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El chico de las galletas (4)

Siguen pasando más cosas inauditas entre mi madre, su amiga y el negrito.
¿Cómo fue que llegué a esta situación? Los lazos demoran en consolidarse pero no basta casi nada para romperlos por siempre. Y así me sentía con respecto a mi madre, que ya empezaba a importarme muy poco lo que hiciera o dejara de hacer. Aunque eso no fuera en desmedro de ser testigo de sus encuentros furtivos.

Y así llegó un nuevo jueves desgraciado, esperando en el parque a que pasara Mauricio a su encuentro con mi mamá y su amiga.

No demoró en aparecer con su mochila al hombro donde llevaba los paquetes de galletas que vende. Y desde la esquina lo observé hasta que ingresó a mi casa. Unos segundos después era yo quien ingresaba silencioso, atisbando a la sala. Vacía. Con sumo cuidado fui atravesando por el pasillo y escuchar las voces y risas que salían otra vez del cuarto de mis padres.

Y una vez más tenía ante mí la visión completa del cuarto y de lo que adentro ocurría. Mi madre y la señora Julia estaban aún vestidas pero sentadas en la cama y el chico rebuscaba entre las cosas de su mochila, hasta dejar a la vista una cámara fotográfica. Un mal presentimiento recorrió mi espalda.

- Oye, Mauricio, ¿y esa cámara?- preguntó la señora Julia sorprendida.

- Pues, se me ocurrió que a lo mejor ustedes se animarían a dejarse fotografiar.- contestó mirándolas entre pícaro y suplicante.

Ellas se miraron un momento como titubeando y la verdad que yo estaba igual sumergido en la duda, de si se animarían o sería ese el límite que le pondrían al negro de mierda.

- No es la primera vez que haces esto, ¿no?- inquirió curiosa la madre de Fernando.

- No, la verdad que no.- dijo agregando. Ni será la última.

- ¿Y con quién lo hiciste antes? ¿Con tu vecina Norma?- preguntó desafiante la señora.

El muchacho solo atinó a sonreír y asentir la cabeza.

- Ah, entonces ni hablar no nos podemos quedar atrás, ¿no es así Olga?- dijo mirando a mi mamá y esperando su respuesta.

- Tienes razón amiga, nosotras también queremos modelar para ti.- dijo mirando al muchacho.

- ¡Perfecto! Ya decía yo que no me podían fallar.- contestó riendo. Y sabiendo que la jugada había salido como la tenía planeada. Nos vamos a divertir mucho, ya van a ver señoras.

- Sí, eso me imagino, jejejeje.- dijo la señora Julia.

- ¡Qué locas somos!- dijo mi madre. Esto va a parecer una sesión pornográfica.

- Esa es la idea señora Olga, esa es la idea.- respondió a sabiendas de lo que pasaría.

Y definitivamente, no había lugar a dudas, ellas satisfacerían cada deseo de su joven amante. Para desazón mía.

De inmediato el chico tomó la cámara y fue tanteando el cuarto a través del visor.

- Bueno, señoras, que les parece si empezamos de una vez.- dijo agregando. A lo mejor con un strip-tease.

Ellas sonrieron y se levantaron de la cama, quedando una al lado de la otra, y tomadas de la cintura iniciaron un sugerente contoneo. Putamadre, unas señoras casadas le iban a hacer un baile privado a un chico de mierda.

Paulatinamente iban acrecentando sus movimientos, mientras una estaba en pie, la otra se agachaba meneando la cabeza y aferrándose a la pierna de su amiga. La cámara no había perdido ningún detalle. Después la señora Julia se desabotonó la blusa que salió volando y cayó al suelo, de igual manera mi madre procedió a despojarse de su blusa. No tardaron, siempre con contoneos seductores, a quitarse los pantalones.

Cada una venía preparada para la acción, pues mi progenitora portaba un sostén y un hilo dental rojo y la madre de mi amigo, pues un sostén y un hilo dental negro, para obvio gusto del chico que capturaba incansable las imágenes.

Abrazadas pero sin dejar de mirar insinuantemente a su amante, continuaron con su baile seductor. Con ayuda mutua, se liberaron del yugo del sostén, y así, sus melones maduros afloraban turgentes y apetitosos. El flash de la cámara las iluminaba a cada instante. Y la verdad que era increíble constatar en vivo y en directo que ese par de señoras se movían como unos ángeles sexuales.

