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YO… LA MAS PUTA DE TODAS…
PARTE 1
Es así como me llamaban mis amigas, bueno, más que amigas, conocidas envidiosas, porque no toleraban que pudiera vivir mi sexualidad con la misma moral que la vive un hombre, y qué? cual era el problema? Me gustan las vergas, más grandes, mejor, las palabras de quienes me juzgan… pues me las meto en el culo…
Así que les contaré un poco de mi vida, haciendo foco en especial de la forma que teniendo todo, por puta, me quedé sin nada, después ustedes juzgarán…
Mi nombre, Paola, estoy llegando a los treinta, tuve muchos hombres en mi vida, soy muy sexual, y me gusta ser complaciente, digamos que mucho de mi placer pasa por ser sumisa con mi hombre, me excita verlo caliente, y hago cualquier cosa por lograrlo.
Soy alta, de rostro delgado y cabellos castaños a media espalda, de ojos almendra, nariz un poco prominente y labios carnosos, delgada, de bellas piernas, de ir de frente, sin pelos en la lengua, un defecto? mis pechos, casi no tengo tetas, en fin, una virtud? mi cola, tengo cola de esas para filmar una película pornográfica, sin dudas, lo mejor de mi…
A los veinte ya había decidido algo, en la intimidad no llamaría a ningún hombre por su nombre, solo le diría ‘papi’, después de un par de veces de estar con alguien en la cama y llamarlo por otro nombre, es que bueno, una puede equivocarse, cierto? No era lindo estar cogiendo con Juan y en el mejor momento decirle Pedro, así que nada de nombres, ‘papi’ para todos…
A los veinticinco me casaría, Alberto, un niño rico, de padres ricos, con demasiado dinero, era lo que buscaba, pegarme a alguien que me asegurara el futuro, al firmar los papeles, la mitad de lo suyo sería mío, y puede sonar a interesada, si, cierto, porque negarlo.
Sabía desde el principio que estaría con el solo por su dinero, en la cama era bastante mediocre, digamos, entre cero y diez, le pondría un cinco, por más que se esmerara, y en verdad lo hacía, el jamás me cogería como otros que me habían cogido, jamás estaría a mi altura, pero no me quejo, sabía que iba a serle infiel en la primera de cambio, los hombres estaban en mi camino, en mi naturaleza.
Lo mío puede resultar muy frío, muy calculador, cierto, no me preocupa admitirlo, si por una buena chupada podía tener a Alberto bajo control y con eso todo el dinero que tenía, bueno, esa era yo…
Ya le había metido los cuernos un par de veces, él era muy ingenuo para darse cuenta, vivía en una burbuja, en un mundo de príncipes y princesas…
Tiempo atrás empecé a ir al gimnasio, a hacer fitness, a marcar mi cuerpo y sacar más cola, por si me hiciera falta, ja! fui a hacer pesas, un tanto por eso, otro tanto para que los chicos del gym me miren, es que se me hace muy sexi cuando me miran, siento el deseo de los hombres sobre mi cuerpo, y yo me visto para ellos, para que me desvistan con la mirada.
Y de esas primeras clases en máquinas para musculación, agregué clases nocturnas de bailes de zumba.
Roberto Carlos era el profesor, brasileño de origen, argentino por opción, un moreno alto, de casi dos metros, musculoso, piel bronceada, con numerosos tatuajes, de cabellos oscuros y ojos negros como la noche, con ese perfil de macho recio, de esos que dejan bien parado al sexo masculino.
Movía las caderas al compás de la música como pocos, diablos… solía usar musculosas caladas las cuales se pegaban a su cuerpo producto de la transpiración, y pantalones holgados que no impedían adivinar algo demasiado generoso entre sus piernas, algo que era evidente y motivo de comentarios de las chicas.
