseos, entre gemidos le dije que por ahí no, que nunca lo había hecho y que no me gustaba, no pareció gustarle pero cesó en su empeño y siguió follándome ahora con más fuerza.
Don Andrés me tuvo en el sofá y poniéndose sobre mí volvió a metérmela, sus embestidas ahora eran fuertes y rápidas y no tardó en correrse dentro de mí, su polla no parecía que fuera a dejar de soltar chorros de semen caliente, en mi interior notaba cada chorro uno tras otro y la sensación de sentirme llena de su leche caliente fue tal, que volví a correrme.
Don Andrés salió de mí y puso su polla ya flácida en mis labios y después de tenerla limpia me dijo: ya es hora de comer, hasta luego.
De nuevo me sentía avergonzada por lo ocurrido, este hombre conseguía de mí cosas hasta ahora impensables, y lo que era peor no era capaz de pararle, sin embargo no tenía tiempo para pensarlo en ese momento, tenía el tiempo justo para comer y recoger un poco mi casa, en un par de horas tenía que volver a mi trabajo.
Llevaba algo más de una hora en mi tarea cuando escuche la voz de mi jefe, me acerqué a su despacho para ver lo que quería y me pidió que limpiara un poco por allí, en unos días tenía una visita importante y quería causar buena impresión, en eso me encontraba cuando D. Andrés me pidió por favor que le alcanzara un bolígrafo que había caído debajo de la mesa, al meterme por el lado opuesto al suyo para buscarlo me encontré con que D. Andrés estaba desnudo de cintura para abajo, su polla colgaba por entre sus piernas abiertas, no me dijo nada, no hizo falta, como hipnotizada la cogí y me la metí en la boca.
Recorrí toda la verga con mi lengua antes de meterla en mi boca, la notaba endurecerse y crecer dentro, cada vez estaba más gorda, yo la trabajé hasta que estuvo tiesa como un mástil, de nuevo me hizo levantar y tras un par de restregones me la enchufó en el coño, sus embestidas ahora eran muy profundas y pausadas, las notaba a cada empujón arrancándome un gemido, Don Andrés me desnudó la parte de arriba para poder agarrarme las tetas, yo volvía a gozar como una perra, pero de nuevo noté su dedo en mi culo, de nuevo su saliva y de nuevo le dije que por ahí no quería.
Lejos de hacerme caso don Andrés siguió escupiendo saliva en mi orificio anal y masajeando el mismo con los dedos, yo seguía implorándole que no lo hiciera, pero él, solo decía, tranquila, relájate, no pasara nada, noté el primer dedo que se introducía dentro y la sensación no fue molesta, le metía y sacaba llevando dentro su saliva, sacó ese dedo y acto seguido metió dos, la sensación me seguía gustando pero no tanto, cuando volvió a sacar los dedos también sacó su verga, se inclinó sobre mí y me besó en la boca, de nuevo volvió con los dedos a mi culo, pero estos se apartaron enseguida dejando paso a algo mucho más gordo.
D. Andrés apretaba su capullo contra el agujero de mi culo, yo estaba muy asustada aunque trataba de tranquilizarme, cuando consiguió meter su glande sentí un dolor horrible, le pedí que por favor lo sacara pero no hizo caso, lo dejó dentro hasta que me acostumbré a su grosor, después volvió a empujar otro poco y a esperar, de nuevo un dolor agudo en mi culo y de nuevo volví a suplicar que lo sacara, después del tercer empujón algo menos de la mitad de su polla se encontraba dentro de mi culo, D. Andrés me agarró las tetas y echándose para atrás sacó parte de la polla de mi culo, esto hizo que me relajara un poco y en ese momento la metió de un golpe hasta el fondo, el dolor que sentía era horrible, parecía que me lo había desgarrado por completo, D. Andrés seguía dándome pollazos mientras yo lloraba como una niña por el dolor, pasados unos minutos ya con la mano de D. Andrés en mi coño, el dolor poco a poco iba desapareciendo y dejando paso a un pequeño cosquilleo, cuanto más tiempo pasaba, más placer sentía con aquella polla en el culo, a cada empujón notaba sus pelotas chocar contra mi coño y me encantaba, poco a poco iba siendo consciente de cada detalle, y lo gozaba, estaba a punto de correrme por cuarta vez ese día pero fue mi jefe quien lo hizo, esta vez notaba su leche calentita llenar mi culo y con esa sensación me corrí.
