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Intriga Lasciva - El Instituto [26]

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Intriga Lasciva - El Instituto [26]




Capítulo 26.

Hotel Costa Verde.

Xamira limpió todo su living con ayuda de Oriana y esperaron impacientes a que llegara Mercedes. Cándida Zambrano ya estaba allí, había llegado a la cita con una puntualidad profesional. Los minutos pasaban y la pequeña rubia parecía molesta, miraba para todos lados con el ceño fruncido detrás de sus inmensos anteojos, los cuales parecían cubrirle la mitad de la cara. 
―Quizás Mercedes se arrepintió ―comentó Erika, que estaba sentada en un sillón individual muy pegada a Siara. 
―Es una mujer muy ocupada ―dijo Xamira.
―A las estrellas les gusta hacerse esperar ―dijo Candy―. Es irritante. 
El timbre sonó y Xamira se apresuró a responder. Efectivamente se trataba de Mercedes, la actriz entró sin disculparse por su demora y con una gran sonrisa en los labios, a Cándida Zambrano le resultó aún más irritante esta actitud de “diva”, pero ya estaba acostumbrada a lidiar con gente así. 
Tomó asiento en el sofá, junto a Xamira, y allí le explicaron que Candy, a pesar de parecer pequeña, tiene dieciocho años y… “sí, te juro que es periodista de la revista Caleidoscopio, lo chequeamos”. Mercedes volvió a sonreír cuando le contaron que Candy estaba dispuesta a ayudar con el asunto, ya que no estaba a favor del chantaje, y que tenían un plan para dejar al editor de la revista en una situación complicada. 
―Estoy muy contenta ―dijo Mercedes Navarro―. Por fin toda esta pesadilla se va a terminar.
―Antes tendríamos que acordar los términos y condiciones ―dijo Candy, acomodándose los anteojos. 
―¿Qué condiciones? ―Preguntó Mercedes.
―Voy a intentar explicarlo sin vueltas ―dijo Candy―. Ustedes tienen que entender que después de hacer esto yo me voy a quedar sin trabajo. No hay forma en la que yo pueda seguir trabajando en esa revista, sabiendo lo que el editor es capaz de hacer. Además Armando Aguilar se va a quedar enojado conmigo, porque va a sentir que lo traicioné, y en parte tiene razón. Por eso, si quieren mi colaboración, pido seis meses de sueldo por adelantado. Es lo que necesito para poder financiar algún proyecto personal del que pueda vivir. Y no te preocupes, Mercedes, Aguilar no me pagaba tan bien, te puedo asegurar que esto te va a costar mucho menos de lo que él te pidió.
―Todo esto me huele a chantaje ―comentó Oriana, sus ojos se cruzaron con los de Candy por primera vez, y parecieron saltar chispas de ellos. 
―A vos no te conozco, chinita ―dijo la periodista―. Antes de opinar de mí te lavás la boca con agua y jabón.
―¿Esta enana me dijo chinita?
―Tranquila, chicas ―intervino Erika―. No se peleen. No estamos acá para discutir, sino para solucionar un problema. Candy me contó que esa sería una de sus condiciones, y yo le dije que haría lo posible por cumplirla. Espero que entiendas, Mercedes, que Candy va a sacrificar tu trabajo por proteger tu imagen.
―Sí, lo entiendo. No tengo problemas de pagarle a alguien que me va a ayudar. Solo no quería pagar a un chantajista, y mientras Armando Aguilar no se lleve ni un centavo, pueden contar con el pago.
―Te aseguro que ese tipo no se va a quedar con nada ―dijo Erika―. Y no va a poder publicar nada sobre vos… nunca. 
―¿Y cómo están tan seguras? ―Preguntó Mercedes. 
―Vos confiá en nosotras. Tenemos todo planeado. Te aseguro que va a funcionar. Y si no hay nada más que hablar sobre el asunto, me gustaría que Candy nos acompañara a la casa de Erika, para iniciar con los preparativos. 
―Si Mercedes me promete que me va a pagar, entonces no tengo nada más que agregar. 
―Lo prometo.
―Muy bien, después te muestro mi recibo de sueldo para que veas cuánto me corresponde por cada mes. Yo no quiero ni una moneda de más, porque no soy ni una chantajista ni una oportunista. ―Volvió a fulminar con la mirada a Oriana, y la japonesa le respondió con la misma frialdad.
―Bueno, mejor nos vamos antes de que empiece a rodar sangre ―dijo Erika―. Mientras tanto Mercedes, vos deberías hablar con Oriana y Xamira, para que puedas ayudarla con el asunto del Hotel. 
―Muy bien, ¿y con mi novia qué van a hacer?
―Solo vamos a investigarla si encontramos evidencias de que ella está involucrada ―dijo Siara―. De lo contrario para a ser un problema conyugal entre ella y vos.
―Está bien, entiendo. Pero estoy segura de que Sandra está metida en todo esto. Llámenlo “intuición femenina”.
―Muy bien, de eso nos vamos a encargar nosotras ―aseguró Oriana.  
Erika, Siara y Cándida abandonaron la casa. Ori se ofreció a abrirles la puerta. Cuando la japonesa volvió al living encontró a Xami metiéndole la mano dentro del pantalón a Mercedes mientras se besaban apasionadamente.
―Apa… ustedes sí que no pierden el tiempo.
Mercedes se sobresaltó y miró a Oriana como si recién se  hubiese enterado de que la chica estaba allí.
―Ay, perdón, es que… me emocioné al saber que todo esto se va a terminar… me dejé llevar… mmmmm
Soltó un suave gemido cuando Xami encontró uno de los puntos más sensibles de su vagina. Los dedos estaban abriéndose paso hacia adentro. 
