Su mejor amiga. No sé el porqué pero sí el cómo. XVIII
Era martes, la noche anterior habíamos cogido como las últimas veces antes de estos encuentros. La calentura ya había bajado. Nos despertamos cerca de las siete de la mañana. Desayunamos en silencio, cómo es propio de la rutinaria.
- ¿Y entonces?- Empecé la charla.
- Entonces, ¿qué?-
- ¿Qué vas a hacer?- Le dije, mientras ponía enfoque a una galletita repleta de dulce.
- Nada, amor. Siento como que la excitación me domina y no me gustan estos impulsos. - Me dijo, sentada con una pierna sobre la silla y con el pijama todavía puesto.
- Si. Yo creo que a ambos nos pasó lo mismo. Por ahí es momento de parar.- Dije y comí. Pauli hizo lo mismo, afirmando.
Luego de unos minutos y varios mates de por medio, se aferró a su pierna como tratando de contenerse y suspiró profundo.
- ¿Sabés lo peor?- Me dijo, con rabia.
- Decime.-
- Desde que me empecé a liberar sólo pienso en coger y está puta situación no sé, me calienta. - Se agarraba la pierna, después la cabeza, nerviosa.
- Y pero pongamos un freno. Ya está. - Tomé la mano de ella.
En ese momento sonreí, aceptando que era parte del pasado, aceptando que la contraparte, es decir el viejo, ya se iría en uno o dos días. Y por sobre todo, asumiendo que Maca me había "dejado".
- ¿Entendés que me vestía más puta para un viejo? Me dejé coger el culo por él, Juan. Me llenó el culo de leche, mal. -
- Bueno, ya está...-
- ¡No, Juan!- Levantó la voz, casi al instante que dije eso. - Mirá.- Agarró mi mano bruscamente, la la metió por abajo de su pijama y su colaless.- Estoy empapada, Juan. Me calienta sobre manera. Yo sé que tenemos que parar pero no sé porqué tengo ganas de ir a la verdulería, ir a su departamento y que me rompa el culo y...- yo ya estaba perdido, caliente y perdido. -... volver a casa contarte o que lo veas y después decirte cómo me sentí ¡Y me recontra garches! porque a vos te pone a mil, y dormir abrazados y al otro día, sentir que me voy a casar como todo una señora.-
- ¿Esto es por el casamiento?- Traté de indagar, aunque estaba perdido.
- No, Juan. O si, estoy confundida. Lo que sé es que me calienta el viejo. Los dedos gruesos, que sea medio cojo, que no sea atractivo pero no insulso. Me calienta ser una puta y que vos me domines y después él lo haga y...-
- Bueno, para...- La interrumpí, - ... ya está. Frenemos esto. Volvamos a como éramos hace un tiempo atrás y listo.-
- ¿Cómo éramos? ¿Yo una aburrida que no mostraba todo lo que quería coger y provocar y vos un insatisfecho con una mina que no te convencía sexualmente? Porque no me niegues que la de ahora te gusta más que la de antes. - Me recalcaba con el dedo, juzgándome, culpándome y afirmé. - Y encima, de ser posible, ¿cómo olvidamos esto? Ya lo hicimos, ya parece parte nuestra.-
- No tiene que ser así.-
- Pero lo es. - Se tomó la cabeza, mientras me negaba un mate. - ¿A vos te gusta esto?-
- Estoy en la misma. Confundido. Si te lo niego te miento pero si te lo afirmo es mentirme a mí.-
Esto último era tan real. Sentía esa angustia constante en el pecho, era como esa paja culposa que te carcome la cabeza porque sabías que no tenías que hacertela pero era más fuerte que vos. Bueno, esto era lo mismo pero con tu mujer, siendo cogida por otro.
- ¿Sabes el problema? Que tengo miedo de que esto sea hoy con Lucio y después con otro y otro y otro y terminar siendo un re cornudo que a la mujer se la cogen todos. -
- No sé, amor. No sé cómo se cierra esta puerta.-
Esa puerta que parecía abierta y yo ni enterado que la había. Pero evidentemente la llave no la tenía en mi poder.
