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XX Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo.

Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo. XX

Esa mañana, a las seis y cuarto, escuché que Macarena se despertó. El ruido del agua empezó a caer. Miré el celular y había todavía más mensajes de Paula. Traté de seguir durmiendo pero me era imposible. Me levanté y tenía la puerta abierta. La cortina apenas corrida y cada tanto podía ver el costado de su cuerpo perfecto. Esas tetas duras con los pezones parados. Comencé a buscar para desayunar y sólo había mate, café, té. Alguna galleta de arroz perdida en el fondo. Me preparé unos mates y me digne a preparar la camisa por demás arrugada. Para mi suerte, Maca tenía todo acomodado en un sector así que hasta que ella saliera decidí planchar mi camisa. La colgué y observé que tenía colgada ropa en el tender. La acomodé y me dispuse a planchar las camisas de su trabajo. 

- Buen día...- Escuché que decía desde el baño. -
- Hola, gordita. Buen día.-

 Escuché sus pasos acelerados. 

-¿¡Qué haces!? ¿Ya empezamos desde temprano?- Dijo con enfado, agarrando su camisa y mirándola. - ¿Que es esto?-
- Una camisa...-
- ¿¡Sos así de boludo siempre?!- 
- No, perdón. - Me reí por su actitud. - Planché mi camisa y vi que estaba lo tuyo ahí y lo planché. -

 Se desplomó en la silla, con el toallón todavía en la cabeza y mirando la camisa. 

- La planchaste re bien.- Sonreía buscando algún error. 
- Es una camisa. ah... y te doblé la ropa.-
- Te estás pasando, Juan. - Se levantó y agarró su ropa. - Gracias...- Dijo, por lo bajo, mientras veía como ese culo se iba todo apretado en una calza. - ¡Prepará el mate!- 
- ¡Ya lo hice!-
- ¡¿Así vas a ser siempre?!-

 Me quedé helado, ¿cómo, siempre? Yo respondí con una risa. Acomodé todo y me cambié. Ella aún no volvía. Me acerqué con el termo y el mate. 

- ¿Puedo hasta acá?- Bromeé.
- Hasta la puerta. - Me marcó con el dedo y lo decía en serio.
- Toma. - estiré mi mano, con el mate esperando que lo agarre. Ella me dió la espalda, se sacó la remera y quedó en tetas. Yo la miraba embobado.
- Se te va a acalambrar la mano, toma vos. - Sonrió, buscando un corpiño.
- Se me acalambra la mandíbula de lo hermosa que estás. -
- Sos un tarado.- Sonrió, dulce, hermosa. 
- Hablando de todo un poco, ¿Me prestas el mate? Me olvidé el mío.-
- Juan... Juancito. Haces una bien, una mal.-
- Prestamelo, tenés veinte ahí arriba.-
- Ese es mi favorito.- Me dijo, haciendo puchero.
- Y los otros diecinueve?-
- También...- Beboteó, riéndose. - Está bien pero devolvelo.-

 Se terminó de alistar, se maquilló, tomamos unos mates más y se dispuso a salir. 

- Vamos...-
- Yo entro a las nueve y...-
- ¡Juan! Sos refugiado de guerra, no sos mi pareja y no te vas a quedar como si lo fueras. - Exclamó, revoleando las llaves, nerviosa.

 No dije nada, me cambié rápido. Me obligó a colocarme una gorra y esperarla a dos cuadras, en una calle poco transitada. Sentí que como refugiado, mi vida corría peligro. Inclusive, estuve con la cabeza agacha hasta llegar al estacionamiento. 

- Bueno, baja. Dale. - Me dijo y le hice caso. - Chau.- Exclamó casi al pasar.
- Para.- La tomé del brazo y la besé.
- ¡Ay!- Se sorprendió. 
- Gracias.-

 Tomé un poco su rostro y la volví a besar. Ella no dijo nada, sonrió y se fue caminando. Sentís mí corazón acelerado, mi respiración agitada. Sentía mil cosas. 
 Esa mañana fue como era costumbre, mucho trabajo. Entrado el mediodía, decidí escribirle a Maca.

YO: ¿Almuerzo para pagar la deuda de la estadía?
MACA: Nos vimos desde ayer, no nos pasemos, ¡Ja! Estoy pasada de trabajo, cómo acá.