Y en ese entorno, ese moreno se había transformado en el premio codiciado, quien sería la afortunada en llevárselo a la cama, y ese desafío se me hacía demasiado difícil de evitar, ese era mi juego, el que me gustaba, porque quería que él me eligiera por el resto de todas…
Y sabíamos algo más, Roberto Carlos era casado, padre de familia, y yo estaba dispuesta a ser infiel, pero no sabíamos que opinaba el, porque él hablaba muy bien de su esposa y sus hijos, así que bueno, solo me quedaba averiguarlo…
Es que ese mulato me podía, no podía mirarlo sin deseo, quería que fuera mío a como diera lugar…
Tracé mi plan de seducción, en esta competencia valían todas las armas, y yo no dudaría en usarlas para conseguir el premio, una mujer sabe que cartas jugar, desde las miradas, las palabras, los gestos, y hasta la vestimenta, porque si de puta se trataba, en esos días no había quien me ganara…
Llegaron mis peinados en cola de caballo, mis labios pintados, dejé de lado las largas remeras para pasar a pequeños top de gimnasia, tangas de infarto bajo short blancos de licra, de esos que se transparentan y como dije al principio, solo para resaltar mi culo pornográfico, empezaron roces casuales, palabras inocentes, y poses sugerentes, todo para atrapar al pez…
Pronto conseguiría dos cosas, la atención de Roberto Carlos, ser su alumna preferida con la cual intercambiaba sonrisas cómplices, ser su centro de atención, tener sus ojos clavados en mi cuerpo y además… estar en boca de todas las chicas del gym, me transformé en la puta del lugar, en la típica calienta vergas que andaba detrás del profesor, pero poco me importó…
Y las cosas se hicieron más que evidentes, éramos cómplices, nuestro destino era la cama, las chicas del gym me preguntaban qué tal cogía asumiendo algo que aún no había sucedido, pero que no tardaría en darse...
Una tarde como cualquiera me ayudaba a elongar, se puso tras de mí en un plan acostumbrado, solo que yo busqué intencionalmente pegar mi trasero a su bulto, él tomó la indirecta y empujó hacia adelante, disimuladamente para no levantar sospechas, y yo volví a empujar, ahora refregando un poco, entonces me dijo
No seas puta, dejá de provocarme porque te voy a meter la verga en el culo y después vas a llorar…
Ja! para tanto es? sabes que me muero de ganas? Cuando quieras, donde quieras…
Había algo más que me enloquecía de ese hombre, como dije, el hecho que fuera casado, tenía familia, y yo quería corromperlo y llevarlo a la cama, como sea, como diera lugar…
Viernes, día de gym, ya casi había terminado cuando le dije a Roberto Carlos que estaría sola por la noche, Alberto, mi marido, quien era totalmente ajeno a lo que termino de escribir, tenía una cena de amigos, yo ya lo conocía, y esas cenas duraban hasta altas horas de la madrugada, fui directa, le dije que quería coger y que le metiera alguna excusa a la tonta de su mujer.
El miraba un tanto incrédulo, como adivinando si hablaba en serio o no, así que le dije, que le mandaría un WhatsApp y que si le parecía bien tipo veintitrés podríamos encontrarnos.
Y así fue, apenas mi esposo dejó el hogar con un dulce beso en mis labios, le avisé a Roberto Carlos y fui corriendo a cambiarme, ya estaba bañada, depilada y perfumada, me puse un vestido floreado, algo holgado pasando mis rodillas, si algo quería en ese momento, es pasar desapercibida al salir, no necesitaba llamar la atención de las viejas chusmas del barrio, pero, de todas maneras, tenía una sorpresa para ese mulato.
Tomé un taxi para encontrarme con él en un sitio apartado, llegué, pagué me bajé, él ya me esperaba, me hizo un guiño con las luces de su coche y me dirigí a su encuentro, subí y me acomodé a su lado.
Estás muy bonita! - me dijo con una sonrisa compradora mientras me besaba en la mejilla.