- Podría haberme ido a coger a cualquiera. Qué se yo. Elegí el viejo.-
- Lo que me contaste ayer, ¿Era verdad?-
- Si, Juan. -
- okey...- Respondí, un poco molesto porque en parte sabía que había más. Pero, ¿Quién era yo para juzgarla?
Paula se fue a cambiar, yo mientras tanto avisé a la oficina que me envíen médico a casa. Sabía que no llegaría hasta dentro de tres horas y honestamente, bien no estaba. Cuando ella volvió estaba con una calza muy ajustada que marcaba su finas piernas y su culo redondo y una camperita liviana, deportiva.
- ¿Vas a ir a comprar?-
- ¿Vos ya te vas?-
- No... di parte de enfermo. -
- ¿Por?-
- Pauli, sé honesta. Si yo me voy, ¿vas a ir a cogertelo?-
- No.-
- Juralo.-
- Te lo juro. - Hizo la cruz con los dedos y besándola.- Pero te quedaste porque vos querés eso. -
Salimos a comprar a eso de las nueve de la mañana. Parecía aproposito pero Lucio estaba en la puerta de la verdulería como un soldado, esperando ¿Desde hace cuanto estaría allí? ¿Y cuánto tiempo se quedaría si nosotros no hubiésemos ido? La verdad es que podría estar todo el día, siendo jubilado no tenía nada más que hacer.
- Hola. - Saludé con una sonrisa al viejo.
- ¿Cómo anda?- Me respondió y me mostraba que ya había comprado.
Pauli lo saludó con un gesto y una leve sonrisa. Don Lucio ingresó. Cuando atiné a entrar, él salió. Ella Estaba nerviosa. Entró, salió y negaba con la cabeza.
- Vamos, no tienen nada hoy. - Me dijo y caminó unos pasos hacia nuestro departamento. Lucio seguía afuera, hablando con el verdulero.
- ¿Qué pasó?- Le pregunté, buscando la mirada desorbitada de ella.
- Boludo, ¿No lo viste?-
- ¿Que hizo?-
- Entró y me metió el dedo en medio del culo. Decí que el verdulero no nos vió. -
- Vamonos. - Empecé a caminar para casa porque sino tenía que cagarlo a trompadas.
- Para.- Me agarró del brazo. - Dejame que hable con él. Ahora quiero saber si le dijo a alguien más. Mirá si quedo como una puta.-
- Ay, Paula. Es algo que dice un viejo, ¿Quien se lo va a creer?-
No sé si yo era muy débil o ella muy convincente pero una vez más estaba llevando las bolsas del viejo. Subimos, pasó Lucio y Paula me paró en la entrada.
- Quiere que hablemos a solas. -
- Paula, no soy boludo. Lo hablamos hace un rato. Ya sabemos cómo va a terminar esto.-
- Hace una cosa, quedate del lado de adentro y hablo con él. Vengo, te cuento y decidimos.-
Acepté de mal gusto. Me quedé allí, ellos pasaron al comedor. Traté de acercarme pero iba a hacer ruido. << ¿Cuánto tiempo le das para escuchar el primer gemido?>> Pensé y ya estaba caliente. Pasaron 3 o 4 minutos, volvió y su cara ya era otra.
- Me dijo que no lo habló con nadie.-
- Bueno, vamonos.-
- ¿Podes espiar?-
- ¡¿Qué?!-
-Juan...- Me agarró del cuello y se acercó a mi cuello.- Me hizo comerme la pija blanda y le dije que si vos no estabas cerca, no iba a hacer nada.-
La agarré de la nuca y la hice arrodillarse. Bajé el cierre y el pantalón. Me la chupó e hice que se ahogue. La levanté de un salto.
- Que acabe y esto se termina acá. Se termina esto o lo nuestro.- Le Susurré.
Pauli se puso pálida.
- Nos vamos a casa.- Me dijo, casi angustiada.
- Si no lo haces el viejo va a hablar. Hacelo y se termina. Me quedo en el pasillo mirando.-
Ella se fue hacía el living. Me acerqué despacio, agarrando mi pantalón y con la pija dura afuera. Asomé la cabeza y el viejo estaba en el sillón de costado y Pauli arrodillada chupándosela. Pasaba su lengua por el tronco hasta casi los huevos y volvía y se la comía. El viejo le agarraba la cabeza, desesperado.
