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Terapia Especial. Capítulo VI:

“Sobrinas”

Capítulo 1: http://www.poringa.net/posts/relatos/5026790/Terapia-Especial-Capitulo-I.html

Capítulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/5039252/Terapia-Especial-Capitulo-V.html

Sentado en la cocina, con las ventanas abiertas y el viento tambaleando las cortinas, mientras susurraban a su espalda, Tomás escribía con paciencia todo lo que había vivido en su primer día en la casa de Blanca, una de sus medias hermanas. Sentía una molestia en su muñeca, había estado escribiendo cerca de una hora y aún no llegaba al clímax de ese primer día. Soltó su móvil y giró levemente su mirada hacía una de las ventanas, apreciando a un par de hombres charlando y fumando. 

Por primera vez sintió la necesidad de emular aquel acto, nunca había probado un cigarrillo, tampoco tenía de donde sacarlo. Ir a comprar era una opción, sin embargo, no tenía tiempo para eso, así que sencillamente fue al cuarto en donde se estaba quedando y sacó entre sus cosas, una cajita de unos 5 de ancho y 12 de largo. Era una especie de amuleto que llevaba a todos sus viajes, principalmente porque cuando tenía mucha ansiedad, podía refugiarse en ella. 

Lo que había dentro de la caja, no era otra cosa más que una pipa de madera. No parecía tener mucho valor, no obstante, su diseño era bastante refinado y elegante. Fue unos regalos de boda que le dio su suegro, a pesar de que su valor no era mucho, sentimentalmente significaba un tesoro, pues Richard, lo recibió de su padre y este del suyo. Una cadena casi de 100 años, por lógica aquel objeto familiar debió haberle pertenecido a April, pero según la tradición se debía pasar a los hijos varones y de mayor edad, en el día de su boda. 

Como Richard no tuvo ningún hijo, decidió dárselo a quien le confiaba a su ser más querido, que era April. Simulando que fumaba, Tomás volvió a retomar su escritura, esperaba terminar antes de que en esa casa se acabada el silencio y el caos reinada otra vez. El primer encuentro con Blanca y Camila, no fue como esperaba, en su mente, imaginaba que ellas serían algo más distantes y frías, si bien no iban a recriminarle por los actos de su padre, algún rencor debía tener al tipo que creció con papá mientras a ellas las abandonó. 

Sin embargo, Blanca que tenía la misma edad que él y nació curiosamente el mismo día y dos minutos antes, se le arrimó emocionada. Camila, que tenía 25 años, se comportó como una niña de 5 y desde que se aferró a su brazo, no lo soltó hasta que llegaron sus sobrinas. Descubrir que su padre era de esos hombres que jugaban a tener doble vida, en su caso triple, le sentó algo fatal. Pues, siempre lo vio como una figura honorable, aun cuando actualmente tenía sus diferencias y su relación se había acabado.   
  
Si a él le revolvía las entrañas el saber aquello, estaba seguro que su hermano Ricardo, no lo aceptaría tan fácilmente. Él seguía observando a su papá como alguien intachable y el ejemplo mejor a seguir. Más si Blanca le relataba una faceta de Enrique que ellos desconocían, su padre podía ser alguien cariñoso y hasta mimar. Eso respondía a una incertidumbre que persiguió a Tomás por años, que era su actitud amable ante Vanessa y por qué con ella no era tan distante. 

A pesar de los buenos recuerdos de su infancia, Blanca confesó que su mayor dolor fue que Enrique desapareció un día cualquiera y nunca más volvió a saber algo de él, hasta que Camila se le apareció. El caso de la más joven era distinto, empezando con que ella jamás conoció a su padre. Enrique no tenía contemplado en tener un hijo más, la madre de Camila lo entendió por muchos años y no lo forzó, pero un día simplemente se descuidó y floreció esa hermosa muchacha. 

Enrique no quiso hacerse cargo y entonces abonó a la mujer. Ella cuando estaba en su lecho de muerte, le confesó a Camila que tenía más hermanos y el nombre de su padre, con esto la joven comenzó a formular su investigación. Nunca tuvo en mente en encontrarse con Enrique, pero si quería conocer a sus hermanos. Primero fue por Blanca, ya que temía que los hombres no reaccionaran de la mejor manera, luego intentó acercarse a Bruno, sin embargo, ahí se topó con Isidora. 

Quien le impidió por mucho tiempo aproximarse a su hermano, si bien tuvo la posibilidad de ir por Tomás o Ricardo, seguía teniendo miedo al rechazó. No obstante, ese terror que la agobiaba y ese punzante dolor en su pecho se desvaneció, cuando contempló que Tomás era lo suficiente fuerte para afrontar esa situación. Ellas, se sintieron seguras y tranquilas en los brazos de él, se dieron cuenta por qué Bruno hablaba con tanta admiración de ese hombre, sin esperar más, le preguntaron sobre Ricardo y cuando lo podrían conocer. 

Tomás no titubeó y fue sincero con ambas, diciéndoles que para su hermano, Enrique era un referente de la vida, a pesar de las diferencias que podía tener con él. Por ende, saber cómo es en realidad lo iba a destruir, así que prefería ir preparándolo de a poco. Camila que se había acurrucado en su hombro, le contestó que entendía que la situación era delicada, así que sería paciente para poder finalmente lograr su objetivo, que era estar sentados en una mesa con todos sus hermanos.  

Tras un pequeño silencio, Camila volvió a interrumpir con una de sus consultas, –“Por cierto, hermano. ¿Tus hijos sabrán de nosotras? Es que me muero por conocerlos, principalmente a esa cosita adorable como lo es Simón. Solo verlo en fotos me ha robado el corazón”- comentó con sus ojos llenos de brillo. –“No lo sé Cami, aún lo estoy pensando, si te soy sincero”- comentó de manera seria Tomás, desilusionando a la muchacha. 

Tomás: Es algo que debo discutirlo con April, sin embargo, si tanto quieres relacionarte con ellos, puedes venir conmigo, cuando regrese a casa, solo que no vas a poder presentarte como su tía aún. Lo mismo para ti, Blanca. 

La sonrisa que había sido borrado del rostro de Camila, volvió a delinearse. Entusiasmada le dio un beso en la mejilla a su hermano, repitiendo un par de veces que era el mejor. Justo en ese momento abrieron la puerta y de ella se asomaron las tres hijas de Blanca, las cuales parecían estar discutiendo. Detrás de ellas, figuraba Jorge, -el hijo de la actual pareja de la mujer-. Tomás al apreciarlas, quedó sin aliento, las había visto en fotos, no obstante, en personas lucían más atractivas, principalmente Chloe, la mayor. 

–“Y este viejo, ¿quién es?”- preguntó precisamente Chloe, con un tono altanero y mirando con desprecio a Tomás. –“¿Es tu novio, Cami?”- dijo con picardía Luna, la menor de las hermanas, examinando de pie a cabeza a su tío. –“Dime que no es tu novio, Cami. Porque vas a destrozar el corazón”- señaló, Jorge mofándose de la situación. Mar la hermana de al medio, quiso también comentar algo al respeto, no obstante, se arrepintió y guardó silencio. 

Tomás con esas reacciones y sus formas de vestir sacó conjetura de cómo eran cada una de sus sobrinas. Chloe debía ser la típica chica que juega a ser rebelde, desobedeciendo a su madre y teniendo una actitud vulgar ante otros. No le sorprendía que tuviera tantos tatuajes, tampoco su look sidecut, de hecho eso hacía que la viera muy atractiva y tierna, detrás de ese cascaron de chica mala. Su camiseta corta de color negro, su falda de la misma tonalidad que le llegaba a los muslos, sus mallas transparente, su chaqueta de cuero pequeña y sus zapatos de tacones gruesos, solo validaban su hipótesis.

