“Fiesta de despedida”
Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html
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Estaba a tan solo unos metros de la casa de su hermana, cuando le llegó aquel mensaje a su móvil. Al mirarlo, aquel ser depravado se desvaneció y nuevamente el hombre que se esmeraba por la felicidad de su familia regresaba. Aunque fuera por segundos, escuchar la voz de su hijo menor, preguntando cuando volvería, lo emocionó. Con la decisión clara, de que aquel día, sería el último en casa de Blanca y que a partir de mañana estaría de vuelta en su casa, Tomás comenzó a mover los hilos para hacer realidad su fantasía.
Sabía que de sus tres sobrinas, la única que se iba a negar en un principio a compartirlo, sería Mar. Por lo que, antes de hacer cualquier cosa, tendría que hablar con ella y convencerla a ser parte de su pervertido juego. Para fortuna de él, sus sobrinas individualmente ya habían maquinado una forma de despedirlo y Mar se encontraba en casa, esperándolo. La hermana de al medio se había adelantado a sus otros hermanas, asegurándose así, ser ella quien pase esa tarde y noche con su tío.
Tomás al llegar a la casa, quedó paralizado, no podía creer lo que sus ojos contemplaban. Mar por su parte, sonrió, sabiendo que su jugada había sido efectiva y tras deleitarse con el rostro asombrado de su tío, rápidamente observó aquel bulto que se forma en los pantalones del hombre. Él no esperaba para nada aquel movimiento de Mar, las palabras no fluían, pero era lo de menos, ya que esa muchacha solo buscaba empalar esa verga de la cual se estaba haciendo adicta.
La joven estaba completamente desnuda en uno de los sofás, con su voluptuosa anatomía recostada en él. El corazón le latía por mil, dado al riesgo que había corrido, pues fácilmente quién pudo entrar por la puerta, pudo haber sido otra persona. Excitada y con su carita juguetona, se pone lentamente de pie, tras modelarle brevemente al maduro, se le acerca, haciendo que en cada pisada que daba, sus senos boten, como dos balones. Aquel oscilante bambaleo, hipnotizó al psicólogo.
Por más que quería hablarle, sus labios no se movían y sus cuerdas vocales no se hilaban. Ver esa voluminosa silueta esparramada en el sofá, sin nada que lo tapada, le resultó muy erótico y ahora que la tenía de frente le era difícil modular. La jovencita, pegando sus lechosas tetas en él, lo observa con inocencia, buscando así tener la atención definitiva de su tío. Manteniendo el silencio, Tomás rodea la cintura de Mar con sus brazos, mientras se agachaba, para que sus labios rozaran esa boquita ardiente.
–“Tío Tommy, no te vayas. Quédate conmigo, yo seré tu esposa, de ahora en adelante”- enunció, sabiendo que ese hombre apenas mantenía el control. Tomás no dijo nada, en su lugar estrujó ese carnoso culo y devoró esa boca. Sus lenguas se cruzaban y bailaban fervientemente, mientras sus cuerpos descendían al yugo de la lujuria. Ninguno pensó qué estar besándose ahí, era peligroso y que alguien podría encontrarlos cometiendo aquel pecado.
Tomás continuó callando, solo la besaba y amasaba esos glúteos redondos, luego la cargó y la llevó a su habitación, en donde la desnudó para empotrarla con vehemencia. Sus manos apretaban con fuerza los senos de la chavala y pellizcaba sus pezones. Todo eso, sin decir ninguna palabra. Mar notaba claramente la diferencia con el sexo anterior, cuando su tío tomaba las riendas, era algo completamente nuevo y muchísimo mejor. La forma en que exploraba su cuerpecito, los besos y las embestidas, no tenían comparación.
Tras hacerla venir tres veces, Tomás decidió confesarle su sueño, a la vez que jugaba con el culito de la muchacha. Las palabras compartir, no fueron para nada del agrado de Mar, le desagradaba la idea, sin embargo, el psicólogo astutamente sobaba su polla contra el orificio anal de ella, haciendo que Mar no pensada con claridad y se limitada a aceptar lo que estaba planteando su tío. Además el hombre, ingeniosamente, propuso un lugar morboso para llevar a cabo aquel acto pervertido.
Mar presa por esa verga embadurnada por sus fluidos y que golpeaba su ano, terminó aceptando. Van a la habitación de Blanca, donde comienzan a escribir sobre esa helada cama. Él lentamente fue cavando por ese esfínter, la puerta de la habitación se abrió, el maduro no se dio el tiempo de voltearse, solo siguió en su tarea, pero Mar que se retorcía de dolor y placer, vio borrosamente la figura de su hermana menor. Luna enfurecida, le recriminó a su tío, porque le había prometido jugar con ella.
Tomás sencillamente la ignoró y siguió batiéndose contra esa ajustada cola, Mar no hacía otra cosa que gemir, porque cada estocada que le daban era más mortal que la anterior. La menor de las sobrinas del hombre, estaba a punto de llorar, al ver que nuevamente sería desentendida. No obstante, el maduro sacó su miembro de ese culito y se volteó para mimar a Luna. Ella al ver que su tío estaba en frente, no le regaló una sonrisa de felicidad, sino hizo un puchero por hacerla sufrir.
Aunque no podía estar enojada, al tener tan cerca esa tranca, menos porque él le sujetaba suavemente la barbilla, para que lo mirada a los ojos y aproximaba paulatinamente sus labios. El corazón volvía a latir de forma exasperada, sentía como si le fuera a salir de su pecho. Toda esa ansiedad fue apaciguada con el contacto de sus bocas, fue breve, pero lo suficiente candente para dejar embelesada a esa muchachita. –“Hoy es mi último día en esta casa, así que espero que no te moleste que tu hermana, se haya unido a mi fiesta de despedida”- fueron las declaraciones del psicólogo, mordisqueando sus labios.
Luna solo asistió con su cabecita, no tenía ningún problema de compartirlo, si eso significaba poder deleitarse con el miembro robusto de su tío. Tomás le sonríe por ser una buena chica y la recompensa con otro beso, esta vez más largo. Mientras sus lenguas luchaban cálidamente, él comenzaba a desvestir a su pequeña sobrina, quitándole cuidadosamente el jersey de tonalidad añil que llevaba puesto. Una vez que se había deshecho de esa prenda, pasa a retirarle el pantalón blanco.
La jovencita solo quedando con un sostén y calzón negro, le sonríe a su tío como si estuviera avisándole que haría una maldad. Y es que, aprovecha que el maduro estaba absorto en su figura bronceada, para agacharse y tomar ese tronco entre sus delicadas manos. Al igual como lo había hecho en la mañana, se allega a la cabeza, para acariciarla con sus labios, dejando marcado su labial color fucsia en ella. Tras realizar eso, abre su boquita y envuelve ese capullo con tiernos labios.
Su lengua, comienza a saborear la glande con pequeñas lamidas. El gusto de esa polla era diferente a la mañana, era evidente, ya que el sabor del coño y culo de su hermana estaba impregnada en ella. No obstante, en vez de molestarle aquellos jugos, los encontraba fascinantes. Sus uñas jugaban con ese par de huevos, arañándolo como si fuera una bola de enjambre. Tomás jadeaba con mucho gusto, su sobrinita sin duda sabía cómo dar felaciones, más al no tratar de hacer algo que le era imposible, como meterse toda esa tranca.
Mar que había agradecido el descanso que le había dado su tío, después de la brutal cogida que le estaba dando, empezaba a enojarse, por no ser atendida. Levantándose con mucho esfuerzo de la cama, camina hasta donde se encontraba el hombre con su hermana. Apoyándose en la espalda de él, busca una de sus manos, para que se divierta con su chochito. Tomás entiende lo que quería Mar, así que no se lo niega y aproxima sus dedos a ese mojado sexo.
Primeramente roza con sus yemas esos labios vaginales, delinea sobre su clítoris, para que finalmente sumerja sus dedos en esa ferviente vagina. El coro de gemidos de Mar no tardó en hacerse presente, los cuales intentaba ahogar, besando y chupando la espalda del maduro. Él tenía a su sobrina caprichosa y a la tímida, bajo a su merced, solo le faltaba la vulgar, para hacer esa tarde inolvidable. Sabía que era cuestión de minutos, para que Chloe se uniera.
Tomás se queda mirando fijamente la puerta, entonces ve aparecer a la mayor de sus sobrinas. Quien no se inmuta con lo que estaba ocurriendo dentro de ese cuarto, al contrario, parecía haberlo imaginado. A medida que se acercaba, se iba desprendiendo se su ropa, hasta quedar en pelotas al igual que sus otras hermanas. El hombre quería creer que esa figura que apreciaba era real, sin embargo, estaba casi seguro que era una mala broma de su desesperación.
Por eso no dijo nada, ni cuando esa chica se le pegó y murmuró –“Menos mal, llegué a tiempo”-, antes de besarlo. Tomás seguía creyendo que era una alucinación, por lo cual no se molestaba de acariciar esa piel tatuada con su mano libre. Eso hasta que siente como esa traviesa jovencita que pensaba que era una ilusión de su mente, le mordió la lengua, para que despertada. –“¿Ch-Chlo-Chloe?”- exclamó, desconcertado, mientras que ella sonreía pícaramente, tomando su mano para llevarla hasta sus tetas.
–“¿Qué pasa tío? ¿Acaso las tres somos mucho para ti?”- expresó Chloe con su sonrisa burlona que tanto le encantaba a Tomás. El hombre amasando con fuerza esos senos, se acerca a esos labios gruesos y los muerde, provocando un espasmo en su sobrina mayor, acompañado por un bramido. Ahora la sonrisa altanera la tenía Tomás, quien no quería perder ni un segundo de esa mágica tarde y machacar esos coñitos ardientes.
Luna al detener su mamada, se dio cuenta de lo hinchada que estaban las venas en ese falo, parecían que iban a estallar. La imagen era impactante y a la vez excitante, porque hacía lucir a esa paleta de carne, más inmensa de lo que ya era. Las hermanas se miraron mutuamente, para decidir quién sería la primera en montar esa verga que las tenía locas. Sin decir ninguna palabra, ellas se comunicaban a través de los gestos de sus caras, algo que poco y nada le importó a Tomás.
Ya que, sin esperar la decisión de esas putitas, tomó a Luna y se la ensartó en el coño de una estocada. La muchacha se retorció y gritó ante colosal penetración. Recostándola en la cama, él comienza a bombear, observando una sonrisita de placer en la cara de su sobrina menor. Mirando hacia donde encontraban las otras dos, les pide que se aproximen. Al hacerlo, le ordena a Chloe que se colocara encima de Luna, con esa pomposa colita elevada.
La joven obedece, sus gordas y grandes tetas, chocaban con las pequeñas de su hermanita, las cuales se rozaban con cada penetración, al igual que sus bocas, las que estaban a tan solo centímetros de untarse. Tomás con su mano derecha, traza la figura de Mar, al mismo tiempo que le daba un húmedo y cachondo beso, para después llevar su boca a ese culito que tanto ansiaba follar. Sacando su lengua revoltosa, lame el largor entre esos cachetes y la vulva de la jovencita.
Fueron tres lamidas de esa forma, las cuales se detenía en ese anito que temblaba ante el regocijo. Su lengua se incrustaba en ese orificio, llegando de forma extraordinaria bien hondo. El cuarto era un recital de jadeos, Luna chillaba al tener esa polla revolviendo sus entrañas, Mar por esos dedos que se clavaban en su vagina y Chloe con esa comida de culo que le estaban dando. Los alientos de la mayor y la menor, empezaba a ser sofocante, al tener sus caras tan cerca.
Dejándose llevar por sus impulsos, buscaron alivio en sus bocas, era la primera vez que ambas besaban a alguien de su mismo sexo. Lo que hizo más morboso el ardiente encuentro de sus lenguas. Tomás dejó de comer ese culito, para darle su ración de saliva a Mar, quien esperaba con la boca abierta, ese morreo. Por esos segundos, la habitación se mantuvo en silencio. Luna no soportó tanto gozo y terminó acabando, soltando un gran chorro de sus fluidos.
Tomás retiró su miembro y dejó que la más joven de sus sobrinas, descansada por unos minutos. Sin embargo a Chloe, no le dio tregua, no solo su lengua se paseaba por su esfínter, sino que también la nalgueaba. No de una manera brusca, pero los azotes eran reiterativos, quedando tatuada esas palmadas en sus glúteos. La joven entró en un éxtasis incontrolable, su cuerpo entero pedía ser embestido salvajemente por esa tranca descomunal.
Con sus garritas intentó tocarla, para sobarla contra su coñito empapado. No obstante, solo pudo raspar ese mástil con sus uñas, antes de que él se detuviera de lamer su culo y se alejada de ella. Al voltear, se muerde los labios, porque su tío había cargado a Mar, mientras sus labios se fundían en un denso y acalorado beso, sus sexos se rozaban. Las manos del hombre magreaban ese trasero de una circunferencia perfecta y se perdían al tratar de acariciar ese dilatado agujero anal, que ardía por la reciente cogida que le había dado.
–“Ooohhh, Diooosss… Tío, me matas de placer”- dijo la chavala, sin dejar de mover su pubis contra él. –“Y tú me vuelves loco, Mar. Con este cuerpecito tan voluptuoso”- le contestó el hombre, queriendo perderse entre esas montañas de carne. –“Fo-fóllame tío… Fóllame, igual que Luna”-, –“Con mucho gusto, ¿a dónde la quieres?”- interpeló, refregando su rostro entre esas tetas. –“Uufff… Dios, en el orto, tío… Quiero que me sigas partiendo el orto”- respondió con euforia.
Tomás alegre por la elección de su sobrinita, la lleva a la cama, en donde se acomoda, para que fuera ella quien se metiera su verga en el culo. Totalmente erguida como un cohete, su polla esperaba el abrasador y acogedor orificio anal de Mar. Luna y Chloe, se colocaron en cada uno de los costados, para deleitarse con la penetración. Lentamente Mar fue descendiendo, el tener los ojos de sus hermanas expectante, la llenaba de un ferviente deseo.
Estaba totalmente cachonda, que sentía que podía acabar sin ni siquiera tener ese pene dentro de ella. No obstante, sabía que con eso, le cedería su lugar a Chloe, así que cerró los ojos para concentrarse en solo esa tranca y ella. La glande toqueteó su recto, lo que la hizo temblar. Suspirando suavemente, se muerde los labios y se clava esa punta redonda. Solo tenía cerca de 5 centímetros dentro de ella, pero se sentía jodidamente bien. Paulatinamente fue bajando hasta tener el pene entero de su tío, devorado por su ano.