- Sos tan puta. Ninguna me la puso tan dura como vos.-
- ¿Si?- Le incentivaba entre chupada.
- ¿Extrañaste comerte mi pija ayer?-
El hijo de puta sabía que estaba allí. Ella no respondía.
- Te calienta chupar pija a escondida, ¿no?-
- agh...Si...- Respondió ella, entre arcadas.
- ¿ Le contaste a tu marido como antes de ayer antes de irte, me suplicaste chuparme la pija?-
Paula empezó a chuparsela más rápido. Me indigne, me confundí, me calenté o... me perturbe pero eso no era lo que ella me había dicho.
El viejo la levantó, la dió vuelta y le bajó la calza.
- Te pusiste la que te pedí...- Sonrió el viejo al ver un hilo dental bien pequeño, de doble tiras.
<<¿cómo? ¿Qué es esto?>> Pensé y traté de recordar en los encuentros que habíamos tenido y nunca lo había llevado.
El viejo abrió el culo de Pauli y empezó a comerselo. Ella me miraba y se amasaba las tetas, se mordía los labios, gemía. Yo me pajeaba lentamente.
- ahg... ahg...- Me miraba y agarraba la cabeza del viejo.- Toqueme el clítoris, Don Lucio, toquemelo...- Le suplicaba, entre gemidos.
- Que puta sos...- Se alejó y le pegó un cachetazo en el culo.
Volvió a comerselo y a los dos minutos le hizo gestos hacia el pasillo, hacia mí. Ella se acercó, en colaless, desfigurada.
- Escuchame, amor.... eh... me va a coger sin preservativo. Ya está. Ya... ya está, ¿si?- No me preguntó, me avisó.
Volvió a dónde estaba. El viejo se colocó gel en la pija y Pauli se puso gel en el culo. Se sentó lentamente.
- Cumpliste, puta...- Espetó, entre agitación.
Pauli se tiró hacia atrás, sobre la panza de Lucio y se movía rápido. Gemian como nunca, cómo si yo no hubiese estado. Pauli le agarraba la cabeza y el viejo la tomaba de las caderas para que se mueva más rápido.
- ¿Le dijiste a tu marido lo que te gusta mi pija?-
- ahg... ahg... ahg...-
- ¿Le dijiste o no? -
- ahg... no... ahg...- empezó a saltar en la pija, del viejo. Lucio se tiró hacia atrás, ya no podía hablar totalmente excitado.
Yo me pajeaba con más fuerza. Pauli se paró y se puso en el sillón, en cuatro. El viejo se puso atrás y se la empezó a coger a su ritmo. Le pegaba cada tanto un cachetazo en el culo. La agarró del pelo y eso a Pauli la prendía fuego. Empezó a gemir más fuerte, gritaba.
- ¿Sabe tu marido que esta bombachita te la pusiste mas de una vez para venir a dejar verduras?- Le dijo y Pauli bajó el ritmo. - ¿Sabe que te metías los dedos en el culo adelante mío, cuando dejabas las cosas?-
Ella casi frenó. Yo dejé de pajearme. El la tiró más hacia atrás.
- ¡¿Lo sabe, puta?!- Le giró la cabeza para que ella me vea. Ella negó con la cabeza. - ¿Hacías eso?- Le volvió a increpar.
Me pidió perdón, en silencio, sólo con los labios.
- ¿Sabe lo puta que sos?-
- no...agh... no...-
El viejo empezó a sacarle la pija casi entera y se la volvía a meter.
- ¿Así te metías los dedos en el culo cuando venías?-
Ella empezó a gemir como loca.
- ¿Así era?-
- ahg, ¡si! ¡ah, ah, ah! más fuerte, ¡más fuerte!-
- Tira el culo, puta, ¡tiralo hacia atrás!-
Pauli empezó a empujar, gemia y lo miraba. El viejo empezó a agitarse. En menos de un minuto, el viejo salió. Se sentó al lado de Pauli.
- ¿Está bien?-
- Traeme agua, por favor....- Le dijo a ella, agitado.
Paula corrió por el pasillo, le dio el agua y se acercó a mí, mientras el viejo se relajaba.