Mar, en cambio le daba la impresión que era una chica bastante tímida y sin personalidad, esto último porque su outfit era muy similar al de su hermana mayor, sin embargo, menos atrevida. Todo su conjunto era más larga y ancha ocultando así su cuerpo también tatuado, Tomás sospechó que le daba vergüenza mostrar su figura, al ser más rellenita que sus otras dos hermanas, de seguro generó esa inseguridad porque alguien la molestada, a pesar de eso, su inocencia y ese cuerpo voluptuoso que no sabía presumir, la hacía una bomba. 

Por último Luna, parecía ser la chica que se hacía la mojigata pero en realidad era toda un putita. A diferencia de sus otras hermanas, usaba unos vaqueros, un jersey de color blanco y unos tacones finos. Mientras más la veía, él se convencía que detrás de esa carita de ángel y niña buena, se ocultaba una zorrita que amaba comer vergas. –“Pero qué dicen, él es Tomás, mi hermano y el de Blanca, así que más respeto con su tío, muchachas”- expresó Camila algo ruborizada, por el comentario de que él era su novio. 

Luna: ¿Tío? 

Consultó flipando, porque por más que miraba a Tomás, no veía similitud con su madre o su tía.  

Blanca: Así es, niñas. (Suspira) Ya hablamos de esto, así que espero que no tenga que repetirle la historia otra vez, solo saluden a su tío que se va a quedar con nosotras un par de días. 

Dijo, observando fijamente a Chloe, la cual a regañadientes levantó su mano y dijo hola a Tomás, en un tono sarcástico. Él se levantó e iba a saludarla, pero la muchacha se fue, dejándolo con la mano extendida. Blanca se molestó por esa actitud de su hija, le gritó para que volviera y saludara a su tío como correspondía, sin embargo, la muchacha hizo oídos sordos, enfureciendo aún más a su madre. Tomás deleitado por esa colita que la chica meneaba, detuvo a Blanca y dijo que no pasaba nada, que entendía a la perfección el comportamiento de Chloe.

Esas palabras, molestaron más a la mayor de las hermanas, creyendo que ese hombre simplemente se estaba haciendo el simpático y el chulo. Luna, colocando una carita de pureza se acercó con encogimiento al hombre y tartamudeando lo saludo. Tomás que podía ver a través de sus ojos la diablura, soltó una risa que descolocó a la jovencita, ¿por qué se rio?, si su actuación fue perfecta, se interpeló. Lo normal era que la abrazaran y la llamaran adorable, pero su tío pasó de eso y solo le dio un apretón de manos. 

Mar por otra parte, sí que estaba hecha un nudo de nervios, tanto que no sabía cómo avanzar o eso aparentaba. Jorge que prácticamente no tenía motivos para saludarlo, lo hizo, solo para mofarse de Mar, comentando que era una rarita y que no valía la pena perder el tiempo hablando con ella. Tomás supuso que era Jorge quien humillaba a su sobrina, día a día, dejando como consecuencia esa naturaleza tan miedosa e insegura. Ella agachó la cabeza e intentó hacerse la indiferente y que pasaría de su tío tal cual hizo Chloe. 

No obstante, antes de que hiciera algún movimiento, Tomás se aproximó e hizo que levantada la cabeza, al tomarla de su barbilla. De este modo, él comprobó que los ojos de esa chica había un aire de misterio, no era tan inocente como aparentaba, por lo menos eso le transmitió esa mirada. Verlo de frente, hizo que temblara, nunca antes alguien la había tocado el mentón con tanta suavidad, los ojos de ese hombre la atraparon e hicieron que su corazón se acelere, Jorge de mala gana observó esa escena, como si estuviera celoso. 

Tomás: Lo sabía, tienes el mismo color de ojos que mi abuelo, pero en ti se ven más bonitos. 

Susurró, dejando embelesada a su sobrina y con una sonrisa entre sus labios, algo que estremeció a Tomás. Jorge ocultando su frustración, le dijo que no debía mentirle de esa forma a Mar, porque solo iba a conseguir que confunda las cosas. Tomás soltando una escueta risa, se voltea y le explicó que no mintió, que a diferencia de él, podía ver la belleza y la dulzura de esa chica. –“¿Acaso pretendes cortejar a Mar para llevarla a la cama?”- preguntó el chico irritado.   

Blanca que había dejado pasar las primeras palabras de su hijastro, se levantó del sofá, con los párpados tensos, las cejas fruncidas y mandíbula adelantada –“¡¡¡Jorge!!!”- enunció, tan fuerte, que el rostro airado del joven cambió a uno pálido, las cejas se le quedaron quietas como dos rocas mientras que sus párpados subían. Si bien Blanca no era su madre, la respetaba como tal y la temía cuando se enojaba. Tomás nuevamente detuvo a su hermana, le dijo que Jorge no debía tener malas intenciones y que en el fondo estaba preocupado por su hermanastra. 

Apegándose al oído izquierdo del muchacho, le murmuró, –“Ella no sabe de lo tuyo con Isidora, ¿verdad?”-, al no obtener una respuesta y ver que al pobre chico le tiritaba la mandíbula, confirmó su sospecha. –“No diré nada si tú no me molestas, ¿entendido?”- dijo, alejándose de él con una sonrisa y dándole una palmada en la espalda a Jorge. –“Bueno chicas, como regalito, me ofrezco a ayudarlas en alguna tarea que tenga para la universidad”- señaló, asombrando a sus sobrinas presentes. 

Luna: ¿Hablas en serio? 

Consultó con los ojos iluminados, sus cejas levantadas, con la boca abierta y una gran sonrisa en su cara. Justo tenía que realizar un informe, el cual había dejado para última hora, ya que con lo traviesa que era, prefirió salir y hacer guarradas, antes de su tarea. Así que la ayuda de su tío le vendría muy bien. 
 
Tomás: Claro que sí, peque. Si tienes algo, dime, que con mucho gusto te ayudo. 

Luna: ¡¡Tío Tomás, eres el mejor!! Sé que apenas nos conocemos, pero ya eres mi favorito.

Exclamó eufórica y abrazando a Tomás, entretanto Mar miró confundida al hombre, ¿qué pretendía con tanta amabilidad?, se interpelaba, aunque al mismo tiempo se emocionaba con tener otro hombre en casa. La tarde para el maduro se fue volando ayudando a la más joven de sus sobrinas. Detrás de ese bondadoso gesto, él analizó más la psique de esas jovencitas, si bien Chloe y Mar, no quisieron aceptar la oferta, él no vio aquello como un fracaso para acercarse a ellas, ya que mientras echaba la mano con el informe a Luna, le preguntaba sobre su vida y las de sus hermanas. 

La chavala, no se dio cuenta de las motivaciones de su tío, tampoco que estaba en un interrogatorio, en donde exponía quien era realmente. En un momento ella se percató del anillo en el dedo de su tío y le preguntó si estaba casado, a lo que Tomás respondió de forma afirmativa sorprendiendo un poco a la chica. –“¿Tu esposa es una cerebrito cómo tú?”- consultó con un tono burlesco, –“Sí, de hecho es más lista que yo”- le respondió, sabiendo que ella se iba a imaginar a April como una mujer poco atractiva, por lo superficial que era. 