Mar entre desgarro y gozo, empezó a mover sus caderas, con sus manos apoyadas en el pecho del maduro. Entretanto, Chloe y Luna, eran palpadas por los dedos de su tío, ellas querían ahogar sus chillidos con la boca del hombre. Sin embargo, él les ordena que chuparan los senos bailarines de su hermana. Ambas muchachas se allegaron a esas masas sudorosas y se pegaron a sus pezones como dos infantes recién nacidos. –“Ahora, con sus dedos, satisfagan a ese coñito”- señaló Tomás.
Las muchachas como títeres, hicieron caso a cada una de las peticiones de su tío. Mar veía todo nublado, con el placer que le estaban dando, su aliento se aceleraba y sus alaridos se hacían más intensos. El martilleo en su culo se fue haciendo más fuerte, al igual que las mordidas a sus tetas y su coñito invadido por los finos dedos de sus hermanas. Con todo eso, la hermana de al medio, no resistió más y acabó, desparramándose encima del maduro, quien rellenó ese culo con su leche.
Mar quedó totalmente satisfecha, solo quedaba una de las hermanas a las que Tomás debía complacer. Su adorada y mimada Chloe, quien sentada en sus piernas y con el pecho agitado, lo miraba. Sus ojitos brillaban de ternura, a la vez que transmitían su fiereza. El hombre acortó la distancia entre los dos, quedando su nariz chocando con la de ella. Despejándole el cabello que tenía en su cara, se aproxima a sus labios gruesos, para embriagarse con esa melosa y ardiente saliva.
Luna que estaba echada en la cama, contempló esa romántica escena, que rápidamente se transformaría a una erótica. Tomás besaba el cuello de Chloe, mientras sus afilados dedos abrían ese culito como el de Mar. Ganando cada minuto, para que su verga se colocara dura de nuevo. Algo que estaba siendo difícil, más que nada porque había estado cogiendo durante cuatro días, no obstante, no se iría de esa casa, sin haberse follado analmente a su sobrina mayor, como correspondía.
Exploró el cuerpo divino de Chloe, hasta que finalmente su miembro se puso erecto y listo para la última descarga en esas vacaciones candentes que se había tomado. –“Guao… Por más que la vea, no puede acostumbrarme a su tamaño y grosor”- expresó la muchacha al tocar la vigorosa polla de su tío. –“Y ahora, la tendrás otra vez en tu culito, para que jamás me olvides”- respondió Tomás, apretando esos dos cachetes. –“Yo no voy a olvidarte Tomás, nunca lo haré, desde esa primera nalgada que me diste, te quedaste impregnado en mi memoria”- argumentó, dándole piquitos.
Tomás: ¿Y cómo me puedo fiar que tú no te verás con otro apenas dé un paso fuera de esta casa?
Chloe: (Sonríe) ¿Tanto te mosquea que me encuentre con otro?
Tomás: Mucho.
Esa simple frase, podía significar nada, quedar en el olvido como las demás palabras que había dicho. No todas las cosas que diga un hombre eran verdad, menos si lo único que quiere de ti, es sexo. Ese era el pensamiento de Chloe, sin embargo, siempre que hablaba con ese hombre, antes, durante y después del sexo, notaba honestidad en cada una de sus declaraciones. Él no mentía como otros, o tal vez era un gran mentiroso, uno muy bueno que resultaba imposible descubrir sus artimañas.
A pesar de eso, su corazón ya latía fuerte, con la ilusión de que él no la estaba engañando y tenía celos de dejar que otro la tome en su ausencia. ¿Pero acaso lo de ellos no era más que una aventura durante esos días?, luego de que él se vaya todo regresaría como era antes, y esas juntas apasionadas que compartieron, solo quedarían en sus recuerdos, porque no volvería a suceder, ¿verdad?, ni siquiera ella lo sabía, siempre creyó que no habría un después de que él se fuera, porque por más que la calentara y conociera sus debilidades, jamás le ha gustado ser el segundo plato para un hombre casado.
Apoyando sus manos contra la puerta, mientras ese sable se acercaba con lentitud a su cola, Chloe continuó pensando. Pensando que no estaría mal, seguir con ese juego, porque a diferencia de otros hombres, él le producía cosas que nunca había experimentado. Su esfínter dilatado, fue recibiendo con mucho gusto ese gran trozo de carne. Sus chillidos se hicieron más altos, se mordía los labios y arañaba la puerta. El dolor era lo de menos contra el regocijo que estaba viviendo.
Había tenido sexo anal anteriormente, pero por qué con Tomás se sentía jodidamente mucho mejor. Serían sus años de experiencia o sencillamente porque era un buen amante. –“Ohh Dios, oh Dios, ooohh Diooosss…”- exclamó, con sus gordas tetas chocando contra la puerta. Aun no tenía todo ese tronco adentro, y ya sentía que su orto estaba bien abierto, sus piernas no dejaban de temblar, apenas se sostenía porque el maduro la tenía sujeta de su cintura.
Para Tomás ese agujerito estaba cumpliendo sus expectativas, cada vez que intentaba retirar su miembro, ese ano lo apretaba con una fuerza abismal y se lo chupaba como si fuera una boca. Entretanto, cuando empujaba, ese culito se contraía y envolvía con su calor ese pene maduro. –“Jo-joder… Que colita más rica tienes, Sirena”- dijo el hombre, deteniendo sus estocadas por unos instantes, ella recuperando el aliento, giró su cabeza para mirarlo.
Tomás le regaló una sonrisa y delineando por esas curvas, empezó a retomar sus embestidas, las cuales eran lentas pero profundas. –“Uuugghh… Oooohhh…”- tras los jadeos de la muchacha, él colocó sus labios sobre los de ella y sus dedos toqueteaban ese ensopado coño. Ella sacó su lengua, para que se enrosque con la de su tío, algo que el maduro tardó intencionalmente en hacerlo, provocando el agobio en Chloe, porque tanto su culo como vagina estaban siendo atendidas, solo su boca faltaba.
Al hacerlo, la joven quedó absorta en el delirio, no importaba las veces que lo hiciera con ese hombre, siempre se sentía diferente e increíble. Mientras la besaba, Tomás fue aumentando su ritmo, machando más fuerte ese esfínter, hasta que finalmente, ambos terminaron. Al retirar su polla, su esperma comenzó a ser expulsado por ese hoyito, su sobrina, se desplomó en el suelo, totalmente agotada. Él la cargó y la llevó a donde estaban sus otras hermanas.
Tomás sabía que debía descansar, porque ya no le quedaba fuerza, pero primero fue a darse una ducha tibia. Cerrando los ojos, imaginaba que al regresar a casa, iba a tener que seguir con ese juguito de su esposa. Solo esperaba que le diera unos días de descanso, ya que sus sobrinitas, prácticamente lo habían dejado seco. Isidora en cambio, se sentía más enérgica que nunca, Jorge se había ido de su casa y ella salió a comprar para la cena, durante su estadía en la tienda, se percató de los depravados ojos de los hombres hacía ella.
No le había desagradado sentirse deseada de nuevo, no obstante, aquello no la excitó. Ninguno de esos tipos, la encendió como lo había hecho Benjamín, que la llevó a un frenesí de emociones. El calor y sabor de sus labios seguían estando en su boca, su carita inofensiva de ángel y el demonio abultado de su entrepierna, aparecían al parpadear. Ella al regresar a su casa, no pudo evadir la desesperación para llamar a ese chico, inventar una excusa, para que fuera a su casa.
Pese a que sus impulsos eran bastantes fuertes, mantuvo la calma y quiso olvidarlo, como lo había intentado durante la noche anterior y todo ese día. Las manecillas del reloj avanzaban y no podía sacarse de la cabeza al hijo de su primer gran amor y la mujer que se lo arrebató. Sentándose a comer en la mesa, se dio cuenta que continuar odiando a April, ya no valía la pena, al final de todo, nunca fueron rivales, porque Tomás jamás mostró el más mínimo interés en ella.
Era difícil aceptar la realidad, pero así fueron las cosas. Cogiendo su celular, se colocó a mirar unos vídeos que su hermana le había enviado. Vicky se veía tan feliz, que llegó a sentir envidia, sin embargo, la sonrisa de su hermana la motivó para que diera vuelta la página. Si Victoria había cambiado, dejado de ser una puta que no tenía un amante fijo, para ser la zorrita de uno, quería decir que ella también podía hacerlo y dejar ese enfermizo deseo por su hijo.
–“Un clavo, saca a otro clavo”- murmuró, pensando en Benjamín, tocándose los labios y sonriendo. Palabras que lo más probable lastimaría a Bruno, por seguir estando enganchado a ese amor prohibido. Por más que Agustina era el centro de sus ojos, no podía olvidarse de su madre, de todo lo que hicieron, de sus acaricias, de sus besos, de la forma en que montaba su verga o cómo se la chupaba. Quería tener a ambas a su lado y no tener que elegir, porque no podía hacerlo.
Quizás lo hubiera hecho, si seguía la terapia que April le había propuesta, no obstante, el muchacho, decidió dejarla, asegurando que no era necesaria. Una mentira o más excusa, para no poder dejar ese síndrome de Edipo. Tomás, tras ducharse, bajó a comer algo y luego quiso irse a dormir, pero antes, se encontró cara a cara y a solas con Blanca. El corazón del hombre se agitó al tenerla en frente, porque temía que haya visto a sus hijas echadas desnudas en su cama y no sabía cómo explicar aquello.
Tomás: Blanca, yo…
Blanca: Ssshhh… No digas nada, Tomás. Pido perdón por hacerte venir hasta mi casa y no haber pasado tiempo contigo, pero quiero confesarte algo, la razón por la que no te hable mucho.
Tomás: ¿Qué cosa?
Interpeló el hombre, desconcertado.
Blanca: Temía que me vieras como una bicha rara, pero tras hablar con tu mujer, comprendí que ambos somos unos pervertido.
Tomás: ¿Cómo?
Blanca: Te imaginaba como alguien correcto, pero ahora sé que harías cualquier cosa para complacer a tu esposa. Y no te culpo, mi marido y yo satisfacemos nuestros fetiches en intercambios.
Tomás: (Asombrado) ¿U-u… Ustedes son swingers?
Blanca: Síp… Pero mantenlo en secreto, ya que mis hijas me admiran mucho, incluso Chloe. Si ellas supieran lo pervertida que soy, estoy segura que harían lo que quisieran y eso, sería una locura.
Expresó la mujer, sabiendo que sus hijas habían heredado ese espíritu libre y promiscuo. Tomás se quedó simplemente sin palabras, las cosas parecían ir teniendo más sentido en su cabeza. Claro, cuando April le habló que ellas no se acercaron a él antes, se debió primeramente por unas amenazas de Isidora. Ella debía saber perfectamente el secreto de Blanca, incluso debió participar en un intercambio junto a la pareja. Un puzle concluía y a la vez, se abría otro, pero que resolvería en otro momento, ya que estaba muy agotado.
Martes
Tomás arreglaba su maleta, para el viaje de regreso a casa, con lo meticuloso que era, verificaba que todo estuviera en orden, más de una vez. Realizando esa tarea, se percata que la puerta se abre ligeramente y de ella se asoma una melena negra y unas pupilas claras. Él sonríe, dejando sus cosas de lado, abre la puerta para que pase Chloe. La jovencita, llevaba puesto unos pantalones de cuero color negro, que se ceñía perfectamente a esa cola seductora y esas sensuales e interminables piernas.
Mientras que su torso solo lo cubría con una pequeña camiseta de tonalidad negra y sin mangas. Sus tetas resaltaban en esa prenda y brincaban con cada leve movimiento que ella hiciera. Sus pezones se marcaban en esa ajustada y fina tela, detalle que dejó flipando a Tomás. Quería manosear esos globos, estrujarlos como una naranja y pellizcar esas puntas. Algo que habría hecho sin dudarlo, si el tiempo estuviera a su favor. Chloe, cerró la puerta y apoyada en ella, lo mira con ternura.
Su rostro de niña buena, resplandecía, Tomás encontraba injusto que le hiciera eso, a tan solo minutos de irse. –“¿En serio tienes que irte?”- preguntó con una dulzura, que llegó a conmover al hombre. Él intentaba relajarse, de no caer en esa tentación divina, no obstante, cómo podría contenerse ante el bote de esos senos. Ya no soportaba más, su verga que había estado dormida se colocó tiesa e imposible de camuflar. Los ojos de Chloe se hicieron enormes al ver ese bulto y una sonrisa se le delineó.
De un segundo a otro, su inofensiva cara pasó a ser la de una puta hambrienta y avariciosa. Tomás se llegó a donde ella, sobando sus labios y mirándola fijamente a esos ojos coquetos. –“¿Por qué? ¿Por qué te vestiste así?, si sabes que me vuelves loco”- expresó el maduro afligido, sabiendo que le era imposible contenerse con esa chica en ese descarado atuendo. –“Porque te quiero. Porque te amo, tío”- confesó con seguridad.
Chloe: Estuve toda la noche discutiendo con mi almohada, sobre lo que sentía por ti. No quería aceptar que era amor, porque eso significaba tener que sufrir. Sin embargo, eso es precisamente lo que estoy haciendo, sufro porque te vas y no quiero.
Dijo con sus ojos brillando, casi sollozando. Tomás caía en la tela de araña de esa jovencita, su rostro se tornó a uno atónito, que buscaba las palabras idóneas para no lastimarla. Sin embargo, ella al verlo tan serio, soltó una carcajada.
Chloe: ¿En serio te lo creíste?
Consultó de forma burlesca, recordándole a Tomás lo arrogante y cruel que era su sobrina, bajó la guardia y ella le devolvió aquella humillación con la que inició todo. –“Serás hija de puta”- exclamó cabreado el hombre, alejándose de ella, que se reía y mantenía sus ojos en ese paquete. Él se volteó y revisó una vez más sus cosas, confirmando que no se le quedaba nada y viendo la caja de esa pipa que precisamente esa mocosa le había roto, por mero capricho.
No sabía si colocarse feliz por la provocación de esa muchacha o fruncir el ceño, aunque la tristeza también era un opción, porque el juego con ella se había acabado y todo volvería a como ese primer cruce de miradas. Chloe apoyó sus gordas tetas en la espalda del maduro y lo abrazó. Sus labios carnosos quedaron a centímetros de la oreja de su tío, y en un runruneó le dijo que lo extrañaría. –“Me encantaría creerte, pero tengo derecho a dudar”- dijo Tomás entre risas.
–“Oh vamos, solo fue una bromita. Además, yo sé que te encanta que sea así”- sus ojos volvían a encontrarse y sus labios se rozaban. Ninguno dijo absolutamente nada por unos 10 segundos, hasta que sus bocas se dejaron llevar. –“Lo haremos de nuevo algún día, ¿verdad?”- interrogó, saboreándose. –“Tal vez, todo depende de mi esposa”- contestó, dándole un piquito a la chavala, quien quedó confundida con esa última frase, pero no preguntaría a qué se refería.