- Paula, ¿Qué carajo es todo esto?- La increpé, confundido.
- Juan, por favor. No sé, me dejé llevar.-
- Decime ya, que más hiciste.-
- Ya está, Juan. Se va el viejo y nos olvidamos de todo esto.-
- ¿Hay mas?- Le dije
- Nena...- Llamó Lucio y ella se fue.
Debería haberme ido en ese momento, pero me quedé.
- Pajeame un poco, cómo te gusta a vos. - Le dijo, sentado y ella como una puta arrodillada. - Así, así... - La miraba como lo pajeaba y ella le sonreía. -... vení, sentate arriba y míralo...- Le indicó perverso, como todo este putísimo juego.
Ella volvió a saltar sobre su pija.
- ¿Me voy a coger siempre este culo? ahg...ahg...ah...¿Cada vez que venga? - La empezaba a coger más fuerte.
- ahg... ahg... -
- Dale, puta... Miralo a él y decí lo que me dijiste. Decile todo. Repetilo.-
- Si...ah, acaba Lucio.- No lo tuteó.
- Decilo...-
- ¡ahh! ¡ah! ¡Si! ah... ¡me vas a coger el culo cuando quieras porque me encanta tu pija!-
Empezó a saltar con más fuerza.
- ¡Pedime la leche como el otro día!-
- Lléneme el culo, señor. Quiero su leche, ¿Me la da?-
- ¿Toda en el culo?-
Pauli me miró, compungida.
- ah... y después en la boquita...-
Paula saltó dos veces más, comenzó a tocarse el clítoris y el viejo empezó a explotar.
- ¡Qué puta que sos!-
- ah, más, bombeame un poco más que acabo.-
Ella salió al baño, la seguí.
- Nos vamos. -
- Se la chupo y nos vamos.-
- ¿Vos sos pelotuda o una simple puta?-
- ¡Juan! Me dijo que si no hago lo que quiero le cuenta a todo el mundo. - Me miró, con los ojos un poco llorosos.
- Lo mato. -
- ¡Para!- Me frenó. - Lo hago y nos vamos.-
- ¿Todo era verdad?-
- Ya está Juan.-
Lucio se acercó. Nosotros salimos al pasillo. Se escuchaba correr el agua y se la limpiaba. Volvió al sillón. Ella se arrodilló y se la volvió a comer.
- Vení, que te la chupe a vos también.- Me dijo y me acerqué. - Yo no sabía que ella era así y te pido disculpas pero no me pude negar. Mirá esa carita. - Le tocó el rostro y ella sonrió, mientras alternaba mi pija y la suya.
estuvo un rato y acabé.
- Duró poquito, ja.- Me humilló y ella sonrió, comiéndose toda la pija del viejo.
Me paré, me acomodé la ropa, pasé el pasillo. Abrí la puerta, no me moví y la cerré.
- ¿Otra vez te abandonó?-
- Si, don Lucio...- Se escuchaba la voz de puta.
- Mañana antes de irme, venís sola y me chupas bien la pija, ¿escuchaste, puta?-
- Si, don Lucio...-
- ¿Y te cojo bien el culo y la conchita?-
Escuché como ella se la escupía y se la chupaba con locura.
- ahí viene, ahí viene. - Se escuchó al viejo acabar entre gritos.
Paula se reía, llegó al pasillo con la leche en la boca. Me vió parado ahí, llorando. Abrí la puerta y salí. Creo que me habló o que gritó.
Llegué corriendo a casa. armé el bolso con dos o tres cosas. Escuché la puerta y su llanto. Se me acercó, la empujé. Siguió llorando y nos puteamos en el camino de la habitación a la puerta.
Di vueltas durante todo el día. Almorcé en un restaurante que me encantaba. Fui a la oficina a hablar con mi jefe e inventarle un problema familiar para evitar un nuevo conflicto. Se hicieron las ocho de la noche. Tomé el colectivo, bajé, hice cuatro cuadras. Toqué el timbre.
- ¿Hola?-
- Soy yo.-
-¿Juan? ¿Qué carajo haces acá?-
- Maca... creo que me separo.-
un instante después, sonó el portero y entré.