 Me sacó una sonrisa, una más. Una que cada vez que Paula me escribía, me la borraba. Me dijo que no paraba de llorar, que me necesitaba, que estaba cursando angustiada, que no podía ni trabajar y bla, bla, bla, bla. 
 Aproveché el break del mediodía y me fui a mi departamento a buscar algo más de ropa. Sabía que Paula no estaría. Coloqué la llave y les juro que un frío me recorrió la espalda <<¿Y si está Lucio? ¿O cualquier otro flaco en bolas?>> pensé e hice ruido con las llaves. Abrí y todo estaba en silencio. La casa estaba igual. Fui a la habitación y recogí unas camisas más. Pasé por el baño y vi la colaless que había usado con Lucio. Me acerqué, la agarré. Pensé en dejarla de recuerdo, iba a olerla pero algo me dió rechazo. Ya con verla me había parado la pija. La dejé en su lugar y salí. 
 Por la tarde, decidí atender la llamada de Paula. Le dije que necesitaba pensar. No le di más detalles. 
 Llegó mí salida del horario y regresé a la casa de Macarena. Bajé del colectivo, caminé y vi su auto en el gimnasio. faltaban veinte minutos para las 20. Hice algunas compras lo más saludables posible y volví a esperarla en el auto. Salieron varias chicas y venía riéndose con un hombre bastante fornido. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, uno más en ese día. Ella me vió y se le transformó la cara. Se acercó rápido.

- Ho...-
- ¡¿Qué haces acá, Juan?!- Me increpó, susurrandome.
- Adiós, mi bella...- Le dijo el hombre, que pasó delante mío.
- Chau, Joffrey, ¡Buena clase!- Contestó ella, buscando nerviosa las llaves del auto.
- ¿Y este?-
- ¿Y este...?
- Si... ¿Y est...?- 
- ¿Y este celo de dónde salió?- Me Interrumpió, cuestionando mi pregunta. 

 No dije nada. Tenía razón, estaba celoso. Ella se subió al auto y me hizo gestos para que haga lo mismo. Comenzó a manejar.

- ¿Qué haces acá? ¿Me podes explicar?-
- Maca, a ver... dejé mi bolso en tu casa, compré comida y te vine a buscar...-
- ¡Juan! Por favor, ¡Juan! No sé si sentirme invadida o no sé... todo esto, hay algo que no me gusta. -
- Pero gordita, estás haciendo un problema innecesario. - Traté de bajar la tensión.
- ¡El problema es que sos la pareja de mi mejor amiga o mí ex mejor amiga o mí amiga o lo que garcha sea! - Contestó alterada.
- Bueno, boluda. No sé, me estás haciendo el aguante, ¿ Qué problema hay que ayudes a un amigo?-
- ¡Que no sos mi amigo! ¡No estamos funcionando como amigos!- Hacía gestos con sus dedos, mientras llegábamos.

 No respondí porque tenía razón y lo que menos quería es que ella me tratase como un amigo. 
 Subimos al departamento, dejé las cosas y ella se fue a bañar. 

- Cerra, la puerta. - Le dije, mientras acomodaba todo.
- ¡Es mi casa!-
- ¡Y yo soy un pajero!- Aclaré rápidamente. 

 Escuché que la puerta de cerró y aunque piensen que fui un boludo por no ir y meterme en la ducha, sentía que cuando ella me había planteado de sentirse invadida tenía razón. No dejábamos de ser dos personas con sentimientos y ella estaba tan confundida como yo. Además, para ser honestos yo no podía ir a cualquier lado, ¿Qué explicación daría? Uno debe dar miles de explicaciones y en el fondo, si bien a Maca también debía darle una, ella podría pensar que sólo estoy confundido por nuestro vínculo o quizás, ella al estar confundida y... ¡Bueno, si! Podría haber ido a otro lado pero yo quería estar ahí.
 A todo esto, ella salió a la hora y se metió rápidamente a su cuarto. Comencé a preparar unos bifes de pechuga de pollo con unas verduras a la sartén, estilo chino porque había salsa de soja en la heladera, sino hubiese sido estilo mío. 

- Que rico olor...- Escuché que venía.
- ¡Al fin!- Sonreí, tirando las verduras que faltaban.
- Necesitaba relajarme. -
- Lo sé, por eso no me metí a la ducha.-
- No te pases de vivo. - Se rió y golpeó mi espalda. 

 Me di vuelta para reírme y estaba con otro pijama, del mismo estilo, igual de ajustado pero otro color. Arriba, otra musculosa, idéntica pero otro dibujo. Saqué una botella llena de agua y me serví.