Tomás salió de la habitación y Chloe detrás de él, lo seguía dando brinquitos. Sus senos rebotaban tanto, que parecía que en cualquier momento iba a romperse esa camiseta y sus bollos de carnes quedarían al aire. Mar y Luna, se despidieron muy emocionadas de su tío, pidiéndole que regresada a verlas. Blanca por su parte, le dio un beso en la mejilla, asegurándole que las puertas de su casa siempre estarían abiertas para él, en un tono bastante coqueto, dejando a la interpretación.
El maduro observa a su sobrina mayor por última vez ese día. Con una sonrisa, sale de la casa y mete su maleta a la cajuela, para luego subir a su coche, en donde Camila ya estaba sentada. Ella ya se había despedido de sus sobrinas y hermana, a las cuales volvería a ver dentro de un par de semanas. Tomás pisó el acelerador y prendió rumbo de vuelta a su hogar, en donde April ya tendría lista a la próxima muchacha a la que tendría que aplicarle terapia especial.
Dejar todo en el olvido, después de esa semana que vivió con esas jovencitas, era difícil, incluso para Tomás. Que rememoraba las acaricias de Luna, las miradas cómplices con Mar y los fogosos besos de Chloe. Ya llevaba 100 kilómetros alejado de ellas y aun percibía sus aromas en los aires, principalmente de la mayor. Se mordía los labios pensando que debió haberle dado una última follada. Esos balones saltarines no dejaban de rondar por su cabeza, por más esfuerzo de mantener quieto a su pene, se veía superado.
Necesitaba una distracción, no quería que se le parada en ese instante, entonces miró levemente hacía donde se encontraba Camila. Al ver a su hermana, recordó que tenía un asunto pendiente con ella. Camila estaba con sus ojos puesto en el móvil, mordiendo su dedo pulgar. Inquieta, pensaba en cómo se iba a relacionar con los hijos de su hermano, sin revelarles que era su tía.
Tomás: Cami.
Camila: Sí.
Dijo de inmediato, levantando su mirada pero sin dejar de mordisquear su pulgar.
Tomás: Ahora que estamos solos, quiero pedirte disculpa, me confiaste algo delicado y yo no he sido mucha ayuda.
Camila: Oh Tomás, no te preocupes por eso ahora, mejor cuéntame cómo son mis sobrinos.
Tomás: Son unos buenos chicos y te van a recibir con los brazos abiertos, aun cuando no sepan que eres su tía.
Camila dejó de estar nerviosa, al escuchar esas palabras. No obstante, su cabeza volvió a ajetrearse al pensar que podía equivocarse en algún minuto y se le podía escapar algo que no debería, pero su hermano la tranquilizó con una sonrisa. –“Cami, relájate. Si por error comentas que eres mi hermana, voy a decirles la verdad a los chicos. Después de todo, tú no tienes la culpa de nada”- dijo dándole un beso en la frente y sabiendo lo que quería oír la muchacha.
Tomás no podía ver a Camila con otros ojos de hermano mayor y uno muy protector, que no dejaría que nadie la lastimada. El viaje se fue haciendo más agradable para ambos y comenzaron a conversar sobre algunas historias de sus infancias. No se dieron cuenta cuando ya habían llegado a su destino. El nerviosismo regresó en ella, apenas pudo desabrocharse el cinturón de seguridad y al bajar del carro, no dejaba de temblar, llevando su dedo pulgar a su boca.
Tomás abrió la puerta y de ella, sus hijos asomaron, Vanessa se abalanzó sobre él, mientras que Benjamín más calmado se acercó y lo abrazó. Más atrás se encontraba Axel con Simón en los brazos, el pequeño al ver a su padre, abrió sus ojos celeste como el mar con una gran sonrisa, al mismo tiempo que balbuceaba “papá”. Camila al apreciar el cariño que sus sobrinos le tenían a su padre, quedó paralizada, más en los muchachos, ya que suelen ser reacios a mostrar afecto, pero lo hacían con total naturalidad.
–“Ni-niños… Cálmense un poco, me están asfixiando”- señaló el psicólogo, viéndose superado por la muestra de afecto de sus hijos. –“Ya niños, denle un respiro a su padre”- expresó April, inquieta, queriendo unirse a ese gran abrazo y darle un beso lleno de amor y agradecimiento. Vanessa, Axel y Benjamín se apartaron de Tomás, Simón fue el único que se quedó pegado en el pecho de su padre. –“Si me reciben así por una semana que me fui, no quiero imaginarme cómo será si me fuera un mes”- manifestó el hombre, tomando un respiro.
Axel: Una semana en donde pasaron muchas cosas, papá.
Benjamín: Demasiadas, que hasta abruman.
Axel: Así que me gustaría charlar contigo después.
Benjamín: Yo también.
Vanessa: Y yo.
Tomás solo rio, risa que duraría muy poco, al ver a su sensual mujer aproximándose. Llevaba puesto un vestido azul, que hacía juego con sus atrapantes ojos, no era tan revelador, ni ajustado, al contrario suelto y hasta reservado. Sin embargo, April sin buscar destacar, siempre lo hacía, independiente de la ropa que se colocada. Sus finos labios se le acercaron, su aliento a fresa, le recordaba al psicólogo, a quien le pertenecían sus besos y su polla.
–“¿Tú también necesitas hablar conmigo?”- murmuro el hombre rozando esos labiecitos, queriendo morderlos. –“Sí, pero yo esperaré hasta la noche, porque tenemos que discutirlo en nuestra cama”- afirmó ella, con una sonrisa juguetona. Ambos no resistieron a la tensión, una semana sin besarse, era la tortura más grande que había vivido en esos 20 años de matrimonio. Sus lenguas al tocarse, se prendieron una de la otra y no se soltaron por unos largos segundos, no querían hacerlo, pero entendieron que no era el momento de dejarse llevar.
Cuando sus bocas se separaron, April se la mordisqueó. Tomás se sentía en el cielo, ni él se había dado cuenta de lo desesperado que estaba por volver a ver a su esposa y besarla como lo había hecho. Finalmente había olvidado completamente a sus tres sobrinas zorritas y en su lugar, pensaba en April, que lo miraba con sensualidad. Entonces siente que alguien lo jala de su chaqueta, dándose vuelta, recuerda que Camila estaba detrás de él, esperando ser presentada.
La muchacha al observar esa muestra de amor entre su hermano y cuñada, sintió un sofocante deseo recorrer por su cuerpo. Se había calentado con solo ver que se dieron un intercambio de salivas. April se allego a Camila, saludándola con dos besos en cada una de sus mejillas. –“Niños, quiero presentarles a alguien”- dijo Tomás, moviéndose para que los muchachos pudieran ver a Camila. Vanessa la recordó de inmediato, mientras que Axel y Benjamín la miraron de pies a cabeza.
–“Camila, ¿verdad?”- interrumpió Vanessa, antes de que su padre dijera algo. –“Así es, ella es su tía”- manifestó April, dejando helado tanto a su esposo como a su cuñada, que de acuerdo al plan, no iban a revelar aun que era la tía de los chicos. –“¿Ti-tía? ¿Otra más?”- exclamó impactado Benjamín, Axel impresionado por la noticia, solo tragó saliva, en cambio Vanessa, soltó una carcajada, para luego ir a abrazarla. –“Ahora entiendo por qué actuabas tan nerviosa, cuando me encontraste con Bruno”- manifestó la chica.
–“¿Hermana de quién es?”- preguntó ingenuo Axel, que asimilaba la noticia, –“¿No es obvio? Hermana de papá debe ser. Por algo vino con él, además sus labios son similares”- dijo la rubia dejando atónito a su padre, por la madurez que mostraba y lo rápido que dirigió todo, no como con Lucrecia. Aunque también el hombre quedaría sin habla, al darse cuenta que su hija, estaba usando un top rojo, con el que presumía su cintura y su abdomen plano, al mismo tiempo que realzaba sus atributos heredados por su madre.
Antes de que Tomás pudiera recuperarse de la maravillosa imagen de su hija, detrás de ella y Camila, se florecieron otras cuatro siluetas. Eran Josefina, Ignacia, Diana, acompañadas de una pelirroja que jamás había visto y destacaba entre esas tres jovencitas, por tener unos senos como le encantaban a él. Ellas habían regresado de hacer unas compras, las gemelas iban vestida exactamente igual, con unas camisetas blancas y bermudas, que asesinaban a quienes tuvieran el descaro de admirar ese par de colas.
Le fue difícil de distinguir cuál era cuál, solo lo hizo, por la sortija que brillaba en la mano de una. Diana por otra parte, llevaba una falda negra, que le cubría poco más de los muslos, una camiseta blanca, camisa de cuadro, tacones negros y unas gafas de sol. Mientras tanto la pelirroja, que tenía toda su atención, vestía con unos pantalones azul marino, unas zapatillas blancas, al igual que su blusa y un blazer rosado. Era la del atuendo más conservador, pero daba la impresión de que los botones de la blusa, parecían batallar para no saltar.
Cada una de sus cuñadas, lo saludó, Diana un poco más mimosa que las otras dos. Cuando Alessandra se le acercó, su melena suelta y sus labios suavemente pintados, fueron el foco de sus ojos. Ella con cierta timidez le dijo hola y su nombre, engatusando más al hombre, que veía en ella, la dulzura de Luz y la madurez de Bella, la combinación perfecta. Su bulto se hacía cada vez más evidente, al igual que su fijación por esa pelirroja tetona, que acababa de conocer.
Lo de Camila para él pasó prácticamente hacía un segundo plano, siendo sus hijos los más interesados por ella, por ende, se colocarían a charlar con la mujer. Permitiéndole a su padre, ir detrás de esa divina chica, que se alejaba de todos para ir a mirar las fotografías que había tomado. Antes de hacerlo, Tomás miró a April, como buscando una autorización de ella, la cual llegó a través de una marcada sonrisa. Señalando lo evidente, esa preciosura era la siguiente en la lista.
Acomodando sus lentes, Tomás se dirigió a la sala de estar, encontrando a esa chica sentada y cabizbajo. ¿Acaso estaba llorando?, no pudo evitar preguntarse, por la postura que tenía. A medida que se allegaba, fue dándose cuenta que esa chica no estaba llorando, sino desabotonando su blusa y tomar un respiro. Sus enormes melones, salieron como resortes y sudorosos. Con sus manos se daba aire y suspiraba aliviada al poder liberar sus tetas por unos minutos, sin percatarse de la mirada acechadora de Tomás.
La polla del hombre de golpe se colocó erecta, anhelando poder estar entre medio de ese gran par, que parecía incomodo en ese sujetador blanco. Y no se equivocaba al pensar eso, pues Alessandra fue despegando el brasier de su piel, pensando en retirárselo, pero antes miró hacia atrás para comprobar que no había nadie. Vaya sorpresa se llevó la chica al ver que Tomás estaba detrás de ella, anonadado y con los ojos clavados en sus deslumbrantes senos.
Ella se cubrió con sus brazos, sin embargo, solo hizo que ese maduro se obsesionada más con sus tetas. Porque al apretarlos, esos dos globos, se vieron de manera obscena e inmensos. –“Di-disculpe. Solo tenía algo de calor”- dijo la colorina, con sus mofletes sonrojados. –“Descuida, debería ser yo quien se disculpe”- manifestó Tomás sin quitarle la vista a ese par, –“No quería andar de mirón, solo quería preguntarte si te gustaría beber algo”- agrego.
Alessandra: ¿Eh? No, gracias.
Expresó, percatándose del abultamiento que había en ese pantalón.
Alessandra: Joder, sí que es grande.
Murmuró, con sus ojitos grises examinando ese paquete que se marcaba en el pantalón.
Tomás: ¿Dijiste algo?
Alessandra: No, nada. Disculpe, me voy a mi habitación a cambiarme.
Declaró, soltando sin vergüenza sus voluminosos senos, para abotonarse la blusa. Alessandra se tomó todo el tiempo, para ir colocando botón por botón en los orificios de su prenda. Presumía su figura escultural, mientras ella observaba fijamente la entrepierna de él. Al terminar, trata de huir de ese lugar lo más pronto posible, porque se estaba nublando con tanta calentura. No obstante, Tomás se interpuso en su camino, él ni se molestaba en ocultar su descarada ojeada a esas tetas.
–“Oye, no es necesario que te abotones hasta el último botón”- susurró, soltando tres botones. El corazón de la muchacha se le aceleró, haciendo que sus pechos se vieran más grandes al ir respirando de forma tan exagerada. Sus manos temblaron al estar cerca de ese miembro. Tomás dejó de observar esos redondos y grasientos bollos, y la miró a los ojos, sonriéndole. –“Espero que tengamos la oportunidad de conversar, después”- dijo alejándose de ella.
La pelirroja quedó confundida, quería estar feliz porque ese hombre la dejaba tranquila, pero en vez de eso, se sentía molesta. Prefería que el padre de Axel, la mirada con osadía y la manera más cerda posible, en vez que actuada indiferente y serio. Moviendo su cabeza de lado a lado, se decía a ella misma que debía dejar de pensar en tonteras. Suspiró y se fue al cuarto de Diana, el cual estaban compartiendo. Se sentó en la cama y lo primero que se quitó fueron las zapatillas, luego el blazer.
El viento sopló por su espalda, refrescándola un poco, sin embargo, su mente estaba ya contaminada. Al despojarse de su pantalón, el solo roce de sus yemas con su piel, la hizo tiritar y jadear tiernamente. Mordiéndose los labios, imaginaba que ese hombre abría la puerta, se acercaba a ella, con esa enorme erección en sus pantalones. –“¿En serio no quieres nada para refrescarte?”- le decía, con esa estaca apuntando directamente hacía ella.
El pecho se le hacía grande, al estar tan agitada, sus ojos no dejaban de mirar ese paquete que tenía al frente. Dominada por esa lujuria que recorría su blanca piel con algunas pequitas, bajaba la cremallera del pantalón y lo desabotonaba. Su lengua lentamente pasaba por sus labios, levantando su mirada, en un tono coqueto expresó, –“No, pero quiero este barquillo”-, tras decirlo una sonrisa fugaz se le trazó en los labios, porque al ver ese cilindro grueso, abrió su boca y fue tragando.
Volver a saborear un pene después de tanto tiempo, se sentía increíble, sus papilas gustativas estaban en un festín. De pronto abrió los ojos y no vio a nadie a su lado, estaba echada en la cama, con su mano izquierda, acariciando su coñito, tenía dos dedos metidos dentro. –“Dios mío, ¿qué estoy haciendo?”- murmuro Alessandra avergonzada y sacando sus dedos de su interior. –“Esto no está bien”- añadió, con sus uñas raspando su sexo, –“Esto es culpa de esa mujer, ella me metió en la cabeza está loca idea”- sentenció.