Este muchacho me sonó un tanto ‘lento’, estábamos a minutos de revolcarnos en una cama y solo me besó en la mejilla…
Arrancó camino a algún motel, mientras conducía lo miraba atentamente, él se concentraba en el tránsito, así que tomé su mano derecha con la mía y la llevé a mi muslo, levanté suavemente el vestido y lo hice subir lentamente, quería que llegara a la sorpresa, cuando llegó a mi vagina depilada notó que no tenía ropa interior, le arranqué una sonrisa y empujé más su mano entre mis piernas, intentó infructuosamente colar uno o dos dedos en el interior de mi raja, pero el acceso no era fácil, por lo que la retiró y la coló por el escote de mi vestido, para comprobar que tampoco tenía sostén…
Esos juegos en el viaje lograron que estuviéramos a punto caramelo llegado el momento…
El cuarto era amplio, en tonos de rojo sangre combinados con pálidos rosas, había unos chocolates acomodados estratégicamente sobre la cama, fueron mi primera tentación, mientras él fue el frigo bar por una botella de champagne, estábamos en silencio, podía escuchar mis muelas masticando esos placeres del cacao, y hasta el repiquetear de las burbujas en las copas recién servidas, apenas me mojé los labios, estábamos ahí para otra cosa…
Me incorporé a un lado de la cama, bajé de mis tacos, aflojé mi vestido y lo dejé caer al suelo, me quedé como dios me trajo al mundo ante sus ojos atontados, me pidió que girara, para ver mi trasero, previsible…
Entonces apagué la luz, apenas tenues reflejos de las farolas de la acera se colaban por los gruesos cortinados, dando una imagen de casi oscuridad total, me acerqué a él y ahora si nos besamos profundamente, sentí su respiración agitada, aún tenía sus prendas y contrastaba con mi total desnudez, le fregué la verga por sobre la ropa, aun apuntaba al suelo, pero ya pude notar algo interesante, me apretó las nalgas y ahora si, sin problemas metió un par de dedos en mi conchita, bien profundo, bien rico…
Me estremecí en sus brazos, comenzó a llenarme de besos, esos besos profundos, y yo a recorrer la perfección de sus músculos, me acurruqué en su cuerpo varonil, y sentí su pija crecer rápidamente hasta refregarla en mi vientre, mierda, no pude resistirlo, me arrodillé a sus pies, aflojé sus ropas con premura para llegar a su sexo, no podía verla con claridad, pero la abracé con una mano y aún quedaba mucho por cubrir, tenía un aroma embriagante, la sentí latir entre mis dedos, solo hizo que me mojara más y más…
Me dispuse a torturarlo, pelé bien su glande, besé sus ricos testículos, y recorrí esa preciosura desde la base hasta la punta, lentamente, una y otra vez, muy lento, demasiado…
Roberto Carlos pronto empezaba a estremecerse, quería que se la comiera toda, que se la chupara con ganas, pero yo solo apretaba mi húmeda lengua contra la bese de su cabeza llevándolo a una lenta agonía, incluso pude saborear una pequeña gota acuosa de un incipiente semen que escapaba por la punta de su sable…
El parecía estar en trance, hasta que me levantó por la fuerza, tomando el control de la situación, me tiró sobre la cama, se terminó de desnudar, se arrodilló en el piso y escabulló su cabeza entre mis piernas, me mantuvo con la fuerza de sus brazos, dando pequeños pellizcos en mis pezones y me pagó con la misma moneda, empezó a rozar con su lengua los labios de mi sexo, en un lento y eterno camino que me llevaban a la nada, porque deseaba que lamiera mi clítoris pero no lo hacía, apenas lo rodeaba y hacía que me retorciera en deseo.
Estaba en desventaja, abusaba de su fuerza masculina para mantenerme a raya y yo nada podía hacer, solo retorcerme y gemir, le implore
Basta hijo de puta, cógeme, ¡quiero toda tu verga dentro!