- ¡Mirá el señor, eh! Cómo en tu casa, eh...- Comentó a modo de broma, pidiéndome que le sirva.
- Mejor no digo nada, porque ayer a la noche no te quedaste.- Ambos nos reimos.

 estuvo la cena donde no pasó nada interesante, sólo que destacó lo sano que había cocinado y que estaba muy rico. Hablamos del día y no mucho más. 

- ¿Otro capítulo?- Le dije, mientras acomodaba el sillón cama.
- Primero el final porque ayer me lo perdí por algún motivo.- 

 Acomodé, puse la serie y la esperé mientras ella lavaba. Me la quedé observando, sentía su perfume, sentía como tarareaba una canción. Sentía y me acerqué. Me coloqué detrás de ella, la abracé y apoyé mí cabeza en su hombro.

- Juan, ¿Qué haces?-
- Estás hermosa, déjame un poco.- 

 Me quedé allí, comencé igual que la noche anterior. Tocaba su vientre, mientras ella seguía con sus manos en el agua caliente. Subí mi mano y ella no dijo nada. Frenó el lavado y la besé en el cuello. Cerró sus ojos y su respiración se agitaba. La giré y puse mis manos en su cintura, comencé a besarla suavemente. nuestros labios se mezclaban con lentitud, con amor. Frotaba detenidamente su espalda, mis dedos rozaban la suavidad de su piel. La apreté y la traje aún más a mi cuerpo. Los besos empezaron a aumentar, mis manos empezaron a tocar con fuerza las tetas de Maca. Comenzó a gemir y mi pija ya estaba al palo. La lleve y la subí a la mesa. Comencé a besar su cuello y rápidamente mi lengua encontró sus pezones y mis manos acompañaban sincronizadas junto a sus gemidos. Estuve un instante, hasta que volví a sus labios y ella mordía mi labio inferior. 

- Necesito hacerte el amor...- Le Susurré entre gemidos. Ella afirmó con su cabeza. 

Saqué rápidamente su pantalón y tenía un hilo blanco bien chico, hermoso. Me la quedé mirando, en tanto sacaba mi pantalón. 

- No.- La frené cuando intentó sacarse el hilo. 
-¿Te gusta?-
- Me calienta muchísimo cómo te queda.- Le dije, mientras corría y apoyé mi pija en la entrada de su concha.

 Continúe besándola. No me movía. sus piernas rodeaban mi espalda.

- Metela...- Respiraba agitada. Me negué.

Despacio se la metía un poco y volvía a casi sacarla. Ella se retorcía de placer. Se mordía el labio y yo disfrutaba tocando su cuerpo. Su concha, húmeda, depilada, perfecta. Estuve unos instantes hasta que no aguanté y entre un gemido profundo, de ella y mío, la metí hasta hacer tope. 

- ¡Aaaah! Que hermoso...- dijo, agarrándome el pelo y tirándome hacía atrás.
- Sos hermosa, me encantas. - La besé, entre risas de ambos, cuando mis manos agarraban el hilo y se lo tiraba hacia arriba, entangandola, excitándome todavía más. 

 Empezamos a subir la velocidad de la cogida. Se movía rápidamente y yo respiraba cada vez más fuerte. La miraba y me excitaba tanto. Hice tope y me quedé ahí.

- Para...- 
- ¿Qué pasa?- Me dijo, acomodándose el pelo.
- Si sigo así, acabo. - Confesé.

 Ella no dijo nada y se movía suavemente. Yo comencé a pensar en cualquier cosa, pero la realidad es que hacía tiempo no me sucedía. 
 La saqué, bajé y le quité el hilo. Comencé a comerle la concha. Estaba empapada. Se contraía y retorcía durante varios minutos. 
 Bajó de la mesa y apoyó sus tetas en la mesa. Dejó a mi disposición ese culo duro y perfecto. Abrió sus torneadas piernas. Dejó ante mí su rosado y perfectamente arrugado culo. Dejó ante mí, sus labios húmedos. Dejó ante mí, mi perdición. Me derrumbe en su culo.

- ah, así... así... ah... seguí.- Sentí su mano, intentando agarrar mi pelo, haciendo fuerza para comerle todavía más su culo. - ahg... un dedo...- Exclamó, con suavidad, como si quisiera pero con miedo. 