―No te preocupes ―dijo Xami―. Ori ya vio todos tus videos… y nosotras nos pusimos muy cariñosas mientras los mirábamos. Podés confiar en ella. 
―Así que ustedes dos… ¿cogieron? 
―Más o menos ―dijo Oriana―. Todavía no me animo a chupar una concha; pero Xami…
―Yo te la chupo toda, cuando quieras ―dijo, pasando la lengua por el cuello de Mercedes, lo cual hizo estremecer a la actriz. 
―Si tiene ganas, podríamos… em… festejar ―dijo Mercedes, guiñando un ojo.
―Nada me gustaría más ―aseguró Xamira―. Pero ya vamos a tener tiempo de comernos las conchas mutuamente. De hecho, parte del plan que tenemos para el hotel incluye un poquito de eso.
―¿Ah si? Suena interesante. ¿Cuál es el plan?
―Te lo contamos en el camino ―dijo Oriana―. Ahora… dejen de manosearse que me voy a calentar yo también y no vamos a hacer nada. 
―Es cierto, mejor vamos saliendo ―dijo Xamira.

—-----------

El Hotel Costa Verde está ubicado en la zona céntrica de la ciudad y tiene fama de ser “el hotel de las estrellas”. Cada vez que una persona famosa viene por estos lados, se hospeda en Costa Verde. 
La primera parte del plan era sencilla y a Mercedes le resultó muy sencilla. Debía hacer algo que ya había hecho en varias ocasiones: entrar acompañada de dos chicas preciosas y pedir una habitación. Como siempre, fue atendida por Darío, el recepcionista. Un muchacho joven, de simpática sonrisa y ojos verdes con un bronceado perfecto y el pelo muy corto. Él mismo hubiera podido pasar por estrella de cine. 
Oriana se quedó mirándolo embobada. Xamira le guiñó un ojo a su amiga. Oriana se ruborizó. 
Darío le dijo que ya le tenía preparada la habitación de siempre y que, como de costumbre, Nicolás la acompañaría hasta allí.
Nicolás era el mozo de equipaje, que a diferencia del recepcionista, tenía rasgos más toscos, casi simiescos. De espalda ancha, cejas espesas, nariz de anchas fosas nasales y ralo cabello negro.
Subieron por el ascensor y de forma disimulada Oriana sacó de su bolsillo un pequeño artefacto, no mucho más grande que un botón. Era una de las cámaras espías que había comprado con el dinero que le dio Siara. A pesar de que había algunas más baratas, prefirieron invertir un poco más en las que tuvieran la mejor definición de imágen. 
El siguiente paso del plan también fue resuelto sin inconvenientes. Nicolás estaba distraído mirándole el culo a Xamira, y no se lo podía culpar. Xami tenía puesta una calza negra deportiva tan ajustada que parecía pintada sobre su piel, además su largo cabello ondulado le caía por la espalda desnuda prácticamente desnuda, porque se había puesto solamente un top amarillo flúor que le marcaba mucho los pezones. A propósito Oriana se había vestido de forma más discreta… y también porque su madre nunca la dejaría salir a la calle con un atuendo como el de Xami. 
Oriana aprovechó la distracción del mozo de equipaje para colocar la pequeña cámara en la pared del fondo, así tendría visual de todo el pasillo. No le fue difícil acercarse al fondo, porque la habitación de Mercedes era la penúltima. 
Darío abrió la puerta y las tres chicas ingresaron, el mozo se retiró luego de recibir una generosa propina por parte de Mercedes.
―Bueno, ¿y ahora qué? ―Preguntó la actriz.
Xamira la abrazó y empezó a darle besos en el cuello.
―Hablemos bajo ―le dijo en un susurro al oído―. Acá tienen cámaras y micrófonos. Ahora solo tenemos que actuar con naturalidad y esperar al momento apropiado. Te dije que íbamos a tener tiempo para comernos las conchas.
―Umm… ¿y quién va a llevar a cabo la siguiente parte del plan? ―Preguntó Mercedes, sin levantar la voz.
―Oriana.
―Entonces… si voy a tener más tiempo con vos, me gustaría empezar con ella. 
―Como quieras…
Mercedes se acercó a Oriana, la japonesa miraba nerviosa toda la habitación, que tenía un diseño entre sencillo y lujoso, por partes iguales. Cuando sintió los brazos de la actriz envolviéndola, se sobresaltó. No tuvo tiempo de reaccionar, Mercedes la besó en la boca al mismo tiempo que le estrujaba las nalgas con ambas manos. Xami se apresuró a abrazar a Ori por detrás y al oído le dijo:
―Sé que estás nerviosa, pero Mercedes quiere empezar con vos… y hay que disimular. Podrían estar observándonos ahora mismo.
―Em… pero… si apenas nos conocemos.
―Eso lo hace más interesante ―dijo Mercedes―. Lo que más me calienta es coger con desconocidas. En especial si son heterosexuales. No sé qué tan hétero serás vos, pero si todavía no probaste concha, eso te hace más interesante.
―Emm… bueno, pero yo no estoy lista para chupártela a vos.
―No te preocupes, acá la que va a chupar soy yo.
Volvió a besarla. Lentamente Xamira comenzó a desnudar a su amiga. Expuso las grandes tetas de Ori, a las cuales Mercedes se prendió al instante. Primero chupó una y luego la otra. 
Después Xami le sacó el pantalón y las zapatillas. De paso aprovechó para desnudarse ella también.