Él se apiadó, vino sobre mí y me la metió por completo, tan rica, tan grande, tan gruesa, me hizo vibrar, me arrancó un gemido de puta, empezó a moverse dentro mío, lo besé, sentí sus propios gemidos, ensartándome hasta el fondo, una y otra vez, quise acariciar mi clítoris para llegar a ese orgasmo que lo tenía a flor de piel, pero él me lo impidió, nuevamente abusando de su masculinidad me retuvo los brazos para que yo no pudiera tocarme, y me cogió en cuanta forma y posición imaginen, hasta que recordé la charla del gym y le dije directamente
Y papi? no me dijiste que me ibas a romper el culo? supongo que no me dejaras con las ganas…
La verdad… habría que hacer unas ‘sentadillas’ para fortalecer esos glúteos…
Bastardo, solo se recostó boca arriba con su verga erecta mirando al cielo, mientras yo lubricaba mi esfínter, me puse en cuclillas a su lado, bajé lentamente y solo la dejé entrar, hasta donde se podía porque toda no me entraba…
Y como si estuviera en una de sus clases, flexionaba sobre él, parada en las plantas de mis pies, regalándole las curvas de mi culo, arriba y abajo, diez veces, y otra serie más, y una tercera, se sentía hermoso, y me sentía muy puta, con esa verga hermosa en mí culo.
Al fin pude masturbarme libremente, apretando mi clítoris entre mis dedos, me sentí venir, que rico orgasmo con su enorme verga en mi trasero…
Volvió a tomar la iniciativa luego que no pude más, en mezcla de cansancio y placer, puso un almohadón sobre la cama y me recostó sobre el boca abajo, de manera que mi colita quedara levantado, como si acaso hiciera falta, lo sentí acomodarse como para cabalgarme, y me la metió nuevamente…
La posición favoreció la penetración tan profunda que me arrancó un grito, mezcla de placer y dolor, y empezó a darme, sin prisa, sin pausa, rompiéndome bien el culo, como a mí me gustaba…
Al fin la sacó y empecé a sentir su semen caliente quemando mi piel, mis nalgas, mi espalda, un chorro, otro y otro más…
Se retiró y cayó rendido a mi derecha, nos besamos apasionadamente…
Aun había tiempo y cogimos un buen rato más, luego nos bañamos y emprendimos el regreso.
Ese viaje de regreso no fue lo que una mujer recién cogida por un amante espera escuchar, el estúpido comenzó a contarme sobre su matrimonio, sobre cuanto amaba a su mujer y cuanto le pesaba la conciencia por lo que había hecho, y me preguntó que había de mí, si no me sentía mal pensar que hacía un rato había puesto mis labios en su verga, y en breve los pondría en la boca de mi esposo, preferí no hablar, me mantuve en silencio, hombres...
Me contó entonces que en Brasil trabajaba de stripper, debía imaginarlo con la verga que tenía y con los movimientos de baile que nos enseñaba en el gym.
Que todo fue bien hasta que conoció a la que sería su mujer, y que obviamente empezaron los celos, y los planteos, y los problemas…
Fue cuando un chico argentino que trabajaba con él en esos lugares nocturnos, le propuso cambiar de ambiente, venir a mi país y empezar una nueva vida, y que esos fueron los motivos por los cuales terminó dando clases en un gimnasio en la República Argentina.
Le dije que me dejara a un par de cuadras de casa, tenía un sabor agridulce en la boca, después de una revolcada espectacular me salió con prejuicios moralistas, no entendí bien como era el juego.
Llegué a casa, me acosté y me quedé dormida.