Pero aún no terminaban su danza, y en cuenta de eso sus movimientos fueron más, todavía, fascinantes. Y dándole la espalda a su macho, al unísono se fueron bajando los hilos dentales hasta sacarlos por los pies, no sin dejar de mover provocadoramente sus muy bien formadas nalgas. Y al voltear, dejaban ver sus pelambreras púbicas, una rubia y la otra negra pero siempre muy bellas y cuidadas. Quien diría que esas señoras se tomaban su tiempo para esa clase de cuidados, aunque claro, lo más obvio era que lo hacían para gusto de su joven amante.

Así, desnudas como cuando nacieron, se acercaron hacia él, que se sorprendía sonriendo ante la iniciativa que tomaron. Mientras lo rodeaban, fueron acariciándolo y para sorpresa mía y del chico, lo fueron desnudando con sus propias manos. Su polo voló hacia el otro lado del cuarto, al igual que sus zapatillas, medias y su pantalón de jean cayó por completo. Ellas sonrieron arrodilladas y terminando por bajarle el calzoncillo que ya revelaba los efectos del strip-tease previo.

Ante el rostro de las señoras, se bamboleaba el semirrecto pene negro y descomunal del chico.

- Sonrían, señoras.- dijo antes de hacer clic.

- Jajajaja, te pasas Mauricio.- dijo mi madre que alargó una mano para sostener la verga en la base y comenzar una paja de lujo.

Ni corta ni perezosa, la señora Julia llevó su mano hasta la parte del tronco que estaba libre y como en una fantasía sexual, el chico disfrutaba de una masturbación a dos manos. ¡Qué envidia! Sino fuera porque una de las partícipes era mi propia madre.

- A ver señoras, denle un besito a mi amiguito.- dijo apuntando hacia ellas.

- ¿Amiguito? Amigote será con lo grandazo que lo tienes.- dijo la amiga de mi madre.

- ¿Así estamos bien?- preguntó mi mamá mientras con la lengua estirada jugaba con el glande hinchado cosa que su amiga imitó de muy buen gusto.

- Ahora sí, sonrían.- dijo tomando la foto.

Mientras el chico observaba como había salido la toma, sus perras le daban una mamada descarada, hambrientas por ese pedazo de carne desproporcionada pero que las tenía hipnotizadas.

- Míreme señora Julia.- dijo el negro y una nueva foto fue captada. Qué hermosos salen sus ojos verdes.

Luego mi progenitora fue la que ocupó el sitio y fue retratada con ese plátano bellaco abriendo al máximo sus comisuras.

- ¡Perfecto señora!- dijo contento. ¿Y que les parece si juegan con mis huevos?

- Jajajaja, ok.- contestó mi madre que se puso a lamer y besar los testículos del chico mientras este acomodó su verga encima de la cara de ella, cubriéndole casi toda pues llegaba más allá de su frente.

Y luego le dio la cámara a la madre de Fernando para que tome unas fotos más pero de otro ángulo. Ella siguió en lo suyo, degustando ese par de bolas de billar número 8 y luego le cedió el lugar a su amiga, que de igual manera se puso a jugar con los huevos del muchacho y con el pene sobre su cara y que contrastaba grotescamente por su enormidad y grosor.

Después de tomar la foto, mi mamá se hizo un espacio en la entrepierna de su amante, y para gusto y satisfacción de este, cada una se metió un huevo en la boca, disfrutando golosamente como las viles perras infieles que eran.

- Señoras, sí que son unas locas, jajajaja.- dijo gimiendo y cerrando los ojos ante el placer extremo.

Las dos se deleitaban con sus bolas para locura del chico y luego se fueron turnando el chuparle la verga una y los huevos la otra. Todo como buenas amigas.

- Bueno, ahora quiero tomarme una foto con sus otras "caritas".- dijo riendo.

- ¿Cómo?- preguntó mi madre.

- Con sus culos, señora.- dijo acomodando a mi mamá.

De igual forma puso a su amiga para luego acomodar la cámara sobre la cómoda y poner listo el retraso de la toma.

- Listo.- dijo apurándose en situarse en medio de los traseros de sus amantes.

Y hasta a mí me divirtió la ocurrencia de ver su cara en medio de ese par de apetecibles y blancos traseros.

- Déjanos ver cómo salió.- dijo la madre de mi amigo.

El chico les mostró la imagen recién tomada y ellas se rieron jocosas.