D. Andrés se metió en la ducha dejándome allí, con las tetas al aire y el pantalón bajado hasta las rodillas, con el culo dolorido pero satisfecha, me subí los pantalones y así como estaba, con las tetas al aire, me fui hasta la bañera para ayudarle, entre mis masajes y el roce de mis tetas no tardó en empalmarse de nuevo, – valla vigorosidad se gasta D. Andrés – cuando la tenía bien dura la puse entre mis tetas y comencé a subirlas y bajarlas, su cara era un poema, después la metí en mi boca y ahora sí tuve mi recompensa en forma de leche, leche que tragué sin derramar una sola gota, me levanté, le besé los labios y le dije: hasta mañana jefe, salí me vestí y me marche a casa
Como dije al principio, el resentimiento por lo sucedido era brutal, así que incapaz de seguir allí sentada viendo a mi familia me fui a la cama muy pronto. Ya con todos dormidos pensé en lo sucedido, obviamente aquello no debía volver a ocurrir, y aunque Don Andrés había dejado claro que quería finalizar aquel trabajo, yo estaba dispuesta a dejar aquel empleo si era preciso.
Al día siguiente me presenté a trabajar vestida con un chándal, quería que D. Andrés tuviera clara mi postura nada más verme, en mi cabeza se habían llevado a cabo miles de conversaciones sobre lo sucedido, en todas ellas le dejaba claro que aquello no volvería a ocurrir y estaba dispuesta a ello, sin embargo ninguna de ellas sirvió de nada, realizaba mi trabajo sin ningún sobresalto, Don Andrés apenas pasaba por mi lado y, no hubo ni una mirada, ni un gesto extraño, ni tan siquiera hubo un comentario sobre lo sucedido el día anterior. Hacía mis labores, salía para comer, regresaba, más trabajo hasta la hora de marcharme y nada más.
Ya había pasado una semana de lo sucedido sin que Don Andrés mencionara el tema, y la verdad es que me encontraba algo molesta, ¿tan mal lo había pasado que ni siquiera me había pedido repetirlo? Yo tenía claro que no se lo iba a permitir, pero, ¿ni una sola mención sobre aquello? En fin, yo estaba cada día más tranquila con esta situación, los días pasaban y mi trabajo iba a mejor.
Era jueves por la mañana y yo acudí a mi trabajo con toda naturalidad, mi uniforme era el habitual desde aquel primer día, un chándal marrón de algodón bastante holgado y grueso por cierto, la mañana transcurría con normalidad, de hecho solo había visto a D. Andrés al abrirme la puerta, él se había metido en su despacho, y yo me había puesto a realizar mis tareas.
Me encontraba limpiando la mesa del salón, ligeramente inclinada hacia delante para llegar con el trapo al otro extremo cuando noté que dos manos se posaban en mi culo y lo apretaban, en primera instancia me quedé sorprendida y el aprovecho para acariciarlo y pegar su paquete contra mi culo, después pensé en lo sucedido y reaccioné, debía parar aquello inmediatamente y con esa intención me incorporé, Don Andrés aprovechó mi movimiento para versarme el cuello a la vez que sus manos subían en dirección a mis pechos ya por debajo de la sudadera del chándal. Giré mi cabeza para protestar, pero nada más abrir la boca, Don Andrés aprovechó para besarla. Él intentaba meter su lengua en mi boca mientras yo trataba de impedírselo, al final terminé por aceptarla y responder a su beso.
Sus manos ya habían llegado a mis pechos que saltaban al aire al verse liberados del sujetador, Don Andrés saco su lengua de mi boca para centrar su trabajo en mis pezones, su mano izquierda comenzaba el descenso por dentro del pantalón, su objetivo no era otro que mi entrepierna, y lo alcanzó sin ningún impedimento pues yo de nuevo me había abandonado a sus caricias. Por segunda vez en mi vida me encontraba totalmente entregada a un hombre que no era mi marido, en esta ocasión además totalmente desnuda y apoyada a una mesa mientras me comían los pechos y acariciaban mi coño, evidentemente el orgasmo no se hizo esperar, y llegó con tanta intensidad como hacía unos días.