Oriana se sentía muy incómoda, no solo por estar haciendo esto con una mujer desconocida, sino también porque sabía que alguien la estaba observando a través de las cámaras ocultas en la habitación. Para Mercedes también debía ser incómodo volver a ese cuarto sabiendo que la grabaron tantas veces teniendo sexo con sus seguidoras. Por eso no podía desilusionarla, ni podía permitirse arruinar el plan.
No tenía más alternativa. Ya completamente desnuda se acostó en la cama y abrió las piernas para Mercedes.
Mientras comenzaba a lamerle la concha, Oriana revisó la pantalla de su celular. Allí podía ver, en vivo y en directo, las imágenes capturadas por su propia cámara oculta. “Me voy a enamorar de estas camaritas”, pensó. Y al instante se estremeció. Mercedes le pasó la lengua por el clítoris con una sensualidad que quita el aliento. 
―Mmm… esto no está nada mal.
―Disfrutalo, Ori ―dijo Xami―. Mercedes tiene mucha experiencia en sexo lésbico, estoy segura de que lo hace mejor que yo. Ah… y poné el celu como si estuvieras grabando a Mercedes, así no sospechan.
A continuación procedió a chupar una de las tetas de la japonesa.  
Oriana vio a Nicolás entrando en la habitación contigua y entendió dos cosas: el mozo estaba involucrado, lo cual no le sorprendía para nada, y que allí debía estar su “centro de operaciones”. Le mostró estas imágenes a Xami que las miró sin dejar de succionar su pezón.
“Ahora solo queda esperar”, pensó Oriana.
Mercedes puso muchísima dedicación a la concha de esta chica asiática que tanto la calentaba. La había mirado con ganas desde el primer momento y no podía creer con cuánta facilidad había conseguido llevársela a la cama. Ese era otro de sus morbos secretos: que las mujeres se rindieran a ella con excesiva facilidad. Si una chica dudaba demasiado o le hacía la situación complicada, no perdía el tiempo. A Mercedes le gustaban las que se entregaban fácil. Se refería a ellas como “Las putitas que puedo dominar con facilidad”. Y eso mismo era Oriana ahora mismo, una putita más, con una concha deliciosa. Mercedes se calentó tanto que empezó a masturbarse. No le importó en absoluto que alguien estuviera viendo cómo ella se metía los dedos en la concha.
También disfrutaba de la dicotomía con su personaje, la adorada Minerva Santos. La gente tiende a verla como una chica asexual, que jamás muestra signos de excitación. Es enamoradiza, sí… siempre mira a los hombres lindos de su serie con ojitos de princesa; y con el tiempo Mercedes aprendió que mucha gente no es capaz de separar el personaje del actor que lo interpreta. Ella debería ser tan pura y casta como Minerva Santos… y en cambio es una depredadora sexual que disfruta cogiendo con la rama femenina de sus fans. Ya perdió la cuenta de la cantidad de pendejas hermosas que se llevó a la cama y las hizo vibrar de placer. Le encanta divertirse con ellas. Incluso a veces les hace creer que son únicas y especiales, solo porque es parte de su juego morboso.
Oriana empezó a menear el vientre cuando cayó en la cuenta que Mercedes tenía un talento impresionante para el sexo oral. Las chupadas de concha que le dio Xamira fueron deliciosas; pero esta… era simplemente magistral. Debía reconocer que había mucha diferencia entre una lesbiana primeriza y una con experiencia. Mercedes sabía exactamente qué puntos de la vagina lamer, y cuándo. La hacía estremecer… y para colmo Xamira también estaba poniendo mucho empeño al chuparle las tetas. “Espero que no me las deje marcadas”, pensó. No tenía ganas de darle explicaciones a su novio. Mientras menos supiera él de esto, mejor. Porque si tuviera que explicar por qué hacía esto, y por qué se había metido a la cama con Xamira tantas veces, no sabría qué decir. Ni ella misma lo entendía.   
La estaba pasando tan bien que por unos minutos se olvidó de su celular. Miró otra vez la pantalla cuando notó un movimiento. Vio a Nicolás saliendo de su “base de operaciones”, y se puso de pie inmediatamente. 
Habló en voz muy baja y le pidió a las otras dos que siguieran con lo que estaban haciendo, por si alguien las estaba espiando por otra pantalla. Ella tenía que seguir adelante con la siguiente fase del plan. 
Oriana salió completamente desnuda. No se puso la ropa porque no podía perder ni un segundo. 
Entró en la habitación contigua y se encontró con un pequeño cuarto de vigilancia que solo tenía una computadora. En la pantalla pudo ver lo que hacían Mercedes y Xamira. Estaban muy concentradas en brindarse placer la una a la otra. Se besaban y se colaban los dedos mutuamente. Se sacudían en la cama con violencia y probablemente terminarían haciendo un 69. 
Las cosas ocurrieron muy rápido. No tuvo mucho tiempo para hacer una revisión profunda. De hecho, no tuvo tiempo para hacer nada. Absolutamente nada. 
La puerta se abrió y dos siluetas le bloquearon la única salida. El corazón se le subió a la garganta. 
Oriana quedó totalmente expuesta frente al mozo y al recepcionista. Los dos muchachos la miraron con ojos libidinosos, eran lobos feroces frente a una conejita desnuda y asustada. Se quedó completamente muda. Había sido descubierta y nada la preparó mentalmente para esta situación. Su cerebro no sabía cómo reaccionar.
―¿Se puede saber quién te dio permiso para entrar acá? ―Preguntó Darío, el recepcionista.
―Mirá, la putita está desnuda ―dijo Nicolás, el mozo de equipaje, con una sonrisa maliciosa. 