Era martes, la noche anterior habíamos cogido como las últimas veces antes de estos encuentros. La calentura ya había bajado. Nos despertamos cerca de las siete de la mañana. Desayunamos en silencio, cómo es propio de la rutinaria.
- ¿Y entonces?- Empecé la charla.
- Entonces, ¿qué?-
- ¿Qué vas a hacer?- Le dije, mientras ponía enfoque a una galletita repleta de dulce.
- Nada, amor. Siento como que la excitación me domina y no me gustan estos impulsos. - Me dijo, sentada con una pierna sobre la silla y con el pijama todavía puesto.
- Si. Yo creo que a ambos nos pasó lo mismo. Por ahí es momento de parar.- Dije y comí. Pauli hizo lo mismo, afirmando.
Luego de unos minutos y varios mates de por medio, se aferró a su pierna como tratando de contenerse y suspiró profundo.
- ¿Sabés lo peor?- Me dijo, con rabia.
- Decime.-
- Desde que me empecé a liberar sólo pienso en coger y está puta situación no sé, me calienta. - Se agarraba la pierna, después la cabeza, nerviosa.
- Y pero pongamos un freno. Ya está. - Tomé la mano de ella.
En ese momento sonreí, aceptando que era parte del pasado, aceptando que la contraparte, es decir el viejo, ya se iría en uno o dos días. Y por sobre todo, asumiendo que Maca me había "dejado".
- ¿Entendés que me vestía más puta para un viejo? Me dejé coger el culo por él, Juan. Me llenó el culo de leche, mal. -
- Bueno, ya está...-
- ¡No, Juan!- Levantó la voz, casi al instante que dije eso. - Mirá.- Agarró mi mano bruscamente, la la metió por abajo de su pijama y su colaless.- Estoy empapada, Juan. Me calienta sobre manera. Yo sé que tenemos que parar pero no sé porqué tengo ganas de ir a la verdulería, ir a su departamento y que me rompa el culo y...- yo ya estaba perdido, caliente y perdido. -... volver a casa contarte o que lo veas y después decirte cómo me sentí ¡Y me recontra garches! porque a vos te pone a mil, y dormir abrazados y al otro día, sentir que me voy a casar como todo una señora.-
- ¿Esto es por el casamiento?- Traté de indagar, aunque estaba perdido.
- No, Juan. O si, estoy confundida. Lo que sé es que me calienta el viejo. Los dedos gruesos, que sea medio cojo, que no sea atractivo pero no insulso. Me calienta ser una puta y que vos me domines y después él lo haga y...-
- Bueno, para...- La interrumpí, - ... ya está. Frenemos esto. Volvamos a como éramos hace un tiempo atrás y listo.-
- ¿Cómo éramos? ¿Yo una aburrida que no mostraba todo lo que quería coger y provocar y vos un insatisfecho con una mina que no te convencía sexualmente? Porque no me niegues que la de ahora te gusta más que la de antes. - Me recalcaba con el dedo, juzgándome, culpándome y afirmé. - Y encima, de ser posible, ¿cómo olvidamos esto? Ya lo hicimos, ya parece parte nuestra.-
- No tiene que ser así.-
- Pero lo es. - Se tomó la cabeza, mientras me negaba un mate. - ¿A vos te gusta esto?-
- Estoy en la misma. Confundido. Si te lo niego te miento pero si te lo afirmo es mentirme a mí.-
Esto último era tan real. Sentía esa angustia constante en el pecho, era como esa paja culposa que te carcome la cabeza porque sabías que no tenías que hacertela pero era más fuerte que vos. Bueno, esto era lo mismo pero con tu mujer, siendo cogida por otro.
- ¿Sabes el problema? Que tengo miedo de que esto sea hoy con Lucio y después con otro y otro y otro y terminar siendo un re cornudo que a la mujer se la cogen todos. -
- No sé, amor. No sé cómo se cierra esta puerta.-
Esa puerta que parecía abierta y yo ni enterado que la había. Pero evidentemente la llave no la tenía en mi poder.
- Podría haberme ido a coger a cualquiera. Qué se yo. Elegí el viejo.-
- Lo que me contaste ayer, ¿Era verdad?-
- Si, Juan. -
- okey...- Respondí, un poco molesto porque en parte sabía que había más. Pero, ¿Quién era yo para juzgarla?