Don Andrés me cogió de la cabeza presionando muy sutilmente hacia abajo, el movimiento apenas llevaba fuerza sin embargo yo sabía bien lo que quería y así lo hice, agachada en cuclillas, con las rodillas bien abiertas para poder acercarlo más a mí, comencé a besarle el paquete por encima del pantalón, después entre besos le desabroche el pantalón y se lo bajé, su bulto se veía ya muy crecido, yo seguía besándolo esta vez por encima de la tela del bóxer, al bajarlo su polla se mostró ante mí totalmente empalmada, comencé a besarle el glande descendiendo con mis besos por todo el tronco, luego la metí en mi boca sin olvidarme de sus testículos. Pensé que todo acabaría aquí como la primera vez, con mi boca llena de semen que yo tragaría sin desperdiciar ni una gota, sin embargo me equivocaba.
D. Andrés sacó su polla de mi boca, yo miré sorprendida y un poco molesta por retirarla tan pronto, él tiró hacia arriba de mi barbilla y besó mis labios, después me tendió sobre la mesa mientras me decía, “tranquila, luego tendrás otra vez tu golosina”.
Tendida como estaba con las piernas sobre sus brazos, Don Andrés me acariciaba el coño con su polla, a veces abría mis labios vaginales con su glande y presionaba un poco, pero siempre sin llegar a penetrarme, luego volvía a empujar pero solo para restregarme el coño con la polla. A esas alturas yo tenía de nuevo el coño chorreando,deseaba que me la metiese de una vez, y con sorpresa me escuché pidiéndoselo:
Yo – Métemela
D.A - ¿Qué?
Yo – métemela por favor
D.A - ¿qué quieres?
Yo – que me folles
D.A - ¿sí?
Yo – si
D.A –pídemelo
Yo – fóllame ya, quiero que me folles
D.A - ¿eres mi puta?
Yo – fóllame ya por favor
D.A - ¿eres mi puta?
Yo – sí, soy tu puta, pero métemela ya por favor – aaahhhm
Su polla se introdujo en mi interior muy despacio, la notaba centímetro a centímetro abriéndose paso por mi vagina, sus embestidas eran suaves pero muy intensas, debido a su grosor mi vagina se adaptaba a su polla como un guante provocándome un placer indescriptible. El ritmo de sus pollazos iba en aumento y con él la intensidad del placer que recibía, la sacaba hasta la punta del capullo, para después meterla de golpe hasta el fondo, notaba la punta de su polla en el cuello de mi útero y eso me encantaba, poco después tenía mi segundo orgasmo.
Don Andrés me bajó de la mesa y me hizo apoyar las manos sobre ella, arqueo mi cuerpo hacia delante de la misma forma que cuando entró en el salón y en esta postura volvió a clavármela en el coño, bombeaba con ritmo mientras con su dedo pulgar jugaba a la entrada de mi culo, segundos después noté su saliva mojando mi agujerito trasero mientras con su dedo intentaba lubricarlo. Adelantándome a sus deseos, entre gemidos le dije que por ahí no, que nunca lo había hecho y que no me gustaba, no pareció gustarle pero cesó en su empeño y siguió follándome ahora con más fuerza.
Don Andrés me tuvo en el sofá y poniéndose sobre mí volvió a metérmela, sus embestidas ahora eran fuertes y rápidas y no tardó en correrse dentro de mí, su polla no parecía que fuera a dejar de soltar chorros de semen caliente, en mi interior notaba cada chorro uno tras otro y la sensación de sentirme llena de su leche caliente fue tal, que volví a correrme.
Don Andrés salió de mí y puso su polla ya flácida en mis labios y después de tenerla limpia me dijo: ya es hora de comer, hasta luego.
De nuevo me sentía avergonzada por lo ocurrido, este hombre conseguía de mí cosas hasta ahora impensables, y lo que era peor no era capaz de pararle, sin embargo no tenía tiempo para pensarlo en ese momento, tenía el tiempo justo para comer y recoger un poco mi casa, en un par de horas tenía que volver a mi trabajo.
