Elena y Carlos se habían conocido en un viaje a París y habían sentido una atracción mutua. Se habían intercambiado los números de teléfono y habían quedado en volver a verse. Sin embargo, la vida les tenía preparadas algunas sorpresas.
Elena regresó a Madrid y se encontró con una crisis en su revista. La directora había renunciado por motivos personales y ella había sido nombrada como su sustituta. Era una gran oportunidad para su carrera, pero también un gran reto. Tenía que asumir muchas responsabilidades y tomar muchas decisiones. Se vio envuelta en un torbellino de trabajo que le dejaba poco tiempo para su vida personal.
Carlos regresó a Madrid y se encontró con una noticia inesperada. Su padre había sufrido un infarto y estaba ingresado en el hospital. Era el único hijo y tenía que hacerse cargo de todo. Tenía que visitar a su padre todos los días, hablar con los médicos, gestionar los papeles, cuidar de la casa... Se vio sumido en una situación de estrés y preocupación que le afectaba a su ánimo.
Elena y Carlos intentaron mantener el contacto por teléfono y por mensajes, pero se les hacía difícil coincidir. Elena siempre estaba ocupada con reuniones, entrevistas, reportajes... Carlos siempre estaba agobiado con el hospital, el bufete, los asuntos familiares... Ambos querían verse, pero no encontraban el momento.
Pasaron las semanas y las cosas no mejoraron. Elena seguía trabajando sin parar y Carlos seguía cuidando de su padre sin descanso. Se fueron distanciando poco a poco, hasta que dejaron de comunicarse.
Elena y Carlos se habían perdido de vista después de su viaje a París. Se habían olvidado de su conexión especial y de sus planes de futuro. Habían dejado que la vida les separara.
Un día, Elena recibió una invitación para asistir a una fiesta de Navidad organizada por una revista rival. Era una oportunidad para hacer contactos y conocer a otras personas del sector. Elena aceptó sin pensarlo mucho y se preparó para la ocasión. Se puso un vestido rojo y unos zapatos negros. Se maquilló con discreción y se peinó con elegancia. Se miró al espejo y se sintió satisfecha con el resultado.
Llegó a la fiesta y se mezcló con la multitud. Saludó a algunos conocidos y se presentó a algunos desconocidos. Bebió una copa de champán y comió algunos canapés. Se aburrió un poco y se divirtió otro poco.
De repente, vio una cara familiar entre la gente. Era Carlos. Estaba igual de guapo que la última vez que lo vio. Llevaba un traje azul marino y una corbata roja. Tenía el pelo peinado hacia atrás y la barba recortada. Tenía una sonrisa encantadora y unos ojos brillantes.
Elena sintió un vuelco en el corazón y se acercó a él.
- Hola, Carlos -dijo con voz dulce.
- Hola, Elena -dijo con voz sorprendida.
- ¿Qué haces aquí?
- Vine con unos amigos. ¿Y tú?
- Vine por trabajo.
- Ah, claro.
Se quedaron en silencio unos segundos, sin saber qué decir.
- ¿Cómo estás? -preguntó Elena.
- Bien, bien -respondió Carlos.
- ¿Y tu padre?
- Mejor, gracias. Ya salió del hospital.
- Me alegro mucho.
- ¿Y tú? ¿Cómo te va?
- Bien, bien -repitió Elena.
- ¿Y tu trabajo?
- Bien, también. Me ascendieron a directora.
- ¡Enhorabuena!
- Gracias.
Se volvieron a quedar en silencio, sin saber qué decir.
- ¿Te apetece bailar? -preguntó Carlos.
- Sí, me apetece -respondió Elena.
Carlos le ofreció su mano y Elena la tomó. La llevó hasta la pista de baile y la rodeó con sus brazos. Elena se acurrucó en su pecho y apoyó su cabeza en su hombro. Se movieron al ritmo de la música, sin decir nada. Se miraron a los ojos y se sonrieron. Se acercaron lentamente sus rostros estaban demasiado cerca, ambos se besaron rápidamente se separaron.Falta por colocar la parte 3 y final... Carlos será muy atrevido con Elena?