–“¿Quieres ver una foto de ella?”- agregó Tomás, después de unos segundos de silencio, en donde la joven se rio de forma disimulada. Luna no estuvo tan segura de aceptar, ya que sabía que no iba a contenerse de la risa, sin embargo, Tomás sin esperar su respuesta, le mostró la foto de April, dejándola atónita. –“E-e… Es mentira, ¿verdad?”- dijo, anonada con la belleza de la Milf, –“Ella, no puede ser tu esposa”- aseveró, pensando de que había sacado la foto de alguna modelo en internet. 

–“Si que eres prejuiciosa Luna, al pesar que belleza e inteligencia no pueden caber en un mismo ser. Deberías dejar de guiarte por estereotipos y expandir tus conocimientos”- manifestó soberbió. Sin embargo, Luna no le tomó atención, al estar absorta con la imagen de April, –“Eres millonario, ¿verdad?”- afirmó entusiasmada, –“Claro, eso es. Con lo inteligente que eres de seguro tienes una empresa y millones en tu cuenta bancaria, por eso, esta mujer se fijó en ti”- dando pequeños brinquitos. 

–“Tío no te ofendas, tienes lo tuyo, pero esa mujer es mucho para ti. Abre los ojos, solo te quiere por tu dinero y de seguro ahora mismo que no estás en casa se revuelca con su amante”- señaló acorralando al hombre, quien se sintió embriagado con tantas palabras que soltaba esa chica. –“Así que sepárate de ella, ven a vivir con nosotras y danos dinero, somos tu familia después de todo”- añadió, pensando que podría usar a ese maduro como su sugar daddy. 

–“No te preocupes tío, sé que te va a doler aceptar la verdad. No obstante, yo te abriré los ojos y sanaré ese corazoncito”- concluyó, desabrochando los primeros tres botones de la camisa de su tío. Él impresionado por lo decidida que era esa muchachita, no la frenó, quiso ver que tan lejos podía llegar. Luna aferrada a su idea, de que él era rico, ya no le importó, lo que pensada de ella. Besando su pecho, fue subiendo por su cuello, esperando estimular al hombre y tenerlo en sus garras. 

Esa boquita lasciva lentamente se paseaba por esa piel experimentada, notaba el sudor de los nervios, con cada beso que daba. Inconscientemente ella se fue haciendo adicta a eso, al sabor de su tío, a su piel tan blanda cuando lo mordisqueaba y áspera cuando la lamía. El olor tampoco estaba tan mal, no había esencia de tabaco ni tampoco de alcohol como en otros hombres, a los que les calentaba la polla y luego lo sobornaba al hacerse la inofensiva, sino uno meloso por su perfume y sudor. Tomás, apoyado en la pared, luchaba para que su miembro no se colocara duro. 

Debía mantener la calma y controlar la situación a su favor, si bien podía seguirle el juego y terminar de encamarse con esa chica, tachando a una más en la lista de su esposa, era consciente que esa zorrita solo buscaba empalmarlo, que él perdiera la compostura e intentara algo indebido para que lo chantajee. Así que quería darle una pequeña lección, a su coqueta sobrina, por mimada y puta, después de todo, la terapia especial no debía limitarse solo al sexo. 

–“To… To… Tomás”- balbuceó, desabrochando hasta la mitad la camisa y arañando el pecho del maduro. Ante la escasa luz en la habitación, la mente del hombre lo llevó de vuelta al pasado, esa suave y armoniosa voz, se parecía a la de Isidora. Cayendo en el juego de las ilusiones, él revivió el viaje que hizo con April a la casa de sus padres hace 21 años atrás. El murmullo de la muchedumbre a su alrededor era tan intenso, que no podía oír con claridad lo que comentaba su novia.

Al ir avanzando, fue dándose cuenta que April estaba algo incomoda por las miradas constante de algunos tipos. Tomás se quitó la sudadera y se la pasó, para que pudiera cubrir ese fabuloso cuerpo. Después de todo, él tuvo la culpa de que ella tuviera andar con una ajustada camiseta, con la cual llamó la atención de depravados, que afilaban más sus ojeadas hacía esos redondos y grandes senos que se marcaban en la delgada tela roja, que daba la impresión que podía romperse en cualquier momento. 

A pesar de que a April no le desagradaba ser el centro de atención, sí llegaba a sentirse asqueada al tener tantos ojos desnudándola y profanándola. El único que la excitaba con una mirada guarra era Tomás, quien al contrario de ella, disfrutaba que todos admiraran la sensualidad de su novia. Obviamente no iba a permitir que le tocaran un pelo, solo quería que le dieran un vistazo a tal majestuosa mujer y a su figura singular. Delgada, con unas tetas descomunales, unas caderas anchas y un culito tallado por los ángeles. 
 
Él la tomó de la mano, impulsado por una pequeña adrenalina del morbo, salió corriendo junto a ella. Quería presumir que esa preciosa y voluptuosa chica, le pertenecía, como si fuera un niño con un nuevo juguete. Suspirando, expresó: –“Jamás imagine que iba a regresar a esta ciudad con una novia”-, ella al escucharlo, sonrió y se apegó a su brazo. Comprendió porqué Tomás la alardeaba, nunca tuvo la necesidad de hacerlo, porque jamás poseyó algo tan valioso como lo era ella.  

Como el día era bastante fresco, ellos optaron por irse caminando. Él le señalaba todos los sectores que iban a explorar durante esa semana. Sin duda, presumirla era lo que más lo animaba y su inocente alegría se le contagiaba a ella. Después de todo, una relación de pareja, no solo se limitaba al sexo. Sin embargo, su sonrisa se nubló, en el instante en que se encontraban a unos metros de la casa en donde él había vivido toda su niñez y parte de su juventud. Sus piernas empezaron a temblar y era incapaz de avanzar. 

–“Tom”- murmuró April tratando de tranquilizarlo. Ella se sintió mal porque pensó que estaba siendo muy dura con él, ya que en esa semana no solo tenía que intimar con su madre, sino que también debía seducirla y hacer que deseada cruzar el umbral entre una madre e hijo. April iba a decirle que olvidada su fetiche y compartieran ese viaje como una pareja tradicional, pero antes de hablar fue interrumpida por una muchacha, que salía de la casa de al lado. 

–“¿Tomás?”- dijo la jovencita, aproximándose. –“Tomás, que alegría volver a verte”- exclamó arrimándose a los brazos de él. April que muy rara vez se dejaba llevar por los celos, experimento ese malestar recorrer por todo su cuerpo, al ver como esa tipa se apegaba con tanto fervor a él y este no le decía nada. ¿Acaso ella y Tommy son amigos?, se preguntaba al mismo tiempo que apreciaba los labios de esa chica rozando con los de él. 

–“I-Isi... Isidora”- tartamudeó, mientras la muchachita seguía flotando su cara en la de él. April pensó que en cualquier momento, lo iba a besar y no iba a permitir que eso ocurriera. Estaba lista para darle un empujón y defender lo que era de ella, no obstante, Tomás se apartó de Isidora y eso colocó muy contenta a su novia. Los ojos de Isidora brillaban, como si estuviera viendo a su actor o artista favorito. Por lo que April comprendió, que esa chica, sentía algo por su Tommy. 

Él se limitó a tan solo sonreír, luego desvió su mirada y se centró en su hogar. Los celos de la rubia se empezaban a disipar, incluso llegó a sentir lastima por Isidora, que estaba tan contenta y nerviosilla por verlo. Tomás, tonto e ingenuo como gran parte de su juventud, no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Tenía a dos preciosas chicas que lo observaban perdidamente y estarían dispuesta a pelearse por él, si mostraba un poquito en interés en la de cabello negro.   