 Escupí un poco, chupe mi dedo. Contorsioné como pude y entre mí2lengus jugaba con su clítoris, mi dedo empezó a jugar en su culo. Lo cogía con suavidad, dulce, tierno. Escupí un segundo dedo y lentamente lo metí. Mi cuello estaba duro y mis piernas tiesas. No sé cuánto pasó pero me incorporé atrás de ella. Lentamente se la metí en la concha, sus labios llenos de mi saliva y jugos, comieron mi pija. La cogí con lentitud, con fuerza, firme. Con una mano tiraba su cabello hacía atrás.

- Ahg... agarrame, ahg... agarrame así. - Gemia, con los ojos cerrados, agarrándose de dónde podía y viendo cómo sus tetas golpeaban en cada embestida.
- Chupamela.- Le ordené, agitado, saliendo dentro de ella. 

 Maca obedeció, me miraba como si estuviese por acabar.

- Escupila.- 

 Ella lo hizo. La levanté y la volví a colocar.

- ¿Qué vas a hacer?- Me preguntó, creo que sabiendo pero con miedo. 

 Apoyé con firmeza mi pija en su culo.

- ¡Ay! pará que hace mucho- colocó su mano en mi panza para frenarme. 

 Retrocedí y volví a comerle el culo.

- Pará....- Me alejó y me tiró hacia atrás. 

 Maca salió corriendo al baño y volvió. Volvió a su posición y me alcanzó un gel.

- Poneme y hacelo con amor...-

 Le hice caso. Mi sonrisa era de par en par. Apoyé mi cabeza y hacía suavemente presión, en tanto tiraba gel. 

- ah... ay... ah....- Se quejaba. 
-Tocate...- 
- ay... si... ah... me duele un poquito.-

Frené y me miró de reojo.

- Pero seguí, tonto...- se rió y volví a hacer presión.

 Me mordía los labios de la calentura. La agarré de la cintura y empecé a subir la velocidad.

- ¿Estás bien?- La tomé del pelo.
- ahg... seguí, me está gustando... ahg... pero haceme el amor...- 

  Mi mano recorrió su rostro. Ella buscó mi dedo y se lo metió en la boca. No pude evitar. La empecé a coger con más fuerza, ella respiraba agitada, se tocaba con velocidad. 

- ¡Ah, ah, ah! ¡Ay, ay! ¡Gordo, aaah! !Acabo, acabo!- Gritó Maca y me caí sobre ella temblando deslechandome, agitados.

 Salí dentro de ella y se fue al baño tapándose. Cuando pasó al cuarto, entre yo. Volví al comedor y me acosté. Ella me escuchó y vino. 

 - Vení...- Le abrí el brazo con una sonrisa. Ella se acomodó en mi pecho.
- Me cogiste la cola.-
- ¿Todo vas a tener perfecto?-

 Sentí que se rió.

- ¿Vemos un capítulo? - Me miró y la besé profundamente.
- ¿Dormís conmigo? - Pregunté y ella afirmó.

 No duré mucho y me quedé dormido. A la mañana siguientes cerca de las siete y cuarto la escuché levantarse. Cuando miré, estaba preparando el desayuno.

- Buen día...- Dije, refregandome los ojos. 
- Buen día, gordito...- me contestó con una sonrisa. 

 Me levanté, la besé y comenzamos a tomar mates. Miré mi celular y Paula me estaba llamando. Maca creo que se dió cuenta. Sonó el timbre. Ella se paró.

MACA- hola...-
PAULA: ¡Ay, amiga! perdón la hora, estoy desesperada!

 La cara de ella se desfiguró. Mi rostro también. Ella me hacía gestos. <<¿Y si le cuenta? ¿Y si le dice que se nos fue al carajo la relación porque quise que otro le cogiera el culo?>> Pensé y por primera vez caí en la cuenta que Paula podría arruinar todo esto que me pasaba y entre los nervios, el pánico, me daba cuenta que ese algo me importaba y Maca me hacía gestos y no sabía que decir. 

MACA: Amiga... ¿Qué pasó? Recién me despierto.
PAULA: ¡Ay! ami, Juan se fue de casa, abrime por fis...

 No me quedó otra opción. Agarré mi celular y la llamé.

YO: hola... estoy yendo a casa, ¿Podemos hablar?

 Ella me respondió que sí y corté. Maca volvió a hablarle y Pauli le pidió disculpas por despertarla y que después le contaría pero que yo estaba yendo para casa. Me desplomé en la silla.

- Juan... esto no puede seguir así. Tengo el corazón en la boca. - Me dijo Maca, sería, cruzada de brazos.

Froté sus brazos, compungido.

- ¿ Hablamos a la noche?- Le dije. 

 Me cambié, agarré mi bolso y me fui para el departamento. 

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