Los dos hombres se acercaron y Oriana tuvo la sensación de que le estaban eclipsando la luz, y el campo de visión. Se sintió acorralada. En un acto de pura desesperación, intentó salir corriendo; pero los pares de fuertes brazos la sujetaron. 
―No, nena. Vos no vas a ninguna parte ―dijo Darío. A Oriana ya no le parecía un tipo tan atractivo, esa sombra de maldad sobre sus ojos lo hacía ver sumamente intimidante―. Vos viniste buscando algo, y te lo vamos a dar. ¿No es cierto, Nico?
―Así es…
Oriana se estaba preguntando de qué hablaban estos dos cuando el mozo se bajó el pantalón exponiendo un ancho y venoso miembro. Aún en estado de reposo le resultaba muy grande. Nada que ver con la verga de su novio. Se quedó mirando ese falo anonadada, sin poder procesar lo que estaba a punto de ocurrir. Se puso en alerta cuando vio que Nicolás también sacaba su pene. No era tan ancho como el de Nicolás, pero sí bastante largo. 
―No, esperen… puedo explicarlo, fue solo una confusión. Estaba buscando… em…
―Estabas buscando esto, y lo encontraste ―dijo Nicolás al mismo tiempo que empezaba a masturbarse.  
―De rodillas, putita.
Todo pasó muy rápido. Con una fuerte presión sobre sus hombros la  hicieron caer al piso. Esos miembros masculinos quedaron a la altura de su cara, muy cerca de ella, y poco a poco se fueron endureciendo, lo cual les hacía ganar tamaño. 
―Podés empezar ahora ―dijo Darío, ofreciéndole su pene.
―¿Qué? No… están locos. Voy a llamar a la policía.
―No vas a llamar a nadie ―dijo Nicolás―, porque si lo hacés, publicamos todos los videos de tus amiguitas ―señaló la pantalla.
Por nada del mundo quería que Mercedes quedara expuesta, eso sería un fracaso estrepitoso, después de todo lo que habían avanzado con el caso. Intentó salir corriendo otra vez, pero ni siquiera logró ponerse de pie. Volvieron a empujarla hacia abajo y esta vez Darío le restregó la verga por la cara. Ella la giró hacia el otro lado y se encontró con el miembro de Nicolás. No importaba hacia dónde mirase, siempre tenía una verga delante de sus ojos.
―Abrí la boca, putita ―le dijo el mozo.
Oriana no podía entender por qué estaba ocurriendo esto, y en cuanto Darío la agarró de los pelos supo que no había nada que entender, estos hijos de puta se la querían coger y no necesitaban una excusa para hacerlo. 
El dolor la hizo chillar y eso la obligó a abrir la boca. Bastó ese pequeño instante para que Darío le metiera la verga. Los ojos de la japonesa se bizquearon al ver el miembro introduciéndose en su boca. El tipo presionó con tanta fuerza que ella no pudo sacarla, solo pudo tragar más. Y como si esto fuera poco, el pene comenzó a endurecerse… y se dio cuenta que no sería capaz de abarcarlo completo. Darío comenzó a menear su pelvis sin soltarle los pelos. Cuando la verga salió, inmediatamente Nicolás ocupó el lugar de su amigo. 
Oriana, que nunca había chupado otra verga que no fuera la de su novio y en un minuto pasó a probar dos nuevas. Esos falos que se turnaban para usurpar su boca la obligaban a usar la lengua, aunque no quisiera. Se dio cuenta de que era un acto reflejo, algo que no podía controlar. Aunque no fuera su intención, le estaba chupando la verga a los dos. 
Sin que ella pudiera hacer nada al respecto, estos dos sujetos se fueron turnando para introducirle la pija en la boca. A ella le chorreaba la saliva por la comisura de los labios y emitía sonidos guturales al tragar esos falos, ya erectos. 
Se había olvidado por completo del teléfono celular en su mano, por eso se sobresaltó tanto cuando éste comenzó a sonar. Darío se apresuró para arrebatárselo.  
―¿A quién tenés agendado como “Fernando (Mi amor)”? ¿Eh? ¿No será el cornudo de tu novio?
La chica no pudo responder, estaba luchando para no atragantarse con la pija de Nicolás. La sentía hasta el fondo de la garganta… y encima el hijo de puta no dejaba de moverse.  
―Hola ―dijo Darío, al atender la llamada―. No… no soy Oriana ―soltó una risita socarrona―. En este momento ella no te puede atender… nos está chupando la pija. 
―No… soltame, pelotudo! ―Oriana logró liberarse por un segundo e intentó sacarle el teléfono a Darío―. Devolveme eso… damelo…
―Sí, sí… tal y como te lo digo, se está comiendo dos buenas pijas…
―No les creas, Fernan… gjghhhh
―Ese es el sonido que hace tu novia cuando me chupa la verga, mirá… escuchá.
Oriana emitió sonidos guturales, parecía que se iba a ahogar con todo el falo de Darío. No supo cómo él fue capaz de metérselo todo casti en la boca, fue demasiado rápido. Y ahora estaba a merced de él. Darío le sujetaba la cabeza con fuerza, para que no pudiera liberarse, y no tenía más alternativa que chupar… y chupar… dios, le estaba haciendo un pete a ese hijo de puta. Cada vez que ella movía la cabeza, para intentar liberarse, solo satisfacía más a Darío. 
El tipo la liberó y le puso el celular junto a la cara.
―Contale a tu novio lo bien que la estás pasando chupando pijas… y que te gustan bien grandes. 
―Es mentira, Fer… te lo juro, no les creas…
―Ori… ¿quiénes son estos tipos? 
