Continuando con la historia de Ana y Mónica
Ana llegó al aeropuerto se baja del taxi y busca el mostrador de la aerolínea que Compró el billete, pasó el control de seguridad. Buscó la puerta de embarque y se sentó a esperar. Miró su móvil y vio que tenía un mensaje de Mónica.
"Te estoy esperando, mi amor. No tardes mucho. Te necesito aquí entre mis brazos."
Ana sonrió y le contestó.
"Ya estoy en el aeropuerto, mi vida. Pronto estaré contigo. Te quiero."
Ana guardó el móvil y cerró los ojos. Imaginó cómo sería el encuentro con Mónica. Cómo la vería al salir del avión, cómo correría hacia ella, cómo la abrazaría, cómo la besaría en los labios. Cómo le diría al oído que era suya, que no quería separarse de ella nunca, que la amaba con locura, Ana pensó en todo lo que hablaron aquella noche, todo lo que imagino ahora podía ser verdad.
Ana se estremeció al pensar en ello. Sentía una mezcla de nervios, emoción y pasión, deseo. Quería que el tiempo pasara rápido, que el avión despegara ya, que el viaje fuera corto, que el destino fuera Mónica.
Ana abrió los ojos y vio que era la hora de embarcar. Se levantó y cogió su maleta. Se dirigió a la fila y mostró su billete, el caballero que la atendió fue muy amable, todos la veía al pasar, se sentía diferente, feliz.
Entró en el avión y buscó su asiento. Se sentó y se abrochó el cinturón. Miró por la ventana y vio cómo el cielo se teñía de rosa.
Ana suspiró y se relajó. Estaba a punto de vivir la mejor experiencia de su vida.
Estaba a punto de conocer a Mónica.
Mónica estaba nerviosa. No sabía si Ana llegaría bien o no. Había pasado una hora desde que le había enviado el último mensaje y no había recibido ninguna respuesta. Se preguntaba si habría algún problema, si habría perdido el vuelo, si habría cambiado de opinión.
Mónica se sentía insegura. No era la primera vez que se enamoraba de una chica, no era la primera vez que deseaba a una mujer como Ana, pero sí la primera vez que se iba a encontrar con una desconocida.
Hasta que un día, navegando por internet, vio el perfil de Ana. Fue un flechazo instantáneo. Mónica sintió que esa chica era especial, que tenía algo que la atraía irremediablemente. Le gustó su foto, su descripción, sus gustos, su forma de escribir. Mónica quiso saber más de ella, y se registró en la página de contactos.
Ahora esperaba impaciente su llegada.
De repente, su móvil sonó. Era un mensaje de Ana.
Mónica lo abrió con ilusión y leyó lo que decía:
"Ya he llegado, mi amor. Estoy saliendo del avión. ¿Dónde estás?"
Mónica sonrió y le contestó.
"Estoy en la terminal, mi vida. Te estoy esperando con los brazos abiertos y el corazón latiendo."
Mónica guardó el móvil y se levantó. Cogió un cartel que había hecho con el nombre de Ana y lo levantó sobre su cabeza. Buscó con la mirada entre la multitud y vio cómo aparecía Ana.
Ana era más guapa en persona que en foto. Tenía el pelo rubio recogido en una coleta, los ojos azules brillantes, la piel blanca sonrosada, los labios rojos sonrientes. Llevaba un vestido verde que le marcaba las curvas y unas sandalias blancas que le hacían las piernas largas.
Mónica sintió una alegría inmensa y una emoción indescriptible.
Mónica vio cómo Ana la veía y cómo se iluminaba su cara. Vio cómo Ana dejaba su maleta y cómo corría hacia ella. Vio cómo Ana la abrazaba y cómo la besaba. Vio cómo Ana le decía al oído que era suya, que no quería separarse de ella nunca, que la amaba con locura, que quería despertar abrazada de ella después de toda una noche de pasion.
Mónica se estremeció al sentirlo. Sentía una mezcla de nervios, emoción y pasión. Quería que el tiempo se detuviera, que el mundo desapareciera, que el destino fuera Ana.
Mónica suspiró y se entregó. Estaba viviendo la mejor experiencia de su vida.