April dándose cuenta que no tenía nada de qué preocuparse, se aproximó a él y agarrándolo del brazo, le preguntó, quién era la muchacha. –“Mi vecina, la que me cae bien”- respondió, –“Porque tiene una hermana mayor que me cae fatal”- agregó con frialdad. Isidora miró a April de manera amenazante y era normal que lo hiciera, pues de la nada apareció una sexy rubia que tomó del brazo con total confianza a su príncipe azul, el cual no se había relacionado con otra chica que no fuera ella. 

A April le llamó la atención que Tomás, no notara la tensión en el ambiente y que nunca le haya prestado atención a esa chica, porque a pesar de ser dos años menor que él, era muy guapa y tenía un cuerpo que se estaba desarrollando estupendamente. Isidora celosa comenzó a interrogar a la rubia, lo primero que le consultó, fue su nombre y luego de saberlo, en un par de segundos la bombardeó de preguntas, entre ellas quería saber qué relación tenía con Tomás, algo que le sentó horrible a la rubia, porque tenía que romperle el corazón. 

Cuando le confirmó que era la novia del muchacho, el ceño fruncido de Isidora pasó a quedar al centro de su frente, en donde se le formaron unas arrugas, sus labios se le cayeron y sus ojos se llenaron de lágrimas. –“No-no-no... ¿Novia?”- balbuceó triste, –“Sí, mi novia, es increíble que tenga una, ¿verdad? Después de todo aquí ninguna chica me prestaba atención y era visto como un bicho raro”- expresó él, dándole un piquito a April y apoyando su cabeza en la de ella. 

–“Sí... Ninguna”- dijo Isidora con una sonrisa falsa, para ocultar su angustia. Aquellas palabras le retumbaron en la cabeza, verlo tan feliz y relajado con April, la destrozaba. Con lágrimas entre sus ojos, se disculpó por no poder seguir charlando con ellos y se entró a su casa. April interpeló a su novio sobre esa chica, a lo que él respondió, que la ayudaba a estudiar cuando algunas materias le complicaban, la rubia no fue tonta y se dio cuenta que ella hacía eso para estar al lado de él.

Toda esa fantasía se fue cayendo como un muro viejo, el rostro de Tomás era serio, en contraste a la de su sobrina, la cual besaba su abdomen, a nada de tocar y jugar con ese garrote que luchaba por no endurecerse. Apartándose de Luna, el maduro caminó hacía la salida, abotonando su camisa. La jovencita desconcertada, por el repentino movimiento de él y su silencio, no le quedó otra que aceptar que ese sujeto no iba a caer tan fácil como otros. 

Ella antes de salir de su habitación se percató que el móvil del hombre había quedado ahí, curiosa lo coge, quería saber si su tío tenía algún secreto con el cual podía chantajearlo, sin recurrir a calentarlo, ya que comprendió que aquel jueguito era un arma de doble filo. Al darse cuenta que para desbloquearlo necesitaba la contraseña, se desilusionó un poco, no obstante, la foto de fondo, la dejó helada y con un nudo en la garganta. Tomás en el baño ordenaba sus pensamientos, quería dejar de pensar en Isidora, pero esos recuerdos comenzaban a ser constantes. 

Él estaba tan inmerso en sus problemas, que no se percató que dejó la puerta abierta. Chloe que pensaba que no había nadie, entró y al encontrarse con su tío, suspiró molesta, sin embargo, Tomás, sin decirle nada ni inmutarse, se retiró. Esa actitud no le agradó nada a ella, fue como si hubiera estado esperándola, solo para pasar a su lado e ignorarla. –“¿Qué se cree ese tipo?”- se preguntó, viéndolo deambular por el pasillo, sin expresiones y con un aura misteriosa. 

Tomás se encontró con Camila, quien le aviso que era hora de comer, tomándolo de la mano, lo llevó hasta la mesa en donde ya se encontraban, Blanca, acompañada de José, -su pareja y padre de Jorge-, la mujer los presentó pero a diferencia de lo que ella esperaba, su hermano fue frio y de muy pocas palabras. En eso, Mar, Luna y Jorge, se sentaron en la mesa, la menor de las hermanas ni disimuló que tenía su mirada hacía su tío. 

Blanca sabiendo que él ayudó a Luna en su tarea, pensó que tal vez ocurrió algo en la habitación de su hija, que molestó a Tomás. –“Luna, ¿te pasa algo?”- consultó intentando encontrar a una explicación a la seriedad de su hermano. La jovencita volviendo a mirar el fondo del celular de su tío, sonrió, –“Mamá, ¿por qué no me dijiste que soy prima de una celebridad?”- expresó, confundiendo a todos, exceptuando a Camila, ya que Tomás ni quiera se percataba de lo que estaban hablando. 

–“¿Celebridad?”- interpeló Mar ilusa, –“Así es hermana. Somos primas de Vanessa Harper”- chilló de júbilo. Tomás al escuchar el nombre de su hija y el apellido de su mujer, despertó de su letargo, –“¿Vanessa Harper? ¿Hablas de ese bomboncito rubio de tetas grandes?”- dijo Jorge haciendo la silueta de las medidas de la joven. –“No seas puerco, Jorge”- manifestó Camila con el semblante malhumorado, –“Aun no puedo asimilar que soy prima de ella, mis amigas se van a morir de envidia”- seguía parloteando Luna. 

–“Y los chicos, solo van a querer hablarte, para les hagas un enganche con ese pibón. Aunque chicas como ella solo les gusta calentar, ya que solo salen con tipos con dineros”- comentó el muchacho con picardía. –“No recuerdo haberte dado permiso para que hables con tanta libertad de mi hija”- interrumpió Tomás, tajantemente la conversación, causando un escalofrió a Jorge, que no era capaz de hablar con naturalidad, –“Lo… Lo… Lo… Lo si-si-siento… Señor”- tartamudeó. 

Luna: Tío Tomás, puede decirle a Vanessa que me siga en Instagram y Tik Tok. 

Declaró, pasándole su celular. 

Tomás: Perdón Luna, pero no puedo. 

Luna: ¿Qué? ¿Por qué no?

Interrogó con decepción. 

Chloe: Porque de seguro “la princesita”, se avergüenza de tener tías y primas bastardas. 

Afirmó sentándose en la mesa y mirando desafiante a su tío. 

Tomás: (Sonríe) Te equivocas, mi Princesita es un amor, ella no tendría problema en cumplirle la petición a Luna y decir que es su prima. Sin embargo, aún no he hablado con ella ni con mis otros hijos sobre ustedes. 

Chloe: Entonces tú te avergüenzas de nosotras. 

Tomás se quedó en silencio y Blanca se metió en defensa de su hermano, este no tenía mucho más que decir, esa chica había dado una declaración irrefutable. Él pensó que había tenido un día lo suficiente movido, así que terminó de comer y se fue a su cuarto. Antes de cerrar los ojos, April lo llamó, ella quería consultarle cómo se encontraba, Tomás le dijo que cansado. Tras eso, él le consulta a su mujer, qué hacían sus hijos, ella le contestó que Simón estaba a su lado, Benjamín en su habitación con Josefina, Axel trabajando y Vanessa había salido. 

La Princesita de Tomás aquella noche se encontraba en el mismo restaurant en el que Axel trabajaba. Ambos hermanos cruzaron miradas, sintiendo como sus corazones se le aceleraban. El muchacho no comprendía qué estaba haciendo ella ahí, ¿acaso lo había ido a molestar?, fue una de las preguntas que resonó en su mente. Hasta que vio a su jefe acercándose a Vanessa con una gran sonrisa. Paolo unas horas antes, le había dicho que tendría una cita muy especial esa noche, así que esperaba contar con su presencia para que lo atienda. 