Paula se fue a cambiar, yo mientras tanto avisé a la oficina que me envíen médico a casa. Sabía que no llegaría hasta dentro de tres horas y honestamente, bien no estaba. Cuando ella volvió estaba con una calza muy ajustada que marcaba su finas piernas y su culo redondo y una camperita liviana, deportiva.
- ¿Vas a ir a comprar?-
- ¿Vos ya te vas?-
- No... di parte de enfermo. -
- ¿Por?-
- Pauli, sé honesta. Si yo me voy, ¿vas a ir a cogertelo?-
- No.-
- Juralo.-
- Te lo juro. - Hizo la cruz con los dedos y besándola.- Pero te quedaste porque vos querés eso. -
Salimos a comprar a eso de las nueve de la mañana. Parecía aproposito pero Lucio estaba en la puerta de la verdulería como un soldado, esperando ¿Desde hace cuanto estaría allí? ¿Y cuánto tiempo se quedaría si nosotros no hubiésemos ido? La verdad es que podría estar todo el día, siendo jubilado no tenía nada más que hacer.
- Hola. - Saludé con una sonrisa al viejo.
- ¿Cómo anda?- Me respondió y me mostraba que ya había comprado.
Pauli lo saludó con un gesto y una leve sonrisa. Don Lucio ingresó. Cuando atiné a entrar, él salió. Ella Estaba nerviosa. Entró, salió y negaba con la cabeza.
- Vamos, no tienen nada hoy. - Me dijo y caminó unos pasos hacia nuestro departamento. Lucio seguía afuera, hablando con el verdulero.
- ¿Qué pasó?- Le pregunté, buscando la mirada desorbitada de ella.
- Boludo, ¿No lo viste?-
- ¿Que hizo?-
- Entró y me metió el dedo en medio del culo. Decí que el verdulero no nos vió. -
- Vamonos. - Empecé a caminar para casa porque sino tenía que cagarlo a trompadas.
- Para.- Me agarró del brazo. - Dejame que hable con él. Ahora quiero saber si le dijo a alguien más. Mirá si quedo como una puta.-
- Ay, Paula. Es algo que dice un viejo, ¿Quien se lo va a creer?-
No sé si yo era muy débil o ella muy convincente pero una vez más estaba llevando las bolsas del viejo. Subimos, pasó Lucio y Paula me paró en la entrada.
- Quiere que hablemos a solas. -
- Paula, no soy boludo. Lo hablamos hace un rato. Ya sabemos cómo va a terminar esto.-
- Hace una cosa, quedate del lado de adentro y hablo con él. Vengo, te cuento y decidimos.-
Acepté de mal gusto. Me quedé allí, ellos pasaron al comedor. Traté de acercarme pero iba a hacer ruido. << ¿Cuánto tiempo le das para escuchar el primer gemido?>> Pensé y ya estaba caliente. Pasaron 3 o 4 minutos, volvió y su cara ya era otra.
- Me dijo que no lo habló con nadie.-
- Bueno, vamonos.-
- ¿Podes espiar?-
- ¡¿Qué?!-
-Juan...- Me agarró del cuello y se acercó a mi cuello.- Me hizo comerme la pija blanda y le dije que si vos no estabas cerca, no iba a hacer nada.-
La agarré de la nuca y la hice arrodillarse. Bajé el cierre y el pantalón. Me la chupó e hice que se ahogue. La levanté de un salto.
- Que acabe y esto se termina acá. Se termina esto o lo nuestro.- Le Susurré.
Pauli se puso pálida.
- Nos vamos a casa.- Me dijo, casi angustiada.
- Si no lo haces el viejo va a hablar. Hacelo y se termina. Me quedo en el pasillo mirando.-
Ella se fue hacía el living. Me acerqué despacio, agarrando mi pantalón y con la pija dura afuera. Asomé la cabeza y el viejo estaba en el sillón de costado y Pauli arrodillada chupándosela. Pasaba su lengua por el tronco hasta casi los huevos y volvía y se la comía. El viejo le agarraba la cabeza, desesperado.