―Son unos pelotudos, no les hagas cas… ghjjjj
Esta vez fue la verga de Nicolás la que se metió en su boca. 
―¿Dónde estás, Ori? ―Preguntaba su novio, con un nudo de angustia en la garganta.
―Ahora le vamos a dar un buen uso a la concha de tu novia, cornudito. 
Acto seguido, Nicolás se posicionó detrás de Oriana, la tomó por la cintura, obligándola a ponerse de pie; pero como tenía la verga de Darío en la boca, tuvo que quedarse doblada, como una “L”. 
Oriana se asustó cuando sintió la pija de Nicolás acomodándose entre sus labios vaginales. Luchó por liberar su boca y solo lo consiguió porque Darío se lo permitió.
―No… ¡soltame! ―Exclamó la Japonesa.
―¡Oriana! ―Los gritos de Fernando llegaban desde el teléfono, el cual ya había sido puedo en modo “altavoz”.   
―Te la voy a meter toda, putita…
―Ay, no… no… dejame! ―La verga se ensartó en su concha con fuerza―. ¡¡Ayyy!! ¡Nooo! ¡Ay… despacito… por favor… despacito… me duele!
―Se ve que tu novia no está acostumbrada a las pijas grandes ―dijo Nicolás―. Es una lástima, con lo linda que tiene la concha, solo debería permitir que le metan las vergas que valen la pena. Ahora le vamos a enseñar lo que es una pija de verdad. 
Nicolás le sujetó una mano y Darío la otra, inmovilizándola completamente.  Luego el que estaba atrás empezó a darle duras embestidas, logrando que su miembro entrara cada vez más en la concha de Oriana. Ella estuvo a punto de gritar, pero una vez más Darío le metió la verga en la boca y volvieron los sonidos guturales.
―Escuchá… escuchá ―dijo Darío poniendo el celular otra vez junto a la cara de Oriana―. Escuchá cómo traga pija. 
―¡Soltala, hijo de puta! ¡Te voy a matar! ―Fernando estaba al borde del llanto.
Darío permitió que Oriana volviera a hablar.
―No les hagas caso, amor… es todo mentira. Es todo mentira. Solo te están haciendo una broma de mal gusto. ¡Auch! ¡Ay! No, no… eso no me va a entrar todo. Es muy grande… auch… 
―¿Te duele, putita? ¿O gritás porque te gusta? ¿Querés que te la meta yo también?
―No, no… te la chupo… te la chupo, pero no me la metan… me duele… auch… es muy grande.   
―Se nota que le gusta ―dijo Darío, entre risas―. Si querés tragar pija, toma…
―Soltala, hijo de puta ―gritó Fernando por el teléfono. 
La pija de Darío volvió al fondo de su garganta. Ella no sabía cómo era capaz de tragar semejante falo sin explotar. Y Nicolás le estaba dando a buen ritmo, en este preciso instante fue consciente de que estaba participando en un acto sexual. Se la estaban cogiendo… y podía sentirlo. Podía sentir las dos vergas entrando y saliendo de sus agujeros, provocando en ellas sensaciones que nunca antes había experimentado… sensaciones ¿placenteras? que se mezclaban con el odio y la bronca.   
Los gemidos comenzaron a sonar de forma involuntaria. Sintió olas de calor recorriendo todo su cuerpo y le echó la culpa Mercedes y a Xamira… ellas la habían excitado, no estos tipos… estos sujetos solo se estaban aprovechando de un episodio de calentura que aún no había terminado. Sí, tenía que ser eso.
“Oriana… Ori, amor… Oriana… ¿estás ahí”, la voz de su novio sonaba distante, casi como si proviniera de un recuerdo. Ella estaba sumergida en un estado nebuloso, onírico. Era una muñeca de trapo que ya no ofrecía resistencia. Separó más las piernas, porque tenía las rodillas flexionadas en una posición incómoda, las estiró y de esa forma le hizo la tarea mucho más fácil a Nicolás. Las embestidas contra su boca eran tan potentes que le hacían sacudir la cabeza de atrás para adelante, sin que ella pudiera controlarlo. Quien viera la escena desde afuera pensaría que ella era la que se movía, buscando tragar lo máximo posible de esa ancha verga que le hacía doler la mandíbula. 
―Perdón, amor… perdón ―dijo cuando Darío liberó su boca por unos segundos. 
―Ori… Ori… ¿qué te están haciendo?
―Me… auch… me están cogiendo amor… me están cogiendo fuerte…  
―¿Y te gusta, putita? ―Preguntó Nicolás desde atrás, sin dejar de darle duras embestidas―. ¿Querés más? 
―Quiero que terminen… háganme lo que quieran, acaben de una vez… solo te pido que me la metas un poco más despacio… me estás rompiendo la concha.
―Te vamos a soltar para que te acomodes mejor ―dijo Nicolás―, pero si intentás escaparte va a ser peor. ¿Está claro?
―Sí, muy claro… ―Nico le sacó la verga, fue un gran alivio para su sexo―. ¿Qué tengo que hacer?
Le indicaron que debía quedarse inclinada hacia adelante, con sus grandes tetas bailando en el aire y con el culo bien levantado. Puso las manos sobre sus rodillas y las mantuvo juntas.
―Ahora sí, metela… ―pidió Oriana―. Pero despacito, por favor… ―El glande de Nicolás se posó en la entrada de su concha y empezó a entrar lentamente―. Ahhhh… ufff… dios… ¡qué grande! No puedo creer que esa cosa esté entrando. 
―Ahora chupame la pija otra vez… ―dijo Darío.
―Está bien.