La noche en que llegó a esa casa, fue recibida por Axel, ella al verlo creyó que fue obra del destino, y recordar los viejos tiempos juntos, no sería una locura o mera fantasía, por su reacción. No obstante, tras ese asombro, Axel actuó con normalidad, la hizo entrar y la trató con amabilidad. Se colocaron a charlar y los ojos de ese joven con el cual había experimentado su debut en el sexo, ya no la miraba con deseo. Se negaba a aceptar lo que había dicho Diana, que dejó de ser el apasionado amante que era.
Intentó seducirlo esa noche, al esperarlo con un camisón rojo de seda con tirantes. No era el conjunto más sexy que tenía, pero era lo suficiente llamativo, para encandilar a cualquier hombre. Axel al verla, le dio un vistazo de pies a cabeza más de una vez, sin embargo, no perdió la compostura, solo le comentó que lucía preciosa, antes de darle las buenas noches. Pese a sus intentos en los siguientes días de conseguir mínimamente una mirada ardiente de ese chico, no logró nada.
Incluso la noche anterior, al hacer un cosplay de Vanille de Final Fantasy, el juego favorito de Axel, no consiguió esas llamas en sus pupilas. Llamas que si se reflejaron al ver a Vanessa llegar, la rubia vestía con un abrigo, un jersey, un jean y unos tacones rojos. No presumía sus bendiciones, tampoco con ese grueso y amplio abrigo se podía delirar con sus curvas, aun así, Axel observaba lujuriosamente a su hermana. Por más que tratada de ocultar ese anhelo por ella, era evidente por los brillos de sus ojos.
Alessandra se había hecho muy cercana a Vanessa en esos días, además de tomarle fotografía y acompañarla a su trabajo, era la única con la cual podía charlar sobre esos desgarradores sentimientos. Por el día a día y notar la tristeza en la rubia cuando decía que Axel ya ni le hablaba, pensó que su situación era mejor que la de ella, no obstante, ese brillo, que lograba Vanessa, era la prueba evidente que en verdad el muchacho solo fingía no importarle su hermana, cuando estaba loco por ella.
Con el corazón destrozado, intentó huir, irse al cuarto de su amiga, recoger sus cosas y volver a Estados Unidos. Pero antes de que hiciera algo, April apareció en su camino, ella le pidió que la acompañada a compartir con las demás chicas, grupo en donde Vanessa también se uniría. Pasó sus penas bebiendo margaritas, mirando a Ignacia y Vanessa, las dos mujeres que eran el centro de atención de Axel. Sentía envidia, pensaba en actuar de manera directa, de meterse en la cama de ese chico y apoderarse de su polla.
Diversos sentimientos rondaban por su cabeza, hasta que April nuevamente intervino. Tener a esa mujer de frente le generó templanza, quizás se debía a su admiración por ella, ya que para sus 40 años, tenía un cuerpazo que cualquier jovencita enviaría, así mismo por su amabilidad y haber conseguido el amor del hombre que amaba. Para ese entonces, Tomás era un desconocido para la veinteañera, pero que April se encargaría de encapricharla con él, aun cuando no lo había visto.
Cada palabra que decía esa madura sobre su esposo, fueron haciendo eco en la mente de la pelirroja. Su silueta aparecía frente de sus ojos, charlaba con él de manera telepática, coqueteaba con él, sin darse cuenta, se obsesionó con él, sin que Tomás tuviera que conquistarla. Todo porque April como si estuviera usando hipnosis, hizo que imaginada cada una de esas situaciones. Cuando la joven pensó que todo quedaría ahí, la Milf le susurró: –“Te gustaría probar la polla de mi esposo. Es igual de grande y gruesa como la de Axel, y yo puedo compartírtela si quieres”-
Sin que le dijera algo, April supo de inmediato que Alessandra estaba deseosa de montar esa verga madura. La mujer sonriente se levantó y la dejó sola, para que procesada aquello, por un momento la chavala creyó que todo debía ser una broma, que esa señora estaba ebria, sin embargo, al mirar su vaso, solo vio que era jugo, toda la noche bebió un poco de jugo, a diferencia de todas las demás que habían bebido distintos tragos. Vanessa e Ignacia sí que estaban borracha, mirándose una a la otra se disculpaban por cada fechoría que cometieron en contra de la otra.
Josefina apenas tenía los ojos abiertos y balbuceaba el nombre de Benjamín, mientras que Diana al igual que una niña pequeña dormía en el sofá chupando su dedo. La joven pelirroja se preguntó por qué April le metió esos cuentos en su cabeza y solo había dos motivos por el cual a la mujer le interesó. Y era precisamente esos grandes pechos, que tras verlos en las fotos de Diana, supo que era la indicada para cerrar la lista de las 10 elegidas. La mujer pensó que el encuentro entre su esposo y esa muchacha iba a tardar, pero gracias a que ella solita había ido a su casa aprovecharía a que cumpliera su fantasía.
April había ido a ver a Simón, su sonrisa pícara se desvanecía al contemplar a su pequeño hijo, llevando sus manos a su vientre y un par de lágrimas brotaban en sus ojos. Las que secó al oír las voces de sus otros dos hijos varones, que iban a darle un vistazo al pequeño. Ellos al verla se dieron cuenta que no tenían nada de qué preocuparse, se iban a ir, no obstante, April los abrazó. Un abrazo que sería normal, para Axel y Benjamín, después de todo ella siempre era así de cariñosa con ellos, pero sentían que su madre buscaba consuelo, como si hubiera hecho algo malo o se despedía.
Todo eso paso la noche antes del regreso de Tomás, quien después de su llegada a la casa, comenzó a notar que su esposa estaba algo distante. Alessandra, tenía miedo de salir de su habitación, su cuerpo se sentía raro al estar tan cerca de ese hombre. No obstante, estar dentro de ese cuarto con aquella temperatura tampoco era lo más idóneo. Sus dedos sobaban su vulva y aunque se esforzaba en maquinar un escenario con Axel, terminaba siempre en los brazos del maduro.
Su boquita se derretía en la de él, como un algodón de azúcar, mientras sus gordas tetas eran amasadas por esas manos con fuerza y su vagina revivía el gozo del sexo. –“Más, más, más, más”- maullaba, con sus delicados dedos revolviendo su candente interior. Concentrada en su autoplacer, no se dio cuenta de unos de pasos en la escalera y la voz de Diana que iba crescendo. La cual quedó con las pupilas dilatadas del asombro por encontrar a su amiga masturbándose tanto fervor.
El sol se ocultó y la luna resplandeció, luego de tener un día bastante agitado, Camila se fue a dormir, en el cuarto de Simón. No tuvo ningún problema en hacerse cargo del más pequeño de sus sobrinos, dándole así privacidad a su hermano y cuñada. Tomás veía como su esposa se desnudaba para colocarse su pijama, ella se quitó su sujetador, liberando sus enormes mamas que se bambalearon. El hombre no soportó más y se aproximó a April, para poder tocar ese fascinante cuerpo voluptuoso.
Parándose detrás de ella, admiró la recta espalda y la linda caballera rubia de su mujer, antes de agarrarle sorpresivamente esos enormes esos y estrujarlos. –“Aaahh”- exclamó April, sintiendo el aliento de su marido, recorrer por su cuello. –“Ya voy por la mitad de tu lista, creo que me merezco una recompensa”- le susurró, pellizcando sus duritos pezones. La Milf abrió su boca, esperando por la de él, sin embargo, al estar a tan solo centímetros de que se conecten, ella se separa bruscamente de su esposo.
–“No, Tom. Hoy no”- dijo, dejando desconcertado a Tomás, que no entendía ese rechazo, menos cuando fue April misma, la que había insinuado que en la noche tendría sexo. –“¿Qué pasa amor? ¿Algo te sentó mal?”- interrogo, esperando esclarecer sus dudas. –“No, solo estoy cansada”- afirmo ella, aunque evidentemente el hombre supo que esa excusa era una mentira. A pesar de eso, no quiso presionarla y se acostó, después de todo debía prepararse para coger con Alessandra y tachar una joven más de la lista de su esposa.
Apagando la lámpara, sintió que su mujer se pegó a él y recostó su cabeza en su pecho, su cálida respiración lo tranquilizaba. –“Por cierto, April, ¿por qué le dijiste a los niños que Camila es su tía?”- preguntó, acariciando su cabello, –“Porque no me gustan las mentiras. Una cosa son los secretos, Tom, algo que ocultamos por cierta conveniencia, pero mentirles diciendo que es una amiga, para luego confesarle que es su tía, no me parece correcto, porque ¿en dónde va a quedar nuestra credibilidad ante ellos?”- refutó la mujer, pasando su dedo del corazón en el pecho de su marido.
–“Nuestros hijos no son niños, Tom. Ya viste que son los suficientemente maduros para enfrentar esta situación. La única mentira que tendremos con ellos, será lo de Bruno y espero que termine pronto, porque detesto ser hipócrita con ellos”- sentenció April, dejando a Tomás pensativo. –“Por cierto, ¿tu hermana no vendrá al matrimonio?”- preguntó, al recordar a Lu. –“No. Me dijo que está ocupada con algunas cosas de su empresa, por lo que no tendría tiempo para venir”- respondió la mujer.
Segundos antes de que él cerrada sus ojos y entrada en un sueño profundo, escuchó de la boca de su esposa, “gracias y disculpa”, creyendo que se debía a su lista y a Camila, respectivamente.
Miércoles
Solo faltaban dos días para el matrimonio de Axel e Ignacia. Ambos estaban bastante ansiosos y nerviosos por el paso que iban a dar. Tempranamente el celular del muchacho suena, él aún algo sobado lo toma y contesta, Ignacia entre el murmullo que hacía el joven, se despierta y cuando este termina de hablar, le pregunta, con quién estaba charlando. Axel con una sonrisa le responde que su madre lo había llamado para comunicarle que ya había llegado al aeropuerto.
Ignacia se sentó en la cama y sintió inquietud, ya que era la primera vez que vería a la madre biológica de Axel y desconocía si iba a caerle bien a su suegra. El muchacho noto aquello y se acercó a la culoncita, colocando su rostro frente al de ella, le dice que se relaje, ya que estaba seguro que su madre iba a quedar maravillada al conocerla. La jovencita sonríe y abraza a su novio, susurrándole en el oído que durante el encuentro con su suegra, no le suelte la mano.
Él ríe brevemente, porque era la primera vez que veía tan nerviosa a Ignacia. Al llegar al terminal, los jóvenes caminaban tomados de la mano, la culoncita vestía con unos jeans ajustados, que levantaban su cola asesina y una blusa color rosado. Como era costumbres, varios quedaban hipnotizados por ese gran culo, su forma tan sensual de moverse por cada paso que daba la muchacha era un deleite único. Esas miradas depravadas, la excitaban y le hacían recordar aquel día donde vio por primera vez a Axel de forma directa y no virtual.
Su cuerpo entero ardía, un cosquilleo insoportable sentía en su vagina. Todo por volver a rememorar el día en donde sus nalgotas fueron el centro de atención y conoció a un maduro que la hizo gozar del sexo anal con su gran verga. Ella muerde sus labios y siente su coño humedecerse, su memoria traviesa de forma fugaz le hizo añorar ese momento. El agarrón de culo que le dio ese hombre, el tamaño de esa pija, su fantástico sabor, la exquisita comida de culo que él le dio, esa cogida anal extraordinaria y la bañada de semen.
–“Dios mío... ¿Qué será de Oscar?”- murmuro la muchacha, Axel la mira y le pregunta si había dicho algo, ella le responde que no, solo había suspirado. Sus ganas de coger eran muy grandes, tratando de calmarse, cierra los ojos y se dice a ella misma, –“Tranquila Ignacia, deja tu mente en blanco y no pienses más en ese maravilloso día”-, eso funciono, por lo menos la ayudo a que este menos inquieta, pero el intercambio de miradas que tuvo con Laura, fue suficiente para que deje de estar fantaseando.
La mujer abrazo a su hijo y luego se acercó a la muchacha con una mirada bastante amenazadora. –“Así que tú eres la perrita que quiere casarse con mi pequeño”-, dijo Laura, tajante y seria. Ignacia intimidada trago saliva y simplemente sonrió de forma nerviosa.
Axel: Mamá deja tus juegos y actuaciones de lado. No ves que ella ya está bastante alterada con solo conocerte.
Mientras decía aquello, le taparon los ojos y notó unos suaves senos apoyándose en su espalda. Eran redondos y pesados, antes de que abriera la boca, sintió la respiración de esa persona por su cuello, lo que le causó un pequeño escalofrío, a la vez que le susurraron en el oído. –“No es ningún juego, ni tampoco actuación, seremos muy mala con ella, hasta saber que te merece”-, Axel se quita las manos de su rostro y se da vuelta, mirando perplejo a la persona que le había dicho eso.
Axel: Ro... ¿Rosita?
Rosita: (Ríe) ¿Pensaste que me iba a perder tu boda, hermanito?
La culoncita no comprendía lo que estaba ocurriendo, así que solo se rio. Tras el abrazo entre Rosita y Axel, la joven morocha se acerca a su cuñada, y la mira detenidamente.
Rosita: Así que apuntaste a una rubia. No está nada mal, hermanito, de hecho se ve más linda que en las fotos que me enviaste de ella. (Mirando a la joven) ¿Qué pasa rubiecita? ¿Te comieron la lengua?
Laura: Parece que es muda, no ha dicho ninguna palabra.
Rosita: Quizás exageramos en nuestra broma, mamá.
Laura: Cariño, no te asuste, relájate. Nosotras no vamos a hacerte la vida imposible, si sabemos que eres la chica correcta para Axel.
Aunque escuchaba esas declaraciones, Ignacia no podía dejar de sonreír o soltar una pequeña risa. Las palabras no fluían en su mente en ese momento. Cuando Axel iba acercarse a su novia, nuevamente le tapan los ojos, siente otra vez un pequeño escalofrió en su espalda, al mismo tiempo que le dicen, –“¿Adivina quién soy?”-, pero esta vez, la voz del susurro hizo que se congele. Al girarse para ver a la persona, balbuceó: –“Be-Be-Be... Be-Be... ¿Be-Belén?”-
Belén: Así es, primo.
La joven abrazo al muchacho y este miró a su madre desconcertado, la mujer le hizo un gesto, que hablarían después. Finalmente Ignacia rompía el silencio y comenzaba a dejar de lado esa tensión que la consumía. La joven rápidamente congenió con quién sería su suegra, al igual que con su cuñada y la prima del muchacho. Aunque Axel había cambiado a una actitud más seria, desde que Belén apareció. Antes de subirse al coche e ir a la casa, el joven pidió hablar con su madre un momento en privado. Alejados de Ignacia, Rosita y Belén, el muchacho miró a su madre y le preguntó un tono algo molesto:
Axel: Mamá, ¿qué hace ella aquí?
Refiriéndose claramente a Belén.