Elena regresó a Madrid y se encontró con una crisis en su revista. La directora había renunciado por motivos personales y ella había sido nombrada como su sustituta. Era una gran oportunidad para su carrera, pero también un gran reto. Tenía que asumir muchas responsabilidades y tomar muchas decisiones. Se vio envuelta en un torbellino de trabajo que le dejaba poco tiempo para su vida personal.
Carlos regresó a Madrid y se encontró con una noticia inesperada. Su padre había sufrido un infarto y estaba ingresado en el hospital. Era el único hijo y tenía que hacerse cargo de todo. Tenía que visitar a su padre todos los días, hablar con los médicos, gestionar los papeles, cuidar de la casa... Se vio sumido en una situación de estrés y preocupación que le afectaba a su ánimo.
Elena y Carlos intentaron mantener el contacto por teléfono y por mensajes, pero se les hacía difícil coincidir. Elena siempre estaba ocupada con reuniones, entrevistas, reportajes... Carlos siempre estaba agobiado con el hospital, el bufete, los asuntos familiares... Ambos querían verse, pero no encontraban el momento.
Pasaron las semanas y las cosas no mejoraron. Elena seguía trabajando sin parar y Carlos seguía cuidando de su padre sin descanso. Se fueron distanciando poco a poco, hasta que dejaron de comunicarse.
Elena y Carlos se habían perdido de vista después de su viaje a París. Se habían olvidado de su conexión especial y de sus planes de futuro. Habían dejado que la vida les separara.
Un día, Elena recibió una invitación para asistir a una fiesta de Navidad organizada por una revista rival. Era una oportunidad para hacer contactos y conocer a otras personas del sector. Elena aceptó sin pensarlo mucho y se preparó para la ocasión. Se puso un vestido rojo y unos zapatos negros. Se maquilló con discreción y se peinó con elegancia. Se miró al espejo y se sintió satisfecha con el resultado.
Llegó a la fiesta y se mezcló con la multitud. Saludó a algunos conocidos y se presentó a algunos desconocidos. Bebió una copa de champán y comió algunos canapés. Se aburrió un poco y se divirtió otro poco.
De repente, vio una cara familiar entre la gente. Era Carlos. Estaba igual de guapo que la última vez que lo vio. Llevaba un traje azul marino y una corbata roja. Tenía el pelo peinado hacia atrás y la barba recortada. Tenía una sonrisa encantadora y unos ojos brillantes.
Elena sintió un vuelco en el corazón y se acercó a él.
- Hola, Carlos -dijo con voz dulce.
- Hola, Elena -dijo con voz sorprendida.
- ¿Qué haces aquí?
- Vine con unos amigos. ¿Y tú?
- Vine por trabajo.
- Ah, claro.
Se quedaron en silencio unos segundos, sin saber qué decir.
- ¿Cómo estás? -preguntó Elena.
- Bien, bien -respondió Carlos.
- ¿Y tu padre?
- Mejor, gracias. Ya salió del hospital.
- Me alegro mucho.
- ¿Y tú? ¿Cómo te va?
- Bien, bien -repitió Elena.
- ¿Y tu trabajo?
- Bien, también. Me ascendieron a directora.
- ¡Enhorabuena!
- Gracias.
Se volvieron a quedar en silencio, sin saber qué decir.
- ¿Te apetece bailar? -preguntó Carlos.
- Sí, me apetece -respondió Elena.
Carlos le ofreció su mano y Elena la tomó. La llevó hasta la pista de baile y la rodeó con sus brazos. Elena se acurrucó en su pecho y apoyó su cabeza en su hombro. Se movieron al ritmo de la música, sin decir nada. Se miraron a los ojos y se sonrieron. Se acercaron lentamente sus rostros estaban demasiado cerca, ambos se besaron rápidamente se separaron.Falta por colocar la parte 3 y final... Carlos será muy atrevido con Elena?
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