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Salida de amigos

Era sábado, hacía mucho calor y minutos antes de dormirme me llega un mensaje de mi mejor amigo, Ale, me estaba invitando a una fiesta en la casa de un conocido de ambos. De tanto insistir me terminó convenciendo, no pensaba ir muy producida, me dejé la tanga que usaba para dormir y me fui sin corpiño, el vestido corto completaba mi atuendo. Cómo único maquillaje solo me pinté los labios, estaba lista justo cuando escuché la bocina de Ale. Subí, saludé a mi amigo y partimos al lugar en cuestión. La charla fue rutinaria, de qué tal me había ido en la universidad, que si estaba conociendo a alguien y así, siendo casi como un hermano para mí contesté todas y cada una de sus preguntas entre risas y chistes. Bajamos del auto y entramos, dentro el ambiente era mejor de lo que esperaba, un DJ animaba la fiesta con música electrónica, había una barra de tragos y otra de snacks, solo conocía a Ale y no quería alejarme mucho de él pero el desgraciado se me perdió luego de verlo hablando con una chica rubia, no era sorpresa, era de encarar, tenía una labia y carisma que te hacían caer rápido ante él. Creo haber sido la única mujer que no se levantó... Luego de media hora y haber rechazado a dos que quisieron levantarme apareció un chico de pelo corto, morocho y de ojos color miel, se diría que me salvó de un pesado que no entendía las repetidas negativas que le daba, el moreno se apareció con dos tragos diciendo, con toda confianza:

- toma, lo que me pediste
Me sonrió y guiñó el ojo como dándome una señal.
- uh, gracias, me estaba muriendo de sed, tardaste mucho.
Le dije como si lo conociera de toda la vida. El pesado se fue tras la cola de otra chica a la que seguramente también incomodaría. 
- gracias, me salvaste, ese tipo no entendía un no, ya me estaba dando miedo.
Él me dijo que no era nada, que le molestaban los tipos así y sin darnos cuenta pasaron más de 40 minutos en los que hablamos de muchas cosas, me contó de su vida, de lo que hacía y por último, muy cortésmente me invitó a bailar. Siendo casi las dos de la mañana las cosas se habían calmado en la fiesta y pusieron música un poco menos movida. Abracé al joven, que resultó llamarse Pedro, no sabía qué era lo que más me embriagaba, si el alcohol que había tomado o el perfume del moreno, me sentía muy bien entre sus brazos. Las caricias de él en mi cintura me encendían y sus besos en mi cuello me estaban haciendo delirar, no tenía pensado tener sexo esa noche, pero ese moreno me la hacía difícil. En un atisbo de cordura llegué a escuchar cuando me dijo que esa casa era de él y que si quería acompañarlo a una de las habitaciones de arriba, no era de hacer eso seguido pero no pude resistirme, ese hombre irradiaba sensualidad. Me dejé llevar por ese magnetismo y subimos a su habitación, los besos no se hicieron esperar, la caballerosidad de Pedro terminó y ahora era una bestia, no le alcanzaban las manos para recorrer mi cuerpo, a los pocos segundos ya tenía el vestido como una faja, con las tetas y la cola al aire. De pronto pasó algo que no esperaba, mientras lo estaba besando y recorría su torso desnudo, sentí besos en mis hombros y sentí a alguien apoyarme, sentía algo entre los cachetes de mi cola. Miré hacia atrás y vi a Pedro, miré hacia adelante y también lo ví, no entendía nada.
- tranquila, somos gemelos y nos gusta compartir mujeres. Si no te gusta la idea puedes irte, no te obligaremos a hacer algo que no quieras.
Yo sonreí, sin saberlo Pedro y su hermano me estaban por cumplir una de mis fantasías más ocultas.
- no me enojo, solo que me hubieran avisado antes...
Levanté más la cola para apoyar al gemelo de atrás y Pedro ahora me corría la tanga para masturbarme. Mis gemidos eran cada vez más fuertes, seguramente nadie los escucharía porque, por lo que oía, la fiesta seguía como si nada. 
Luego de arrancarme varios orgasmos y de que mi boca fuera de una boca a la otra, los hermanos me hicieron arrodillarme, sacaron sus miembros y debo decir que me dejaron sin palabras, la escena era digna de una película porno, yo con el vestido enrollado en la cintura y dos pijas enormes en cada mano. Fue difícil al principio pero conseguí complacer a mis hombres lo mejor que pude, luego de 15 minutos de estar chupando y de que mi mandíbula comenzara a dolerme les pedí que me cojieran, que no podía más, que los necesitaba dentro mío. Ellos me obedecieron, sin mucho esfuerzo Pedro, o su hermano, sinceramente no sabía ya quién era quién, me tiró en la cama, me quitó la tanga con más delicadeza de la que esperaba y se preparó para ser el primero en penetrarme. Las dimensiones de aquel semental hicieron que mi concha comenzara a contraerse de placer. Una vez estuvo toda adentro  comenzó un lento pero placentero vaivén, el otro gemelo se dedicaba a cojerme la boca a la misma velocidad que su hermano, la sincronía entre ambos era impresionante, de a poco fueron subiendo la velocidad y unos momentos después me hacían acabar con dos o tres movimientos. Era la primera vez que vivía algo tan excitante y lo mojada que había quedado la sábana era la prueba de ello. Les pedí cambiar de posición, que quería intentar algo que hacía mucho llevaba fantaseando, ambos sonrieron porque captaron el mensaje. Uno de los dos se acostó boca arriba y sin dudarlo me subí encima suyo, de a poco la fui metiendo. Hice señas al otro que dilató un poco mi cola para, de a poco, meter su glande dentro, por lo visto la masturbación anal de la que había estado disfrutando antes de que Ale me hablara había dejado mi ano preparado para algo así sin saberlo. Aprovechando la conexión que ambos gozaban comenzaron a cojerme acompasadamente, mis gemidos llenaban el lugar como las gotas de sudor llenaban nuestros cuerpos. Yo estaba pisando nuevos límites de éxtasis y placer que culminaron en el orgasmo más intenso que recuerde haber tenido. Caí sobre el cuerpo de Pedro, lo reconocí por su perfume, pero ellos no se detuvieron, de pronto lo sentí, ambos acabaron dentro mío, me llenaron ambos agujeros de leche espesa que llegó muy dentro mío. En ese momento perdí el conocimiento por unos segundos, jamás había vivido algo así.
Al despertar estaba acostada aún sobre el pecho de Pedro.
- al fin despertaste princesa, mi hermano tuvo que irse. Y por lo que escuché tu amigo está preguntando por vos. Podés bañarte si querés, en el baño sale agua bien caliente.
Como si fuera un príncipe me alzó entre sus brazos y me depositó bajo el agua de la ducha. Estaba muy relajada y agradecida con ese hombre, tanto que le pedí de bañarnos juntos, sin quejarse me acompañó y terminamos cojiendo bajo la lluvia, a los pocos minutos Pedro me llenaba las tetas y la cara de leche... Terminamos de bañarnos y salí de la habitación dejándole mi número anotado en un papel para próximos encuentros... Que seguramente los habría.
Bajé las escaleras y encontré a Ale desesperado buscándome.
- dónde estabas nena? Tenemos que irnos, no vas a creer lo que me pasó.
Decía mientras me arrastraba al auto. Y yo pensaba "si te contara lo que me pasó a mí..."

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