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Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html
Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5059284/Terapia-Especial-Capitulo-X.html
Estaba a tan solo unos metros de la casa de su hermana, cuando le llegó aquel mensaje a su móvil. Al mirarlo, aquel ser depravado se desvaneció y nuevamente el hombre que se esmeraba por la felicidad de su familia regresaba. Aunque fuera por segundos, escuchar la voz de su hijo menor, preguntando cuando volvería, lo emocionó. Con la decisión clara, de que aquel día, sería el último en casa de Blanca y que a partir de mañana estaría de vuelta en su casa, Tomás comenzó a mover los hilos para hacer realidad su fantasía.
Sabía que de sus tres sobrinas, la única que se iba a negar en un principio a compartirlo, sería Mar. Por lo que, antes de hacer cualquier cosa, tendría que hablar con ella y convencerla a ser parte de su pervertido juego. Para fortuna de él, sus sobrinas individualmente ya habían maquinado una forma de despedirlo y Mar se encontraba en casa, esperándolo. La hermana de al medio se había adelantado a sus otros hermanas, asegurándose así, ser ella quien pase esa tarde y noche con su tío.
Tomás al llegar a la casa, quedó paralizado, no podía creer lo que sus ojos contemplaban. Mar por su parte, sonrió, sabiendo que su jugada había sido efectiva y tras deleitarse con el rostro asombrado de su tío, rápidamente observó aquel bulto que se forma en los pantalones del hombre. Él no esperaba para nada aquel movimiento de Mar, las palabras no fluían, pero era lo de menos, ya que esa muchacha solo buscaba empalar esa verga de la cual se estaba haciendo adicta.
La joven estaba completamente desnuda en uno de los sofás, con su voluptuosa anatomía recostada en él. El corazón le latía por mil, dado al riesgo que había corrido, pues fácilmente quién pudo entrar por la puerta, pudo haber sido otra persona. Excitada y con su carita juguetona, se pone lentamente de pie, tras modelarle brevemente al maduro, se le acerca, haciendo que en cada pisada que daba, sus senos boten, como dos balones. Aquel oscilante bambaleo, hipnotizó al psicólogo.
Por más que quería hablarle, sus labios no se movían y sus cuerdas vocales no se hilaban. Ver esa voluminosa silueta esparramada en el sofá, sin nada que lo tapada, le resultó muy erótico y ahora que la tenía de frente le era difícil modular. La jovencita, pegando sus lechosas tetas en él, lo observa con inocencia, buscando así tener la atención definitiva de su tío. Manteniendo el silencio, Tomás rodea la cintura de Mar con sus brazos, mientras se agachaba, para que sus labios rozaran esa boquita ardiente.
–“Tío Tommy, no te vayas. Quédate conmigo, yo seré tu esposa, de ahora en adelante”- enunció, sabiendo que ese hombre apenas mantenía el control. Tomás no dijo nada, en su lugar estrujó ese carnoso culo y devoró esa boca. Sus lenguas se cruzaban y bailaban fervientemente, mientras sus cuerpos descendían al yugo de la lujuria. Ninguno pensó qué estar besándose ahí, era peligroso y que alguien podría encontrarlos cometiendo aquel pecado.
Tomás continuó callando, solo la besaba y amasaba esos glúteos redondos, luego la cargó y la llevó a su habitación, en donde la desnudó para empotrarla con vehemencia. Sus manos apretaban con fuerza los senos de la chavala y pellizcaba sus pezones. Todo eso, sin decir ninguna palabra. Mar notaba claramente la diferencia con el sexo anterior, cuando su tío tomaba las riendas, era algo completamente nuevo y muchísimo mejor. La forma en que exploraba su cuerpecito, los besos y las embestidas, no tenían comparación.
Tras hacerla venir tres veces, Tomás decidió confesarle su sueño, a la vez que jugaba con el culito de la muchacha. Las palabras compartir, no fueron para nada del agrado de Mar, le desagradaba la idea, sin embargo, el psicólogo astutamente sobaba su polla contra el orificio anal de ella, haciendo que Mar no pensada con claridad y se limitada a aceptar lo que estaba planteando su tío. Además el hombre, ingeniosamente, propuso un lugar morboso para llevar a cabo aquel acto pervertido.
Mar presa por esa verga embadurnada por sus fluidos y que golpeaba su ano, terminó aceptando. Van a la habitación de Blanca, donde comienzan a escribir sobre esa helada cama. Él lentamente fue cavando por ese esfínter, la puerta de la habitación se abrió, el maduro no se dio el tiempo de voltearse, solo siguió en su tarea, pero Mar que se retorcía de dolor y placer, vio borrosamente la figura de su hermana menor. Luna enfurecida, le recriminó a su tío, porque le había prometido jugar con ella.
Tomás sencillamente la ignoró y siguió batiéndose contra esa ajustada cola, Mar no hacía otra cosa que gemir, porque cada estocada que le daban era más mortal que la anterior. La menor de las sobrinas del hombre, estaba a punto de llorar, al ver que nuevamente sería desentendida. No obstante, el maduro sacó su miembro de ese culito y se volteó para mimar a Luna. Ella al ver que su tío estaba en frente, no le regaló una sonrisa de felicidad, sino hizo un puchero por hacerla sufrir.
Aunque no podía estar enojada, al tener tan cerca esa tranca, menos porque él le sujetaba suavemente la barbilla, para que lo mirada a los ojos y aproximaba paulatinamente sus labios. El corazón volvía a latir de forma exasperada, sentía como si le fuera a salir de su pecho. Toda esa ansiedad fue apaciguada con el contacto de sus bocas, fue breve, pero lo suficiente candente para dejar embelesada a esa muchachita. –“Hoy es mi último día en esta casa, así que espero que no te moleste que tu hermana, se haya unido a mi fiesta de despedida”- fueron las declaraciones del psicólogo, mordisqueando sus labios.
Luna solo asistió con su cabecita, no tenía ningún problema de compartirlo, si eso significaba poder deleitarse con el miembro robusto de su tío. Tomás le sonríe por ser una buena chica y la recompensa con otro beso, esta vez más largo. Mientras sus lenguas luchaban cálidamente, él comenzaba a desvestir a su pequeña sobrina, quitándole cuidadosamente el jersey de tonalidad añil que llevaba puesto. Una vez que se había deshecho de esa prenda, pasa a retirarle el pantalón blanco.
La jovencita solo quedando con un sostén y calzón negro, le sonríe a su tío como si estuviera avisándole que haría una maldad. Y es que, aprovecha que el maduro estaba absorto en su figura bronceada, para agacharse y tomar ese tronco entre sus delicadas manos. Al igual como lo había hecho en la mañana, se allega a la cabeza, para acariciarla con sus labios, dejando marcado su labial color fucsia en ella. Tras realizar eso, abre su boquita y envuelve ese capullo con tiernos labios.
Su lengua, comienza a saborear la glande con pequeñas lamidas. El gusto de esa polla era diferente a la mañana, era evidente, ya que el sabor del coño y culo de su hermana estaba impregnada en ella. No obstante, en vez de molestarle aquellos jugos, los encontraba fascinantes. Sus uñas jugaban con ese par de huevos, arañándolo como si fuera una bola de enjambre. Tomás jadeaba con mucho gusto, su sobrinita sin duda sabía cómo dar felaciones, más al no tratar de hacer algo que le era imposible, como meterse toda esa tranca.
Mar que había agradecido el descanso que le había dado su tío, después de la brutal cogida que le estaba dando, empezaba a enojarse, por no ser atendida. Levantándose con mucho esfuerzo de la cama, camina hasta donde se encontraba el hombre con su hermana. Apoyándose en la espalda de él, busca una de sus manos, para que se divierta con su chochito. Tomás entiende lo que quería Mar, así que no se lo niega y aproxima sus dedos a ese mojado sexo.
Primeramente roza con sus yemas esos labios vaginales, delinea sobre su clítoris, para que finalmente sumerja sus dedos en esa ferviente vagina. El coro de gemidos de Mar no tardó en hacerse presente, los cuales intentaba ahogar, besando y chupando la espalda del maduro. Él tenía a su sobrina caprichosa y a la tímida, bajo a su merced, solo le faltaba la vulgar, para hacer esa tarde inolvidable. Sabía que era cuestión de minutos, para que Chloe se uniera.
Tomás se queda mirando fijamente la puerta, entonces ve aparecer a la mayor de sus sobrinas. Quien no se inmuta con lo que estaba ocurriendo dentro de ese cuarto, al contrario, parecía haberlo imaginado. A medida que se acercaba, se iba desprendiendo se su ropa, hasta quedar en pelotas al igual que sus otras hermanas. El hombre quería creer que esa figura que apreciaba era real, sin embargo, estaba casi seguro que era una mala broma de su desesperación.
Por eso no dijo nada, ni cuando esa chica se le pegó y murmuró –“Menos mal, llegué a tiempo”-, antes de besarlo. Tomás seguía creyendo que era una alucinación, por lo cual no se molestaba de acariciar esa piel tatuada con su mano libre. Eso hasta que siente como esa traviesa jovencita que pensaba que era una ilusión de su mente, le mordió la lengua, para que despertada. –“¿Ch-Chlo-Chloe?”- exclamó, desconcertado, mientras que ella sonreía pícaramente, tomando su mano para llevarla hasta sus tetas.
–“¿Qué pasa tío? ¿Acaso las tres somos mucho para ti?”- expresó Chloe con su sonrisa burlona que tanto le encantaba a Tomás. El hombre amasando con fuerza esos senos, se acerca a esos labios gruesos y los muerde, provocando un espasmo en su sobrina mayor, acompañado por un bramido. Ahora la sonrisa altanera la tenía Tomás, quien no quería perder ni un segundo de esa mágica tarde y machacar esos coñitos ardientes.
Luna al detener su mamada, se dio cuenta de lo hinchada que estaban las venas en ese falo, parecían que iban a estallar. La imagen era impactante y a la vez excitante, porque hacía lucir a esa paleta de carne, más inmensa de lo que ya era. Las hermanas se miraron mutuamente, para decidir quién sería la primera en montar esa verga que las tenía locas. Sin decir ninguna palabra, ellas se comunicaban a través de los gestos de sus caras, algo que poco y nada le importó a Tomás.
Ya que, sin esperar la decisión de esas putitas, tomó a Luna y se la ensartó en el coño de una estocada. La muchacha se retorció y gritó ante colosal penetración. Recostándola en la cama, él comienza a bombear, observando una sonrisita de placer en la cara de su sobrina menor. Mirando hacia donde encontraban las otras dos, les pide que se aproximen. Al hacerlo, le ordena a Chloe que se colocara encima de Luna, con esa pomposa colita elevada.
La joven obedece, sus gordas y grandes tetas, chocaban con las pequeñas de su hermanita, las cuales se rozaban con cada penetración, al igual que sus bocas, las que estaban a tan solo centímetros de untarse. Tomás con su mano derecha, traza la figura de Mar, al mismo tiempo que le daba un húmedo y cachondo beso, para después llevar su boca a ese culito que tanto ansiaba follar. Sacando su lengua revoltosa, lame el largor entre esos cachetes y la vulva de la jovencita.
Fueron tres lamidas de esa forma, las cuales se detenía en ese anito que temblaba ante el regocijo. Su lengua se incrustaba en ese orificio, llegando de forma extraordinaria bien hondo. El cuarto era un recital de jadeos, Luna chillaba al tener esa polla revolviendo sus entrañas, Mar por esos dedos que se clavaban en su vagina y Chloe con esa comida de culo que le estaban dando. Los alientos de la mayor y la menor, empezaba a ser sofocante, al tener sus caras tan cerca.
Dejándose llevar por sus impulsos, buscaron alivio en sus bocas, era la primera vez que ambas besaban a alguien de su mismo sexo. Lo que hizo más morboso el ardiente encuentro de sus lenguas. Tomás dejó de comer ese culito, para darle su ración de saliva a Mar, quien esperaba con la boca abierta, ese morreo. Por esos segundos, la habitación se mantuvo en silencio. Luna no soportó tanto gozo y terminó acabando, soltando un gran chorro de sus fluidos.
Tomás retiró su miembro y dejó que la más joven de sus sobrinas, descansada por unos minutos. Sin embargo a Chloe, no le dio tregua, no solo su lengua se paseaba por su esfínter, sino que también la nalgueaba. No de una manera brusca, pero los azotes eran reiterativos, quedando tatuada esas palmadas en sus glúteos. La joven entró en un éxtasis incontrolable, su cuerpo entero pedía ser embestido salvajemente por esa tranca descomunal.
Con sus garritas intentó tocarla, para sobarla contra su coñito empapado. No obstante, solo pudo raspar ese mástil con sus uñas, antes de que él se detuviera de lamer su culo y se alejada de ella. Al voltear, se muerde los labios, porque su tío había cargado a Mar, mientras sus labios se fundían en un denso y acalorado beso, sus sexos se rozaban. Las manos del hombre magreaban ese trasero de una circunferencia perfecta y se perdían al tratar de acariciar ese dilatado agujero anal, que ardía por la reciente cogida que le había dado.
–“Ooohhh, Diooosss… Tío, me matas de placer”- dijo la chavala, sin dejar de mover su pubis contra él. –“Y tú me vuelves loco, Mar. Con este cuerpecito tan voluptuoso”- le contestó el hombre, queriendo perderse entre esas montañas de carne. –“Fo-fóllame tío… Fóllame, igual que Luna”-, –“Con mucho gusto, ¿a dónde la quieres?”- interpeló, refregando su rostro entre esas tetas. –“Uufff… Dios, en el orto, tío… Quiero que me sigas partiendo el orto”- respondió con euforia.
Tomás alegre por la elección de su sobrinita, la lleva a la cama, en donde se acomoda, para que fuera ella quien se metiera su verga en el culo. Totalmente erguida como un cohete, su polla esperaba el abrasador y acogedor orificio anal de Mar. Luna y Chloe, se colocaron en cada uno de los costados, para deleitarse con la penetración. Lentamente Mar fue descendiendo, el tener los ojos de sus hermanas expectante, la llenaba de un ferviente deseo.
Estaba totalmente cachonda, que sentía que podía acabar sin ni siquiera tener ese pene dentro de ella. No obstante, sabía que con eso, le cedería su lugar a Chloe, así que cerró los ojos para concentrarse en solo esa tranca y ella. La glande toqueteó su recto, lo que la hizo temblar. Suspirando suavemente, se muerde los labios y se clava esa punta redonda. Solo tenía cerca de 5 centímetros dentro de ella, pero se sentía jodidamente bien. Paulatinamente fue bajando hasta tener el pene entero de su tío, devorado por su ano.