Llevaba algo más de una hora en mi tarea cuando escuche la voz de mi jefe, me acerqué a su despacho para ver lo que quería y me pidió que limpiara un poco por allí, en unos días tenía una visita importante y quería causar buena impresión, en eso me encontraba cuando D. Andrés me pidió por favor que le alcanzara un bolígrafo que había caído debajo de la mesa, al meterme por el lado opuesto al suyo para buscarlo me encontré con que D. Andrés estaba desnudo de cintura para abajo, su polla colgaba por entre sus piernas abiertas, no me dijo nada, no hizo falta, como hipnotizada la cogí y me la metí en la boca.
Recorrí toda la verga con mi lengua antes de meterla en mi boca, la notaba endurecerse y crecer dentro, cada vez estaba más gorda, yo la trabajé hasta que estuvo tiesa como un mástil, de nuevo me hizo levantar y tras un par de restregones me la enchufó en el coño, sus embestidas ahora eran muy profundas y pausadas, las notaba a cada empujón arrancándome un gemido, Don Andrés me desnudó la parte de arriba para poder agarrarme las tetas, yo volvía a gozar como una perra, pero de nuevo noté su dedo en mi culo, de nuevo su saliva y de nuevo le dije que por ahí no quería.
Lejos de hacerme caso don Andrés siguió escupiendo saliva en mi orificio anal y masajeando el mismo con los dedos, yo seguía implorándole que no lo hiciera, pero él, solo decía, tranquila, relájate, no pasara nada, noté el primer dedo que se introducía dentro y la sensación no fue molesta, le metía y sacaba llevando dentro su saliva, sacó ese dedo y acto seguido metió dos, la sensación me seguía gustando pero no tanto, cuando volvió a sacar los dedos también sacó su verga, se inclinó sobre mí y me besó en la boca, de nuevo volvió con los dedos a mi culo, pero estos se apartaron enseguida dejando paso a algo mucho más gordo.
D. Andrés apretaba su capullo contra el agujero de mi culo, yo estaba muy asustada aunque trataba de tranquilizarme, cuando consiguió meter su glande sentí un dolor horrible, le pedí que por favor lo sacara pero no hizo caso, lo dejó dentro hasta que me acostumbré a su grosor, después volvió a empujar otro poco y a esperar, de nuevo un dolor agudo en mi culo y de nuevo volví a suplicar que lo sacara, después del tercer empujón algo menos de la mitad de su polla se encontraba dentro de mi culo, D. Andrés me agarró las tetas y echándose para atrás sacó parte de la polla de mi culo, esto hizo que me relajara un poco y en ese momento la metió de un golpe hasta el fondo, el dolor que sentía era horrible, parecía que me lo había desgarrado por completo, D. Andrés seguía dándome pollazos mientras yo lloraba como una niña por el dolor, pasados unos minutos ya con la mano de D. Andrés en mi coño, el dolor poco a poco iba desapareciendo y dejando paso a un pequeño cosquilleo, cuanto más tiempo pasaba, más placer sentía con aquella polla en el culo, a cada empujón notaba sus pelotas chocar contra mi coño y me encantaba, poco a poco iba siendo consciente de cada detalle, y lo gozaba, estaba a punto de correrme por cuarta vez ese día pero fue mi jefe quien lo hizo, esta vez notaba su leche calentita llenar mi culo y con esa sensación me corrí.
D. Andrés se metió en la ducha dejándome allí, con las tetas al aire y el pantalón bajado hasta las rodillas, con el culo dolorido pero satisfecha, me subí los pantalones y así como estaba, con las tetas al aire, me fui hasta la bañera para ayudarle, entre mis masajes y el roce de mis tetas no tardó en empalmarse de nuevo, – valla vigorosidad se gasta D. Andrés – cuando la tenía bien dura la puse entre mis tetas y comencé a subirlas y bajarlas, su cara era un poema, después la metí en mi boca y ahora sí tuve mi recompensa en forma de leche, leche que tragué sin derramar una sola gota, me levanté, le besé los labios y le dije: hasta mañana jefe, salí me vestí y me marche a casa
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