Poco después lo sentí llegar a Alberto, con sigila, como acostumbraba, sentí los ruidos de la llave, lo sentí pasar por el baño y venir a mi lado, me abrazó, y entredormida recordé lo que me había dicho Roberto Carlos en el auto, sobre lo moral del tema, así que solo le di un profundo y eterno beso en la boca a mi esposo, sintiéndome diabla por dentro, me quedé con una sonrisa pintada en los labios, todo antes de quedarme dormida nuevamente…
Y este podría ser el final de la historia, pero es el principio, alguien más aparecería en mi vida…
CONTINUARA
Si eres mayor de edad puedes escribirme a con título ’ YO… LA MAS PUTA DE TODAS…’ a dulces.placeres@live.com
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Es así como me llamaban mis amigas, bueno, más que amigas, conocidas envidiosas, porque no toleraban que pudiera vivir mi sexualidad con la misma moral que la vive un hombre, y qué? cual era el problema? Me gustan las vergas, más grandes, mejor, las palabras de quienes me juzgan… pues me las meto en el culo…
Así que les contaré un poco de mi vida, haciendo foco en especial de la forma que teniendo todo, por puta, me quedé sin nada, después ustedes juzgarán…
Mi nombre, Paola, estoy llegando a los treinta, tuve muchos hombres en mi vida, soy muy sexual, y me gusta ser complaciente, digamos que mucho de mi placer pasa por ser sumisa con mi hombre, me excita verlo caliente, y hago cualquier cosa por lograrlo.
Soy alta, de rostro delgado y cabellos castaños a media espalda, de ojos almendra, nariz un poco prominente y labios carnosos, delgada, de bellas piernas, de ir de frente, sin pelos en la lengua, un defecto? mis pechos, casi no tengo tetas, en fin, una virtud? mi cola, tengo cola de esas para filmar una película pornográfica, sin dudas, lo mejor de mi…
A los veinte ya había decidido algo, en la intimidad no llamaría a ningún hombre por su nombre, solo le diría ‘papi’, después de un par de veces de estar con alguien en la cama y llamarlo por otro nombre, es que bueno, una puede equivocarse, cierto? No era lindo estar cogiendo con Juan y en el mejor momento decirle Pedro, así que nada de nombres, ‘papi’ para todos…
A los veinticinco me casaría, Alberto, un niño rico, de padres ricos, con demasiado dinero, era lo que buscaba, pegarme a alguien que me asegurara el futuro, al firmar los papeles, la mitad de lo suyo sería mío, y puede sonar a interesada, si, cierto, porque negarlo.
Sabía desde el principio que estaría con el solo por su dinero, en la cama era bastante mediocre, digamos, entre cero y diez, le pondría un cinco, por más que se esmerara, y en verdad lo hacía, el jamás me cogería como otros que me habían cogido, jamás estaría a mi altura, pero no me quejo, sabía que iba a serle infiel en la primera de cambio, los hombres estaban en mi camino, en mi naturaleza.
Lo mío puede resultar muy frío, muy calculador, cierto, no me preocupa admitirlo, si por una buena chupada podía tener a Alberto bajo control y con eso todo el dinero que tenía, bueno, esa era yo…
Ya le había metido los cuernos un par de veces, él era muy ingenuo para darse cuenta, vivía en una burbuja, en un mundo de príncipes y princesas…
Tiempo atrás empecé a ir al gimnasio, a hacer fitness, a marcar mi cuerpo y sacar más cola, por si me hiciera falta, ja! fui a hacer pesas, un tanto por eso, otro tanto para que los chicos del gym me miren, es que se me hace muy sexi cuando me miran, siento el deseo de los hombres sobre mi cuerpo, y yo me visto para ellos, para que me desvistan con la mirada.
Y de esas primeras clases en máquinas para musculación, agregué clases nocturnas de bailes de zumba.
Roberto Carlos era el profesor, brasileño de origen, argentino por opción, un moreno alto, de casi dos metros, musculoso, piel bronceada, con numerosos tatuajes, de cabellos oscuros y ojos negros como la noche, con ese perfil de macho recio, de esos que dejan bien parado al sexo masculino.
Movía las caderas al compás de la música como pocos, diablos… solía usar musculosas caladas las cuales se pegaban a su cuerpo producto de la transpiración, y pantalones holgados que no impedían adivinar algo demasiado generoso entre sus piernas, algo que era evidente y motivo de comentarios de las chicas.