El jefe de Axel, ignoraba que Vanessa y él fueran medios hermanos, ya que a pesar de que ellos tenían el mismo apellido, la muchacha usaba el de su madre primero como su seudónimo de figura pública. Todos exceptuando las personas más íntimas a ella, simplemente la conocían como Vanessa Harper y no como Vanessa Bastida. Axel al darse cuenta que Paolo lo llamaba para que les sirviera vino en sus copas, no supo cómo reaccionar. 

Tenía un dolor punzante en el pecho que lo dejaba respirar con normalidad y cada vez que observaba a su hermana, las piernas le temblaban. No podía creer que ella estuviera en una cita con su jefe, menos que luciera tan bella esa noche y jodidamente sexy, sin que buscada hacerlo. Esa camisa blanca que usaba, no tenía ningún escote ni tampoco era tan apegada a su cuerpo y aun así, sus gordas tetas resaltaba en esa prenda, los pantalones negros, se ajustaban perfectamente a su cintura, delineando sus sensuales caderas, piernas y posaderas. 

Su cabello tomado, la hacía alardear de su elegancia y al mismo tiempo de su sensualidad, sus ojos azules brillaban como un par de diamantes, sus labios pintados de un rojo carmesí, lo invitaban a saborearlo como en los viejos tiempos. Incluso hasta esa fina nariz le era provocadora, –“Axel, despierta”- dijo Paolo chasqueando sus dedos, para que el chico se moviera y colocara en sus copas, aquel vino costoso que había guardado para una ocasión así.      
      
El joven agachó su cabeza, trasladándose a una lentitud similar a la de un caracol, sus manos sudaban, mientras que un espasmo recorría por su estómago. Paolo ignorando la historia que existía entre su empleado y la modelo, pesó que el muchacho lo estaba haciendo a apropósito el avanzar lento. Tal vez no estaba del todo equivocado, pues el corazón de Axel, se llenaba de celos, al solo pensar que vería a otro coquetear con Vanessa en frente de sus ojos.

Ella apiadándose de su hermano, le dice a Paolo que se iría al baño para atender una llamada. El chaval apenas vio que su hermana se levantó de su asiento, se percató de los ojos amenazadores de su jefe. Axel no le quedó otra que pedirle perdón a Paolo por su terrible desempeño, suplicándole que alguien más lo supla, porque no se sentía en condiciones para seguir. El hombre, se limitó con decir que podía irse, esas palabras fueron un gran alivio para el chico. 

Al ir por sus cosas, escuchaba como sus otros colegas murmullaban, mencionando que no podían creer que su jefe estuviera con Vanessa. Los comentarios obscenos sobre el cuerpo de su hermana, lo irritaron más. Ciego por sus sentimientos, caminó hasta los baños y justo cuando Vanessa salía, él lo acorraló. –“¿Qué haces aquí? ¿Por qué estás con él? ¿Quieres reírte de mí?”- fueron las preguntas que soltó Axel exasperado, la joven rubia con los ojos como platos, no sabía qué decir. 

–“Paolo no es alguien que conozca la palabra amor, es un picaflor, así que no esperes un caballero en él, solo quiere llevarte a su cama”- manifestó, con su boca a unos centímetros de los finos labios de su hermana. –“A… Acaso no fuiste tú, quien me dijo que buscara a alguien que me baje la calentura”- afirmó Vanessa con los pulsos cada vez más acelerados y unas enormes ganas de besarlo como loca. –“Sí, pero… Pero…”- declaró él de forma inconclusa. 

Vanessa: ¿Pero qué? 

Axel: Pero nada… Tienes razón. Disfruta de tu noche, hermana. 

Señaló dándose la media vuelta y saliendo para irse a casa, Vanessa lo llamó tonto en un balbuceó, al mismo tiempo que tocaba sus labios, con sus dedos. Tomás después de haber hablado con su esposa, intentó conciliar el sueño. Ya no pensaba en Isidora, lo que era bueno, sin embargo, su arrogante y malcriada sobrina, era quien lo perturbó en esos minutos. La mirada de desprecio de esa chica, alimentaba el morbo, al ir fantaseando con la maravillosa figura que poseía.

Esa pequeña faldita que usó durante todo el día, no cubrió mucho su colita pomposa, por lo que él no pudo evitar observar como lo deambuló de un lado a otro. Las ganas de haberla nalgueado fueron grandes y colocar en su lugar a esa cachorrita que se creía invencible. De repente, el móvil de Tomás vibró, interrumpiendo sus pensamientos. Él tomó su celular, creyendo que April le había mensajeado algo, no obstante, al fijarse, se dio cuenta que era un número desconocido.

No tenía foto y había adjuntado una imagen, por unos segundos pensó en no abrir el chat, ya que podría ser una broma y no estaba de ánimos en ese preciso momento. Pero rápidamente su opinión cambio, al contemplar que después de la foto, enviaron un mensaje, que decía: “¿Te avergüenzas esto?”. La curiosidad lo subyugó, por lo que pinchó ese chat y quedó tieso, al averiguar, que la fotografía era de Chloe, ella estaba de espalda, encuerada y con unas botas negras. 

–“Pendeja de mierda, qué buena que estás”- murmuró, frotando su verga sin dejar de mirar esa foto tan osada. –“Tío, ¿en serio te avergüenzas de nosotras?”- escuchó en un mascullo frio. Él asustado, sintió una corriente descender por su espalda, que erizó todos los pelos de su cuerpo. Apagando su teléfono se volteó, presenciando a la más joven de sus sobrinas con un rostro deprimente. Pero Tomás no se centró en la cara de Luna, sino en su atuendo, ella llevaba una pequeña ramera de color rosado y un pantalón del mismo color. 

Desde ese ángulo, él era capaz de observar sutilmente los pequeños pero firmes pechos de su sobrina. Tragando saliva y sin dejar de admirar esos montes bajos, decide romper el silencio. –“Claro que no, Lunita. Solo que creo que no es el momento oportuno para que mis hijos sepan que su abuelo es un desgraciado”- dijo, notando que su miembro se colocó durísimo, –“Pe… Perdón”- agregó, apelando a la empatía. Luna, no respondió y Tomás dejando de contemplar a su sobrina, le da la espalda, pensando que se iría. 

No obstante, Luna no tenía pensado en irse de esa habitación, ella había ido con un objetivo claro, que era terminar lo que había iniciado en su cuarto. Pues, haber explorado ese torso, con besos y acaricias, la dejó muy excitada, pero seguía mintiéndose al decirse a ella misma que debía hacer que ese hombre hiciera algo indebido. Levantando las sabanas, se metió entre ellas y abrazó la espalda de su tío, quien al sentir esas tetitas apoyándose en él y ese dulce respiro cerca de su oído, se colocó más inquieto y cachondo. 

–“Lu-Luna, ¿qué haces?”- consultó, liberando un chorrito de esperma que humedeció levemente su bóxer. –“Si no te doy vergüenza, me dejaras dormir a tu lado”- respondió la chavala, respirando cerca de la nunca del hombre. Tomás se dio cuenta de lo que buscaba su sobrina, él sabiendo que tenía que cogérsela, se negaba a darle su verga tan fácilmente, seguía encaprichado en querer que esa chica aprendiera algo de la terapia especial y no fuera sencillamente una cogida. 

Por eso, compartir cama era peligroso, más con sus manos a nada de tocar su miembro, que parecía una manguera enrollada dentro de esos calzoncillos. Sin vacilar, pensó en alguna estrategia para no caer en las garras de esa jovencita, la cual en un maullido le preguntó, si hacía algún deporte, sobando su abdomen. Esos afilados dedos, acompañado de esa fresca voz, solo lo excitaban más. –“En mi juventud practicaba kendo. A-ahora, lo he retomado por unas semanas, po-porque un amigo, quiere que luchemos”- contestó, sujetando las manos de su sobrina, a centímetros de su enorme bulto. 