- Oh, Dios mío.- dijo mi madre tapándose la boca por el rubor.

- Jajajajaja, qué loca esta foto.- dijo su amiga.

- Salieron muy ricas, señoras.- contestó el chico. Esta foto es increíble.

Sin demora volvió a acomodar a mi progenitora y le dio la cámara a su amiga, besó las nalgas y luego fue pasando su lengua por la concha mojada de ella, que soltó un gemido de placer.

El maldito degustaba de los primeros jugos de mi madre mientras era fotografiado por la señora Julia. Cada vez los lengüetazos se hacían más largos que incluso alcanzaban su ano, cosa que ella notó arqueando la espalda. Y así, fue saboreándola de un beso negro todavía descorazonador para mi condición de hijo. Luego volvieron a intercambiar papeles y su amiga quedaba a disposición del chico. Su lengua empezó a recorrer los pliegues rosados de ella y con sus manos abría las nalgas dejando a la vista su apetitoso ano. Definitivamente, la madre de Fernando era una deliciosa mujer, lástima que un negro hijo de puta fuera quien disfrutaba a su gusto de ella.

Mientras mi madre cumplía a cabalidad su función de fotógrafa.

El negro se detuvo y se alejó unos centímetros, abrió las nalgas de la señora Julia y, cual taladro, su lengua empezó a perforar el sensible ojete.

- Uhmm, uhmm…- gimió la señora.

Y el chico seguía con su degustación casi de manera desesperada y si hubiera tenido mejor visión diría que el maldito la penetraba con la lengua.

Unos momentos después se retiró dejando a la vista el ano mojado de ella, y agarrando su enorme fierro, que agitó unos segundos hasta permitir que alcance su tamaño monstruoso, ensalivó aún más el agujero a ser victimado y dirigió su glande morado en la entrada anal.

- Señora Olga, vaya fotografiando mientras se la voy metiendo a la señora Julia.- ordenó el maldito.

Mi madre se acomodó en el ángulo que le permitía la mejor visión y el muchacho inició la penetración.

- Uhmm, así mi negrito semental, uhmmmmm.- gimió llena de gusto la madre de Fernando.

Y así, a cada resplandor del flash, el fierro iba avanzando en su acometida siendo reflejado en el rostro adolorido pero gustoso de la señora.

- Ayayayayayayyyyyy… que grande, ayyyyy.- gruñó quejándose y con la cara enterrada en la cama.

- Ya falta poco, señora, tranquila.- dijo el chico sin detenerse.

- Sí, es verdad Julia, ya casi la tienes toda adentro… ¡Qué bárbaros!- dijo mi madre alucinada por lo que veía.

Con un último empujón de sus caderas, que fue muy sentido por su compañera sexual, el negro conchasumadre estaba insertado por completo en el adorable y sabroso cuerpo de la madre de mi amigo. Pobre, pobre de él y su padre si supieran que la madre y esposa de su hogar se entregaba a los deseos de ese maldito muchacho mucho más dotado y dispuesto a experimentar.

- ¡Miércoles! Ahora que lo veo de esta manera me doy cuenta porque dolía tanto.- dijo mi progenitora tomando una foto más.

Esto no fue motivo para que el chico cesara en la cogida sino por el contrario lo motivó aún más pues empezó a entrar y salir con inusitada velocidad y fuerza, para gusto de su víctima de turno que se quejaba lastimosamente pero con una sonrisa lujuriosa marcada en el rostro. Sus caderas iban y venían incansables, minuto tras minuto hasta que empujó a la señora Julia más adentro de la cama y terminó por cubrirla como un perro con su perra.

De a pocos, el negro fue tomando nuevamente el ritmo con un gusto placentero dibujado en su cara y con los dientes muy blancos apretados por la concentración en el coito anal.

- Ayayayayayyyyy… qué rico papito qué rico, ayayayayayyyyy… ¡Cómo me gusta el perrito!- gritó la madre de Fernando inundada de placer.

La cámara no dejó de capturar foto tras foto y la verdad que viendo como se desarrollaba todo, le daba toda la razón a mi madre sobre que sería una sesión pornográfica. Y viéndolos así, entendía los quejidos y lamentos de dolor de ellas pues el muchacho se veía inmenso montado encima de la hermosa señora Julia.