Y en ese entorno, ese moreno se había transformado en el premio codiciado, quien sería la afortunada en llevárselo a la cama, y ese desafío se me hacía demasiado difícil de evitar, ese era mi juego, el que me gustaba, porque quería que él me eligiera por el resto de todas…
Y sabíamos algo más, Roberto Carlos era casado, padre de familia, y yo estaba dispuesta a ser infiel, pero no sabíamos que opinaba el, porque él hablaba muy bien de su esposa y sus hijos, así que bueno, solo me quedaba averiguarlo…
Es que ese mulato me podía, no podía mirarlo sin deseo, quería que fuera mío a como diera lugar…
Tracé mi plan de seducción, en esta competencia valían todas las armas, y yo no dudaría en usarlas para conseguir el premio, una mujer sabe que cartas jugar, desde las miradas, las palabras, los gestos, y hasta la vestimenta, porque si de puta se trataba, en esos días no había quien me ganara…
Llegaron mis peinados en cola de caballo, mis labios pintados, dejé de lado las largas remeras para pasar a pequeños top de gimnasia, tangas de infarto bajo short blancos de licra, de esos que se transparentan y como dije al principio, solo para resaltar mi culo pornográfico, empezaron roces casuales, palabras inocentes, y poses sugerentes, todo para atrapar al pez…
Pronto conseguiría dos cosas, la atención de Roberto Carlos, ser su alumna preferida con la cual intercambiaba sonrisas cómplices, ser su centro de atención, tener sus ojos clavados en mi cuerpo y además… estar en boca de todas las chicas del gym, me transformé en la puta del lugar, en la típica calienta vergas que andaba detrás del profesor, pero poco me importó…
Y las cosas se hicieron más que evidentes, éramos cómplices, nuestro destino era la cama, las chicas del gym me preguntaban qué tal cogía asumiendo algo que aún no había sucedido, pero que no tardaría en darse...
Una tarde como cualquiera me ayudaba a elongar, se puso tras de mí en un plan acostumbrado, solo que yo busqué intencionalmente pegar mi trasero a su bulto, él tomó la indirecta y empujó hacia adelante, disimuladamente para no levantar sospechas, y yo volví a empujar, ahora refregando un poco, entonces me dijo
No seas puta, dejá de provocarme porque te voy a meter la verga en el culo y después vas a llorar…
Ja! para tanto es? sabes que me muero de ganas? Cuando quieras, donde quieras…
Había algo más que me enloquecía de ese hombre, como dije, el hecho que fuera casado, tenía familia, y yo quería corromperlo y llevarlo a la cama, como sea, como diera lugar…
Viernes, día de gym, ya casi había terminado cuando le dije a Roberto Carlos que estaría sola por la noche, Alberto, mi marido, quien era totalmente ajeno a lo que termino de escribir, tenía una cena de amigos, yo ya lo conocía, y esas cenas duraban hasta altas horas de la madrugada, fui directa, le dije que quería coger y que le metiera alguna excusa a la tonta de su mujer.
El miraba un tanto incrédulo, como adivinando si hablaba en serio o no, así que le dije, que le mandaría un WhatsApp y que si le parecía bien tipo veintitrés podríamos encontrarnos.
Y así fue, apenas mi esposo dejó el hogar con un dulce beso en mis labios, le avisé a Roberto Carlos y fui corriendo a cambiarme, ya estaba bañada, depilada y perfumada, me puse un vestido floreado, algo holgado pasando mis rodillas, si algo quería en ese momento, es pasar desapercibida al salir, no necesitaba llamar la atención de las viejas chusmas del barrio, pero, de todas maneras, tenía una sorpresa para ese mulato.
Tomé un taxi para encontrarme con él en un sitio apartado, llegué, pagué me bajé, él ya me esperaba, me hizo un guiño con las luces de su coche y me dirigí a su encuentro, subí y me acomodé a su lado.
Estás muy bonita! - me dijo con una sonrisa compradora mientras me besaba en la mejilla.