―¡Oriana! ―Gritó Fernando en el teléfono.
―Perdón, amor… tengo que hacerlo. 
Abrió grande la boca y recibió la verga de Darío sin oponer resistencia. Esta vez sí la chupó a consciencia. Movió su cabeza y usó su lengua tanto como pudo. Se sentía rara practicándole sexo oral a un desconocido… y además tenía a otro que estaba haciendo un gran trabajo con su concha. Se sentía rara… muy rara. El miedo ya se había esfumado, pero quedaba una incómoda sensación… ¿de placer?
Oriana fue consciente de que su novio estaba escuchando sus gemidos y sonidos guturales cuando él repitió: “¿Qué te están haciendo, amor?”. Hizo un gran esfuerzo para guardar silencio; pero era imposible. No podía evitar gemir cada vez que Nicolás la penetraba, su concha no estaba preparada para una verga tan grande. Nunca había sentido una penetración tan profunda… ni tan contundente. 
Dios… este tipo es muy bueno. Sabe lo que hace”, se lamentó Oriana. 
Nicolás le estaba haciendo vivir sensaciones que nunca había experimentado con su novio. Ahora entendía lo que sentían esas mujeres en los videos porno que tanto le gustaba mirar cuando eran penetradas por tipos expertos en el sexo. Este estado de gozo la llevó a tragar la pija de Darío con más ganas, movió rápidamente su cabeza de atrás para adelante, como si fuera una actriz porno de aquellos videos que usaba para masturbarse. 
Los vi un montón de veces, sé lo que tengo que hacer”, se dijo a sí misma.   
Darío se apiadó de ella y sacó la verga para dejarla respirar. De la boca de Oriana chorreaban hilos de saliva. 
―Ya basta, por favor ―dijo ella, sin aliento. Esta súplica fue por respeto a su novio. No quería que él siguiera sufriendo este calvario. Pero ella… ella podría aguantarlo. Sí, sí que podría.
―Vamos a parar cuando te tragues toda mi verga ―respondió Darío.
―No puedo… es demasiado grande. Lo intenté, pero no puedo tragarla toda… auch… ―Nicolás estaba moviéndose con mucha soltura, las embestidas eran tan precisas y la verga entraba tan bien que Oriana veía las estrellas cada vez que se la metían―. Ay… por fin entró bien… uf… sí, así está mucho mejor. 
―Se nota que te gusta ―le dijo Darío, con una risotada―. Ya estás pajeándote…
Los dedos de la mano derecha de Oriana estaban frotando rápidamente su clítoris. 
―No… no… lo hago para que lubrique… solo por eso… así duele menos…
Se sintió completamente humillada. Ni siquiera se dio cuenta de cuándo empezó a masturbarse, lo hizo por puro reflejo. Como si su concha le hubiera pedido un poco de cariño extra. Con la mano izquierda agarró la verga de Darío y comenzó a lamer el glande. 
Darío le pasó el celular a Nicolás y éste dijo: 
―Che, cornudo, tendrías que ver lo bien que la está pasando tu novia con estas dos pijas.
―¡Te voy a matar, hijo de puta! ―chilló Fernando, lleno de impotencia. 
―No les hagas caso, amor… 
―Pero… te están cogiendo!!
―Ss… sí… pero no es para tanto.
―¿Te gusta? ―Preguntó Fernando―. ¿Te gusta?
―Ay, no me hagas decir esas cosas, amor…   
―Quiero que digas la verdad… ¿te gusta?
Oriana optó por guardar silencio, pero esa estrategia no le iba a funcionar. Solo sirvió para que Nicolás se ensañara más con ella. Le dio una seguidilla de duras embestidas sin bajar el ritmo, todo el cuerpo de Oriana se sacudió con cada pijazo y los gemidos llenaron la habitación. 
―¡Ay, ay, ay…!
―Escuchá cómo grita la putita ―dijo Nicolás―. Se nota que le gusta. 
―¡Oriana!
No pudo decirle nada a su novio que clamaba por una explicación. La única alternativa que encontró para callar sus gemidos fue tragar la verga de Darío tanto como pudo. Se esforzó porque entre completa, pero era imposible. Aún quedaba buena cantidad de ese falo por fuera. 
Ahora sus gemidos sonaban sordos y se mezclaban con los sonidos guturales que surgían de su garganta al tener que luchar con una verga tan grande. Rogó que Nicolás se cansara, que le diera un respiro y se enojó consigo misma al sentir un pequeño alivio cuando se dio cuenta de que él no se detendría. Había una parte de su ser que no quería que él se detuviera, una parte más primitiva y animal, un rincón de su psiquis que nunca antes había tomado tanto control de su cuerpo. 
Se aferró con amabas manos a la parte posterior de los muslos de Darío, separó las piernas y se apuntaló bien con ellas, así quedó doblada por la mitad, completamente empalada por la concha y por la boca. Ella misma retrocedió, buscando que la pija de Nicolás se le metiera aún más adentro. Y lo consiguió. Cuando la verga entró hasta el fondo soltó un grito que murió ahogado por la verga en su garganta. 
Darío jugó con sus tetas, las amasó y pellizcó sus pezones… y para su sorpresa, esto no le molestó. Estaba orgullosa de sus tetas. Le gustaba cada vez más que la gente se fije en ellas, que se las miren con descaro… y que se las toquen, como lo estaba haciendo este tipo. 
Oriana se esforzó por tragar esa verga tanto como le fue posible. Los ojos le lagrimearon por el esfuerzo. Pero era imposible, simplemente no podía contener algo tan grande dentro de su boca. Aunque… se sentía extrañamente bien. 