Buen tiempo pasaron unidos e incansables como tantas otras veces antes, dejando latente la enorme carga sexual y compenetración de los dos. Los gemidos y gritos se mezclaban haciendo de la escena digna de una película. Los intestinos de la señora eran violentados insaciablemente por el fierro de ébano, más largo y grueso que haya visto.

Al rato, los gemidos desbocados del chico indicaban su inminente orgasmo y así, entre espasmos y gritos incontrolables, quedaba inundado el ano de la madre de mi amigo. Poco a poco se fueron deteniendo y recuperando el ritmo normal de la respiración, mientras la señora y su amante se besaban aún manteniendo la pose.

Luego de desmontar a la mujer, le pidió a mi madre que se pusiera detrás de su amiga, y abriendo las nalgas, permitió la visión del ojete ultrajado hace unos instantes, destilando semen.

- Esta foto va a ser inolvidable.- dijo el negro aún con las manos abriendo el culo de su víctima.

Mi progenitora tomó la foto y el chico limpió los restos de su eyaculación con papel higiénico, y luego los tres se echaron en la cama a descansar.

- Uffff, ha estado muy divertido, mi negrito.- dijo la señora Julia.

- Ya sabía que les gustaría.- contestó el chico en medio y abrazado de ellas.

- Y no te olvides que falto yo.- agregó la muy perra de mi madre.

- Jajaja como se le ocurre señora, no me he olvidado de usted.- respondió sonriendo y besando a mi madre.

Minutos después, el muchacho se levantaba y acomodaba a mi progenitora en cuatro patas y se ponía a lamer la vagina y el ano a un mismo tiempo, pues su lengua parecía una brocha que iba de arriba hacia abajo sin dejar resquicio por probar, cosa que le gustó sobremanera a ella. Y a pesar de empezar a pagarse mi amor de hijo, aún me dolía ver como mi propia madre se ponía a disposición de los deseos sexuales de un chico menor que su propio hijo.

Sin contratiempos, el hijo de puta tenía puesto su glande en las partes íntimas de mi madre y como jugando lo pasaba de arriba debajo de su concha y su ojete, jugando otra vez al pintor, pero el motivo era que se untara de los fluidos de ella. Y lentamente fue penetrando su esfínter, mi pobre madre soltó un grito pero no se movió y dejó que su joven amante continuara con su labor, que era más que obvio, no se detendría por nada del mundo.

A cada movimiento de las caderas del chico, mi madre pegaba un grito cada vez más lastimero, por ese grotesco miembro que forzaba su agujero anal. Y su amiga fungía a cabalidad su labor de fotógrafa.

Y en un último grito destemplado, sabía que el negro estaba insertado en lo más profundo de las entrañas de mi madre. Con furia fue violentando sin descanso y sin compasión, como si supiera que era observado por alguien cercano a ella. Mi madre era un solo de gritos y gemidos al sentir como era perforada en lo más hondo de su ser, yo estaba igual pues a pesar de su traición, seguía siendo mi madre, que sufría al aguantar esa verga de descomunal calibre.

Cosa que muy en el fondo de ella misma lo deseaba pues a pesar del dolor creciente, no le pedía al muchacho que se detenga. Y así continuó cogiéndosela sin molestarle a la tortura a la que sometía a mi madre; adentro y afuera, afuera y adentro sin parar, sin agotarse y al igual que con la señora Julia, terminó por montarse encima de ella. Las fotos se seguían sucediendo una tras otra en busca de no perder ningún detalle de la culeada. Los movimientos de su joven amante no cesaron en ningún momento parecía dispuesto a no dar tregua al ojete de mi madre. Las nalgas del muchacho iban y venían empujando a más no poder, cumpliendo muy bien su labor de semental de esas dos señoras casadas.

Varios minutos de angustia y dolor para mí tuvieron que transcurrir, aunque ya sabía de la resistencia del negro de mierda, pero siempre era doloroso ser testigo de la desvergüenza de ella.

Aún unidos en la cogida que no había como parar, se sumergían entre odiosas muestras de cariño, la hembra se sentía satisfecha por su macho, y al estar mejilla con mejilla mi madre volteó y empezaron a besarse jugando con sus lenguas.

- Así Mauricio, así me gusta, ayyyy.- gemía pidiendo más la perra.

- Qué colita tan sabrosa tiene señora Olga.- dijo el negro de mierda.