Este muchacho me sonó un tanto ‘lento’, estábamos a minutos de revolcarnos en una cama y solo me besó en la mejilla…
Arrancó camino a algún motel, mientras conducía lo miraba atentamente, él se concentraba en el tránsito, así que tomé su mano derecha con la mía y la llevé a mi muslo, levanté suavemente el vestido y lo hice subir lentamente, quería que llegara a la sorpresa, cuando llegó a mi vagina depilada notó que no tenía ropa interior, le arranqué una sonrisa y empujé más su mano entre mis piernas, intentó infructuosamente colar uno o dos dedos en el interior de mi raja, pero el acceso no era fácil, por lo que la retiró y la coló por el escote de mi vestido, para comprobar que tampoco tenía sostén…
Esos juegos en el viaje lograron que estuviéramos a punto caramelo llegado el momento…
El cuarto era amplio, en tonos de rojo sangre combinados con pálidos rosas, había unos chocolates acomodados estratégicamente sobre la cama, fueron mi primera tentación, mientras él fue el frigo bar por una botella de champagne, estábamos en silencio, podía escuchar mis muelas masticando esos placeres del cacao, y hasta el repiquetear de las burbujas en las copas recién servidas, apenas me mojé los labios, estábamos ahí para otra cosa…
Me incorporé a un lado de la cama, bajé de mis tacos, aflojé mi vestido y lo dejé caer al suelo, me quedé como dios me trajo al mundo ante sus ojos atontados, me pidió que girara, para ver mi trasero, previsible…
Entonces apagué la luz, apenas tenues reflejos de las farolas de la acera se colaban por los gruesos cortinados, dando una imagen de casi oscuridad total, me acerqué a él y ahora si nos besamos profundamente, sentí su respiración agitada, aún tenía sus prendas y contrastaba con mi total desnudez, le fregué la verga por sobre la ropa, aun apuntaba al suelo, pero ya pude notar algo interesante, me apretó las nalgas y ahora si, sin problemas metió un par de dedos en mi conchita, bien profundo, bien rico…
Me estremecí en sus brazos, comenzó a llenarme de besos, esos besos profundos, y yo a recorrer la perfección de sus músculos, me acurruqué en su cuerpo varonil, y sentí su pija crecer rápidamente hasta refregarla en mi vientre, mierda, no pude resistirlo, me arrodillé a sus pies, aflojé sus ropas con premura para llegar a su sexo, no podía verla con claridad, pero la abracé con una mano y aún quedaba mucho por cubrir, tenía un aroma embriagante, la sentí latir entre mis dedos, solo hizo que me mojara más y más…
Me dispuse a torturarlo, pelé bien su glande, besé sus ricos testículos, y recorrí esa preciosura desde la base hasta la punta, lentamente, una y otra vez, muy lento, demasiado…
Roberto Carlos pronto empezaba a estremecerse, quería que se la comiera toda, que se la chupara con ganas, pero yo solo apretaba mi húmeda lengua contra la bese de su cabeza llevándolo a una lenta agonía, incluso pude saborear una pequeña gota acuosa de un incipiente semen que escapaba por la punta de su sable…
El parecía estar en trance, hasta que me levantó por la fuerza, tomando el control de la situación, me tiró sobre la cama, se terminó de desnudar, se arrodilló en el piso y escabulló su cabeza entre mis piernas, me mantuvo con la fuerza de sus brazos, dando pequeños pellizcos en mis pezones y me pagó con la misma moneda, empezó a rozar con su lengua los labios de mi sexo, en un lento y eterno camino que me llevaban a la nada, porque deseaba que lamiera mi clítoris pero no lo hacía, apenas lo rodeaba y hacía que me retorciera en deseo.
Estaba en desventaja, abusaba de su fuerza masculina para mantenerme a raya y yo nada podía hacer, solo retorcerme y gemir, le implore
Basta hijo de puta, cógeme, ¡quiero toda tu verga dentro!
