Viviendo en el departamento con mi tía Sol, de 39 años, divina, siempre arreglada por su profesión de abogada, un encanto. La rutina diaria siempre fue, ella se iba a trabajar por las mañanas, yo arrancaba para la facultad, a estudiar.
Me encantaba verla despertarse, el ritual del desayuno, baño, vestirse y salir.
A veces dormíamos juntos y a veces cada uno en su habitación, más eran las veces que yo dormía en su cama, imagínense como me dejaba....
Se despertaba, yo hacía el café de la mañana, ella iba al baño a ducharse, verla salir del baño desnuda, secándose con el toallon, dejarlo caer, andar desnudarte por el departamento, a mi ya me ponía a mil, casi 20 años, las hormonas a full. Para los que no recuerdan los primeros relatos, tía sol era una mujer de 39 años, separada de mi tío, viviendo sola y yo con ella ahora, estudiando en Santa Fe. Morocha, de cuerpo flaca, por el gym, bah exceso de gym, muy buenas piernas y una cola de ensueño, tetas chiquitas y cinturita chiquita. Calentona.
Para ir a trabajar se ponía siempre algún conjunto con encajes, corpiño y cola less, chiquita, pantalón de vestir y alguna camisa, muy elegante, siempre tacos, sus anteojos y perfume embriagante, bien maquillada y peinada.
Desayunabamos, salíamos en su Cruze blanco, me dejaba en la facultad, yo a estudiar y ella seguía a trabajar en su estudio.
Cuando terminábamos nuestras tareas diarias, me buscaba por donde yo andaba, y nos íbamos al departamento a almorzar o casi merendar por la hora que se hacía siempre.
Llegábamos al estacionamiento del edificio, y ya en el ascensor, solos, me partía la boca de un beso de lengua profunda, terrible, se recalentado con eso y yo también.
Uno de esos días primaverales y de besos en el ascensor, llegamos al departamento, entramos, cerró la puerta, se quita el saco que llevaba. Yo dejo las cosas de la facultad y me siento en el sillón, ella adelante mío me mira fijo, ya me imaginaba lo que seguía. Me da un pie para que le saque un tacón, me da el otro pie, le saco los zapatos, sigue mirándome y se desabrocha despacio la camisa que deja caer el piso, sigue por su corpiño. Los pezones de sus tetitas apuntan tersos hacia adelante, siempre duritos, calientes.
Sigue por su pantalón de vestir, que desabrocha y deja caer a sus pies, lo saca con un pie y lo tira hacia donde yo estoy sentado, mirándola, embobado. La tanguita negra de encaje que se puso ese día está perdida en su cola y adelante le marca su papito gordo, impresionante, que para que se lo imaginen como es, junten sus dos pulgares y mirenlos, así es. Como es bajita, se pone los tacones nuevamente, me mira y me pregunta si le gusta. Se acerca, me agacha h me besa de lengua nuevamente, me toca el bulto y me dice: "si, se nota que te gusta lo que ves, porque este vergon está reduro y parado, es solo mío...".
Se vuelve a incorporar y se va caminando a la cocina, me mira y me dice, vení....
Se da vueltas y apoya sus manos en la mesada, me pregunta: "así, paradita con las manos en la mesada? O así?", mientras se agacha sacando cola hacia atrás y apoyando los brazos en la mesada, separando las piernas un poquito. Me deja una vista Monumental, a oi que le digo que se quede así, le bajo la tanguita un poco, y termina de caersele, se la saca de un pie y le queda en el otro, arriba del tacón, saca más la cola, yo me desabrochar el cinturón, apurado, muy caliente, me abro el pantalón, lo dejo caer a mis tobillos, me bajo el boxer, surge mi pena erecto como un resorte, me mira y me dice, "así me gusta", se agacha más y pega su cara a la mesada, yo la agarro de la cintura, le toco la cancha, que a esta altura chorrea flujos, muy mojada, no hace falta lubricar esa cueva del deseo masculino, me agacho un poquito y la penetro de una vez, hasta que mi pelvis choca contra sus cachetes de la cola, me quedo ahí, quieto, a la vez que se contorsionista, gime y grita, aiaaaaa, mientras arquea la cintura a más no poder, esa penetracion brusca y de una sola vez, fuerte, la abrió toda, se nota como goza, cuando comienzo a bombear, despacio primero, entrando y saliendo, luego más rápido sin soltarle la cinturita, que agarro con lis dos manos, con fuerza.
Ella grita ahogada de placer, gime como loca y acaba, apretando con sus músculos vaginales mi verga que entra y sale a más no poder, de esa compresión hace que al rozar mucho mi pene, yo termine acabando comonun caballo salvaje, derramó en su interior mis litros de semen juvenil, salgo de su interior y me tiro hacia atrás, me siento apoyado en la pared, me quedo agotado, perplejo, mirando como ella queda tirada arriba de la mesada con su cabeza entre los brazos estirados, parada, piernas separadas, la concha extremadamente abierta, y por el interior de sus muslos cae una mezcla de fluidos vaginales, semen, transpiración que le chorreando hasta las rodillas, queda un par de minutos así, yo extenuado, se saca la cola less del pie y los zapatos, se agacha, me abraza fuerte, su desnudez me vuelve loco, me besa nuevamente, me toca la cara, me mira, se levanta y me dice: "me voy a baño, me inundaste de leche, te gusto? Duchita, almuerzo y a la cama, venis?".