Mar entre desgarro y gozo, empezó a mover sus caderas, con sus manos apoyadas en el pecho del maduro. Entretanto, Chloe y Luna, eran palpadas por los dedos de su tío, ellas querían ahogar sus chillidos con la boca del hombre. Sin embargo, él les ordena que chuparan los senos bailarines de su hermana. Ambas muchachas se allegaron a esas masas sudorosas y se pegaron a sus pezones como dos infantes recién nacidos. –“Ahora, con sus dedos, satisfagan a ese coñito”- señaló Tomás.
Las muchachas como títeres, hicieron caso a cada una de las peticiones de su tío. Mar veía todo nublado, con el placer que le estaban dando, su aliento se aceleraba y sus alaridos se hacían más intensos. El martilleo en su culo se fue haciendo más fuerte, al igual que las mordidas a sus tetas y su coñito invadido por los finos dedos de sus hermanas. Con todo eso, la hermana de al medio, no resistió más y acabó, desparramándose encima del maduro, quien rellenó ese culo con su leche.
Mar quedó totalmente satisfecha, solo quedaba una de las hermanas a las que Tomás debía complacer. Su adorada y mimada Chloe, quien sentada en sus piernas y con el pecho agitado, lo miraba. Sus ojitos brillaban de ternura, a la vez que transmitían su fiereza. El hombre acortó la distancia entre los dos, quedando su nariz chocando con la de ella. Despejándole el cabello que tenía en su cara, se aproxima a sus labios gruesos, para embriagarse con esa melosa y ardiente saliva.
Luna que estaba echada en la cama, contempló esa romántica escena, que rápidamente se transformaría a una erótica. Tomás besaba el cuello de Chloe, mientras sus afilados dedos abrían ese culito como el de Mar. Ganando cada minuto, para que su verga se colocara dura de nuevo. Algo que estaba siendo difícil, más que nada porque había estado cogiendo durante cuatro días, no obstante, no se iría de esa casa, sin haberse follado analmente a su sobrina mayor, como correspondía.
Exploró el cuerpo divino de Chloe, hasta que finalmente su miembro se puso erecto y listo para la última descarga en esas vacaciones candentes que se había tomado. –“Guao… Por más que la vea, no puede acostumbrarme a su tamaño y grosor”- expresó la muchacha al tocar la vigorosa polla de su tío. –“Y ahora, la tendrás otra vez en tu culito, para que jamás me olvides”- respondió Tomás, apretando esos dos cachetes. –“Yo no voy a olvidarte Tomás, nunca lo haré, desde esa primera nalgada que me diste, te quedaste impregnado en mi memoria”- argumentó, dándole piquitos.
Tomás: ¿Y cómo me puedo fiar que tú no te verás con otro apenas dé un paso fuera de esta casa?
Chloe: (Sonríe) ¿Tanto te mosquea que me encuentre con otro?
Tomás: Mucho.
Esa simple frase, podía significar nada, quedar en el olvido como las demás palabras que había dicho. No todas las cosas que diga un hombre eran verdad, menos si lo único que quiere de ti, es sexo. Ese era el pensamiento de Chloe, sin embargo, siempre que hablaba con ese hombre, antes, durante y después del sexo, notaba honestidad en cada una de sus declaraciones. Él no mentía como otros, o tal vez era un gran mentiroso, uno muy bueno que resultaba imposible descubrir sus artimañas.
A pesar de eso, su corazón ya latía fuerte, con la ilusión de que él no la estaba engañando y tenía celos de dejar que otro la tome en su ausencia. ¿Pero acaso lo de ellos no era más que una aventura durante esos días?, luego de que él se vaya todo regresaría como era antes, y esas juntas apasionadas que compartieron, solo quedarían en sus recuerdos, porque no volvería a suceder, ¿verdad?, ni siquiera ella lo sabía, siempre creyó que no habría un después de que él se fuera, porque por más que la calentara y conociera sus debilidades, jamás le ha gustado ser el segundo plato para un hombre casado.
Apoyando sus manos contra la puerta, mientras ese sable se acercaba con lentitud a su cola, Chloe continuó pensando. Pensando que no estaría mal, seguir con ese juego, porque a diferencia de otros hombres, él le producía cosas que nunca había experimentado. Su esfínter dilatado, fue recibiendo con mucho gusto ese gran trozo de carne. Sus chillidos se hicieron más altos, se mordía los labios y arañaba la puerta. El dolor era lo de menos contra el regocijo que estaba viviendo.
Había tenido sexo anal anteriormente, pero por qué con Tomás se sentía jodidamente mucho mejor. Serían sus años de experiencia o sencillamente porque era un buen amante. –“Ohh Dios, oh Dios, ooohh Diooosss…”- exclamó, con sus gordas tetas chocando contra la puerta. Aun no tenía todo ese tronco adentro, y ya sentía que su orto estaba bien abierto, sus piernas no dejaban de temblar, apenas se sostenía porque el maduro la tenía sujeta de su cintura.
Para Tomás ese agujerito estaba cumpliendo sus expectativas, cada vez que intentaba retirar su miembro, ese ano lo apretaba con una fuerza abismal y se lo chupaba como si fuera una boca. Entretanto, cuando empujaba, ese culito se contraía y envolvía con su calor ese pene maduro. –“Jo-joder… Que colita más rica tienes, Sirena”- dijo el hombre, deteniendo sus estocadas por unos instantes, ella recuperando el aliento, giró su cabeza para mirarlo.
Tomás le regaló una sonrisa y delineando por esas curvas, empezó a retomar sus embestidas, las cuales eran lentas pero profundas. –“Uuugghh… Oooohhh…”- tras los jadeos de la muchacha, él colocó sus labios sobre los de ella y sus dedos toqueteaban ese ensopado coño. Ella sacó su lengua, para que se enrosque con la de su tío, algo que el maduro tardó intencionalmente en hacerlo, provocando el agobio en Chloe, porque tanto su culo como vagina estaban siendo atendidas, solo su boca faltaba.
Al hacerlo, la joven quedó absorta en el delirio, no importaba las veces que lo hiciera con ese hombre, siempre se sentía diferente e increíble. Mientras la besaba, Tomás fue aumentando su ritmo, machando más fuerte ese esfínter, hasta que finalmente, ambos terminaron. Al retirar su polla, su esperma comenzó a ser expulsado por ese hoyito, su sobrina, se desplomó en el suelo, totalmente agotada. Él la cargó y la llevó a donde estaban sus otras hermanas.
Tomás sabía que debía descansar, porque ya no le quedaba fuerza, pero primero fue a darse una ducha tibia. Cerrando los ojos, imaginaba que al regresar a casa, iba a tener que seguir con ese juguito de su esposa. Solo esperaba que le diera unos días de descanso, ya que sus sobrinitas, prácticamente lo habían dejado seco. Isidora en cambio, se sentía más enérgica que nunca, Jorge se había ido de su casa y ella salió a comprar para la cena, durante su estadía en la tienda, se percató de los depravados ojos de los hombres hacía ella.
No le había desagradado sentirse deseada de nuevo, no obstante, aquello no la excitó. Ninguno de esos tipos, la encendió como lo había hecho Benjamín, que la llevó a un frenesí de emociones. El calor y sabor de sus labios seguían estando en su boca, su carita inofensiva de ángel y el demonio abultado de su entrepierna, aparecían al parpadear. Ella al regresar a su casa, no pudo evadir la desesperación para llamar a ese chico, inventar una excusa, para que fuera a su casa.
Pese a que sus impulsos eran bastantes fuertes, mantuvo la calma y quiso olvidarlo, como lo había intentado durante la noche anterior y todo ese día. Las manecillas del reloj avanzaban y no podía sacarse de la cabeza al hijo de su primer gran amor y la mujer que se lo arrebató. Sentándose a comer en la mesa, se dio cuenta que continuar odiando a April, ya no valía la pena, al final de todo, nunca fueron rivales, porque Tomás jamás mostró el más mínimo interés en ella.
Era difícil aceptar la realidad, pero así fueron las cosas. Cogiendo su celular, se colocó a mirar unos vídeos que su hermana le había enviado. Vicky se veía tan feliz, que llegó a sentir envidia, sin embargo, la sonrisa de su hermana la motivó para que diera vuelta la página. Si Victoria había cambiado, dejado de ser una puta que no tenía un amante fijo, para ser la zorrita de uno, quería decir que ella también podía hacerlo y dejar ese enfermizo deseo por su hijo.
–“Un clavo, saca a otro clavo”- murmuró, pensando en Benjamín, tocándose los labios y sonriendo. Palabras que lo más probable lastimaría a Bruno, por seguir estando enganchado a ese amor prohibido. Por más que Agustina era el centro de sus ojos, no podía olvidarse de su madre, de todo lo que hicieron, de sus acaricias, de sus besos, de la forma en que montaba su verga o cómo se la chupaba. Quería tener a ambas a su lado y no tener que elegir, porque no podía hacerlo.
Quizás lo hubiera hecho, si seguía la terapia que April le había propuesta, no obstante, el muchacho, decidió dejarla, asegurando que no era necesaria. Una mentira o más excusa, para no poder dejar ese síndrome de Edipo. Tomás, tras ducharse, bajó a comer algo y luego quiso irse a dormir, pero antes, se encontró cara a cara y a solas con Blanca. El corazón del hombre se agitó al tenerla en frente, porque temía que haya visto a sus hijas echadas desnudas en su cama y no sabía cómo explicar aquello.
Tomás: Blanca, yo…
Blanca: Ssshhh… No digas nada, Tomás. Pido perdón por hacerte venir hasta mi casa y no haber pasado tiempo contigo, pero quiero confesarte algo, la razón por la que no te hable mucho.
Tomás: ¿Qué cosa?
Interpeló el hombre, desconcertado.
Blanca: Temía que me vieras como una bicha rara, pero tras hablar con tu mujer, comprendí que ambos somos unos pervertido.
Tomás: ¿Cómo?
Blanca: Te imaginaba como alguien correcto, pero ahora sé que harías cualquier cosa para complacer a tu esposa. Y no te culpo, mi marido y yo satisfacemos nuestros fetiches en intercambios.
Tomás: (Asombrado) ¿U-u… Ustedes son swingers?
Blanca: Síp… Pero mantenlo en secreto, ya que mis hijas me admiran mucho, incluso Chloe. Si ellas supieran lo pervertida que soy, estoy segura que harían lo que quisieran y eso, sería una locura.
Expresó la mujer, sabiendo que sus hijas habían heredado ese espíritu libre y promiscuo. Tomás se quedó simplemente sin palabras, las cosas parecían ir teniendo más sentido en su cabeza. Claro, cuando April le habló que ellas no se acercaron a él antes, se debió primeramente por unas amenazas de Isidora. Ella debía saber perfectamente el secreto de Blanca, incluso debió participar en un intercambio junto a la pareja. Un puzle concluía y a la vez, se abría otro, pero que resolvería en otro momento, ya que estaba muy agotado.
Martes
Tomás arreglaba su maleta, para el viaje de regreso a casa, con lo meticuloso que era, verificaba que todo estuviera en orden, más de una vez. Realizando esa tarea, se percata que la puerta se abre ligeramente y de ella se asoma una melena negra y unas pupilas claras. Él sonríe, dejando sus cosas de lado, abre la puerta para que pase Chloe. La jovencita, llevaba puesto unos pantalones de cuero color negro, que se ceñía perfectamente a esa cola seductora y esas sensuales e interminables piernas.
Mientras que su torso solo lo cubría con una pequeña camiseta de tonalidad negra y sin mangas. Sus tetas resaltaban en esa prenda y brincaban con cada leve movimiento que ella hiciera. Sus pezones se marcaban en esa ajustada y fina tela, detalle que dejó flipando a Tomás. Quería manosear esos globos, estrujarlos como una naranja y pellizcar esas puntas. Algo que habría hecho sin dudarlo, si el tiempo estuviera a su favor. Chloe, cerró la puerta y apoyada en ella, lo mira con ternura.
Su rostro de niña buena, resplandecía, Tomás encontraba injusto que le hiciera eso, a tan solo minutos de irse. –“¿En serio tienes que irte?”- preguntó con una dulzura, que llegó a conmover al hombre. Él intentaba relajarse, de no caer en esa tentación divina, no obstante, cómo podría contenerse ante el bote de esos senos. Ya no soportaba más, su verga que había estado dormida se colocó tiesa e imposible de camuflar. Los ojos de Chloe se hicieron enormes al ver ese bulto y una sonrisa se le delineó.
De un segundo a otro, su inofensiva cara pasó a ser la de una puta hambrienta y avariciosa. Tomás se llegó a donde ella, sobando sus labios y mirándola fijamente a esos ojos coquetos. –“¿Por qué? ¿Por qué te vestiste así?, si sabes que me vuelves loco”- expresó el maduro afligido, sabiendo que le era imposible contenerse con esa chica en ese descarado atuendo. –“Porque te quiero. Porque te amo, tío”- confesó con seguridad.
Chloe: Estuve toda la noche discutiendo con mi almohada, sobre lo que sentía por ti. No quería aceptar que era amor, porque eso significaba tener que sufrir. Sin embargo, eso es precisamente lo que estoy haciendo, sufro porque te vas y no quiero.
Dijo con sus ojos brillando, casi sollozando. Tomás caía en la tela de araña de esa jovencita, su rostro se tornó a uno atónito, que buscaba las palabras idóneas para no lastimarla. Sin embargo, ella al verlo tan serio, soltó una carcajada.
Chloe: ¿En serio te lo creíste?
Consultó de forma burlesca, recordándole a Tomás lo arrogante y cruel que era su sobrina, bajó la guardia y ella le devolvió aquella humillación con la que inició todo. –“Serás hija de puta”- exclamó cabreado el hombre, alejándose de ella, que se reía y mantenía sus ojos en ese paquete. Él se volteó y revisó una vez más sus cosas, confirmando que no se le quedaba nada y viendo la caja de esa pipa que precisamente esa mocosa le había roto, por mero capricho.
No sabía si colocarse feliz por la provocación de esa muchacha o fruncir el ceño, aunque la tristeza también era un opción, porque el juego con ella se había acabado y todo volvería a como ese primer cruce de miradas. Chloe apoyó sus gordas tetas en la espalda del maduro y lo abrazó. Sus labios carnosos quedaron a centímetros de la oreja de su tío, y en un runruneó le dijo que lo extrañaría. –“Me encantaría creerte, pero tengo derecho a dudar”- dijo Tomás entre risas.
–“Oh vamos, solo fue una bromita. Además, yo sé que te encanta que sea así”- sus ojos volvían a encontrarse y sus labios se rozaban. Ninguno dijo absolutamente nada por unos 10 segundos, hasta que sus bocas se dejaron llevar. –“Lo haremos de nuevo algún día, ¿verdad?”- interrogó, saboreándose. –“Tal vez, todo depende de mi esposa”- contestó, dándole un piquito a la chavala, quien quedó confundida con esa última frase, pero no preguntaría a qué se refería.