Estaba conociendo a Ana.
Ana llegó al aeropuerto se baja del taxi y busca el mostrador de la aerolínea que Compró el billete, pasó el control de seguridad. Buscó la puerta de embarque y se sentó a esperar. Miró su móvil y vio que tenía un mensaje de Mónica.
"Te estoy esperando, mi amor. No tardes mucho. Te necesito aquí entre mis brazos."
Ana sonrió y le contestó.
"Ya estoy en el aeropuerto, mi vida. Pronto estaré contigo. Te quiero."
Ana guardó el móvil y cerró los ojos. Imaginó cómo sería el encuentro con Mónica. Cómo la vería al salir del avión, cómo correría hacia ella, cómo la abrazaría, cómo la besaría en los labios. Cómo le diría al oído que era suya, que no quería separarse de ella nunca, que la amaba con locura, Ana pensó en todo lo que hablaron aquella noche, todo lo que imagino ahora podía ser verdad.
Ana se estremeció al pensar en ello. Sentía una mezcla de nervios, emoción y pasión, deseo. Quería que el tiempo pasara rápido, que el avión despegara ya, que el viaje fuera corto, que el destino fuera Mónica.
Ana abrió los ojos y vio que era la hora de embarcar. Se levantó y cogió su maleta. Se dirigió a la fila y mostró su billete, el caballero que la atendió fue muy amable, todos la veía al pasar, se sentía diferente, feliz.
Entró en el avión y buscó su asiento. Se sentó y se abrochó el cinturón. Miró por la ventana y vio cómo el cielo se teñía de rosa.
Ana suspiró y se relajó. Estaba a punto de vivir la mejor experiencia de su vida.
Estaba a punto de conocer a Mónica.
Mónica estaba nerviosa. No sabía si Ana llegaría bien o no. Había pasado una hora desde que le había enviado el último mensaje y no había recibido ninguna respuesta. Se preguntaba si habría algún problema, si habría perdido el vuelo, si habría cambiado de opinión.
Mónica se sentía insegura. No era la primera vez que se enamoraba de una chica, no era la primera vez que deseaba a una mujer como Ana, pero sí la primera vez que se iba a encontrar con una desconocida.
Hasta que un día, navegando por internet, vio el perfil de Ana. Fue un flechazo instantáneo. Mónica sintió que esa chica era especial, que tenía algo que la atraía irremediablemente. Le gustó su foto, su descripción, sus gustos, su forma de escribir. Mónica quiso saber más de ella, y se registró en la página de contactos.
Ahora esperaba impaciente su llegada.
De repente, su móvil sonó. Era un mensaje de Ana.
Mónica lo abrió con ilusión y leyó lo que decía:
"Ya he llegado, mi amor. Estoy saliendo del avión. ¿Dónde estás?"
Mónica sonrió y le contestó.
"Estoy en la terminal, mi vida. Te estoy esperando con los brazos abiertos y el corazón latiendo."
Mónica guardó el móvil y se levantó. Cogió un cartel que había hecho con el nombre de Ana y lo levantó sobre su cabeza. Buscó con la mirada entre la multitud y vio cómo aparecía Ana.
Ana era más guapa en persona que en foto. Tenía el pelo rubio recogido en una coleta, los ojos azules brillantes, la piel blanca sonrosada, los labios rojos sonrientes. Llevaba un vestido verde que le marcaba las curvas y unas sandalias blancas que le hacían las piernas largas.
Mónica sintió una alegría inmensa y una emoción indescriptible.
Mónica vio cómo Ana la veía y cómo se iluminaba su cara. Vio cómo Ana dejaba su maleta y cómo corría hacia ella. Vio cómo Ana la abrazaba y cómo la besaba. Vio cómo Ana le decía al oído que era suya, que no quería separarse de ella nunca, que la amaba con locura, que quería despertar abrazada de ella después de toda una noche de pasion.
Mónica se estremeció al sentirlo. Sentía una mezcla de nervios, emoción y pasión. Quería que el tiempo se detuviera, que el mundo desapareciera, que el destino fuera Ana.
Mónica suspiró y se entregó. Estaba viviendo la mejor experiencia de su vida.
Estaba conociendo a Ana.
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