Unos instantes, largos e inmensos, el chico terminó de empujar apretándose al máximo al cuerpo de mi madre, que gritaba presa del dolor y el placer, y de seguro de sentir toda la simiente caliente regando su interior. Aún siguieron moviéndose suavemente y a un mismo ritmo, como si bailaran. Y la verdad que quien los viera pensaría que se trataba de una pareja pero la mujer que estaba ahí siendo poseída sexualmente era mi madre.

Después de desmontarla, el sudoroso muchacho se echó con mi madre en la cama abrazándola y con la señora Julia al lado. Increíble, ante la propuesta descarada de ser fotografiadas para la posteridad en pleno acto sexual, no fue rechazada sino aceptada con total desparpajo.

Aún retozando con tenues caricias, una mano se deslizó furtiva hasta atrapar el asqueroso apéndice del negro, y que iniciaba una nueva paja; ahí mismo otra mano descendió acompañando los movimientos masturbatorios. Con la experiencia que da la madurez, las señoras conseguían que ese trozo de carne, hasta unos instantes fláccido, fuera incrementando su tamaño y grosor ya conocidos.

- Uhmmm, lo másimo señoras, ustedes son únicas.- gruñó el chico cerrando los ojos ante el experto maniobrar de ese par de manos.

Ellas se miraron y sonrieron sin detenerse en su tarea al alimón. Entre esas manos blancas, el fierro grotesco terminó por alcanzar su plenitud como si fuera una macana de policía. Ambas lenguas se hicieron una por disfrutar de ese insólito manjar. El condenado hijo de puta no quiso quedarse atrás y acomodó a la señora Julia, quedando ante la espesa mata de vellos rubios y hundiendo su invasora lengua, provocando un mayor ímpetu en la mamada que le daba ella.

Mi madre no necesitó de órdenes para tomar la cámara y fotografiar el fascinante sesenta y nueve que se desarrollaba. El flash iluminó los cuerpos sinuosos en los ángulos más propicios.

Luego, la madre de Fernando se movió dejándole la posta a su amiga que ni bien se acomodó, se metió en la boca cada uno de los huevos del muchacho para luego resbalar su lengua por todo el extenso tronco hasta engullir el morado glande. Con la boca rellena de carne negra, fue capturada por la cámara.

Cuando de pronto, el chico le dio un palmazo en la nalga y mi madre se movió quedando de rodillas frente a su amante, que se acercó y la besó, metiéndole la lengua hasta el fondo de la faringe, mientras la verga chocaba contra el cuerpo de ella. El maldito negro la tumbó quedando echada boca arriba, y sin perder tiempo, se puso entre las piernas de mi mamá y así su pedazo de carne quedaba descansando sobre su barriga como si se tratara de un animal dormido.

La señora Julia se movió de lugar buscando una mejor perspectiva y luego el muchacho sosteniendo su órgano, puso el glande entre los labios vaginales de mi madre. Se puso a restregarlo, otra vez, como si fuera una brocha. El negro hijo de puta se alucinaba pintor.

- No se pierda nada, señora Julia.- dijo ansioso.

Y en un momento dado se puso a hacer presión, consiguiendo que el enorme glande desapareciera por completo en la concha de mamá, que cerró de golpe los ojos y haciendo un gesto de dolor, que se traducía en la arruga de su entrecejo. El flash iluminó la escena, tan solo para permitir al vendedor seguir avanzando cada vez más, centímetro a centímetro, lento pero seguro en su exploración. Y muy probable que sintiendo la suave opresión que las paredes vaginales de mi madre le daban a su pene. El rostro de ella se marcaba constantemente de gestos variados, unos de placer y otros de padecimiento, que eran captados en imágenes para la posteridad.

Con una última acometida, lograron el acople justo y necesario, que solo permitía ver los vellos negros y bien cuidados de mi madre y los vellos negros rizados del muchachito. Tan solo se quedaron quietos, inmutables, mirándose, mientras las manos del desgraciado recorrían el cuerpo de ella que sonreía complacida. Y me percataba que al igual que con la madre de Fernando, un sentimiento más profundo crecía entre ellos, y la verdad es que parecían una pareja, un hombre y una mujer compartiendo y disfrutando del sexo pero dolorosamente esa mujer era mi madre.

Suaves movimientos de caderas iniciaban el coito y por efecto de las mismas, los senos de ella empezaban a bailar provocativamente, sus gemidos inundaban el cuarto y su amante se echó encima de mi madre poniendo sus piernas al hombro. De un salto, la madre de mi amigo se colocó en el lugar más propicio para observar a plenitud la cópula.