Darío le ayudó moviendo la pelvis y empujando la verga dentro de su boca: “Puedo hacerlo, puedo hacerlo ―se repitió―. Si la trago toda estos dos me van a soltar”. Debía aferrarse a esa esperanza, porque no tenía nada más. Estaba totalmente entregada y eso era humillante. 
―Cornudo ―dijo Nicolás, sin dejar de darle duro a Oriana―. Tendrías que ver cómo traga pija la putita de tu novia. Se ve que le gustan bien grandes.
―¡Mentira! ―Chilló Fernando, con la voz quebrada.  
― ¿Te gusta mi verga, putita? ―Dijo Nicolás.
En ese momento a Oriana se le ocurrió una idea. No había visto bien el miembro de los dos hombres, pero le dio la sensación de que el de Nicolás era más corto… aunque más ancho. Quizás con esa verga tendría más oportunidades de tragarla completa.
― ¿Querés que te la chupe? ―Preguntó.
― ¿Te la querés comer? Vamos a cambiar de lugares, Darío.
―Se ve que tu novia la está pasando de maravilla ―dijo Darío―. Ahora quiere probar otra pija. 
―Se la chupo a los dos ―se apresuró a decir Oriana. Con eso pretendía evitar que se la volvieran a coger. 
―Uf… esta putita quiere leche, lo pide a gritos ―dijo Nicolás.
―No les hagas caso, amor… ignoralos. 
―Para que te portes bien, vamos a tener que tomar medidas drásticas ―dijo Darío.
Hizo que Oriana se arrodillara en el piso y usó un precinto de seguridad para atarle las manos. Ella intentó zafarse pero esa pequeña cinta plástica era realmente efectiva. No podía moverse.
Nicolás no perdió tiempo. Metió su ancha verga en la boca de Oriana y ella entendió de inmediato que esta tampoco podría tragarla completa. Ni siquiera podía afirmar que fuera más corta que la de Darío. 
La chupó solo unos segundos, luego tuvo que abrir su boca otra vez para volver a recibir la verga de Darío. Debía intentarlo una vez más. Pero era difícil. Ahora tenía que turnarse para chupar las dos pijas. Había visto esta secuencia en videos porno en varias ocasiones y creyó que sería más sencillo. Sin embargo, con las manos atadas a su espalda y con las embestidas animales que le daban estos dos, era realmente difícil.  
―¿Oriana? ¿Oriana? ¿Estás ahí? Contestame…
―La putita de tu novia se volvió a tragar la pija ―dijo Nicolás―. Ahora no te puede hablar. ¡Cómo le gusta chupar! Le voy a dar de tomar la lechita.
―Hijo de puta! ―Gritó Fernando; pero fue ignorado.
― ¿Querés leche, putita? ―Preguntó Darío.
―Solo quiero que acaben… ―respondió ella. Lo que más deseaba en el mundo era que este momento tan humillante se terminara.
―Vamos a acabar ―dijo Nicolás―, pero vos te la vas a tomar toda.
―Me la tomo toda… solo… acaben de una vez…
Abrió la boca y esperó. Nicolás fue el primero en descargar todo su semen contra ella, apuntando directamente a la cara. Ori no tuvo ninguna oportunidad, los lechazos empezaron a pintarle las mejillas, la nariz, la frente, la boca… incluso su lengua recibió una abundante cantidad, y antes de que se diera cuenta, Darío también se había sumado a este denigrante ritual. De su verga salió aún más leche que de la anterior.   

   —-----------

En el cuarto de al lado Xamira y Mercedes intercambiaban suaves besos post-coito. No habían escuchado ninguno de los gritos de Oriana. Ellas disfrutaron a pleno, concentradas en el cuerpo de la otra y nada más. 
―Al parecer no te molesta demasiado saber que nos están observando ―dijo Mercedes en un susurro mientras sus dedos jugueteaban con uno de los pezones de Xamira.
―Sí me molesta; pero entiendo por qué tenemos que hacer esto. 
―Espero que tu amiga haya tenido suerte.
―Hablando de eso… quiero salir, para ver por qué está demorando tanto.
―Muy bien. Yo voy a aprovechar para darme una ducha. Me dejaste agotada. Pocas veces estuve en la cama con mujeres tan enérgicas como vos.
―Me gusta hacer gala de mi buen estado físico.
Volvieron a besarse en los labios.
Xamira caminó por el pasillo en puntas de pie y mirando sobre su hombro. No había nadie y eso la tranquilizó; pero de pronto escuchó un quejido femenino proveniente de la habitación contigua y se sobresaltó.
Cuando entró se encontró con Oriana, de rodillas en el piso. Tenía la cara cubierta de semen y Darío, el mozo de equipaje, le estaba metiendo su verga en la boca. A Xami le llevó varios segundos reaccionar y entender lo que estaba ocurriendo, y eso fue un error.
―Al parecer tenemos otra putita con ganas de jugar ―dijo Darío, y acto seguido se abalanzó sobre ella y la agarró del cuello―. Les vamos a demostrar lo que hacemos con las curiosas que se meten donde no las llaman. 
Xamira pataleó e intentó zafarse, pero el tipo prácticamente la levantó, obligándola a pararse en puntas de pie. Con una mezcla de terror y confusión, sintió cómo una verga erecta se introducía en la concha de Xamira con extrema facilidad. Ella se reprochó el estar tan húmeda, dilatada… excitada; pero todo era producto de su encuentro sexual con Mercedes, ese tipo no tenía nada que ver. No permitiría que ese degenerado disfrutase de su cuerpo… y mucho menos de su concha. 