Eso ya es parte del próximo relato....
Me encantaba verla despertarse, el ritual del desayuno, baño, vestirse y salir.
A veces dormíamos juntos y a veces cada uno en su habitación, más eran las veces que yo dormía en su cama, imagínense como me dejaba....
Se despertaba, yo hacía el café de la mañana, ella iba al baño a ducharse, verla salir del baño desnuda, secándose con el toallon, dejarlo caer, andar desnudarte por el departamento, a mi ya me ponía a mil, casi 20 años, las hormonas a full. Para los que no recuerdan los primeros relatos, tía sol era una mujer de 39 años, separada de mi tío, viviendo sola y yo con ella ahora, estudiando en Santa Fe. Morocha, de cuerpo flaca, por el gym, bah exceso de gym, muy buenas piernas y una cola de ensueño, tetas chiquitas y cinturita chiquita. Calentona.
Para ir a trabajar se ponía siempre algún conjunto con encajes, corpiño y cola less, chiquita, pantalón de vestir y alguna camisa, muy elegante, siempre tacos, sus anteojos y perfume embriagante, bien maquillada y peinada.
Desayunabamos, salíamos en su Cruze blanco, me dejaba en la facultad, yo a estudiar y ella seguía a trabajar en su estudio.
Cuando terminábamos nuestras tareas diarias, me buscaba por donde yo andaba, y nos íbamos al departamento a almorzar o casi merendar por la hora que se hacía siempre.
Llegábamos al estacionamiento del edificio, y ya en el ascensor, solos, me partía la boca de un beso de lengua profunda, terrible, se recalentado con eso y yo también.
Uno de esos días primaverales y de besos en el ascensor, llegamos al departamento, entramos, cerró la puerta, se quita el saco que llevaba. Yo dejo las cosas de la facultad y me siento en el sillón, ella adelante mío me mira fijo, ya me imaginaba lo que seguía. Me da un pie para que le saque un tacón, me da el otro pie, le saco los zapatos, sigue mirándome y se desabrocha despacio la camisa que deja caer el piso, sigue por su corpiño. Los pezones de sus tetitas apuntan tersos hacia adelante, siempre duritos, calientes.
Sigue por su pantalón de vestir, que desabrocha y deja caer a sus pies, lo saca con un pie y lo tira hacia donde yo estoy sentado, mirándola, embobado. La tanguita negra de encaje que se puso ese día está perdida en su cola y adelante le marca su papito gordo, impresionante, que para que se lo imaginen como es, junten sus dos pulgares y mirenlos, así es. Como es bajita, se pone los tacones nuevamente, me mira y me pregunta si le gusta. Se acerca, me agacha h me besa de lengua nuevamente, me toca el bulto y me dice: "si, se nota que te gusta lo que ves, porque este vergon está reduro y parado, es solo mío...".
Se vuelve a incorporar y se va caminando a la cocina, me mira y me dice, vení....
Se da vueltas y apoya sus manos en la mesada, me pregunta: "así, paradita con las manos en la mesada? O así?", mientras se agacha sacando cola hacia atrás y apoyando los brazos en la mesada, separando las piernas un poquito. Me deja una vista Monumental, a oi que le digo que se quede así, le bajo la tanguita un poco, y termina de caersele, se la saca de un pie y le queda en el otro, arriba del tacón, saca más la cola, yo me desabrochar el cinturón, apurado, muy caliente, me abro el pantalón, lo dejo caer a mis tobillos, me bajo el boxer, surge mi pena erecto como un resorte, me mira y me dice, "así me gusta", se agacha más y pega su cara a la mesada, yo la agarro de la cintura, le toco la cancha, que a esta altura chorrea flujos, muy mojada, no hace falta lubricar esa cueva del deseo masculino, me agacho un poquito y la penetro de una vez, hasta que mi pelvis choca contra sus cachetes de la cola, me quedo ahí, quieto, a la vez que se contorsionista, gime y grita, aiaaaaa, mientras arquea la cintura a más no poder, esa penetracion brusca y de una sola vez, fuerte, la abrió toda, se nota como goza, cuando comienzo a bombear, despacio primero, entrando y saliendo, luego más rápido sin soltarle la cinturita, que agarro con lis dos manos, con fuerza.
Ella grita ahogada de placer, gime como loca y acaba, apretando con sus músculos vaginales mi verga que entra y sale a más no poder, de esa compresión hace que al rozar mucho mi pene, yo termine acabando comonun caballo salvaje, derramó en su interior mis litros de semen juvenil, salgo de su interior y me tiro hacia atrás, me siento apoyado en la pared, me quedo agotado, perplejo, mirando como ella queda tirada arriba de la mesada con su cabeza entre los brazos estirados, parada, piernas separadas, la concha extremadamente abierta, y por el interior de sus muslos cae una mezcla de fluidos vaginales, semen, transpiración que le chorreando hasta las rodillas, queda un par de minutos así, yo extenuado, se saca la cola less del pie y los zapatos, se agacha, me abraza fuerte, su desnudez me vuelve loco, me besa nuevamente, me toca la cara, me mira, se levanta y me dice: "me voy a baño, me inundaste de leche, te gusto? Duchita, almuerzo y a la cama, venis?".
Eso ya es parte del próximo relato....
2 comentarios - Vacaciones con mi tía Sol IX