- Sácala casi toda, Mauricio.- ordenó la señora apuntando con la cámara y tomando la foto. Y ahora empuja con todo.

- ¿Así?- preguntó empujando sus caderas hasta el tope.

Mi pobre madre pegó un grito que le salió desde muy adentro.

- Carajo, se la metiste toda a Olga, solo te ven los huevos colgando fuera de su vagina.- dijo admirada la amiga de mi mamá, terminando de captar la foto.

- Ayyyyyyyy, sí, lo siento hasta dentro.- gimió dolorosamente mi progenitora.

Igual, las palabras de ella fueron como un aliento para no cesar en la cachada que le daba el chico, que insaciable, entraba y salía gozando de los gritos y gemidos de su víctima.

- Sí, sí, sí, cógeme así, mi semental, qué rico.- gritó suplicando por más verga.

Y sus palabras fueron escuchadas por el negro de mierda que embestía con toda su fuerza, como queriendo entrar más adentro, y que era bastante obvio que no se podría. El cuarto hervía con ese par de cuerpos entregados al fuego del sexo. Definitivamente, mi madre había entrado en su segunda juventud para deleite de su joven amante.

El tiempo pasaba adormecido pero ellos parecía que estaban en una competencia pues la manera de hacer el acto sexual era extraordinario y salvaje. Con sus frentes sudorosas y pegadas, me parecía ver que mi madre con la mirada le decía al muchacho que se la cogiera como nunca mi padre lo hizo y este obedecía por satisfacer a su madura hembra.

- Que tal revolcón te están dando amiga.- dijo bromando la madre de Fernando.

- Ni te imaginas, ayyyyyyy, es mejor que las veces pasadas, ayyyyyyy.- susurró mi madre agonizando de placer. ¡Ayyyy… yaaaaaa!

Mi mamá había estallado en su orgasmo salvaje apretando con sus contracciones vaginales el miembro enorme y de improviso el chico soltó las piernas de su compañera y terminó por sentarse en el abdomen de ella y con su mano jalaba frenético su deforme y aventajada verga, y donde el glande era atrapado por la boca de mi mamá hasta explotar en una profusa eyaculación, llenando su garganta de leche; múltiples chorros fueron a parar en su mejilla y barbilla.

- La foto, señora, la foto.- dijo ahogado aún por la labor realizada.

- No te preocupes mi niño, que ya tengo las tomas.- respondió terminando de fungir como fotógrafa.

El muchacho dejó su miembro a disposición de mi madre, que terminó de limpiar todo rastro de semen de aquel trozo de carne. Luego cayó rendido en la cama pero con la satisfacción marcada en su rostro. Las dos señoras se quedaron viéndolo con curiosidad.

- Oye Olga, ¿crees que aún pueda más?- preguntó curiosa la señora Julia.

- Uhmmm, pues la verdad que no sé… capaz que sí.- respondió mi mamá. ¿Por qué?

- Pues, me gustaría comprobar cuanta es su resistencia.- contestó.

- ¿Y cómo vamos a hacer para averiguarlo?- inquirió mi madre.

- Ya pensaremos en algo amiga, pero me muero de la curiosidad.- dijo mirando el cuerpo desnudo, delgado pero musculoso del negro. ¿Tú no?

- Claro que sí pero la cosa es la manera de estar con él por más tiempo que el habitual.- contestó a la pregunta.

- Algo se nos ocurrirá.- dijo la madre de Fernando en actitud reflexiva.

Esa conversación me despejaba muchas dudas, era más que obvio que a pesar de los años y la modorra de amas de casa, no había mermado en absoluto el apetito sexual que tan solo descansaba en si interior, latente por surgir ante el menor chispazo, que en este caso se trataba del chico vendedor de galletas y su aventajada anatomía.

La señora Julia se acercó más al cuerpo del muchacho y fue pasando una mano por toda su espalda, nalgas y piernas y luego fue acompañada por mi mamá que le daban un reconfortante masaje a su joven semental de ébano.

Pasado un rato el chico fue reaccionando con las caricias de sus amantes tan fresco y jovial como si recién se hubiera despertado de una noche tórrida. Y listo para seguir cumpliendo con la etiqueta puesta por ellas.