- Sos tan puta. Ninguna me la puso tan dura como vos.-
- ¿Si?- Le incentivaba entre chupada.
- ¿Extrañaste comerte mi pija ayer?-
El hijo de puta sabía que estaba allí. Ella no respondía.
- Te calienta chupar pija a escondida, ¿no?-
- agh...Si...- Respondió ella, entre arcadas.
- ¿ Le contaste a tu marido como antes de ayer antes de irte, me suplicaste chuparme la pija?-
Paula empezó a chuparsela más rápido. Me indigne, me confundí, me calenté o... me perturbe pero eso no era lo que ella me había dicho.
El viejo la levantó, la dió vuelta y le bajó la calza.
- Te pusiste la que te pedí...- Sonrió el viejo al ver un hilo dental bien pequeño, de doble tiras.
<<¿cómo? ¿Qué es esto?>> Pensé y traté de recordar en los encuentros que habíamos tenido y nunca lo había llevado.
El viejo abrió el culo de Pauli y empezó a comerselo. Ella me miraba y se amasaba las tetas, se mordía los labios, gemía. Yo me pajeaba lentamente.
- ahg... ahg...- Me miraba y agarraba la cabeza del viejo.- Toqueme el clítoris, Don Lucio, toquemelo...- Le suplicaba, entre gemidos.
- Que puta sos...- Se alejó y le pegó un cachetazo en el culo.
Volvió a comerselo y a los dos minutos le hizo gestos hacia el pasillo, hacia mí. Ella se acercó, en colaless, desfigurada.
- Escuchame, amor.... eh... me va a coger sin preservativo. Ya está. Ya... ya está, ¿si?- No me preguntó, me avisó.
Volvió a dónde estaba. El viejo se colocó gel en la pija y Pauli se puso gel en el culo. Se sentó lentamente.
- Cumpliste, puta...- Espetó, entre agitación.
Pauli se tiró hacia atrás, sobre la panza de Lucio y se movía rápido. Gemian como nunca, cómo si yo no hubiese estado. Pauli le agarraba la cabeza y el viejo la tomaba de las caderas para que se mueva más rápido.
- ¿Le dijiste a tu marido lo que te gusta mi pija?-
- ahg... ahg... ahg...-
- ¿Le dijiste o no? -
- ahg... no... ahg...- empezó a saltar en la pija, del viejo. Lucio se tiró hacia atrás, ya no podía hablar totalmente excitado.
Yo me pajeaba con más fuerza. Pauli se paró y se puso en el sillón, en cuatro. El viejo se puso atrás y se la empezó a coger a su ritmo. Le pegaba cada tanto un cachetazo en el culo. La agarró del pelo y eso a Pauli la prendía fuego. Empezó a gemir más fuerte, gritaba.
- ¿Sabe tu marido que esta bombachita te la pusiste mas de una vez para venir a dejar verduras?- Le dijo y Pauli bajó el ritmo. - ¿Sabe que te metías los dedos en el culo adelante mío, cuando dejabas las cosas?-
Ella casi frenó. Yo dejé de pajearme. El la tiró más hacia atrás.
- ¡¿Lo sabe, puta?!- Le giró la cabeza para que ella me vea. Ella negó con la cabeza. - ¿Hacías eso?- Le volvió a increpar.
Me pidió perdón, en silencio, sólo con los labios.
- ¿Sabe lo puta que sos?-
- no...agh... no...-
El viejo empezó a sacarle la pija casi entera y se la volvía a meter.
- ¿Así te metías los dedos en el culo cuando venías?-
Ella empezó a gemir como loca.
- ¿Así era?-
- ahg, ¡si! ¡ah, ah, ah! más fuerte, ¡más fuerte!-
- Tira el culo, puta, ¡tiralo hacia atrás!-
Pauli empezó a empujar, gemia y lo miraba. El viejo empezó a agitarse. En menos de un minuto, el viejo salió. Se sentó al lado de Pauli.
- ¿Está bien?-
- Traeme agua, por favor....- Le dijo a ella, agitado.
Paula corrió por el pasillo, le dio el agua y se acercó a mí, mientras el viejo se relajaba.
- Paula, ¿Qué carajo es todo esto?- La increpé, confundido.
