Doy mil vueltas en la cama, pero no logro conciliar el sueño.
Debe ser la calentura de tanta abstinencia.
También podría culpar a la pandemia, la guerra o la sequía.
Eso, la sequía era la peor y necesitaba hacer que terminara.
La pantalla se enciende y allí aparece Melina la Bella en línea, tan desvelada y caliente como yo, o tal vez más…
Dice que me veo hermosa, pero le digo que no me mienta.
Sonríe, proponiendo un juego interesante; me apuesta que yo no podría acabar antes que ella.
Enseguida levanta su breve camisón y se recuesta; abre los muslos, mostrándome su pubis recién depilado.
Me arrodillo y deslizo mi tanga hasta los tobillos; con mis muslos cerrados, hundo un par de dedos urgentes en mi humedad, mientras cierro los ojos.
Ella ronronea, exigiéndome que no haga trampa.
Mi ansiedad es mi mejor aliada y, antes de darme cuenta, siento la explosión en mi vientre y saco los dedos empapados. Abro los ojos para mostrárselos a ella.
Melina sigue allí, pero sentada derecha, con los muslos cerrados, mirándome con la barbilla apoyada en su mano.
La muy perversa sonríe, diciendo que yo gané…
Debe ser la calentura de tanta abstinencia.
También podría culpar a la pandemia, la guerra o la sequía.
Eso, la sequía era la peor y necesitaba hacer que terminara.
La pantalla se enciende y allí aparece Melina la Bella en línea, tan desvelada y caliente como yo, o tal vez más…
Dice que me veo hermosa, pero le digo que no me mienta.
Sonríe, proponiendo un juego interesante; me apuesta que yo no podría acabar antes que ella.
Enseguida levanta su breve camisón y se recuesta; abre los muslos, mostrándome su pubis recién depilado.
Me arrodillo y deslizo mi tanga hasta los tobillos; con mis muslos cerrados, hundo un par de dedos urgentes en mi humedad, mientras cierro los ojos.
Ella ronronea, exigiéndome que no haga trampa.
Mi ansiedad es mi mejor aliada y, antes de darme cuenta, siento la explosión en mi vientre y saco los dedos empapados. Abro los ojos para mostrárselos a ella.
Melina sigue allí, pero sentada derecha, con los muslos cerrados, mirándome con la barbilla apoyada en su mano.
La muy perversa sonríe, diciendo que yo gané…
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