Él se apiadó, vino sobre mí y me la metió por completo, tan rica, tan grande, tan gruesa, me hizo vibrar, me arrancó un gemido de puta, empezó a moverse dentro mío, lo besé, sentí sus propios gemidos, ensartándome hasta el fondo, una y otra vez, quise acariciar mi clítoris para llegar a ese orgasmo que lo tenía a flor de piel, pero él me lo impidió, nuevamente abusando de su masculinidad me retuvo los brazos para que yo no pudiera tocarme, y me cogió en cuanta forma y posición imaginen, hasta que recordé la charla del gym y le dije directamente
Y papi? no me dijiste que me ibas a romper el culo? supongo que no me dejaras con las ganas…
La verdad… habría que hacer unas ‘sentadillas’ para fortalecer esos glúteos…
Bastardo, solo se recostó boca arriba con su verga erecta mirando al cielo, mientras yo lubricaba mi esfínter, me puse en cuclillas a su lado, bajé lentamente y solo la dejé entrar, hasta donde se podía porque toda no me entraba…
Y como si estuviera en una de sus clases, flexionaba sobre él, parada en las plantas de mis pies, regalándole las curvas de mi culo, arriba y abajo, diez veces, y otra serie más, y una tercera, se sentía hermoso, y me sentía muy puta, con esa verga hermosa en mí culo.
Al fin pude masturbarme libremente, apretando mi clítoris entre mis dedos, me sentí venir, que rico orgasmo con su enorme verga en mi trasero…
Volvió a tomar la iniciativa luego que no pude más, en mezcla de cansancio y placer, puso un almohadón sobre la cama y me recostó sobre el boca abajo, de manera que mi colita quedara levantado, como si acaso hiciera falta, lo sentí acomodarse como para cabalgarme, y me la metió nuevamente…
La posición favoreció la penetración tan profunda que me arrancó un grito, mezcla de placer y dolor, y empezó a darme, sin prisa, sin pausa, rompiéndome bien el culo, como a mí me gustaba…
Al fin la sacó y empecé a sentir su semen caliente quemando mi piel, mis nalgas, mi espalda, un chorro, otro y otro más…
Se retiró y cayó rendido a mi derecha, nos besamos apasionadamente…
Aun había tiempo y cogimos un buen rato más, luego nos bañamos y emprendimos el regreso.
Ese viaje de regreso no fue lo que una mujer recién cogida por un amante espera escuchar, el estúpido comenzó a contarme sobre su matrimonio, sobre cuanto amaba a su mujer y cuanto le pesaba la conciencia por lo que había hecho, y me preguntó que había de mí, si no me sentía mal pensar que hacía un rato había puesto mis labios en su verga, y en breve los pondría en la boca de mi esposo, preferí no hablar, me mantuve en silencio, hombres...
Me contó entonces que en Brasil trabajaba de stripper, debía imaginarlo con la verga que tenía y con los movimientos de baile que nos enseñaba en el gym.
Que todo fue bien hasta que conoció a la que sería su mujer, y que obviamente empezaron los celos, y los planteos, y los problemas…
Fue cuando un chico argentino que trabajaba con él en esos lugares nocturnos, le propuso cambiar de ambiente, venir a mi país y empezar una nueva vida, y que esos fueron los motivos por los cuales terminó dando clases en un gimnasio en la República Argentina.
Le dije que me dejara a un par de cuadras de casa, tenía un sabor agridulce en la boca, después de una revolcada espectacular me salió con prejuicios moralistas, no entendí bien como era el juego.
Llegué a casa, me acosté y me quedé dormida.
Poco después lo sentí llegar a Alberto, con sigila, como acostumbraba, sentí los ruidos de la llave, lo sentí pasar por el baño y venir a mi lado, me abrazó, y entredormida recordé lo que me había dicho Roberto Carlos en el auto, sobre lo moral del tema, así que solo le di un profundo y eterno beso en la boca a mi esposo, sintiéndome diabla por dentro, me quedé con una sonrisa pintada en los labios, todo antes de quedarme dormida nuevamente…
Y este podría ser el final de la historia, pero es el principio, alguien más aparecería en mi vida…
CONTINUARA
Si eres mayor de edad puedes escribirme a con título ’ YO… LA MAS PUTA DE TODAS…’ a dulces.placeres@live.com
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