La madre de mi amigo se echó y él, a su vez, se echó encima de ella, acariciándose y besándose, mientras el hijo de puta movía sus caderas, lo que hizo que su órgano, al estar en contacto con le vientre de su madura amante, empezara a erectarse hasta el punto que la señora Julia sonrió por el tremendo bulto que crecía.

El chico se acomodó poniendo las piernas blancas y formadas de la señora a sus costados, y fue fungiendo otra vez como pintor en las partes íntimas de ella. Alargando una mano, fue pajeando con mucho vigor a su joven amante mientras este estiró la pierna izquierda de la mujer y besó apasionadamente la pantorrilla y luego el pie, procediendo a chupar los deditos blancos. Ella sintió cosquillas pero más pudo la extraña sensación que recorría su cuerpo, y aumentó la velocidad de su mano.

Viendo que era el momento oportuno, dirigió el pene hasta dejar el inflamado glande en su entrada soñada. Sosteniendo su rígido miembro, el muchacho fue introduciéndose, con arrebato y firmeza, en la concha de la diosa rubia; y que recibía a su macho, hambrienta de sexo húmedo y caliente que su esposo ya no le podía ofrecer.

- Uhmmm, que grande, uhmmm, que rica la tienes.- gimió la señora Julia.

- Y usted tiene una vagina tan deliciosa… sublime.- dijo el chico sin detener el avance de sus caderas.

Las ráfagas del flash se sucedían conforme el colosal pene terminaba de tocar en lo más hondo del cuerpo de la mujer. Una vez más, el encaje de sus sexos era total, absoluto. Candente. Vellos rubios y negros se enredaban en una mezcla bizarra pero excitante.

- Estás tan dentro de mí.- susurró la madre de mi amigo, poniendo cara de gata mimosa.

- Ya lo creo porque siento sus latidos.- dijo como asombrado.

- ¿Es en serio?- preguntó curiosa.

- Sí, no le miento señora.- respondió el chico. Es alucinante.

De a pocos iniciaron sus movimientos con el chico sosteniendo las piernas de ella por los tobillos para luego ponerlos en sus hombros y echarse enteramente encima. Su cadera fue ganando en velocidad y furia, consiguiendo que de la garganta de la señora escaparan los gemidos y gritos más eróticos que se pudieran oír.

- ¿Lista señora Olga?- preguntó el muchacho.

Para retirar su verga hasta casi salirse, cosa que aprovechó mi madre en fotografiarlos y luego embestir furibundo, enfundando su pene en el conducto vaginal de su hembra, que se lo oprimía firmemente.

Con todo el tiempo del mundo a su favor, continuaron inagotables apareándose con deseo afiebrado haciendo vibrar la ventana del cuarto.

Bella y cristalina, la señora Julia sonreía abrazada sintiendo el vigor del pene caliente y duro como el acero que penetraba en sus entrañas. Era una imagen hermosa en verdad, y sí, yo estaba celoso de ese muchacho que disfrutaba extasiado de poseer a esa sílfide.

Ambos cuerpos se bamboleaban como si fueran uno solo, prodigándose placer extremo y bestial, entrando y saliendo empleando toda su fuerza en satisfacer a la madre de mi amigo, que aumentó el volumen de sus gemidos hasta explotar en un orgasmo deslumbrante y muy violento, que de seguro el muchacho sintió al sentir las espasmos de la concha de la señora.

A pesar de eso la amiga de mi madre aumentó sus epilépticas sinuosidades y los bufidos de buey del negro pronto indicaron el inminente final, que no demoró más de lo esperado. Tal como hiciera con mi mamá, liberó las piernas de su alegre compañera de sus hombros y se sentó ofreciendo su fierro cual extraña golosina a los labios de ella. Unas jaladas después provocaron la evacuación de sus huevos, cayendo un buen chorro a la boca y nariz de la madre de Fernando y otros chorros que fueron a caer en su frente y cabello. Asombrosamente, el chico tenía una buena producción de esperma.

- Ufffff, señora, tómese todo.- gruñó tratando de recuperar el aliento.

Y todo esto mientras la señora tenía atrapado el glande en su boca y exprimiendo con sus manos el tronco de ébano hasta extraer la última gota de leche.

Mi mamá tomó unas fotos más y luego dejó la cámara sobre la cómoda y se acostó al lado de su amiga. Luego el chico cayó boca abajo en medio de ellas riendo.

Yo tenía suficiente con esto y decidí retirarme a caminar sumido en mis pensamientos.

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