Tomás salió de la habitación y Chloe detrás de él, lo seguía dando brinquitos. Sus senos rebotaban tanto, que parecía que en cualquier momento iba a romperse esa camiseta y sus bollos de carnes quedarían al aire. Mar y Luna, se despidieron muy emocionadas de su tío, pidiéndole que regresada a verlas. Blanca por su parte, le dio un beso en la mejilla, asegurándole que las puertas de su casa siempre estarían abiertas para él, en un tono bastante coqueto, dejando a la interpretación.
El maduro observa a su sobrina mayor por última vez ese día. Con una sonrisa, sale de la casa y mete su maleta a la cajuela, para luego subir a su coche, en donde Camila ya estaba sentada. Ella ya se había despedido de sus sobrinas y hermana, a las cuales volvería a ver dentro de un par de semanas. Tomás pisó el acelerador y prendió rumbo de vuelta a su hogar, en donde April ya tendría lista a la próxima muchacha a la que tendría que aplicarle terapia especial.
Dejar todo en el olvido, después de esa semana que vivió con esas jovencitas, era difícil, incluso para Tomás. Que rememoraba las acaricias de Luna, las miradas cómplices con Mar y los fogosos besos de Chloe. Ya llevaba 100 kilómetros alejado de ellas y aun percibía sus aromas en los aires, principalmente de la mayor. Se mordía los labios pensando que debió haberle dado una última follada. Esos balones saltarines no dejaban de rondar por su cabeza, por más esfuerzo de mantener quieto a su pene, se veía superado.
Necesitaba una distracción, no quería que se le parada en ese instante, entonces miró levemente hacía donde se encontraba Camila. Al ver a su hermana, recordó que tenía un asunto pendiente con ella. Camila estaba con sus ojos puesto en el móvil, mordiendo su dedo pulgar. Inquieta, pensaba en cómo se iba a relacionar con los hijos de su hermano, sin revelarles que era su tía.
Tomás: Cami.
Camila: Sí.
Dijo de inmediato, levantando su mirada pero sin dejar de mordisquear su pulgar.
Tomás: Ahora que estamos solos, quiero pedirte disculpa, me confiaste algo delicado y yo no he sido mucha ayuda.
Camila: Oh Tomás, no te preocupes por eso ahora, mejor cuéntame cómo son mis sobrinos.
Tomás: Son unos buenos chicos y te van a recibir con los brazos abiertos, aun cuando no sepan que eres su tía.
Camila dejó de estar nerviosa, al escuchar esas palabras. No obstante, su cabeza volvió a ajetrearse al pensar que podía equivocarse en algún minuto y se le podía escapar algo que no debería, pero su hermano la tranquilizó con una sonrisa. –“Cami, relájate. Si por error comentas que eres mi hermana, voy a decirles la verdad a los chicos. Después de todo, tú no tienes la culpa de nada”- dijo dándole un beso en la frente y sabiendo lo que quería oír la muchacha.
Tomás no podía ver a Camila con otros ojos de hermano mayor y uno muy protector, que no dejaría que nadie la lastimada. El viaje se fue haciendo más agradable para ambos y comenzaron a conversar sobre algunas historias de sus infancias. No se dieron cuenta cuando ya habían llegado a su destino. El nerviosismo regresó en ella, apenas pudo desabrocharse el cinturón de seguridad y al bajar del carro, no dejaba de temblar, llevando su dedo pulgar a su boca.
Tomás abrió la puerta y de ella, sus hijos asomaron, Vanessa se abalanzó sobre él, mientras que Benjamín más calmado se acercó y lo abrazó. Más atrás se encontraba Axel con Simón en los brazos, el pequeño al ver a su padre, abrió sus ojos celeste como el mar con una gran sonrisa, al mismo tiempo que balbuceaba “papá”. Camila al apreciar el cariño que sus sobrinos le tenían a su padre, quedó paralizada, más en los muchachos, ya que suelen ser reacios a mostrar afecto, pero lo hacían con total naturalidad.
–“Ni-niños… Cálmense un poco, me están asfixiando”- señaló el psicólogo, viéndose superado por la muestra de afecto de sus hijos. –“Ya niños, denle un respiro a su padre”- expresó April, inquieta, queriendo unirse a ese gran abrazo y darle un beso lleno de amor y agradecimiento. Vanessa, Axel y Benjamín se apartaron de Tomás, Simón fue el único que se quedó pegado en el pecho de su padre. –“Si me reciben así por una semana que me fui, no quiero imaginarme cómo será si me fuera un mes”- manifestó el hombre, tomando un respiro.
Axel: Una semana en donde pasaron muchas cosas, papá.
Benjamín: Demasiadas, que hasta abruman.
Axel: Así que me gustaría charlar contigo después.
Benjamín: Yo también.
Vanessa: Y yo.
Tomás solo rio, risa que duraría muy poco, al ver a su sensual mujer aproximándose. Llevaba puesto un vestido azul, que hacía juego con sus atrapantes ojos, no era tan revelador, ni ajustado, al contrario suelto y hasta reservado. Sin embargo, April sin buscar destacar, siempre lo hacía, independiente de la ropa que se colocada. Sus finos labios se le acercaron, su aliento a fresa, le recordaba al psicólogo, a quien le pertenecían sus besos y su polla.
–“¿Tú también necesitas hablar conmigo?”- murmuro el hombre rozando esos labiecitos, queriendo morderlos. –“Sí, pero yo esperaré hasta la noche, porque tenemos que discutirlo en nuestra cama”- afirmó ella, con una sonrisa juguetona. Ambos no resistieron a la tensión, una semana sin besarse, era la tortura más grande que había vivido en esos 20 años de matrimonio. Sus lenguas al tocarse, se prendieron una de la otra y no se soltaron por unos largos segundos, no querían hacerlo, pero entendieron que no era el momento de dejarse llevar.
Cuando sus bocas se separaron, April se la mordisqueó. Tomás se sentía en el cielo, ni él se había dado cuenta de lo desesperado que estaba por volver a ver a su esposa y besarla como lo había hecho. Finalmente había olvidado completamente a sus tres sobrinas zorritas y en su lugar, pensaba en April, que lo miraba con sensualidad. Entonces siente que alguien lo jala de su chaqueta, dándose vuelta, recuerda que Camila estaba detrás de él, esperando ser presentada.
La muchacha al observar esa muestra de amor entre su hermano y cuñada, sintió un sofocante deseo recorrer por su cuerpo. Se había calentado con solo ver que se dieron un intercambio de salivas. April se allego a Camila, saludándola con dos besos en cada una de sus mejillas. –“Niños, quiero presentarles a alguien”- dijo Tomás, moviéndose para que los muchachos pudieran ver a Camila. Vanessa la recordó de inmediato, mientras que Axel y Benjamín la miraron de pies a cabeza.
–“Camila, ¿verdad?”- interrumpió Vanessa, antes de que su padre dijera algo. –“Así es, ella es su tía”- manifestó April, dejando helado tanto a su esposo como a su cuñada, que de acuerdo al plan, no iban a revelar aun que era la tía de los chicos. –“¿Ti-tía? ¿Otra más?”- exclamó impactado Benjamín, Axel impresionado por la noticia, solo tragó saliva, en cambio Vanessa, soltó una carcajada, para luego ir a abrazarla. –“Ahora entiendo por qué actuabas tan nerviosa, cuando me encontraste con Bruno”- manifestó la chica.
–“¿Hermana de quién es?”- preguntó ingenuo Axel, que asimilaba la noticia, –“¿No es obvio? Hermana de papá debe ser. Por algo vino con él, además sus labios son similares”- dijo la rubia dejando atónito a su padre, por la madurez que mostraba y lo rápido que dirigió todo, no como con Lucrecia. Aunque también el hombre quedaría sin habla, al darse cuenta que su hija, estaba usando un top rojo, con el que presumía su cintura y su abdomen plano, al mismo tiempo que realzaba sus atributos heredados por su madre.
Antes de que Tomás pudiera recuperarse de la maravillosa imagen de su hija, detrás de ella y Camila, se florecieron otras cuatro siluetas. Eran Josefina, Ignacia, Diana, acompañadas de una pelirroja que jamás había visto y destacaba entre esas tres jovencitas, por tener unos senos como le encantaban a él. Ellas habían regresado de hacer unas compras, las gemelas iban vestida exactamente igual, con unas camisetas blancas y bermudas, que asesinaban a quienes tuvieran el descaro de admirar ese par de colas.
Le fue difícil de distinguir cuál era cuál, solo lo hizo, por la sortija que brillaba en la mano de una. Diana por otra parte, llevaba una falda negra, que le cubría poco más de los muslos, una camiseta blanca, camisa de cuadro, tacones negros y unas gafas de sol. Mientras tanto la pelirroja, que tenía toda su atención, vestía con unos pantalones azul marino, unas zapatillas blancas, al igual que su blusa y un blazer rosado. Era la del atuendo más conservador, pero daba la impresión de que los botones de la blusa, parecían batallar para no saltar.
Cada una de sus cuñadas, lo saludó, Diana un poco más mimosa que las otras dos. Cuando Alessandra se le acercó, su melena suelta y sus labios suavemente pintados, fueron el foco de sus ojos. Ella con cierta timidez le dijo hola y su nombre, engatusando más al hombre, que veía en ella, la dulzura de Luz y la madurez de Bella, la combinación perfecta. Su bulto se hacía cada vez más evidente, al igual que su fijación por esa pelirroja tetona, que acababa de conocer.
Lo de Camila para él pasó prácticamente hacía un segundo plano, siendo sus hijos los más interesados por ella, por ende, se colocarían a charlar con la mujer. Permitiéndole a su padre, ir detrás de esa divina chica, que se alejaba de todos para ir a mirar las fotografías que había tomado. Antes de hacerlo, Tomás miró a April, como buscando una autorización de ella, la cual llegó a través de una marcada sonrisa. Señalando lo evidente, esa preciosura era la siguiente en la lista.
Acomodando sus lentes, Tomás se dirigió a la sala de estar, encontrando a esa chica sentada y cabizbajo. ¿Acaso estaba llorando?, no pudo evitar preguntarse, por la postura que tenía. A medida que se allegaba, fue dándose cuenta que esa chica no estaba llorando, sino desabotonando su blusa y tomar un respiro. Sus enormes melones, salieron como resortes y sudorosos. Con sus manos se daba aire y suspiraba aliviada al poder liberar sus tetas por unos minutos, sin percatarse de la mirada acechadora de Tomás.
La polla del hombre de golpe se colocó erecta, anhelando poder estar entre medio de ese gran par, que parecía incomodo en ese sujetador blanco. Y no se equivocaba al pensar eso, pues Alessandra fue despegando el brasier de su piel, pensando en retirárselo, pero antes miró hacia atrás para comprobar que no había nadie. Vaya sorpresa se llevó la chica al ver que Tomás estaba detrás de ella, anonadado y con los ojos clavados en sus deslumbrantes senos.
Ella se cubrió con sus brazos, sin embargo, solo hizo que ese maduro se obsesionada más con sus tetas. Porque al apretarlos, esos dos globos, se vieron de manera obscena e inmensos. –“Di-disculpe. Solo tenía algo de calor”- dijo la colorina, con sus mofletes sonrojados. –“Descuida, debería ser yo quien se disculpe”- manifestó Tomás sin quitarle la vista a ese par, –“No quería andar de mirón, solo quería preguntarte si te gustaría beber algo”- agrego.
Alessandra: ¿Eh? No, gracias.
Expresó, percatándose del abultamiento que había en ese pantalón.
Alessandra: Joder, sí que es grande.
Murmuró, con sus ojitos grises examinando ese paquete que se marcaba en el pantalón.
Tomás: ¿Dijiste algo?
Alessandra: No, nada. Disculpe, me voy a mi habitación a cambiarme.
Declaró, soltando sin vergüenza sus voluminosos senos, para abotonarse la blusa. Alessandra se tomó todo el tiempo, para ir colocando botón por botón en los orificios de su prenda. Presumía su figura escultural, mientras ella observaba fijamente la entrepierna de él. Al terminar, trata de huir de ese lugar lo más pronto posible, porque se estaba nublando con tanta calentura. No obstante, Tomás se interpuso en su camino, él ni se molestaba en ocultar su descarada ojeada a esas tetas.
–“Oye, no es necesario que te abotones hasta el último botón”- susurró, soltando tres botones. El corazón de la muchacha se le aceleró, haciendo que sus pechos se vieran más grandes al ir respirando de forma tan exagerada. Sus manos temblaron al estar cerca de ese miembro. Tomás dejó de observar esos redondos y grasientos bollos, y la miró a los ojos, sonriéndole. –“Espero que tengamos la oportunidad de conversar, después”- dijo alejándose de ella.
La pelirroja quedó confundida, quería estar feliz porque ese hombre la dejaba tranquila, pero en vez de eso, se sentía molesta. Prefería que el padre de Axel, la mirada con osadía y la manera más cerda posible, en vez que actuada indiferente y serio. Moviendo su cabeza de lado a lado, se decía a ella misma que debía dejar de pensar en tonteras. Suspiró y se fue al cuarto de Diana, el cual estaban compartiendo. Se sentó en la cama y lo primero que se quitó fueron las zapatillas, luego el blazer.
El viento sopló por su espalda, refrescándola un poco, sin embargo, su mente estaba ya contaminada. Al despojarse de su pantalón, el solo roce de sus yemas con su piel, la hizo tiritar y jadear tiernamente. Mordiéndose los labios, imaginaba que ese hombre abría la puerta, se acercaba a ella, con esa enorme erección en sus pantalones. –“¿En serio no quieres nada para refrescarte?”- le decía, con esa estaca apuntando directamente hacía ella.
El pecho se le hacía grande, al estar tan agitada, sus ojos no dejaban de mirar ese paquete que tenía al frente. Dominada por esa lujuria que recorría su blanca piel con algunas pequitas, bajaba la cremallera del pantalón y lo desabotonaba. Su lengua lentamente pasaba por sus labios, levantando su mirada, en un tono coqueto expresó, –“No, pero quiero este barquillo”-, tras decirlo una sonrisa fugaz se le trazó en los labios, porque al ver ese cilindro grueso, abrió su boca y fue tragando.
Volver a saborear un pene después de tanto tiempo, se sentía increíble, sus papilas gustativas estaban en un festín. De pronto abrió los ojos y no vio a nadie a su lado, estaba echada en la cama, con su mano izquierda, acariciando su coñito, tenía dos dedos metidos dentro. –“Dios mío, ¿qué estoy haciendo?”- murmuro Alessandra avergonzada y sacando sus dedos de su interior. –“Esto no está bien”- añadió, con sus uñas raspando su sexo, –“Esto es culpa de esa mujer, ella me metió en la cabeza está loca idea”- sentenció.