–“Ya veo. Con razón luces fuerte”- afirmó, lo que le causó algo de gracia a Tomás, porque sonaba al típico halago que le decían a un maduro, para que se sienta orgulloso y atractivo. Él a pesar de la situación incómoda, todavía razonaba, veía detrás de esa fina voz, la verdadera cara de esa pendejita. Si bien Luna se repitió una y otra vez, que solo hacía eso para engatusar a su tío y luego chantajearlo. Otra voz en su cabeza empezaba a zumbar dentro de ella con más fuerza.

Le enmarcaba que si lo tocaba era por gusto, si respiraba cerca de su cuello, era para oler ese aroma, que la hechizó y si se humedecía los labios, era porque ansiaba beber de esa boca madura. –“Supongo que también corres o haces algún otro tipo de ejercicio, ¿verdad?”- expresó, mordisqueando la oreja de su tío. –“Sí, bueno… Salgo a correr algunas veces con mi esposa y hacemos otros ejercicios”- dijo, siendo interrumpido por esa muchacha. 

–“Para mantener mi figura, salgo todas las mañanas a correr, tío. ¿Te gustaría acompañarme?”- manifestó sin pensarlo y dejando sorprendido al maduro, por lo repentino de su declaración. –“Cla-claro”- balbuceó, dándose cuenta que tenía una gran oportunidad entre sus manos, podía seguirle el juego a esa chica, hacerla pensar que lo sedujo completamente y luego dejarla con la miel entre sus labios, al no poder obtener lo que quería. 

De esa forma, le daría una lección a esa putita mimada, aunque era peligroso, ya que entre más tiempo pasaba a su lado, más quería tenerla brincando sobre su polla. Girándose y quedando en frente de esa carita traviesa, nota como su verga quiso desvainarse para atravesar ese coñito. Tomándola de la cintura, hace que ella se sonroje, y con sus labios rozándose, le pregunta por qué era tan amable con él y no era hostil como sus hermanas. Luna, empezaba a sentirse débil e incapaz de resistirse a la tentación. 

–“Ti-ti… Tío”- tartamudeó, al sentir que esas manos acariciaron su culito. Todo su cuerpo ardía en lujuria, nunca había experimentado tal atracción y deseo hacía un hombre, su tío la estaba pervirtiendo, contaminando sus pensamientos con ideas inmorales. Ella solo quería seducirlo y hacer que cometiera algún descarado acto con el cual poder extorsionarlo. No imaginó que todo se volvería a su contra y sería ella la que estaría anhelando esa boca, además de una cogida. 

–“Tío… Fóllame…”- susurró, tan bajo que solo las almohadas la oyeron, Tomás por su parte, se sentía casi en el mismo delirio que su sobrina. No obstante, la experiencia de lidiar con esas ganas lo hacían más fuerte en esa situación, allegando su boca al cuello de la muchacha, le da una ligera, pero candente lamida. –“Luna, lo que pasó en tu cuarto. No se puede volver a repetir, ¿ok?”- expresó, apartándose de ella y viendo como esa jovencita se desmoronaba. 

–“¿Qué?”- exclamó Luna abrumada, –“Eres mi sobrina, no puedo traicionar la confianza de tu madre de esa forma. Además estoy felizmente casado con una extraordinaria mujer”- declaró, dejando a la joven fría, con un dolor en su pecho que crecía más al ir dirigiendo las palabras. Ella no quería aceptar que no se divertiría con su tío de una manera sexual, después de haberla incitado. Exasperada intentó besarlo, aferrándose en su cuello, sin embargo, justo alguien entró al dormitorio. 

–“Ttsssss, tssssss, hermano”- se oyó en un tono menudo, el corazón de Luna se agitó, la respiración se hizo densa y el miedo de ser atrapada en la cama junto a su tío, heló todo su cuerpo. Tomás sacó su cabeza de las cobijas y miró con los ojos entre cerrados hacía la puerta. Justo en el umbral, se encontraba Camila, iluminando con la luz de su celular. Al verlo sonrió y se fue acercando, sin percatarse que había otro bultillo en la cama. –“Cami, ¿qué haces aquí?”- interpeló, Tomás fingiendo un bostezo y dándole la espalda a su sobrina.

Camila: Quiero que me leas un cuento, hermano. 

Tomás: ¿Qué?

Exclamó asombrado y con los ojos bien abiertos, al pensar que se trataba de alguna broma.  

Camila: Sé que pensadas que soy rara, al pedirte que me leas un cuento. Sin embargo, siempre soñé que tenía un hermano mayor y me consentía en mis manías. Ahora que te tengo aquí, quiero cumplirlo, sentirme una niña mimada. 

Señaló recostándose en la cama. Ella ignoró que su hermano estaba caliente y que el solo aproximarse a él, hizo que su verga, soltara un par de chorros de su líquido pre seminal. Cobijándose en sus brazos, le pasó su móvil para que le lea. Lo que para ella era algo infantil e inocente, para Tomás era incómodo y excitante. Sus ojos felinos como su afrodisiaca fragancia, no ayudaban para nada, cada segundo se transformó en una tortura para el psicólogo. 

Cuando finalizó, cerró los ojos y suspiró profundamente, a ella le pareció tierno ese gesto, tanto que se acomodó en su pecho, llegando a rozar con una de sus piernas ese miembro que no paraba de hincharse. Los latidos de Tomás, volvieron a la normalidad, sin embargo, la tensión seguía siendo alta y no podía mirar a su hermana como tal, sino observaba a una mujer preciosa, además el pigmento de sus ojos le recordaban a los de April, haciendo que se confunda todavía más. 

Camila: Sabes, hace unos meses conocí a Vanessa. Es una chica increíble, no solo es bella, también alegre, astuta y amable.

Tomás: Es un clon de su madre. Quizás la única diferencia entre ambas, es que Vane es mucho más inteligente. Según April, nuestra pequeña posee lo que denominan memoria eidética. 

Expresó, percibiendo un vientecito por el cuello, que lo refrescaba.

Camila: ¿Nunca tuviste terror con ser papá?

Tomás: No, todo al contrario me llenó de felicidad, tanta que… 

Pausó, al rememorar escuetamente sus lujuriosos días durante el embarazo de April. Creyó que no era optimo hablar de sexualidad con su hermana, porque solo haría que su poca cordura se esfumada. Pero Camila, tenía muchos temas de qué hablar con él y precisamente el más urgente era sobre sexo. Avergonzada por tener que confesarle a su hermano que a sus 25 años seguía siendo virgen, se dio vuelta, su mandíbula tiritaba, la voz se le cortaba y el pecho se le inflamaba. 

–“To… To… To-Tomás… Tú hablas de sexo con tus hijos, ¿verdad?”- comentó ruborizada y con su pecho oprimido. Sin darse cuenta, apoyó su respingón trasero, contra la abultada entrepierna de su hermano, este al sentirse asilo entre esas nalgas, le corrió una gota de sudor, por su frente hasta su cuello. Todo volvió a ser caótico para él, abordar el tema que justamente quería eludir y tener su pene entre medio de los glúteos de su hermana, no era para nada bueno, si quería mantener la compostura. 