- Juan, por favor. No sé, me dejé llevar.-
- Decime ya, que más hiciste.-
- Ya está, Juan. Se va el viejo y nos olvidamos de todo esto.-
- ¿Hay mas?- Le dije
- Nena...- Llamó Lucio y ella se fue.
Debería haberme ido en ese momento, pero me quedé.
- Pajeame un poco, cómo te gusta a vos. - Le dijo, sentado y ella como una puta arrodillada. - Así, así... - La miraba como lo pajeaba y ella le sonreía. -... vení, sentate arriba y míralo...- Le indicó perverso, como todo este putísimo juego.
Ella volvió a saltar sobre su pija.
- ¿Me voy a coger siempre este culo? ahg...ahg...ah...¿Cada vez que venga? - La empezaba a coger más fuerte.
- ahg... ahg... -
- Dale, puta... Miralo a él y decí lo que me dijiste. Decile todo. Repetilo.-
- Si...ah, acaba Lucio.- No lo tuteó.
- Decilo...-
- ¡ahh! ¡ah! ¡Si! ah... ¡me vas a coger el culo cuando quieras porque me encanta tu pija!-
Empezó a saltar con más fuerza.
- ¡Pedime la leche como el otro día!-
- Lléneme el culo, señor. Quiero su leche, ¿Me la da?-
- ¿Toda en el culo?-
Pauli me miró, compungida.
- ah... y después en la boquita...-
Paula saltó dos veces más, comenzó a tocarse el clítoris y el viejo empezó a explotar.
- ¡Qué puta que sos!-
- ah, más, bombeame un poco más que acabo.-
Ella salió al baño, la seguí.
- Nos vamos. -
- Se la chupo y nos vamos.-
- ¿Vos sos pelotuda o una simple puta?-
- ¡Juan! Me dijo que si no hago lo que quiero le cuenta a todo el mundo. - Me miró, con los ojos un poco llorosos.
- Lo mato. -
- ¡Para!- Me frenó. - Lo hago y nos vamos.-
- ¿Todo era verdad?-
- Ya está Juan.-
Lucio se acercó. Nosotros salimos al pasillo. Se escuchaba correr el agua y se la limpiaba. Volvió al sillón. Ella se arrodilló y se la volvió a comer.
- Vení, que te la chupe a vos también.- Me dijo y me acerqué. - Yo no sabía que ella era así y te pido disculpas pero no me pude negar. Mirá esa carita. - Le tocó el rostro y ella sonrió, mientras alternaba mi pija y la suya.
estuvo un rato y acabé.
- Duró poquito, ja.- Me humilló y ella sonrió, comiéndose toda la pija del viejo.
Me paré, me acomodé la ropa, pasé el pasillo. Abrí la puerta, no me moví y la cerré.
- ¿Otra vez te abandonó?-
- Si, don Lucio...- Se escuchaba la voz de puta.
- Mañana antes de irme, venís sola y me chupas bien la pija, ¿escuchaste, puta?-
- Si, don Lucio...-
- ¿Y te cojo bien el culo y la conchita?-
Escuché como ella se la escupía y se la chupaba con locura.
- ahí viene, ahí viene. - Se escuchó al viejo acabar entre gritos.
Paula se reía, llegó al pasillo con la leche en la boca. Me vió parado ahí, llorando. Abrí la puerta y salí. Creo que me habló o que gritó.
Llegué corriendo a casa. armé el bolso con dos o tres cosas. Escuché la puerta y su llanto. Se me acercó, la empujé. Siguió llorando y nos puteamos en el camino de la habitación a la puerta.
Di vueltas durante todo el día. Almorcé en un restaurante que me encantaba. Fui a la oficina a hablar con mi jefe e inventarle un problema familiar para evitar un nuevo conflicto. Se hicieron las ocho de la noche. Tomé el colectivo, bajé, hice cuatro cuadras. Toqué el timbre.
- ¿Hola?-
- Soy yo.-
-¿Juan? ¿Qué carajo haces acá?-
- Maca... creo que me separo.-
un instante después, sonó el portero y entré.
0 comentarios - XVIII. Su mejor amiga. no sé el porqué pero sí el cómo.