La noche en que llegó a esa casa, fue recibida por Axel, ella al verlo creyó que fue obra del destino, y recordar los viejos tiempos juntos, no sería una locura o mera fantasía, por su reacción. No obstante, tras ese asombro, Axel actuó con normalidad, la hizo entrar y la trató con amabilidad. Se colocaron a charlar y los ojos de ese joven con el cual había experimentado su debut en el sexo, ya no la miraba con deseo. Se negaba a aceptar lo que había dicho Diana, que dejó de ser el apasionado amante que era.
Intentó seducirlo esa noche, al esperarlo con un camisón rojo de seda con tirantes. No era el conjunto más sexy que tenía, pero era lo suficiente llamativo, para encandilar a cualquier hombre. Axel al verla, le dio un vistazo de pies a cabeza más de una vez, sin embargo, no perdió la compostura, solo le comentó que lucía preciosa, antes de darle las buenas noches. Pese a sus intentos en los siguientes días de conseguir mínimamente una mirada ardiente de ese chico, no logró nada.
Incluso la noche anterior, al hacer un cosplay de Vanille de Final Fantasy, el juego favorito de Axel, no consiguió esas llamas en sus pupilas. Llamas que si se reflejaron al ver a Vanessa llegar, la rubia vestía con un abrigo, un jersey, un jean y unos tacones rojos. No presumía sus bendiciones, tampoco con ese grueso y amplio abrigo se podía delirar con sus curvas, aun así, Axel observaba lujuriosamente a su hermana. Por más que tratada de ocultar ese anhelo por ella, era evidente por los brillos de sus ojos.
Alessandra se había hecho muy cercana a Vanessa en esos días, además de tomarle fotografía y acompañarla a su trabajo, era la única con la cual podía charlar sobre esos desgarradores sentimientos. Por el día a día y notar la tristeza en la rubia cuando decía que Axel ya ni le hablaba, pensó que su situación era mejor que la de ella, no obstante, ese brillo, que lograba Vanessa, era la prueba evidente que en verdad el muchacho solo fingía no importarle su hermana, cuando estaba loco por ella.
Con el corazón destrozado, intentó huir, irse al cuarto de su amiga, recoger sus cosas y volver a Estados Unidos. Pero antes de que hiciera algo, April apareció en su camino, ella le pidió que la acompañada a compartir con las demás chicas, grupo en donde Vanessa también se uniría. Pasó sus penas bebiendo margaritas, mirando a Ignacia y Vanessa, las dos mujeres que eran el centro de atención de Axel. Sentía envidia, pensaba en actuar de manera directa, de meterse en la cama de ese chico y apoderarse de su polla.
Diversos sentimientos rondaban por su cabeza, hasta que April nuevamente intervino. Tener a esa mujer de frente le generó templanza, quizás se debía a su admiración por ella, ya que para sus 40 años, tenía un cuerpazo que cualquier jovencita enviaría, así mismo por su amabilidad y haber conseguido el amor del hombre que amaba. Para ese entonces, Tomás era un desconocido para la veinteañera, pero que April se encargaría de encapricharla con él, aun cuando no lo había visto.
Cada palabra que decía esa madura sobre su esposo, fueron haciendo eco en la mente de la pelirroja. Su silueta aparecía frente de sus ojos, charlaba con él de manera telepática, coqueteaba con él, sin darse cuenta, se obsesionó con él, sin que Tomás tuviera que conquistarla. Todo porque April como si estuviera usando hipnosis, hizo que imaginada cada una de esas situaciones. Cuando la joven pensó que todo quedaría ahí, la Milf le susurró: –“Te gustaría probar la polla de mi esposo. Es igual de grande y gruesa como la de Axel, y yo puedo compartírtela si quieres”-
Sin que le dijera algo, April supo de inmediato que Alessandra estaba deseosa de montar esa verga madura. La mujer sonriente se levantó y la dejó sola, para que procesada aquello, por un momento la chavala creyó que todo debía ser una broma, que esa señora estaba ebria, sin embargo, al mirar su vaso, solo vio que era jugo, toda la noche bebió un poco de jugo, a diferencia de todas las demás que habían bebido distintos tragos. Vanessa e Ignacia sí que estaban borracha, mirándose una a la otra se disculpaban por cada fechoría que cometieron en contra de la otra.
Josefina apenas tenía los ojos abiertos y balbuceaba el nombre de Benjamín, mientras que Diana al igual que una niña pequeña dormía en el sofá chupando su dedo. La joven pelirroja se preguntó por qué April le metió esos cuentos en su cabeza y solo había dos motivos por el cual a la mujer le interesó. Y era precisamente esos grandes pechos, que tras verlos en las fotos de Diana, supo que era la indicada para cerrar la lista de las 10 elegidas. La mujer pensó que el encuentro entre su esposo y esa muchacha iba a tardar, pero gracias a que ella solita había ido a su casa aprovecharía a que cumpliera su fantasía.
April había ido a ver a Simón, su sonrisa pícara se desvanecía al contemplar a su pequeño hijo, llevando sus manos a su vientre y un par de lágrimas brotaban en sus ojos. Las que secó al oír las voces de sus otros dos hijos varones, que iban a darle un vistazo al pequeño. Ellos al verla se dieron cuenta que no tenían nada de qué preocuparse, se iban a ir, no obstante, April los abrazó. Un abrazo que sería normal, para Axel y Benjamín, después de todo ella siempre era así de cariñosa con ellos, pero sentían que su madre buscaba consuelo, como si hubiera hecho algo malo o se despedía.
Todo eso paso la noche antes del regreso de Tomás, quien después de su llegada a la casa, comenzó a notar que su esposa estaba algo distante. Alessandra, tenía miedo de salir de su habitación, su cuerpo se sentía raro al estar tan cerca de ese hombre. No obstante, estar dentro de ese cuarto con aquella temperatura tampoco era lo más idóneo. Sus dedos sobaban su vulva y aunque se esforzaba en maquinar un escenario con Axel, terminaba siempre en los brazos del maduro.
Su boquita se derretía en la de él, como un algodón de azúcar, mientras sus gordas tetas eran amasadas por esas manos con fuerza y su vagina revivía el gozo del sexo. –“Más, más, más, más”- maullaba, con sus delicados dedos revolviendo su candente interior. Concentrada en su autoplacer, no se dio cuenta de unos de pasos en la escalera y la voz de Diana que iba crescendo. La cual quedó con las pupilas dilatadas del asombro por encontrar a su amiga masturbándose tanto fervor.
El sol se ocultó y la luna resplandeció, luego de tener un día bastante agitado, Camila se fue a dormir, en el cuarto de Simón. No tuvo ningún problema en hacerse cargo del más pequeño de sus sobrinos, dándole así privacidad a su hermano y cuñada. Tomás veía como su esposa se desnudaba para colocarse su pijama, ella se quitó su sujetador, liberando sus enormes mamas que se bambalearon. El hombre no soportó más y se aproximó a April, para poder tocar ese fascinante cuerpo voluptuoso.
Parándose detrás de ella, admiró la recta espalda y la linda caballera rubia de su mujer, antes de agarrarle sorpresivamente esos enormes esos y estrujarlos. –“Aaahh”- exclamó April, sintiendo el aliento de su marido, recorrer por su cuello. –“Ya voy por la mitad de tu lista, creo que me merezco una recompensa”- le susurró, pellizcando sus duritos pezones. La Milf abrió su boca, esperando por la de él, sin embargo, al estar a tan solo centímetros de que se conecten, ella se separa bruscamente de su esposo.
–“No, Tom. Hoy no”- dijo, dejando desconcertado a Tomás, que no entendía ese rechazo, menos cuando fue April misma, la que había insinuado que en la noche tendría sexo. –“¿Qué pasa amor? ¿Algo te sentó mal?”- interrogo, esperando esclarecer sus dudas. –“No, solo estoy cansada”- afirmo ella, aunque evidentemente el hombre supo que esa excusa era una mentira. A pesar de eso, no quiso presionarla y se acostó, después de todo debía prepararse para coger con Alessandra y tachar una joven más de la lista de su esposa.
Apagando la lámpara, sintió que su mujer se pegó a él y recostó su cabeza en su pecho, su cálida respiración lo tranquilizaba. –“Por cierto, April, ¿por qué le dijiste a los niños que Camila es su tía?”- preguntó, acariciando su cabello, –“Porque no me gustan las mentiras. Una cosa son los secretos, Tom, algo que ocultamos por cierta conveniencia, pero mentirles diciendo que es una amiga, para luego confesarle que es su tía, no me parece correcto, porque ¿en dónde va a quedar nuestra credibilidad ante ellos?”- refutó la mujer, pasando su dedo del corazón en el pecho de su marido.
–“Nuestros hijos no son niños, Tom. Ya viste que son los suficientemente maduros para enfrentar esta situación. La única mentira que tendremos con ellos, será lo de Bruno y espero que termine pronto, porque detesto ser hipócrita con ellos”- sentenció April, dejando a Tomás pensativo. –“Por cierto, ¿tu hermana no vendrá al matrimonio?”- preguntó, al recordar a Lu. –“No. Me dijo que está ocupada con algunas cosas de su empresa, por lo que no tendría tiempo para venir”- respondió la mujer.
Segundos antes de que él cerrada sus ojos y entrada en un sueño profundo, escuchó de la boca de su esposa, “gracias y disculpa”, creyendo que se debía a su lista y a Camila, respectivamente.
Miércoles
Solo faltaban dos días para el matrimonio de Axel e Ignacia. Ambos estaban bastante ansiosos y nerviosos por el paso que iban a dar. Tempranamente el celular del muchacho suena, él aún algo sobado lo toma y contesta, Ignacia entre el murmullo que hacía el joven, se despierta y cuando este termina de hablar, le pregunta, con quién estaba charlando. Axel con una sonrisa le responde que su madre lo había llamado para comunicarle que ya había llegado al aeropuerto.
Ignacia se sentó en la cama y sintió inquietud, ya que era la primera vez que vería a la madre biológica de Axel y desconocía si iba a caerle bien a su suegra. El muchacho noto aquello y se acercó a la culoncita, colocando su rostro frente al de ella, le dice que se relaje, ya que estaba seguro que su madre iba a quedar maravillada al conocerla. La jovencita sonríe y abraza a su novio, susurrándole en el oído que durante el encuentro con su suegra, no le suelte la mano.
Él ríe brevemente, porque era la primera vez que veía tan nerviosa a Ignacia. Al llegar al terminal, los jóvenes caminaban tomados de la mano, la culoncita vestía con unos jeans ajustados, que levantaban su cola asesina y una blusa color rosado. Como era costumbres, varios quedaban hipnotizados por ese gran culo, su forma tan sensual de moverse por cada paso que daba la muchacha era un deleite único. Esas miradas depravadas, la excitaban y le hacían recordar aquel día donde vio por primera vez a Axel de forma directa y no virtual.
Su cuerpo entero ardía, un cosquilleo insoportable sentía en su vagina. Todo por volver a rememorar el día en donde sus nalgotas fueron el centro de atención y conoció a un maduro que la hizo gozar del sexo anal con su gran verga. Ella muerde sus labios y siente su coño humedecerse, su memoria traviesa de forma fugaz le hizo añorar ese momento. El agarrón de culo que le dio ese hombre, el tamaño de esa pija, su fantástico sabor, la exquisita comida de culo que él le dio, esa cogida anal extraordinaria y la bañada de semen.
–“Dios mío... ¿Qué será de Oscar?”- murmuro la muchacha, Axel la mira y le pregunta si había dicho algo, ella le responde que no, solo había suspirado. Sus ganas de coger eran muy grandes, tratando de calmarse, cierra los ojos y se dice a ella misma, –“Tranquila Ignacia, deja tu mente en blanco y no pienses más en ese maravilloso día”-, eso funciono, por lo menos la ayudo a que este menos inquieta, pero el intercambio de miradas que tuvo con Laura, fue suficiente para que deje de estar fantaseando.
La mujer abrazo a su hijo y luego se acercó a la muchacha con una mirada bastante amenazadora. –“Así que tú eres la perrita que quiere casarse con mi pequeño”-, dijo Laura, tajante y seria. Ignacia intimidada trago saliva y simplemente sonrió de forma nerviosa.
Axel: Mamá deja tus juegos y actuaciones de lado. No ves que ella ya está bastante alterada con solo conocerte.
Mientras decía aquello, le taparon los ojos y notó unos suaves senos apoyándose en su espalda. Eran redondos y pesados, antes de que abriera la boca, sintió la respiración de esa persona por su cuello, lo que le causó un pequeño escalofrío, a la vez que le susurraron en el oído. –“No es ningún juego, ni tampoco actuación, seremos muy mala con ella, hasta saber que te merece”-, Axel se quita las manos de su rostro y se da vuelta, mirando perplejo a la persona que le había dicho eso.
Axel: Ro... ¿Rosita?
Rosita: (Ríe) ¿Pensaste que me iba a perder tu boda, hermanito?
La culoncita no comprendía lo que estaba ocurriendo, así que solo se rio. Tras el abrazo entre Rosita y Axel, la joven morocha se acerca a su cuñada, y la mira detenidamente.
Rosita: Así que apuntaste a una rubia. No está nada mal, hermanito, de hecho se ve más linda que en las fotos que me enviaste de ella. (Mirando a la joven) ¿Qué pasa rubiecita? ¿Te comieron la lengua?
Laura: Parece que es muda, no ha dicho ninguna palabra.
Rosita: Quizás exageramos en nuestra broma, mamá.
Laura: Cariño, no te asuste, relájate. Nosotras no vamos a hacerte la vida imposible, si sabemos que eres la chica correcta para Axel.
Aunque escuchaba esas declaraciones, Ignacia no podía dejar de sonreír o soltar una pequeña risa. Las palabras no fluían en su mente en ese momento. Cuando Axel iba acercarse a su novia, nuevamente le tapan los ojos, siente otra vez un pequeño escalofrió en su espalda, al mismo tiempo que le dicen, –“¿Adivina quién soy?”-, pero esta vez, la voz del susurro hizo que se congele. Al girarse para ver a la persona, balbuceó: –“Be-Be-Be... Be-Be... ¿Be-Belén?”-
Belén: Así es, primo.
La joven abrazo al muchacho y este miró a su madre desconcertado, la mujer le hizo un gesto, que hablarían después. Finalmente Ignacia rompía el silencio y comenzaba a dejar de lado esa tensión que la consumía. La joven rápidamente congenió con quién sería su suegra, al igual que con su cuñada y la prima del muchacho. Aunque Axel había cambiado a una actitud más seria, desde que Belén apareció. Antes de subirse al coche e ir a la casa, el joven pidió hablar con su madre un momento en privado. Alejados de Ignacia, Rosita y Belén, el muchacho miró a su madre y le preguntó un tono algo molesto:
Axel: Mamá, ¿qué hace ella aquí?
Refiriéndose claramente a Belén.
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