Ella tratando de controlarse y relajarse, empuño sus manos y cerró los ojos, sin lamentar lo que iba a confesar, solo lo soltó como un ladrido. Tomás con las cejas bien levantadas y las pupilas dilatadas, digería la revelación de su hermana. Era virgen, nunca había experimentado el gozo de una cogida, del placer de los besos cuando los amantes se acurrucaban en las camas y conectaban sus sexos o ese roce de las pieles. No percibió mentira en su declaración, de igual modo, qué ganaba con decir eso, si no era real. 

Él se cuestionó varias cosas, tal vez porque al mismo tiempo que ella manifestó eso, su culito se frotaba con la polla de él y durante todo ese rato, no paró de moverse. Era una situación inverosímil, sacado de alguna historia que su esposa se montaba en su cabecita traviesa. –“Vi… ¿Virgen? ¿Eres virgen, Camila?”- balbuceó, –“S… Sí. Jamás he tenido el pene de un hombre, en mi interior”- contestó, tomando un ligero descanso, antes de revelarle toda su vida sexual. 

Tomás la escuchó atentamente, aunque le fue difícil mantenerse serio, con ese culito trazando sobre su verga. Al terminar de escucharla, él concluyó que aquella muchacha padecía de coitofobia. Los besos, las acaricias y hasta juegos previos, eran algo que podía controlar, pero cuando llegaba la hora de intimar, una ansiedad la dominaba, se sentía ahogada, que sus labios se le secaban. Todo aquello le indicaba ese diagnóstico, pero no era capaz de aceptar eso, con el meneando de cola contra su pene.  

Camila: Hermano, ¿crees que puedas ayudarme a superar esta agonía?

Tomás: Claro, sin embargo, antes es necesario hablar con April, ella es más experta en este ámbito, tomó cursos sobre sexología y de seguro sabe cómo podemos ayudarte o recomendar algún especialista. 

Camila abrazó con fuerza a su hermano, con la esperanza que se acabaría aquella pesadilla de no ser una mujer “normal”. A la mañana siguiente, Tomás no encontró a Luna ni a Camila a su lado, suspirando así aliviado. Tomó una ducha, en donde masajeó su verga al recordar la foto de su sobrina mayor y también a su exótica morena Adara. Mientras se pajeaba fantaseando con ambas muchachas, escuchó como abrieron sigilosamente la puerta de un dormitorio y con suaves pero torpes pasos se acercaban al baño. 

Él no había puesto seguro a la puerta, al creer que ingenuamente que estaba solo en casa. No obstante, no entró en pánico, porque hasta el más tonto iba a percatarse que el baño estaba ocupado por tener la luz prendida y el sonido de la ducha. Un pensamiento erróneo, ya que en esa casa habitaban tres traviesas gatitas que les encantaba jugar y volver loco a su presa. Cada una actuaba por su cuenta, pero sus movimientos parecían orquestados con antelación y de mutuo acuerdo.

Tomás comprendió aquello, al ver que la puerta se abría, quedando una hendidura en donde se asomaron unos lascivos y acechadores ojos. Atónito, Tomás dejó de masturbarse y en su desesperación, por descubrir a la espía, la ahuyentó al preguntar quién era. Por más rápido que salió de la ducha y cubrió su cintura con una toalla, no alcanzó a ver hacía donde había escapado su acosadora. Luego de ese episodio, Tomás se sentó a tomar desayuno, pensando quién lo había espiado.  

Estaba en ello, cuando de pronto se asomó Mar, con tan solo un pantalón de lycra y un sostén deportivo. Tomás quedó hecho una estatua y con la boca abierta, mientras su sobrina pasaba al frente de él. Sus ojos no se apartaron de ese cuerpecito sudoroso, mirándolo de pie a cabeza detenidamente y maravillándose con lo sensual que era. Mar sabiendo que tenía la atención de su tío, apoyó sus codos en la encimera y echó hacía atrás sus posaderas, para darle una mejor visión al hombre. 

Todo el cuerpo de Tomás temblaba, no esperaba que Mar fuera así de atrevida, luego de haberse presentado tan inocente. Estaba claro que las tres hermanas eran unas zorritas calienta pollas y un peligro para cualquier hombre. Moviendo sutilmente su cola de lado a lado, como un péndulo, hipnotizaba al maduro, quien ya tenía la verga empinada e hinchada en el bóxer. La muchacha con una sonrisa picarona entre sus carnosos labios, susurró tiernamente el nombre de su tío. 

Tomás: ¿Necesitas algo preciosa?

Enunció, dejando la taza que sostenía con su mano derecha en la mesa y levantándose. Él ignoró que el bulto que tenía en su entrepierna y se aproximó a esa jovencita que maullaba su nombre. 

Mar: ¿Me puedes alcanzar un vaso?

Tomás: Claro, lo que tú quieras, hermosa. 

El psicólogo había caído completamente en las garras de Mar, la cual disfrutaba ver como si tío se derretía y babeaba por ella. Pesé a que todo estaba saliendo como ella lo tenía planificado, el solo roce de esa robusta tranca contra sus glúteos, la dejó sin habla. Se mordió los labios y se preguntó a ella misma, si lo que había sentido fue real. Tomás sin otra cosa en mente que el cuerpo voluptuoso de su sobrina, le pasó el vaso y se quedó deleitando como ella bebía agua.      

Mar se volteó, quedando de frente a su tío. Ambos se miraron fijamente, sin percatarse que lentamente sus labios se iban acercando al otro. El corazón de Tomás latía fuertemente, no le importaba, si los encontraran, solo quería follarse a esa chica, que en un par de minutos lo había engatusado. Sin embargo, justo cuando sus labios se sobaron, ella lo empujó con ambas manos, sorprendiendo al maduro. –“Gracias”- se limitó a decir, con una sonrisa burlona en su perverso rostro. 

Tomás no quería quedarse con las ganas, no aceptaba que aquello terminara de esa forma, por lo que fue detrás de ella, pero por más que la llamaba, ella no se detenía. Cuando la alcanzó y tomó de la mano, ella lo miró con miedo. –“¡Suéltame!”- exclamó, confundiendo al psicólogo. –“¿Por qué me sigues? ¿Acaso intentas aprovecharte de mí porque estamos solos?”- interpeló temblando, como si adelante tuviera una bestia. Sin darle la oportunidad a su tío de hablar, Mar lo amenazó con decirle lo ocurrido a su madre. 

Tomás solo agachó la cabeza y volvió a la cocina, luego de unos 30 minutos en donde escuchó a su descarada sobrina gemir en el baño y gritar su nombre, la ve salir de la casa sin dirigirle la mirada y actuando con miedo. A los 10 minutos de que Mar había salido, le llegó un mensaje a su móvil, una vez más de un número que no tenía registrado, con el mensaje: “Te gusta” y una foto adjuntada. 

Al ver la fotografía quedó helado, salía Mar después de haber tomado la ducha, con su cuerpo cubierto por una pequeña toalla que dejaba ver sutilmente esos pezones duros. No sabía en qué clase de juego tétrico su esposa lo había metido, pero estaba convencido que si su estadía en esa casa se transformaba en un infierno, renunciaría. Pensando que no había nadie en la casa, se preparaba para enviarle el informe de su primer día ahí a su esposa, cuando ve asomarse a Chloe, quien lo dejaría boquiabierta. 

Ya que la muchacha, fiel a su estilo vestía con unos tacones negros, unos leggings del mismo color, que se ajustaban adecuadamente a sus piernas y trasero. Sin embargo, lo que más dejó impresionado al maduro es que esa arrogante jovencita, solo usaba un sujetador morado, para cubrir sus redondos senos, dejando su tórax descubierto. Con una sonrisa fanfarrona se detuvo al frente de él, Tomás no supo cuántas veces la vio de pies a cabeza, admirando ese abdomen plano y esas tetas.