Xamira lo empujó y logró zafarse. Acto seguido le propinó un fuerte puñetazo con la mano derecha en la mejilla. Estaba preparándose para dar un segundo golpe cuando Nicolás, que casi la doblaba en tamaño, la sujetó con fuerza por detrás y la obligó a apoyarse contra la pared. El tipo no dijo nada, le dobló un brazo por detrás de la espalda y la penetró en la concha. Esta vez sí que la sintió. Xamira creyó que su sexo se desgarraría. El miembro de ese tipo era exageradamente ancho y sus músculos vaginales se tensaron tanto que creyó sufrir un desgarro. Chilló de dolor cuando el troglodita comenzó a darle duras embestidas. 
―Dale duro a esa putita, para que aprenda a no joder con… uff…
Darío no terminó la oración, Oriana lo empujó, usando sus hombros. Logró que el tipo perdiera el equilibrio y que su cabeza se azotara contra la pared. Cuando Darío logró recuperarse de este golpe, miró a la japonesa con ojos inyectados de ira… y ella se horrorizó. No podía luchar contra ese tipo, no conocía técnicas de pelea como Xami. Solo actuó por puro instinto de defensa.
Darío, el atractivo recepcionista, ahora estaba hecho una furia. Comenzó a acercarse a Oriana. Al ver esto, Xamira emitió un fuerte chillido, tanto que asustó a Nicolás, quien la soltó de golpe. 
Xami aprovechó para darle un fuerte codazo en la mandíbula al gorila con el falo ancho y luego le dio un puñetazo de zurda a Darío en la oreja. Este golpe fue devastador. Lo dejó aturdido y le hizo perder el equilibrio. Cuando cayó al piso Xamira se abalanzó sobre él y ejecutó tres puñetazos bien dirigidos. El primero contra el ojo izquierdo de Darío, el segundo contra la mejilla y el tercero en la mandíbula. 
La chica se puso de pie rápidamente sabiendo que este sujeto ya estaba fuera de combate; pero el otro no. Sabía que no tenía chances en una pelea cuerpo a cuerpo contra un tipo tan grande como Nicolás, por lo que optó por una táctica tan rastrera como efectiva: Le dio una brutal patada en los testículos. Tan dura que el tipo aulló como un lobo ante la luna llena y cayó de rodillas, agarrando sus partes magulladas. Xami sabía que no podía darle chances de recuperarse, por lo que el siguiente golpe fue un tremendo rodillazo en la nariz. El golpe fue seco y partió el tabique de Nicolás. El tipo cayó de espaldas al suelo, junto a su compañero, y se quedó allí, inerte.
―Ay, amiga… no sabés cuánto me alegra que hayas entrado… estos hijos de puta me querían coger… voy a llamar a la policía… quiero que los metan presos de por vida…
―Ori, calmate ―le dijo, mientras la sujetaba de los hombros―. Respirá. Pensá con claridad. Necesitamos evidencias… de la computadora. Sacá fotos… de ellos también, de toda la habitación. Rápido, dale. 
―Em… sí… sí… tenés razón.
Oriana, con dedos temblorosos, alzó su celular del piso y actuando de forma mecánica comenzó a tomar fotos de toda la habitación, en especial del monitor que mostraba a Mercedes saliendo del baño envuelta en una toalla.
Al ver esto Xamira fue a hablar con la actriz y le dijo que necesitaban vestirse a toda prisa y salir de allí antes de que esos dos hijos de puta se despertaran… y que no había tiempo de explicar nada. 
Oriana se unió a ellas apenas unos segundos más tarde. Las tres mujeres se vistieron a toda prisa y abandonaron el hotel sin mirar atrás. 
Xamira le sugirió a Mercedes que se subiera a un taxi y se fuera de allí cuanto antes, le prometió que ellas se encargarían del asunto. Cuando la actriz se marchó, Oriana miró a su amiga y preguntó.
― ¿Ahora qué hacemos? ¿Llamamos a la policía?
―No, si llamamos a la policía van a filtrar los videos de Mercedes. 
―Sí, tenés razón. Ya lo había pensado… perdón, es que estoy muy alterada… le dijeron de todo a mi novio, por teléfono… hasta le mandaron una foto… no sé cómo le voy a explicar todo lo que pasó.
―Ori… necesito que te tranquilices. Sé que todo lo que pasó fue muy… caótico; pero tenemos que pensar con frialdad. Acordate de eso. Volvamos al hotel
―¿Qué estás loca? ¿Para qué?
―Para dejarle una nota a esos hijos de puta.
En la vacía recepción del hotel Xamira garabateó su número de teléfono en un papelito junto a la frase: “Llamame, si no querés terminar preso. Vamos a ajustar cuentas”.   
Sabía que el recepcionista no podría ignorar esa nota. Lo que no tenía tan claro era por qué le había pedido que la llame, lo hizo solo porque recordó las palabras de Siara. A ella se le había ocurrido una forma de sacar provecho de esta situación y quería dejar viva esa posibilidad, al menos hasta que Siara pudiera explicarle qué tenía en mente. 
Abatidas, cansadas y adoloridas, Oriana y Xamira regresaron por donde habían venido. Por más que no todo hubiera salido como lo habían planeado, tenían que reconocer que habían hecho un gran avance en el caso de Mercedes, y todo lo demás no importaba.  
―Hey, Ori… después de lo que pasó… voy a necesitar hablar con alguien, y creo que vos también. ¿Querés quedarte a dormir en mi casa? 
―Sí ―respondió, tomándola del brazo. Luego, sin prestar atención a que estaban en plena calle y cualquier desconocido podría verlas, la besó en la boca―. Gracias por rescatarme.


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