Chloe tomó una chamarra de mezclilla que estaba en una de las sillas y se dio vuelta para colocársela. Meticulosamente movió su culito, causando que su tío se perdiera en esos firmes bollos. Él mordiendo sus labios, recordaba a Mar y también la fotografía de Chloe en pelotas. Dibujando esas curvas con sus ojos, se levantó y automáticamente se allego a ella, a diferencia de Luna, esa mocosa se la paraba sin ningún esfuerzo y al igual que Mar le daba lo mismo de cogérsela sin darle una lección. 

Antes de que pudiera nalguear ese trasero, ella lo fulminó con una mirada, –“¿Qué mierda haces tan cerca de mí, pervertido?”- exclamó, dejando paralizado y confundido a Tomás. ¿Acaso no estaba coqueteando con él?, se interpeló, mientras esa chavala se terminó de colocar la chaqueta. Alejándose, ella levantó su dedo de al medio, molestando al maduro, que se sentía estúpido por creer que esa chica estaba dándole la invitación para que se acerque, cuando en realidad solo se burlaba de él. 

Agobiado volvió a sentarse, sin pensar en nada, se se tomó su tiempo para aclarar sus ideas, antes de escribirle a su mujer. Con todos los detalles de ese primer día, Tomás le envió el informe a April, en sus últimas palabras, destacaba el asunto de Camila, como una petición a no ignorar. Dejando su pipa y su laptop en la mesa, caminó hasta el baño para orinar, pensando en cómo lidiar con sus sobrinas.

La más fácil sería Luna, por lo que prefería avanzar con las otras dos con más urgencia. Con Chloe debía buscar una oportunidad para penetrar ese cascaron de chica mala, por otra parte, con Mar, no sabía cómo colocarla en jaque. Al salir del baño, ve por el pasillo a la mayor de sus sobrinas, con una manzana entre sus manos y una sonrisa perversa. No le dio mucha importancia, porque debía actuar con calma y no dejarse llevar por los impulsos, algo que no sería fácil de controlar. 

Al regresar por sus cosas, notó dos diferencias a cuando se había ido. La primera que su computador estaba apagado, la segunda que su pipa no se encontraba en la mesa. Al mirar al suelo, la encontró con el tubo partido. Sin hacer conjunciones, culpó de inmediato a Chloe, debía ser otro de sus caprichos para sacarlo de quicio. Dirigiéndose al cuarto de esa chica, la encontró en mitad del pasillo, riendo y mordiendo la manzana, como si lo hubiera estado esperando. 

Tomás: (Suspira) ¿A qué juegas? 

Preguntó, viendo como ella lo ignoraba completamente. 

Tomás: Mira, sé que desconfía en mí y estás en todo tu derecho, pero eso no justifica que rompas mis cosas. 

Ella se dio la vuelta e intento entrar a su cuarto, sin embargo, Tomás la detuvo, sujetando su brazo.

Tomás: Deja de ser infantil y di algo Chloe. 

Chloe: Suéltame.

Tomás: Lo haré si me pides disculpas. 

Chloe: ¿De qué? ¿De qué me desnudes con tus ojos depravados? ¿De qué te avergüences de mí y de mis hermanas? 

Señaló en un tono desafiante, apegando su cara a la de él. 

Tomás: De haber roto mi pipa. 

Chloe: ¿Tu qué? 

Expresó con una sonrisa entre sus labios que la delataba, a pesar de fingir inocencia. 

Chloe: ¿Tienes alguna prueba de lo que me acusas? Porque yo si tengo de cómo me desvistes con cada parpadeo, viejo cerdo pervertido.

Cada palabra que soltaba de su boca insolente, era una invitación para que Tomás fuera irracional y colocada en su lugar a ese jovencita. 

Chloe: ¿Qué pasa? ¿Te quedaste sin argumentos otra vez? 

Manifestó liberando una risita irónica que solo picaba más la herida de su tío al sentirse impotente, por callar antes esos venenosos comentarios. Una parte de él, estaba rugiendo para que pusiera voz de mando y le enseñe a esa mocosa a respetar, pero al mismo tiempo otro lado, le murmuraba que no se deje llevar por las provocaciones y piense adecuadamente, cómo enfrentar a esa muchacha. Soltándola, se da la media vuelta, para ignorarla, no quería seguir oyendo sus ácidas palabras. 

Chloe: Muy buena elección, finalmente entiendes cuál es tu lugar, viejo. 

Declaró con malicia y ocultándose en su cuarto, Tomás suspiró, habían pasado mucho tiempo desde la última vez que se sintió así de irritado. Precisamente cuando Vicky le hacía la vida imposible en la escuela. Tras guardar su computador en su cuarto, Tomás salió al patio, quería respirar algo de aire, para pensar y no distraerse por algún ruido que hiciera su sobrina. Al paso de un par de minutos, sus ojos se centraron en Mar, la cual llegaba con la ropa empapada y su pelo hecho un desastre. 

–“¿Qué te pasó?”- le consultó preocupado, sin embargo, la joven no le dijo nada, entrando a la casa en un mutismo. Muchas dudas surgieron para el psicólogo, era aquello una artimaña para llamar su atención o realmente Mar era acosada en la universidad. Era difícil descifrar los acertijos que se le presentaban. Sus intrigas por suertes serían rápidamente respondidas, al chocar con el hermanastro de sus sobrinas, el cual le temía por saber su historia con Isidora. 

Jorge queriendo esquivarlo, no tuvo suerte, ya que Tomás lo agarró del gorro de su sudadera. Al quedar enfrente de él, lo miró seriamente y antes de que el joven modulada una palabra, Tomás lo interrogó, sobre la vida universitaria de Mar. Así se enteró de que ella era la burla de unas compañeras de clases, el grupito de chicas lideradas por una tal Estefany, se encargaban de humillarla y que sus hermanas no se involucraban, ya que cada una se valía por sí sola. 

Agradeciéndole a Jorge por la información, entra a la casa, tenía ya una idea de cómo poder aproximarse a esa chica y poder ayudarla en su tormentosa vida. Al estar frente de la habitación de ella, quiso golpear la puerta, no obstante, escuchó que la ducha se encendió. Curioso se asomó por la puerta, notando una pequeña obertura, abriendo sigilosamente, observó con cuidado, apreciando así la sutil figura voluptuosa de Mar. Totalmente desnuda y con el agua cubriendo su cuerpo, lucía sexy. 

Tomás no pudo evadir recordar lo que ocurrió en la mañana y esa foto que le había enviado, al mismo tiempo se preguntaba, por qué nadie la defendía, si era una chica jodidamente sensual. Su torso a diferencia de sus hermanas era más voluminoso, con una pequeña barriguita, la cual no afectaba en nada, con esas gordas tetas y esas gruesas piernas, que eran una maravilla recorrerla con la mirada. Su cintura era perfecta, su culito ancho y pomposo, mientras más la veía, más le parecía bella su sobrina y su verga no tardó en cobrar vida. 

Sofocado con esa imagen ardiente, fantaseó, que estaba al lado de Mar, paseando sus manos por cada rincón de ese majestuoso cuerpo. Besando esa boquita, susurrándole cosas dulces a esa chica y haciéndola sentir la más preciosa y ardiente de todas, como se merecía. Sin embargo, todo se esfumó, cuando percibió una corriente descender por su espalda y escuchó una malévola voz detrás de él, diciendo, –“Desde ahora, tendrás que obedecer cada una de mis peticiones o le diré a mamá, de la clase de degenerado que dejó entrar a la casa”-, un frio mortal enmudeció a Tomás.   
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